Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Gótica y los 7 Regentes por Ddai

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Les advierto ahora que es un poco diferente de lo que acostumbro a escribir y, por adelantado, a quien espere lemon, lo siento, no lo habrá en este fic, el cual está terminado y tendrá 32 capítulos en total, dividido en 8 partes para su publicación.

Y también quiero que sepan que mucho de este fic fue inspirado por las emociones que me hizo sentir "Vientos de Noche", escrito por Polaris, habían tantas cosas que quería gritarles a ese par de idiotas, pero la línea trazada fue hermosa y aquí estamos, disfrutando de todas las cosas que me hiciste sentir con esa historia.

Polaris, espero que te guste.

Notas del capitulo:

Disclaimer: todo es propiedad de DC y sus respectivos autores intelectuales.

Gótica
La Muerte y los 7  Regentes

I

Sombras de una captura

Había tomado varios días de persecución, una pelea intensa y bastantes gritos mezclados con los golpes. No se esperaría menos, después de todo Batman había enseñado bien a ese joven años atrás, aunque después él había entrenado con otros maestros. ¿Por qué motivo había sucedido todo eso? Porque, en un ataque de rabia, Jason había perseguido al Joker, quien se había escapado una vez más y casi lo había matado a golpes, pero esa no era la peor parte, ni siquiera de lejos.

Jason había matado a varios de los secuaces del Joker un par de días atrás, provocando la ira de Bruce. Los gritos y los reproches no se hicieron esperar. Casi habían muerto al caer por uno de los altísimos edificios de la ciudad, pero eso no los detuvo, sólo pareció alentarlos a combatir más, más salvajes, más violentos, más hirientes. No importaba si Bruce se arrepentiría semanas después, en ese momento justo dejó que ese muchacho sacara lo peor de él.

De cerca los miraba una hermosa mujer de edad incierta, ella era mayor, elegante y oscura, parecía una mujer madura que se veía bastante joven para su edad, vestida completamente de negro, como si fuera viuda, con el cabello largo cayendo suelto, su mirada distante trataba de evadir a esos dos hombres peleando, sin lograrlo de verdad. Ella los amaba, de una manera que ninguna otra persona podría. Ya había perdido a uno de ellos una vez, no quería que algo así volviera a pasar, por desgracia lo que había pensado que podría funcionar era también muy arriesgado, pero no tenía opción, lo único que podía hacer era darle a elegir a ese joven y esperar.

Bruce había logrado esposar a su joven ex pupilo, dejándolo hincado en el suelo, tratando aún de recuperar el aliento. Había terminado con él, ahora lo llevaría a Arkham, de nuevo, para que pasara ahí el tiempo que la ley dictara o hasta que se rehabilitara, aunque estaba consiente que Jason podría pasar toda la eternidad encerrado antes que cambiar su forma de pensar.

Ella apareció frente a ellos, hablando despacio, preguntándole a Batman lo que haría con el muchacho. Lo que él le había dicho no le deba gusto para nada.

—¿Por qué tienes que llevártelo?— ella preguntó repentinamente, enojada con el murciélago, sin embargo no hizo nada por tratar de liberar al menor de los dos.

—Tenemos reglas y tenemos que cumplirlas— él se oía bastante cansado, enojado, decepcionado.

Él no es el único que las rompe, no es la primera vez. ¿Por qué tienes que llevártelo?— ella no tenía que aclarar que con eso se refería a Damian, el hijo menor de Bruce. El joven capturado sólo se le quedó mirando mientras ella hablaba, manteniendo los labios apretados en una línea tensa. Por supuesto su pregunta fue respondida con el silencio —Esto es porque no se trata de Richard ¿Verdad? —ella preguntó, mirando al caballero oscuro directamente, como si el otro varón no estuviera presente.

—Él nunca hubiera roto esa regla— dijo Batman entre dientes, conteniendo su furia y frustración, ella siempre aparecía en los momentos más inconvenientes —Esto no se trata de él, es solo sobre Red Hood— aclaró, para tratar de evitar los reclamos que el segundo ex Robin seguramente ya tenía en la punta de la lengua.

