Camino directamente hacia mi cuarto con una enorme sonrisa de satisfacción al haber logrado cumplir mi objetivo, ya puedo saborear el momento, ya puedo sentir como voy a gozar con ello. Y cuando menos lo espero ya estoy parado justo en la puerta de mi habitación, la cual abro con impaciencia.
Lo veo recostado sobre mi cama, atado de pies y manos, (es una verdadera fortuna que esos aros de energía controlen por completo su ki), haciendo intentos sobrenaturales para liberarse, pero lo único que logra es resaltar más su lindo trasero, me saboreo con esa visión e instintivamente mi miembro comienza a palpitar. Lo masturbo un poco sobre mi vestimenta para calmarlo un poco, todavía no es el momento campeón pienso con lujuria.
Camino justo a la altura del rostro de mi amado Vegeta, coloco mi pene prácticamente sobre su cara y él solo me lanzó una mirada de enojo, pero sé que también en ella hay temor, inquietud, nervios, horror, pero lo sabe disimular bastante bien con su gran orgullo.
Sin nada de delicadeza retiro bruscamente la mordaza que lleva en su linda boquita, se sorprende por ello, quiero escuchar su voz y de inmediato un sinfín de insultos comienzan a brotar de la misma.
- Maldito insecto, suéltame, te mataré - yo solo rio para mis adentros al verlo tan vulnerable y me hace desearlo aún más.
Así que sin ningún cuidado aprieto una de sus nalgas entre mis dedos, son tan firmes, redonditas y carnosas soy un poco tosco, haciendo que Vegeta chille y grite de coraje, impotencia y hasta dolor.
Se retuerce aún más y yo en lugar de parar como tanto me lo pide, ahora lo hago con mi otra mano, mientras algo de saliva escurre por mi boca.
- No me pongas tus sucias manos encima - me pide como si se tratara de una orden, pobrecito en cierto modo siento pena por él, no se ha dado cuenta que aquí el que manda soy yo. Formo una sonrisa de burla y me insulta más.
- Tranquilo, esto es apenas el comienzo - meto la mano bajo su spandex y siento como sufre un sobresalto, bajo mi piel todo su cuerpo se tensa y lo escucho titubear un poco.
- No, estúpido enfermo, no lo hagas - pero se siente tan suave que no dudo en seguir manoseando su culito hasta que mi miembro ya no puede más y la ropa se siente tan apretada que tengo que recurrir a liberarlo.
Cuando lo hago, como puede gira su rostro hacia otro lado para evitar mirarlo.
- ¿Qué sucede? ¿acaso no quieres conocer a mi amigo que te perforará tu precioso agujerito? - digo con mucha lujuria y ya no muy consciente de mis palabras, estoy tan caliente y excitado que ya no soy yo mismo.
Me ve con terror e intenta patalear más pero es casi imposible.
Ya presa de la calentura introduzco un dedo en su ano, que topan mis otros dedos contra sus nalgas, quiero explorar su cavidad y darme una idea de que tan delicioso es.
Y es justo como lo imaginé, estrechito, apretadito, rico.
- Se ve que nunca te han metido algo por aquí - me inclino un poco para susurrar en su oído con mi voz tan ronca y erótica.
- Duele - expresa con la voz media entrecortada y yo obvio que lo sé, pero aunque sufras y me pidas piedad no puedo parar, dentro es tan delicioso que simplemente no quiero detenerme.
Tu rostro de dolor, tus quejidos de que te estoy lastimando son música para mis oídos. No sé porque me excito más y ahora te meto otro dedo más sin ningún cuidado.
Tú en respuesta te quejas más e intentas huir o por lo menos hacer que salga de tu interior, pero no puedes hacerlo, tus sollozos aumentan y mi pene y excitación contigo.
Quiero darte tan duro que cuando te levantes me recuerdes en cada paso que des, quiero que tu culito siempre me recuerde, que admitas que soy tu amo y señor ya no es tiempo de jugar.
Los saco de tu orificio para ahora posicionar algo más, tu rostro de impresión cuando observas que voy a colocarme sobre ti es algo que llevaré guardado por siempre en mis recuerdos.
Continuará………….