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The Way por Yatziriid

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Notas del fanfic:

Culpo a este video y a este otro por andar inspirándome a eso de las 4 o 5 de la mañana ;-;

Recomiendo escuchar "The way" de Zack Hemsey para añadirle dramatismo. 

 

 

"CM: En este punto él (Tony) queria herir a Bucky para lastimar a Steve. Porque, tu sabes...
SM: Steve le falló.
CM: '¿Lo amas mucho? Entonces lo apartaré de ti'."
-Christopher Markus y Stephen McFeely sobre los pensamientos de Tony durante la batalla final en CA: CW.

_________________________________

 

“La guerra termino, Steve. Podemos regresar a casa”

Podían… Podía regresar a casa…

¿Pero dónde estaba “casa”?

Brooklyn había dejado de serlo por un largo tiempo, la torre Stark nunca se sintió como una y la Base de los Vengadores nunca tuvo oportunidad de convertirse en su hogar.

Así qué, ¿en dónde estaba su casa?

Sam le había preguntado si regresaría a Brooklyn, y concluyó con una simple frase: “Bueno, el hogar es el hogar, ya sabes”, y él solo pudo mirarlo porque no se sintió correcto. En realidad, nada de esto se sentía correcto. Nada en su vida se sentía correcto, últimamente. Y no respondió porque ya no sabía lo que era un hogar. Ya no recordaba la sensación de seguridad que proporcionaba un lugar o una persona que había sido su casa.

Y se encontró pensando en que habría sido mejor el morir, porque se sentía perdido en este mundo, en este tiempo. Y después se odio un poco por pensar en ello, por pensar de esa manera pero también se dio cuenta de que se le permitía, por una vez, tambalearse pero no romperse, porque si se rompía entonces no estaba seguro de poder recuperarse. La única persona que podía repararlo huyó de él. Huyó tan solo momentos después de recordarlo.

¿Cómo podía importar nada más cuando lo supo vivo? ¿Cómo podía importar cualquier otra cosa o persona, cuando Bucky seguía allá fuera?

Cuando despertó, le dijeron que habían pasado setenta años, le dijeron que las cosas habían cambiado y le dijeron que era su deber adaptarse porque había tenido la fortuna de sobrevivir. El problema fue que nunca le dijeron como hacerlo. Supone que ellos creyeron que él era lo suficientemente inteligente y podría superar esto. Supone que ellos creyeron que al ser el Capitán América todo podría ser sencillo. Lo más triste de esto es que sólo se preocuparon por el Capitán América, pero nunca pensaron en Steve Rogers.

Steve Rogers quien solo había querido hacer el bien y luchar por lo que creía correcto, quien solo quería sobrevivir a la guerra y regresar a Brooklyn. Steve Rogers, quien siempre creyó que tenía que ponerse en pie y luchar porque tenía algo que probarle al mundo pero que nunca pudo hacerlo hasta que se desató la guerra y supo que esa era su oportunidad. Todavía lo recuerda, aquel día Bucky y él habían estado en la escuela de arte y habían estado pasando a través de una prueba y cuando la clase se interrumpió y escucharon en la radio que Pearl Harbor había sido atacado por los japoneses, se miraron y Bucky supo, supo sin necesidad de preguntar, que Steve Rogers haría lo que estuviera en su mano para luchar. Porque luchar era algo que estaba arraigado en su ADN. Y lo que Steve pudo ver en Bucky, fue el miedo. El miedo y la desesperación y el dolor porque ambos sabían que Bucky sería reclutado al poco tiempo y eso les aterrorizaba.

Y ahora, décadas más tarde, se arrepentía de todas las decisiones estúpidas que tomó en aquella época.

Así que cuando Wanda jugó con su mente, de regreso en la última base de Hydra, no se sorprendió de ver a Peggy, de encontrarse a sí mismo rodeado de la época que conocía y añoraba. No se sorprendió en absoluto de que Peggy, esta Peggy rejuvenecida le dijera que podían regresar a casa porque la guerra había terminado. Y desde el primer momento supo que todo estaba mal. Porque él había visto a Peggy hacia solo unos días, con su cabello blanco como la nieve y su hermoso rostro invadido de aquellas líneas que delataban su edad y había observado sus enormes e inteligentes ojos castaños inundados de tristeza por un futuro que nunca tuvieron oportunidad de experimentar.

