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Un regalo desde Rusia con amor. por LaGataenelTejado

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Notas del fanfic:

Mi primer fan fic sobre esta pareja en exclusiva. Tengo dos historias más, pero al final decidí publicar esta porque queria empezar con algo sencillo, ya que nunca he escrito algo sólo sobre el chucho y el rubio. Espero que les guste, no se el ritmo de actualizaciones ni cuantos capítulos serán, eso depende de si gusta y de las reviews :)

Capítulo 1. ¿Que he hecho yo para merecer esto?.

 

El aeropuerto estaba lleno de gente que iba de un lado a otro, corriendo o gritando palabrotas porque llegaban tarde a sus respectivos vuelos. Las voces de los anuncios de las salidas y llegadas internacionales, retumbaban sobre las cabezas de todo el mundo, provocando un pequeño caos y una emoción inevitable a los familiares que pacientemente, esperaban los aterrizajes. 

Matt resopló por enésima vez aquella mañana, frustrado porque sus padres seguían con esa estúpida sonrisa en sus caras. Su madre le dio un golpecito con el codo, llamando su atención. 

-Mail, hijo, levanta mas el cartel que no se ve nada. - le obligó a elevar los brazos, sosteniendo la pancarta cursi y ridícula que habían preparado. 

-Mamá...esto es absurdo...ni que fuese una estrella de cine. Mierda

-Mail, nada de palabrotas. - su padre se puso bien las gafas de pasta, ya que del sudor se le resbalaban por el puente de la nariz. 

Volvió a refunfuñar, cuidándose de que sus padres no pudiesen escucharle esta vez. Desvió la mirada hacia unas muchachas que conversaban entre risas, gastándose bromas entre ellas. Ojalá estuviese en su casa ahora mismo acompañado de Lindsey, diciéndole lo loco que estaba por ella desde hacia ya seis malditos meses. Pero no, estaba por obligación en el aeropuerto, junto a sus padres que hablaban emocionados e incluso su querida madre daba algún que otro saltito de alegría.

 

Para que se pongan al día... 

Hace dos meses, la familia Jeevas recibió la triste noticia de que Anastasia Keehl había muerto en un terrible accidente de tráfico. Cuando volvía del trabajo, un camión con un conductor bastante ebrio chocó en sentido contrario, haciendo que el coche se saliese de la carretera. El conductor murió en el hospital, mientras que ella murió en el acto. 

Anastasia Keehl era la mejor amiga de Aline Jeevas, se habían criado juntas en Inglaterra hasta que Anastasia conoció a Dimitri, un hombre tremendamente guapo con el que se casó y se trasladó a la fría Rusia, donde vivió felizmente hasta el día en el que se quedó embarazada. Ese fatídico día le demostró a la muchacha lo poco responsable y poco hombre que era su novio, pues la abandonó al enterarse de la noticia. Eso no frenó a Anastasia a la hora de tener a su bebé. 

Fruto de su amor, nació Mihael, lo mas importante en su vida. Era un niño guapísimo, rubio con unos impresionantes ojos azules. Aline visitó varias veces a su amiga, llevando consigo a un pequeño Mail, el cual había nacido el mismo año que el ruso. Los dos jugaron mas de una vez juntos. 

En el último viaje que la familia Jeevas hizo a Rusia, ella les informó de que en su testamento, había nombrado a ambos como tutores de Mihael en caso de que le ocurriese algo, dejándoles también una parte de la herencia para cubrir los gastos, así como dándoles los datos para que su hijo tuviese acceso a todos los ahorros que poseía cuando fuese adulto. ¿Quien iba a imaginarse que la vida les sorprendería con aquella tragedia?. 

Aline lloró muchísimo cuando se enteró de la noticia. Estaba devastada y su marido y su hijo intentaron apoyarla cuanto pudieron. Perder a su mejor amiga le provocó un estado de tristeza que la consumía, pero ella siempre había sido una mujer fuerte y ahora Mihael los necesitaba. Pusieron rumbo a Rusia, dejando a Matt en Inglaterra mientras solucionaban el papeleo. Vieron al niño que ahora se había convertido en un adolescente de 17 años, perdido y solo en el mundo. Sin dudarlo, prepararon todo para su traslado a tierras inglesas. Viviría con ellos hasta que la tutela terminase, eso podía ser a los 18 años si el ruso estaba de acuerdo o a los 21, que era cuando oficialmente se desligaba de la familia Jeevas. 

