Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Memorias. por Maira

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola! Volví en forma de One(?
No me quiero explayar mucho en éste apartado. Para eso voy a usar las notas finales. 

Tal vez al comenzar a leer piensen que mi estilo de escritura haya cambiado un poco, pero las personas evolucionamos todo el tiempo

Espero que les guste, disfruten. 

Las últimas luces del día anunciaban la llegada de una noche primaveral, o al menos eso decían todos a su alrededor. Mientras rechazaba invitaciones de ir por un helado o un refresco al finalizar las actividades del club, pensaba en todas las tareas acumuladas y los próximos exámenes. ¿Por qué simplemente no se esfumaban? Deseaba con toda su alma una solución a esa red de pequeños problemas en la que estaba atrapado. Cosas inevitables, imprescindibles, condicionantes en su justa medida. Cosas que, de acuerdo a sus allegados, antes eran tan simples como chasquear los dedos; pero que en esa "nueva vida" resultaban una tragedia.
Tenía pesadillas con frecuencia. Muchas de ellas le enseñaban posibles fragmentos de realidades pasadas; pues era imposible pensar que, como le había explicado el médico, todo fuera producto de su imaginación. A medida que el tiempo transcurría, la sensación de que alguien había presionado un botón de reinicio en algún recoveco de su cerebro parecía ser lo más acorde a la realidad.
Los accidentes pasaban, pareciera que las tragedias estuvieran programadas. Todo hecho para ocurrir por algún motivo en particular. Algunos morían, enloquecían o se extraviaban en esa poderosa espiral. ¿Era esa la verdadera razón por la cuál las personas sufrían accidentes y perdían la memoria?
Al despedirse de sus compañeros del club, una amarga sensación le invadió. Siempre le sucedía eso al tener que volver a casa solo. Era sutil pero siempre estaba allí, algo parecido a un instinto: por alguna razón la tristeza le estrujaba el corazón.
Mientras caminaba despacio las cinco calles hasta la estación de trenes y se dedicaba a observar el cielo o los pequeños detalles del vecindario en los que nadie reparaba, sus pensamientos flotaban como los restos de un naufragio. Qué suerte que sólo tuviera que moverse en línea recta para llegar a destino, porque estaba tan distraído que apenas era capaz de detenerse a ver hacia los lados antes de cruzar la calle.
Particularmente esa hora de la tarde le gustaba. Se sentía refugiado por la penumbra, la cual se extendía sobre las calles como un manto silencioso. Era algo parecido a ser invisible, pues a nadie le gustaba demasiado la hora de regreso y avanzaban apresurados sin prestarle atención al entorno. A él se le hacía imposible pensar cómo podían ignorarlo todo y continuar con el resto de su día tan tranquilos.
Luego de abandonar el hospital le había costado horrores aprender a leer, escribir, e incluso amarrarse las agujetas o utilizar los palillos para comer. Sumido en un mundo de confusión, Yasu avanzaba dejándose guiar por quienes le conocían y deseaban lo mejor para él. Era como un niño grande incapaz de sobrevivir por sus propios medios. Odiaba que le hablaran como a un idiota cuando no recordaba cómo debía hacer tal o cual cosa. Con todo, el subconsciente jamás dejó de intuirlo: en algún lugar remoto se encontraban todas esas cosas imposibles de recordar, como archivadas en el fondo de un cajón que raramente alguien abría. Obviamente, aquel permanecía cerrado bajo dos vueltas de llave, quizá lo custodiara un candado de clave desconocida. Podría ser esa noche, el siguiente instante o dentro de cinco años; el día en que al fin su memoria se desbloqueara llegaría.
Al atravesar la calle que rodeaba la parte trasera de la estación, le invadió una sensación diferente al resto de los días anteriores. Se trataba de una energía sutil, pero perceptible de buenas a primeras. Algo parecía atravesarle el pecho e imprimir un terror primitivo en el interior de su corazón. El mismo camino de siempre, la misma estación de siempre con su gente de siempre, ¿Por qué se sentía así? Tal vez los doctores tuvieran razón y su imaginación fuera bastante activa. A su alrededor todo parecía normal. Era absurdo lo que le estaba ocurriendo. Se encogió de hombros antes de reanudar la marcha hacia las máquinas expendedoras de boletos.