“La guerra termino, Steve. Podemos regresar a casa”

Entonces todo y todos desaparecieron. Y se dio cuenta, no sin dolor, que él ya no tenía un hogar al cual volver. Su hogar había desaparecido cuando lo dejo caer de ese tren.

Y cuando todo acabo, cuando esa jugarreta de su mente termino, Steve Rogers tuvo ganas de echarse a llorar. Pero no pudo hacerlo, porque tenían una misión que cumplir y dejo que el papel del Capitán América se hiciera cargo de la situación. Cuando se reunió con sus compañeros, realmente no pudo sentirse menos sorprendido de verlos a todos ellos bastante rotos. Porque él también se sentía roto. Habían removido todos los estantes en donde tenía de manera cuidadosa y ordenada, guardados sus recuerdos y sus anhelos.

Tomaría bastante tiempo ponerlos en orden de nuevo.

 

_________________

Puede recordar historias que su padre solía contarle cuando era niño. Eran ocasiones muy extrañas y distantes entre sí y por eso las atesoraba en su memoria como piedras preciosas. Howard estaría sentado en el sillón de una sola plaza y Tony estaría a sus pies, él tal vez tendría 5 o 6 años y aún no se había roto. Aún tenía esperanza y aún hacía todo lo posible para agradarle a su padre. Y una de las cosas que hacían feliz a Howard era hablar del Capitán América. Howard estaría sentado, con las piernas cruzadas y un vaso de licor en la mano derecha. Sonreiría con nostalgia y una pizca de dolor y entonces hablaría y hablaría durante horas sobre el gran hombre que Steve Rogers fue. Hablaría sobre algunas de las aventuras de los Comandos Aulladores y hablaría sobre lo imprudente que Rogers era en las misiones y lo mucho que eso molestaba a Barnes y lo divertido que parecía todo eso a ojos externos. Entonces, poco a poco bajaría el volumen de su voz y su mirada se perdería, absorto en sus pensamientos. Y Tony tomaría eso como su señal para irse, se pondría en pie y caminaría hacia su habitación.

El pequeño Tony no entendía mucho de eso, él era bueno con la ciencia y su cabeza siempre estaba lejos porque vivía en otra dimensión, siempre tenía ideas y siempre quería realizarlas todas. Décadas más tarde, Tony nunca admitirá que una de las ideas que siempre volaban por su cabeza a la tierna edad de 5 años, era encontrar al Capitán América. Tal vez, de esa manera, Howard se habría sentido orgulloso de su hijo.

Tony creció con un mural dedicado al Capitán América en su habitación.

Y hasta antes de ser enviado al internado en que termino de crecer, Tony quería parecerse al Capitán América.

Pero cuando regresó y se dio cuenta de que su padre nunca hablaría de él con la misma devoción con que hablaba de Steve Rogers, lo odio. Arrancó todas las pegatinas, imágenes, posters y demás figuras que componían el mural que él había creado en honor al Capitán América. Porque lo odiaba. Lo odiaba como nunca pensó que odiaría a nadie.

Lo odiaba porque nunca podría ser como él y por ende su padre nunca podría sentirse orgulloso de su hijo.  

Y la amargura se instaló de manera permanente en su pecho.

Ahora, años más tarde, se sorprende a sí mismo pensando en todo esto. Recreando estas memorias que, de otra manera, nunca habría desempolvado.

Tal vez se deba a que, actualmente, está recibiendo una paliza del hombre que admiró durante todos esos años. Del hombre que admiró y que más tarde se daría cuenta, amó. Y oh diablos, como dolía. El Sargento James Buchanan Barnes le ayudaba en esa empresa. Y Tony pensó de manera fugaz que todo esto era una mierda y que su padre debía de devolverle esos años de su vida que gastó creyendo de manera ciega en una figura que no existía.

Pero en retrospectiva, debió de haberlo visto venir.

Es sorprendente que Steve hubiese pasado bajo su radar sin ningún problema. Y mientras recibe de manera repetida diversos golpes en el reactor de su armadura, se le ocurre que subestimó demasiado a Rogers y a Barnes. Y que subestimar a estos dos súper soldados, le estaba costando todo. Le estaba costando la única familia a la que se había apegado durante los últimos cinco años.

