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Olympian way por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Una vez leí un fanfic de sasunaru estilo mitologico y me dieron ganas de hacer lo mismo... con algunos cambios. ¡Espero que les guste!

Al principio de los tiempos no existía nada… literalmente. Absolutamente nada… y tal vez un espíritu que volaba por ahí. Este espíritu se llamaba Ootsutsuki y decidió crear un poco de orden, sólo para variar. El nuevo espíritu que esto creo se llamó Kaguya. Este espíritu creó un conglomerado de tierra y lo cubrió de vida, con un árbol muy grande en el centro de la esfera. De esos árboles pendían unas frutas de fuego. Se sentía completamente feliz. O al menos lo fue hasta que se sintió sola.

“Oh, mi querido padre” clamó ella, tratando de que la escuchara. “Me has hecho muy dichosa, pero estoy tan sola” bajó la cabeza. “Dame alguien con el que compartir mi tiempo en este lugar tan hermoso que he creado” su padre escuchó sus palabras. Un joven muy hermoso apareció delante de ella, con dos coletas amarradas a cada lado de su cabeza. “¿Quién eres?”

“Mucho gusto, yo soy Tenji, el cielo” le respondió, sonriendo con dulzura. “Has hecho un espléndido trabajo ordenado el cosmos, quisiera haber podido hacerlo también.”

“¿Y por qué no? Hay muchas cosas que ordenar ahí arriba”

“¿Cómo qué, mi reina?”

“Todo”

Pasó el tiempo y la relación entre Tenji y Kaguya evolucionó. El cielo y la tierra. Ambos se sentaban el uno con el otro y organizaban el cosmos. Aparte de esto pequeñas entidades cósmicas aparecieron del Caos. Junto con las estrella apareció Momoshiki, el que pintaba el cielo, y luego Kinshiki, las nubes que lo recorrían cuando la luz aparecía. Pareció un gran foso en el centro de la tierra y luego una gran cantidad de agua, ambos sin gobernante. Ambos amantes se colocaron como rey y reina en lo alta, siendo ella la que mandaba. Tenji estaba feliz de permanecer a su lado, haciéndola dichosa hasta que…

“¿Qué es esto de aquí?” dijo un día tomando del lecho del río una especie de barro, que moldeó hasta convertir en unas pequeñas criaturas muy parecidas a él mismo y a su esposa. Los llamó humanos y les dejó correr libres por toda la creación.

“¡¿Cómo te has atrevido?!” gritó ella. “¡En este mundo yo soy la única que crea!”

“Kaguya, por favor…” levantó la mano el hombre.

“¡No!”

“Sólo escúchame, no es tan malo” se defendió él y a sus creaciones. “Estos seres son tan adorables… con el tiempo podrán evolucionar hasta ser iguales que nosotros y…”

“¡JAJA! ¡Claro que no!” se burló ella. “Esas cosas no podrán hacer nada, porque yo lo prohíbo. Además no podrán sin algo que los impulse y hasta ahora lo único que podría sería mi fuego, las manzanas de mi árbol.”

“Entonces, ¿podrías darles una?”

“¡Claro que no!” ella agitó la mano en un gesto despectivo. “Ya quítate eso de la cabeza. Y mejor hazme un poco de néctar con queso de cabra, que ya hiciste que me subiera el hambre” se frotó el vientre. “Armar a unas cucarachas como esas, abrase visto…”

“Kaguya…”

“¿Qué?”

“No, nada” sonrió. “Voy a traerte tu queso”

“Eres un amor. Sigue así y te perdonaré” ella se marchó a la habitación que compartían, más contenta. Mientras esto pasaba él se armó de valor y, tras dejarla dormida, se acercó al Shinju, como había bautizado su mujer al árbol. Miró las manzanas de fuego y fue a tomarlas, pero esa fiera bestia se debatió. Al final, chamuscado y con la ropa hecha girones, el cielo pudo irse con su pequeño trofeo.

“Esto es suficiente… para que empiecen” dejó caer la manzana delante de los aterrorizados cavernícolas y sus cuevas se iluminaron, sintieron calor… muchos de ellos se acercaron a él y se arrodillaron en frente suyo. “¿Qué pasa? Sólo los he ayudado” otro, con una idea más revolucionaria, pinto en la pared con frutas un cuadro de Tenji entregando el fuego a los mortales. Estaba tan feliz que no se dio cuenta de lo que se le acercaba. Una mano helada tomó la suya. “¡¡Ep!!”

“Espero que estés preparado para lo que viene”

“¿Un… sapo? ¿Un sapo me habla?” y era verdad, el pequeño sapo naranja le estaba hablando con claridad.

