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Libres por Luthien99

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Todos los personajes y lugares que aparecen en este fic pertenecen a su creadora, J . K. Rowling. Yo únicamente me divierto con su maravillosa creación.

The Cursed Child me ha decepcionado mucho, no quiero decir nada más... Así que voy a dejar de banda muchas cosas que suceden en él, tanto los hechos como la personalidad de muchos de sus personajes. No quisiera que nadie se sintiera decepcionado por ello, solo he querido escribir este fanfic sin seguir el canon establecido por The Cursed Child.

Poco más que añadir...

Cualquier pregunta o sugerencia dejen un comentario y les responderé encantada.

¡Disfruten!

Caminar a oscuras por el castillo era algo fascinante, pensaba Albus. Le encantaba merodear por los pasillos a altas horas de la noche, dejándose llevar por sus pies y sin seguir destino alguno. Era la manera de evadirse del mundo que le rodeaba. Podía caminar durante horas mientras pudiera librarse de Filch.

Le gustaba pensar en la cantidad de alumnos que se movían a lo largo del día por aquellos pasillos, le gustaba pensar en todas las increíbles historias que tendrían por contar cada uno de ellos, las vivencias, las aventuras, los romances, los dramas. Caminando de noche entre esos vacíos pasillos que habían sido conocedores de tantas vidas, sentía que podía caminar entre ellas, atravesándolas, sintiéndolas y formando parte como si fuera una más.

Albus siempre recorría un mismo camino, marcado por las localizaciones de cada casa en Hogwarts. Salía de su casa y caminaba hasta la más cercana, pasando por el Gran Comedor y uno de los patios exteriores hasta llegar a Hufflepuf. Pasaba por delante de la entrada y volvía a marcharse en dirección a Ravenclow. Rodeaba gran parte del castillo y subía un sinfín de escaleras, pero finalmente llegaba a la torre de Gryffindor. Y luego volvía a bajar por otro camino hasta llegar a Slytherin, su casa.

Ahora caminaba hacía la torre de Gryffindor, acercándose a las escaleras que le conducirían hasta la Sala Común de los leones. Antes de llegar a las escaleras, escuchó unos murmullos al otro lado del pasillo. Se detuvo a escuchar, analizando aquella conocida voz que pareció reconocer de inmediato.

Era James, su hermano. Se acercó con sigilo sin querer ser visto, manteniéndose lo suficientemente lejos para que no se dieran cuenta de su presencia, pero lo suficientemente cerca para poder escuchar con claridad lo que estaban diciendo.

—¿Qué haces por aquí a estas horas, Malfoy? —James tenía acorralado a Malfoy contra la pared del pasillo. Dos chicos más estaban junto a James, escondiéndose como siempre tras su sombra. Daren y Lance Harrelson.

—No te importa, Potter —contestó Malfoy.

Su tono era sosegado, sutil y grácil. No mostraba soberbia y agresividad como lo hacía su hermano, pensaba Albus. Pocas eran las veces que había tenido el placer de oír hablar a Scorpius Malfoy, pero cuando lo hacía lo disfrutaba. Era un espectáculo digno de ser contemplado.

—¿Buscas problemas? —habló Lance, desde el lado izquierdo de James.

—No busco problemas. Busco la manera de librarme de vosotros, que ahora mismo sois mi problema.

—Problema es el que tienes como te volvamos a encontrar merodeando por esta zona… —dijo James—. Tu perteneces a las mazmorras, Slytherin.

—¿Te escuchas a ti mismo, Potter? —preguntó Scorpius—. A veces me das lástima.

—Te la estás buscando, Malfoy... —Daren, el hermano mayor de Lance, era mucho más agresivo que Lance y James juntos. Temido por los chicos y codiciado por las chicas, no se penaba dos veces en pegar un buen puñetazo si se prestaba la ocasión.

—No merece la pena marcharse las manos con sangre de Mortífago, Daren… —dijo James.