Amigos, familia.

Que maldita mentira.

Esas dos palabras se sienten como ácido en su garganta. Se sienten peor que un insulto. Parece que se burlan de él mientras mira con fijeza los ojos azules que destilan rabia. Y las historias del heroico Steve Rogers y su inseparable amigo, James Barnes, regresan a la superficie de su mente; si se concentra lo suficiente, podría sentir incluso el aliento alcohólico de Howard mientras las narraba.

“Steve se alteró demasiado cuando pensó que Barnes podría estar muerto. Recuerdo que Peggy vino a mí, acompañada de Rogers y él me rogó que le ayudara. En ese momento no me importaba mucho quien era James y solo accedí porque me gustaba la idea de entrar en territorio enemigo. Cuando llegamos a la frontera de Italia, y comenzaron a bombardear la avioneta, Steve saltó sin vacilación. Él ni siquiera estaba seguro de que Bucky seguía vivo y sabía que después de esto sería sometido a castigo por el Coronel Phillips. Todos estábamos positivamente sorprendidos de que había logrado sobrevivir y regresar con cientos de soldados. Desde entonces, no podías separar a Steve de Bucky. Intente encontrarlos a ambos durante mucho tiempo, pero nunca tuve suerte. Intente encontrarlos para poder darles un entierro decente ¿sabes? Peggy siempre me acuso de egoísta pero yo solo me veía a mí mismo como un buen amigo, porque los extraño, claro que los extraño”.

(Cabe destacar que Howard nunca contaría sobre la experiencia que tuvo con el doctor Ivchenko, quien lo hipnotizó y le hizo creer que había encontrado el lugar en donde Steve estrelló la nave. En muchas ocasiones lloró de solo recordarlo. Y con la única persona que habló de ello fue Peggy. Porque ya se lo había dicho a ella una vez: “Sé lo mucho que Steve significó para ti porque sé lo mucho que él significó para mí”. Porque ambos lo habían amado de maneras completamente distintas).

Tony aprieta los dientes con fuerza y se mantiene luchando para salvar su vida de estos supuestos héroes. Barnes golpea de nuevo, con su puño de metal, el pecho de la armadura y Tony recuerda lo enfadado que Steve había estado la primera vez que Fury los reunió. Cinco años atrás cuando tuvieron que combatir a Loki. Todas esas palabras hirientes que se dijeron el uno al otro fueron solo una señal más que dejó pasar, con la esperanza de que el futuro podría ser mejor.

Fue hace un año cuando se dio cuenta de que no todo estaba tan bien entre ellos.

Después del fiasco con Ultrón y después de que este mandará a sus pequeños demonios genéticamente modificados tras ellos, mientras estaban en la granja de Clint cortando leña se le ocurrió que Steve no parecía tan alterado. En este momento, mientras arroja a Barnes hasta el otro lado de la sala cavernosa, se percata que Steve había escondido su trauma con mucha facilidad. Se percata de que Steve había engañado a todo el mundo haciéndoles creer que Steve Rogers y el Capitán América eran uno solo. Era un poco perturbador pensarlo de esa manera. Pero, hey, él fue el primero en tener un indicio de esto, cuando hace un año lo observó caminando en una postura bastante extraña, como si no se sintiera cómodo con su propia persona. Además de que estaba esta inexplicable rabia y enojo al partir la leña con el hacha.

“No confió en nadie que no tenga un lado oscuro”.

Tal vez no debió de haberse entrometido más de la cuenta, ya era bastante difícil mirarlo sin que su corazón se acelerara y fue mucho más difícil tener que compartir habitación con él durante el tiempo en que se alojaron con Clint. Pero él quería ver por completo al hombre que se escondía bajo el casco y el escudo. Quería conocerlo por completo para así poder eliminar el asqueroso sentimiento que había inundado su roto corazón. Y si no podía eliminarlo, entonces saltaría al abismo que representaba. No importaba que Steve no le amara de regreso, con el solo hecho de tenerlo cerca se conformaba. Supone que por eso decidió empujar más la cuestión. Examinar al hombre que era considerado el Chico Dorado de los Estados Unidos, quien era visto como el concepto de lo ideal, que tenía dientes perfectos, que poseía músculos enormes (a pesar de que nunca hizo el suficiente ejercicio para obtenerlos) y quien siempre parecía hacer lo correcto.