Y allí estaban, dos meses después, esperando al muchacho en el aeropuerto. 

 

-¿Estás segura de que llegaba hoy?. - Matt golpeó el suelo nerviosamente con la planta del pie, sintiendo un hormigueo en los brazos debido a la postura sujetando la pancarta. Se sentía ridículo. 

-Si, se que llegab... ¡Allí está!. - su madre se alejó de ellos con prisa, andando entre la gente que llegaba del vuelo. 

-Joder, ¿Por que siempre tiene que ser tan eufórica?. - avergonzado, Matt siguió ahora a su padre. 

Aún sujetaba la maldita pancarta sin darse cuenta, cuando aquellos ojos como zafiros se clavaron en los suyos, la pancarta se le escurrió de los dedos cayendo al suelo. 

Mihael Keehl le miraba de forma fría, en silencio a pesar de que la madre de Matt no dejaba de frotarle los hombros por si tenia frio, debido a que llevaba una chupa de cuero corta y un chaleco a juego. ¿De donde diablos se había escapado este tío?. ¿De un videoclip de los años ochenta?. 

No era mas alto que él, Matt le sacaba un par de cabezas de altura. Lo vio extremadamente delgado, aunque no esa delgadez que afea cuando miras a una persona, si no mas bien un cuerpo estilizado y elegante, como el de un felino. 

-¡Matt! ¡Saluda!. - su madre suspiró avergonzada, al ver la cara de tonto que se le había quedado a su hijo. 

-Ah...si. Hola. - de forma nerviosa y algo ridícula, Matt elevó unos segundos la mano, carraspeando la garganta y mirando hacia otro lado. La mirada de hielo que le dedicó Mihael le erizó el vello corporal. 

-Hola. - hasta su voz era fría. A lo mejor es que vivir en Rusia te convertía en un témpano de hielo. 

-Hola Mihael, encantado de volver a verte. - el padre de Matt le estrechó la mano, cogiendo sus maletas y caminando delante de ellos para salir al exterior. Su esposa no dejaba de hacerle preguntas al muchacho. 

-¿Y te han dado de comer en el vuelo? ¿Has descansado? Oh, no te preocupes por nada, cuando lleguemos a casa podrás echarte una siesta si quieres. Debes de estar agotado. 

Cuando Aline le apartó el cabello del rostro, Matt no pudo evitar fijarse en la quemadura tan visible que el ruso tenia en la cara, ocupándole gran parte de la mejilla y el cuello. ¿Que mierda le habría pasado?. 

Subieron al coche tras dejar las maletas en el maletero y Matt se sentó atrás junto a Mihael, intentando no mirarle demasiado. No podía evitarlo, era un tío muy curioso y a veces le tachaban de impertinente, pero se moría de ganas por saber como se había quemado la cara. ¿Le habría dolido tanto como parecía?. En una de esas miradas, ambos se observaron, aunque el ruso apretó los labios molesto, desviando todo lo que pudo el rostro para evitar que el pelirrojo siguiese concentrado en su cara. 

-¿Tienes hambre, Mihael?. 

-No demasiada. - tenia el codo apoyado en el marco de la ventanilla, mirando el paisaje que pasaba a toda velocidad ante sus ojos. Matt se fijó mejor en aquellos brazos delgados y como se marcaba su huesuda clavícula. 

-Bueno, tú siéntete como en tu casa, ¿Vale?. Matt te ayudará a integrarte en el instituto, sus amigos son muy simpáticos. Te caerán bien. 

-Uf, mamá, cállate de una vez. - bufó exasperado, rascándose la cabeza. No le gustaba la idea de tener que hacer de niñera con Mihael a partir de ahora. 

-¿Podrían llamarme Mello?. 

Matt y Aline giraron la cara, mirándole curioso. El señor Jeevas rió divertido. 

