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Años dorados. por LolitaHernandez

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Notas del capitulo:

Un título sacado de la canción Golden years de David Bowie (Hermoso hombre)

¡Hey! ¿Como les va? Ya que me dieron cuerda para hacer esta historia pues tendrán que soportarme. 
Aclaraciones: 

No habrá incesto entre hermanos o padre. (Sorry, guys (?)

Mello tiene 15 años. 
Near 13 años. 
Light es divorciado.

Vamos para largo (O quiero eso(?)

Supongo que eso es todo. ¡Muchas gracias y disfruten!

Llegaron a la zona residencial.
Y Mello no podía estar más cabreado.
Y Near no podía estar menos desinteresado.
Y Light no podía estar más nervioso.

Fue su idea irse a un sector muy lejos de su familia.
No podía ni con la que había creado, menos podría con la que lo conocía de toda la vida.

Aparcó frente a una casa de fachada amarillo pastel y detalles blancos.
Este sector era al puro estilo americano, casa con diferentes toques pero que seguían evocando a las viviendas vistas en películas norteamericanas. Solo faltaba el perro en el patio delantero que era precioso con su cerca de arbustos a los lados, un gran olmo a la entrada y un bonito pórtico.

Light advirtió como el sonido del motor de la camioneta apagándose despertaba a Near que miró a través de la ventanilla su nueva casa.
Cerraba y abría los ojos como una pequeña lechuza que se acostumbraba a la luz.
Fue tan tierno.

Miró a Mello para ver su expresión que no fue igual de tierna.
Estaba rechinando los dientes.

Pues deberíamos… -No pudo completar la frase. Mello ya se bajaba y azotaba la puerta del carro. No provoco nada en Near que entonces doblaba su sabana y disponía de los juguetes que lo acompañaron en el viaje. Esta vez se volteó a verlo.- No tendremos que pasar por la guerrilla que representa elegir cuartos. Los de mudanza ya han acomodado todo ¿ves la ventana de arriba, la de la izquierda? Ese es tu cuarto: Doble ventanal ya que sé que ni cambiando de país saldrás de tu habitación a tomar algo de sol así que… El sol tendrá que venir a ti.

Tú eras el que no me dejaba salir de casa. Decías que siendo albino el sol me dañaba más –Expresó Near mientras tomaba el último juguete: Un erizo de bigotes rizados y salía del auto.

Miró unos momentos hacía el frente antes dejar caer su frente sobre el volante. No habían pasado ni cinco minutos y ya se había rendido con esos dos.

Creyó que los problemas habían terminado en Inglaterra: Que Mello ya se había pronunciado en contra todo lo que quiso y Near ya se había demostrado lo suficientemente desinteresado por los dos bandos.
No sabía porque seguía esperando que alguno de los dos por fin mostrara algo de comprensión.
Tal vez era un crédulo.

Golpes a la ventanilla lo despertaron. Era Mello que estaba impaciente. Light tenía las llaves de la casa.

Oye –Llamó Mihael.- Me congelo.

Cuando salió pudo notar un poco de frío otoñal que no era para tanto como el rubio lo hacía ver pero prefirió no objetarle y apresurarse con las llaves. El pequeño albino aguardaba en el pórtico con los brazos llenos de juguetes.

Le decía a tu hermano que no habrá una pelea para decidir quién se queda con que cuarto. El de Nate es el de los ventanales grandes, el tuyo de la claraboya. El mío da la vista al patio.

Un aplauso estruendoso se escuchó.
El castaño suspiró con fuerza comprendiendo quien era el alborotador pero no atreviéndose a comenzar una discusión.

“No, dije que no iba a pelear. Debemos estar unidos. Los necesito, ellos a mí, estamos solos.”- Solo tendrán que acomodar su ropa… -

¿No pudiste dejar de tu lado controlador en la antigua casa? Al igual que dejaste, otras, muchas cosas –Respondió con altanería Mihael solo provocando  otro resoplido furioso.

Abrió la puerta y su hijo mayor corrió escaleras arriba; más ansioso por estar lejos de Light que de conocer su nuevo cuarto.