“Soy Gamamaru” se presentó. “dios de las profecías”

“¿Profecías? ¿dios?”

“Así es” le explicó el anfibio. “Cuando les entregaste el fuego y por ende el raciocinio a los hombres se creó un nuevo término… Tenji, dios del cielo.”

“¿De verdad?”

“Sí, tú simbolizas el cielo y eres su benefactor, desde ahora te adorarán”

“¿Entonces qué es una profecía?”

“Es una vista al futuro. Puedo revelarles lo que va a pasar” dijo mirándolo con seriedad. “Desde ahora los humanos vendrán a mí por concejo acerca de sus futuros en el Oráculo del Monte Myoboku. Les diré lo que deban saber… Como ahora voy a hacer contigo.”

“¿Conmigo?”

“Tenji, tu tiempo se acaba” los ojos penetrantes del batracio lo asustaron. Era como si pudieran ver en lo más profundo de su alma.

“¿Qué dices? Somos inmortales…”

“Hay maneras de burlar eso o al menos de dejarlos en un estado donde no sean capaces de intervenir ni de hacer nada” el cielo miró a su alrededor. “Ellos también están en peligro y debes de dejar una advertencia para el futuro”

“¿Una advertencia?”

“Será lo máximo que podrás hacer” Tenji posó sus ojos en la pintura en la pared de piedra. Levantó su mano y la colocó en la imagen, dejando el mensaje dentro de ella. La tierra tembló y los humanos se encogieron con sus garrotes en las manos. “Es tiempo, debes irte”

“Gracias” se marchó corriendo. Una vez en casa tuvo que enfrentarse a la cólera de su amante, que estaba más enfadada que nunca. La mujer y él pelearon hasta llegar a una guerra a los pies del Shinju. A pesar de todos sus esfuerzos por proteger a las pequeñas criaturas y a sus acciones, el cielo se vio envuelto por las ramas del árbol monstruoso y consumido para ser una fruta especial. Tras esto Kinshiki y Momoshiki ambicionaron la fruta, pero también fueron devorados. Tras conseguir su poder Kaguya comió la fruta.

“Me devolverán lo que me robó” anunció a los humanos, que se encogieron de miedo. “¡Con sangre!” a partir de entonces fueron enviados sacrificios humanos al Shinju. Meses después la tierra dio a luz a dos gemelos: Hagoromo, el día, y Hamura, la noche. “Por ustedes… ¡recuperaré todo el poder!”

-Años después-

“Aniya, algo ha pasado” dijo Hamura, viendo a los humanos con pena. Su madre no los dejaba acercarse mucho a ellos, sin embargo los gemelos desobedecieron a su madre y hablaron con el sapo, la imagen y los sacrificios.

“Es horrible”

“En verdad”

“Uno de ustedes tiene que aprender a pelear contra ella y el otro distraerla. Elijan ahora quien para que podamos seguir” dijo Gamamaru. Los jóvenes así lo hicieron. Al terminar el tiempo se enfrentaron a su madre y la encerraron en un conglomerado de tierra que llamaron…

“¿Cómo la llamaremos?”

“Yo podría tener la solución… llamémosla luna” un tiempo después Hamura conoció a alguien con el que se enamoró y se fue a vivir a la luna con él. Tuvieron un hijo que nombraron Toneri, el dios de la luna. Hagoromo también encontró pareja y engendró dos hijos, que no entendieron su naturaleza de recién nacidos. Pasaron muchos años para que el rey de ojos purpura entendiera su constante guerra y los deseos oscuros de Indra, el mayor. Al llegar el momento de elegir a un rey para el mundo…

“¡No puedes elegirlo a él!” clamó el de pelo largo, atravesándolo con sus penetrantes ojos rojos y señalando a su hermano, acusador. “¡No sabe hacer nada!”

“Sabe mantener la paz y respetar a los humanos, no provoca calamidades sólo porque se le apetece” respondió Hagoromo, tratando de hacerle comprender por qué había perdido. “Más te vale que te rindas, hijo…”

“¡No! ¡Si tú lo eliges a él… les haré la guerra!” Indra se marchó furioso y volvió con ansias de sangre. Las fuerzas de la naturaleza, que hasta ahora habían vivido en paz, se vieron obligadas a pelear las unas contra las otras, causando grandes cataclismos en el mundo de los humanos, que ya eran más civilizados y empezaban a levantar sus ciudades. El final Asura se coronó vencedor y trajo a su hermano gritando y pataleando.

