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Friamente calculado por Strawberryloveless

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Notas del fanfic:

¡Hola! bueno, pues llevo tiempo con esta idea en la cabeza pero hasta ahora pude escribirla. Sera una historia corta, de suspenso, amor y lemon. Espero sea de su agrado. Se que generalmente escribo mucho, pero este fanfic se caracterizara por tener capitulos cortos! 

No olviden que en mi pagina de facebook pueden encontrar fotografias de los personajes, avances, actualizaciones y mas :)

Gracias por leerme! besos <3

Notas del capitulo:

Aria decide tomar una ruta alterna y termina siendo parte de un accidente automovilístico, en el que ha chocado con una joven desconocida e increíblemente bella.

FRIAMENTE CALCULADO

 

1. CUIDADO CON LO QUE DESEAS

Mi vida es un constante ciclo de monotonía. Siempre la misma rutina, las mismas personas, las pláticas vacías de cada día. Desafortunadamente, soy el tipo de persona optimista que piensa, o se hace creer a sí misma, que el día siguiente estará lleno de emociones y experiencias nuevas que por fin terminaran dándole a mi vida, ese giro inesperado. He esperado ansiosa la llegada de ese momento desde que tengo memoria, sé que cuando despierte y todo sea diferente, por mínimo que sea el cambio, seré feliz. Siempre mantendré la esperanza de que en un futuro, no muy lejano, pueda salir corriendo de esta aburrida vida que me ha sido concedida desde hace tanto tiempo.


Me llamo Aria y tengo 22 años. Estoy recién graduada de la universidad y debo mencionar, que no me ha sido difícil conseguir un empleo con buena paga, después de todo fui la que obtuvo las mejores notas escolares. Mis nuevos compañeros de trabajo, son amigables, alegres y muy platicadores. La empresa para le estoy trabajando desde hace ya tres meses, es poco conocida, sin embargo me he acoplado muy bien a todas y cada una de las actividades y personas que trabajan en el lugar. Incluso la señora del aseo se ha vuelto muy buena amiga mía. Los chicos del departamento de compras son como perros, siguen a todas partes a las pobres chicas de mi área a donde quiera que van, durante todo el día, los seis días laborales y las ocho horas de trabajo. Incluso me he llegado a preguntar ¿Cuándo trabajaran? Nunca se cansan. Desde mi punto de vista las mujeres más guapas de la empresa son las del área de recursos humanos y un par del área financiera. Mis preferencias sexuales jamás han sido obstáculo para obtener lo que quiero, incluso ese hecho me ha abierto las puertas a nuevas oportunidades, como cuando en mi época adolescente solía modelar ropa para chicas poco femeninas, como yo.


Hoy, es un día de verano como cualquier otro. Es viernes por la tarde y justo ahora me encuentro regresando a casa, o mejor dicho, a mi departamento, donde me espera Laila, mi compañera de piso. Poco antes de entrar a trabajar, decidí que era momento de independizarme, vivir sola y aprender a mantenerme. Mis padres accedieron con dificultad a la idea, pero al final se dieron cuenta de que esa sería una gran oportunidad para probar y poner en práctica mi madurez, pero lo que no sabían era que yo realmente deseaba escapar de ese hogar tan manipulador y cuadradamente perfecto, estaba fastidiada de fingidas apariencias. Debo admitir que es gracias al buen salario que gano, que me es sencillo cubrir todas y cada una de mis necesidades, incluso me sobra dinero, debe ser así, soy administradora después de todo.


El tráfico por la avenida principal de mi ciudad ha ido en aumento cada día que pasa. Aún recuerdo cuando era pequeña y automóviles era lo que menos había en este lugar. Uno podía trasladarse libremente de un lugar a otro en cuestión de segundos, ya que las vialidades estaban siempre despejadas. Es algo normal, supongo. La globalización, la evolución, los cambios y nuevas tendencias se apoderan poco a poco del mundo. Más de 350 familias llegan a mi ciudad natal cada semana, inundándolo todo. Aunque es algo que no está bajo mi control, me ha llegado a parecer incluso molesto.
Llevo aproximadamente media hora entre las largas filas de automóviles. Me desespero con facilidad, generalmente lo único que me tranquiliza es la música. Introduzco mi CD preferido y doy “play” a la tercera canción del disco, mi favorita. El calor de afuera es sofocante y el ruido de la gente gritando o pitando escandalosamente, solo me saca más de mis casillas. Subo el volumen a tope y enciendo el aire acondicionado, cerrando las ventanillas. Noto que los carros frontales comienzan a moverse y yo piso el acelerador cuando me percato de que hay una desviación a escasos metros de mí. Giro el volante con rapidez y presiono a fondo el pedal derecho, dejando atrás el embotellamiento de automóviles que ya me tenía harta. Realmente no sé a dónde lleve esta carretera, pero cualquier cosa debe ser mejor que estar parado allí entre la multitud. Ya encontrare alguna manera de llegar a casa.


