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The Master por ChocoMin

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Notas del fanfic:

Hola de nuevo ♥

Aquí les dejo otra adaptación que estaré realizando, ¿Por qué? pues porque me gusta mucho este libro y no he encontrado una adaptación y pues quise hacerlo XD, espero que les guste y los disfruten así como yo lo hice al estarlo realizando. 

Es una adaptación con el mismo nombre y escrito por  Kresley Cole

 

♥ Denle amor y pronto estaré poniendo otro capítulo más :3

Mi madre debe estar revolcándose en su tumba en este momento.

Mientras iba en el ascensor hacia el penthouse del lujoso Hotel “The Shilla Seoul” -Que había tomado mientras dos empleados teclearon para mi hasta el cuadragésimo piso- me mordía una uña.

¿Estaba realmente a punto de dejar que un hombre extraño tuviera sexo conmigo? ¿Por dinero?

El ascensor llegó demasiado rápido, aterrizando directamente en su propio vestíbulo privado y una elegante sala de estar. Un periódico abierto yacía en una mesa de café, como si alguien lo hubiera dejado recientemente.

La entrada -un par de puertas de caoba adornadas- se avecinaba un poco más allá. ¿Me atrevería a tocar el timbre?

Al parecer, este penthouse era uno de los más grandes (más de tres mil metros cuadrados) y el más caro (treinta y dos mil dólares, por noche) en Seúl. ¿Quién en su sano juicio podría gastar tanto dinero en un hotel? Claramente mi primer cliente estaba loco.

Aparte de eso, no sabía mucho sobre él. Era un hombre de negocios norcoreano, que estaría aquí en Seúl durante una semana. Él había sido no sólo investigado sino avalado por la hermandad de agencias de acompañantes en todo el mundo. En otras palabras, era un aficionado, un usuario habitual de acompañantes.

Tentado a largarme, saqué mi teléfono para llamar a mi contacto, Kibum. Era un inmigrante y acompañante de clase alta, en la banca; yo era su chico de la limpieza. Él pensaba que mi empleo actual era un desperdicio de mi “espectacular figura y belleza de rostro fresco”. Sí, sí.

Cuando respondió: dije: —No creo que pueda hacer esto— Comencé a caminar por el vestíbulo, el sonido de mi pequeña plataforma silenciados por la afelpada alfombra de color beige.

—   Por supuesto que puedes. Tú no entiendes lo mucho que me gustaría poder estar allí. ¡Si este hombre alquila el penthouse por una semana, imagina lo rico que es!

El norcoreano había reservado a Kibum, pero él había tenido una reacción al Botox (¡sólo tenía treinta!). Había pensado que iba a estar bien esta noche, así que no había llamado para cancelar. Un gran no-no para un acompañante.

—   Si mis ojos no estuvieran cerrados por la hinchazón...

—   Key, no estoy en ese punto todavía— Había estado vacilando como loco. Aunque me había preparado para tomar un par de citas realizándome un examen y la cera, siempre sospeché que me negaría. — No estoy ahí, —insistí. ¿Pero no lo estaba yo? Ayer podría haber jurado que había visto a Kai.

En Seúl.

Había estado tomando el autobús a casa de uno de mis trabajos de limpieza cuando había visto un hombre alto, castaño larguirucho saliendo de una bodega, caminando hacia un Porsche. La última vez que lo había visto había sido en el resplandor de los faros, sus rígidos ojos cafés contra su rostro recubierto de sangre.

Si él estaba aquí, entonces tenía que huir a una nueva ciudad, tan pronto como fuera posible. Pero para eso necesitaría fondos.

—   Haces que este trabajo suene tan horrible, — dijo Key. —Vas a hacerlo muy bien. ¡Tienes los huevos, y eso es la mitad de la batalla!

A pesar de mi educación -o quizá debido a ella- era bastante descarado. Incluso con mí, ejem, generoso culo, me pavoneaba con orgullo en las playas de Jeju.

Que había conseguido poner calientes y pesados a toda clase de chicos hasta chicas de secundaria, haciendo de todo pero solo jugando, ganándome una reputación como calienta braguetas. Cuando había empezado a tener relaciones sexuales con Kai, había estudiado consejos y trucos, cualquier cosa para tentarlo. Así que sabía cómo conseguir que un chico saltara.

Kibum dijo: —Tendrás solicitudes desde el sitio de la agencia antes de que te des cuenta.

Él había conseguido que el tipo de la web de Elite Escorts lanzara una página improvisada para mí, prometiéndole una LM. “Liberación de mano.”

