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Cuándo perdí por Kurenai_801

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Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen, ni la canción. Créditos a sus autores respectivos.

 

—¡ah! —oyó un gemido detrás de la puerta. Inmediatamente se paralizó, sintiendo un frío que recorrió todo su cuerpo.

—¿Te… gusta? —preguntó una voz ronca y jadeante.

—Sí, pero… amor, más despacio… que duele —reconoció la voz, era Wolfram.

 

Empezó a respirar más rápido, sintiéndose furioso. Estuvo escuchando los gemidos y jadeos de las dos personas que se encontraban dentro de la habitación, sintiendo que se moría de los celos. Estos y los ruidos dentro de la recamara lo estaban volviendo loco.
Se armó de valor y abrió la puerta.
Aquellos dos estaban tan concentrados en lo que hacían que no se dieron cuenta cuando entró el pelinegro.
La luz estaba encendida, sus oscuros ojos confirmaron lo que sus oídos escucharon: Wolfram en la cama con otro hombre. Miro el rostro de su prometido, realmente estaba disfrutando. Eso lo enfureció aun más. Fugazmente  escrutó el cuerpo desnudo de Wolfram: bañado en sudor, largas piernas enredadas en caderas ajenas, el cabello alborotado y mojado, ojos entrecerrados y la boca rosada casi abierta. Temblando de la rabia, mordió su labio y cerró sus puños.

 

—¡¿Qué está pasando aquí?! —Fue la pregunta tontamente obvia que se le ocurrió.

 

Ambos lo vieron sorprendidos. Inmediatamente el hombre sobre Wolfram tomó la sábana y se cubrió con ella, Wolfram hizo lo mismo.
Yuuri los miró con el seño muy fruncido… en su corazón la ira, la amargura, y los celos empezaban gobernaban.

 

—Yuuri —Wolfram no sabía que decir. Tomó aire, profundo, mientras recuperaba el aliento —… ¿Por qué entras así a mi habitación?

—¡¿Por qué entro así?! ¡¿Quién es este hombre?! —Aunque quería tener calma, no podía evitar gritar.

—¿No deberías volver hasta dentro de 5 días? —Wolfram cambió la pregunta.

—¡¿Qué?! ¡¿Querías pasar más tiempo para coger con este hombre?!

—¡¿Qué?! Puedo hacer lo que quiera ¿Tienes celos?

 

La pregunta de Wolfram lo golpeó.

 

—¿Haa! ¡Celos? —Sí, eran celos— ¡¡YO RECLAMO LO QUE ES MÍO!! —tomó a Wolfram y lo sacó desnudo de la cama.

—¿¿Qué haces?? ¡¡Suéltame!!

—¡Ponte esto! —Yuuri buscó en el closet y rebuscó hasta encontrar una bata. Volvió a tomar  a Wolfram del brazo.

—¡¡Suéltame!!

—¡¡¡PONTE ESTA MIERDA, DIJE!!!

—¡TKS! — Wolfram tuvo que obedecer.

—¡¡Guardias!!

—¡Oye, ¿que haces?!

—¿Si, Majestad?

—¡Saquen a este maldito hombre de aquí! ¡Enciérrenlo!

—¡NO! ¡NO! ¡Gonzalo! ¡NO! —Wolfram subió rápidamente a la cama para abrazar al llamado Gonzalo, que en todo el rato no había dicho ni una palabra. El hombre estaba aferrado al respaldo de una de las sillas de la habitación.

Encolerizado por el acto de Wolfram, Yuuri los miró profundamente ofendido. Yuuri no parecía el chico gentil y sereno que siempre era.

 

—¡¿Gonzalo es tu nombre, maldito bastardo?!

—¡¡Deja de insultarlo, Yuuri!! —gritó Wolfram, indignando aun más al Rey.

—¡¡Dije que se lo lleven!! —gritó a los guardias, quienes sacaron de ambos brazos al tal Gonzalo, mientras otros dos sujetaban a Wolfram.

—¡¿Qué sucede?! —preguntaron Conrad, Gwendal y Günter cuando llegaron a la puerta de la habitación— ¡Que sucede! —gritaron sorprendidos cuando vieron al hombre desnudo, Wolfram forcejando con los guardias y a Yuuri apretando los dientes y temblando de la rabia.

—¡¡MAÑANA MISMO MATO A ESTE HOMBRE CON MIS MANOS!! —gritó Yuuri, sin prestar atención a los recién llegados.

