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¿Los ángeles usan zapatos? /// JiHan por DannyCIG

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Notas del fanfic:

Esto ya estásubido a mi cuenta de wattpad, pero me he decidido inagurar AY con esta historia, espero les guste.


Todos los derechos reservados. Esta historia me pertenece, queda terminantemente prohibida su
distribución sin autorización, así como el plagio total o parcial de la misma.

Jisoo tenía todo planeado en su vida, sabía a que hora debía levantarse, ir a clases, comer, dormir. Todo era un horario perfectamente planificado que seguía cada día sin queja alguna. Y es que hasta su futuro estaba planeado, desde niño había sido educado para una única cosa; convertirse en cura.


Su madre lo había enviado a un internado católico al dejar atrás el jardín de niños y desde allí había pasado todos sus diecisiete años viviendo entre monjas, sacerdotes y un sinfín de reglas religiosas. Todo su criterio y carácter se habían forjado a partir de lo señalado en la biblia, lo que lo había llevado a convertirse en un muchacho demasiado tranquilo a comparación de otros. Jisoo era amable, cándido, alegre, solidario, caritativo, siempre portando una sonrisa en su labios y una guitarra bajo el brazo para animar con una canción a quien fuera que se sintiese acongojado.  Un pan de Dios hecho persona.


—¡Jisoo!


El aludido detuvo sus pasos y se dio vuelta con tranquilidad, no muy lejos pudo observar a uno de sus compañeros y amigo de toda la vida; Lee Jihoon quien al igual que él era un acólito entregado a la iglesia (aunque ciertamente Jihoon tenía ciertos rasgos de rebeldía) y que venía corriendo a toda prisa, estuvo por caerse cuando uno de sus pies pisó la sotana y después de unos pocos segundos estuvo de frente a Hong.


—¡Jisoo! —medio exclamó con una exhalación mientras se doblaba hacia delante, con la manos sobre las rodillas.


—No hay que gritar ¿Qué pasa? 


—Sor JungAh te busca... Quiere que le ayudes en algo.


El muchacho asintió compresivo y cambió su dirección hacia aquella por donde el bajito había llegado, este lo siguió con pasos lentos, jugando con sus manos con desasosiego y suspirando varias veces durante el viaje. Jisoo le dedicó miradas furtivas en espera de que Jihoon hablara primero y cuando no lo hizo él mismo tomó palabra.


—¿Pasa algo Hoon?


—¿Mhm?


—¿Hay algo que te moleste? —inquirió Jisoo obligando al otro a detenerse, Sor JungAh podía esperar un poco más.


Jihoon se mordió el labio inferior y apartó la mirada antes de asentir—. Ciertamente no me molesta, pero me ha estado perturbando.


—¿Puedo hacer algo para alivianar tu peso?


—No, de eso me encargo yo y ya he pensado en algo —aseveró el otro ofreciendo una sonrisa pequeña.


—¿Seguro?


—Si, lo estoy, gracias de todas formas.


—Cuando quieras, ahora vamos ¿Sabes para qué quiere mi ayuda Sor JungAh? —Jihoon se encogió de hombros en respuesta.


Cuando ambos llegaron al salón de velas del monasterio, se encontraron con Sor JungAh quien miraba con una mueca el altar, los muchachos fueron a su lado en silencio y esperaron a que ella los notara para tomar sus manos y hacer una reverencia, primero Jisoo y luego Jihoon.


—¿Necesita algo Sor? —cuestionó Jisoo mirándole, ella miraba a las velas.


—Se han apagado, cinco velas se han apagado —dijo ella con un tono apesadumbrado.


—Entonces, esas peticiones se han cumplido —intentó Jihoon mirando a la velas que efectivamente destacaban entre las otras por estar carentes de luz.


—No, aún no se han cumplido... Se apagaron por accidente, necesito que compres velas Jisoo-yah —pidió la monja aún sin ver al muchacho—. Yo misma pediré para que los deseos de esas personas se cumplan.


—Está bien, iré ahora mismo.


—Pídele el dinero a la novicia AhnJin y lleva un paraguas, podría llover pronto.