El menor se lo tomó con más calma. Subió a su cuarto con paso lento cuidando que ningún juguete cayera, deteniéndose a recogerlos cuando caían.
Se hubiera animado a ayudarlo de no saber de antemano lo independiente que era el niño.
Por no llamarlo testarudo.
Actitud que su padre y el compartían.

Demasiado para él. Cualquier intento por no explotar con Mello era llevado al garete porque este simplemente no lo podía perdonar. No era su culpa pero tampoco de su primogénito por lo que se detuvo de objetar algo y decidió dejar de pensar en eso, dejo la bolsa en donde llevaba todos los papeles importante así como tarjetas sobre un mueble cercano a la entrada de la sala.
Admiró el salón: Una belleza de colores otoñales como dorados, naranjas, verdes y castaños. Predominaba el verde de las paredes, el tapizados de los muebles era de un color naranja agradable y las almohadas eran doradas de un material muy brillante.
Ya tenía un sitió favorito en toda la casa.
Hasta que vio el interior de la cocina siendo de madera lustrada casi todos los muebles ahí.
Sintió la imperiosa necesidad de hacer té hasta que recordó que ya nadie lo tomaría. A nadie más le gustaba que a…

Abandono pronto la cocina.

Oye, Nate, pensaba que podíamos hacer unas compras para la cena a menos que quieras tomarte una siesta, sé que no estuviste cómodo en el avión  –Hablaba desde el pasillo pasando en frente de la puerta herméticamente cerrada de la habitación del rubio ignorando la música de Black Metal que podía escucharse a través de la puerta “¿Tan rápido encontró los discos?”.

No tuvo tiempo de inventar algo con que detener el ruido molesto sin llegar a intervenir en verdad pues llegó a la habitación del albino y se encontró con otro problema que pedía su atención.
Nate estaba dormido sobre la mullida alfombra de la habitación, rodeado por los juguetes rodeándolo como si de una barda de seguridad se tratara.

Suspiró. Hizo a un lado algunos de los juguetes colocándolos en unas gavetas destinadas a solo juguetes. En su orden compulsivo había dado severas indicaciones sobre como los trabajadores colocarían todo. Le hubiera encantado hacerlo el mismo pero dadas las circunstancias no creía tener mucha ayuda de sus hijos en tal empresa.
Al menos logró que todo fuera tal y como quería con unas habitaciones agradables para sus niños.

Recogió a Near del suelo, algo fácil considerando lo pequeño que era para su edad, recibiendo unos murmullos inentendibles en el proceso. Lo dejó sobre su cama pero de nada valió el esfuerzo pues un golpe en la pared colindante despertó al durmiente que se vio sorprendido por un segundo al encontrarse con su papá dejándolo en la cama.
Light le sonrió nervioso.- Pensaba que querrías descansar pero si no podíamos ir a dar una vuelta al centro. Necesito comprar cosas para la cena… A todo esto ¿Qué quieres cenar?

Tal vez debió esperar un poco a que Nate abandonase la expresión de borrego sorprendido pues no parecía procesar bien todo. Supo que todo volvía a la normalidad cuando el pequeño volvió a su expresión indiferente de siempre.

- No… No tengo sueño.

Era difícil creer eso cuando su borreguito soltaba un bostezo de lo más bonito.

- Quiero ir al jardín.

Eso era más difícil de creer.
Paso su mano por la mejilla del niño en una sutil caricia mientras que este solo miraba a cualquier lado excepto a él.
“Este es su modo de esquivarnos: Mira a otro lado para evitar cualquier contacto emocional con su locutor” No es él quien piensa eso. Es una frase que le quedo bien grabada de las conversaciones con su marido. A veces aquel podía comportarse en casa como si siguiera en su trabajo: Analizando todo y a todos.
Eso le provoco cierta molestia.- ¿En serio? ¿Quieres ver la piscina? No te lo aconsejo pues…

- No sé nadar pero sé cómo mantenerme lejos de la orilla.

Lo último que necesitaba era que a Near le diese por sacar su carácter rebelde ahora. Aspiro profundo.

