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Curioso por Topo

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Meter las narices donde no lo llamaban y no debía era una de las no-virtudes que poseía Kyungsoo, razón por la que vio cosas que lo marcaron o lo metieron en problemas. De entre las decenas -posiblemente llegara al centenar- de cosas que había visto, un par eran realmente memorables.

A los 8, descubrió lo que hacen dos mujeres que son pareja en un baño. Interesante dato, demasiado interesante para un niño preguntón de 8 años.

A los 10, vio a su hermanastra mayor suicidarse en la bañera. Escena que nunca debió ver.

A los 11, descubrió a sus padres como ningún hijo de cualquier edad quiere ver a su querida madre y a su padrastro. Trauma permanente, adiós a la cigüeña.

A los 13, descubrió accidentalmente a uno de los matones de su escuela rogando de rodillas a su madre mientras lloraba. Se ganó una paliza al día siguiente “por mirón entrometido, y como se le ocurriera ser un bocazas...”.

A los 16, encontró a el director de su secundaria jugando a la mamá y el papá en su escritorio con una de las profesoras. Horrible combinación, aleluya.

A los 18, tuvo la suerte de encontrar a su compañero de apartamento y a su pareja a mitad de cogida. Ese día juró que nunca, por más caliente que estuviese, follaría en la sala.

A los 21, en ese preciso instante, se encontraba rezando por su vida mientras corría por los callejones desiertos de una zona abandonada después de ver ajustes de cuentas entre pandilleros. Y hola señor desastre, me alegra que decida darme su no tan grata visita.

 

*

 

Viernes en la noche, regresando de la universidad, tomó un atajo, teniendo que cruzar por una zona potencialmente peligrosa, infestada de delincuentes y mafiosos, donde la policía no se metía a menos que fuera estrictamente necesario. Pero no había otro atajo más cerca o seguro para llegar, sobretodo porque había perdido el último tren y tenia que regresarse a su departamento andando. Y ya estaba lo suficientemente cansado después de un día entero metido en la universidad, correteando de un campus a otro, rindiendo parcial tras parcial, repasando rápidamente para los exámenes, comiendo mal por culpa de los nervios, entregando informes finales a profesores que deberían tener el título de correpasillos o mamás gallinas con medio centenar de estudiantes corriendo tras ellos.

Por suerte que un compañero, Jongdae, le hizo un mapa después de advertirle lo peligroso de esa opción. Kyungsoo se metió por aquel lugar, quitándose sus cascos por precaución y dejándolos reposando alrededor de su cuello.

Aguzando el oído por si escuchaba algún sonido sospechoso que le advirtiera que debía empezar a correr, escuchó quejidos de dolor, y mirando alrededor, vislumbró en un callejón en penumbras dos figuras, una de ellas estaba despatarrada en el suelo, mientras que la otra se hallaba de pie, pateándola sin descanso. La figura de pie entonces miró alrededor y agarró a la otra sin delicadeza, arrastrándola hasta las profundidades oscuras del callejón, mientras la otra pataleaba y se quejaba débilmente.

Kyungsoo se debatió entre ir o no ir a ver si el caído estaría bien y si debería llamar a la policía. Los siguió sigilosamente a ambos, hasta que llegaron a una zona desierta, con farolas rotas y edificios derruidos y abandonados.

Corrió silenciosamente, mirando atrás, mientras el pandillero arrastraba al caido hasta una casa abandonada. Kyungsoo se escondió tras los montones de chatarra apilada, mirando atentamente, con su celular en la mano para avisar a la policía inmediatamente.

Bajo la luz mortecina de una bombilla parpadeante, Kyungsoo pudo distinguir los rasgos de cada uno. El caído tenía el pelo negro con mechas rojas, de complexión mediana, pero era difícil determinarlo, porque estaba de espaldas a donde estaba Kyungsoo. El pandillero de pie, por su parte, alto y de complexión esbelta, tenía el pelo castaño y alborotado, viéndose salvaje, sus ojos tenían una expresión feroz, y sus gruesos labios esbozaban por momentos una sonrisa sombría y de desprecio. Kyungsoo sintió miedo.

El pandillero volvió a patear al caído, maldiciendo, luego se detuvo, alejándose un par de pasos y sacando un objeto de color negro, y apuntando al caído, quien intento acercarse, rogando por su vida.

