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Al salir del velo por Timothy_William_42

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-Te perdono, ¿vale? Aunque no hay nada que perdonar, lo del velo no fue tu maldita culpa. La de nadie, pero si quieres oírlo: te juro que te perdono, Remus. De todas formas, eso no cambia lo que siento. No sé qué más quieres que te diga.


-¿Qué no sabes que quiero que me digas? Por favor, Sirius, no me hagas reír.


-¡A la mierda!, ¿vale? ¡Lo siento!


Remus se limita a bufar con exasperación.


-No tienes que disculparte por esto -dice, con los ojos cerrados-. Sólo digo que podríamos intentarlo. Intentarlo otra vez. No nos iba tan mal, ¿no crees?


-Nos iba perfectamente, pero eso ya no va a pasar más.


Le oye gemir; son los aullidos de dolor del lobo dentro de él. Sirius se levanta del sillón y va a sentarse al sofá, al lado de Remus.


-Lo siento -repite, porque no sabe qué más decir-. Para ti han sido instantes, y lo entiendo, ¿sabes?, pero yo estuve en ese estúpido velo muchísimo tiempo. O así lo viví yo, o lo que sea. Y allí dentro he visto… Le he visto a él, y también a ti, Remus. Mira, no lo planeé, ¿vale? Sólo ha pasado así.


-¿Qué sólo ha pasado así? Sirius… -acuna sus dos manos entre las suyas-. Ayer estábamos aquí mismo, diciéndonos que nos amábamos, y ahora… Sirius, por favor.


Sirius se suelta las manos y se levanta. No quiere verle llorar. Está empezando a desesperarse, y el mal humor se está apoderando de él.


-No me hagas sentir peor de lo que ya me siento.


-¡No pretendo eso! Pero entiéndelo, ¡fue ayer!


Y ya está, ya se ha desesperado, el mal humor se ha apoderado de él y sólo desea chillar y chillar hasta quedarse afónico.


-¡No para mi, Remus! ¡No para mi! Han pasado meses para mi desde que caí en el velo, y me he enamorado de otra persona. Allí dentro podía ir donde quisiese, ¿sabes?, futuro, pasado y presente, daba igual. Y le he conocido como nunca había imaginado.


-No me hables de él -el dolor y el rencor ahogan su voz.


-¡Entonces acabemos ya con este tema!


Remus también se levanta, y se acerca a Sirius. Porque se niega a creer que todo haya acabado, porque no puede ni imaginarse la vida sin él, porque fue ayer mismo cuando estaban follando y acurrucándose en esa misma casa. Porque no quiere perderle. Porque le ama.


-No puedo acabar con esto… No puedo creer que para ti haya pasado más tiempo que para mi, es tan… Fue ayer -repite, porque no entiende nada y ya no sabe qué más decir. Ni siquiera sabe qué sentir ante todo eso, aunque el inmenso dolor que presiona su pecho le ayuda a hacerse una idea de lo que sentirá a partir de ahora.


-¿No puedes creértelo? ¿Crees que te estoy mintiendo, Remus?


-¿Qué? No, ¡no! No quería decir eso. Sólo que todo parece tan irreal, tan confuso, que yo…


-Ya, seguro. De todas formas no sería la primera vez que no te fías de mi, ¿verdad?


Y dicho esto, Sirius sale de allí dando un portazo.


 


A los dos minutos ya sabe que ha sido injusto. Más que eso: ha sido cruel. Remus no merece que le trate así. Todavía recuerda lo que sentía al levantarse cada mañana y encontrarlo a su lado, leyendo cualquier libro viejo que hubiese recuperado de la biblioteca de Grimmauld Place. Pero se siente incapaz de volver a eso. Sabe que Remus acabará superándolo, y entonces todo será distinto. Pero le entiende, le entiende muchísimo más de lo que le gustaría. Al fin y al cabo, él está en su misma situación.


-Que pasen de ti es una mierda -murmura.


Cierra su habitación con un par de hechizos, y también la silencia. Necesita tranquilidad. No hace ni doce horas que ha salido del velo, y todavía no ha tenido ni un solo momento para él. Primero Harry, por supuesto. Verle ha sido una inmensa alegría, y con lo cerca que están las vacaciones de verano, podrá disfrutar de su ahijado hasta saciarse. No puede evitar sonreír cuando piensa en él. Luego ha sido la Orden: Dumbledore, Tonks, los Weasley, Kingley y Ojoloco. Y por último: Remus John Lupin.


