Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ayuda... por Inspirit

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holis! c:

Llevo mucho tiempo desaparecida, pero he vuelto! ...again(?) xD

Bueno, este fic inicialmente iba a ser un oneshot, peeero estaba quedando bastante largo, así que al final decidí que será una mini historia de cuatro capítulos.

Es IMPORTANTE que se fijen que los DOS primeros capítulos son narrados por Woohyun y los DOS siguientes por Sunggyu, así que no estarán intercaladas las narraciones como en los otros fics que he escrito.

Error mío, falla técnica xD

Espero que les guste~ <3

- ¡No… por favor…!

- …

- ¡Deténgase!

- …

- Por favor…

- …

 

POV. WOOHYUN

- ¡No!

Desperté debido a los sollozos del mayor, quien se encontraba completamente tenso a mi lado en la cama, desorientado y asustado como cada vez que tenía aquella pesadilla.

- Tranquilo hyung, sólo fue un sueño. Yo estoy aquí contigo - dije mientras le abrazaba para que volviese a acurrucarse junto a mí. Al parecer esa era la única forma de relajarle en esa situación.

Él seguía teniendo esa pesadilla una y otra vez, a pesar de que ya había pasado bastante tiempo desde que eso había ocurrido. Desde que aquel tipo había intentado abusar de él en aquel callejón en donde le había conocido.

No había sido la mejor forma de conocerse, pero agradecía infinitamente que mi estómago me hubiese reclamado por comida y que mi nevera se encontrase completamente vacía esa noche como para tener que haber salido a comprar.

Su cuerpo no tardó en reconocerme, sintiendo como lentamente se relajaba a la vez que me estrechaba fuertemente, como si tuviese miedo de que le dejase.

- Lo siento… - apenas susurró.

- No te disculpes, no es tu culpa – dije antes de dejar un beso en su frente – Ahora descansa.

Le sentí asentir suavemente antes de disponerme a dormir de nuevo, apenas siendo cerca de las cuatro de la madrugada.

Había sido así desde ese día, cuando le había llevado a mi departamento debido a que el estado de shock en el que había quedado no le permitió reaccionar siquiera para decirme su dirección. Esa primera noche despertándome con sus sollozos a pesar de que había dormido en el sofá de la sala para que él durmiese tranquilo, sin querer hacerlo en la habitación de visitas por si me necesitaba, esta quedando más lejos.

Aunque últimamente había disminuido considerablemente la frecuencia de las pesadillas, todavía había noches en las que me despertaba una o dos veces por ello.

Y lo lamentaba.

Lamentaba haber esperado hasta el comercial del programa que estaba viendo para salir de casa, lamentaba haber perdido tiempo buscando dinero en mi billetera al momento de comprar en vez de llevarlo ya en mi mano, lamentaba no haber caminado más rápido durante el trayecto… porque tal vez si hubiese hecho eso, hubiese alcanzado a llegar un poco antes y tal vez el mayor no hubiese vivido aquello que su mente insistía tanto en recordarle.

El hombre no alcanzó a violarle propiamente tal, pero si yo hubiese llegado apenas un minuto más tarde, no cabe duda que sí lo hubiese hecho y el solo pensarlo me aterraba, tal vez tanto como a él.

No quería que nadie volviese a tocarle en contra de su voluntad, menos ahora que era mi novio.

Desde entonces el mayor no tolera la cercanía de otras personas. Apenas alguien se le acerca demasiado entra en un estado de pánico del que cuesta sacarlo, se hiperventila, tiembla y comienza a transpirar en frío incluso llegando a desmayarse si continúa así.

Por lo mismo me había encargado de mantener a cualquier persona a una distancia prudente de él, obviamente de una forma discreta, y en casos en los que hay una gran cantidad de gente, abrazarle para formar una especie de escudo entre él y el resto.

Porque sólo a mí me deja tocarle, aunque hasta cierto punto también.

Un par de veces los besos se habían salido un poco de control, pero en cuanto mis manos comenzaban a moverse con ciertas intenciones, su cuerpo se tensaba o simplemente me llamaba para que me detuviese.