Conocía toda la jerga, había reído entre dientes cuando él había recitado las siglas, sin imaginar que yo estaría utilizando la jerga2. Un BBBJ era una mamada a pelo. La ingestión era BBBJNQNS-a pelo, sin retirarse, sin saliva. MSOG-múltiples disparos a la puerta- significaba que el cliente podría venirse tantas veces como quisiera en el límite de tiempo especificado. —No deberías haberte molestado con esa página web para mí. — Le había dicho que sólo haría esto una o dos veces, pero solo sonrió y dijo, —Eso es lo que todos pensamos. ¡Ahora posa para la foto del sitio!

—   Sólo tienes un par de minutos más para llegar a tiempo, —dijo Key. —Respira profundo, recuerda mis tres puntos clave, y te irá bien.

Primero, debería buscar un sobre indescriptible de dinero en efectivo sobre una superficie visible –mi “donativo”. No debía hacer nada hasta que tuviera el dinero en mi bolsillo. ¿Y luego? El nombre del juego era ventas-verticales, consiguiendo que él pagara por servicios que iban más allá de la llamada, las ganancias eran todas para mí.

Segundo, ya que mi cliente probablemente no inspiraría mi excitación -a pesar del hecho de que yo no había tenido sexo en mucho tiempo y ¡mi libido me estaba volviendo loco!– Necesitaba encontrar una manera de lubricarme furtivamente. La mayoría de las acompañantes lo hacían. El lubricante hacia el sexo más seguro y limitado. Por supuesto, un condón era obligatorio.

Tercero, a la mayoría de los clientes que utilizaban Elite Escorts le gustaban zalameras, las fachadas dulces; yo era un listillo descarado. Así que tendría que frenar mi personalidad para tener éxito.

Maldita sea, nunca debería estar en la industria de los servicios -de cualquier ámbito. ¡Pero necesitaba ese dinero para huir! Tenía mis propias reglas, y en tres años nunca las había roto.

1.- Nunca decir nada por encima y más allá de lo estrictamente necesario.

2.- Nunca crear vínculos entre tú y cualquier otra cosa.

3.- Nunca quedarse en un lugar más de seis meses.

4.- Nunca ablandarse.

5.- Nunca atraer atención indebida.

6.- Por el amor de Dios, nunca, nunca, nunca confiar en otro hombre.

Sin fondos, rompería la regla número tres.

—   Confía en mí, Tae, con tu astucia para los negocios, harás una matanza, —Kibum me aseguró.

¿Cuán astuto era? Aunque tenía seis casas para limpiar cada semana -incluyendo la suya- cinco de las personas redujeron mi tarifa.

—   Simplemente diviértete, —dijo. —No tiene que sentirse como un trabajo. Tu depilación fue probablemente más incómoda de lo que tu cita jamás podría ser.

Pero... —Han pasado más de tres años desde que me acosté con alguien. —Y los patéticos intentos de Kai ni siquiera deberían contar.

—   Eso es... hmm. Tan extraño, —dijo, como si yo le hubiera dicho que me gustaba llevar la piel de otras personas. —Hablaremos de esto más tarde. Por ahora, recuerda: el sexo es como andar en bicicleta.

Di vuelta hacia el ascensor. —Mierda. No puedo. Esto fue un error.

Kibum suspiró. —No quiero que te hagas ilusiones demasiado altas, así que nunca te dije mi récord por una noche.

—   ¿Vas a hacerlo ahora? —Él había sido vago, diciendo que el cielo era el límite, pero se había negado a darme números altos.

—   Mi récord para una llamada de seis horas es de más de veinte mil en efectivo y joyas.

Veinte. Mil.

¡Dinero así, me podría catapultar directamente a la siguiente fase de mi plan de vida! Cuando recuperé el habla, canté, —Y vamos a joder al mago.

Él se echó a reír. —Espero que sea un mago maravilloso. Ah, una última cosa, Tae. Vas a tener un momento de comprobación visceral, y cuando lo hagas, pregúntate: ¿Tendría relaciones sexuales con este tipo de forma gratuita? Si la respuesta es sí, entonces ¿por qué no ver el dinero como un bono?

—   Ok, muy bien. Puedo hacer esto, — le dije, y psicológicamente a mí mismo.

—   ¡Ve por ellos!

Desconectando la llamada, me di la vuelta para comprobar mi aspecto en el espejo del vestíbulo. Diciembre era generalmente leve, pero este año había sido francamente agradable, por lo que me había puesto unos jeans demasiado ajustados y rasgados de las piernas, una playera que se transparentaba de enfrente mientras que dé la espalda era bastante descubierta. El estilo era sencillo, con un escote conservador, en caso de que él quisiera llevarme fuera. Los  zapatos con una pequeña plataforma le daba un toque algo salvaje.