Estaba realmente exhausto.


Abre el armario y conjura su pensadero. Necesita verlo. Necesita ver los recuerdos de esos meses dentro del velo, asegurarse de que son reales. De que Remus no tiene razón al sonar tan escéptico. Ni siquiera Dumbledore ha encontrado una explicación para lo que ha vivido allí dentro. Para ellos, simplemente cayó por un lado y salió por el otro. Para él, ha sido la mayor experiencia de su vida.


Una vez cayó dentro, pensó que había muerto. Había creído que moriría cuando Bellatrix le lanzó la imperdonable, pero su tropiezo le salvó la vida. Quizás algo más. Una vez dentro, se encontró en el espacio, si es que podía llamarse de alguna manera. Con el paso de los días descubrió que todo en lo que pensaba, aparecía ante él, y poco a poco fue entendiendo que podía viajar en la línea temporal de una persona, viendo que hizo, hace o hará. Con la única excepción de la suya propia. Siempre que quería ver un recuerdo en el que él aparecía, no sucedía nada.


Empezó buscando a Harry. Le vio llorar, gritar y maldecir, pero pronto dejó de pasearse por la vida de Harry cuando, al viajar a su futuro, vio que el chico acabaría superándolo. Luego fue Remus, por supuesto. Remus lo llevaba incluso peor que Harry. Parecía que se había olvidado de hablar, y ni siquiera los locos intentos de Tonks por hacerle sonreír surtían ningún efecto. Y entonces sucedió lo que nunca hubiese creído posible: Severus Snape apareció un día, mientras él observaba el presente de Remus. Y una idea le pasó por la cabeza: ¿sería realmente Snape leal a Dumbledore? Así empezó a seguirle a donde fuese que iba; a tontear con su pasado, más tarde; a descubrir la infancia de Snape. De su futuro casi no podía ver nada. Y aunque el pasado de Snape le diese pavorosa lástima, el presente de ese hombre acabó por robarle el corazón y la poca cordura que aún le quedaba.


Empieza a sacarse recuerdos, poco a poco, y a depositarlos en el pensadero. Son muchos, pero sabe que disfrutará volviéndolos a ver. A decir verdad, no cree que haya muchas otras posibilidades de poder estar tan cerca de Snape. Para él, como para Remus, no han pasado más que unas horas, y su aprensión sigue siendo la misma.


El primer recuerdo que escogió fue el que le llevó a alejarse un poco de Remus. Sirius ya sabía que Remus le había creído culpable, pero de saberlo a poder observar con sus propios ojos la reacción que tuvo había un abismo. Decir que le dolió, sería quedarse muy corto.


 


[Recuerdo.]


Dumbledore, Remus y Arthur Weasley estaban en el despacho del primero. Remus estaba histérico: lloraba, chillaba y su magia estaba descontrolada, rompiendo toda clase de objetos a su paso. Arthur también lloraba, sentado en un rincón, y Albus permanecía callado detrás de su escritorio.


-Es imposible. Imposible -decía Remus-. Muertos… Es que no puedo creer que esto sea real. ¡Esto es una mierda!


-Al menos el Señor Oscuro ha caído.


Los tres voltearon a observar a Severus Snape, que acababa de entrar en el despacho y cerraba la puerta.


-¡Tú lo sabías! ¡Hijo de puta!


Severus ya llevaba unas semanas trabajando con Dumbledore, desde que se enteró de los planes que tenía Voldemort para Lily Potter. Y aunque a regañadientes, toda la Orden había aceptado la palabra de Dumbledore al decir que se fiaba plenamente de él.


-Eso no es verdad. Si lo hubiese sabido…


Pero Remus ya no vuelve a chillarle, porque cuando ve sus lágrimas reconoce en ellas su propio dolor. Severus avanza hasta el escritorio de Albus, y le habla directamente a él.


-Sabía que los Potter podían correr peligro, ¡y te lo dije, Albus, te lo dije! Esa maldita profecía… Pero el Señor Oscuro no se fiaba de mi como para decirme el día, ni nada relevante. Él sabía que yo… Que Lily… Él lo sabía, así que me mantuvo apartado de la misión -se tomó unos segundos para calmarse-. ¿Quién ha sido el traidor?