Y lo entendía, lo que menos querría era hacerle daño. Lo amo demasiado como para herirlo sabiendo por lo que pasó.

No hubo más ataques después de ese en las siguientes semanas, en cierta forma sintiéndome contento de que poco a poco el mayor lo fuese superando.

Además ya llevábamos bastante tiempo siendo pareja y quería que fuese feliz de una vez por todas, que se sintiese tranquilo en todo momento. Que se dejase llevar y me tocase si así lo deseaba, que me dejase tocarle cuando creía que era el momento correcto.

Era casi una meta personal ya que su dolor me dolía a mí también, verle sufrir me partía el corazón.

Tal como aquella vez, días después del incidente, cuando se presentó en mi departamento con esas enormes ojeras bajo sus ojos, preguntándome tímidamente que si podía pasar la tarde allí.

Antes le había dado mi número por si pasaba cualquier cosa, pero él sólo apareció frente a mi puerta en aquel estado, así que me fue imposible decirle que no.

No es como si hubiese querido que se fuese tampoco. Desde el primer día sentí esa chispa con él, ese deseo de querer protegerle a pesar de no conocerlo.

Dijo que estando solo en su departamento no se sentía seguro, así que como yo también vivía solo en el mío, podríamos acompañarnos mutuamente, al menos esa tarde.

De esa manera la historia se repitió la tarde siguiente, y la siguiente, y la que siguió a esa.

Después de eso no pasó mucho tiempo para que empezásemos a vivir juntos ya que él apenas iba a dormir a su departamento, planteándome seriamente si es que en verdad lo hacía porque esas sombras oscuras bajo sus ojos me decían todo lo contrario.

Seguro que no pegaba un ojo en toda la noche debido a las pesadillas.

Entonces le propuse si quería quedarse conmigo, diciéndole que nos beneficiaría a ambos al compartir el arriendo, además de que era bastante amplio como para que dos personas viviesen allí cómodamente.

Obviamente en ese momento ambos ya estábamos completamente conscientes de la mutua atracción entre nosotros, así que sólo bastaron un par de malas noches para que terminásemos durmiendo juntos.

Para que él se presentase a medianoche en mi habitación con los ojos vidriosos, preguntando si podía quedarse conmigo.

Aunque no hablamos nada sobre nuestros sentimientos hasta un par de semanas más tarde, cuando volvíamos a casa luego de hacer las compras. El mayor había tropezado y yo casi por inercia había sujetado su mano para ayudarle a estabilizarse, sólo que en vez de soltarle una vez se incorporó, había ajustado el agarre.

Pude sentirle tensarse un poco al principio, sólo para después corresponder el apretón tímidamente, seguramente tan nervioso como yo. Apenas dimos un par de pasos más para darme cuenta que ese era el momento indicado.

- Hyung, me gustas – dije simple y llanamente, sin dejar de caminar.

Sentí su mirada atónita unos instantes mientras mantenía la mía fija hacia el frente antes de oírle suspirar, como armándose de valor.

- Tú también… me gustas – apenas susurró, pero eso fue suficiente para mí como para ir con una enorme sonrisa en el rostro hasta que llegamos a casa.

Cuando entramos fuimos a la cocina a guardar las cosas que habíamos comprado, todo con ese aire de complicidad entre ambos, sólo compartiendo pequeñas miradas, sonrisas y roces de manos bastante indiscretos.

Expectantes.

Una vez todo lo recién comprado estuvo puesto en su lugar me moví lentamente hasta quedar frente a él, sujetando ambas manos y entrelazando nuestros dedos. Le miré directamente a los ojos antes de susurrar lo que hace un rato le había dicho.

- Hyung, de verdad me gustas… mucho. Y prometo que no dejaré que nadie te vuelva a hacer daño de ahora en adelante.

Sus mejillas se habían sonrojado levemente al oírme, bajando la mirada unos segundos sólo para que una de mis manos subiese a su barbilla para alzarla de nuevo, acercándome a sus labios hasta que estos se encontraron en un cálido y tranquilo roce.