- ¿Entonces qué piensas hacer en el jardín?

Near se tomó un tiempo para contestar paseando la mirada por la habitación.- Quiero hacer un picnic con mi juguetes.

El albino se alabó por esa atinada respuesta.
Sabía que su madre le resultaba adorable todos sus aspectos así que no había respuestas malas pero esta vez sí que fue excelente pues Light se levantó animado, sonriendo.
  
- Entonces con más razón iré a hacer las compras a traerte algo para tu picnic.

Fue hacía la puerta de la habitación sin dejar de sonreírse y Near podía jurar que era la primera vez desde el divorcio que sonreía tanto.

¡Oh! –Light se detuvo un momento a la puerta.- No me dijiste que querrías de cenar ¿no tienes una pequeña idea?

Una negación con la cabeza fue toda respuesta.
Él solo asintió inconforme con la respuesta pero no es como si esperara mucho de todos modos.
“No se puede todo”.

Light apenas iba a bajar las escaleras cuando la música subió unos decibeles más que rebasaron su límite.
Se había preparado mentalmente para lo que vendría después de la separación estando solo con sus hijos, de regreso a su país y evitando a su familia hasta que estuviera listo para decirle a su madre que tuvo razón.
Pero era mucho con un adolescente tan resentido como Mihael.
Miró su reloj marca CK y vio la hora.
Suspiro desgastado.- Dos horas en Japón y ya perdí la paciencia. Es cierto: Mientras más crecen, menos paciente soy.

Regreso sus pasos. Llegó hasta la puerta de Near y se asomó a ver que hacía descubriendo que lo dicho no se quedaría en simples palabras pues ya preparaba una pequeña canasta de juguetes con los mejores invitados a su picnic.
Sonrió por tan linda escena y cerró la puerta de la habitación con sumo cuidado para no advertir su presencia.

¿Qué haces aquí? –Cuestiono Mello cuando lo vio entrar a su habitación.

Light iba a contestar cuando vio el desastre que imperaba en el cuarto.
La ropa de la maleta, antes doblada, se encontraba desperdigada por todo el suelo. Los discos habían sido sacados de sus cajas y regados por la cama el cual tenía las fundas desarregladas porque, evidentemente, alguien se había acostado en ellas sin tomarse la molestia de quitar la colcha.
No podía significar algo grave tomando en cuenta como son los adolescentes de desastrosos pero Light era un obsesivo y esas actitudes eran intolerables para alguien tan perfeccionista.
“Te dijiste a ti mismo que cambiarías, te relajarías solo para que ellos pudieran confiarte más cosas.”
.
.
.
“¿A quién engañas?”- Mello necesito que limpies todo este desastre si no quieres que…

- ¿Qué me vas a quitar ahora? ¿Acaso crees que me queda algo desde que me quitaste a mi padre?

Mello había pasado mucho tiempo con los chicos de reputación más escandalosa así que achaco todos sus malos modos a estos pero pensó que esto se curaría conforme las salidas a altas horas de la noche fueran disminuidas y su vigilancia aumentada.
Grave error.
Se sentía culpable por no conocer a su hijo mayor lo suficiente como para comprender que sus amistades no lo habían hecho lo que era. El chico ya era así.
Sabía de quien era la culpa de que fuera como es y que él solo había venido a empeorarlo con la separación.
“Fue por su bien, ahora no lo comprende pero cuando pueda deshacerse de toda esa rabia contenida se dará cuenta”
Hasta entonces tendría que ser algo paciente por lo que, contrario a las ocasiones donde llevaba una batalla campal para que Mihael cediera, respiro profundo y sonrío leve.

- Sabes que puedes hablarle a tu padre por teléfono. Te dijo que no importaba la hora, que el siempre estaría disponible.

- Como unas palabras son suficientes después de no haberlo visto por lo menos por dos meses.

Light forzó su sonrisa y se frotó un poco el puente de la nariz recuperando su aplomo sin querer soltar algo venenoso como lo haría en sus años mozos ante un irritable compañero- ... Mientras tú hablas con tu padre, yo iré a hacer unas compras para la cena ¿Qué quieres de cenar?