Kyungsoo abrió mucho los ojos. Aquello era un arma, y no parecía dudar en disparar, sin importarle las suplicas y sollozos del caído. Aguzo el oído, cuando los escuchó hablar. El caído hablaba con voz trémula, desesperada, y era respondido con un tono cortante, ligeramente ronco y rasposo.

El pandillero de pie negó con la cabeza y se escucho un crujido proveniente del arma.

-¡¡KAI, POR FAVOR--!!

El grito del caído fue ahogado cuando una diminuta aguja martillo golpeó el cartucho de pólvora de la bala contenida en el arma, y su detonación fue suficiente para que el proyectil saliera despedido por el cañón y se enterrara a una velocidad endemoniada en la cabeza del sollozante hombre, matándolo al instante.

Kyungsoo intentó ahogar un grito de horror, moviendo rápidamente ambas manos para ahogar el grito saliente y su celular cayó de su mano, produciendo un sonido seco al caer que fue percibido por el pandillero que había sido llamado Kai, quien miró inmediatamente allí y descubrió al intruso.

El chico de ojos grandes no se detuvo a tomar su teléfono y echó a correr con todas sus fuerzas por el lugar donde había llegado allí, aferrando con fuerza los tirantes de su mochila y acelerando el paso. Escuchaba al asesino correr tras el, y con un impulso desesperado, sus piernas cobraron más velocidad, de modo que parecía casi volar por encima del pavimento.

Logró perderlo poco después, y aun inseguro de su suerte, continuó corriendo hasta que se derrumbó contra la pared de un callejón, respirando agitadamente y mirando alrededor. Descansó unos minutos y emprendió el camino de vuelta a su departamento con paso ligero, sin dejar de miar atrás cada pocos pasos.

· · · · · · · · · · · · · ·

Las manos le picaban cuando bajó el arma y los niveles de adrenalina empezaron a bajar nuevamente. Vio a aquel miserable con una bala en la cabeza, como lo merecía. Todo había terminado. Hasta que el sonido de algo cayendo a pocos metros lo alertó de que no estaba solo.

Escuchó un grito ahogado. Era un chico, estaba seguro. Sus ojos se alzaron para buscar su figura, y lo vio. Sus ojos se encontraron fugazmente con los ajenos, y su adrenalina volvió a dispararse entre sus venas.

Tenía que atraparlo. Lo había visto. Vio al curioso echar a correr, y lo siguió, pero el chico de baja estatura corría realmente rápido y con tres rápidos pasos aventajaba una de sus zancadas.

Cuando él se giró para comprobar que tan cerca estaba, obtuvo un vistazo de unos ojos redondos muy abiertos, como de ciervo encandilado por la luz siendo perseguido por un depredador. Y no se alejaba mucho de la realidad.

Lo vio desandar el camino hecho anteriormente y no le quedaron dudas: lo había seguido hasta allí desde el callejón. Apuró el paso, pero el metiche también lo hizo, y pronto lo perdió.

Bramó una maldición y regresó al lugar donde estaba antes, donde se encontró una agradable sorpresa. Había dejado su móvil.

La luz parpadeante de la bombilla cayó sobre el ahora cadáver, e iluminó el rostro de su asesino antes de apagarse, dejando ver una maliciosa sonrisa torcida. Ya le mostraría al metiche qué pasaba si dejaba algo tan importante como su celular en manos de un phraker y hacker rastreador con tendencias raras.

Oh la-lá~

· · · · · · · · · · · · · ·

Kyungsoo no salió ninguno de los días siguientes, bajo ningún concepto. Hasta que el martes debió volver a la universidad. Debía rendir su ultimo día de parciales, y después terminaría y se tomaría unas vacaciones de tres meses. Vacaciones que aprovecharía sabiamente y pasaría en casa de sus abuelos lejos de la ruidosa Seul.

Regresó por su ruta habitual, más tranquilo. Después de bajar del subterráneo, caminaba tranquilamente mientras escuchaba música, ajeno a lo que le rodeaba.

Al llegar al complejo de departamentos que solían alojar a universitarios, saludó al somnoliento portero y tomó el ascensor, y frente a su departamento, sacó sus llaves y accedió a el. El lugar estaba desierto, evidenciando que Baekhyun se había quedado a dormir con su novio. Otra vez.