En casa, su hermano mayor lo esperaba con un cóctel de comida chatarra y videojuegos. Sí que estaba disfrutando sus días de reposo. Una tarde, los amigos de Tadashi habían telefoneado a la madre para avisarle que su demora se debía a un pequeño incidente tras salir de la escuela. Yasu recordaba ver a su madre salir de urgencia hacia el hospital. Al cabo de una hora y media, Tadashi había vuelto con unas muletas bajo los brazos, la pierna derecha recién enyesada. Al parecer, en un principio le dolía y se aburría, aunque más tarde pareció comenzar a disfrutar de sus pequeñas vacaciones.
A Yasu le encantaban las patatas fritas, las devoraba mientras Tadashi le preguntaba cómo le había ido en el colegio, si tenía tarea que hacer, o si ese día había logrado recordar algún evento pasado. Preguntas triviales por el simple placer de entablar conversación. Él se limitaba a dar respuestas cortas, concentrado en seguir el hilo del juego, pero disfrutando a su vez de la compañía de su hermano. ¿Acaso existía alguien en el mundo con un mejor hermano que Tadashi? No lo creía. Ya era hora de levantarse, el deber llamaba.
Las horas volaban sin que se diera cuenta, incluso se olvidó de la comida del plato que su madre le había dejado en el interior del microondas para que comiera cuando lo deseara. Luego de una ducha rápida pero confortable, con unos pijamas limpios al fin se encontraba entre las sábanas. Acostarse luego de un largo día le proporcionaba una de las mejores sensaciones del mundo, era como sentirse protegido de todos los problemas. Las mantas lo envolvían a pesar del clima primaveral de la noche. De hecho, siempre que se acostaba sentía frío y tenía la sensación de que algo le faltaba. Con los ojos cerrados, tras un par de suspiros, sin siquiera darse cuenta se sumergió en un sueño profundo.

Un susurro proveniente de alguna parte. Yasu necesitaba levantarse del suelo, no sabía qué hacia allí. El repentino sonido de algo viscoso a un lado de su cabeza era repugnante, el olor a sangre impregnaba el ambiente. ¿Era una mano la que se estiraba hacia él? El pánico no le permitía moverse o emitir sonido, pues frente a su rostro ahora aparecía el de alguien más. Uno delgado, pálido, con algunas manchas de sangre adornándolo. Tal vez lo más pertubador fueran los ojos oscuros, los cuales no dejaban de escrutarlo. Pudo gritar cuando los dedos ya se aproximaban a su rostro, demasiado tarde para pedir ayuda. Era una sensación horrible, sentía que iba a ser arrastrado al mismísimo inframundo. Los labios pálidos del monstruo se entreabieron e intentaron decirle algo, pero él no quería escuchar nada. ¡Sólo quería que lo sacaran de allí!
Al despertar, sentado en la cama y con lágrimas brotándole de ambos ojos, la noche aún lo envolvía todo bajo su manto. Era obvio que no podría volver a dormir.

Tras esa mañana, los días parecían transcurrir a un tiempo diferente. No sólo en clase, sino todo el tiempo intentaba encontrar un significado a la pesadilla. Aún recordaba esos ojos como oscuros espejos, el olor de la sangre, la sensación fría del tacto en su rostro. Todo era demasiado real para tratarse de algo perteneciente al mundo de los sueños. No había vuelto a tener una pesadilla similar, ni siquiera soñaba; pero aquella noche había dejado marcada en él una impronta particular. Tenía miedo de admitirlo, era su pequeño secreto. Estaba comenzando a obsesionarse con encontrarle sentido a lo ocurrido, porque en el fondo algo le decía que no era la primera vez que se veían.
Dos semanas después la pesadilla se repitió. Esa vez las imágenes eran más violentas: el muchacho no solamente mostraba las manchas de sangre de antes, sino que, con el estómago ligeramente revuelto, Yasu se percató de que le faltaba la mitad del cuerpo. De allí el sonido viscoso, eran las vísceras y la carne destrozada rozándose contra el pavimento.
Aunque quiso gritar al tenerle casi encima, la voz no le salía. Y de nuevo esos dedos delgados, congelados, rozándole la piel del cuello...

