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Ruina por Cucuxumusu

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Notas del fanfic:

Bueno, esta es la primera vez que consigo escribir un One-shot y no acabar con algo más largo. Por fin. Voy mejorando. En fin, este fic es para un evento de Tumblr, OPSCIFIANDFANTASY. Se me ocurrio la idea para esto viendo el emperador y sus locuras, espero que sepais el por que XD.

Como siempre, los personajes no son mios, son de Echiro Oda y cualquier similitud con la vida real o personas es mera coincidencia.

El mundo, como siempre, vuelve a distorsionarse a su alrededor en miles de formas y colores, el tiempo a su alrededor fluctúa, el espacio se desvanece entre luces y sombras, y vuelve a tomar forma grotescamente. Mientras, Law siente como si le estuvieran sacudiendo con demasiada intensidad, como si estuviesen fracturando su ser en miles de diminutos fragmentos para después escupirle, destrozado, en un oscuro rincón del mundo. Law siente como si estuviese saliendo de su propio cuerpo y le estuviesen metiendo a golpes en otro demasiado pequeño para él.

 

Viajar entre mundos siempre es igual.

 

La sensación es desagradable, la mente se disuelve en el viaje, y, cuando vuelves a caer en tu destino y a tomar forma, estas demasiado desorientado y vulnerable como para hacer nada más que parpadear confuso. Durante un corto periodo de tiempo, estás indefenso y a merced de tu entorno, a merced de enemigos y las sombras del mundo.

 

Law lo detesta, o al menos cree que lo detesta, ya que él realmente no siente nada, ni felicidad ni alegría, ni el sufrimiento, ni el extraño dolor. A los ángeles no se les dio aquel don cuando fueron creados, tampoco se les otorgo el libre albedrío o el alma que tienen el resto de seres vivos. Ellos en cambio son inmortales. Seres perfectos, tanto en mente como en apariencia, ellos defienden el mundo de la corrupción que le asolaba, son los guardianes y protectores del tesoro que es la humanidad, de la obra más perfecta de Dios. Ellos la cuidaba, la hacen crecer y florecer como los jardineros se orgullecen de hacer crecer su huerto.

 

Eso es justo lo que Law está intentando hacer en este momento de nuevo en el mundo mortal.

 

Después de que el ligero mareo desaparece y su mente se aclara, Law observa su entorno descartando cualquier peligro inicial que pueda amenazar esta misión. Apartando las mechas de pelo negro de sus ojos, Law mueve sus alas blancas en el reducido espacio, y sus intensos ojos grises estudian la situación de un rápido vistazo.

 

La habitación es pequeña, Law duda que pueda siquiera abrir sus alas sin romper algo o tropezar con el techo. Una vieja cama de matrimonio de colchón hundido y sabanas de color verde intenso, ocupa el centro de la estancia, justo enfrente del televisor de enormes antenas que emite un viejo canal de “porno”. La luz que se filtra por las tapadas ventanas es amarilla anunciando el amanecer, y se refleja en la desgastada alfombra sacando a relucir manchas de apariencia pegajosa junto a migas y trozos de barro.

 

Law sabe que está en la habitación de un motel a las afueras de una de las grandes ciudades de la civilización moderna.

 

Law respira por primera vez, probando su cuerpo terrenal, y con ello, el aire plagado de suciedad entra en sus pulmones haciéndole poner una mueca de asco sin poderlo evitar. El ángel detesta las ciudades. Antiguamente cuando llegaba al mundo humano tras el extraño viaje entre los mundos, Law disfrutaba con las bocanadas de aire puro y con olor a naturaleza que entraban en sus pulmones, disfrutaba del calor del sol contra su piel y de la brisa del viento en su pelo. Eran cosas que en su dimensión no existían y eran una de las cosas que merecían la pena de viajar a aquel lugar.

 

Pero las cosas habían cambiado.

 

Cuando Lucifer había caído y se había levantado contra Dios padre, todo había tomado una nueva dimensión, un nuevo y oscuro matiz. De repente había dos caras en las acciones del hombre, una buena, una mala, de repente había dos bandos, dos opciones, dos eternos enemigos. Cuando las hordas de demonios habían aparecido asolando el mundo con las nuevas sombras, la maldad, el odio y la envidia habían corrompido a la humanidad empezando una guerra que, por mucho que los otros ángeles lo negasen, estaban lentamente perdiendo.

