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Serás Mío por StrangeTH

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Me encontraba caminando a paso lento por los pasillos de mi nuevo instituto. Las manos sumergidas en el interior de los bolsillos, la bufanda al cuello y evitando a toda costa las corrientes de viento que se colaban por las ventanas. El frío se hacía casi insoportable y mi nariz estaba roja por la frescura del ambiente. Desde que llegué a Inglaterra no ha parado el mal clima ni las lluvias ocasionales. Fastidiosa temporada para el inicio de clases en un lugar nuevo.

Miré en todas direcciones intentando hallar la cafetería, sin embargo, a pesar de llevar gran parte de mi recreo buscándola, no aparecía por mis alrededores.

Suspiré con pesadez. Apenas llevaba un par de semanas en el instituto y ya tenía complicaciones tan triviales. Ser estudiante de intercambio en un sitio nuevo es más complicado de lo que parece. Vivo solo en un condominio cerca de aquí, un bonito departamento.

-Light -escuché que me llamaban tras la espalda-, compré café -dijo Mikami con suavidad mientras me extendía el vaso -sonreí. Al fin. Esto era lo que necesitaba.

-Muchas gracias, Mikami -le gratifiqué-. No había logrado dar con la cafetería, al parecer aún no me acostumbro a esto -le di un sorbo al vaso y agradecí la sensación de satisfacción que me provocó el ingerirlo-, ¿cuánto te debo? -pregunté.

Mikami es alto, amable y tiene un cabello negro de lo más atractivo. Es muy servicial y el primero en ofrecerme apoyo cuando requiero algo que no sé cómo conseguir. Aunque al parecer todos aquí son muy agradables.

-No es necesario, yo invito -afirmó con cortesía.

Le insistí un poco más, pero se negó a recibir mi dinero. Junto con eso, nos pusimos de acuerdo y decidimos partir al salón antes de que tocasen el timbre, no obstante, cuando nos dispusimos a avanzar, una pelinegra muy encantadora se agarró de mi brazo.

-Buen día, Light, qué gusto verte -saludó con distinción antes de soltarme.

-Buen día, Takada -correspondí su ademán con una sonrisa- lo mismo digo, es un encanto disfrutar de tu compañía a estas horas -era, indiscutiblemente, preciosa. Sus labios rojos, carnosos, con forma de corazón le daban un remate bastante coqueto. Melena azabache, de piel blanca e iris azulinos. Muy inteligente.

Había escuchado que era presumida y egocéntrica, razón por lo que era muy complejo acercarte a ella sin que te mirase de forma despectiva, pero la verdad es, que a mí desde el principio me ha tratado con gentileza.

-¡Qué majo!, muchas gracias -dijo aferrándose nuevamente a mi brazo-. Buen día a ti también, Mikami -le sonrió.

-Buen día... -respondió por lo bajo. Se aproximó a mi oído y murmuró en él-. Vaya, ¿cómo es que lo haces, Light? Llevo más de tres años estudiando con ella y jamás me había saludado.

No pude evitar reír al comentario. Mi vida de instituto era sumamente inmejorable. Lo tedioso era el solitario regreso a casa, claro, después de vivir años con una ruidosa hermana, y dos padres que difieren en opiniones respecto a ciertos temas no estoy muy acostumbrado al silencio.

Continuamos nuestro recorrido por los pasillos del establecimiento, y segundos antes de que pudiésemos ingresar, una rubia de apariencia mona salta en mi dirección y con sus brazose me agarra el cuello con una osadía poco frecuente a mis costumbres.

-¡Light! -me chilló al oído unos momentos antes de depositar un beso suave en mi mejilla mientras se desenganchaba de mi cuerpo-, ¡qué alegría me da verte!, ¿cómo estás? -preguntó-, ¿dormiste bien anoche? -reí.

-Estoy y dormí muy bien -respondí-, gracias por preguntar -Misa Amane, la chica más famosa de todo el instituto, y la rival principal en belleza de Kiyomi Takada-. ¿Y tú cómo te encuentras hoy? -consulté queriendo devolver el gesto de su preocupación.