—¡¡NO!! ¡¡Si lo matas a él, mátame a mí también!! —gritó Wolfram, con lágrimas.

 

Fue entonces que los tres que estaban en la puerta comprendieron la situación. Y los dos hermanos sintieron vergüenza.

—¡¿Puedes explicar esto, Wolfram?! —ordenó el mayor de los hermanos.

—¡No hace falta que lo haga, Gwendal! ¡Pero… si quiere morir con su amante…! —Yuuri tenía la mirada confundida. Sus ojos llorosos y la frente arrugada. Permaneció en silencio, como pensando—.  ¡Tú te quedas aquí!  —dijo unos segundos después.

—¡Gonzalo! —gritó una vez más Wolfram.

—¡No dejes que me mate! —suplicó Gonzalo, mientras era llevado por los guardias.

Yuuri se sintió  aun más indignado.

—¡Dejen a Von Bielefeld en esta habitación! ¡Refuercen la seguridad!

—No… no puedes, Yuuri. N-no te atreverías…

Cerraron con fuerza la puerta, se oyó el ruido de la llave en ella. Yuuri no habló nada. Todos salieron detrás del Rey. Wolfram se quedó lamentándose en la habitación.

 

—Por favor, Majestad. No repudie a mi hermano, por favor —pidió Conrad, apenado, caminando atrás del Maou.

—¿Por qué no quieres que lo haga? —Preguntó molesto Yuuri— Después de todo, ha traicionado a su Rey. —Aunque Yuuri no deseaba hacerlo.

 

Nadie más dijo nada. Él tomaría la decisión al día siguiente.

 

El Rey entró a su habitación. La rabia que había estado conteniendo todo el rato a lo largo del pasillo en compañía de su consejero y los dos caballeros reales, se desató. Fue directamente a su cama, que le recordaba a la otra… tiró las sábanas y los cubrecamas, golpeo las almohadas y las tiró al piso, pateándolas.

 

Yuuri dio un terrible alarido, con tanto dolor, que los guardias que estaban al final del pasillo lo escucharon, se vieron las caras, asustados; tuvieron pena de la gran figura que era el Maou para ellos.

Golpeó, cual tambor, las paredes. «¿Por qué! ¡Wolfram! ¿Por qué!», se preguntaba a gritos, mientras sus manos empezaban a sangrar.

Seguía preguntando mientras tiraba los floreros de la habitación. Sus ojos se inundaron de lágrimas, las que eran producto de la ira.

 

Sonidos de cristales y madera gruesa. Destruyó todo lo que estaba en la habitación, mientras seguía llorando de la cólera.

 

—¡¡Es cierto que nunca te dije que te quiero!! —Pateó un mueble pequeño sin importarle que se golpeara la espinilla—  ¡¡Pero nunca te aleje de mí!!

En ese instante, como una luz llegó un recuerdo:

 

1 año antes:

 

—Yuuri ¿Qué te parece si vamos a comer cerca del rio? —preguntó un poco sonrojado Wolfram— Será como una cita —añadió recuperando su pose leonina.

—B-bueno, hoy tengo mucho papeleo… quizá la próxima… Además, somos chicos, no hacemos eso —Yuuri dijo lo último un poco molesto.

Wolfram  no dijo nada, salió en silencio del despacho.

 

Recuperándose del recuerdo, se sintió un poco culpable.

 

—¡Pero eres tan idiota, rubio tonto! ¡¡Al menos sí sabias que me gustas!! —Estrujó la almohada, y otro recuerdo llegó a su mente:

 

 

7 meses antes:

 

—¿Qué haces? —preguntó Yuuri desde la puerta donde estaba recostado, cruzado de brazos, a Wolfram que estaba frente al espejo.

—¿Eres ciego o qué? ¿No ves que me arreglo? —Mientras cepillaba su rubia cabellera.

—¿Y por qué? —preguntó celoso.

—¿Por qué más? Para ti —dijo sin apartar la vista del espejo— ¿Cómo me veo? —preguntó sonriente y con algo de rubor en sus mejillas. Llevaba una casaca blanca, ajustada perfectamente a su figura, con detalles dorados, entre ellos las alas doradas que su tío Bielefeld le regaló cuando niño. Un fino pantalón negro y mocasines negros.

