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Blaze. [BTS] por Heiofthemoon

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Notas del fanfic:

¡Bienvenidos a mi fanfic! XD

Esta es la primera historia que doy a conocer al mundo, sean ambles, plz :v


Cosas que aclarar; Los recuerdos estarán en cursiva. Hay algunos personajes originales (como se notará XD) Pero no se encariñen con ellos (?) :v ... y ya está, nada más que decir (creo, lol) Sois libres de preguntarme cualquier cosa.

 

 

 

En el oscuro pasillo solo se escuchaba el eco de unas pisadas desesperadas que huían de otras que lo seguían con tranquilidad, acompañadas con un silbido agudo de una melodía infantil escuchándose cada vez más cerca. Aquella tortuosa melodía haría estremecer a cualquiera.

Entre la luz de luna que entraba por las viejas ventanas, se observaba pasar la figura de un chico, Jin, con su cuerpo temblando y la respiración agitada.

Las piernas le temblaban, sentía que ya no podía más, que en cualquier momento se desplomaría. La herida de su costado estaba entumecida, pero sentía claramente como la sangre que corría por sus costillas empezaba a empaparle el pantalón. Se escondió en una esquina al lado de una puerta vieja que había intentado abrir inútilmente, había un montón de trastos apilados uno sobre otro. Se metió debajo de una escalera retorcida y pidió a todos los dioses, a todo lo existente y a lo que no, para que no lo encuentre ese pirado.

El silencio se hizo en el pasillo, un silencio aterrador que dio paso al siseo del agresor, como si fuera una serpiente, se escuchaba a uno que otro perro ladrar y a ratos el crujir de las anticuadas duelas. Jin se tapó la boca y nariz intentando hacer el menor ruido posible cuando un crujido sonó a su lado.

- Te huelo – sonrió maliciosamente, intentando encontrarlo en la oscuridad en la oscuridad – tu miedo... es placentero.

Jin vio como una bota sucia pasaba junto a él y se detenía a poca distancia.

- Corre, corre ratoncito – empezó a cantar con una voz gruesa y baja – y no mires para atrás, porque o si no – apretó más el puño con el que sujetaba el látigo – El gato te comerá.

Los silbidos volvieron.

El chico observaba con los ojos muy abiertos. El sudor recorría todo su cuerpo y tenía repentinos escalofríos que intentaba controlar para no delatar su posición. Las botas del hombre continuaron con su trayecto, con un salto brusco que aumentó el miedo que sentía. Estaba acercándose cada vez más... Maldita sea. Un movimiento rápido lo sorprendió y el sonido de la chatarra cayendo a su lado ahogó el pequeño quejido que dio cuando un pedazo rozó su herida. Se esperó lo peor.

 

~*~

 

- Maldita sea – bufó Namjoon – hay alguien en peligro ahí fuera – dijo bajando el tono de voz al ver a su abuela haciéndole gestos para que se callara.

- No podemos hacer nada, conoces las reglas – Dijo Hoseok, con tono suave.

- A la mierda las reglas, no sirven de nada, solo nos traen problemas.

- Se ha saltado el toque de queda – miró suplicante al menor, intentando convencerle.

- No es justo – Masculló Namjoon, vio como los ojos de la anciana se enlagunaban y un pinchazo de dolor atravesó su pecho.

- Lo sé, pero si sales compartirás el mismo destino – lo sujetó por la muñeca – hazlo por nosotros, por tu abuela – con un gesto de frustración Namjoon se separó bruscamente, desequilibrando a su amigo.

- Esto me cabrea un montón – dijo mirando la antigua puerta de madera, estaba desgastada y se podía ver como la luz tenue de la luna se escabullía por algunas grietas – Pero les quiero demasiado, no podría poner a mi familia en peligro.

Unos pasos acelerados al otro lado de la puerta los sorprendió. Se movió el pomo pero paró enseguida. Hoseok apagó la única luz que tenían, provenía de unas simples velas, mientras el mayor acurrucaba a su abuela entre sus brazos.

