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Friend or foe por BlackWidowHunger

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Notas del fanfic:

Dices que esta bien, dices que esta mal

Mire el reloj y claramente las agujas señalaban acusadoras las 9:30, la pantalla con los horarios parecía gritarme que el avión tenía un asiento vacío con mi nombre y una azafata clamando por mi dentro del avión.

Tome aire y los retuve 1, 2, 3, 4, segundos y luego lo deje ir, se quedaría allí en el aeropuerto junto con mis malas experiencias o eso esperaba, que patético me oía.  El hombre parado justo en el mostrador de la manga me miro con ojos furtivos y casi me arranco el boleto de las manos.

Ingrese al avión y me disculpe ante las miradas acusadoras, mi día no parecía empeorar más, gracias publico conocedor.

Me senté y por un momento el sonido de las turbinas logro distraerme. Pase mis manos por mi rostro como si pudiera con aquel movimiento sacudirme el cansancio que no abandonaba mi expresión hacía varios meses ya.

 

-Nadie vino.- Susurre para mis adentros con una risa irónica.-

 

Creo que si hay algo peor que ilusionarse es saber que te vas a decepcionar, sabes los resultados pero igual vas a apostar al caballo perdedor y aun así enojarte porque no cruzo primero la meta.

Las horas pasaban y nada lograba distraerme. Tenía un bebe cerca que no me dejaba dormir, un pendejo que me pateaba el asiento despertando instintos homicidas que no sabía que tenía y para rematar una mujer en mi misma fila que no paraba de llamar a la azafata.

Respire hondo y cerré los ojos reclinándome sobre el respaldo del asiento, me puse los auriculares y busque en el teléfono la carpeta de rock más violento que encontré, combatiendo fuego con fuego. Aunque era en parte mentir si dijera que solo ponía ese género de música para huir del mal humor, el mal humor iba conmigo a todas partes y la verdad es que no podía escuchar ni por asomo una canción de compases tranquilos sin hundirme un poco más.

Trate de imaginarme mil veces como seria Virginia, como sería la costa de Estados Unidos. Cuando era chico mi familia solía viajar bastante pero nunca salíamos de Europa. Viví en Brighton hasta que fui a la universidad y pase toda mi restante vida en Londres. Sinceramente hablando no soportaba mucho a los americanos pero bueno solo conocía a los turistas y estos siempre son peores creo.

Realmente no se que iba a extrañar más, a lo británico o a las personas ya que dudaba mucho la existencia de ellas en la mitad de la nada. No sé si me acostumbraría a la vida en una estancia pero haría el esfuerzo porque básicamente me permitirá olvidarme de todo.  Me dolía un poco pensar en alejarme de la civilización para dormir en un granero o algo por el estilo, me imagine típicos granjeros norteamericanos, de esos que toman cerveza, tienden a ser leñadores, condenan homosexuales y se cogen al cerdo nombrándolo Edna. Eso si estos eran granjeros ricos, ignorantes pero ricos, porque mi sueldo estaba más que bien.

Antes de que pudiera pensar en sacar un boleto de regreso anunciaron  el arribo en Winchester  y de ahí me quedaba un viaje en auto hasta Woodbridge donde pasaría mis días. 

Termine esperando mis maletas en la cinta como los demás estúpidos turistas y con el mismo esplendoroso mal humor.  Por suerte era un aeropuerto muy pequeño y la cinta tardaba menos de un minuto en dar la vuelta completa, tome mi equipaje y para mi grata sorpresa me encontré con un chofer en la entrada. Sinceramente esperaba que un grasiento taxista me llevara hasta la estancia, pero esto tenía más clase cabía admitir.

Me senté en el asiento trasero de un Mercedes Benz, el modelo era antiguo pero seguía siendo ostentoso. Calcule unos 40 minutos de reloj, agradecí eternamente que el viaje fuese en silencio, tanto porque el conductor fuera callado como porque no prendiera la radio.

Para empezar tenía que reconocer que el paisaje era lindo, no puedo creer haberme equivocado pero era una ciudad de edificios pintorescos, de ladrillo a la vista, muy americanos, con construcciones más novedosas de lo que imaginaba  y casas típicas a lo The Hampton.

Todas las calles estaban perfectamente asfaltadas y a medida que nos metíamos en las afueras de la ciudad nos seguían hileras arboladas de colores entre el naranja, amarillo y marrón claro. Debes en cuando un arroyo saltaba el camino y se olía la naturaleza. Esto parecía más el patio de una mansión privada arreglado por una esposa de un millonario que el sucio campo que tenía en mente.

El auto se encamino por un sendero de piedra liza y arboles color miel, parecía increíblemente pulcro, tanto que ni una hoja se acumulaba en la base de cada arboleda. A lo lejos se veía una construcción color crema de extensión impresionante. Sonreí sin querer ya que después de todo no podía ser esto tan malo como parecía.

Capas hasta se podía superar un amor perdido y la rotura de un corazón ennegrecido.


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