—Te ves —se ruborizó, viendo lo bien que el traje acentuaba el encanto del rubio—… deja de hacer estas cosas —dijo seriamente, salió cerrando la puerta detrás de él.

—¡Estúpido! — gritó Wolfram, tirando el cepillo hacia la puerta.

 

 

Una punzada sintió en el pecho,  se dirigió al espejo.

 

—¡¡¿Pero por qué? si soy tu prometido!! —golpeó fuertemente los puños en el espejo.

El espejo se desplomó en varios pedazos, hizo un ruido cristalino y bullicioso. Las manos de Yuuri sangraron.

 

—¡¡AAAAH!! ¡PERO SI YO…! ¡¡¿¿CUÁNDO… CUANDO SUCEDIÓ??!! —miro furibundo el espejo, donde apenas se vea su reflejo por falta de pedazos. Y recordó:

 

 

6 meses antes:

 

—¿Qué? ¿Arreglándote otra vez para mí? Te dije que dejaras eso —dijo Yuuri, recostándose en la cama, mirando a Wolfram.

—… —no dijo nada, pero lo miró despectivamente a través del espejo, hizo un sonoro puchero. Terminó arreglando el cuello de su chaqueta, ahora una gris, con hombreras rojas y bordes dorados, pantalón gris y botas café.

—Wolfram —llamó Yuuri, luego pensó.

—¿Qué pasa? —preguntó nada interesado Wolfram.

—Estás… raro últimamente ¿Te sucede algo? —se levantó de la cama. Aunque no era lo que iba a decir, esto también lo quería preguntar.

—No es nada. Yuuri, voy a ver unos asuntos en la frontera con mi tío, regreso pasado mañana.

—Está bien —miró a Wolfram cerrar la puerta, algo en su interior le indicó que le dijera a Wolfram que no se fuera… pero no lo hizo.

 

-.-.-

—¿Ya regresaste Wolfram? Oye ¿y tu uniforme gris? Este azul no era el que llevabas —tocó el cuello de la chaqueta, mientras Wolfram la desabotonaba.

—¡Me cambié cuando regresaba! —Lo aparto rápidamente con una mano y con la otra cubrió su cuello.

—¿Y por qué? —preguntó molesto por su actitud.

—Quería estar presentable para ti —dijo sarcásticamente, con una sonrisa falsa. Caminó hacia el baño.

 
Yuuri sintió que lo que decía Wolfram era mentira, pero no quiso preguntar más… Wolfram no le mentiría…

 

 

—¡¡ME MENTISTE!! —gritó colérico, arrancando los últimos pedazos de espejo con las palmas de las manos.

 

Cayó sobre sus rodillas. Las lágrimas de rabia caían pesadamente. Sintió su alma hecha pedazos. Pronto la tristeza y la culpa también fueron provocando lágrimas. Se giró de lado, en posición fetal. Puso sus manos sangrantes en medio de sus piernas.

 

—¡Pero si yo…! ¡Pero..! ¿Por eso no querías ir, verdad? ¿No querías ir a Cavalcade para entrar a tu asqueroso amante?   ¡¡¿para entrarlo bajo el mimo techo donde vivo?!! ¡¡Para enredarte con él a metros de distancia donde estaba yo!!! —Más lágrimas rodaron —  ¡¡¿Qué era lo que querías Wolfram?!! Solamente tenías que ser fiel  ¿Acaso se terminó tu paciencia? —Su llanto era más fuerte— ¡¡¿Por qué mierdas tengo que quererte tanto?!! ¡¡Y más… ¿Por qué demonios no te dije que te quiero??!!

 

Pareciera que decir palabras soeces  le ayudaba a desahogarse. Y siguió diciéndolas, mientras sus ojos no se cansaban de llorar, los tenía tan inundados de lágrimas que ya no veía nada. Gritaba llorando, hasta que su garganta le dolía, se cansó de lloriquear… y se durmió.

 

 

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

 

 

Wolfram estaba sudando. Sentado en el suelo, jugando son sus dedos, preocupado por lo que fuera a pasar con aquel hombre llamado Gonzalo, más que por él mismo. Se cubrió aún más con la bata y pegó su espalda a la pared.

 

-.-.-.-**-.-.-.-

 

 

 

El Rey pidió que llevaran a su amado prometido traidor a su despacho. El día parecía estar en contra de sus sentimientos. El sol matutino brillaba cálidamente y las plantas crecían con el rocío que las abría cubierto en la madrugada.