 

Law, como uno de los ángeles mayores lo veía cada día en cada una de sus misiones.

 

La humanidad iba cada vez a peor. Armas de destrucción masiva, guerras por poder, hambrunas, racismo, envidia, y mil cosas más habían surgido de la nada y cada vez iba a más. La sociedad que tanto había adorado ver crecer, se marchitaba ante sus ojos sin que el arcángel pudiese hacer nada.

 

Law había dejado de sentir el sol en su piel cuando los orgullosos reyes habían alzado murallas para proteger sus propiedades. Había dejado de sentir la brisa sobre su pelo, o de respirar el aire puro cuando éste se había vuelto gris y lleno de sustancias que hacían a sus pulmones arder.

 

Law echaba todo aquello de menos, echaba de menos la belleza de aquellos tiempos, la alegría que tenía la gente solo por vivir y estar con los suyos, sin envidias, sin ansias de poder ni pasiones imposibles. La vida había sido más simple, más difícil, en aquellos tiempos habían también existido las tragedias y dramas, pero Law pensaba que era una vida por la que merecía la pena vivir. 

 

No como ahora, donde con solo un chasquido de dedos podias tener todo lo que nunca deseases.

 

Por eso se había prometido luchar, por eso, a pesar de que no pareciese que sirviese para nada, Law había vuelto a viajar entre mundos para salvar y ayudar a otra alma descarriada a seguir el buen camino.

 

Sin embargo la situación a la que acaba de llegar ahora mismo parece ser complicada. Un hombre se encontraba en medio de la habitación, su pelo rubio brilla con reflejos dorados, ojos como platos, plagados de lágrimas se entrecierran en un gesto de rabia, y su smoking desgastado anuncia que lleva toda la noche trabajando. Su cuerpo tiembla, y parece estar dudando mientras sus manos suben y bajan apuntando con una pistola a la pareja en la cama de matrimonio.

 

La mujer de larga melena y de pechos generosos, tiembla observando a la pistola y al chico rubio con una mezcla de miedo y arrepentimiento mientras más lágrimas bajan por sus mejillas. En un pequeño mantra le repite al chico de la pistola que lo siente, que se lo había querido decir, pero las marcas de mordisco en su cuello junto con la melena despeinada, su desnudez y el olor a sexo en la habitación claramente dicen lo contrario.

 

A su lado, entre las desechas mantas verdes de la cama, está la tercera y última persona de la estancia. Es un hombre joven, alto, fuerte y arrogante que mira la pistola y al chico rubio con una mezcla de diversión y burla en la cara, mientras toma a la mujer de la cintura dejando totalmente claro lo que ha hecho con ella.

 

Law cierra los ojos frustrado.

 

El alma del chico rubio es una de las más puras que ha encontrado en mucho tiempo, brilla e ilumina la habitación con un a luz calidad y agradable. En la antigüedad alguien como él sería bendecido y adorado por los suyos, le tratarían como el regalo de Dios que es, y sin embargo, en la actualidad, Law observa como su alma comienza a oscurecerse ante la traición que siente por ver a la mujer que tanto amaba con otro hombre. Es demasiado triste. Es demasiado injusto. La mujer y el hombre fuerte y arrogante tienen ya un alma negra y más oscura que la noche, imposible de ser salvados, sin el más mínimo valor para alguien como el chico rubio.

 

Así que Law se acerca al chico. Si consigue salvarle a él, al alma más pura de las últimas décadas, habrá merecido la pena el extraño viaje.

 

Su cuerpo se mueve como si flotase en aire mientras atraviesa la asquerosa alfombra hasta donde está el chico, sus pasos parecen ligeros a pesar de la pesada coraza de plata pulida que lleva en el pecho y de la larga lanza apoyada en su hombro. Law pasea por la estancia como si el mundo le agradeciese su presencia y finalmente se coloca detrás del chico sin que ninguno de las tres personas le vea.

 

Aquella es una de las normas de todo aquello.

 

Es una guerra contra los caídos, contra aquellos que amenazan toda existencia, pero también es una guerra sin violencia, ni derramamientos innecesarios de sangre. Hay enfrentamientos, como en todas las guerras, pero si luchasen de verdad bando contra bando, ángeles contra demonios, el mundo humano tal como se conoce, perecería y el propósito de todo aquello se perdería.

