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Una vida a tu lado por Etsuko Sohma

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Notas del fanfic:

¡Hola!, ¿cómo están?

 

A pedido de algunas y también a pedido mío, les dejo aquí un fanfic serial, no es mío, bueno, sí es mío pero yo no lo escribí, una de mis amigas, Mizu, lo escribió para mí, porque le lloré que no había jaechun y aunque pudo haberme hecho un oneshot le dije que quería uno largo, en realidad ella es de escribir historias largas por lo que no puso objeción, y bueno, en este momento ya va por el capítulo 8, esta historia es cursi, ella es así.

 

Han estado sucediendo muchas cosas acerca de Yuchun, no voy a aceptar ningún mal comentario al respecto. Sobre la historia pueden opinar cualquier cosa si es que así lo quieren, mi amiga se encargara de responderles cuando tenga tiempo.

 

Es todo, espero que les guste.

Notas del capitulo:

AU, JaeChun en ese orden. 

 

Capítulo 1. Parte de mí



"Para las almas es muerte llegar a ser agua, para el agua es muerte llegar a ser tierra, y de la tierra nace el agua, del agua el alma." Heráclito



—Eres un romántico empedernido.

 

La voz de su amigo —casi hermano—, lo sobresaltó logrando —además—, sacarlo de su ya característico estado de máxima concentración.

 

— ¿Cuántas veces tengo que decirte que debes llamar a la puerta antes de entrar? ¿En verdad es eso mucho pedir?

 

No estaba enojado, tampoco le molestaba realmente que ese ingrato de JunSu haya decidido que las reglas sobre el espacio personal de las demás personas no aplicaban a él, pero, de vez en cuando hacerlo sufrir fingiendo inconformidad, le parecía de lo más gratificante.

 

—¡Lo hice! En serio, pero no me respondiste.

 

Por un momento le pareció que su estrategia había funcionado, pero descartó la idea tan rápido como apareció. JunSu pocas veces se dejaba intimidar, máxime debido a él.

 

— ¿Así que ahora es mi culpa?

 

Cuestionó exagerando la expresión en su rostro. Hizo girar su silla, alcanzó a ver el momento exacto en que el recién llegado se lanzaba estrepitosamente sobre su cama. Puso los ojos en blanco al mismo tiempo que dejo escapar el aire en forma de suspiro y movía la cabeza en un gesto de total resignación.

 

—Pero lo es. Sí, definitivamente es tu culpa.

 

Respondió el aludido con ese tono despreocupado que YooChun ha envidiado tantas veces antes.

 

—Como sea. ¿De verdad eso suena demasiado romántico?

 

Está vez la preocupación en su tono era totalmente real. Ser un escritor de renombre, siempre fue su más grande sueño, estudió bastante duro para ello. Pero para publicar un libro hace falta más que únicamente el deseo de hacerlo y él lo había experimentado en carne propia. Sus ideas, según los editores, distaban mucho de innovadoras y por supuesto que nunca las habían tomado en cuenta. De modo que sin mayores contactos, sin recursos para publicar algo por su cuenta tuvo que conformarse con escribir los obituarios en el periódico más importante de Seúl. Nunca se ha quejado, los ingresos que dicha actividad le reportan no son para nada despreciables. Le permiten una vida desahogada para él, su madre y su hermano menor. Sin embargo suele sentirse inseguro la mayor parte del tiempo. Y hay días en las que la inspiración parece esconderse en el rincón más recóndito de su alma, de su mente.

 

—Solo tú podrías lograr que un obituario suene meloso. Pero no es algo malo, a mí me gusta y también a las personas que llaman para que los escribas, desde que tú estás a cargo es el área que más llamadas recibe al día. No puedo decir que eso sea muy bueno, tú sabes al final de cuentas se trata de dar a conocer la muerte de las personas, en fin, al periódico le conviene, significa más ingresos.

 

YooChun frunció el ceño, lo que logró que su amigo se incorporara de la cama y le despeinara el cabello, cosa que siempre le ha molestado.

 

—¡Oye! ¡Detente Su! No quiero volver a peinarme.

 

Su amigo inundó la habitación con una risa estruendosa, le despeinó todavía más el cabello.

 

—Eres un magnifico escritor, el día que te des cuenta, le darás una patada al jefe y te irás a buscar a alguien que sí aprecie tu talento.

 

Sin dejarlo hacer o decir nada más, lo hizo poner de pie, luego prácticamente lo sacó a rastras de la habitación.