La voz gruesa que empezó a cantar los estremeció. Ya era una mierda tener que aguantar la estupidez de esos imbéciles y esto hizo que Namjoon los odiara más, ¿Cómo podían disfrutar matar a gente inocente? Era algo incomprensible.

Saltaron al escuchar los ruidos de la chatarra que había conseguido Namjoon, la había guardado para reforzar la endeble puerta. Después de unos segundos, se escuchó otro sonido, estaban golpeando la montaña de chatarra mientras maldecían. Se cansó rápido y escucharon como hablaba por radio pero sin entender aquella voz gruñona que se alejaba.

Después de horas de espera, los primeros rayos de sol iluminaron la habitación.

Namjoon sentía sus brazos entumecidos, su abuela no quiso irse a dormir, “Tengo miedo, no quiero quedarme sola” le había dicho, y Namjoon no siguió insistiendo.

- Hoseok, ayúdame a llevarla a la cama – observó el semblante somnoliento de su compañero – no ha descansado como se debía.

- Por supuesto – tomó con cuidado la raquítica figura de la anciana.

- Con cuidado.

- Lo sé.

La abuela se despertó apenas tocó el colchón, no quiso dormir y mandó a todos a hacer sus tareas, lo que pasó anoche solo era una noche más como muchas que habían tenido.

Después de desayunar una barra de pan rancio y unas raíces que disimulaba un poco el feo sabor del pan, Hoseok llevó al mercado a la abuela para vender las hierbas medicinales que los mantenían. Ambos eran buenos comerciantes en comparación a Namjoon que solo parloteaba y parloteaba intentando conseguir más materias primas hasta que sus clientes se daban por vencidos.

- Nam, tu quédate arreglando el estropicio que habrá fuera.

- No hay problema, cuídense, yo me quedaré reparando algunas cosas – comentó mientras apuntaba la ventana, la puerta y más esquinas del departamento – hoy no iré al mercado.

- Eso es estupendo – sonrió divertido – tendremos más ventas.

- Idiota – respondió, dando un golpe juguetón en el hombro del menor.

- Vamos niños – interrumpió la abuela – hay que aprovechar el día.

 

Después de recoger de mala gana el desordenado apartamento, Namjoon salió a recoger la chatarra esperando que las láminas no se hayan estropeado. Recordaba la canción de aquella noche, no pudo dormir al tenerla dando vueltas en su cabeza con la imagen de una persona recibiendo la paliza del siglo. Miró con recelo la sangre aún fresca en el suelo.

- Cabrones – espetó con rabia mientras empezaba a mover los metales – Hijos de... – quedó petrificado al ver una mano pálida caer a un lado mientras separaba una lámina de aluminio.

¿Qué rayos iba a hacer?, tenía a un cadáver en su pasillo ¿Cómo tendría que reaccionar ante eso? Empezó a temblar ligeramente, miró a ambos lados del largo pasillo, parecía estar solo. Observó con cautela la mano delicada.

- No dejaré que se descomponga aquí – siguió con su tarea – Oh, ¡Joder! – se asustó al ver que el brazo ya descubierto empezaba a moverse.

Rápidamente, pero con cuidado ayudó a quitarle todo el peso de encima. Pudo ver el rostro delicado del chico, manchado por la suciedad y sangre antes de que este volviera a quedarse inconsciente.

 

~*~

 

Hoseok colocaba la mesa en un lugar que encontraron, con suerte, junto a la pileta mohecida en medio del mercado, por lo visto ese día todo el mundo había madrugado.

Comenzaba a hacer calor, así que decidió quitarse la camisa dejando al descubierto su fornido cuerpo, aunque lleno de cicatrices. Algunas veces lo habían descubierto robando y el castigo eran treinta latigazos mientras toda la comunidad lo veía, así “supuestamente” no lo harían pero la necesidad podía con eso... pensó en la persona que habían escuchado durante la noche, seguro que solo quería un poco de comida. Aquello no era justo.