-¡Muy bien, gracias! -contestó con rapidez. Sus ojos son marrón claro, casi miel. Muy agraciada e ingeniosa. Era muy distraída, por lo que sus notas no soy demasiado altas, pero cuando le da la cabezonería puede superar a Takada sin transpirar. Necesita a alguien que la centre un poco, y, al contrario de Kiyomi, tiene fama de ser atenta con todo el mundo.

-Estábamos por sentarnos en nuestros bancos para conversar un poco, ¿nos acompañas? -le propuse.

-¡Claro!, suena estupendo -aceptó ensanchando su sonrisa y se la retribuí del mismo modo. A Mikami y Takada no pareció agradarles las idea de incluir a Misa en la junta, pero disimularon la mala vibra. Quizás estoy exagerando, pero todos a veces actúan como adversarios amistosos. Es extraño.

Nos sentamos en nuestros puestos y una vez allí, comenzamos a charlar. Mi ubicación estaba al costado de Mikami, cerca de la ventana, y Misa al lado de Takada. Nuestras mesas se compartían en pareja.

Éramos realmente pocos lo que estábamos reunidos en el salón. Nosotros cuatro y dos chicos más, que están en la otra esquina de la habitación. El primero se llama Mihael Keehl, pero le apodan Mello (desconozco los motivos), es rubio y siempre está comiendo chocolate, incluso en clases. El segundos es Mail Jeevas, su apelativo es Matt (otra vez, ignoro los motivos de dicho seudónimo), es castaño y ocupa unos lentes grandes, constantemente ingresa una consola portátil y la ocupa todo el día (Hasta en clases).

-Oigan... -nos llamó Misa murmurando-, ¿escucharon los rumores de "El Gran Ryuzaki"?

-¿Cuál rumor? -preguntó Mikami hablando casi tan bajo como Amane.

-¿Te refieres a lo de las chicas de último año? -consultó Takada sin quitar atmósfera de cotilleo.

Desde que llegué a este instituto, todos los días, sin ningún tipo de excepción, he escuchado nombrar por diferente personas -constantemente-, a alguien a quien apodan El Gran Ryuzaki. Desconozco los motivos de tan fabuloso seudónimo, pero sin duda despierta mi curiosidad el saberlo. Me había negado a preguntar los primeros días, no quería ser inoportuno, sin embargo, en vista y considerando que estamos hablando de ello, me permití el preguntar con toda la confianza del mundo.

-Disculpen... -convoqué a mis compañeros-, sé que soy improcedente, pero... ¿Quién es El Gran Ryuzaki?

A Misa se le cayó la mandíbula, a Kiyomi se le volcaron todos los lápices del estuche y Mikami quedó con el café en los labios sin dar un sorbo. Hasta los estudiantes que se encontraban en la otra esquina del salón voltearon a verme vacilantes.

Quizás estoy exagerando, pero me siento como la persona más estúpida del mundo por haber preguntado tal cosa. Me han colocado una cara tan confusa que hasta yo creí que había dicho algo fuera de lugar.

-¿No sabes quién es El Gran Ryuzaki? -inquirió Takada con preocupación y aún visiblemente asombrada.

-¿Qué les pasa? Es obvio que no lo sabe, Light es japonés y llegó sólo hace un par de semanas -reprendió Mikami con voz severa y fastidiada. Nunca me había sentido tan comprendido ni tan feliz de que alguien me defendiese. Escuché suspiros aliviados de los presentes al oír la explicación de Mikami.

-Es cierto... -recordó Misa recuperando su sonrisa-, aún no te hemos contado sobre él. Acércate -me aproximé hacía ella y susurró-, ¡Es el chico más guay del instituto!

¿Eso es todo?

-Ya veo... -hablé un poco de forma despectiva-, pero... aún así... ¿no es un poco... -me costaba encontrar las palabras adecuadas- no sé... exagerado nombrarle de esa forma?