 

—Hoy es un hermoso día para estar encerrado trabajando. Tomate unas horas para descansar, lo mereces y lo necesitas. ¿Cuándo fue la última vez que dormiste más de dos horas continuas? ¿O qué comiste algo más que un emparedado y café? ¿Piensas qué es sano trabajar tanto?

 

—Pero, Su.

 

—¡Nada de peros! ¡Tienes que salir! Además tengo una cita y necesito que me acompañes.

 

—¡Kim JunSu! Ya hemos hablado de esto. No me interesan las citas.

 

—¡Park YooChun! A mí sí me interesan, de modo que como eres mi amigo te toca acompañarme. ¿Te imaginas si es un secuestrador o algo parecido? ¿Vivirías con la conciencia tranquila sabiendo que pudiste acompañarme y no lo hiciste?

 

—Cielos, Su. De nuevo te verás con alguien que contactaste mediante Internet. ¿Cuándo aprenderás?

 

—Posiblemente nunca, al menos no hasta que conozca a mi alma gemela. Y que tú conozcas a la tuya. Porque también habrá alguien para ti. No creas que te iba a dejar fuera de esto.

 

YooChun sabía a la perfección que exactamente ese era su plan. Concertar citas con personas a través de Internet, una y otra vez hasta que por fin ambos se encontraran con los indicados para ellos. Que ambos tuvieran inclinaciones homosexuales era un gran alivio puesto que así ninguno de los dos debía ocultar su verdadero yo, pero de cualquier modo, trataban de ser lo más cuidadosos posibles. Al menos la mayor parte de las veces. De modo que ese día como tantas veces antes, se vio arrastrado a un bar al que solo personas con inclinaciones sexuales diferentes asistían. Se sentaron en la misma mesa de siempre, ordenó la bebida habitual y esperó, junto a su amigo igual que siempre.

 

— ¿A qué hora se supone que debemos verlos? —Cuestionó a su amigo, tratando en vano de ocultar su nerviosismo.

 

—No deben tardar, de modo que relájate —respondió mirando alrededor en busca de los susodichos.

 

—Estoy relajado.

 

—Sí, como digas. ¡Oh mi Dios, ya vienen! ¡Tranquilo, JunSu! Si no te gustan me quedo con ambos, son unos bombones.

 

La emoción bailaba en los ojos de su amigo. Su pulso comenzó a acelerarse y de pronto sus manos se sintieron sudorosas.

 

—Disculpen el retraso. Había mucho tráfico.

 

La voz le resultó áspera, distante, pero pudo notar como la mirada de su amigo se iluminaba aún más. Sonrío mecánicamente justo antes de volver la vista hacia los recién llegados.

 

—No se preocupen. Nosotros llegamos hace poco.

 

Fue la respuesta de JunSu antes de ponerse de pie para ir a saludar a uno de ellos, el más alto con un beso en la boca. El chico respondió con gusto rodeándolo con ambos brazos por la cintura. YooChun desvió el rostro un tanto sonrojado, no era habitual para él mirar esa muestra de afecto.

 

Cuando se separaron, la sonrisa de su amigo prácticamente ocupaba toda su cara.

 

—YooChun, déjame presentarte a mi novio Shim ChangMin, y él es su amigo Kim JaeJoong.

 

Dijo señalando a ambos. El primero, era más alto de lo que le había parecido en un inicio, tez oscura, cabello demasiado corto, le recordó a los miembros del ejército, su complexión resultaba muy varonil, pese a ser esbelto, sus músculos se notaban muy definidos. El segundo era no tan alto, todavía más delgado e igual bastante bien formado, llevaba el cabello en un estilo muy similar, decidió que eso no era coincidencia, pero no lo iba a preguntar.

 

—Mi nombre es Park YooChun. Un gusto conocerles.

 

Se apresuró a hacer una reverencia formal, demasiado formal para el lugar en el que estaban, pero no pudo evitarlo. En respuesta ChangMin y JaeJoong se inclinaron también, pero más casual. Luego de las presentaciones tomaron asiento y llegó el mesero, tomó la orden de los cuatro y se retiró.

 

JunSu comenzó una plática sobre lo que cada uno de ellos hacía, YooChun respondía e intervenía únicamente en lo mínimo indispensable pues realmente estaba nervioso. El resto del grupo se notaba muy relajado, como si se conocieran de mucho tiempo y algo le decía que así era. Luego de la cena, ChangMin y JunSu se dispusieron a bailar y en ese momento comenzó la verdadera tortura para él. Ahora tendría que hablar con JaeJoong y sencillamente se sentía totalmente incapaz de hacerlo. No sabía qué decir o qué hacer. Su cerebro lo impulsaba a salir corriendo del lugar, pero su cuerpo simplemente se negaba a reaccionar. Parecía que se habían desconectado.