 

—¡Engiwaru! —gritó aquella ave y el Maou empuño su mano decidido.

 

Tocaron la puerta y con una palabra los hizo entrar.

 

—Siéntate, Wolfram —ordenó con una tranquilidad que el día anterior no poseía.

 

Wolfram no obedeció. Miró a Yuuri sin ningún sentimiento en la mirada, cosa que molestó al Rey.

 

—¿Te atreves a ofenderme con esa mirada tuya, cuando ya lo has hecho ayer, con el cuerpo y el nombre de Bielefeld? —soltó Yuuri con desdén, entre cruzando sus dedos, con sus brazos sobre el escritorio.

—Sé que te molesta y he lastimado tu orgullo. Pero no deberías afligirte tanto, es más, deberíamos terminar el compromiso ahora mismo —dijo con calma Wolfram, con un pequeño atisbo de seducción.

Las palabras del rubio sorprendieron al soukoku, hiriéndolo profundamente. Pero no dejó que se notara en su rostro.

 

—¡Ahora sí quieres terminarlo! —Era una afirmación. Se levantó y golpeó el escritorio con ambas manos.

—¡Sí! ¿Acaso ya no quiere? Ya veo que eres más orgulloso que yo ¡Ahora sí muestras quien eres! —soltó enfadado el ojiesmeralda.

—¡Estás equivocado! —Yuuri no sabía que decir. Bajó la mirada, buscando que algo en el escritorio le ayudara a ser elocuente. Apretó los labios, luego chasqueó la lengua. Se apoyó en sus manos y volvió a tomar asiento—  ¿Por qué, Wolfram? ¿Por qué lo hiciste? —preguntó, cambiando la mirada, ahora se veía que podía llorar en algún momento.

—¿Por qué lo preguntas? —musitó Wolfram.

—“¿Por qué lo pregunto?”  Porque tú te pasabas la vida diciendo que me amabas. Dormías conmigo porque según tú, eso hacen los prometidos. Me seguías a todas partes porque yo soy un debilucho tramposo, un traidor —diji Yuuri, casi en susurro.

—Es cierto, Yuuri, todo lo que dices es cierto… Pero ¿Tengo que recordarte todas las veces que me despreciaste? ¿Las veces que me echaste de tu cama y me ofendiste?

 

Yuuri no dijo nada, sabía que Wolfram tenía razón. Ambos guardaron silencio por unos instantes.

 

—Ahora, Yuuri ¿Dirás que es solo tu orgullo el que estoy lastimando? O…

—Dilo —ordenó el Rey—, dilo porque es cierto lo que piensas.

—… ¿Al fin admites que te gusto? —preguntó musitando, ahora un poco más dudoso y con temor a su respuesta.

Yuuri lo miró seriamente.

 —¡SI!

 

Una afirmación tan firme que borraba todas las dudas de todos los nobles.

—Wolfram, te quiero —dijo Yuuri, con una calidez es su mirar. Pero al mismo tiempo sus propias palabras lo herían.

 

Wolfram bajó la cabeza.

 

—Ya es tarde, Yuuri —susurró el rubio—, he encontrado el verdadero amor, a la persona que am…

 

Una bofetada lo hizo callar.

 

—¡¿Yuuri, por qué…?! —el rubio regresó el rostro enseguida.

—Cásate conmigo, Wolfram. —Le dio otra bofetada al ver que había rechazado.

—¡No! —Wolfram impidió voltear el rostro. Se había negado de nuevo.

—¡Sí! —Otra bofetada más fuerte se oyó en el despacho— ¡Te casarás conmigo!

—¡Claro que no! —Nuevamente regresó el rostro al frente, nuevamente había rechazado.

—¡¿Por qué no?! —preguntó molesto Yuuri, por el rechazo persistente de Wolfram.

—¡Yo quiero casarme con Gonzalo! —gritó Wolfram, desatando la ira del Maou.

—¿¿Si?? —preguntó mordaz —Pues ven conmigo.

 

Ordenó a los guardias llevar a Wolfram con él al calabozo donde estaba Gonzalo. Realmente Yuuri pensaba en todo lo mal que había hecho, al no prestar la atención necesaria a su prometido ¿Cómo podría enmendar este error?

 

 

 

—Tendremos un duelo. —Anunció el Maou al encontrarse frente a frente a su rival. No había etiqueta para ello, pues era el Rey y Gozalo no era noble—  Si ganas tú, Wolfram se quedará contigo, pero si gano yo… será mío para siempre —dijo seriamente.