-¿Tampoco sabes eso? -pregunta Arthur.


-Parece que ha sido Sirius -responde Albus, tratando de sonar calmado-. Creemos que él era el guardián de la fidelius de los Potter y que les ha traicionado. Y matado a Peter Pettigrew y a más de dos docenas de muggles.


Severus no puede contener un soplido de burla.


-Eso es ridículo -sentencia.


Remus se adelanta hasta él, colocándose a su lado, encarándole.


-Entonces sabes algo que nosotros no sabemos.


Y aquello no era una pregunta, pero Severus no tiene ni el ánimo ni la fuerza para ofenderse en esos momentos. Sólo quiere encontrar al traidor y matarlo con sus propias manos. Darse el gusto de vengar a Lily. Al menos le debía eso. Al menos, eso.


-Ya te he dicho que no sé nada. Ni siquiera sabía que Pettigrew estaba muerto.


-Pues lo está.


La mano alzada de Albus hace que Remus deje de hablar, y va a sentarse en un sillón. Entonces Arthur toma la palabra y le explica a Snape que Sirius está en Azkaban en esos momentos, que ni siquiera han podido verle.


-¿Verle? Que le den -murmura Remus.


-Le ha caído la perpetua -finaliza Arthur.


Pero Severus sigue mirando a Dumbledore.


-Quiero encontrar al traidor, Albus. Encontrarle y…


-¡Es Sirius! -chilla Remus, otra vez de pie. Sus ojos están desorbitados, y su magia amenaza con desestabilizarse de nuevo. El olor a lobo inunda toda la habitación-. Fue Sirius…


Severus, al fin, le encara. No puede evitar una mueca despectiva.


-Eso son estupideces. Black nunca traicionaría a los Potter, ¡hasta yo puedo concluir eso! Por Merlín -vuelve a girarse hacia el director-. Albus, tú no puedes creerte esas tonterías. Ayúdame. Por favor, ayúdame a encontrar al traidor, al asesino de Lily… Ayúdame. Por favor.


[Fin del recuerdo.]


 


Sirius vuelve a encontrarse en su habitación. Suspira. Así que todo era real. Si existen los recuerdos, existen las vivencias para recordarlos, así que sus meses en el velo habían sido reales.


Cuando vio eso por primera vez, a Remus acusándole, se sintió morir. Ni siquiera le prestó atención al hecho de que sólo Snape hubiese defendido su inocencia. Eso daba igual en comparación a los chillidos de Remus acusándole. Ahora, sin embargo, un suave calor invadía su pecho cuando pensaba en Severus dando por hecho que no fue él, que había alguien más.


Pero Sirius no era tonto, así que entendía que Snape no había querido alzar ninguna bandera en su defensa. Que, simplemente, le pareció absurdo pensar que Sirius pudiese dañar a James a propósito.


Cuando empezó a visitar la línea temporal de Severus, vio los días que vivió después de eso. Pero no eran los días que quería volver a ver. No le gustaba recordarlo llorando desesperado, hasta el punto de olvidar su respiración, mientras susurraba el nombre de Lily.


Prefería otra clase de recuerdos.


 


[Recuerdo.]


Albus y Severus paseaban por los terrenos de Hogwarts días antes de que Sirius cayese en el velo. Hablaban de lo poco que avanzaba Harry en sus clases de oclumancia. O hablaron de eso hasta que Albus paró en seco.


-Te confiaría mi vida, Severus, ya lo sabes -dijo-. Así que no quiero que pienses que considero que podrías hacerlo mejor, pero necesitamos hacer algo más. Harry tiene que ser capaz de cerrar su mente ante Voldemort, o esto podría pasarnos factura a todos.


Snape volvió a abrir los ojos, cerrados al escuchar el nombre de Voldemort, y en ellos no había nada que no fuese frustración.


-Hago todo lo que puedo, Albus.


-Ya lo sé, ya lo sé… Y también sé que no te agrada el chico, pero---


-Eso no tiene nada que ver -le cortó.


Albus sonrió con tristeza.


-¿Todavía?