No, siempre me preguntado si es verdad, Bruce— ella usaba sus nombres a la ligera porque estaba segura de que ni aunque hubieran mil personas más en ese tejado podrían oírla —Si Jason tiene razón sobre ti, sobre ustedes— le dio una mirada al muchacho, quien parecía estar reteniendo la humedad de sus ojos, dejando que la tristeza fuera evidente desde lo lejos, pidiéndole con sus irises verdosos que no lo dijera en voz alta, no en su presencia cuando menos, pero ella deliberadamente decidió no hacer caso a su súplica —Si alguna vez él te importó, pero puedo verlo claramente, con solo mirarte ahora, él no representa ninguna otra cosa que no sea decepción ¿No es verdad?— y ella imprimió un veneno mortal en cada una de sus palabras —No te gusta lo que vez en él, desde el principio, cuando lo viste en el callejón, lo único que notaste era el peligro y su potencial para causar el “mal”, desde tu perspectiva. Por eso lo tomaste, porque pensante que si lo cambiabas en ese momento podrías darle un uso mejor ¿Me equivoco?— un silencio sepulcral y la mirada penetrante de Bruce fueron la única respuesta que recibió —Por eso lo abandonaste cuando estaban más lejos de mí, dejándolo…— pero no terminó lo que quería decir, porque sabía que había dicho suficiente.

Ella se acercó un par de pasos hacia ellos, mirando la mayor con un dejo de tristeza, así como el cielo nublado de ese día en sus ojos oscuros se veía llegar una tormenta. Ella estaba tan resentida, tan decepcionada, pero pronto Bruce recordaría que ofenderla de esa manera no era algo que debía de hacer a la ligera.

Nunca debí dejar que te lo llevaras, me lo arrebataron una vez hace pocos años y ahora tratas de alejarlo de mi de nuevo— fue un murmullo que apenas se logró entender, pero ninguna de sus acciones lo harían cambiar de parecer. Entonces se inclinó ligeramente, para hablarle al muchacho —Yo no me olvidaré ti, Jason— ella acarició su mejilla con suavidad, mirando al joven bajar la cabeza, aceptando su sentencia en silencio —No pude hacer nada aquella vez, porque estabas lejos de mis brazos, pero ahora es diferente, no olvides mis palabras, mi Caballero, te estaré mirando desde las sombras— ella bajó la voz tanto que incluso para Jason, que estaba a pocos centímetros de ella fue difícil escucharle —Si te lo pido hoy, ahora, ¿Me lo entregarás?— y el muchacho asintió una sola vez, con fuerza, dando su consentimiento. Entonces se levantó, dándoles la espalda a los dos, llevándose consigo algo que no pensaba devolver, algo que ni el propio Batman notaría, que faltaba, en muchos días.

Ella desapareció, dejando sus promesas hacer eco en la mente de su joven guerrero, más tarde o más temprano ella volvería a él, para preguntarle por última vez lo que él quería escoger.

II

El Rey de Gótica

Bruce Wayne estaba llegando a su enorme mansión después de un largo día de trabajo en sus empresas, odiaba los días como esos, llenos de gente y reuniones inútiles, tanta palabrería sin sentido y ningún avance real en los proyectos importantes, pero eso era lo que menos le preocupaba en ese momento.

Había pasado un par de meses desde que “Red Hood”, buscado asesino y criminal, estaba encerrado en Arkham. Nadie sabía su verdadero nombre, todos sus datos y archivos fueron llenados con su nombre de vigilante, primero porque así lo mantendría a salvo de otras personas peligrosas y, segundo, porque oficialmente Jason Todd estaba muerto, regresarlo “a la vida” legalmente traería consecuencias peligrosas para todos ellos, Bruce no necesitaba meter en más líos a sus chicos.

Dos meses no eran mucho tiempo en realidad, que no hubiese sabido nada de su segundo Robin no quería decir nada, tal vez solo significaba que las cosas iban bien, al menos tan bien como se pudiese esperar… Al demonio con eso, él sabía que las cosas nunca iban “bien” para su familia, desde que era un niño lo sabía perfectamente, eso y que Jason y el “silencio” nunca habían sido una buena combinación.

Alfred había tratado de calmarlo esa mañana, alegando que el Joven Jason siempre había sido bastante fuerte y ruidoso cuando estaba enojado, pero también quieto y callado cuando estaba realmente furioso o avergonzado. Por supuesto su viejo amigo hubiera tenido éxito si tan solo no se hubiera visto tanto o más preocupado que él mismo.

Tim aún no sabía la verdad, agradecía que ese joven estuviera muy ocupado con su grupo en ese momento del otro lado del planeta, combatiendo una posible amenaza biológica, tendría que llamarlo para preguntar cómo iban las cosas si para la media noche no tenía noticias suyas,  sólo para estar completamente seguro de que Tim estaba bien.

Dick, por otra parte, parecía estar de acuerdo en que Jason necesitaba estar en Arkham, en dónde podrían darle la asistencia psicológica que necesitaba, pero estaba en desacuerdo con que eso fuera permanente, un mes debería ser suficiente, tres sería lo más que esperaría para ir a verle, lo había dejado muy claro, ya que era necesario que lo mantuvieran vigilado de cerca, un descuido y las cosas podrían joderse, a lo grande. Pero si había algo que  mantenía nervioso sobre el tema en particular, a Nightwing, era la quietud y pasividad que Jason había mostrado al ser trasladado a Arkham, el segundo Robin nunca había sido muy bueno en obedecer órdenes ¿Por qué no se había resistido entonces? Batman no le contestó en ese momento y tampoco lo hizo después.

