RITSU POV.
Mi nombre es Onodera Ritsu. Soy estudiante de Literatura y Letras de la Universidad de Tokio. Hace poco cumplí mi mayoría de edad, con lo cual podría ayudarle a mi familia con la manutención de mi hogar. A pesar que mi padre es gerente en una prestigiosa editorial, el dinero no nos alcanza para terminar de pagar nuestras deudas. Si os preguntáis, mi madre a diferencia de mi padre, no pudo terminar sus estudios universitarios, debido a lo machista que era la sociedad de ese entonces. La mujer era menospreciada y a duras penas el único cargo que podían ocupar aparte de amas de casa y secretarias, era ser profesoras. Mi madre quería ser Enfermera, sin embargo sus sueños se derrumbaron por lo que comenté antes.
Mi familia consta de seis personas. Mis dos padres, y mis tres hermanos pequeños. Los gastos que debíamos afrontar eran demasiados altos. Mis hermanos estaban a punto de finalizar sus estudios medios. Eso significaba que se debía gastar más en la matricula y en los exámenes de admisión de las universidades.
Ese día me disponía a ir a la universidad, como era lo normal. Al terminar de desayunar y terminar de arreglarme, me despedí de mis padres y mis hermanos.
Al salir me topé con mi amigo de la infancia Takahashi Misaki. Éramos inseparables desde siempre. De pequeños la gente pensaba que éramos hermanos, por el parecido que tenemos. Soltó una pequeña sonrisa al verme y me habló.
-Jo, casi que no tío-bufo mientras hacía un puchero de niño pequeño.
-Jolín, ya sabes que me levanto tarde, porque me trasnocho-dije haciendo el mismo puchero que él.
-¿Y eso quién te tiene así de despierto? ¿Acaso es por An-chan?-preguntó de forma burlesca.
-.....-No podía decir nada. Desde que era un crío, mi familia y la de An-chan acordaron que nosotros debíamos casarnos. Nunca sentí alguna atracción física hacia ella. Por el contrario, podría considerarla como una hermana para mí. Siempre le cuento mis problemas y ella me da uno que otro consejo, que termina siendo útil.
-Eso me parece un sí-dijo golpeando levemente mi hombro.-Eres todo un loquillo, eh-susurró.
-Joder Misaki, ya te he dicho que es como una hermana para mí-solté un leve suspiro.
-Si fuera eso, no estarías rojo como un tomate-afirmó.
-¿Eh?-pregunté confundido. En ese momento saqué mi móvil y con la cámara frontal pude darme cuenta que era verdad lo que decía mi amigo.
-¿Si ves?-preguntó con un tono de "Eso es obvio".-Parece como si te hubieses quemado por el sol-rió.
-¿Cómo quieres que me ponga si me preguntas cosas de ese estilo?-pregunté.-Sabes que cada vez que estoy nervioso me sonrojo, no es nuevo-dije.
-Tampoco para ser así de seco-dijo mientras tomaba mis mejillas.
-¿Qué demonios haces?-pregunté confundido
-Si levanto tus labios de esta forma, parece que estás sonriendo-dijo mientras intentaba acomodar mi sonrisa para que pareciese feliz.
-Jaja pero, ¿qué crees que haces?-pregunté con una pequeña risa. A decir verdad, mi cara era muy sensible.
-Ya sé tu debilidad-rió mientras se alejaba de mi rostro y tomaba mi mano. -Vámonos de una vez, no quiero que la bruja de la directora te vuelva a castigar-agregó. La directora siempre me tuvo cierta manía y creo que todo el mundo lo sabía. La muy bruja le gustaba castigarme por cualquier cosa, así no fuese mi culpa o fuese alguna gilipollez.
Nos pusimos en marcha hacia la universidad. Fuimos caminando, por el hecho que quedaba muy cerca de nuestras casas. Estuvimos hablando de las veces en la que la directora me había regañado.
-¿Te acuerdas esa vez que te castigó por estar enfermo?-preguntó.
-Ni me lo acuerdes. Me hizo quedarme y yo con una fiebre de 38 grados-dije.
-Sabes, siempre he querido saber la razón de esa obsesión de ella contigo-dijo.
-Yo también-reí.-Tal vez sea por esa vez que le ignoré en la facultad-dije.
-¡Qué va tío!-exclamó.-Yo creo que tiene envidia de tu belleza-agregó.
-¿Qué dices?-pregunté.-Y si fuese por temas de belleza, sería mejor compararse con una mujer, ¿no crees?-agregué.
-Se supondría-rió.-Pero te acuerdo que el mismo profesor de Literatura clásica te estuvo acosando, y adivina qué, es el hijo de esa bruja.-agregó.
-¿Ijuuin Kyo es hijo de la bruja esa? Ni se parecen-dije.
-Yo pensé en lo mismo-rió.-Y como tú le rechazaste, te tiene cierto rencor la bruja esa-agregó.
-Ahora que lo dices, no me había fijado en aquello.-dije.-No puedo creer que me odie por rechazar a su hijo-suspiré.