Y aunque la pregunta era escueta, había resultado clara. Al menos para ellos dos, pues Sirius tendría que volver más veces a ese recuerdo para entender de qué hablaban.


-Ya no. Hace años que yo ya no siento eso por ella. Albus, hace años que yo ya no siento nada.


[Fin del recuerdo.]


 


[Recuerdo.]


Severus y Lucius Malfoy se encontraban en Malfoy's Manor, en los jardines. Estaban sentados en unas cómodas butacas de exterior, en completo silencio.


Severus no llevaba una de sus habituales túnicas negras. Iba con ropa muggle: unos simples tejanos, algo ajustados, y una camiseta negra de manga corta. La Marca Tenebrosa reluciendo en su antebrazo.


-Sé cómo me miras.


La risa de Lucius se escucha claramente. Asiente, aún divertido, apretándose contra el reposabrazos de su butaca y haciéndole un gesto a Severus para que se fuese a sentar con él. Snape obedece, solícito, y tras sentarse, coloca sus piernas encima de las de Lucius, quien vuelve a reír.


Empieza a acariciarle el pelo, casi tan largo como el suyo, y sonríe. Realmente había deseado eso durante mucho tiempo. Snape tenía una fuerza que se moría de ganas de someter. Y siguiendo sus impulsos, acerca sus bocas y le besa. No puede evitar gemir al sentirse correspondido.


-¿Quieres hacerme creer que ahora te interesan los hombres?


-No quiero hacerte creer nada -replica, acariciando el cabello rubio, oliéndolo-. Hueles bien.


-¿A qué viene todo esto?


Severus vuelve a besarle antes de responder. Es un beso lento y profundo, donde sus lenguas se encuentran y sus respectivos labios se gimen mordidos.


-Quiero correrme, Lucius -murmura, con una voz ronca y sensual que hacía años que no usaba-. Deseo correrme tan fuerte que olvide mi propio nombre. Y ya no podría hacer eso con una mujer, no después de ella. No puede haber otra. Tiene que ser un hombre, y me gustaría que fueses tú.


-No puedes pedirme esto. Soy un hombre casado, por Merlín.


[Fin del recuerdo.]


 


Sirius sale del pensadero. No quiere ver más, porque ya sabe cómo sigue. Y aunque le alegre saber que Severus disfruta del sexo homosexual en toda su plenitud y variantes, no quiere volver a entrometerse en su intimidad. Dentro del velo le daba lo mismo, especialmente cuando lo único que deseaba era verlo desnudo, poder apreciar su blanquecina belleza. Pero ahora que había vuelto al mundo real, era distinto. La intimidad del lecho era algo sagrado, y violarla no estaba bien.


Empiza a buscar sus recuerdos favoritos, cuando fue descubriendo a un nuevo Severus, poco a poco. Un Severus que no se dejaba ver nunca fuera de sus habitaciones ni de su soledad; un Severus al que le gustaba la música clásica muggle; un Severus que le daba comida a escondidas a la Señora Norris porque estaba seguro de que Flinch no la alimentaba como merecía.


Tenía miles de datos recopilados sobre este nuevo Seveurs: le gustaba el vino tinto, y aunque tenía un paladar entrenado a raíz de las pociones, su vino favorito no era una gran cosa. Le encantaba dibujar, y lo hacía sorprendentemente bien. Sirius descubrió eso una noche en la que Severus estuvo diseñando diversos tatuajes, todos opciones válidas para taparse la Marca Tenebrosa algún día. Aunque claro, eso no era posible, pero soñar es de valientes.


El picoteo de una lechuza en la ventana le devuelve a la realidad:


Nos reuniremos mañana a las diez en GP. Espero que no sea inconveniente. AD.


Una reunión de la Orden del Fénix. Vería a Remus de vuelta, sí, pero también vería a Snape. O eso esperaba él. Y lo más importante de todo, podría volver a la lucha con algunas más armas de las que se fue. Al fin y al cabo, sus amistades no eran las únicas a quienes había ido a visitar dentro del velo. Los Malfoy, los Nott, los Goyle, los Lestrenge, entre otros; y por supuesto: Lord Voldemort.