Así que usan a los humanos como peones del tablero, como los soldados en la lucha. No pueden intervenir ni manipularles, no pueden tocarles, matarles ni obligarles a hacer nada que no quieran (padre así lo dispuso cuando les otorgo el libre albedrio), no, ellos sólo pueden susurrarles cosas al oído, darles consejos en el momento crucial, decir lo que necesitan oír para no caer en el mal camino.

 

Law apoya entonces las manos en los temblorosos y huesudos hombros del chico de no más de treinta años que sigue dudando. Tiene que salvar esta alma, es demasiado valiosa, no pueden tener otra misión fallida. Su cuerpo se inclina sobre el del humano, sus enormes alas blancas y puras les rodean a ambos protectoramente y sus labios rozan su oreja.

 

—No lo hagas—le susurra en su oído, dejando que su voz penetre el velo de invisibilidad que le rodea para adentrarse en la mente del chico — no merece la pena y en realidad no quieres hacerlo, no quieres hacerla daño, aun la quieres y, aunque tengas todo el derecho del mundo a estar enfadado, nada justifica un asesinato—

 

El aura del chico brilla aún más, como queriendo hacer caso al ángel que le intenta proteger, y Law sonríe complacido cuando el chico vuelve a bajar el arma con una mirada de dolor en su cara. Un poco más y el chico volverá al camino correcto. Aunque duela. Aunque sea injusto.

 

Law vuelve a acercarse al humano para darle el último consejo, aquel que decidirá toda su existencia y pondrá fin al drama y la tragedia, pero entonces se queda congelado, sus palabras se atascan en su boca y sus ojos se abren presa de la sorpresa.

 

Un extraño humo negro comienza a alzarse en una de las esquinas de la habitación, las negras volutas creciendo lentamente en el aire, inflándose y creciendo como si tuviesen voluntad propia, para finalmente enroscarse unas con otras y dar paso al cuerpo de un enorme ser.

 

Law le observa abrir los ojos en este mundo. Dorados, avariciosos, corruptos, tan plagados de maldad que todo su mundo parece temblar de horror solo con mirar en su oscuro interior. Su pelo es de un intenso color rojo, como la sangre derramada, como la vida de los hombres cuando llega a su fin y es consumida por el fuego del infierno. Varios tatuajes negros recorren su pecho y brazos desnudos, girando y ondulando sobre piel pálida como el humo del que parecen haber salido.

 

Sin embargo los ojos de Law solo pueden fijarse en las enormes alas negras. Como las suyas son grandes, como las suyas se arquean elegantemente en el aire pareciendo abrazar el mundo, pero carecen de las delicadas plumas blancas que tienen las de Law, en cambio, piel desnuda de un intenso color negro se agita con cada respiración del demonio.

 

Law traga saliva mientras observa a su oponente en este juego. Law le conoce, se han visto antes y el gran arcángel conoce de sobra la historia del famoso demonio.

 

Eustass Kidd, el sexto hijo de Lucifer, y el más poderoso de los de su raza.

 

El demonio le sonríe complacido cuando su mirada parece aclararse tras el viaje y le reconoce. Law frunce el ceño apretando su agarre sobre el chico rubio en sus brazos en un mudo intento de protegerle. Lo tenía que haber previsto. Si el cielo envía a su mejor soldado a la batalla, el infierno enviará también a su mejor arma. El alma entre sus brazos es valiosa, puede que sea la última oportunidad que tengan, estaba claro que aquella batalla no iba a ser fácil.

 

Sin embargo, el demonio, en vez de acercarse a Law y a su protegido para pedir por su turno en la batalla como es la tradición, para intentar convencer al chico de si disparar o no, solo pasea sus dorados ojos por la habitación, y con una mirada calculadora, da un paso hacia la enorme cama y la pareja aun tumbada en ella, ignorando a Law.

 

El demonio pasea por la habitación entonces con paso enérgico y arrogante, su impresionante musculatura flexionándose bajo los ondulantes tatuajes, los brazaletes en sus muñecas brillando mágicamente bajo la luz.

 

Sus enormes alas negras golpean entonces a propósito las blancas y puras de Law cuando avanza por el reducido espacio. Provocándole. Haciendo que Law retroceda un paso cuando una intensa corriente eléctrica que no entiende le recorre de pies a cabeza. Pero aun así Law no hace nada y solamente le ignora sin querer empezar nada en aquel mundo y en aquella situación.

