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You Are In Love por Na Na

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Notas del fanfic:

Un nuevo JongYu!

Amo a esta pareja, así que espero escribir más de ellos en el futuro :3

Por favor, amen el fic como los aman a ellos :D

 

 

 

Originalmente iba a ser un oneshot, pero las palabras simplemente surgieron y cuando me di cuenta era muy extenso para ser un oneshot ._. Así que es un mini-fic, por así decirlo.

No estoy segura de cuántos caps tendrá ya que no he visto bien como dividirlo xD pero no son más de seis. Creo xD

Debo decir, también, que tuve la ayuda de JabriYaraa. Me ayudó con la corrección y con nuevas ideas que le metieron romance al fic x3

Aquí pueden ver su perfil en wattpad :D

https://www.wattpad.com/user/JabriYaraa

 

 

Y, me resta decir, que está inspirada en la canción homónima de Taylor Swift. 

 

 

Disfrurten la lectura :3

Notas del capitulo:

Jong tiene el cabello negro

JinKi el cabello castño

Tienen quince años

Y son guapos *-*

La habitación estaba oscura. JinKi no podía ver más allá de su nariz. Ni siquiera podía ver su nariz.

—Ma, no encuentro las velas —JongHyun se quejó iluminando la alacena en la cocina.

—Busca bien —dijo su mamá.

—No hay —se volvió a quejar iluminando hacia la sala.

—Apuesto a que yo las encuentro —habló su padre levantándose del sofá y yendo a la cocina.

— ¿Quieres apostar? —JongHyun iluminó el rostro de su padre.

—Si las encuentro, me comeré tu postre durante una semana —se paró a su lado.

—Y si no las encuentras yo me como tu postre.

—Trato hecho —ambos estrecharon sus manos.

—Yo apuesto a que ninguno de los dos las encontrará —comentó la mamá de JongHyun al lado de JinKi, lo suficientemente alto para que los dos hombres en la cocina la escucharan—. Y yo comeré sus postres si no las encuentran —su hijo cerró el trato—. Compartiré contigo, JinKi-ah —el aludido le agradeció.

Pasaron cinco minutos hasta que los dos hombres en la cocina se rindieron.

La señora Song se puso de pie, fue a la cocina llevando una silla del comedor, se subió a ella, abrió la última puerta de la alacena y buscó ahí. Movió una caja de cereal y sacó el paquete del fondo mostrándoselo a los dos hombres frente a ella.

—JinKi-ah, tendremos más postre esta semana —escuchó a su esposo y a su hijo refunfuñar.

— ¡Yei! —el castaño celebró en el sofá.

Encendieron las velas y las colocaron en vasos llevándolas hacia la sala.

—Lamentamos que la luz se haya ido, JinKi —el señor Kim tomó un poco de palomitas del tazón de la mesa del centro.

—No se preocupe, señor.

—Propongo juegos de mesa —comentó Jong levantando la mano.

—Es una buena idea, hijo. Propongo monopolio.

—Ya nos quitaste el postre, ¿también quieres dejarnos pobres? —se quejó el papá de Jong.

—Me gusta la idea del monopolio —se unió JinKi provocando que la señora Song riera.

El señor Kim lo miró con los ojos entrecerrados, llevó dos dedos a sus ojos y luego lo apuntó. JinKi empezó a reír.

Definitivamente, la señora Song era la mejor jugadora en monopolio. Fue mala con su esposo y con su hijo. Y con JinKi... Intentó, de verdad, no ser mala.

—Lo siento, hijo. Creo que está en mi sangre —le sonrió.

—Te fuiste al bando equivocado, muchacho —la señora Song le lanzó un cojín a su esposo. Los cuatro rieron.

—Bueno, es hora de dormir, chicos —comentó la mamá de Jong poniéndose de pie.

—Deben obedecerla —comentó el señor levantándose—. Descansen —esperó hasta que su esposa besara la cabeza de los dos chicos para tomarla de la mano e ir a la habitación.