 

—Así que eres su nueva víctima.

 

No se explicaba por qué el tono frío, arrogante y tan poco sutil con el que se dirigió a él y menos aún el escalofrío que le recorrió todo el cuerpo cuando por fin se atrevió a mirarlo a los ojos.

 

—¿Disculpa? No te entiendo.

 

Con un movimiento de su cabeza señaló al lugar en el que JunSu y ChangMin bailaban alegremente.

 

YooChun miró a la pareja y luego regresó la vista a JaeJoong contrariado porque sí, en efecto no lo entendía.

 

—Su víctima. Desde que comenzaron a salir, me han arrastrado a sus reuniones, me consiguen “prospectos”, como Min los llama. La verdad es bastante molesto, comenzaba a creer que se les estaban terminando los candidatos.

 

—Es probable que así fuera. No creo que JunSu me haya traído esta noche para ser tu compañía.

 

Desde luego que estaba mintiendo porque definitivamente esa había sido la intención de su amigo, pero algo en el tono contrario le hizo sentirse indignado, de modo que no iba a seguirle el juego.

 

— ¿Ah?¿En serio? No es lo que me dijeron a mí.

 

—No tengo idea de lo que te hayan dicho, en realidad tampoco es que me interese. De tal manera que debes dejar de preocuparte. Incluso si JunSu me trajo para que te conociera, desde ya te digo que no es algo que esté en mis planes hacer. Sólo vine a acompañarlo a él, fin de la historia y ahora, si me disculpas, tengo trabajo pendiente así que me iré. Despídeme de ese par de tortolitos.

 

Se puso de pie y tomó su saco, se dirigió a la barra para pagar la cuenta y hacer una salida lo más digna posible. No iba a dejar que lo trataran como una especie de mercancía sin valor que se vende al mejor postor. JunSu le debía una bastante grande y se la cobraría con intereses.

 

Con esa idea en la mente salió del establecimiento, como iban en el auto de JunSu tuvo que pedir un taxi así que se dispuso a esperarlo. Sacó su móvil y comenzó a escribir un texto explicando a su amigo lo repentino de su —literalmente— huida. Se esmeró en que se notara lo disgustado y el amargo sabor de boca que la breve charla le había dejado.

 

— ¿Quieres que te lleve?

 

La sorpresa le hizo dejar caer el móvil, pero un rápido movimiento de JaeJoong fue suficiente para atraparlo. Cuando le entregó el dispositivo fue capaz de apreciar por primera vez sus manos, lo que vio lo dejó extasiado. Esas eran unas manos hermosas, masculinas y delicadas a la vez. Se sorprendió a sí mismo intentando discernir cómo se sentiría tocarlas. Estiró su mano para tomar el teléfono y tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no rozar sus dedos en la piel contraria.

 

—No, no gracias. Ya pedí un taxi. La casa en la que vivimos no está muy lejos así que no habrá problema. Incluso podría llegar caminando si quisiera.

 

—Lo sé.

 

— ¿Lo sabes?

 

—Ya te lo dije. Hemos salido varias veces, ChangMin es un tanto tradicionalista, para ser homosexual, así que jamás deja que su novio viaje a casa solo. Siempre se asegura de que llegue sano y salvo. Yo lo acompaño, desde luego.

 

¿Por qué JunSu nunca le habló de eso? Lo asaltó la duda, pero era probable que lo hiciera y él no haya puesto la debida atención.

 

—Entiendo.

 

Fue lo más inteligente que se le ocurrió decir. No iba a admitir que por una razón u otra no tenía idea hasta ese momento de que su mejor amigo había estado saliendo y que ya tenía una pareja.

 

—¿Entonces?

 

Le preguntó mirándolo a los ojos, lo que puso a YooChun en un estado de nerviosismo más que elevado.

 

— ¿Entonces qué?

 

— ¿Quieres que te lleve o seguirás con la idea del taxi? Parece que comenzará a llover.

 

Como para ratificar las palabras de su interlocutor una gruesa gota de lluvia golpeó su frente.

 

—Supongo que no me hará ningún mal aceptar tu tan amable ofrecimiento.

 

—Bien dicho.

 

En ese momento un auto deportivo se estacionó frente a ellos, un miembro del personal del establecimiento bajó del vehículo y le ofreció las llaves a JaeJoong.