-Ai que ver los motes que os ponéis los jóvenes ahora. Mail también se hace llamar Matt por ahí. ¿Es que no os gusta vuestro nombre o que?. 

Su esposa sonrió, dedicándole aquella sonrisa solo al rubio. 

-Está bien, si prefieres Mello, te llamaremos así. 

-¡Eh! Entonces yo también quiero que me llaméis Matt. 

Aline hizo un gesto con la mano, mandándolo callar. Suspiró contenta, viendo como su marido aminoraba la velocidad del coche cuando entraron en el barrio residencial donde vivían. 

No era de los mejores barrios de la ciudad, pero era tranquilo y de gente humilde. Habían tenido que hacer lo imposible por poder acomodar el pequeño cuarto de invitados para que el ruso pudiese instalarse. Le cambiaron la decoración, los muebles y lo acondicionaron para otro estudiante. Matt odiaba el tener que compartir el baño de la planta superior, donde él y sus padres tenían los dormitorios. Claro, sus viejos tenían su propio baño privado en el cuarto, pero a él le había tocado hacer espacio en los armarios y la ducha para su nuevo inquilino. 

Bajaron del coche y Mello miró el cielo, extrañado porque cuando salieron del aeropuerto estaba soleado y ahora de repente chispeaba. 

-Acostúmbrate. Estás en Inglaterra. - Matt le miró de reojo, caminando hacia la entrada de la casa. 

El rubio tardó unos segundos en seguirlos, viendo como Aline no había dejado que cargase con sus propias maletas. Escuchaba las quejas del pelirrojo y una sonrisita imperceptible se formaba en su rostro. Ese chico parecía molestarse fácilmente. 

-Adelante, Mello. - Henry Jeevas se apartó para que el rubio entrase primero en la casa, haciendo alarde de una educación impecable. 

Cuando el chico se quedó plantado en el recibidor, observó atento la decoración. No era una casa muy grande, a pesar de tener dos plantas era pequeña pero se veía acogedora. Lo que mas le gustó fue el olor a chocolate que le llegó a las fosas nasales en cuanto puso un pie en el interior. 

Las paredes simulaban madera fina, en colores delicados y suaves, invitando a quedarse allí admirando el paisaje que podía verse alrededor de la zona. Todo estaba muy limpio y ordenado, notándose que se habían esmerado en mantener todo perfecto para su llegada. 

-Mail, acompaña a Mello a su dormitorio. 

-Mamá... - el pelirrojo la miró poniendo los ojos en blanco un par de segundos, pensaba que había quedado claro que prefería que le dijesen Matt. - Está bien. - vencido, le hizo un gesto a Mello para que subiese con él las escaleras. 

Dejaron atrás la charla de ambos padres, las risas y el ruido de los pasos caminando hacia la cocina, para entrar en el silencio de la planta superior. 

-Este es el cuarto de mis padres. - Matt no se molestaba en mirar a Mello, simplemente con la mano le iba señalando las zonas importantes. - Este es MI cuarto. ¿Te enteras?. Nadie entra sin mi permiso. 

-¿Por? ¿Guardas un cadáver ahí dentro?. - la sonrisa de malicia que el rubio le dedicó, le hizo tragar saliva. Menudo humor se traían los rusos. 

-¡No te importa! ¡No entres y punto!. 

-No hace falta que ladres, chucho. - con una mano en el bolsillo, Mello se tomó la libertad de ojear un poco el cuarto de baño, mirando curioso la distribución. 

-¡¿Como que chucho?! No soy un maldito perro. - llegó hasta donde estaba, intentando relajarse y recordando que su madre le había dicho que la muerte de Anastasia era reciente y quizás el muchacho estaba algo irascible. Luego descubriría que simplemente, Mello tenia ese humor. - Como ves, este es el baño. 

-Oh, no me digas. No lo habría adivinado sin tu ayuda. 

-Ja,ja,ja... que gracioso. - ofuscado y de malhumor, Matt abrió la última puerta del extremo del pasillo. - Tu dormitorio, espero que esté a tu gusto. Mi madre se ha pasado las dos últimas semanas cambiando la decoración, así que si no te gusta pues te jodes y ya está. 