Dejó escapar un suspiro más fuerte de lo que pensó.

Las risitas de las chicas que pasaron a su lado lo sacaron de sus pensamientos, lo miraban descaradamente.

- Ya deberías buscarte una buena mujer – comentó la abuela sonriendo – eres un chico fuerte y apuesto.

- Para, abuela – dijo sonrojándose.

- Serias un buen partido, no dejarías morir de hambre a nadie.

- Eso no importa, quiero permanecer junto a ti – dijo tierno tocándole la punta de la nariz.

- Una esposa, eso es lo que necesitas.

- Tú eres mi mujer favorita...

- Ja, ja. Eso no vale, nunca te he visto con una mujer.

- En este mundo no hay sitio para eso, abuela – continuó con sus tareas, ya estaba casi listo.

 

~*~

 

Yoongi no había visto a otro humano desde hace mucho, mucho tiempo y le pareció un fastidio tener a unos cuantos intrusos en su territorio. ¿Cómo habían llegado tan lejos y que mierda tenían puesto en la cara?

Los observaba desde los árboles sigilosamente, había crecido en los distritos más pobres y eso le obligó a robar comida, pero su agilidad para moverse por los tejados, que adquirió a la fuerza, lo mantuvieron de una pieza y ahora lo mantenían con vida fuera.

Eran tres, un moreno de piel pálida, alto, delgado, pero por sus actos parecía ser el más fuerte del grupo, si lo encontraban tendría que encargarse de ese primero, no quería volver a esa cárcel de mierda.  Los otros, uno rubio y el otro pelirrojo estaban muy atentos a cualquier sonido, parecían novatos, estaban muy nerviosos ¿Se habrían perdido? Sonrió malicioso, pero su sonrisa se borró al notar otra silueta salir entre los arbustos ¿Cómo no lo había notado? “Ese es más peligroso” pensó.

Era mucho más fuerte y alto su voz era más madura que la que escucho a los otros.

- Ya tenemos que marcharnos estamos muy cerca de la zona prohibida, en estos sitios ya hay mucha radiación – dijo el mayor.

- ¡Sí, señor! – gritaron al unísono los más pequeños.

- Deberíamos coger algunas muestras y eso – dijo el alto.

- Los científicos lo tienen controlado, Jungkook – respondió – si querías aprender de plantas inservibles, tenías que haberte quedado en la cúpula.

- Lo siento. – pronunció a la espalda del mayor.

Los otros lo siguieron, reclamándole al chico para que dejara de ser tan curioso. Eso solo les traería problemas.

Yoongi suspiró aliviado al ver como las siluetas de los intrusos se adentraban en el desierto, miró más allá, se podía distinguir claramente el destello de la cúpula.

- Todo es una ridícula mentira. – Se quejó hacia los soldados que ya eran solo manchas entre la arena resplandeciente. Por un momento sintió pena por ellos.

 

~*~

 

Jungkook cerró los ojos al notar como los tubos que salían de la pared empezaban a rodearlos. Sintió el rocío que los envolvía haciéndole cosquillas al chocar con el traje.

 Al abrir los ojos, sus compañeros ya estaban saliendo de la cámara de desinfección, jugueteando mientras hacían comentarios sobre su primera excursión. Se sacaron el traje y continuaron igual de juguetones. “Que ridículos” pensó. Los siguió lentamente y en silencio hasta que llegó a su bloque, entró en el ascensor, ovalado y de cristal, le dio al número 12 y este empezó a subir rápidamente.

Podía ver la mayoría de la ciudad desde su piso, todo era edificios iguales y del mismo color que contrastaban con unos pocos árboles pequeños en las esquinas, nada que ver con los grandiosos árboles que vio en el exterior, el exterior tenía una belleza impresionante, pero ya no podría salir hasta la próxima semana.