—Gonzalo —susurró Wolfram, que estaba detrás de Yuuri—. Acepta, tal vez no mueras. —Lo cual ofendió a Yuuri.

—¡Pero te iras con Wolfram al más allá! —gritó, cerrando él mismo la escandalosa reja del calabozo.

 

Unos pasos se oyeron y luego de eso, la respuesta del retado…

 

—¡Acepto, Su Majestad! —dijo firmemente Gonzalo.

—¡Bien! Pues nos vemos hoy después de medio día —dijo Yuuri, volteándose para verlo.

 

Inmediatamente se volteó  y siguió su camino. Wolfram era llevado detrás del Rey por los soldados.

 

 

 

 

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Medio día cumplido, ahí estaban otra vez, frente a frente. Yuuri había mejorado sus habilidades con la espada, y con su cuerpo atlético daba buen indicio de que sería el ganador. Pero, Gonzalo era de cuerpo bien formado por los entrenamientos, era militar. Se veía que tenía confianza en su técnica para dominar la espada, lo cual hacía pensar que él también era el posible ganador.

La señora Chery, sus dos hijos, y el consejero real estaban en el lugar que siempre ocupaban para los eventos. Mientras Wolfram estaba en la esquina opuesta, del lado izquierdo justo del lado de Gonzalo.

La señal del pobre soldado Dakaskos fue la que inicio el duelo.

 

El sonido de las dos espadas lastimó los oídos de los espectadores. Luego la tierra que pisaban fuertemente sonaba seca y rasposa, incluso podría imaginar piedrecitas resbalarse por dejado de los zapatos. Una secuencia de golpes les puso los pelos de puntas a todos, quienes veían como el Maou llevaba a su oponente a la línea blanca.

 

—¡No! —susurró asustado Wolfram, al ver como Yuuri había llevado a Gonzalo a la línea del límite.

 

Gonzalo, estratégicamente, se abalanzó sobre el Maou, devolviéndole los ataques. Ambos se alejaron al mismo tiempo, guardaron distancia por unos segundos… inmediatamente después, corrieron el uno al otro. Sorpresivamente, Yuuri sacó otra “maniobra” de la Tierra, esta vez del futbol e hizo una barrida, llevándose a Gonzalo al suelo, levantando mucho polvo que no dejó ver muy bien. Se levantó rápidamente, y apuntó con la espada al cuello de Gonzalo.

 

—Ahora sí vas a morir —dijo Yuuri con tono frio, olvidándose que había dicho que no le quitaría la vida a alguien.

—Claro… después de usted, Majestad – dijo burlonamente lanzando un ataque al costado de Yuuri, quien se retiró, pero, no lo logró esquivar.

 

Aprovechando la lejanía, Gonzalo se levantó y prosiguió a atacar al Rey. Wolfram estaba feliz de que la ventaja la tuviera Gonzalo, todo iba bien para él… pero…

 

Yuuri, esquivando los ataques, se sentía desorientado… ya todo lo daba por perdido… “no quiero perderte, Wolf” pensó vagamente, “soy tan tonto… tan cobarde” pensó acertadamente.
Gonzalo atacaba directo a su Real cabeza, y entonces Yuuri, recordó un paso de baile ¿Cómo se llamaba? ¿El paseo de san juan? No lo recordaba pero, era de pasar por debajo del brazo del acompañante.
Miró el torso desprotegido de Gonzalo y bailó.
Como lo había pensado, Gonzalo lanzó el ataque hacia su cabeza, Yuuri lo esquivó y bajó un poco mientras giraba, extendió el brazo y cortó el torso de Gonzalo.

 

Gonzalo gritó mientras caía de rodillas, frente al Rey quien estaba sonriendo victorioso.

 

—¡¡Gonzalo!! —Wolfram corría desesperado hacia el hombre castaño— ¡Gonzalo! ¡No te mueras, por favor! —suplicaba.

 

 

Yuuri sintió celos…

Rabia.
Lágrimas que resbalaron sobre sus mejillas.

 

 

 

Wolfram descubrió el torso de Gonzalo, quién se quejaba del dolor.

 

—Te voy a sanar, no te preocupes. —Puso su mano sobre la herida.