La persecución de la semana pasada le había costado un par de días de paranoia, pero después de un día entero de yoga y otro de autoconvencimiento, había encontrado paz. Después de todo, su teléfono estaba bloqueado, y no solía tomar la ruta que tomó ese día que perdió el último tren, ni vivía tan cerca de ese barrio que tomó como atajo, ni iría a la policía a ofrecer información o a denunciar el asesinato del que fue testigo, así que no había manera de que lo encontraran. Después de todo, no era el primer ni el último civil en ser testigo de un asesinato y quedarse callado por miedo a ser encontrado o caer en una trampa entre la policía corrupta y los asesinos de la cuidad, o peor, una mafia.

Cansado, de dirigió a su habitación, dejó su mochila en su escritorio, mientras iba quitándose sus cascos, apagando el reproductor de musica, quitándose sus converse, calcetines y pantalones a patadas junto con la camiseta, la cual encontró lugar encima de su silla giratoria de estudios. Suspiró y se dirigió al baño, dándose una reparadora ducha tibia y saliendo pocos minutos después, aun mojado, en ropa interior y el cepillo de dientes en la boca, dirigiéndose hasta su mochila y sacando de allí las cosas que había comprado en la tienda; entre ellas, neceseres de higiene. Regreso al baño y terminó de lavarse los dientes, dispuesto a dormir.

Los ojos se le cerraban de sueño y cansancio, bostezó mientras se ponía unos pantalones cortos de pijama y una camiseta holgada. Ignoró el audible gruñido de su estómago reclamando por alimento, pero estaba tan cansado que, con un último suspiro adormilado, se lanzó a su blanda cama haciéndose un ovillo bajo las mantas y durmiéndose en seguida.

No mucho tiempo después, un peso sobre su espalda lo despertó, mientras una desconocida voz algo ronca y ligeramente rasposa canturreaba su nombre.

Kyungsoo abrió los ojos de golpe y estuvo a punto de gritar cuando sintió aquello y vio la luz parpadeante de su móvil perdido sobre la mesita de noche.

-Shh... -una mano cubrió su boca y las sábanas fueron apartadas después que el cuerpo a horcajadas de su espalda baja se movió de encima suyo- Do Kyungsoo. -la voz pareció acariciar cada sílaba- Eres realmente escurridizo, pequeño. -rió- Quitaré mi mano de tu boca, y como se te ocurra gritar, tendré que usar métodos menos suaves contigo, pequeño, ¿entendido?

Los escalofríos estremecieron a Kyungsoo cuando la mano se apartó lentamente de su boca y se deslizó por su rostro hasta llegar a su hombro, girándolo con suavidad.

Sin atreverse a desobedecer, Kyungsoo giró como pudo, quedando sentado al estilo indio y encarando al intruso. Y ahí estaba Kai, sentado sobre su cama al igual que él, con una sonrisa divertida adornando sus gruesos labios.

-¿Vas a matarme? -susurró Kyungsoo aterrado.

-Matarte... -Kai amplió su sonrisa, deslizando sus manos por los brazos de Kyungsoo como si no pudiera dejar de tocarlo- Puede que sí, puede que no. Ahora nos vamos de paseo. -rió, levantándose y halando a Kyungsoo con él.

Encendió las luces, y Kyungsoo pudo verlo con claridad. Kai le sacaba casi una cabeza de altura, vestía pantalones oscuros, sudadera negra con capucha, y zapatillas deportivas.

Kai miró a Kyungsoo de arriba a abajo, lamiéndose los labios.

-Ven aquí, vamos a quitarse ese lindo pijama y a ponerte algo para salir. -Kai se rió entre dientes, divertido por algo que solo él entendía mientras tiraba de Kyungsoo hasta el armario. -Te aviso, pequeño, el más leve movimiento en falso, y te pasa lo mismo que viste hace un par de días. -amenazó, y Kyungsoo asintió frenéticamente.

Kyungsoo no se atrevió a contradecir a aquel demente que pretendía desvestirlo y vestirlo como si fuese un muñeco; no le apetecía dejar este mundo todavía.

Kai tomó los bordes de la camiseta de Kyungsoo, tirando hacia arriba, hasta retirar la prenda. Luego continuó con los pantalones cortos. Atrevidamente exhaló su aliento por la piel desnuda de Kyungsoo, canturreando muy bajo.

Ya vestido, Kai sacó unas esposas y esposó su muñeca con la de Kyungsoo, sonriendo coquetamente y acomodando el arma que Kyungsoo había visto en la ocasión pasada. Tomó el móvil de Kyungsoo y sus llaves, y le arrastro con él.