“Digamos que aún no lo has visto”.

Nunca debió de haberlo hecho, porque los resultados son desconcertantes. La respuesta de Steve en aquella ocasión fue una amenaza velada. Fue un claro: “No te metas en mis asuntos si no quieres que te parta la cara”. Pero ahí, Steve todavía era parte de su familia. Todavía lo amaba con locura. Aun lo consideraba una parte vital de su pequeño grupo de amigos. ¡Eran una familia! ¡Se supone que las familias permanecen juntas! Tony no tiene mucha experiencia en eso, porque su familia nunca fue unida y después sus padres murieron… No, corrección: Fueron asesinados cuando él era muy joven. Pero él lo sabía, sabía que las familias se mantenían juntas. Sabía que existía un pacto tácito de no separarse.

Tony siente la sangre acumularse en su boca mientras le dispara a Barnes en el brazo izquierdo. Pudo haberle disparado en la cara pero sabe que este sujeto es importante para el gobierno y, le guste o no y le duela o no, también es importante para Steve. Es ahí que este ángel del infierno genéticamente modificado decide atacar. Parece que ya no le importa seguir manteniendo la fachada, la máscara que uso durante todos esos años. Tony ha logrado ver debajo del escudo y del casco, ha logrado ver más allá de lo que nadie podría. Y se enorgullece, pero también le duele como el infierno. Porque se ha dado cuenta de que nunca podría haber tenido una oportunidad. Entonces lo odia y se odia. Lo odia por haberle provocado estos sentimientos que ahora parecen absurdos, una terrible parodia de lo que debería de ser el amor. Y después se odia él mismo por permitir que florecieran.

Las manos de Steve se alzan sobre su cabeza, con el escudo firmemente envuelto en ellas. Parece que alguien ha tocado un punto sensible en él y luce rabioso, furioso, decidido. Tony observa el escudo que su padre creó, alzado sobre su cabeza, como la hoja de un hacha que está a punto de ejecutarlo; juzgando sus pecados. Y piensa vagamente en Howard y en lo que diría si viera al monstruo que ayudo a crear.

Espera, Howard creó y amó al monstruo que quiere destruir a Tony.

Como que ya comienza a ver un patrón aquí.

Su padre nunca lo quiso y eso está bien con él, porque hasta cierto punto él nunca quiso de vuelta a su padre. Pero lo más enfermo de todo, es que Tony ama a este monstruo.

Tony ama a este monstruo que quiere destruirlo.

Él sabe que esto es todo. Morirá a manos de quien una vez consideró su familia. Morirá a manos de quien fue su amigo y lo dejó todo y prefirió convertirse en su enemigo. Y entonces Steve seguirá con su vida.

Pero algo cambio en su aspecto, porque decidió no decapitarlo. Tal vez vio lo horrorizado que Tony se sentía y prefirió clavar el escudo en su pecho. Prefirió clavar con los últimos resquicios de su fuerza el escudo en una zona sensible. O tal vez, se dio cuenta de que Tony albergaba una especie de amor retorcido y enfermo e hizo esto en un claro acto de “No me interesas”. Uh, no lo sabe. Lo único que sí sabe, es que sus costillas duelen y la presión ejercida en su tórax es demasiada. Tendrá un enorme hematoma si es que logra salir de aquí.

Y Tony reprime las ganas de llorar, porque mientras se miran a los ojos, sabe que este no es el hombre con quien había peleado codo con codo. Este no es el hombre que lo miró aliviado y lleno de felicidad cuando despertó de la inconsciencia después de acabar con los Chitauri.

No, este no es el hombre que recuerda. Este no es el hombre del que se enamoró.

Entonces Steve se incorpora con dificultad, parece agotado. Ya no mira de vuelta a Tony, solo se limita a arrancar el escudo de su maltratado pecho y camina hacia Barnes, quien está ensangrentado en el suelo.

Y sus palabras se repiten en la cabeza de Tony.

“Lo siento Tony, pero es mi amigo”.

Que mierda, Tony también ocupo ese papel. Se pregunta con sequedad si Steve habría hecho algo así de ser él, el afectado. Se pregunta si Steve habría separado a su nueva familia solo por su causa. Se pregunta si Steve le habría llorado si él hubiera muerto.