Todo había ido bien entre nosotros desde entonces, él poco a poco cediendo ante mi toque así como yo aceptando encantado cuando decidía enredar sus dedos en mi cabello mientras le besaba o acomodarse cómodamente entre mis brazos durante las noches.

A veces incluso rodeándome con los suyos por la espalda mientras yo cocinaba.

Decía que era para aprender, pero en el fondo ambos sabíamos que esa no era su verdadera razón. Simplemente le gustaba estar cerca mío así como a mí me gustaba estar cerca suyo.

Desperté esa mañana aún con su cuerpo entre mis brazos, apegándose aún más a mí cuando me removí un poco para acomodar mi cabecera, descartando inmediatamente la opción de levantarme para ir a hacer el desayuno.

Siempre después de esas noches Sunggyu necesitaba tenerme cerca al despertar, como para sentir que aún le protegía. Eso me había dicho una vez.

Y yo no quería quedarme de brazos cruzados respecto a eso.

Llevaba semanas pensando en alguna forma para hacerle superar ese traumático episodio de su vida, pero por desgracia nada acudía a mi mente. Una que otra cosa parecía viable en primera instancia, sólo para que luego de pensarlo bien, no terminase de convencerme.

Hablarlo o ir donde un especialista no serían la solución. Ya lo habíamos intentado, sin embargo todo seguía igual.

En eso me mantuve pensando la mayor parte del día, intentando no parecer muy distraído cuando el mayor me hablaba esa tarde mientras dábamos un largo paseo de la mano por el parque, sonriendo y asintiendo suavemente cuando, al parecer, me hacía un comentario sobre algo que le había llamado la atención por el camino, sin prestar mucha atención realmente.

- Hyunnie, ¿Me estás escuchando? – preguntó de pronto, mirándome acusadoramente.

La verdad era que no tenía ni la más remota idea de lo que me estaba hablando. Lo último que recordaba era que mencionó algo de que le gustaba salir a caminar y sentir el aire fresco de la tarde en el rostro.

Aunque tal vez había sido hace varias cuadras atrás.

- S-si, claro que te escucho Gyu – respondí intentando parecer seguro.

Error.

- Entonces qué dices, ¿sí o no? – y continuó observándome a la vez que se detenía, sabiendo perfectamente que en mi cabeza no había nada más que puntos suspensivos.

No podía engañarle, me conocía demasiado bien como para conseguirlo.

Después de unos segundos sólo soltó una risita, como dándose por vencido conmigo, mirándome de frente antes de continuar.

- ¿Qué sucede? Hace días que te noto distraído.

- He estado… pensando –dije.

La última palabra sonando casi como un suspiro, inseguro sobre cómo abordar aquello sin que volviesen los recuerdos a su mente.

- ¿Pensando en qué?

Guardé silencio unos segundos antes de responder.

- En que pude haber llegado antes…

Sabía que él había entendido inmediatamente a lo que me refería, habiéndome culpado a mí mismo todo este tiempo, sin saber muy bien el por qué.

Sí, pude haber llegado antes, pero tampoco sabía que algo así ocurriría, sólo siendo coincidencia haberme encontrado con tal escena esa noche.

Sin embargo la espina aún seguía ahí, recordándomelo con ese constante dolor cada vez que mi hyung despertaba a medianoche por una pesadilla.

El mayor suspiró antes de abrazarme, apoyando su cabeza en mi hombro.

- No te culpes… – dijo muy suavemente cerca de mi oído – llegaste a tiempo y eso es lo importante. Ahora vamos a casa que se hace tarde y se acerca la hora de cenar – finalizó, dejando un tierno beso en mis labios antes de separarse y sonreírme, tomando mi mano para volver.

Sabía que yo debía ser el fuerte ahí y brindarle seguridad, sólo que a ratos sentía que los roles se intercambiaban por momentos, necesitando yo también ser reconfortado de alguna manera a veces, volviendo con calma al departamento mientras el sol comenzaba a ponerse en el horizonte.