Albus no pudo soportarlo mucho más, aquellas palabras de la boca de su hermano le estaban empezando a irritar hasta él. Imaginó como debería sentirse aquel chico, sin culpa de nada, sin lealtad a nada que tuviera que ver con una guerra de una época pasada. Albus avanzó sin temor a la luz que irradiaban las varitas de James, Lance y Daren, quedando iluminado por ellas y mostrando su presencia.

—James, basta.

—¿Qué coño haces aquí, Al? —James quedó sorprendido por la repentina e inesperada aparición de su hermano pequeño—. ¿Qué haces despierto a estás horas y por esta zona del castillo?

—¿Y qué haces tu? —replicó Albus. Miró a Daren y a Lance—. Tres contra uno, que valientes… Los Gryffindors os superáis con creces cada día.

—¡Pírate, Albus! —gritó Daren.

—Tengo una idea mejor… ¿Por qué no os piráis vosotros,seguimos todos nuestro camino hacia nuestras casas y nos dejamos de tonterías? —dijo Albus.

—Al, déjate de tonterías y vuelve a la cama…

—A papá le gustará saber lo que vas diciendo por ahí sobre Mortifagos y demás… Lo que vas soltando a mis compañeros de Slytherin… También le gustará saber que le has robado el Mapa y la capa.

Los dientes de James chirriaron.

—Siempre has sido tan inocente —Se acercó a él y le revolvió el pelo—. Es decepcionante que tu hermano defienda a un Malfoy antes que a ti… Pero la vida es así —James se alejó entonces y caminó hasta Daren y Lance—. No te preocupes, hermanito… Ya nos vamos y no te molestaremos más. Pero si vuelvo a ver a este por aquí, que se preparé…

—Quedas avisado, Malfoy —dijo Daren.

Daren miró a Albus y este le devolvía la mirada.

Los tres Gryffindors se fueron escaleras arriba sin volverse y sin emitir palabra alguna. Se escondieron tras la capa al alcanzar una altura considerable hacía la torre y desaparecieron sin más.

El pasillo se tornó oscuro, las luces de las varitas habían desaparecido con sus respectivos dueños. Albus se quedó parado y tornó la dirección de su mirada a aquel chico desorientado apoyado contra la pared. Malfoy suspiraba con los ojos cerrados, intentado controlar aquella rabia que se colapsaba en su cuerpo. Controló toda aquella necesidad de exteriorizar la rabia acumulada y consiguió relajarse. Miró a Albus fugazmente antes de poner sus pies en marcha escaleras abajo. No volvió la mirada a Albus y tampoco pronunció palabra, simplemente caminó dejándole atrás.

—¡Oye! —Albus comenzó a caminar tras él, sin plantearse que era lo que le iba a decir, que era lo que quería decirle o cual había sido su intención defendiéndole de su hermano.

—¿Qué quieres?
—Mi hermano es idiota, pero no lo dice enserio… No piensa las cosas antes de decirlas.

Malfoy mantenía un ritmo acelerado y no miraba a Albus mientras hablaba.

—Mirá, Potter… No necesito que nadie me defienda de él y tu menos —dijo cortante. Aquel tono le recordó a James—. Y ahora si me disculpas, me gustaría volver solo hasta mi habitación, no necesito que me escoltes.

Albus se quedó parado en mitad de las escaleras, dejando que Scorpius Malfoy avanzará a través de la oscuridad creciente. El chico se quedó allí parado, sin apenas moverse, sin poder pensar en que había pasado, sin poder reaccionar a lo que había pasado.

Él solo quería dar un paseo, el solo quería estar solo y despejarse del estrés de las clases. Pero se había visto inmerso, sin beberlo ni comerlo, en un enfrentamiento entre Scorpius Malfoy y James Potter. Y sin ninguna explicación había defendido a Malfoy para luego ser tratado de la misma forma que su hermano le había tratado a él.

Un completo sinsentido.


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