Al cabo de unos minutos, apago el aire acondicionado, bajo las ventanillas y repito mi canción favorita una y otra vez mientras la velocidad de mi automóvil empieza a rebasar los límites establecidos. No tengo miedo, soy buena conduciendo, siempre lo he sido. No por algo en mis épocas de colegio competía contra mis compañeros, siempre ganaba. Rio a carcajadas solo de recordar la cara enfurecida de los chicos, no podían creer que habían perdido ante una mujer. Busco mi cajetilla de cigarros dentro del bolso de trabajo que he colocado junto a mí, en el asiento del copiloto. Mi mano se mueve con rapidez hasta que palpa el pequeño rectángulo cubierto de plástico, lo tomo entre mis dedos y lo saco de la bolsa. Coloco un cigarrillo en mis labios y busco el encendedor. Nada. No está en el lugar de siempre, ni en los compartimentos cerca de la palanca del automóvil ¿Dónde estará? Siempre lo traigo conmigo. Toco sobre las bolsas delanteras de mi pantalón y no siento nada más que mi móvil en la parte trasera. Frunzo el ceño. Enfoco las pupilas con atención a cada parte del automóvil hasta que lo encuentro. Lo veo tirado frente al asiento del copiloto, en la parte baja del tapete ¡Rayos! ¿Cómo ha terminado ahí? Dirijo la vista al frente y observo el camino. No hay curvas, señalamientos o personas cerca, tampoco hay muchos automóviles alrededor. Suspiro y desabrocho el cinturón de seguridad, mientras que por inercia mi pie derecho suelta poco a poco el acelerador y por ende la velocidad comienza a disminuir. Estiro lo suficiente el cuerpo hasta que logro tomar el encendedor. Me revuelvo, acomodándome nuevamente sobre el asiento y saco chispas, encendiendo la llama del artefacto y con ello mi cigarrillo. Cuando vuelvo la vista al frente un automóvil plateado aparece repentinamente en sentido contrario frente a mí. Giro el volante con violencia pero eso no evita el fuerte impacto.


Cuando abro los ojos, un dolor punzante se apodera de mi cabeza, mientras un sonido ensordecedor domina los tímpanos de mis oídos. Estoy sobre la bolsa de aire frente al volante. Gracias a dios me he puesto el cinturón de seguridad antes de encender el cigarrillo. Siento la frente empapada, por lo que palpo con el reverso de la mano y me percato de que estoy sangrando. Miro alrededor y todo parece en orden, al parecer solo me he golpeado la cabeza. He perdido mi cigarrillo y empieza a dolerme el cuerpo. Suspiro y en ese momento recuerdo el impacto, inmediatamente suelto el cinturón de seguridad, abro la puerta con dificultad y salgo del automóvil a toda prisa. ¡Diablos! Siento que la cabeza me va a explotar. Me quedo inmóvil un par de segundos tratando de reponerme al repentino mareo. Cuando me he calmado un poco, empiezo a caminar rodeando el carro. Veo sobre la carretera las marcas de las llantas, la pintura negra se ha adherido al concreto, prueba de que he frenado inesperadamente con fuerza. Sigo las huellas varios minutos hasta que por fin, fuera de la acera lo visualizo. El automóvil plateado está volcado del lado izquierdo, cerca de un campo de maizales. Corro lo más rápido que puedo y me arrodillo frente a la puerta del piloto. Miro en el interior y me percato de que se trata de una chica. Su corta cabellera me impide ver su rostro. Abro con dificultad la puerta del conductor y me coloco frente a ella. Noto que le sangra la cabeza.


-¡Hey!- digo hablando por primera vez. La chica sigue inconsciente. No sé qué diablos hacer. Busco desesperada en las bolsas traseras de mi pantalón y encuentro mi celular – Ho…hola. Necesito una ambulancia…-