Debía existir un significado más profundo que estaba ignorando. Era como si aquel monstruo del sueño lo hubiera acosado durante toda su vida y ahora simplemente estuviera conectando piezas del pasado con el presente. ¿Tenía la suficiente coherencia aquello? Tal vez. Tal vez no.
Esa tarde se demoró más tiempo de lo común en la biblioteca, por lo que al abandonar la escuela, el velo de la noche comenzaba a extenderse sobre la ciudad. Tras avisarle a su madre que apenas salía a través de un correo, comenzó la rutina de regreso a casa. Si lograba sobrevivir, se dijo en broma, se hincharía de una buena cena con postre incluído. ¡Qué genial era aquella hora en la que ya no había tanta gente y era más fácil dejar de prestar atención al camino!. Ni siquiera necesitaba ver si algún coche se aproximaba al cruzar las estrechas calles.
Al rodear la estación con una pequeña mueca en los labios gracias al hormigueo en sus hombros, era consciente de cómo el pánico comenzaba a apoderarse poco a poco de él. Todas las fantasías se desvanecían al pensar que estaba solo y cualquier maleante podría abordarlo. Aunque un poco exagerada, era una posibilidad muy real. O tal vez fuera sugestión debido a la oscuridad, el eco de sus propios pasos, el sonido pegajoso que hacía eco... ¿Qué rayos era ese sonido?
Al voltear, estuvo a punto a sufrir un desmayo. A unos diez metros, la mitad de una figura humana permanecía estática, a la espera de un movimiento para acercarse y lanzársele encima. Yasu no sabía cómo había escapado, cuándo había llegado a casa. Ni siquiera recordaba en qué momento los libros que llevaba en la mochila se perdieron.

¿Qué diablos pasaba? ¿Ese monstruo era real o un simple producto de su imaginación al encontrarse tan obsesionado con el tema? Esos interrogantes lo mantuvieron ocupado durante todo el mes que le siguió al incidente, en el cual no volvió a pisar la estación de trenes. Aunque el autobús implicaba un tiempo extra de viaje, prefería tomarlo a tener que acercarse a aquel lugar del terror. Era horrible, a veces no podía quitarse la imagen de la mente: la mitad de la figura humana recortada en la oscuridad, erguida por sus dos brazos. Lo peor era que "aquel" monstruo se parecía bastante al de sus pesadillas. ¿Estaba tan loco como para imaginar semejantes cosas?
Esa tarde el autobús se demoraba más de lo normal. Era imposible que el transporte público fuera tan ineficiente. Al ver que poco a poco todas las personas que lo esperaban se dispersaban en diferentes direcciones, tal vez en busca de otras líneas u otros medios de transporte, Yasu comenzó a pensar en que quizá tuviera que acercarse a aquel terrorífico lugar. Después de consultar la hora varias veces aún con la esperanza de que el autobús llegara, a las ocho ya se podía considerar un horario peligroso. La noche le pisaba los talones pero él continuaba como un idiota esperando un autobús que jamás llegaría. ¡Bah! ¡No podía ser! Lamentablemente la estación era lo más cercano que conocía. Luego de un suspiro entrecortado, se dirigió a paso decidido hacia allí.
El gran edificio se veía normal a una distancia prudente. De hecho, aunque no hubiera casi nadie alrededores, podría pasar como una estación normal en un día normal; aunque él sabía que no era así, por supuesto. Porque a él le había ocurrido algo extraño, en un momento del día como aquel, en unas circunstancias completamente normales como aquellas... ¿Acaso no podía dejar de pensar en idioteces y concentrarse en llegar cuerdo hasta el andén? Le costaba respirar debido al paso rápido que mantenía. Por momentos iba al trote. Habría logrado rodear el edificio con éxito de no haber resbalado con algo, era completamente normal en él no mirar por dónde pisaba. La cabeza le retumbó al golpear contra el suelo enviando una señal de dolor a todo su cuerpo, en especial a su codo izquierdo y sus rodillas. Además le ardía la piel de la frente.
La ciencia se encontraba en esperar unos instantes en esa posición hasta que el dolor calmara un poco, luego sentarse despacio en busca de que el mundo dejara de dar vueltas. Mantener la calma era crucial. Respirar, contar hasta diez, intentar no estallar en insultos.
Su ropa estaba húmeda por el líquido del suelo. Posó la yema de los dedos sobre el charco, tenía una textura horrible. Pero lo peor estaba por ocurrir, un grito ahogado se le escapó al creer ver algo bajo la escasa luminaria pública: sangre. Se había resbalado gracias a un charco de sangre. La propia se le heló en las venas al escuchar a sus espaldas un sonido viscoso entrechocar contra el pavimento, cada vez más fuerte. Quería levantarse, pero la sangre era resbaladiza y volvía a caer dándose golpes en diferentes partes del cuerpo. El sonido era cada vez más fuerte. Lo sabía sin siquiera echar una mirada sobre el hombro, esa cosa se aproximaba, no existía nada en el mundo capaz de producir un sonido similar. ¿Por qué le sucedía esto a él? ¿No eran suficientes desgracias? Paralizado por el miedo, con los ojos cerrados sólo le quedaba esperar. Ya lo sabía, todo sucedería tal cual como en las pesadillas. Los dedos sobre sus mejillas eran más fríos, el peso sobre su pecho y su estómago más sofocante, el sonido de una respiración ruidosa era la novedad. Los dedos recorrían despacio su rostro, marcando sus prominentes pómulos, acariciando sus párpados. Entonces una sacudida proveniente de su interior fue la ladrona de un gemido. Imágenes, una lluvia de ellas lo atacó como golpeándole hasta hacer que las lágrimas brotaran de sus ojos. Esos eran recuerdos, los suyos. Todo lo que hasta ese entonces había permanecido en la oscuridad del olvido, comenzaba a surgir a la superficie. Si insertarse en la realidad implicaba ese sufrimiento, entonces que así fuera.
Ryuu, su Ryuu. Aquel a quien su hermano Tadashi odiaba tanto como a él y, en un "juego inocente", junto a sus amigos le había colocado un insecto en el hombro a sabiendas de lo mucho que le asustaban. El andén lleno, el tren aproximándose... él intentando comprender qué sucedía a la vez que por puro instinto, su cuerpo también se lanzaba hacia los vagones en busca de sostenerle la mano a su novio. Pero era demasiado tarde, el cuerpo de Ryuu había sido arrastrado por la gran mole de metal y él se encontraba en un estado semi-consciente tras haber sido expulsado hacia atrás. ¿Por qué? ¿Por qué había tenido que nacer homosexual? ¿Por qué su hermano no los dejaba en paz? El sonido estridente de los frenos del tren lo aturdía, las voces horrorizadas de las personas rodeándolos se escuchaban como un eco lejano, un agente de seguridad pedía a los presentes que hicieran espacio, su hermano repetía una y otra vez que "se trataba de un accidente". Luego todo era oscuridad y silencio.