 

Aun así los ojos del ángel no pueden evitar seguirle,y pasear sus ojos por aquellas extrañas alas, por el definido trasero, por las fuertes piernas y las intimidantes botas negras militares. Si los ángeles son la más pura perfección hecha forma, los demonios son la más oscura tentación.

 

Todo en un demonio está diseñado para invitar al pecado, a la lujuria, a la corrupción, y este, el más poderoso de todo el infierno, es la tentación más grande que Law nunca ha podido ver. Es como si el mero hecho de estar en una misma habitación con la criatura te obligase a arrodillarte y suplicar por su atención.

 

Y lo peor es que el demonio lo sabe perfectamente y nunca duda en aprovecharse de ello.

 

Law nunca ha podido aguantar la presencia de aquella criatura. Le inquieta, le hace dudar, le atrae de una manera que está más que prohibida. Law rápidamente aparta la mirada obligándose a concentrarse.

 

El demonio al fin se sienta en la cama, rodea al hombre arrogante por los hombros con un brazo cubierto de joyas y tatuajes, y susurra únicamente una única frase en la oreja del hombre sin apartar sus ojos de los de Law durante un segundo. Su boca sigue mostrando una sonrisa arrogante plagada de dientes que hace que las plumas del arcángel se ericen. Aquella sonrisa le dice que el demonio sabe perfectamente quien va a ganar.

 

El aura del hombre arrogante en la cama se nubla aún más, su sonrisa se amplia y sus pupilas se dilatan.

 

Law entiende entonces lo que pretende el demonio. Pero es demasiado tarde. Sin poder hacer nada Law tensa sus alas alrededor de su protegido, protegiéndole de las palabras, de la más absoluta traición y humillación. Pero en el fondo sabe que no hay nada que evite que las oiga.

 

No tienes cojones para hacerlo, apenas tienes cojones para follarte a tu mujer —presume el hombre en la cama mientras agarra una de los generosos pechos de la mujer de forma obscena, haciendo que esta se sonroje pero no haga nada por apartarle – ¿Por qué te dejas de juego, te vas y me dejas satisfacerla como tú eres incapaz de hacer?

 

 El silencio en la habitación hace que las paredes devuelvan las palabras con un extraño eco vacío, como un reto por parte del mundo hacia el chico rubio. El enorme hombre en la cama sonríe arrogantemente, la mujer a su lado sigue totalmente roja pero aun así no se aparta del hombre que la sigue tocando indecentemente ni dice nada para consolar a su marido después de la escena, dejando totalmente claro lo que piensa.

 

Law cierra los ojos sintiendo una parte de su ser romperse ante este encuentro.

 

Porque, entre sus alas, el chico rubio deja de temblar. Por qué en menos de los que dura un parpadeo, el aura del chico brilla una última vez antes de comenzar a enturbiarse lentamente y volverse de un profundo color negro. Su mirada se endurece entonces, y toma un matiz macabro, la pistola vuelve a alzarse en el aire y ante la mirada confiada de las dos personas en la cama, suenan dos disparos.

 

Law se da la vuelta y se aleja de la escena. Apenas puede respirar y siente como si le hubiesen disparado a él en vez de a la pareja. Ha perdido otra alma. La ultima. La más valiosa. Con aquella pequeña escena el hombre ha matado a dos personas, ha cometido el peor pecado de todos y ahora su alma se pudrirá para la eternidad en las llamas del infierno.

 

Por su culpa. Por no poder protegerla.

 

El mundo vuelve a distorsionarse a su alrededor. Ahora que el destino ha sido decidido sus presencias ya no son necesarios en aquel lugar, y el mundo les expulsa a una nueva dimensión, al limbo, al territorio neutral entre los dos bandos.

 

Una inmensa nada de color blanco les rodea a él y al demonio. El infinito se extiende en todas direcciones entorno suyo, vació, frio, en un lugar que no es un lugar, en un sitio donde no hay tiempo ni existe el espacio, en un lugar entre mundos.