Mello le miró indiferente, entrando directamente en su nuevo cuarto. Miró hacia ambos lados, viendo como tenia todo lo necesario e incluso habían instalado un pequeño televisor en un rincón. La ventana daba a la parte de atrás de la casa, revelando unas vistas bastante bonitas hacia el bosque que rodeaba la zona. 

-No está mal. - se giró de nuevo, encarando a Matt y fijándose en como iba vestido. 

Pensó que eran como el sol y la luna. Mientras que él adoraba vestir prendas ajustadas de cuero y en color negro, aquel muchacho tenia toda la pinta de ser un nerd o un friki de la electrónica. Solo había que ver las gafas de aviador que llevaba en la cabeza, el chaleco y la camiseta con logotipos que se dejaba entrever debajo de este. Y si no se equivocaba, podía ver la forma abultada en su bolsillo derecho, donde parecía llevar alguna pequeña consola portátil. 

-Pues ya está. Esto es todo. Si tienes hambre, baja a la cocina. - salió rápidamente del dormitorio, sintiéndose estúpido por huir en su propia casa. El corazón le latía frenéticamente y odiaba que fuese así. Si ya le alteraba malamente la presencia de Mello, no quería imaginarse el tener que vivir como mínimo un año con él.

 

---o0o--- 

 

-¡Pastel de chocolate! - Matt fue a meter el dedo en la crema chocolateada que cubría aquel bizcocho, hasta que su madre le dio un golpe para que se detuviese. 

-Quieto. Es para Mello. 

-¿Que?. Pero es mucho pastel para una sola persona. - se cruzó enfadado de brazos, sentándose en la silla al lado de su padre que estaba sirviéndose un té verde en la mesa. 

-¿Le ha gustado el dormitorio?. 

-Si. Supongo. No habla demasiado, es bastante rancio. 

Un carraspeo de garganta le hizo girar la cabeza, viendo como el ruso con la mirada en el pastel, hacia su aparición en la cocina. 

-Mello, querido. Te he preparado un pastel. Come todo lo que quieras. ¿Te gusta la ternera?. 

-Si. - se sentó de forma silenciosa, sonriendo un poco como agradecimiento por el dulce. Aline le cortó un buen trozo. 

-Cenaremos dentro de unas horas, así que... ¡Mail!. 

El sobresalto que dio el pelirrojo, hizo reír de forma leve al ruso, que comía callado su porción de pastel. 

-Joder, mamá. No grites. 

-Mail... esa boca. - su padre le dio una colleja sonora, para después sentarse y abrir el periódico de aquel día. 

-¿No habías quedado con Elle y Light?. ¿Por que no te llevas a Mello y se los presentas? Le irá bien hacer amigos antes de que comience las clases. 

Puso los ojos en blanco, cruzándose de brazos. ¿Acaso podía negarse? Si había una persona mas insistente en el mundo esa era su madre. 

-Está bien. - miró a regañadientes a Mello, que no le prestaba ningún tipo de atención. - Termina ya o llegaré tarde. 

-Preferiría descansar. El vuelo ha sido muy largo. - comía tranquilamente, ajeno a las miradas atentas de su nueva familia. 

-Oh, claro que si, cielo. Descansa todo lo que necesites. 

Matt resopló aliviado. No tenia ninguna gana de presentarlo a sus amigos, al menos no todavía. Además Elle y Light eran una pareja peculiar, unos pervertidos sin remedio que le echaban el ojo a todo ser viviente que se cruzaba en su camino. Y Mello era tremendamente atractivo. Un momento, ¿Había pensado que el ruso era guapo? ¿Así? ¿De repente?. Se puso en pie con prisa, sonriendo como pudo a sus padres y despidiéndose para salir directo a la cafetería donde le esperaban sus amigos, tragando saliva por aquel pensamiento tan homosexual que le rondaba la cabeza como una mosca molesta. 

¿Que había hecho para merecer esto?.

Notas finales:

No olviden dejar sus reviews :) es la única forma de saber si vale la pena seguir actualizando la historia.


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