Bruce apretó el puente de su nariz, suprimiendo el cansancio y la preocupación, ahora tenía mucho que hacer, el crimen no descansa y justo tenía una entrega de armas que detener. Bajó a la cueva mientras armaba su plan, en realidad solo era afinar detalles, todo estaba planeando desde varios días atrás. Se puso su traje, casi había batido su propio record ese día, para salir a combatir el crimen y justo cuando estaba yendo a su computador la vio, a la mujer de cabellos negros, sentada en su silla como si le perteneciera.

—¿A qué debo el placer de tu visita?— él habló en un tono formal aunque bastante irritado, de no ser porque sabía que molestarla traería más problemas a su vida no se tomaría la molestia de tratarla en esos momentos.

Fui a ver a mi joven muchacho, Bruce, no me gusta lo que veo— ella se levantó, sus movimientos eran suaves y fluidos, elegantes, era como si ella fuera una corriente agua, igual de bella y peligrosa.

—Él debe permanecer en dónde está, no puedo dejarlo salir si va a romper las reglas apenas tenga oportunidad— no era que a él le gustara la idea, ella debería saberlo, además de que él aún estaba muy enojado con ella —También debes recordar que no estaba así porque lo encerrara, fueron tus palabras las que lo hirieron de esa manera— incluso a él le habían dolido como si ella se lo recriminara directamente.

Son tus reglas, no las mías, yo lo dejaría volar, completamente libre— ella frunció el ceño, mirándolo como si él la ofendiera con su sola presencia, era algo que casi nunca solía ocurrir —Y no fueron mis palabras ¡Fue el hecho de que no las negaras! Eso fue lo que lo hirió ¡Eso y que lo encerraras como si fuera un lunático cualquiera!— pero así como inició su arrebato se calmó —Lo quiero de vuelta Bruce— y ella parecía tan triste que las lágrimas contenidas no tardarían en rodar por sus mejillas.

—No— pero él parecía completamente ajeno a esa tristeza.

¿Por qué? ¿Es que en verdad él no te importa ni un poco?— si tan solo pudiera lo abofetearía de ida y vuelta hasta que se partiera la mano en esa fuerte mandíbula.

—No puedo pasar por alto que rompiera las reglas— era algo tan sencillo, ella no quería entenderlo, no es que no pudiera.

Son tus reglas, no las mías— ella insistió, sin dejar de mirarlo intensamente, no olvidando ni por un momento que él nunca contestó su pregunta, si tan solo pudiera leer el corazón de ese hombre, si tan solo pudiera tener una prueba para negar todo lo que antes  había dicho frente a Jason.

—En tanto siga siendo el Rey mis reglas serán respetadas— él estaba tentado a dar un paso y darle la espalda, pero no podía ser tan grosero, especialmente con ella, quien lo convirtió en el hombre que dictaba las ley.

—Sí, eres el Rey, Bruce, pero no lo serás eternamente, cuando uno nuevo emerja esas reglas no valdrán nada— ella le recordó, las palabras que años atrás le dijera, cuando la corona fue puesta por primera vez en su cabeza.

—Me aseguraré de que el próximo sepa que deberá respetarlas y el que le siga también— él lo dijo con seguridad, aunque la pequeña sonrisa que ella puso al oír sus palabras lo mortificó, no importaba si ella no le creía, él sabría cómo asegurarse de cumplir esa declaración.

Aun no lo entiendes, Bruce, pero puede que con el tiempo lo hagas. No lo olvides, quiero a mi joven de vuelta— y con esas últimas palabras ella despareció, como si nunca hubiera estado ahí para empezar.

Él respiró profundamente, tratando de no pensar en aquella vez en la que ella lo había nombrado Rey, su Rey favorito, el único que tomaría decisiones sobre ella, la ciudad. ¿Quién era ella para darle ese poder, ese derecho? Ella era Gótica, el alma de la ciudad, podría ser considerada como un fantasma o una deidad, un ángel oscuro o, incluso, un demonio benevolente. Él la había visto por primera vez cuando era un niño pequeño, tendría tres o cuatro años entonces, no lo recordaba muy bien; Ella se había acercado a él durante un festival, ofreciéndole una galleta glaseada, le había dicho su nombre y acarició su cabeza con ternura.