El rubio se quedó en silenció unos minutos.
Incluso apagó el reproductor.
Light creyó que se estaba quebrando. Que lloraría como no lloró cuando sus padres se separaron.
Mello volvió a emprender la guerra empezando por volver a encender el aparato y poniendo todo a un volumen imposible para un ser humano.

Pollo. Ni pienses que comeré pescado: Lo odio. –Eso pudo escuchar a través de la música tan alta y se sintió satisfecho al haber conseguido que le hablará sin reclamar nada.

Near salió de su cuarto cuando vio a través de la ventana a su padre partir rumbo al mercado. No era tonto y había notado como su puerta era cerrada por una mano fantasma minutos antes de escuchar el mutismo del aparato de su hermano.
La escena siempre era la misma cuando una discusión se asomaba ya siendo entre sus padres o con su hermano. Alguien siempre llegaba a cerrar la puerta de su cuarto creyendo que así lo protegían de escuchar lo que no debía.
Como si lo quisieran tener en una bola de cristal.
Pero no dañaba seguirles la corriente, hacerles creer que su mente estaba en otro lado mientras los embrollos familiares iban transcurriendo. 
Al final era él quien los protegía y no ellos.

Fue por eso que cuando tomó su cesta con juguetes, al pasar frente a la puerta cerrada de la habitación de Mello y escucho el llanto amortiguado proveniente del interior se cuestionó sus responsabilidades como hermano, aunque menor, sobre Mihael dudando puesto que los resultados predecibles no parecieran motivarlo mucho a hacerla de buen samaritano.
Se ayudó a decidirse lanzando una moneda que encontró en la chaqueta que trajo en el avión. Debió haberla gastado en unos bocadillos como su papá le indico puesto que “El vuelo será largo, puedes entretenerte con eso” pero él prefería guardárselo.
Llevaba ya una buena suma de dinero ahorrada en el interior de uno de sus juguetes con abertura secreta.

- ¿Estas bien, Mello?

Pregunto primero sin abrir la puerta.
Nada.
Abrió la puerta pero no se asomó.

- Mello ¿estás bien?

Una raqueta de tenis fue lanzada contra el marco de la puerta.
 
- ¡Lárgate!

Ya se conocía las artimañas del rubio por lo que no se auto felicito por la brillante deducción de que podría haber sido herido por este al inmiscuirse.
Analizo un momento.

- ¿Desde cuando tienes una raqueta de tenis?

La puerta se abrió por completo pero esta vez no fue él quien lo hizo.
Mello por fin dio la cara.
Una cara que delataba que debajo de todo ese volumen tan alto se había desatado un diluvio de lágrimas. Para entonces ya no había más música lo que agradeció en el fondo pues sus gustos no eran los mismos.
Siempre pensó que su hermano quedo afectado por la separación de sus padres pero jamás creyó que fuera así de serio.
Lo pensaba un poco más fuerte que esto.
Volvió a ser analítico y se dio cuenta de que, desde antes de mudarse, en el proceso, el mayor ya acarreaba esto: los horarios tan extraños que el rubio había tomado para escuchar música a todo volumen, sus pocas ganas de pelear y que la dotación de chocolate en la alacena no hubiera mermado tanto como otras veces le tuvo que haber indicado algo sobre la depresión que su hermano sufría.

- Desde que mi padre quiso que pasáramos más tiempo juntos.

Claro.
Mello era el que seguía más a su padre siguiéndolo en todas sus incursiones ya sea por la cocina,  degustando postres, por la biblioteca en busca de información, sus conversaciones en la sala acerca de los casos que llevaba y los deportes donde ambos parecían relajarse en cuanto a competitividad.
Near rehuía a seguir, no solo a su padre sino también a Light pero con este último no tenía muchas opciones dado que su pasividad le hacía creer al castaño que era más aferrado a él sin detenerse a pensar que solo era otra de sus muestras de desinterés.

Pero él podía vivir sin padre.
Mello no.