 

Law intenta recomponerse. Puede que su misión haya acabado, puede que haya perdido, pero por la mirada que el demonio enfrente suyo le dedica, esta pequeña pelea no ha hecho más que empezar. Law sabe que este demonio lleva siglos buscándole, siglos queriendo hablar con él, por eso Law desde el principio ha intentado evitarle. Los demonios no buscan a los ángeles, solo les matan, si este le está buscando no puede significar nada bueno.

 

Law se queda quieto fulminando al demonio mientras este se acerca con una mirada arrogante y victoriosa en su cara. Sus ojos parecen resplandecer con el calor de mil almas ardiendo, sus músculos se flexionan con cada paso de una manera demasiado provocativa, demasiado letal.

 

Law aprieta la lanza en sus manos, tentado de usarla. El demonio esta desarmado, si pelean Law podría con él fácilmente. Pero aquello rompería la regla de la no violencia. Aquello solo desataría el caos. Así que Law se queda quieto, inmóvil, mientras el demonio de pelo rojo y enormes alas negras le rodea lentamente como un buitre acechando a su presa.

 

—Has perdido—susurra la criatura con una voz grave y oscura que Law escucha por primera vez. Con una voz que hace que algo se retuerza en su estómago y le deje sin respiración.

 

Law parpadea aturdido pero se niega a girarse para encarar al demonio ahora parado a su espalda.

 

—Siempre hay más almas—responde el arcángel arrogante, sin dejar que lo que acaba de pasar le afecte en lo más mínimo, sin demostrar lo que está perdida le está afectando.

 

—Si—concuerda el demonio –pero cada vez hay menos almas como esta, tan puras como las de los propios ángeles. Has perdido un alma, arcángel, y en el fondo sabes que no queda mucho más para que seáis vosotros los que caigas detrás—se burla el demonio acercándose aún más a Law, hasta que susurra las oscuras palabras en su oído haciendo que la piel de Law se erice.

 

—Dios nos protege—insiste Law. Negándose a perder la esperanza, negándose a caer en el juego del demonio, negándose a reconocer lo que en el fondo sabe que es verdad.

 

El demonio ríe contra su oreja de una manera macabra y despectiva. Law intenta girarse entonces. Aunque esté prohibido, su plan es golpear a aquella criatura que se empeña en humillarle y reírse de su mundo e ideales. Aquella criatura le aturde, le está haciendo cuestionarse ideas que deberían ser sagradas, le hace preguntarse si tanto sufrimiento merece la pena, le hace cuestionarse porque dios no hace nada para ayudarles.

 

Pero una mano en su cuello de impide que se mueva. Largos dedos cubiertos de anillos dorados y tatuajes humeantes se aprietan en su cuello, al mismo tiempo que los dientes del demonio encuentran y muerden el lóbulo de su oreja levemente.

 

Law tiembla mientras la corriente eléctrica de antes le vuelve a recorrerle, mientras de su boca escapa un jadeo sorprendido ante el súbito contacto. Hace siglos que nadie se atreve a tocarle, hace siglos que no siente el calor de otra criatura contra su piel, hace siglos que ha dejado de sentir nada incluso en el cuerpo mortal que ahora tiene. Una mezcla de placer y anhelo por el contacto y asco y alerta por el demonio le recorren y Law solo puede quedarse inmóvil mientras su respiración se acelera.

 

—Dios no existe—repite el demonio contra su oreja, lamiendo su lóbulo para calmar el dolor del mordisco, antes de volver a hundir sus dientes en la tierna piel.

 

Law esta vez gimotea, e inclina su cuello de una manera sumisa e impropia de él, dándole aún más espacio al demonio para que continúe su asalto. No entiende que está pasando y una mezcla de terror y sorpresa de adueñan de él mientras achaca todo lo que está sintiendo al cuerpo mortal donde ahora está atrapado. Algo no debe estar funcionando como debería. En su verdadera forma esto no pasaría, en su verdadera forma el demonio no podría con él ni le provocaría semejantes reacciones.

 

El demonio baja su lengua entonces por el cuello del arcángel también con la respiración acelerada, como si solo con tocar la piel morena de Law se estuviese intoxicando. Law cierra los ojos mientras todo su cuerpo parece vibrar, mientras todo su cuerpo le manda sensaciones que en todos sus milenios de existencia nunca ha sentido, pero que de repente explican demasiadas cosas.