 

 

Yuuri lloraba viendo la escena. Se arrepintió de ser tan estúpido, su alma se volvió a partir. Había perdido lo que no supo apreciar.
Tiró la espada hacia un lado, arrepintiéndose mil veces por sus errores… ya no podría hacer que el  mazoku lo amara, como antes.

 

 

—¿Lo amas? —Yuuri se aceró y susurró su pregunta.

—No sabes cuánto —susurró el rubio, sin apartar la vista de Gonzalo.

—Lo siento —musitó.

—¿Qué sientes?

—No haberte hecho feliz a tiempo… y lamento dañar a tu amado —musitó lo último con voz profunda.

 

 

Wolfram no dijo nada… solamente sanó la herida de Gonzalo.

 

—He ganado, Wolfram —dijo suavemente.

—Sí —musitó Wolfram, sin mucha emoción.

—Pero… no quiero hacer que sufras más por mi culpa. Puedes irte con Gonzalo, no lo impediré —dijo fingiendo sonreír, pero, su voz se quebraba.

—¿En serio? ¡Gracias, Yuuri! —Wolfram lo miró sorprendido. Se levantó ágil y se giró para abrazar al Rey.

 

 

El ultimo abrazo. El primero y el último… Yuuri lo aceptó, aunque ese flamante abrazo le quemara el alma, hoy y para siempre. Quiso llorar, pero solamente se limitó a corresponder el abrazo: rodeó con sus brazos al rubio y lo estrujó un poco, cerró los ojos y guardó el momento en su corazón… con todo sus sentidos, el aroma de Wolf, su piel, su temperatura, su respiración, el latir de su corazón…

 

 

 

 

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Observaba por la ventana como el carruaje que llevaría a Rochefort a Wolfram y a Gonzalo, era preparado. Nuevamente las lágrimas brotaron.

 

—¡Rayos! Creí que ya tenía los ojos secos —se dijo a sí mismo, mofándose y limpiando las lagrimillas.

—¿Majestad? —Conrad le hizo saber que él también estaba en la habitación.

—Es culpa mía, Conrad. Ya no lo puedo remediar, ahora Wolfram será feliz, sería egoísta si evito que al fin lo sea —dijo con voz pausada, era como escuchar a un viejo sabio.

—Lo siento, Majestad, pero estoy de acuerdo con usted —dijo apenado Conrad.

—Es que todo el mundo sabe que fui un patán con Wolfram. —Sonrió— Nunca le dije que…

 

Yuuri se interrumpió, al ver subir al carruaje a Gonzalo y a Wolfram.
Wolfram miró hacia la ventana donde supo que se encontraba el Rey de los demonios, miro un segundo, su rostro no decía nada. Luego subió al carruaje, los caballos empezaron su marcha.

Con un respiro rápido, Yuuri se abalanzó hacia delante, como si con ese movimiento alcanzaría el carruaje, pegó bruscamente su mano izquierda a la ventana, como sí quisiera atrapar algo con ella, al sentirla aprisionada por el vidrio, aruñó el cristal haciendo un ruido chillón...
Miró hasta que el parsimonioso carruaje saliera de Pacto de Sangre. Imaginaba el carruaje tras los muros. Guardó silencio. Apretó los labios.
Se giró y caminó, sin decir nada, hacia la puerta…

 

—¿Majestad? —Conrad lo siguió con la mirada— ¿Estará bien?

 

Yuuri detuvo su andar. No volteó.

 

—Sí. Eso espero. Ahora, como soy un debilucho… Solo necesito tomar algo fuerte. Dirías… ¿Sake?

No hubo respuesta, mas, Yuuri no la esperó y salió…

 

Conrad miró hacia el patio e imaginó como andaba el carruaje afuera de Pacto de Sangre. Sintió un vacío en el corazón.

—Mi hermano —musitó, su boca se arqueó ligeramente hacia abajo.

 

Recordó cuando Von Bielefeld había dicho que Gonzalo venia por encargo de Rochefort, para entregar unos documentos… lo cual era cierto, pero luego dijo que debía quedarse en el palacio porque ya había entrado la noche.  Si tan solo hubiera presentido lo que pasaría, lo mandaría a dormir a una posada, pero,  ya nada se puede cambiar.
Lo hecho está hecho, y lo que no, no.

 

—Majestad —musitó para sí mismo—, recuerde su trabajo. Lo que menos queremos es un Rey borracho…

 

 

 

 

 

 

 

dos de Febrero 2014
re-edición, primero de julio, 2016


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