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Coincidencias por JiGoKu nO HaNa

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Notas del fanfic:

¡Otro fic de nosotras! Ya van muchos, y no nos arrepentimos de nada. Esta vez les dejamos algo mas casual y light que lo demás, esperamos que les guste.

Como siempre este fic era originalmente un rol así que sería bueno que lo tuvieran en mente aunque ha sido acomodado lo mejor posible para que se lea fluido para todos.

Link para que vean las cosas de mi maravillosa waifu sadaharu09 que escribe todo esto a la par conmigo SADAHARU09

¡A leer! :)

(Resubimos el capi por problemas con los guiones en algunos párrafos)

Hacía casi una hora que había salido del trabajo, sin embargo, no se encontraba muy lejos de este, a lo mucho a quince minutos de él en un día con tráfico normal. Evidentemente este no era uno de ellos.

 

Según había leído hace unos minutos en las noticias de su celular, había ocurrido un accidente bastante feo un par de cuadras adelante y ahora el tráfico estaba paralizado. Su casa ni siquiera estaba tan cerca como para considerar ir a pie, y menos a esa hora, tomar un taxi tampoco haría mucha diferencia. El asunto no estaba tan feo hasta que su celular moría completamente en sus manos y lo desconectaba del resto del mundo para dejarlo, bueno, con el resto del mundo... Se pasaba la mano por la cara un poco, lo peor de todo es que ni siquiera había conseguido sentarse junto a la ventana, para ver gente pasar, perros y esas cosas entretenidas. En lugar de eso tenía un feo lugar en el pasillo, con un par de tipos hablando animadamente sobre futbol en él, también insultando al gobierno de vez en cuando y culpándolo por el tráfico. Entonces volteaba a ratos hacia el lugar con la ventana, el cual ocupaba un tipo algo más bajo que él, promedio, de cabello negro y pinta seria... ¿Sabría disfrutar si quiera el privilegio de estar sentado junto a la ventana en esa situación? ¿Le cambiaría el lugar si se lo pidiera? Quizás si le decía que tenía nauseas, eso siempre funcionaba en la escuela, nadie quería terminar con el almuerzo de nadie regado sobre su uniforme escolar.

 

 

El mencionado compañero de asiento llevaba media hora intentando ser rescatado por alguno de sus amigos de aquella horrenda situación, pero todos eran unos malditos. Les mandaba maldiciones en todos los idiomas que conocía pero ellos ya estaban acostumbrados.

Había sido un conjunto de cosas, anoche —sin importar que fuera una linda noche de martes— había salido y bebido de más y su auto había quedado en posesión de una de sus amigas al otro lado de la ciudad. Y ese día se le había antojado ir directo a su casa en vez de seguir la juerga, era una señal, estaba seguro, esa vida no era lo suyo. Su celular aún gozaba de batería, precisamente por eso había comprado ese modelo, pero lo dejaba en su bolso rindiéndose a que ninguno de los putos que tenía por amigos viniera a rescatarlo.

Se encontraba entonces con su vecino de asiento mirándolo, era un sujeto curioso, ya sentados lo notaba más alto que él pero sin duda era más joven. Tenía rostro de niño de pecho si le preguntaban, esos le gustaban bastante. Destacaba mucho, cualquiera diría que era extranjero por su llamativo cabello naranja y su cara colmada de pecas. El chico se veía irritado, por lo menos del rato que lo miraba no dejaba de fruncir el ceño, un niño gruñón, ciertamente curioso.

 

—¿Estás bien? Te ves agobiado, no que sea muy divertido estar aquí pero da la impresión que matarás a alguien o algo si sigues aquí por más tiempo y no quiero ser yo.

 

El chico fruncía un poco más el entrecejo, se inclinaba un poco hacía adelante volteando todo su rostro para verlo, ponía su mano sobre su barbilla como pensando.

 

—Tengo nauseas —decía con seriedad, estaba poniendo en marcha su plan para apoderarse del lugar al lado de la ventana, aunque no tomaba en cuenta que usualmente las nauseas le dan a la gente cuando los autos están en movimiento, cosa que este no. No es que no estuviera acostumbrado a mentir, era bastante propenso a decir mentiras por lo que fuera que quisiera o lo incomodara, el detalle era, que sus mentiras eran bastante increíbles a veces y en pocas ocasiones tomaba en cuenta el ambiente o el curso lógico de la realidad.