Pequeño mío, tú eres especial, no solo puedes verme, también puede sentir mi corazón latiendo ¿No es verdad? Hace tanto tiempo que no había sentido a un niño tan especial”

Y después ella desapareció, reapareciendo en su vida mucho después, disculpándose por no haberlo ayudado cuando sus padres murieron, pero ella no tenía el poder para cambiar el pasado ni tocar a aquellos que no la podían ver. Entonces ella le ofreció convertirlo en su Rey.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de su hijo, Damian, quien parecía estar bajando en ese momento a la cueva, vestido completamente con su uniforme de Robin.

—¿Quién era esa mujer, padre?— el niño tenía el ceño fruncido, era una persona desconfiada por naturaleza y por su entrenamiento, ver a una mujer, que no fuera alguna de las Batgirl, en la cueva le era una cosa completamente fuera de la norma.

—Ella es Gótica, el espíritu de la ciudad— dijo como si eso por sí mismo explicara todo. No le dio tiempo a su hijo de cuestionar su respuesta, ellos tenían una entrega que interrumpir y malvivientes que atrapar.

Bruce no hizo mención en ese momento, pero el hecho de que Damian pudiera verla a ella significaba que su hijo también había sido escogido como un posible candidato a ser un próximo Rey, aunque no era el único a decir verdad, Dick y Tim también tenían el don de verla; Dick podía leer en sus estados de ánimo con facilidad, Tim, en cambio tenía la cualidad de sentirla cuando estaba cerca, ella nunca había logrado sorprender a ese muchacho.

Damian, por su parte, parecía poder sentirla, no la había visto antes, pero Bruce había notado que su hijo se tensaba visiblemente cuando ella estaba cerca, podía oír el palpitar de su corazón, como lo hacía el propio Batman, lo sabía porque Gótica misma se lo había dicho.

Damian heredó tu sensibilidad, así como tu agudeza”

Era la forma en la que lo había descrito, pero en esos momentos él no podía estar seguro si aquello era algo bueno, ya que los que podían verla, oírla o sentirla, eran propensos a la locura, a vivir una vida llena de desgracias. Una felicidad efímera marcada con lágrimas de sangre. No era lo que él quería para su hijo, para ninguno de ellos en realidad.

Pero, no era ningún secreto, ella tenía un favorito, entre esos chicos que había guiado hacia él,  su preferido era Jason, Bruce entendía el por qué, él también podía sentirlo, eso que ella creía que Bruce llamaba “maldad”, eso que lo hacía temerario, dispuesto a no perder o a no retroceder ante un reto peligroso. No se trataba de confianza, no solo era desafiar la autoridad.

Jason había nacido con “una mala estrella”, una marca en el alma, igual que Bruce. No se trataba de tener una vida de tragedias, Porque Tim y Dick no estaban muy atrás en ese departamento, tampoco era la preparación, como en el caso de Damian. No, la marca en el alma iba más allá de eso, era lo que convertía a un hombre en oscuridad, los hijos de la sombra, los que voluntariamente se alejaban de la luz y corrían al peligro, dispuestos a morir por ella, los que lo darían todo por Gótica.

Bruce lo sabía y por eso temía por su segundo hijo. Jason había nacido para convertirse en un Rey de Góticacomo él.

III

El Caballero de Gótica

Jason había pasado muchos días en ese lugar, él no llevaba la cuenta. No había ventanas al exterior y tenía un cristal blindado en la parte “frontal” de su celda, para que pudieran vigilarlo a cada segundo; su “cuarto” se hallaba en una de las áreas restringidas de Arkham, ya sea para su seguridad o para la de los demás, realmente no importaba mucho ahora.

Se había pasado cada día de su estancia ahí dándole la espalda al vidrio, con la cabeza hacia abajo, dejando que su cabello, cada día más largo, cubriera su rostro; se sentaba justo en frente de su cama, con las piernas cruzadas y las manos apoyadas en sus tobillos de manera descuidada. De todas sus comidas solo ingería dos o tres bocados de la que le tocaba a medio día, o al menos él creía que la repartían a esa hora, no sentía hambre y esos bocados los forzaba porque sabía que de lo contrario su condición decaería aún más.

¿Pero qué sentido tenía?

Él no era nada para nadie, era solo un niño de la calle que había corrido con suerte, para más mal que bien tal vez, de ser acogido por el multimillonario favorito de la ciudad. Favorito en muchos sentidos en realidad. Él quizo ser como él, demonios, aún quería llegar a ser como él, ser reconocido, ni si quiera pedía ser amado, de ninguna manera en la que eso pudiera pasar, solo ser reconocido, tomado en cuenta por las cosas buenas, no solo por las malas. Pero a Batman, Bruce, eso no le importaba. Ella había dicho en voz alta aquellas dudas que carcomían su alma. O lo que le quedara en su lugar.

¿Qué sentido tenía?

