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Ángeles por Kunay_dlz

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Notas del fanfic:

Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling.

Los personajes de D.Gray Man pertenecen a Katsura Hoshino.

 

Especial de “Luz sin Gravedad”... mi primer fic Crossover.

 

 

Ángeles

 

 

 

Entre bastos bosques cubiertos de nieve, bajo un manto estrellado, dos figuras caminaban hacia un lugar de ubicación dudosa. Rodeados de obscuridad, de neblina y del resplandor de la nieve a su caminar, las figuras seguían como disfrutando de lo inhóspito del paisaje. Una de las figuras cubierta por un grueso abrigo de blancas costuras, menudo y frágil parecía derrumbarse en su siguiente paso, la otra figura envuelta en una túnica verde obscuro, un poco más gallarda y firme, caminaba siempre al pendiente de su acompañante. Ambos individuos con sus cabezas cubiertas ocultando así sus rostros.

Dos figuras caminando al amparo de la noche, dos figuras que parecían absortos al mundo a su alrededor. Platicaban en susurros, reían con sutileza y se tomaban las manos para asegurarse que seguían en compañía de alguien… asegurarse que no era tan solo la soledad quien les acompañaba.

Surreal y sublime, así las dos figuras caminaban hacia la orilla de un lago congelado, iban y avanzaban bajo la curiosa mirada de los pocos animales que podían soportar las condiciones del clima; ahí, junto a la orilla, el del abrigo blanco avanzaba sobre el lago congelado, caminaba con delicadeza, casi sin tocar la superficie helada… danzaba con sutiles movimientos que le atribuían la ilusión de volar sobre el hielo. El de la túnica parecía fascinado, parecía hechizado por los movimientos de su acompañante, justo a mitad del lago la blanquecina figura se detuvo.

--Acompáñame. –pidió la figura blanquecina con dulce voz.

--A donde quieras, mi dulce ángel. –susurró el de la túnica.

Con cuidado extremo caminó sobre la superficie, sus movimientos no tan gráciles como su compañero, casi como si le faltara experiencia. Aun así, avanzó hasta quien le había llamado.

--Deberías dejar de preocuparte por tu peso, con los años pasados varias leyes naturales ya no te afectan… como la gravedad y la necesidad de dormir. –decía el de blanco abrigo.

--El saberlo no quiere decir que dejaré de reaccionar, tal parece que mi mente e instintos siguen en lucha constante. –alegaba el de verde túnica –No por ello, en verdad me gusta dormir y, sobre todo, despertar a tu lado.

--Tú… no te cansas de decir ese tipo de cosas, ¿cierto? –exclamó bajito el de blancas vestiduras.

--Bueno, ‘ese tipo de cosas’ es lo pienso, lo que siento y lo que me hará explotar si no las digo. –continuó el de la túnica justo al estar ya al lado de su compañero.

Aprovechando el poco espacio entre los dos, el de la túnica elevó sus manos a la altura de la capucha que cubría a su compañero, con un cuidado infinito deslizó lo que ocultaba el rostro de su amado: cabellos plata, ojos grises y labios palo de rosa. Jamás se cansaría de observar a su ángel. Suspiró y con sus pulgares delineó las mejillas algo coloridas por las palabras antes dichas, semejante expresión debería estar prohibida, con esa mirada podría hacer cualquier cosa que su ángel le pidiera.

--Harry… –susurró el de cabello plata –otra vez olvidaste tus guantes. –dijo al momento que con sus propias manos intentaba cubrir las de ‘Harry’.

--No lo olvidé, tan solo no quiero que algo me estove cada que te toco, no quiero que un pedazo de tela me robe el calor de tu tacto. –expresó el de la túnica.

El de blancas vestiduras volvió a adquirir color en sus pálidas mejillas, apenas visible por la obscuridad tenue a su alrededor. Con decisión en su mirada dirigió sus enguantadas manos hacia la capucha de su acompañante, deslizó la tela que ocultaban sus rasgos y comprobó nuevamente 'esa mirada’ que Harry le dedicaba tan solo a él: los cabellos azabaches eternamente revueltos, ojos verdes y delgados labios que albergaban una sonrisa iluminada por lo que hacía especial ‘esa mirada’.

Hipnotizante, así eran las miradas de Harry, le atrapaban y no le permitían salir, no le permitían pensar en nada más… alejaba el dolor que su condición había traído consigo.

--¿Otra vez pensando en el pasado? –inquiría Harry –Eso quedó atrás, Allen, ya no estás solo. Nunca más lo estarás. –aseguraba el moreno mientras con sus brazos envolvía a su ángel.

--No estaba solo… Neah y Crown Clown siempre estuvieron conmigo. –susurró Allen.