JinKi ayudó a Jong a guardar el juego, tomó algunas velas de la mesa y luego fueron a la habitación.

Los padres de JinKi habían salido de viaje hacia Estados Unidos y lo habían dejado en la casa de Jong durante la semana en la que ellos estarían fuera.

—Aun no entiendo porque tus padres no te llevaron. Sé que eres molesto y todo pero, ¿Estados Unidos? En serio, hyung —el aludido lo golpeó en el hombro. El más bajo empezó a reír. Abrió la puerta y esperó que JinKi entrara para hacerlo él. JinKi dejó las velas que tenía en el buró y la que tenía encendida la dejó en el escritorio.

— ¿No tienes un candelabro? —Jong asintió y le dio uno que sacó del armario. JinKi encendió una vela y se la llevó al baño junto con un bolso pequeño.

El pelinegro aprovechó para ponerse el pijama y luego siguió a JinKi. Golpeó la puerta y el mayor le abrió. Lo vio tomar su cepillo y ponerle pasta dental. JongHyun hizo lo mismo.

—Creo que la suerte estuvo de tu lado hoy, hyung —JinKi lo miró a través del espejo.

— ¿Por qué? —tenía la boca llena de espuma.

—Sabes bien que no te gusta ver películas. Fue muy amable de tu parte aceptar ver una con mis padres.

—Bueno, ellos son siempre amables conmigo, además de que me soportaran toda esta semana.

—Hyung, a mis padres les agradó la idea de que te quedaras —Jong enjuagó su cepillo, tomó la toalla doblada a su lado y se secó los labios—. Por poco y saltan de la felicidad —JinKi rio ligero.

El más bajo salió del baño y se sentó en la cama esperando que JinKi saliera. Cuando el castaño lo hizo el menor ingresó al baño.

JinKi aprovechó para vestir su pijama y acomodar su almohada en la cama de Jong. Tomó su teléfono y revisó sus mensajes. Había uno de sus padres, deseándole buenas noches y que se portara bien. Les contestó que eso haría y les deseó un buen día.

Jong salió apagando la vela del baño y tomó la del escritorio para dejarla en el buró.

JinKi se metió en la cama y se pegó a la pared. Escuchó al menor reír ligero.

— ¿Qué? —preguntó dándose la vuelta.

—Aun no sé por qué siempre te pegas a la pared cada que vienes a dormir.

—No me gusta estorbarte.

—Tú no me estorbas, hyung. Tú nunca me estorbarías —dijo lo último más bajo, casi en un susurro que JinKi no logró entender.

—Aun así —Jong apagó la vela y se metió a la cama con él.

Pasaron unos minutos en silencio. Jong miraba el techo con las manos en el pecho. JinKi estaba de lado mirando la pared.

El menor se estaba poniendo nervioso. Quería confesarle muchas cosas a JinKi, pero temía su reacción.

—Hyung... —JinKi contestó con un sonido de aprobación—. Tengo que confesarte algo —JinKi sintió como el menor se removía nervioso. Se dio la vuelta y lo encaró.

—Puedes decírmelo —el mayor trató de sonar comprensivo.

—Me gusta alguien —susurró segundos después.

JinKi siguió en silencio. Esperó a que el pelinegro continuara hablando.

—Y es un chico —y entonces el corazón de JinKi empezó a latir más rápido.

Una pequeña luz, que reconoció como esperanza, afloró en su pecho. Sin embargo, trató de calmarse y no hacerse ilusiones.

— ¿Y él lo sabe? —sintió a Jong negar con la cabeza—. ¿Y por qué no se lo has dicho?

—Temo su reacción —susurraba, como si temiera que alguien más lejos que JinKi escuchara.

— ¿Por qué? —JinKi se acomodó boca arriba.

Ahora mismo debía ser un hyung, no un chico que estaba sintiendo celos.

—Porque él y yo somos amigos desde hace algunos años, hyung. No quiero perder su amistad —sintió que lo miraba.

—Pero si no te arriesgas, no ganas, Jong.