Ella había ido a verlo cada día, hablándole de lo que ocurría afuera algunas veces, otras sencillamente le hablaba de cosas banales y unas pocas más ella se quedaba en silencio, acompañándolo únicamente. No entendía por qué ella insistía en buscarlo, él le había dicho ya que no estaba interesado en obtener esa “fuerza” que ella le ofreció un poco antes. Él podía por sí mismo, con su propia fuerza, hacer cualquier cosa que se propusiera. Ella temía por él, lo había dejado claro.

En esta ciudad no morirás otra vez, cuidaré de ti y no te dejaré partir”

Le había prometido desde el primer día que volvió. Ella parecía muy afligida cuando él se marchó poco después, a planear su venganza contra el Joker. Cuando volvió de nuevo ella repitió esas mismas palabras, agregando unas pocas.

Vivirás tantos años como desees, hasta que estés satisfecho con la vida que has vivido… O estés cansado de respirar”

Y vaya que justo ahora se sentía cansado. Muy cansado.

Ya era la hora de otra comida, pero él no miró el plato siquiera, no tenía hambre, últimamente no sentía nada que no fuera dolor o cansancio. ¿Dónde estaba su motivación? ¿Dónde estaba su fuerza de voluntad, su tenacidad? En otros momentos ya hubiera tratado de escapar, ya hubiera trazado un plan complejo, lleno de sub rutas para cada eventualidad, para librarse de esa celda, así tuviera que quemar ese maldito lugar. Pero no se sentía de ánimo para hacer nada de eso, era como si estuviera entumido, sumergido bajo el agua, sin poder pensar. Solo había dolor, por dentro y por fuera.

Quería llorar por días enteros sin detenerse, pero se sentía demasiado cansado como para intentarlo siquiera.

¿Qué estaba pasando con él?

Era por ella, estaba casi seguro de eso, ella debía de ser la responsable de que se sintiera así. Hacía unos días, tal vez el primero que él había llegado a Arkham o quizás hacía un par de semanas, realmente no estaba llevando la cuenta, ella había aparecido, casi llorando, murmurando algunas cosas que él no llegó a comprender del todo, extendiéndole su oferta una vez más, pero él la rechazó, si algún día se apoderaba del lugar de Batman, lo haría por sus propios medios, porque se lo mereciera, no porque se le ofreciera de forma “gratuita”. Entonces ella había parecido ofendida por unos instantes, pero después se había puesto a llorar, diciendo que era culpa suya que su caballero se fuera a marchar.

No tenía sentido nada de lo que decía y él no iba a tratar de descifrarlo, no se sentía como para intentarlo.

Jason cerró los ojos, recordando ¿Cuándo fue la primera vez que la vio? Al menos la que él pudiera recordar.

Oh sí, él tenía tal vez tres o cuatro años, estaba jugando debajo de la mesa, posiblemente sus padres discutían como cada, de eso no estaba seguro; De repente una mujer de cabello negro le habló.

“Hola pequeño ¿Te diviertes aquí abajo?”

Realmente no recordaba si eso le había dicho o no, pero es de lo que se acordaba. Se le apareció unas veces más, a lo largo de los años, algunas veces ella solo lo saludaba y otras más lo arrastraba a algún callejón, para ponerlo fuera del peligro según decía ella. Él recordaba una de vez muy significativa.

Ella había aparecido de pronto, como acostumbraba, sonriendo radiante, a pesar de su aura oscura parecía bastante brillante. Él estaba de su típico humor travieso, había robado varias cosas pero no se sentía conforme, necesitaba un poco más, no solo por la emoción, si quería ayudar al grupo de niños pequeños con el que se había topado tendría que robar un poco más. Ella se acercó a él, inclinándose para estar a la misma altura de sus ojos.

“¿Si el día de hoy te pido tu corazón, me lo entregarás?

—Si tú lo quieres puedes tomarlo— él dijo con una sonrisa de lado, ella siempre la misma cosa le había preguntado. No podía entender por qué, él apenas acababa de cumplir doce, no se le podía pedir que pudiera entender los caprichos de una mujer, pero no por ello estaba menos dispuesto a complacerla, sea cual sea la razón que la motivara a ella.

“¿Estás seguro de lo que dices? Si me llevo tu corazón nunca te lo devolveré, Jason. Será mío para siempre”

—Te lo daré si de verdad lo quieres— él dijo con bastante seriedad, sabía que ella no estaba jugando —Si eso te hace feliz entonces llévatelo— no era la primera vez que se lo decía y ciertamente no sería la última.