 

—No te ves con nauseas —ni siquiera debía tomar en cuenta el ambiente, el chico era muy malo para fingir su malestar, al ser maestro en un instituto sabía reconocer muy bien cuando los chicos mentían sobre sentirse mal y esas cosas—. Pero si de verdad te sientes mal, ¿por qué no bajas del bus? No se va a mover en un rato, el aire fresco te ayudará.

 

—Tch —se quejaba audiblemente y volvía a recargar su espalda en el asiento, ese tipo había visto totalmente a través de su mentira, ¿cómo podía ser eso? — Yo no necesito esas cosas... Pero tú sí tienes cara de necesitar aire fresco... ¿seguro que no quiere usted bajar del autobús, señor? ­—volvía a mirarlo con la impaciencia de antes, si lo miraba con atención no es que pareciera muy grande, de hecho tenía un rostro agradable, pero un aire de adulto lo rodeaba, le recordaba a sus maestros de instituto, sólo que en versión atractiva.

 

—Nah, seguro tú lo necesitas más, niño, te lo digo. Te ves como esos chicos que un día llegan a la universidad y tirotean a todos, matan como a dos pero se sienten realizados, necesitas relajarte —si el muchacho quería tener una cordial charla desagradable podían tenerla, era mejor que pasar la hora sin decir nada.

 

—Bueno, pues las armas no son muy fáciles de conseguir en este país y nunca me dejaron llevar mi hacha personalizada a la escuela —decía con tono serio—… además hace unos años que dejé la universidad… ¿luzco como un niño para ti? —se tocaba la cara como genuinamente sorprendido— Bueno, entonces supongo que la edad nos trata mejor a algunos que a otros —le sonreía, a veces era grosero sin siquiera querer serlo en realidad—… ¿en serio no quieres ir a estirar las piernas un poco? Escuché que a la gente mayor le hace daño estar sentada tanto tiempo —eso sí lo decía enteramente para joder al extraño que parecía haberse tomado a mal que le dijera “señor” antes, aunque él sólo había tratado de usar un tono educado, no le había gustado su respuesta.

 

—Pareces recién salido de la primaria, más por tu nivel de charla que tu rostro, pero si te hace sentir bien, sí, te ves joven, aunque ni de cerca de bien que yo. Supongo que no tenemos la misma suerte, a mi edad no llegarás así, muchacho —se burlaba dejando salir su lado infantil, no tenía problemas en discutir al mismo nivel con sus alumnos en clase, no tenía tampoco ninguno en hacerlo con ese extraño—. En mis tiempos los niños eran más respetuosos, así como más animados, ya sabes, les gustaba salir a la calle y no pasar encerrado frente a la computadora engordando, te haría bien caminar, niño.

 

—¿Me estás llamando “gordo”? —decía indignado e incrédulo, con una mueca más bien cómica—… Yo no tengo la culpa de que en tus tiempos los niños fueran educados en los campos atenienses, supongo que eso de caminar por el jardín todo el día mientras escuchas a un viejo en vestido hablar todo el rato debe dejar cicatrices en el alma —el otro le decía niño y se portaba infantil, entonces parecía una competencia por ver quién era más infantilr13; ¿Bien conservado? ¿Cuántos años tienes? ¿60?

 

—69, muchas gracias, ¿y tú? ¿5? Eres alto para tu edad, muy bien hecho, serás alguien en la vida —sonreía de buen humor al ver que el otro se estaba enfadando, la única victoria en peleas como esas era no verse para nada afectado, tenía un magíster en ello—. Por cierto, ¿no es tarde para que estés en la calle sólo? Tus papis deben estar preocupados, ah, pero no te preocupes, yo puedo llevarte a casa de la mano, es deber de los mayores cuidar a los pequeños.

 

—Mis padres están bien con eso, gracias… ¿no eres tú quien debería preocuparse porque los del asilo se den cuenta de que les falta una pieza arqueológica? —seguía exagerando sus respuestas, entrecerraba un poco más los ojos.

 —Apuesto a que todo eso de llevarme a casa de la mano es sólo una excusa para que te ayude a ti a cruzar la calle, abuelo —lo decía y entonces le extendía la mano—… dejaré que me lleves entonces, de la mano —lo retaba, le daba asco tocar a los desconocidos del bus, y confiaba en que no fuera la única persona a la que le diera asco eso, sólo lo estaba provocando.

 

Miraba al chico y a su mano extendida aún con una sonrisa, se le ocurría entonces una gran tontería que seguro le valdría reírse por un buen rato, perfecto para pasar el tiempo muerto. Sin darle tiempo a reaccionar al muchacho escupía la palma de su mano y estrechaba la del otro con una sonrisa burlona pintada en la cara.

—Ok, bajo mis reglas, claro, el mayor siempre manda.