«Tú perdiste la memoria, yo la vida.»

Los labios fríos sobre los suyos resultaban un consuelo. El ligero sabor a óxido se colaba entre sus dientes y le hacía picar la lengua. Se sentía derrotado, deprimido, asustado; pues no sabía qué ocurriría a partir de ese instante. Su corazón latía desbocado golpeándole el pecho, todo el cuerpo le temblaba con violencia. Necesitaba pronunciar su nombre pero sus cuerdas vocales no le respondían.
Al abrir los ojos, Ryuu aún se encontraba sobre él. Su mano derecha alzada dejaba al descubierto unas garras enormes y filosas, las cuales al bajar rápido, le produjeron un dolor lacerante en el vientre. Ah... qué cálida era su propia sangre en contraste con el frío cuerpo de su amante.

Notas finales:

Bueeeeeeeno, bueno, bueno, bueno. Ahora sí êwê

En primer lugar, les voy a dejar un link con la leyenda verdadera:

http://www.leyendas-urbanas.com/la-leyenda-del-teke-teke/

Luego tengo que decir que últimamente me estoy tirando más por el lado de no corregir tanto y dejar que la escritura fluya, de esa manera me relajo más y todo sale un poco más natural. Creo que en un poquito más de un año, he cambiado bastante el estilo que tenía (me di cuenta al leer "Kalinka"), pero no tengo una crítica negativa acerca de eso. Aún mi escritura está tomando forma, no creo que sea mi estilo definitivo y sé que me falta un montón por aprender.
Cierto señorito también muy empapado en el asunto me enseñó de un tiempo hacia aquí, que la escritura con palabras más simples, de manera más fluida y no tan estructurada, ayuda mucho a expandir los horizontes de la creatividad. Asímismo también le es más fácil al lector comprender el hilo de la historia. Quizá sea cierto, tal vez no. No lo sé. Lo único que me importa es que a su manera hayan disfrutado de éste escrito que en un principio iba a ser más cortito, terminó siendo un monstruo de 5000 palabras y tuve que reducirlo a último momento a casi la mitad xD
Gracias a todos por tomarse el tiempo de leer. Espero que les haya gustado. Estoy feliz de al fin poder participar en un desafío, que jamás hasta hoy había podido xDD

 

Sin nada más que agregar, mis saluditos.

Sean jelices(? y coman perdices. Bueno, no... pobrecitas :c

 

 

Próximamenteficcontemáticademafia -tira el bocado y huye-


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).