“Tan joven y tan osado. Esperaré un poco más. Por ahora tengo algo que decirte. He visto un automóvil increíble en el callejón que está a dos cuadras, tal vez puedas enseñarme que tan rápido puedes desmontarle las ruedas, que parecen bastante caras”

En ese momento él no lo sabía, pero ella había preparado su emboscada, lo había guiado directamente en la dirección de Batman. Pero él no la odiaba por ello, porque aunque fueron pocos esos habían sido los años más felices de su vida; no importando ahora que para nadie Jason Todd haya sido lo suficientemente importante. Ella tenía razón, desde que supo que había otro Robin se preguntó si alguna vez fue amado por aquel hombre que lo adoptó.

Ahí, en su celda seguía siendo torturado por sus recuerdos. ¿Qué importancia tenía si había sido querido o no? Si algo había aprendido es que la suerte no estaba de su lado. Si quería algo tenía que arrebatarlo y cuando lo conseguía solo lo tenía por efímeros momentos porque más pronto que después su felicidad se iba a otras manos. Realmente se sentía tan cansado.

No te rindas aún, Jason”

Ella había aparecido, acariciando su cabello como si fuera él un niño pequeño.

—Cuando salga de aquí voy a cambiarlo todo de nuevo— por supuesto no estaba aclarando a lo que se refería, tampoco a en qué momento eso sucedería, primero tendría que recuperar el ánimo de hacer las cosas o la rabia que lo impulsaba.

Tú no tienes que hacer nada para mí de nuevo, Jason, ya me has dado más de lo prometido. Ahora soy yo quien se siente en deuda contigo. Tú sólo espera, aunque no se te dé muy bien, que te compensaré cada obsequio que me has mandado”

—Nunca he buscado una recompensa, no la quiero— él subió su mirada para encontrarse con la de ella, esa mujer parecía tan determinada.

Ella sonrió suavemente, tratando de no dejarse llevar por esa mirada triste que el muchacho tenía. Si no conseguía que Bruce recapacitara entonces lo tendría que forzar, el camino ya estaba marcado ella tenía que hacer andar por ahí nada más.

Jason se quedó mirando la pared de su celda, si él buscara una compensación desde un principio se hubiera negado a su petición. ¿Es que ella tampoco lo entendía? Suspiró dolorosamente y sonrió, si eso era lo que le esperaba al estar convida entonces quizás debió de quedarse muerto.

Comenzaría a contar los días. Hoy no tenía motivación, pero esperaría que pasara un poco más, dos semanas sería suficiente, con o sin ganas él saldría de ese maldito lugar para continuar con lo que estaba haciendo. Esos criminales no se iban a detener por sí mismos y Batman tampoco lo haría, limpiar la ciudad era su deber, sus pensamientos poco importaban ahora, ya encontraría una razón por el camino; nadie iba a detenerlo si con un río de sangre probaba que Gótica seguía siendo lo más importante para él.

IV

El Ave de Medianoche

Dick Grayson no era un hombre tranquilo, eso no era ningún secreto, por ello es que cuando se quedaba quieto en un solo punto llamaba más atención que cuando se la pasaba dando vueltas por doquier, para su fortuna ninguno de los de su anterior equipo estaba ahí para mirarlo.

¿Y que esperaba, de todos modos, que estaba tan quieto que casi podía parecer una estatua en medio de la oscuridad? A una mujer…

Él no podía oír el “latido de su corazón”, ni sentirla cuando iba o venía, jamás entendió como es que los demás podían. A cambio, tenía una cualidad que en las más de las veces le había valido una sonrisa, él podía leerla con facilidad, no pretendía que podía entenderla porque eso era imposible, pero sabía cuándo ella estaba triste o feliz, cuándo ella lloraba de rabia o dolor, incluso, cuando parecía estar especialmente cautivada por algo, o alguien; Gótica era tan complicada como las mujeres normales, más difícil de complacer aún, pero también era una mujer que podía perdonar con más facilidad.

La conoció por primera vez en el circo, pero ella no le habló, ni se le acercó. Esa hermosa viuda estaba mirando el acto de sus padres, tan absorta y embelesada que no parecía importarle que otras personas la empujaran al pasar. Ella había aplaudido al terminar con tanta fuerza que, por un instante, un joven Dick temió que se fuera a romper cada de dedo de sus manos. Ella también había gritado “Oh, como quisiera tener mi propio hombre pájaro” pero nadie pareció darse cuenta de ello. No fue hasta mucho después que él entendió la razón, en ese momento él habría jurado que ella era una mujer como todas las demás.

Él nunca supo que fue ella la que empujó a Bruce, aquel fatídico día, a ir al circo para ver ese acto de hombres voladores tan maravillosos.

Él la vio en la mansión muchas veces, hablando con ella, primero tímidamente y después como si hubieran sido amigos toda la vida. Un día, que él no recordaba particularmente, ella se acercó a él, sucedió después de patrullar con Batman, él estaba bastante cansado, necesitaba unas buenas horas de sueño y al día siguiente tendría examen, no se lo dijo a Bruce para evitar que le prohibiera salir.