Me di la vuelta para ver la parte de atrás. Los jeans estaban demasiado apretados a través de mi culo, lo que dejaba poco a la imaginación. No había nada que hacer por ahora. Me enfrenté a mi delantera y di una sonrisa.

Había llevado sólo brillo de labios, y un toque de sombra de ojos bronce brillante. Kibum dijo que sacaba el color café intenso de mi iris, haciendo que mis ojos se vieran exóticos, especialmente contra mi cabello rubio.

Maquillaje: en su lugar. Cabello: mejor de lo que se puede esperar. Conclusión: Si yo fuera un norcoreano cachondo, me lo haría.

Comprobé el reloj de mi teléfono celular. Tenía menos de dos minutos para llegar a tiempo. Guardando mi teléfono en mi bolso, presioné el timbre de la puerta, y luego mire fijamente a mí alrededor, luchando contra mis nervios. Eché un vistazo a ese periódico sobre la mesa de nuevo. Un tipo rico como este tendría un guardaespaldas o algo...

La puerta se abrió, revelando a mi primer cliente. En la jerga de acompañantes, era DDG.

Caigo. Muerto. Magnífico.

Él parecía estar en sus treinta y tantos años, con la cabeza llena de cabello negro y un cuerpo trabajado. Él tenía más de un metro noventa de altura. Sus ojos café claro estaban entrecerrados, su mirada penetrante vagó sobre mí.

Llevaba un suéter de cachemira ligero, blanco invierno, que moldeaba sus rígidos pectorales. El color café claro hacia penetrantes sus ojos. Oscuros, pantalones a medida destacaban sus musculosas piernas y caderas estrechas.

Si alguna vez iba a perder mi “cereza de acompañante”. No me podía imaginar un cliente más ideal.

Sin embargo, el norcoreano echó un vistazo detrás de mí, como si esperara que alguien más estuviera ahí.

—   Sólo soy yo, —le dije, sorprendido de que mi voz sonaba tan casual cuando mi corazón latía con fuerza.

Sin decir una palabra, se volvió, dirigiéndose a una sala de estar. Lo seguí.

Un toque de iluminación, alumbraba la decoración moderna de buen gusto. Ventanas panorámicas de techo a piso, ofrecían lo que tenía que ser la mejor vista de la ciudad. Todas las puertas del balcón estaban abiertas. Este lugar era enorme, el tamaño me recordó mi antigua mansión. Oh, recordando de nuevo...

Él me afrontó. —Confirmé un hombre llamado Kibum. Tu agencia la sugirió cuando envié mis preferencias. —Su voz era profunda y ruidosa, su acento tiñendo las palabras.

Yo era un tonto con los hombres con acentos. El lento acento de América de Kai solía encenderme. — Se supone que Kibum vendría esta noche, pero se enfermó.

—   Pedí a un castaño, alto, alrededor de los treinta años. Idealmente de. Tal vez su sustituto podría haber igualado cualquiera de mis peticiones.

En su lugar, me había conseguido -veintidós años, estatura promedio, con curvas, Ah! Y rubio. Dándole una sonrisa falsa, en broma le dije: — ¿No es la sal la variedad de la vida, querido?

Él no estaba cediendo. — No eres lo que pedí.

Yo, por encima de todas las personas, sabía que no debería tener que pagar por algo que nunca pidió. Tuve una memoria flash de Kai dirigiéndose hacia su arma, momentos después de declararme su amor.

—   ¿Siquiera eres mayor de edad?—Dijo el norcoreano entre dientes.

—   Y algo más.

Se veía impasible.

Había leído y releído Obtenga el Sí, y pensé que podía conseguir una noche de paseo con este tipo. ¿Pero entonces, estaba realmente dispuesto a dar este paso? — ¿No puedo cambiar tu opinión?

Cuando su expresión se hizo aún más fría, me alegré de que estuviera a punto de echarme. Me gustaría ser un mejor proscrito de lo que sería una acompañante. ¿Proscrito? Dale tiempo, Tae.

En un tono severo, dijo, —nunca doy marcha atrás sobre mis decisiones.

Me encogí de hombros. —Está bien, tu pérdida. — ¡Qué tan seguro sonaba! Como un trabajador profesional. Aliviado, me giré hacia la puerta, paseando a la distancia...

Pensé que le oí silbar en un susurro.

Mierda. Conociendo mi suerte, había separado la costura de mis jeans rasgados.

Notas finales:

Esten esperando pronto las nuevas actualizaciones ♥


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