Quería ver los mutantes que fueron los humanos expuestos por la primera tormenta solar que llegó a la tierra. Según los libros que había leído, la mayoría murieron por quemaduras, así como las plantas y animales. Lo poco que lograron rescatar lo tenían distribuido en las cúpulas pequeñas de alrededor, que estaban conectadas por túneles subterráneos. Pero lo que vio fuera, no se parecía a lo que tenían dentro, era como si todo, hasta las rocas hubiera cambiado.

Desconfiaba de todo, no podía creer que el exterior no era habitable, era como un oasis, seguro que en otras partes habría más como aquel pequeño bosque.

Caminó hacia la cocina, todo era blanco. Qué obsesión con aquel color. Estaba aburrido de todo eso y no le dejaban cambiar nada. Abrió una lata de refresco y lo tomó con muchas ganas, no se había dado cuenta de lo sediento que estaba hasta ese momento.

El timbre provocó que derramara un poco de la bebida. Maldijo por lo bajo antes de acercarse a la pantalla de la puerta, posó la palma de la mano en la pantalla y apareció un Taehyung sonriente mostrando un par de chocolatinas. Abrió la puerta rápidamente.

- Kookie, ¿sabes lo difícil que es conseguir esto? – mostró los paquetes, agitándolos frente a su rostro.

- Si, lo sé – quiso cogerlos pero Taehyung con un movimiento rápido los escondió detrás, recortando la distancia entre los dos.

- Agh, pues no los quiero – protestó alejándose.

- Hoy estas de mal humor, mi galleta.

- No digas esas cosas – reclamó mientras limpiaba lo que había derramado antes de que llegará su invitado – no me gusta.

- Lo sé – Respondió divertido – me gusta tu expresión cuando te enfadas – El menor suspiró.

Taehyung se sentó en el sofá soltando el aire ruidosamente.

- Vamos a comernos estas chocolatinas antes de que aparezca Jimin.

- ¿También vendrá?

- Lo siento, mi galletita – enfatizó las últimas palabras – hoy no estaremos sol… – Recibió un golpe antes de terminar la frase. 

- ¿A tu chico no le molesta que hagas esas bromas de mal gusto?

- No. No lo hago frente a él – se llevó otro golpe por esa respuesta.

El timbre volvió a sonar.

- Esta noche hay que festejar – dijo Jimin al entrar, esquivando al menor.

- Bienvenido – Pronunció con sorna a la puerta vacía – pasa. 

De un salto, Jimin se sentó junto a Taehyung, en el sofá. Jungkook lo siguió, contagiado por la energía del mayor.

Siempre quedaban en alguna casa, esta vez tocaba incordiar al menor.

 

~*~

 

Namjoon colocó al chico en su cama, puso unos cuantos trapos impermeables debajo para no manchar la cama y estudió el cuerpo de aquel muchacho.

 El lado derecho de la camisa estaba empapada en sangre incluso, hasta el muslo. Había sangrado mucho, aquello no era nada bueno. Cogió unas tijeras, puso a hervir agua y sacó de uno de los armarios un paquete con unos instrumentos que le servirían para coser la herida. Toco la frente de su paciente estaba muy caliente, la herida podría haberse infectado.

Empezó a cortar la camiseta y decidió que el pantalón también tendría que hacerlo. Cogió el agua caliente y unos paños y empezó limpiando desde la herida notablemente profunda hasta la pierna, agradeció no encontrar otra herida en el muslo, solo tenía unos cuantos moretones.

Empezó rápidamente a desinfectar la herida y a suturar, se mantenía atento a la respiración del herido, le sorprendía lo mal que estaba. Casi no reaccionaba al dolor. Por suerte solo una parte del corte llegaba al músculo, lo demás fue fácil y rápido. Notó que se empezaba a mover más mientras le terminaba de colocar el apósito. Pero no llegó a despertarse. Terminó de quitarle la ropa sucia y lo cubrió con una manta. Ahora tendría que recuperarse.