Espero impaciente. He dado las indicaciones necesarias y debido a que no se con exactitud el lugar en el que estamos, dijeron que tardarían aproximadamente media hora en llegar. Maldito el momento en el que decidí tomar la desviación. Estoy sentada frente a la puerta del conductor, mirando a la chica. Me han dicho que no la toque, pero me causa cierta ansiedad verla boca abajo, estampada contra el tablero de su automóvil, con la frente sangrando y completamente inconsciente. Solo espero que no se trate de algo tan grave. Miro el reloj de mano, han pasado diez minutos desde que colgué. A mi mente llega la idea de que tal vez debía huir, después de todo mi automóvil estaba en buenas condiciones y la lesión que había recibido no era tan grave como la de ella. Nadie me conocía y sabía que si me quedaba, además de resultar problemática la situación, tendría que hacerme cargo de las cuentas del hospital, el automóvil y la larga lista del papeleo. Me pongo de pie y camino hasta encontrar mi cajetilla de cigarros. Saco uno nuevamente y enciendo la flama. El dinero no es problema, sencillamente no quiero más responsabilidades que hagan mis días incluso más aburridos de lo que son. Aunque debo admitirlo, esto ha sido inesperado, al menos me ha sacado de la rutina. Miro atenta el auto volcado y en su interior noto que la chica ha empezado a moverse ¡Diablos! ¿Debería huir ahora? Pongo los ojos en blanco, odiándome por tener tan buena moral. Camino hasta la puerta del piloto y me arrodillo frente a ella. Veo que en un intento fallido trata de incorporarse, pero se desploma nuevamente sobre el volante, jadeando de dolor. Apago el cigarrillo sobre la suela de mis botas de piel y me acerco.


-Oye…no te muevas- ella suelta un quejido mientras gira la cabeza en dirección a mí-…podrías lastimarte más, la ambulancia viene en camino- le digo sentándome frente a su cuerpo. La chica abre lentamente los ojos y quedo embelesada bajo sus enormes esmeraldas. Veo su cara empapada en sangre y su labio inferior partido a la mitad. Una expresión de dolor se refleja al instante.
-Sa…sácame de aquí- dice entrecortada y yo me quedo quieta.
-No. Me han dicho que no debo moverte, podría ser peligroso- ella cierra los ojos y al instante lagrimas corren por sus mejillas.
-Me…me duele- dice en un sollozo. Me llevo una mano a la frente y un suspiro escapa de mi boca ¿Qué mierda hago? Ha dicho que le duele y no sé cuánto tiempo más demoraran esos imbéciles.
-Está bien, está bien. Te sacare de ahí pero deja de moverte- ella me mira y veo reflejarse cierta alegría en su rostro. Pongo los ojos en blanco y me acerco con lentitud. Con brazos temblorosos y manos empapadas de sudor, llego hasta su pequeña figura. La tomo por los hombros y de la cintura, mientras comienzo a extraerla del auto con delicadeza. Ella suelta un quejido repentino que me hace brincar de susto.
-Te dije que no era una buena idea- la miro asentir con la cabeza, parece un tanto decepcionada – Esperemos a que lleguen los paramédicos -
Reina el silencio al instante y yo vuelvo a sacar un cigarrillo –“Ya ha pasado media hora, deben estar cerca”- pienso. Vuelvo la vista a la joven, ella ha parado de llorar y se ve mucho más tranquila, demasiado diría yo. Justo en ese momento me doy cuenta que el dolor de cabeza y el malestar de mi cuerpo ha desaparecido.
-¿Tu estas bien?- la voz de la joven capta mi atención.
-Si…-respondo- Solo me he golpeado la frente, pero he dejado de sangrar hace un rato-
-Me alegra…-dice la joven cerrando los ojos momentáneamente.
-¿Y tú? ¿Cómo te sientes?- ella sonríe antes de hablar.
-No siento una pierna, me duele el cuello y creo que la cabeza me va a estallar ¿debería preocuparme ahora?-
-Hay cosas peores- ella sonríe y yo devuelvo el gesto ¿Quién podría bromear estando en una situación así?


La escudriño de reojo y noto que es bastante atractiva. Tiene piel blanca y cabello corto hasta los hombros, parece llevar un color entre rojizo y naranja. No parece usar mucho maquillaje y sus ojos color verde resaltan por su natal belleza. Tiene una figura pequeña y redonda. No es muy curpulenta, pero tampoco es delgada, digamos que su cuerpo es promedio. La veo removerse inquieta y quejidos bajos inundan mis oídos.


-¡Deja de moverte! ¡Demonios! – ella me mira con sorpresa y se queda inmediatamente quieta.
-Me duele el pecho…y esta posición resulta incómoda- dice frunciendo el ceño.
-Entiendo, pero debes ser paciente…- Comienzo a desesperarme, así que opto por tranquilizarme sacando más conversación - ¿Qué carajos hacías manejando en sentido opuesto a la carretera?- sus ojos me miran y parece avergonzada.
-No conocía el camino, realmente estaba perdida…-
-De todas formas, para eso existen los letreros y señales ¿tampoco sabes leer?-
-Lo…lamento- suelta un suspiro y yo me vuelvo a verla molesta.
-Esto definitivamente no fue mi culpa. Es la primera vez que estoy en un accidente- exhalo y el humo del cigarrillo es arrastrado por el viento.
-Es mi culpa. Lamento haberte involucrado-
Estoy por hablar, cuando escucho la sirena de la ambulancia en la distancia. Me pongo de pie y forzó la vista hasta ver aparecer sobre el paisaje una camioneta color blanco – Ya vienen – digo y al instante la escucho suspirar aliviada.