Ella le dedicó una mirada por fin y él le asintió para luego tomar sus manos otra vez y hacer una reverencia de despedida antes de salir de la sala de velas. Jihoon no lo siguió así que supuso que él se había quedado con Sor JungAh para hablar, el bajito siempre acudía a ella cuando algo le rondaba la cabeza y Jisoo estaba seguro de que probablemente hablaría con ella de eso que lo perturbaba. Él por su lado, fue primero a su habitación para cambiar su sotana por un conjunto de ropa más casual para ir a la calle, dio con la Novicia Ahn justo cuando salía a buscarla y luego de tomar su paraguas azul cerúleo salió del edificio. La tienda no estaba muy lejos, unas cuantas cuadras nada más a las que él no le daba importancia, mientras caminaba pensaba en la celebración litúrgica de esa tarde, él y Jihoon aún no se habían puesto de acuerdo sobre qué canciones tocarían y debían pensarlo antes de que el sacerdote Choi llegara.


 Una vez en la tienda, saludó con la mano a la encargada y fue en busca de las velas que le habían pedido, tomó tres blancas, una amarilla y una azul celeste y fue hasta la caja para pagar.


—¿Cómo has estado Jisoo-yah? —preguntó la encargada.


—Todo bien SooMin-ssi ¿Y usted cómo ha estado? 


—No me quejo, aunque me gustaría tener más clientes las ventas han bajado estos días —ella le pasó las velas a Jisoo envueltas en papel marrón y él entregó el dinero—. ¿Estarás en la misa de hoy?


—Como siempre —respondió él sonriente—. Dígale a YoungHee que le envío saludos.


—¿Sólo saludos?


—Si, sólo saludos... Sabe que no está en mi enamorarme —comentó con tranquilidad.


La encargada de la tienda tenía una hija de su edad y la mujer siempre insistía en emparejarla con él, aún cuando él le recordase cada día que no podía hacerlo debido al oficio para el cual se estaba preparando. Su amor era para Dios, había sido educado para eso.


—Lo sé cariño, pero aún conservo la esperanza —la mujer se encogió de hombros—, ¿Traes paraguas? Ha empezado a llover.


—Si, llevo uno conmigo, gracias... la veo más tarde.


—Cuídate Jisoo-yah.


El joven ondeó su mano como despedida y salió de la tienda, abriendo el paraguas antes de alejarse del dosel rojo que cubría el establecimiento. La lluvia no era mucha, si acaso sobrepasaba el rocío pero siendo como él, alguien que se enfermaba con facilidad, era mejor cuidarse, su abuela usualmente decía que eran esas pequeñas lloviznas las que causaban las gripas. Al igual que antes, se mantuvo caminando con tranquilidad, mirando como el asfalto se tornaba más y más oscuro conforme se mojaba por causa de la lluvia, miró a las personas ir y venir con prisa para no mojarse, a otras resguardadas en los doseles de las tiendas y luego lo vio a él.


Un ángel en medio de la calle, cruzando la misma con gracia y una expresión tranquila, incluso sonreía al ser besado por el agua. Parecía no importarle mojarse, sino que andaba con pasos sueltos llenos de parsimonia, como si danzara entre las gotas que explotaban contra los charcos en el suelo. Jisoo había quedado anonadado, paralizado completamente ante aquella aparición divina de cabellos rubios largos y piel lechosa. Se había encontrado un ángel con sombrero y converse rojas. 


Después de cruzar la calle, el ángel se había detenido al llegar a la misma acera por donde él iba, quedando ambos separados por pocos metros. Se había agachado y empezó a atar una de sus cuerdas sueltas, Jisoo observó cada movimiento entretenido, sin creerse que en verdad tuviera a ese ser frente a él. Fue de forma involuntaria que sus pies se movieron y cuando menos lo esperó, porque en verdad sus mismas acciones había sido motivo de sorpresa para él, estaba cubriendo al ángel con el paraguas sin importar que se estuviera mojando por el rocío que había empezando a tomar fuerza y ser llovizna. El ángel levantó la vista dejando olvidada su tarea de atar su zapato y le miró, Jisoo contuvo la respiración y le devolvió la mirada en silencio.


Podrían haber sido horas o segundos, Jisoo no está seguro de cuanto tiempo permanecieron de esa manera, sólo supo que el otro se había puesto de pie y había alzado una ceja en su dirección. Esa fue su señal, para que pudiera decir algo, preguntar si estaba bien o al menos decir hola.


—¿Los ángeles usan zapatos? —fue lo que preguntó en realidad.

Notas finales:

¿Algún comentario?

En fin, gracias por leer... ¡Hasta pronto!


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