Me miraron tan, pero TAN ofendidos que no pude hacer otra cosa que desviar la mirada avergonzado. Me sentí tan insultado y despreciado por esos ojos que sentí la necesidad de retractarme de mis palabras.

Mikami, actuando con la mayor madurez posible, evitó el sermonearme y se situó en el asiento de forma que quedase anverso a mí.

-El Gran Ryuzaki, es un alumno de nuestra escuela, actualmente va en su ultimo año. Sus padres son los fundadores de esta gran Institución. Es destacado por ser el estudiante más inteligente que se haya tenido en toda Inglaterra, obteniendo calificaciones perfectas sin la necesidad de entrar a clases.

-¿Cómo? -esto no terminaba de creérmelo-, ¿puntuación perfecta sin entrar a clases? -me niego a tragar tal cosa-. No puedes estar hablando en serio -sólo debe ser cuchicheo de pasillo.

-No, Light. No te lo diría si no estuviese seguro de que así es, me consta, a mí y al establecimiento completo. Se dice que lee todas las materias antes de que el año escolar comience. Es un genio.

-Si no entra a clases, ¿dónde se supone que está?

-En la terraza del colegio.

-¿Con este frío? -asintió-. Hmm... -realmente dudo que alguien así exista-, y... ¿se puede conversar con él?

-Todos podemos, sin embargo, sólo algunos reciben contestación -me afirmó Misa.

-¿Qué quieres decir, ¿si no lo desea simplemente no contesta?

-Así es -ratificó Kiyomi apoyando el mentón en su mano con expresión ida-. Se murmura que su voz es hechizante y cada palabra es intachable sabiduría.

Esto como que no lo concibo. No soy capaz de entender cómo le pueden decir El Gran Ryuzaki. Comprendo que lo admiren, pero, que ya sea tema de todos los días es algo sospechoso. Normalmente suelen molestar al más listo de la clase, no alabarlo.

-También hay un rumor de... -miró en todas direcciones- que se ha estado acostando con TODAS las chicas de último año -susurró Misa.

-Yo también lo oí -le asintió Kiyomi-, pero todas lo niegan y se sonrojan... Es sospechoso

-Disculpen, pero yo... ¿Podría... No sé, hablar con él? -inquirir con recelo y me observaron desentendidos.

-Por supuesto... Siempre escucha a quien quiera hablarle, aunque no siempre conteste. Suele limitarse a asentir o negar.

¿Asentir o negar?, ¿es en serio? No puedo creerlo.

Después de eso no seguí prestando atención a la conversación inicial, me había interesado por ese tal Ryuzaki, no podía evitarlo. Quizás es alto, estructurado, muy metódico, tal vez elegante, distinguido y estiloso. Tengo demasiadas expectativas en la cabeza.

También debe ser bien parecido. Lo he escuchado en todas partes desde que llegue a este instituto, creo que siempre hay alguien hablando de él.

-En la terraza puedo encontrarlo, ¿no?

-Sí, pero... ya van a empezar las clases... -mencionó Misa observando la hora en su teléfono.

-No importa, me bastará con leer alguno de sus apuntes -en materias, tengo una capacidad de análisis sobresaliente.

-¿Seguro quieres verle ahora? -preguntó Mikami.

-Sí, ¿alguien podría prestarme más tarde su cuaderno con la materia hoy? -Los tres levantaron la mano y les sonreí con amabilidad-. Gracias, son muy increíbles.

Apenas salí del salón el timbre sonó. Eso ha sido suerte.

Las piernas me temblaban un poco mientras subía las escaleras, ¿Qué tipo de personas será?

Trataba se subir los más desapercibido posible, tampoco quería que alguien me viera saltando clases. Sé que no debería pero la curiosidad está matándome.

Debo admitir que estaba un poco escéptico pero maravillado al mismo tiempo, ¿Cómo podía haberse ganado esa reputación?

Llegué frente a la puerta y una extraña adrenalina me recorrió todo el cuerpo.

Respiré hondo y con cuidado abrí la puerta de la terraza.


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