 

—¿Este es tu auto? ¿Viajaremos en eso?

 

—¿Por qué pareces tan sorprendido? ¿No me vas a decir que te dan miedo los autos deportivos?

 

—¿Miedo dices? ¡Tienes que estar bromeando. Adoro los autos, en especial los deportivos!

 

—¿En serio? Interesante. Vamos, sube.

 

JaeJoong hizo algo que YooChun no se esperaba. Le abrió la puerta del copiloto y esperó hasta que se hubo sentado para cerrarla.

 

—Gra-Gracias.

 

Con las manos temblorosas se las arregló para colocarse el cinturón de seguridad. Cuando JaeJoong ingresó al auto, una ráfaga de viento hizo que la fragancia de su colonia llegara a las fosas nasales de YooChun. El olor se le antojó fresco, agresivo y al mismo tiempo cautivador, justo como lo era Kim JaeJoong.

 

YooChun cerró los ojos y se permitió disfrutar secretamente del aroma. Volteó el rostro hacía la ventana del auto a fin de ocultar la sonrisa que se había plantado en su rostro.

 

— ¿Hace cuánto que conoces a JunSu?

 

La pregunta lo tomó desprevenido, otra vez se sobresaltó, al volver el rostro a dónde JaeJoong y descubrir la sonrisa traviesa, se preguntó si le hablaba cuando más distraído estaba con el propósito de asustarlo.

 

—Mucho tiempo.

 

— ¿Cuánto?

 

— ¿Por qué te interesa saber? No dijiste que habías salido con él muchas veces, seguro que ya lo sabes.

 

Una risita burlona resonó en el auto haciendo la incomodidad más grande todavía.

 

—Claro que estoy al tanto, pero quería conversar, eso es todo. ¿Por qué estás tan a la defensiva?

 

—¿En serio lo estás preguntando?

 

—Tienes razón. No debí preguntar. No me porté muy bien en el bar. Estaba comenzando a cansarme de esa situación.

 

YooChun esperó para ver si añadía algo más, pero cuando no lo hizo decidió hablar.

 

— ¿Se supone que tome eso como una disculpa?

 

Está vez JaeJoong soltó una carcajada cubriendo con su mano derecha su boca.

 

—Si tienes que preguntarlo, asumiré que no lo hice del todo bien. No suelo disculparme, es una situación poco usual, así que por favor no me presiones.

 

Algo en el tono contrario le hizo creer firmemente en esas palabras así que se dio por bien servido. Como por arte de magia la tensión en sus hombros se desvaneció y dejó escapar el aire que no se había percatado había estado conteniendo.

 

—Eres muy extraño, Kim JaeJoong.

 

—Eres el primero que lo nota. Por lo regular las personas se conforman al llegar a la conclusión de que soy un arrogante y engreído de lo peor.

 

—También llegué a esa conclusión. Ahora creo que eres un arrogante y engreído de lo peor sumamente extraño.

 

De nuevo la risa, otra vez la mano derecha de JaeJoong cubrió su boca. Un tic, anotó mentalmente YooChun.

 

—Supongo que eso es lo que soy. Es parte de mí. Pero también puedo ser encantador si me lo propongo. Y soy excelente en la cama ¿Quieres comprobarlo?

 

“Cielos sí”. Gritó todo su cuerpo, pero su cerebro le envió alertas que prácticamente lo dejaron sordo, su presión sanguínea se elevó tanto que en menos de dos segundos se sintió mareado. Por fortuna habían llegado a casa.

 

—Muchas gracias por traerme. Conduce con cuidado. Nos vemos luego.

 

Bajó del auto sin darle tiempo a JaeJoong de decir o hacer nada. Corrió los tres pisos de escaleras que generalmente se habría negado a subir, entró a la casa y luego a su habitación, buscó su inhalador en el primer cajón de la mesita de noche. Inhala, exhala, inhala, exhala.

 

No supo cuánto tiempo le llevó controlarse y quedarse dormido, pero al ingresar al país de los sueños estos se inundaron de imágenes sugerentes en las que él y JaeJoong eran los afortunados protagonistas.

 

Fin del capítulo uno.

Notas finales:

Ya mencioné que está escrito hasta el capítulo 8, pero con todo lo que está sucediendo con Yuchun me deprimo fácilmente, así que probablemente me tarde en subir los demás capítulos. Aún así hasta la próxima si Dios quiere, y gracias por leerlo, eso hace feliz a mi amiga y a mí. 

 

E.S. 


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