 


Son casi las diez de la mañana, pero Sirius aún no se decide a bajar a la cocina y recibir a sus invitados. Está nervioso, aunque no le guste reconocerlo. Él se enamoró de Severus porque pudo conocerle paulatina, genuinamente. No cree que eso pueda funcionar en el lado contrario. Si Snape le tiene la mitad del asco que Sirius le tenía antes, no hay manera de que eso pueda ser recíproco.


Finalmente se decide a bajar. Al fin y al cabo, tiene toda la información que necesitan para acabar con Voldemort.


Cuando entra en la cocina, los miembros de la Orden que han sido invitados ya lo esperan allí. Todos, también Remus y Severus. Sirius les saluda, todavía maravillado de haber vuelto al mundo real, y toma asiento al lado de Molly.


-Antes de comenzar -dice Sirius- me gustaría contaros que viví dentro del velo. Sólo he hablado de esto con Remus, pero puede ser crucial -todos asienten, interesados-. Allí vi cosas sobre Voldemort. Su futuro. También el de Harry. Y aunque esa información podría facilitarnos mucho las cosas, no tengo claro que revelar el futuro sea algo bueno.


-Y no lo es -contesta Albus-. Pero en un caso como éste debemos arriesgarnos.


-Sé dónde están los horrocruxes, y también cómo destruirlos.


Un murmullo no demora en apoderarse de la habitación. Albus ha cerrado los ojos, agradeciendo, y Molly le aprieta el brazo por encima de la mesa. Pero la única mirada que le interesa es la de Snape, llena de algo que no logra identificar.


-Eso es…


-No tiene más importancia, Kingsley. Fue fácil. Como sea, he pensado en darle esta información exclusivamente a Harry, a Ron y a Hermion.


-¿A Ron? -exclama Molly, soltándole.


-Oh, no me hago ilusiones. Si se lo contamos a Harry, Ron y Hermion lo sabrán tan pronto como le vean. Mis dudas están en contároslo a vosotros.


Albus se muestra inmediatamente de acuerdo con él. Mantener en secreto esa información es de vital importancia, y a cuanta menos gente la conozca, mejor. De todas formas, la discusión se extiende en el tiempo cerca de media hora. Todos quieren ayudar, y aunque asumen, sin remedio, que deberá ser Harry quien acabe con Voldemort, algunos no ven una mala idea encargarse ellos mismos de los horrocruxes. Es una tarea peligrosa, y ellos son más mayores, expertos y discretos que Harry.


-Yo no quiero saberlo -dice Severus, hablando por primera vez-. Ya me supone un esfuerzo que el Señor Oscuro no consiga ver en mi cabeza los secretos que ya sé, no me hacen falta más. Menos aún de esta importancia.


-Lo entiendo. Tienes razón -le responde Albus.


Todos asienten, pero antes de que Severus pueda salir de allí, Sirius tiene algo más que decirle. Y quiere que todos lo oigan.


-Snape.


-Black.


-Antes de que te marches me gustaría pedirte perdón.


Decir que todos se quedaron sorprendidos sería decir muy poco. Pero Sirius no pensaba dejarse acobardar por la vergüenza ni el orgullo.


-Quiero decir, que siempre te creí un traidor -continuó-, y nunca tuve reparos en manifestarlo. En el velo tuve la oportunidad de ver… He comprobado tus lealtades. Sólo quería que lo supieses. Me fío de ti, y me disculpo por como te he tratado todo estos años. Nada más.


Severus le dedica una leve inclinación de cabeza antes de salir, y ese tema queda zanjado.


Cuando la reunión finaliza, horas después, se ha decidido que esperarán a que Harry acabe el año escolar para darle toda esa nueva información. Mientras tanto, Sirius se lo contaría todo a Albus, y entre ambos, encontrarían el máximo número de horrocruxes que les fuese posible.

Notas finales:

¡Buenas, gente!

De nuevo: cuenta nueva. Soy como la mayor experta del mundo en perder las jodidas contraseñas, ¡pero eso no me va a parar nunca!, mua ha ha.

En fin, espero que os esté gustando la historia. Mi afición por el SS/SB es bastante nueva, y no sé muy bien si logro dominarla, aún. Pero como decía, ¡a seguir insistiendo!

Os pido comentarios, y lo de siempre. A ver qué tal vuestras opiniones sobre la historia. Y tampoco os cuesta nada, y a mi me hacen taaaaaaan feliz.

Besitos del slashlove.


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