Me acerco a la carretera y el ruido se hace cada vez más ensordecedor, los colores rojo y blanco me dejan ciega. Con mucho esfuerzo, veo que el conductor habla por radio antes de orillarse y apagar la escandalosa sirena. Un cuarteto de hombres cubiertos de prendas blancas de pies a cabeza, salen repentinamente de la parte trasera. Dos de ellos traen consigo una larga camilla de metal, mientras que el resto carga maletines y aparatos extraños.


-Esta por allá- digo a los hombres cuando se acercan a mí. Señalo el automóvil plateado y ellos asienten con la cabeza. Trotan hasta el objetivo y colocan la camilla a un lado de la puerta del conductor.
-¿Está usted herida, señorita?- me pregunta el conductor de la ambulancia, quien ha sido el último en acercarse a la escena.
-Únicamente me he golpeado la cabeza, pero el dolor ha desaparecido y deje de sangrar hace algunos minutos- palpo con las yemas de los dedos mi frente y siento la textura de la sangre seca sobre mi piel.
-De acuerdo. Entonces la revisaremos al final, la prioridad por el momento es su amiga-
-No es mi amiga- frunzo el ceño.
-¿Está consciente?- pregunta el hombre ignorando mi comentario anterior mientras saca un bolígrafo y junto el, un par de hojas llenas de formularios establecidos que parece empezará a llenar con mis respuestas. Pongo los ojos en blanco y me preparo para el infinito interrogatorio.


Había pasado una hora del accidente y la chica ya estaba dentro de la ambulancia. Me habían hecho un chequeo rápido y al parecer no había nada de que preocuparse. La lesión en mi cabeza, no había sido nada más que un pequeño rasguño superficial. Me habían vendado por completo, una exageración total que debo admitir, me fastidio un poco.


-¿Ella estará bien?- pregunto al hombre que está guardando los utensilios dentro de su maletín.
-Lo estará – el me mira severo y yo le hago una mueca interrogándole con la mirada- Aunque ha recibido un fuerte golpe en la cabeza, parece no haber trauma y sigue consciente, eso es buena señal. Sin embargo tiene una lesión profunda en la pierna izquierda y el área del pecho también ha recibido algunos golpes por el impacto. Su vida no peligra, fue afortunada pero deberá estar en tratamiento y observación un par de meses- suspiro aliviada y el hombre hace una reverencia antes de desaparecer de mi vista.

Camino hasta la parte trasera de la ambulancia y subo ágilmente. La veo acostada sobre la camilla. Le han puesto oxígeno y suero. Noto que también han curado la mayoría de sus heridas y tiene la pierna vendada. Al parecer sigue despierta.
-Hola- le digo y ella me mira inmediatamente.
-Hola…- responde hablando bajo.
-¿Mejor?- digo burlona mirándola de pies a cabeza.
-Preferiría regresar al automóvil, esto es más incómodo de lo que pensé- Yo suelto una carcajada y ella se ríe también, pero casi al instante un quejido la hace enmudecer.
-Estarás bien. He hablado con el paramédico- ella asiente con la cabeza- Ahora mismo te llevaran al hospital que está a orillas de la ciudad. Te veré allá ¿supongo?-
-Supongo, a menos que decidas desaparecer en el camino- ella esboza una sonrisa que me hace parpadear perpleja.
-Yo…no haría eso- Carraspeo y no dice nada. Vuelve a sonreír y yo me quedo muda.
-Señorita, es momento de irnos. La grúa ha venido por el automóvil de la joven. Puede seguirnos hasta el hospital, hemos tomado datos de su licencia de conducir, así que necesitaremos que llene un par de documentos allá – suspiro fastidiada pero asiento con la cabeza y bajo del vehículo.
-¡¿Cómo te llamas?!- grita la chica desde el interior de la ambulancia y yo me vuelvo a verla por encima del hombro.
-Aria- respondo mirándola interrogante.
-Mucho gusto, mi nombre es Lucia- asiento con la cabeza y las puertas de la ambulancia se cierran detrás mío.

Continuara...

Notas finales:

¿Que les parecio? Espero que haya sido de su agrado! no olviden comentar mucho! amo leer sus reviews, pues en ellos me baso para seguir adelante! Gracias por leerme, besos


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