Ella había sonreído dulcemente, inclinándose hasta la altura de sus ojos, Dick no era un niño ya pero tampoco era un adulto aún, su juventud florecía bellamente, desde ahora ella podía ver  el atractivo hombre que pronto sería él. Quería hacerle la misma pregunta que al otro niño, solo para saber que le respondería el ave.

¿Si yo te lo pidiera ahora, me entregarías tu corazón, Richard?”

—¿Ah?— él la miró un poco confundido, ella parecía sonriente, pero no estaba enamorada de él, estaba seguro —¿Para qué quieres mi corazón?— él sonrió, aunque no estaba avergonzado, pensaba que era otro de los juegos de la extraña Gótica —Eso sólo deberías de pedirlo si de verdad deseas el amor de la persona a quien se lo pides—

“Tienes un corazón hermoso y lo quiero para mí, no pido mucho, ni si quiera que me ames, sólo entrégamelo y seré feliz”

—Lo siento, no puedo hacer eso—él había dicho, ahora con una disculpa en su rostro —Sólo puedo dárselo a la chica que quiero que lo tenga, porque ella será importante para mí, la amaré más que a nadie en este mundo— tan joven y soñador, estaba dispuesto a darse a una sola persona aunque jugara, tal vez sin darse cuenta aún, a ser un playboy.

Ella nunca volvió a preguntarle, tal vez porque lo entendió o quizás porque su capricho por él se desvaneció. Ahora él estaba en lo alto de un edificio, esperando a que ella apareciera, no podía tener la certeza pero al menos mantenía la esperanza. Ella apareció antes de que una hora entera transcurriera, parecía tan infeliz que él se sentía obligado a hacerla sonreír, aunque no serviría para nada, lo que quería hablar con ella seguramente la deprimiría aún más.

—Siempre luces más hermosa cuando sonríes— pero un poco de coqueteo seguramente a ella no le dolería.

Me pareció que me esperabas ¿Necesitas algo?— ella no respondió a su flirteo, no se sentía de humor para tratar de hacer sonrojar a ese niño.

—Sí— él trato de no suspirar frustrado, ella era tan compleja como las demás mujeres que conocía —He escuchado una de tus “conversaciones” con B— realmente no había sido intencional, pero día a día las cosas se ponían peor, él tenía que hacer algo antes de que todo se saliera de control.

Eso ya no es una conversación, pero él no quiere acceder a cumplir una simple petición

Nightwing pensó “Oh, que sencillo debe ser ver la vida desde su perspectiva” pero no se atrevió a decirlo en voz alta, sin duda para una mujer tan bella y eterna los problemas de los mortales no eran más que nimiedades. No se le podía exigir que entendiera el problema desde un punto de vista humano y razonable, porque, en primera, ella no era humana y, en segunda, ella era una mujer, no era razonable desde la perspectiva de un hombre, eso no pasaría jamás.

No es mucho lo que pido— ella insistió, frunciendo el ceño, pero no hacia él, sino hacia Bruce —Quiero que lo deje salir, que lo deje en libertad de estar ahí, por mí— tantos años y su carácter caprichoso no había cambiado.

—No es tan sencillo, él es un asesino, no podemos dejarlo andar por ahí, con el peligro de que siga matando, aun cuando piensen que los criminales lo merecen. No funciona así, eso es pasar por encima de la ley— él no iba a citar las leyes que ellos rompían, las cuales en realidad no perjudicaban gran cosa, porque eso no ayudaría a que ella lo comprendiera, matar estaba prohibido, una regla muy simple de verdad.

¿Cuál ley? Eso es solo una excusa, la ley de los hombres no me importa, lo quiero de vuelta, no es complicado para nada, Richard ¿Es que no podría hacer una excepción por mí, o por él? ¿Qué significa “amar” para ustedes entonces?— de nuevo esa carta, Dick no entendía su manera de pensar.

—Nosotros somos hombres y somos humanos, sin las leyes que nos dirijan toda nuestra vida sería un caos— le pareció escuchar que ella murmuraba un “como si ahora no lo fuera”, pero decidió hacer caso omiso de ello —No se trata de la cantidad o de la forma en la que él — dijo refiriéndose a Bruce — Ama a esta ciudad, o a Jason, lo que B siente no tiene nada que ver con eso, él solo… — ¿Cómo explicas algo que ni tú mismo entiendes? Sabía que Bruce los amaba, de verdad, pero ponerlo en palabras era una imposibilidad —Es el Rey, por lo tanto espera que sus reglas sean cumplidas, no sé de qué otra forma expresarlo— y esa era la mejor forma de explicárselo a ella para que lo entendiera.