No quise pensar más en el asunto, sólo concentrándome en mimar a quien se encontraba en ese momento a mi lado ayudándome a hacer la cena, preguntándome cada cierto tiempo si lo estaba haciendo bien, enterneciéndome por lo adorable que podía llegar a ser algunas veces, dejándome ver un lindo puchero cuando le corregía en algo.

Al final terminando por cenar en el living, sentados en el suelo utilizando como respaldo el sofá  mientras veíamos una película que pasaron por la televisión, Sunggyu sentado entre mis piernas apoyando su espalda en mi torso.

Me encantaba estar así. Podía estar comiendo cómodamente y a la vez abrazar al mayor cuando me viniese en gana.

Incluso besar su cuello de vez en cuando, o alimentarle sólo para ver ese pálido sonrojo cubrir sus mejillas cada vez que lo hacía.

Perfecto.

Casi tanto como cuando al terminar de comer, decidimos seguir viendo la película en la cama, abrazados y con las piernas entrelazadas bajo las mantas como tantas otras veces. Su suave aroma llegando a mis fosas nasales sin hacerse esperar, estando ya prácticamente impregnado en mis sábanas después de tanto tiempo de haber llevado durmiendo juntos.

Besé su frente antes de estirarme un poco cuando el film llegó a su fin, sintiendo que me atacaban a traición cuando al alzar mis brazos, unas manos traviesas se escabulleron hasta mi estomago para comenzar a hacerme cosquillas.

- ¡Yah, tramposo! – dije entre risas, intentando alejar sus manos sin mucha eficacia.

Al final opté por hacerle cosquillas yo también, en ese lugar que me había dado cuenta que era su gran punto débil, justo sobre el hueso de la cadera ligeramente hacia adelante.

Inmediatamente comenzó a reír, bajando la guardia el tiempo suficiente como para permitirme atraparle bajo mi cuerpo, poniendo mis piernas a ambos lados del suyo, mientras él no paraba de reír.

- ¡Está bien, lo siento! ¡Me rindo, me rindo! – dijo de forma entrecortada, apenas pudiendo hablar.

Sólo entonces me detuve, casi igual de cansado que él por haber reído tanto, mirándonos aún un poco risueños mientras intentábamos respirar con normalidad.

Me gustaba verle así.

Ver ese reflejo de alegría en sus ojos, cual reflejo de los míos cada vez que nos olvidábamos de todo a nuestro alrededor y nos centrábamos sólo en nosotros.

Me acerqué a su rostro hasta juntar nuestros labios una vez estuvimos más calmados, acariciándolos lentamente con los míos unos segundos antes de separarme.

- Te amo Hyunnie. Y no sabes cuánto te agradezco todo lo que has hecho por mí.

En ese momento supe que se refería tanto a haberlo salvado esa noche como a haberlo cuidado después. Por haber pasado esas largas noches a su lado consolándole y ayudándole a olvidar poco a poco lo ocurrido.

Y entonces una idea vino a mi mente, besándole nuevamente a modo de respuesta antes de separarme y apoyar nuestras frentes sin abrir los ojos aún, sólo sintiendo su cercanía mientras pensaba en cómo decirle aquello.

O más bien cómo proponérselo.

- Hyung, quiero ayudarte. Quiero que olvides de una vez por todas lo que pasó esa noche y tengo una idea más o menos de cómo lograrlo, siempre y cuando tú quieras también…

Su cuerpo se tensó casi imperceptiblemente, tan ligeramente que de no ser porque estábamos prácticamente pegados al estar mi cuerpo sobre el suyo, no me hubiese dado cuenta de esa pequeña reacción que me indicó que el mayor más o menos sabía hacia dónde iba la cosa.

Me separé sólo un poco para mirarle a los ojos antes de verle asentir levemente para que continuase.

- Quiero intentar una… “terapia” – musité bajito, confidente.

- ¿Qué tipo de terapia…? – Preguntó de forma suave.

- Bueno… dicen que la mejor forma de vencer tus miedos es enfrentándote a ellos… - respondí dubitativo.

Notas finales:

Dudas, comentarios y sugetencias serán bienvenidas en los rv :3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).