Preparó agua fría y unos hielos antes de empezar a limpiar con un paño el rostro del chico suavemente, con el agua fría le bajaría la temperatura. Limpió su frente y sus ojos se relajaban con los movimientos suaves y delicados, ya se notaba como su expresión empezaba a relajarse. Cambio el paño por uno más limpio y volvió a hacer el mismo recorrido llegó a sus labios gruesos y bien formados aún estaban un poco rosados. Bajó a su cuello provocando que el chico se estremeciese, rápidamente levantó la vista, seguía dormido, enjuagó el pañuelo para dejarlo puesto en su frente, al volver se percató de que había abierto los ojos, parpadeaba muy lento.

- Hola – pronunció con voz queda – ¿Cómo… cómo te sientes?

Solo escuchó un quejido antes de que volviera a quedarse dormido. Dejó el paño húmedo cubriendo su frente y ojos. Apagó la luz y salió a seguir recogiendo el desastre del pasillo.

Le estaba costando lo suyo, los minutos habían pasado largos y pesados, pero ya lo tenía limpio, y empezó a reforzar la puerta desde fuera, intentando hacer el menor ruido posible, pero no era fácil. Decidió descansar un poco y mirar cómo estaba el chico.

 Dormía aún en la misma posición en la que lo dejó, tenía mejor color y cuando se acercó a él y puso una mano sobre sus mejillas, supo que la temperatura se había normalizado.

- Sobreviviste, menuda suerte tienes. – Le murmuró sonriente al chico aún dormido, sin importarle si lo escuchaba o no.

 

~*~

 

Mujeres, casarse, formar una familia… ¿Así como estaba el mundo? No gracias, prefería seguir solo, formar algo que podrías perder en un abrir y cerrar de ojos era una auténtica estupidez.

- Aquí tiene señor – Pronunció mientras daba una bolsita de hierbas mostrando una sonrisa a su cliente – Tómelo tres veces al día antes de comer y se recuperará.

- Gracias joven.

- Ven a comer – Lo llamó la abuela dando palmadas a la silla de su lado.

- Mmm, por fin – se sentó pesadamente – tengo mucha hambre.

Un guardia los interrumpió grosero, pidiendo algo que calmará el dolor y algún desinfectante para una herida en el hombro, exigiendo que lo curaran.

 La herida parecía ser por una apuñalada. La abuela lo empezó a curar en silencio con Hoseok sin quitarle los ojos de encima, atento a los prontos de tenían los imbéciles de los guardias.

-         Fue un niñato de mierda – empezó a narrar – su madre murió por no querer darnos lo que nos correspondía, y el muy idiota se abalanzó sobre mí a pesar que éramos cuatro contra uno – se quejó mostrando una mueca desagradable – No estaba mal el chico, era fuerte, incluso mató a uno de un golpe en la cabeza – se río – con una roca – la expresión seria del joven le quitó la sonrisa – ¿no te hace gracia? – se levantó de golpe ocasionando que la abuela cayera. El movimiento de Hoseok por ir a ayudar fue frenado con un empujón que a duras penas pudo mantenerlo en pie – Eh, imbécil, cuando la autoridad dice que te rías, tu te ríes.

El menor siguió viéndolo con seriedad, incluso con desprecio.

- Maldito crío de mierda – lo cogió del cuello, levantándolo del suelo un par de centímetros.

Hoseok intentó deshacerse de esas manos sucias que lo agarraba con fuerza, sin resultados, pero no podía hacer mucho o lo matarían, a su abuela también, sentía unas casi incontrolables ganas de partirle la cara a ese cabrón y luego utilizaría el propio látigo que llevaba a la cintura para vengarse por todos los azotes que le dieron a él, seguro empezaba a llorar al tercer latigazo, solo eran basura que se creían dueños de todo y de todos... Sintió como caía al suelo.