 

Law abre los ojos sorprendido ante sus propias reacciones y rápidamente intenta soltarse del agarre del otro recuperando su consciencia. Pero el demonio solo gruñe enfadado y le gira en redondo entre sus brazos hasta que quedan de nuevo cara a cara. El cuerpo del demonio le rodea, las alas negras apresan las suyas blancas, un brazo rodea su cintura pegándole al pecho desnudo del de pelo rojo mientras su otra mano sube hasta su pelo agarrándolo bruscamente y obligándole a echar la cabeza hacia atrás.

 

Law no entiende la mirada de la criatura, es demasiado oscura, demasiado intensa, parece querer matarle y a la vez parece querer suplicarle que se quede dónde está. Law se queda totalmente inmóvil mientras el aliento de la criatura se entremezcla con el suyo propio.

 

—No voy a dejar que te escapes—susurra Eustass Kidd con deje molesto –no después de todo el tiempo que he esperado por volver a verte—.

 

Law no entiende a que se refiere la criatura, nunca se han visto antes, Law se acordaría de alguien así, además, son enemigos ¿Qué intenta hacer? ¿Por qué querría algo como esto? Aun así el arcángel tampoco tiene tiempo de analizar la frase cuando los labios del demonio caen repentinamente sobre los suyos.  

 

De nuevo la sensación eléctrica, de nuevo el nudo el estómago y el mareo en su mente.

 

De repente Law siente que el mundo se rompe en mil pedazos a su alrededor, Law deja de sentir el mundo bajo sus pies, su mente y principios desaparecen en la nada y Law solo siente la increíble sensación de los labios del otro destruyendo totalmente la impenetrable barrera que le lleva protegiendo durante años. Al instante siguiente Law gime bajo en su garganta, un sonido casi animal, como una bestia al fin liberada. Sus brazos vuelan por voluntad propia a rodear el cuello del demonio, sus dedos se hunden en el pelo rojo sangre, sus palmas se presionan contra su tatuada piel más pálida que la propia muerte.

 

Kidd le aprieta de la cintura contra su cuerpo y sus alas negras se entrelazan con las suyas propias con suaves roces y caricias que le arrancan escalofríos. El permitir al demonio hacer algo tan íntimo, algo tan prohibido y a la vez increíble, está pudiendo con las defensas de Law. Las alas son algo sagrado para todo ángel, les define, les da libertad, forman parte de su propia esencia, y ni siquiera entre amantes muchas veces se permite tocarlas al ser algo tan sagrado. Kidd, sin embargo, parece acariciarle y abrazarle como si tuviese el derecho a hacer aquello y mucho más, y el moreno rápidamente se encuentra abriendo suplicante la boca a su enemigo, rindiéndose totalmente a aquel extraño juego.

 

Kidd  relame sus labios lentamente entonces, como tomándose su tiempo para saborearle, como deleitándose en la sumisión y textura de la boca del arcángel. Law al instante lloriquea pidiendo por más, intentando él también saborear al pelirrojo, probarle, descubrir al fin lo que es un beso. Pero el demonio solo sigue con su asalto, deslizando sus labios sobre los de Law de una forma casi obsesiva, presionándole, mordiéndole de una forma posesiva y dominante como si quisiera marcar a Law solo con un beso. 

 

Cuando la lengua de Kidd se presiona contra  su labio inferior, torturándole con las expectativas, Law abre la boca completamente necesitado de más.

 

Law siente su mente dar vueltas, siente sus alas temblar bajo las del demonio ante el cumulo de sensaciones que se acumulan en su mente, por un momento piensa en volver a escaparse, pero de nuevo el otro le presiona bruscamente contra su cuerpo, prácticamente alzando al ángel del suelo, y por fin Kidd profundiza el beso lamiendo lentamente la dentro de la tentadora boca del ángel.

 

Law gime intensamente en el beso, de una manera que nunca se había visto capaz de hacer. El demonio le contesta con un gruñido posesivo y de nuevo pega más su cuerpo al de Law devorándole en el beso. Law tiembla cuando el demonio acaricia su paladar con movimientos demasiado precisos, como conociendo cada punto débil que el ángel tiene. Law al instante intenta contestarle, intenta el también saborear al otro, probarle como lleva un rato queriendo hacer, intenta bailar con la lengua del otro en aquel juego, pero su mente está demasiado sobre-estimulada como para hacer nada más que tomar al otro dentro suyo y temblar de puro placer.