—Tener su amistad ya es una ganancia, hyung. Una muy valiosa —JinKi se removió, algo incómodo. Ahora sus celos eran por saber que Jong tenía un amigo muy valioso para él.

—Entonces, ¿no se lo dirás nunca? —sintió a Jong tensarse.

—Estoy pensando seriamente en decírselo.

—Yo digo que lo hagas, Jong. Y que pase lo que deba pasar —le revolvió los cabellos—. Descansa —cerró sus ojos.

—Descansa, hyung. Y gracias por escucharme.

—Para eso estamos los amigos, ¿no? —a JinKi las palabras le supieron a azufre.

—Descansa —y a Jong igual.

**********

Al día siguiente la señora Song les dijo, en el desayuno, que había un desperfecto en uno de los generadores del edificio y que no lo arreglarían hasta dentro de dos días.

—Toda la semana que estarás aquí no habrá energía, muchacho —dijo el señor Kim a JinKi—. Lamentamos mucho eso.

—No hay problema —les sonrió—. Podría leer —los padres de Jong le sonrieron.

*********

Fueron hasta la casa de JinKi para poder cargar sus celulares, sus laptops y para recoger algunos libros.

—Siempre me ha fascinado tu gusto por la lectura, hyung —el corazón de JinKi dio un salto y luego empezó a latir rápido, como si quisiera salir de su pecho.

—Gracias, creo —Jong rio y siguió en su teléfono.

JinKi fue hasta su habitación sosteniéndose del pasamano.

**********

La oscuridad los rodeaba de nuevo. JinKi le daba la espalda a Jong mientras éste miraba el techo, con las manos detrás de su cabeza.

— ¿Vas a decírselo? —JinKi preguntó lo suficientemente alto.

—No —suspiró el menor—, no lo haré —el mayor se giró para ver a Jong, aunque era casi imposible.

— ¿Por qué?

—No quiero perder su amistad.

—Pero tal vez él te ve como más que un amigo y...

—Hoy comprobé que no —la voz de Jong salió decepcionada.

—Lo lamento.

—No tienes qué. Descansa, hyung — lo sintió darse la vuelta.

—Descansa, Jong.

**********

El invierno estaba a la vuelta de la esquina, así que el frío ya podía sentirse.

JongHyun estaba en la casa de JinKi, esperando por el mayor para ir al cine.

Era sábado por la tarde. Los padres de JinKi estaban en la sala, charlando animadamente con JongHyun. Después de cinco minutos de charla, la mamá de JinKi le dijo que subiera a verlo.

—Capaz y se distrajo —Jong sonrió y subió las escaleras. Avanzó hasta el fondo del pasillo y golpeó la puerta.

— ¿Hyung? —vio al pomo girar.

—Hola, pasa —JinKi se hizo a un lado y el menor entró. Se sentó en la cama y vio a JinKi buscar entre los cajones del escritorio.

— ¿Buscas tu celular? —JinKi asintió repetidas veces. Jong sacó el suyo y marcó al del castaño. Al instante, una canción en inglés sonó desde el baño.

—Lo tengo — lo tomó y lo levantó para que Jong pudiera verlo. El menor sonrió.

Salieron hasta la sala en donde el mayor buscó a sus padres.

— ¿Mamá?

—Estamos arriba —gritó su padre.

—Ya nos vamos —les gritó de vuelta.

—Diviértanse —les agradeció y fueron hasta el recibidor.

Se pusieron sus zapatos y sus abrigos. Jong terminó antes, miró a JinKi y empezó a reír.

— ¿Qué?

—Tienes mal puesto el abrigo, hyung —Jong se acercó al mayor y le empezó a desabotonar la prenda para colocársela bien. JinKi pensó que lo estaba haciendo tan lento que le estaba resultando tortuoso. Era como si el menor disfrutara hacerlo.

—Listo, hyung. Ya podemos irnos —y le sonrió tan dulce que JinKi se sintió mareado.

Notas finales:

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