“No puedo creer que uno de mis hijos haya causado semejante caos” dijo el día airado. “Por eso te desterraré al foso, de donde no podrás salir”

“¡Malditos! ¡Me vengaré por esto!” Indra cayó al foso, donde solo encontraba oscuridad y rocas… no, había algo más. Una presencia se arremolinaba a su alrededor. “¿Quién eres?”

“Tu llegada me ha despertado” confesó una voz. La presencia se materializó en un hombre que sostenía un gran abanico de guerra. “Soy Uchiha, el espíritu del foso. ¿Y tú eres?”

“Soy Indra… la oscuridad” finalmente entendió.

“Oscuridad… me agrada” le tendió la mano. “He estado tanto tiempo solo, ¿me concedería esta pieza, milord?”

“Encantado”

-Arriba-

“Les doy la bienvenida a todos a este palacio, el Monte Ninshu, desde donde regiremos y cuidaremos del mundo” dijo Asura, abriendo los brazos para recibir a todos los dioses que atendían su fiesta de coronación. “Soy su soberano, Asura, la luz, y me aseguraré de que el futuro siempre sea brillante para tanto nosotros como para los mortales.”

“¡Viva!” la fiesta comenzó y todos ellos, o al menos los pocos que habían, paseaban por ahí, bebiendo néctar y comiendo ambrosía. Al conversar con los demás, el rey avistó aun hermoso joven de vestiduras verdes.

“Hola” lo saludó.

“Mi señor” se inclinó respetuosamente el aludido. “Me presento, soy Senju, las sabiduría y las leyes”

“Un placer” siguieron hablando y terminaron bailando, bastante pegados.

-Años después-

“Mi señor” dijo Senju con un pequeño bulto en los brazos. Los humanos habían empezado a construirles templos y ofrecerles sacrificios, además de inventar muchas cosas. Cada día aparecían nuevos dioses. “su hijo recién nacido, Butsuma. Es el señor de los vientos”

“Es adorable” comentó, tomándolo en brazos. El pequeño bebé se revolvió feliz. Mientras esto sucedía en el cielo, en el fondo del foso Indra terminaba de dar a luz con la ayuda de su consorte, que más bien era su mandadero.

“¿Qué es?” preguntó al terminar.

“Un niño, pero no es nada que yo haya visto antes. Parece que acabas de dar vida a una nueva raza” le mostró al niño con los ojos rojos como su madre. La oscuridad sonrió, sabiendo exactamente el nombre que iba a ponerle. También lo que era, definitivamente ese nombre le iría muy bien a sus descendientes.

“Su nombre es Tajima y… es un daimon, alguien que les traerá la tragedia, el dios oscuro de la muerte” se rió, acompañado por el foso. Ese fue el comienzo, de ellos nacieron dos razas muy distintas de dioses:

De Butsuma nacieron:

  • Hashirama, el dios de la naturaleza.
  • Tobirama, el dios de los mares
  • Kawarama, el dios del sol, que conducía su carro para alumbrar al mundo
  • Itama, el dios de la piedad

De Tajima nacieron:

  • Haruko, el daimon del asesinato
  • Tetsuya, el daimon de los lamentos
  • Raito, el daimon de la vejez
  • Madara, el daimon de la guerra
  • Izuna, el daimon de las caídos en batalla

De otros hijos de Asura nacieron:

  • Ashina, el dios de la muerte dulce
  • Mito, la diosa del amor
  • Tsunade, nieta de Hashirama y Mito, la diosa de la medicina
  • Jiraiya, el dios de la poesía y la música
  • Kushina, la diosa de la pasión
  • Kakashi, el dios del vino
  • Minato, el dios del rayo, hijo de Jiraiya y Tsunade
  • Naruto, dios de la victoria, hijo de Minato y Kushina

De Hamura nacieron:

  • Hiashi y Hizashi, dioses de los sueños
  • Hinata, diosa de la mañana
  • Neji, dios del anochecer
  • Hanabi, diosa de la juventud

De otros descendientes de Indra nacieron:

  • Fugaku, daimon del miedo
  • Mikoto, daimon del terror
  • Kagami, daimon de los engaños
  • Shisui, daimon de las pesadillas
  • Itachi, daimon de las ilusiones
  • Sasuke, daimon de las derrotas
  • Obito, daimon de la locura

Durante mucho tiempo ambos bandos se enfrentaron en una batalla de donde salían victoriosos uno u otro, trayendo plaga o bienestar a alguna parte del mundo. Indra y Asura tuvieron favoritos entre sus descendientes. También aparecieron otros entre, buenos y malos, en los distintos terrenos que tomaron partido por uno u otro.

Notas finales:

¿Les gustó? ¡Espero que sí! Review!!!!!


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