Una nota sobre la mesa escrita por un obligado Kyungsoo con un “Estaré fuera, Baek, tomaré vacaciones. Paga la renta y compra lo que falta. Kyungsoo.” y un grueso fajo de billetes cortesía de Kai eran una desaparición asegurada para un asustado Kyungsoo y el pase libre de aquel loco para hacer lo que quisiera, porque nadie iba a reparar en la desaparición del compañero de departamento de Baekhyun hasta que esas vacaciones se alargaran muchos meses.

Kyungsoo estaba frito.

· · · · · · · · · · · · · ·

Había sido un error, y ahora no sabía que haría para salir de allí. Aquello no estaba en sus planes, realmente, y no pensó en una contingencia como esa, hasta ahora. Un plan Z estaría bien.

Aunque no se quejaba. Podía ser peor. Y aquello era mejor de lo que pensó.

Con su móvil, y un mensaje que evidentemente era del compañero de apartamento de Do Kyungsoo avisando que no iría a dormir aquella noche, las cosas iban encaminadas a ser perfectas.

Rastrear su ubicación, sus rutas de transporte y sus horarios, no le llevó mucho, en gran medida por el historial del GPS. Solo se pasó una noche entera hackeando el sistema de seguridad de la universidad de Seul para conseguir 5 minutos libres y sacar información confidencial sobre Do Kyungsoo, haciendo un examen rápido a su móvil, revisando mensajes, notas –evidentemente Do Kyungsoo era malo para memorizar direcciones y teléfonos –, revisando la galería de imágenes del curioso y elaborando un rápido plan para sacar a Do Kyungsoo de allí y mantenerlo recluido en su apartamento/refugio hasta que la policía diera por cerradas las investigaciones alrededor de los restos del cadáver totalmente incinerado del cabrón de la noche pasada.

Se había entretenido el resto de la noche mirando las fotos del adorable curioso metiche.

Y Do Kyungsoo era realmente adorable, lo confirmó cuando desde su escondite en la habitación del chico lo vio llegar como zombie, desnudarse descuidadamente –apetecible strip-tease gratis y exclusivo–, irse a la cama y dormir profundamente. Claro, hasta que decidió que no podía quedarse observándolo toda la noche como un raritoe intentó despertarlo sin que montara escándalo a mitad de la noche.

Le encantaba ver esos ojos grandes asustados, esos labios esponjosos con forma de corazón, y esa obediencia completa. Do Kyungsoo parecía un niño tomado de su mano, las esposas disimuladas por debajo de las mangas de las sudaderas de ambos, siguiéndolo a donde quiera que fuera.

-Déjame ir... por favor... no le diré nada a nadie... -el susurro de Kyungsoo era adorable también, y esa expresión en sus ojos húmedos por el miedo solo lo convencían de que no iba a dejarlo ir ahora –ni nunca– .

Negó con la cabeza. Estaban llegando donde había dejado su auto. Ya era hora de sedarlo. Se detuvo en una esquina y sacó de su bolsillo un pañuelo que había impregnado de cloroformo con anterioridad.

-Venga, pequeñín, hora de dormir.

Vio los ojos de Kyungsoo agrandarse aun más e intentar alejarse, pero fue más rápido, apresando el pequeño cuerpo delgado y presionando el pañuelo contra su boca y nariz. Kyungsoo forcejeó, pero poco después su cuerpo se desvaneció y lo atrapó antes que cayera.

Cargó al muchacho como pudo y lo acomodó en el asiento del copiloto, quitándole las esposas temporalmente. Cerró la puerta y rodeó el auto, acomodándose en el asiento del piloto y volviendo a unir sus manos por medio de las esposas, de modo que su muñeca derecha estaba esposada a la izquierda de Kyungsoo, y sus dedos entrelazados.

-Supongo que te hubiese gustado mucho verme medio bobo por un chico, ¿no? Seguro te burlarías de mí hasta el final de los tiempos. Pero tengo mis razones, es tu culpa. -rió amargamente- Te extraño mucho, noona, como no tienes idea. -susurró contra el silencio del auto, mirando sus desos entrelazados con los de un Kyungsoo sedado y cerrando los ojos.

Fácilmente podía acostumbrarse. Pero no podía andarse por las ramas. Kyungsoo estaba aterrado y lo mas probable era que le odiara. Y ella ya no estaba. Cuánto deseaba que todo fuese diferente.

Suspiró antes de poner el auto en marcha.

 

 

Notas finales:

Pues... ¿hola? xD

Nos leemos =D


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