— ¿Hola?...¿Tony?— La voz del soldado sonaba insegura, podía escuchar la respiración al otro lado de la línea, pero no sabia que decir, era como si su mente se hubiese quedado en blanco. Cuando por fin encontró que decir, el sonido de un cristal estrellándose más unas cuantas maldiciones se escucharon a través del auricular, Steve no tuvo tiempo de articular palabra alguna, pues la llamada se había cortado.
Fue entonces, cuando en la oscuridad de la noche, sólo en su habitación, se puso a pensar en los acontecimientos sucedidos las últimas tres semanas. No era como si no los hubiese repasado antes, pero con todo el ajetreo, la planeación del escape de prisión y que una vez libres, sus amigos se sintieran a gusto en el escondite que T'Challa les había proporcionado, no le había dado tiempo de examinar detalladamente todo lo que había pasado, eso... y que realmente quería olvidarlo. Olvidar que había sido el causante de la decepción en esos ojos chocolate.
Quizás era porque por primera vez pensaba en todo lo que había hecho o que oír la voz de Tony lo había aturdido un poco, mas esta vez la culpa lo invadió, parecía que ésta había esperado paciente a que recordara lo que hizo, todo lo que dijo, que recordara de la manera salvaje en la que le había mentido a Tony. Su corazón se estrujó, se sentía un cobarde, un traidor y un mal amigo.
Le dolía, porque había hecho que Tony confiase en él solo para después romperle su confianza en la cara. Sin embargo, lo que más le acongojaba, era que lo había hecho después de lo que sucedió esa noche en la casa de Clint.
El corazón de Tony palpitaba muy rápido, él no quería llamarlo, no debía hacerlo, pero en la soledad de su torre, sólo, ebrio, parecía una buena idea. Sobre todo porque sabía que no tenía el valor para esperar a que contestara y pensaba que Steve estaba dormido a esa hora. Fue por eso que cuando oyó la voz del soldado se quedó paralizado, si no hubiera sido por la caída de un vaso mal acomodado, a lo mejor seguiría absorto en sus pensamientos mientras escuchaba la voz de Steve.
Se sentía estúpido porque, incluso después de todo lo que había hecho el rubio, él quería seguir escuchando su voz, extrañaba su presencia en la torre. Debería odiarlo, pero algo se lo impedía y ese algo lo hacía verse débil frente al soldado.
Después de servirse un nuevo vaso pensó en todo lo que había pasado. Considero que quizá era su culpa, pero desechó la idea al instante, porque sabía que había cometido errores, pero él no había actuado a base de egoísmo, él no había usado a nadie, él no le mintió.
Fue con el último vaso que decidió que debía hacer las cosas bien, recuperar lo que él consideraba parte de su familia, poner las cosas en su lugar -aunque eso significase enfrentar a Ross- , y con su último trago prometió lo más difícil, olvidaría a Steve Rogers, su cariño, su mentira, pero sobre todo, lo que había pasado con él esa noche en el hogar de Barton.