Está mirando fijamente al techo, preguntándose todas estas cosas, porque le duele. Le duele y se siente traicionado. Se siente furioso. Se siente… decepcionado. Frunce el ceño y mira hacia la dirección de Steve. Lo mira mientras recoge a Barnes del suelo. Lo mira mientras se aferra a él tomándolo de la cintura (y otra pregunta salta a su mente: ¿Cómo se habría sentido él si Steve lo hubiese tocado de esa manera?). Rogers y Barnes se aferran el uno al otro casi con desesperación. Se ven derrotados pero parecen bastante más serenos mientras están cerca el uno del otro. Steve tiene en un brazo el escudo y en el otro a Barnes. Y así comienza a caminar hacia la salida.

Pero Tony es obstinado y se comporta como un idiota cuando se siente herido. Pero ahora más que herido, la traición y el enojo se abren paso en su dañado pecho y corazón. Se siente dañado en cualquier forma imaginable y no es justo que Steve solo se vaya con heridas físicas. Si el amor que él le profesa no hace que Steve vea el error que está cometiendo, tal vez la memoria y el amor que Howard le profesó lo hagan.  

“¡Mi padre hizo ese escudo! ¡No lo mereces!”

Al principio parece funcionar, porque Steve detiene su andar. Pero no voltea a mirarlo. No reconoce lo que ha dicho más allá de que ha detenido su caminata. Barnes aun cuelga a su costado y tampoco se mueve.

Y entonces, deja caer el escudo.

Ha desechado el escudo como si fuera cualquier objeto que pertenece a la basura. Ha desechado lo que se supone representaba al Capitán América. Ha desechado lo que se supone Steve Rogers encarnaba.

Y a falta de un comentario ingenioso o sarcástico en replica, reanuda sus pasos. Y entrelaza sus dedos con la mano de Barnes que colgaba de su hombro.

Y Steve se va.

Se va sin decir adiós. Se va sin disculparse.  

Tony trata de incorporarse, mirando a su alrededor. Mirando las manchas de sangre en el suelo de hormigón. Mirando el brazo de metal y el escudo de vibranium en el suelo. Fueron dejados ahí como simple basura.

Supone que al final del día, eso es él, porque también fue dejado atrás. Fue desechado y olvidado. Fue escupido y masticado. Fue usado y cuando se rompió, fue descartado. Fue dejado con todo ese amor pudriéndose dentro de su pecho. Y fue olvidado con todo ese odio acumulándose en su corazón.

No se había sentido tan solo y vacío desde que el mundo se cayó a pedazos a su alrededor en el 2013.

Y la realización lo golpea.

Ha perdido todo.

Notas finales:

Cualquier falta de ortografía, es mi culpa.
Ahora, yo estaba muy feliz viendo estos videos de Steve y Bucky en Youtube porque tengo un insomnio asqueroso y entonces aparece uno con la banda sonora de Zack Hemsey y es como "¡Mierda! ¡Qué buena música instrumental!" Y si tienen la oportunidad, escuchen la pieza que lleva por nombre el mismo que este fanfic: The way. Es positivamente nostálgica y hermosa. Y sí, me puse a escribir esto desde las 4 o 5 de la mañana (realmente no recuerdo) y de manera oficial llevo más de 30 horas sin dormir así que yay! por este nuevo record. 

Otra cosa es que si no han visto la serie de Agent Carter entonces no entenderán la parte en la que Howard fue hipnotizado. El doctor Ivchenko (quien pertenecía al Leviatán) hipnotizó a Howard, haciendole creer que había encontrado la Valquiria. Pero la avioneta que Howard manejaba llevaba explosivos que afectarían a la ciudad de Nueva York, entonces Peggy trata de hablar con él por la radio y Howard con lágrimas en los ojos le responde a Peggy que lo ha encontrado. Que por fin ha encontrado a Steve Rogers y lo llevará de vuelta a casa y fue devastador cuando Howard se percató de que todo había sido una ilusión. Te das cuenta de que Howard amaba mucho a Steve Rogers. Y el final de la primer temporada es un golpe total al corazón. Peggy le dice adiós a Steve de una manera muy emotiva. Ay, lo siento, también shippeo el Steggy y amo a Peggy Carter ;-;

¡Gracias por leer!


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