Dejo la canasta de juguetes a un lado y extendió los brazos.
- Puede que solo me esté ganando un golpe pero, si te sirve de algo, puedes…

Ahí van dos costillas.
Mello era fuerte, ya lo sabía, este ya lo había golpeado porque, según él, “lo mira mal” pero nunca sospecho que podría poner tanta fuerza en un acto afectuoso como un abrazo.
“Justo cuando pensaba que se le bajarían los ánimos como para golpearme: Resulta esto…”
El rubio dejaba salir el llanto incomodándolo… Y ensuciando su playera.
Pero el albino se consoló pensando que era de las pocas muestras de cariño que se tenían por lo que tenía que ser un poco más tolerante.  
Jamás se repetiría.

Pasaron tres minutos y Mello no parecía querer separarse.
Near no tenía suficiente entereza como para alejarlo.
Menos si la raqueta de tenis le quedaba tan cerca al de ojos castaños.

Otros cinco minutos y Mihael al fin lo dejaba.
Nate dejó escapar una bocanada de aire.- ¿Ya te sientes mejor?

Un asentimiento; ahora el rubio se abrazaba a si mismo mientras hipaba. Le dio unos momentos para recuperar su aplomo aunque de momento paso a ser un rato todavía más extraño para él ya que tenía que ver los ojos acuosos de su hermano.
Abrazados, donde no pudiera verlo, estaban mejor.

Al final alguien se apiado de él y quiso que Mello por fin se tranquilizará después de un gran suspiro.

- … ¿Mejor?

- Si le dices algo de esto a Light te juro que te mato.

- Es bueno saberte de vuelta, Mello.

Un portazo fue lo que lo termino todo.
Se quedó unos momentos divagando frente a la puerta de la recamara cuando escucho de nuevo el volumen estridente aunque esta vez era algo menos pesado que la música de antes.

Finalmente abandono el corredor y fue al patio trasero.
Era muy bonito. Con hortensias, girasoles que no parecían flaquear pese al leve frío, margaritas que abundaban y un pasto tan frondoso que podría dormirse sobre él.
Flaqueo por la piscina solo para apreciar unos momentos su rostro en el agua cristalina.
Extendió el mantel a la sombra de un olmo, se sentó en medio y empezó a sacar los muñecos de la cesta pero advirtió un ruido proveniente de la cerca de al lado.
Giró la cabeza para ver de que trataba y no alcanzó a observar algo sospechoso: Solo la puerta trasera de la casa vecina y su patio carente de movimiento.
Ni siquiera había insectos.
Volvió a la tarea de colocar los juguetes cuando otro ruido lo interrumpió y esta vez por más lógico que fuera no pudo evitar ponerse un poco nervioso.
Recogió todo y huyó dentro.


Mello vio todo desde la ventana de su cuarto pero prefirió no hacer nada al respecto previendo que solo fuera uno de los juegos de su hermano.
Él ya no era de juegos.
Se había serenado después de enjuagarse el rostro. Había visto la bañera de su baño muy tentadora pero no quería relajarse por completo hasta la hora de acostarse.
Hora que era la que él quisiera.

Anteriormente era impensable que pudiera dormirse a las tres de la mañana mientras navegaba por Internet pero desde el divorcio su papá se ablandó mucho con todo.
Al principio pensó que la separación le había afectado pues se veía ido, distraído y poco arreglaba la casa o a sí mismo. Así no era su papá.
Desde que tiene memoria su papá fue siempre un fanático del orden y la limpieza, tanto que a veces piensa que por eso adora a Near que es blanco, lo mantenía a raya del exterior y de sus puños al no querer que ese blanco inmaculado fuera magullado.  
No le importa. Él tiene a su padre.
O lo tenía.

Light le dijo que podía hablarle a su padre cuando quisiera. Piensa hacerlo pero recuerda lo que este le dijo.
Se molesta.

Empieza a ver su muro en la red social para distraerse cuando un ruido proveniente de abajo lo distrae.
“¿Light…? Nah, se tardara un rato más”
Vuelve la vista a la pantalla y otro ruido proveniente de abajo lo saca de esto.
Furioso cierra el ordenador con fuerza, se calza las zapatillas y anda abajo.