- Termina esto, vieja – ordenó ignorando al muchacho que luchaba por recuperar el aliento – el muy hijo de puta escapó – continuó como si no hubiera pasado nada – pero esa herida que le hice ya lo habrá matado y ahora se estará pudriendo en algún basurero –La expresión de Hoseok seguía dura, pero ya no le importó – solo quería divertirme con él y matarlo lentamente.

Parecía que disfrutaba haciendo que el chico escuche sus “hazañas” era otra forma de torturar, y ya era difícil encontrar gente que todavía piense en los demás, la mayoría solo intentaba sobrevivir.

La abuela terminó con la cura con lágrimas en los ojos y pulso tembloroso, al guardia le divirtió y arrancó de las manos de la anciana las hierbas medicinales y el desinfectante.

- Nos veremos algún día – Dijo en tono que más bien parecía una amenaza, antes de irse, lo suficientemente cerca del menor como para que a este le llegará el aliento apestoso que emanaba. No se retiró ni un centímetro y su expresión seguía siendo de repulsión y odio.

Escupió al suelo, casi sobre las botas del guardia y siguió viéndolo amenazante. Fue una estupidez que no pudo controlar a tiempo. Recibió un golpe con el revés de la mano gigantesca y mugrienta, no sólo le daba asco su físico si no también su comportamiento narcisista. Deseaba patearle el culo y hacer que se callara de una a vez. El guardia lo miró con superioridad y siguió su camino. Hoseok fue a consolar a la anciana que no paraba de llorar y temblar, la envolvió en sus brazos diciéndole palabras tranquilizantes entre pequeños besos que le daba en la frente, sentía como las lágrimas humedecían su camiseta. Y eso incrementaba el odio que sentía hacia ellos, algún día perdería el control y acabaría haciendo una maldita locura.

 

~*~

 

Yoongi miró el desierto a través de los árboles, era un atardecer especialmente doloroso… solitario. Caminó sin quitarle la vista, tropezando de vez en cuanto con ramas y piedrecillas hasta que vio la luz anaranjada reflejarse en un estanque rodeado de moras y diferentes arbustos. Se desnudó y se sumergió dejándose llevar por la agradable sensación del agua, aún con la mirada en el atardecer…

 

La arena se levantaba por la fricción de la ruedas del jeep, dejando a su paso una estela de polvo dorado. Yoongi estaba atrás, apoyado en la barandilla del sistema antivuelco, estaba de mal humor por el calor agobiante que hacía y el polvo no le dejaba ver con claridad, la máscara le agobiada y el traje era una jodida mierda. Suspiró buscando un poco más de calma.

Sus compañeros seguían serios delante. El ambiente se había vuelto así de tenso por una discusión estúpida que tuvieron aquella mañana.

Por la mañana, John, el copiloto, había llegado a la habitación de Yoongi cuando Marshall lo sujetaba de la cintura, después de un pequeño tropezón, quedaron muy cerca, tanto que pudo sentir el cálido aliento de su compañero rosar su mentón, lo sostuvo mucho tiempo así, innecesariamente, pero Yoongi no hizo ningún ademán de soltarse. Hizo una mueca de frustración, se sentía culpable ¿por qué demonios no se apartó?

Miró el moretón del mentón de Marshall sintiéndose aún más culpable, John había malinterpretado las cosas.

Chicos – Inquirió – el siguiente punto está a unos 300 metros.

De acuerdo. – Dijeron con voz vacía a la vez. A Yoongi se le apretó más el estómago.

Afortunadamente, en un momento llegaron a una roca gigantesca que ofrecía una sombra acogedora, además, si había alguna tormenta de arena, estarían medianamente protegidos. El atisbo de la sonrisa que Yoongi tenía, se esfumó al notar la tensión entre sus compañeros.