 

El arcángel se deshace en el beso mientras Kidd parece beber de él, mientras juega con su boca, mientras le impide tomar la más mínima bocanada de aire durante largos e increíbles minutos, y explora y bebe cada mínimo sonido desesperado que Law emite como si los necesitase para vivir. Law se siente perdido, aturdido, totalmente confuso y fascinado con lo que está pasando, Law se siente incapaz de parar con todo esto.

 

Lentamente su confianza vuelve, lentamente su cuerpo se acostumbra al de Kidd, y Law intenta contestarle, lentamente Law copia los movimientos de la boca del otro sobre la suya e intenta recuperar un poco de terreno mientras sus bocas parecen moverse al unisono.

 

Es entonces cuando el otro se separa bruscamente deteniendo el beso en el mejor momento.

 

Law persigue los labios del otro, entre jadeos y con la mente aun sobreestimulada, Law intenta acercarse de nuevo a su perfecta boca mientras sus manos le tiran del pelo rojo obligándole a bajar la cabeza.

 

Kidd solo se aleja más con una mirada oscura y llena de algo parecido al hambre. El demonio le mira de pies a cabeza, su pelo, sus ojos, su boca, la forma en que su cuerpo sigue aferrado al del demonio, sus alas entrelazadas…con cada nueva bocanada Law lentamente se da cuenta de lo que acaba de hacer.

 

El pánico le atenaza.

 

Inmediatamente Law se vuelve a intentar separar, vuelve a intentar alejarse del otro, pero de nuevo Kidd le aferra por la cintura y pega sus frentes de nuevo con aquella mirada enfadada y totalmente hambrienta que hace que Law se estremezca de pies a cabeza. Pero esta vez no va a caer tan fácilmente. Aun jadeando Law gira su cabeza hasta que la boca del demonio choca con su oreja.

 

Law le escucha reírse.

 

—No puedo esperar a que caigas—susurra su enemigo con una voz más grabe que antes – no puedo esperar a verte derrotado ante mí, Trafalgar Law— comenta con aquella extraña obsesión de nuevo tiñendo su voz.

 

Law al instante, vuelve la cara dispuesto a responder. La humillación hoy ha sido grande, primero el perder la batalla, luego la provocación, el beso, y ahora esto. Todo el mundo tiene un límite y Law decide que ya es hora de contestar a la arrogante criatura, a demostrarle que no va a hacer tan fácilmente.

 

Sin embargo una mano se enrosca en su pelo deteniendo el movimiento de su cara, y unos afilados dientes se hunden en su cuello justo debajo de su lóbulo. De nuevo la corriente le inunda, de nuevo el placer hace vibrar cada terminación nerviosa de su cuerpo y Law gime impotente bajo las atenciones del demonio sintiendo todo su cuerpo arder con solo aquel leve mordisco.

 

Cuando la sensación pasa y todo su cuerpo se calma, Law vuelve a abrir los ojos para fulminar al demonio, pero  este ha desaparecido y Law se encuentra solo en el limbo. Ofendido, enfadado y sin poder haber hecho nada para defenderse del otro.

 

Law sube una mano a su cuello donde el mordisco aun palpita, donde aún siente los labios del otro y la forma casi animal donde le ha marcado.

 

Law sonríe entonces peligrosamente. Ha perdido una batalla, es cierto, pero ahora ya sabe a lo que atenerse, ahora ya conoce a su enemigo, su motivación, su debilidad. Algo así no volverá a pasar. Nunca. Él es un arcángel, uno de los mejores soldados del cielo, él no cae en la tentación como los humanos, él no tiene sentimientos.

 

Él tiene toda la eternidad para demostrarle a un demonio arrogante lo equivocado que esta.

 

Deshaciéndose de su cuerpo mortal, Law abandona el limbo y vuelve a su puesto como guardián del cielo. Law vuelve entre los suyos, a su vida normal, a esperar otra misión, otra batalla. Nadie ha visto el intercambio en el limbo, nadie sabrá nunca lo que acaba de pasar.

 

Nadie sabe lo que acaba de despertar en el viejo ángel.

 

Notas finales:

No se por que siempre acabo sacando temas de religion, en fin, espero que os haya gustado. Nos vemos en el resto de Fics que tengo por ahi.

Un beso y gracias como siempre por leer.


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