Seguimos nuestra ruta normal hasta llegar al portón de la universidad. Allí estaba recostado en la pared, Usami Akihiko, un gran amigo mío, y al parecer le gusta Misaki.
-Hola Usagi-san-dije mientras le daba un abrazo. El apodo de Usagi-san se lo dio Misaki en una fiesta y desde allí he empezado a molestarlo.
-H-Hola chicos-dijo algo nervioso. En ese entonces me separé de él, para que Misaki le salude.
-H-Hola Akihiko, hace tiempo que no hablamos-dijo con un gran sonrojo mi amigo.
-Ni que digas-agregó el mayor.-Desde aquella fiesta que organizó Ritsu- en ese momento me miraron con una cara de querer matarme. Era verdad que había organizado esa fiesta para que se conocieran a profundidad. Los dos sienten algo uno por el otro y como buen Cupido que soy (xD) les ayudé en su tema amoroso. Para desgracia mía, nada salió como pensé. Misaki estaba borracho, diciéndole un montón de incoherencias al mayor y Akihiko por su parte hacía lo mismo. Hasta dejaron caer la bandeja de pasa bocas que había preparado.
-No me miréis así-reí nerviosamente.-Vosotros dos, habéis hecho todo solos-hice un puchero.
En ese momento vimos a todo el mundo entrar e hicimos lo mismo. Como los tres estudiábamos lo mismo, nos dirigimos al salón que nos correspondía la clase de ese día que era Literatura clásica griega. En ella analizábamos de forma más densa los exponentes más importantes de dicha literatura como lo eran Homero y Hesíodo y sus obras.
La clase pasó de forma rápida. En la clase habíamos hecho un debate sobre la Ilíada y su impacto en la literatura contemporánea. Era algo entretenido. Esa clase era una de mis favoritas por ese motivo. No quedarnos leyendo y leyendo, sino mirar cómo influencia una cultura con nuestro panorama actual.
Salimos de clases como era habitual, y nos dirigimos hacia el viejo roble de la universidad. Era un lugar agradable para leer y mantener una conversación. Los tres nos sentamos y cada uno empezó a sumergirse en la lectura. Cada vez que acabábamos un capítulo, hacíamos un pequeño receso y hablábamos. En uno de esos recesos sentí mi móvil sonar y lo tomé para mirar quién me llamaba. Me sorprendí al ver que era mi madre. No era algo común recibir una llamada de mis padres, me preocupé y con cierto temor contesté.
-Hola mamá, ¿cómo has estado?-pregunté
-H-Hola pequeño-dijo mientras se le escuchaba llorar. ¿Había pasado algo?
-¿Estás bien mamá? ¿Pasó algo? ¿Por qué estás llorando?-pregunté confundido
-Ritsu, tu padre y yo sufrimos un accidente automovilístico y estamos en urgencias, tu padre está mal-dijo aún llorando.
-¿QUÉ?-pregunté exaltado.-¿Estáis bien ambos?-pregunté.
-Yo sí, pero tu padre se golpeó muy fuerte con el timón del coche-agregó triste.
-Ya voy para allá-dije mientras colgué. Sentía preocupación, impotencia y demás sentimientos que eran difíciles de explicar. Al ver mi reacción, mis amigos me miraron preocupados.
-¿Pasó algo?-preguntaron al unísono.
-Mis padres sufrieron un accidente y están en el hospital-dije cabizbajo. Estaba a punto de soltar unas lágrimas, cuando siento que me abrazan. Mis amigos me estaban abrazando. Agradecía que ellos fueran así de atentos conmigo.
-Os llevo en mi coche, Venid-dijo el mayor mientras Misaki y yo nos dirigíamos a su convertible rojo.
El viaje no fue largo. Agradecía que todo quedara en un sitio tan central, que era fácil, llegar de un sitio a otro. Súbitamente al terminar de parquear, subimos al área de urgencias y preguntamos por mi padre. Al pasar por un largo corredor, vi a mi madre sentada en el suelo, cubriéndose la cara.
-Mamá, ya llegué-solté un suspiro de cansancio.
-Se ha ido Ritsu-dijo cabizbaja.
-¿Se lo llevaron a un examen médico?-pregunté confundido.
-No, él murió-dijo. En ese momento vi como los médicos se llevaban el cuerpo de mi padre del cuarto. Al verlo así, con su piel con tonalidad blanca como la nieve, no pude aguantar y caí al suelo con impotencia y empecé a llorar y maldecir.
-¿POR QUÉ TE FUISTE ASÍ? ¿POR QUÉ NO ME DEJASTE DESPEDIRME?-grité con rabia. Akihiko me tomó por los hombros.
-Ven pequeño-dijo Misaki mientras ambos me volvían a dar un abrazo. Por mi parte no dejaba de dejar una que otra lágrima en las chaquetas de mis amigos.
Y así comenzó mi historia. Del como todo se vino abajo tras la muerte de mi padre. Como no teníamos sustento suficiente, puesto que mi trabajo como editor asistente no me daba lo suficiente, tuve que emplearme en más trabajos. El cansancio sumado la impotencia hizo que dejara mi trabajo.
CONTINUARÁ...