John se apoyó bruscamente en la roca al lado de Yoongi rodeando sus hombros, le dolió notar que solo lo hacía por “marcar su territorio” pero se dejó llevar, ahora eso no importaba.

Empezaré a poner las trampas alrededor – dijo Marshall dándoles la espalda – enciendan una hoguera.

Sí, claro – respondió Yoongi. John lo miró con una mueca de disgusto.

Sabemos lo que tenemos que hacer.

Después de comer, la pareja estaba junto a la hoguera descansando. Marshall había decidido dejarlos solos, pensado en su comportamiento, cada vez le resultaba más difícil controlarse… Le fue casi incontrolable no besar esos finos labios que se habían formado en un gesto de desconcierto cuando sus manos se apoyaron en su cintura. No se había alejado, tenía que haber aprovechado esa oportunidad.

La llanura del desierto dejaba observar todo a su alrededor, la luna llena mostraba formas a lo lejos, posiblemente por unas rocas sin importancia, la brisa ya era más fresca y podían relajarse.

Marshall – llamó John, estaba detrás de él.

¿Pasa algo? – preguntó sin girarse.

Tu turno a terminado – se situó a su lado sin mirarlo.

Genial – le cedió el arma a John antes de irse. No soportó la indiferencia de su compañero. Tenía que decir algo – Yo solo…

No me cuentes mierdas – le interrumpió.

Eres un Imbécil, ¿¡crees que tiraría toda nuestra amistad a la basura!? – John lo miró serio y sin responder, como recalcando lo que había visto – Solo eres un celoso de mierda.

Vete al carajo.

Él te eligió, no sé por qué cambiaría de opinión – Marshall le obligó a que lo mirase con un empujón en el hombro.

Deberías irte ya.

Eres mi mejor amigo… crecimos juntos, nos a listamos juntos, nos…

Nos gusta la misma persona – Terminó John. Esta vez lo miró fijamente.

No quiero perderte.

Un silencio incómodo se extendió sin que ninguno se atreviera a decir algo. Marshall se fue rendido.

Yo tampoco quiero perderte – dijo John en voz baja.

Al entrar a la tienda la mirada vacía que Yoongi le puso a Marshall no le dijo nada, sabía muy bien que esa inexpresiva cara era la máscara que siempre tenía, pero sus sentimientos estaban dentro, quemándole. Pensar en eso siempre le incitaba a ir y abrazarlo, consolarlo… pero en cambio le tiró la chaqueta que se estaba quitando y se sentó al extremo contrario de donde estaba el menor.

-         ¿Todo bien? – logró decir Yoongi mientras le tiraba un paquete de comida deshidratada. Se sentía nervioso por haber escuchado la conversación de sus compañeros y no quería que se notara.

Sí, todo está extrañamente tranquilo.

Puede que otra tormenta haya alejado a los animales.

Puede ser – respondió con la boca llena – esto es asqueroso.

La arena me parece más apetecible – bromeó. Su compañero le dio la razón con una carcajada.

Deberías descansar, soldado – pronunció poniéndose serio – luego es tu turno.

Por supuesto – dijo mientras se acostaba – “señor” – terminó con sorna, logró ver como el otro sonrió en silencio mientras se terminaba su alimento…

 

Yoongi salió del estanque aún pensando en aquellos recuerdos tan lejanos, como si estuviera en un sueño. Sin notar que una pared de arena se acercaba rápidamente. Cogió su ropa llena de polvo.

- ¿Pero, que rayos…? – sacudió la ropa y empezó a ponérsela. No se dio cuenta de lo que pasaba hasta que un calor extraño empezó a calentar su espalda, al girarse, pudo ver como la arena se comía todo a su paso, se acercaba a gran velocidad hacia él y ya empezaba a tumbar algunos árboles… 

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer! 

PD: ¡Especial agradecimiento a Kath23 por su ayuda y su supervisión! -Hermana,tupaciencianotienelímites:v:v-

¡Arrivederci~! <3 <3


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