--Claro que sí, tu tío y Crown Clown estuvieron ahí, yo, con tan poco tiempo de haber llegado a tu vida aun no soy tan imprescindible… pero lo haré. Olvida tus miedos acerca de mi inmortalidad, acerca de un día dejarte u odiarte por compartir la misma condición. –decía con seriedad el moreno –Recuerda que yo lo elegí, yo deseé estar a tu lado, no importa lo que la eternidad conlleve, así que por favor, deja de dudar de mí. Te amo, no importa el tiempo… yo te amaré.

--Harry… tu amor, inmenso y abrazador, a veces temo no poder corresponderte adecuadamente. –admitió el de blancas vestiduras mientras cerraba sus ojos y hundía su rostro en el regazo de Harry.

--Si tan solo supieras, mi querido ángel, que con tu sola presencia me siento afortunado, tus sonrisas iluminan mis días, tus preciosos ojos me llenan de vitalidad y el tan solo escuchar tu voz es como un regalo. –explicaba el de la túnica.

--Eso que dices, eso que expresas… –intentó decir el de pelo plata.

--Es lo que siento. –interrumpió el moreno –No obstante evita que la confusión se instale en ti. Sí, pienso que eres realmente hermoso, la primera vez que te vi quedé sin aliento, pero, lo que me llevó a amarte de tal manera fue lo que conocí de ti durante mis años en Hogwarts, tu gentileza, la propiedad con que te diriges a todos, tus gestos cuando estás nervioso y, también, lo que me hizo enamorarme de ti fue que, a pesar de la infinita tristeza que cargabas en tu corazón seguían sonriendo y tratabas de ver el lado bueno de las cosas.

>>Siempre estabas ahí para quien te pidiera ayuda. Enseñabas con tal dedicación que contagiabas tu entusiasmo, incluso cuando se trataban de hechos lamentables; tu rostro cambiaba mientras lo relatabas, luego decías lo mucho que ese hecho cambió al mundo y nos convencías que ninguna muerte fue en vano, lamentable sí, pero nunca en vano.

>>Me enseñaste que a pesar de la tristeza y la desdicha en el mundo, hay luz pues no puede existir luz sin obscuridad, tan solo había que buscarla. Y tú fuiste quien llegó a mi corazón, más bien quien mi corazón eligió, así que no descansé hasta lograras verme como algo más que un alumno. –concluyó Harry.

El peli plata estuvo quieto, mezclando su silencio con el de la noche convertida en crepúsculo anunciando el amanecer, estrujando las palabras de su acompañante en busca de duda, de arrepentimiento o de algo que le justificara sus dudas de probable abandono. No hubo ninguna. Harry era sincero, así como siempre lo ha sido.

--Tú… –inició bajito el de blancas vestiduras –hace tiempo que eres mi luz. Eres mi razón para seguir… eres quien ahuyenta las pesadillas de la obscuridad, de mi pasado, de mi temor por seguir caminando en este mundo solo.

--No te preocupes mi ángel, no dejaré de recordártelo, no dejaré de hacerte saber lo mucho que significas para mí ni dejaré que el frío vuelva a instalarse a tu alrededor. –prometió el moreno.

--Te amo, Harry. De verdad te amo. –dijo el de pelo plata.

--Y yo a ti, mi ángel. De eso nunca dudes. –aseguró Harry.        

En medio de un paisaje níveo, con el alba por arribar, en medio de un lago congelado había dos figuras aferradas entre sí. No había nadie que las observara, no había nadie que las reconociera, hace años siglos que las personas que pudieron recordar a una pareja singular partieron de este mundo.

Tan solo en un viejo castillo, donde a veces llegan a trabajar como profesores de Historia de la Magia y Defensa Contra las Artes Obscuras, es donde existe la leyenda de los seres inmortales; un ángel blanco y un ángel negro, existe incluso un viejo rumor que los llama el Conde Milenario y el Amo de la Muerte. Este último rumor, es tan escaso como poco creíble, después de todo El Conde Milenario es un mito dentro de la fantasía y el Amo de la Muerte es tan solo una historia de niños, son así, Allen y Harry los ángeles que suelen visitar la tierra y que disfrutan de enseñar en Hogwarts cada siglo o dos.

Mientras los rayos del sol llegan a la superficie del lago, el resplandor del hielo desciende poco a poco desapareciendo así como las dos figuras que ahí estaban, buscando consuelo una, tratando de alejar el fantasma del pasado la otra. Sin huellas, ni más testigos que las silenciosas estrellas, los animalitos que los miraron bien podrían creer que todo lo que vieron y medio escucharon fue una ilusión provocada por el frío del invierno.

 

 

 

Fin.

 

Notas finales:

Gracias por leer.


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