Se encuentra con Near que está llevando una maratón corriendo de aquí a allá por todas las habitaciones cerrando ventanas. La meta es la puerta trasera la que cierra hasta los pestillos que no debían de cerrarse hasta la noche.
Lo observa desde el marco de la puerta y Near parece no notarlo pues está recobrando el aliento apoyado contra el mesón.

Su hermano nunca tuvo condición “No lo expongas al sol ni a actividades para chicos normales, Light, sacarás algo bueno de eso”.- Hey, algodón –El pequeño salto que dio el albino le indica que en serio no lo había notado. A veces lo nota pero se hace el indiferente; es extraño, nunca lo había visto asustado.- ¿Qué te pasa? Nos encerraste. Espero que no estés comenzando con las bromas si no quieres conocer a Light como lo he conocido yo desde que nací.

El de cabello blanco tarda un poco en responder debido a su respiración errática.- Hay alguien allá afuera.

No le creyó. Al principio. Luego pensó en porque Near jugaría ahora y con eso.- ¿Cómo sabes?

Acepta que fue una pregunta estúpida pues hasta el menor hizo una mueca como queriendo decir “Oh ¿En serio?”.

- Estaba jugando fuera cuando escuche ruidos provenientes de la casa de al lado… No, ahí no vive nadie. Lo sé porque vi la maleza en las jardineras de la casa.

Por un momento olvida de lo que hablan. Quería confrontarlo por dársela de detective en ese momento pero ve que Nate no está de humor al juzgar por cómo se le acerca y lo toma de los hombros además de obligarlo a baja a su altura.

Mello –Empieza el pequeño.- Tal vez deliró, ojala no, pero creó que vi a alguien de cabellera negra acercarse a la cerca de nuestra casa cuando yo cerraba la puerta.

Es entonces cuando ser el hombre de la casa es un puesto muy grande para él. Tartamudea.- ¿V-viste? –Traga duro.- ¿Crees que la haya saltado…?

- No porque en ese caso escucharíamos el ruido de su peso pero bien puede dar la vuelta y venir hacía acá por el frente.

El rubio vuelve a retomar un poco de valor. Analizar la situación.- ¿Sabes si hay un sistema de seguridad…? ¿Cómo puede suceder esto? Estamos en un barrio residencial además de que debió advertir que alguien ya venía a ocuparla con todo eso del camión de mudanzas.

- Ah, el sistema no ha sido instalado, papá tuvo problemas con el encargado de eso; ni las residencias se salvan de atracos y lo del camión fue hace una semana. Por eso podemos disponer de todas nuestras cosas porque todo fue ordenado con anterioridad.

Mira la puerta de entrada de soslayó. No nota que para entonces ha tomado la muñeca de su hermano la cual aprieta con poco fuerza solo para que no se separe de su lado.- Tal vez, al verte, notará que la casa no está sola.

Otra vez esa mirada de “¿En serio?”.- No es por menospreciarme pero créeme que yo no le presentó ninguna amenaza… ni tú.

Iba a contestar a eso creyendo que todo era un teatro maquinado solo para molestarlo cuando alguien tocó a la puerta y entonces el albino prosiguió.- Si no contestas sabrá que la casa está sola y entrará.

“Claro: Y entonces puedes correr escaleras arriba para resguardarte mientras a mí me mata.”
Entonces se regaña “No es tiempo para esto Mel, recuerda lo que dijo padre”.
Observa a Near de nuevo.
Avanza a la puerta sin dejar de arrastrar a su hermano con él.
Se paran frente a la puerta unos momentos. Mello piensa que hacer y espera a que el ruido que hicieron haya sido suficiente para hacer que se marche.

Otro toque.
Mello se arrepiente de haber tratado mal a su papá. 

Notas finales:


Bienvenidos de regreso (Lo se: Es tan triste volver) y les agradesco la atención.

¡Dejenme que saber que piensan sobre este fic!
¡Nos vemos!
 


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