Nunca he podido comprender el corazón de ese hombre, no importa cuanto lo intente. Y lo conozco desde que nació— ella dijo repentinamente, como si la discusión sobre los sentimientos de Bruce fuera de todo lo que se trataran todos sus problemas —En un momento es capaz de hacer cualquier cosa por aquello que hace saltar su corazón de alegría y al siguiente lo puede empujar lejos, como si le fuera de lo más repulsivo aquello que más ha querido— y lo estaba diciendo por Robin, por los cuatro de ellos —Ni siquiera el corazón de una mujer es tan voluble— ella no había querido decirlo de esa manera, pero supuso que sería la única forma en la que su Ave lo entendería.

—Tal vez es porque eres mujer— Dick dijo en un susurro — Pero lo cierto es que eso no importa, es muy difícil entender el corazón de alguien más, especialmente de las personas que más nos importan, porque todo en ellos es complicado y tratamos de entenderlos cuando todo lo que deberíamos hacer es amarlos —y sus palabras fueron hermosas, si tan solo él escuchara sus propios consejos cuando era importante.

Es verdad. Tú tienes un corazón hermoso y aunque no te entiendo puedo comprender tu motivación, la razón por la que crees que hace lo correcto— ella se giró hacia la ciudad, mirándola cuidadosamente —Pero a Bruce no lo puedo entender, sé la razón por la cual hace las cosas, pero no puedo comprender su proceder, su corazón es una caja cerrada para mí, no creo que nadie tenga acceso a algo tan lejano…—

—¿Alguna vez has conocido a alguien a quien pudieras comprender por completo?— él no esperaba que ella le respondiera, pero la forma en la que lo miró y esa sonrisa suave, era como ver a una madre orgullosa de un hijo que ya ha partido para no volver, era dulce y doloroso. Él quería llorar por ella en ese mismo instante.

Hubo un niño con un corazón tan suave y transparente que quise tenerlo desde el mismo momento en que lo vi, tan lleno de pasión y ardor, odio y amor. Tanta vida en un corazón tan joven y pequeño. Era tan difícil de entender para mí porque se comportaba como lo hacía, pero cuando le pregunte si algún día me entregaría su corazón él sólo me sonrió y me dijo que lo tomara cuando quiera— ella cerró los ojos y juntó sus manos con las de vigilante —Desde entonces su corazón fue transparente como una caja de cristal, porque él me dejó mirar sin reserva todo lo que en el guardaba, lo que más amaba y también lo que odiaba—

En ese momento Nightwing pudo sentir el calor de un corazón ardiendo, el aleteo del corazón de un niño que apenas conocía el mundo por primera vez y el frío de la parte más profunda del corazón de hombre que había sido abandonado. Podía sentir sus latidos contra sus palmas, su dolor, su alegría… Era un corazón hermoso, un orbe entre rojizo y rosa, con tintes blancos y negros, había también un tono verde en él, emanando de una grieta profunda. Un corazón roto desde el núcleo, pero no menos bello por ello.

—¿De quién es este corazón?— él no pudo evitar preguntar, mientras tibias lágrimas bajaban por sus mejillas, no sabía si lloraba porque era la primera vez que tenía una experiencia similar o porque eso era lo más hermoso que hubiese visto nunca.

Es el corazón de un niño que me amó incondicionalmente, el de un hombre que no dudo en entregármelo cuando se lo pedí, ni por un instante— ella desapareció la esfera, mirando las lágrimas de su AveNo te preocupes, Richard, él sigue con vida. Tampoco es una experiencia igual a otra, en toda mi existencia, no he visto un corazón igual a otro, pero el de este hombre es único entre millones— ella sonrió en ese momento, fue como ver las estrellas brillar intensamente —Gracias, por recordarme las cosas importantes— ella desapareció en ese momento, dejando la vigilante solo, con sus pensamientos.

Ella no lo sabía, pero sus acciones habían creado una enorme marca en el vigilante que vestía el traje negro y azul. Dick estaba conmocionado, deseaba poder sostener ese corazón de nuevo y abrazarlo para borrar ese dolor, guardarlo dentro de su cuerpo para calentar la parte más fría en él, hacerlo volar por los aires para mirar su alegría y poseerlo para nunca dejarlo ir.

Él sabía que ninguna de sus ilusiones importaba, porque jamás escuchó el nombre del dueño de ese corazón.

Dick saltó del edificio, tenía un trabajo de hacer. Esperaba que el viento soplando en su contra y la distracción de la noche lo alejaran de los pensamientos que tenía, aunque se prometió que, en caso de conocer a ese hombre algún día se aseguraría de decirle lo  brillante y cálido que su corazón se sentía.

Notas finales:

Es todo por ahora, nos vemos la próxima.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).