 

El muchacho quedaba impactado, con la boca medio abierta y los ojos sí bien abiertos. No se lo creía, ese tipo... Ese tipo de verdad había hecho eso. Su primer impulso era alejarse, el otro no lo soltaba, el segundo era golpearlo, pero no era buena idea hacer eso en un bus, especialmente porque él también había participado en eso y, no era de los que golpeaban gente, no estaba en casa para comportarse como un bárbaro ahora.

—Como tú quieras —le sonreía con cara de odio profundo, y a cambio apretaba más su mano, que era más grande que la otra. Podía tener cara de niño, parecer algo ñoño, pero no tenía para nada la fuerza de un ñoño, porque no era esa la forma en la que había sido criado, ni la forma en la que era obligado a pasar sus vacaciones—. Eres por mucho la persona más asquerosa que conozco en este lugar... Y conozco a gente muy asquerosa —eso era guerra.

 

—Jajajajaja... Eres muy sensible, un poco de saliva no te matará, niña —le causaba mucha gracia la cara que ponía y la actitud que tomaba, diferente a lo que había pensado pero gracioso de igual manera —ngh...¿Planeas estar de mi mano mucho rato? Sé que te da miedo estar sólo a estas horas en la calle, pero exageras un poco con el afecto...

 

—Puedo ser una persona muy afectuosa si me lo propongo, también puedo estar así toda la noche —no lo decía en doble sentido—... ¿Puedes tú? Si quieres puedo cargar tu bolso del mandado, abuelita —seguía sosteniéndolo, estaba incluso un poco más cerca de él por eso de la amenaza, entonces el autobús comenzaba a andar poco a poco, el tráfico se estaba disipando.

 

—Eso es lo bueno de ser joven, durar toda la noche, lo que es yo, me canso cada vez más pronto lo que es decepcionante... —negaba con la cabeza y movía su mano tratando de zafarla pero el otro no lo soltaba— Ah, te referías a esto, que cosas, los niños no entienden ese tipo de charla. No me hace gracia estar de la mano toda la noche aunque eso te ayude a dormir, pequeño.

 

—No estaba hablando de eso, no necesito saber de tus problemas maritales, después de todo, es lo normal, ¿no? Con tu edad... —le seguía la corriente aunque nunca se sentía muy cómodo con esos temas, por suerte el otro no había sido lo suficientemente explícito como para hacerlo sonrojar.

 

—No deberías llamarme pequeño cuando parece que ni siquiera puedes alcanzar el pasamanos —sabía que el otro no era bajo ni nada, que en cambio era él quien era alto, pero no le gustaba que le llamaran pequeño, siempre que iba de visitas a casa tenía mucho de eso. Pensaba en lo de soltarlo y se le venía a la mente su objetivo principal, antes de toda esa charla sin sentido y esa tonta pelea—. Te soltaré, pero tienes que cambiarme el lugar —aunque el autobús ya estaba tomando un buen ritmo.

 

—¿Eh? ¿Y darte la ventana? Ni lo sueñes —ni siquiera estaba mirando por ella pero no le daría al muchacho lo que quería, eso era obvio—. Ya que tenemos la confianza de estar de la mano, que por cierto la saliva se esta secando pero lo de al medio sigue fresco, que asco niño, ¿no te quieres limpiar? Aún falta bastante para mi parada, así que podría comentarte sobre la vida sexual de la tercera edad, ya que pareces interesado. 

 

Sonreía burlón, ya que el otro había dicho que no necesitaba saberlo, él le hablaría del tema para ver si conseguía alguna nueva reacción chistosa, intentaría con cualquier tópico, era una persona incansable cuando se trataba de molestar.

 

—Siempre puedo limpiarla después en tu venerable cara —no se hablaban para nada con la cordialidad de los extraños, parecía que se había encontrado a alguien tan maleducado como él mismo —No es como si mi casa estuviera a la vuelta de la esquina de todos modos... No seré yo quien se rinda, ya veremos qué harás cuando debas ir a casa, siempre puedes intentar salir por la ventana entonces.

 

—A diferencia de ti, pequeño, yo no tengo toque de queda en casa, simplemente esperaré a que llegue tú parada y me dejarás ir, además tengo otra ventaja, no creo que vivas ni cerca del sector de la ciudad donde yo vivo así que apuesto lo que sea a que debes bajarte antes que yo —el chico tenía un tema con la ventana sin duda, seguía siendo gracioso verlo fruncir el ceño por cada pequeña cosa, un pequeño gruñón—. Bueno, como te decía, últimamente me canso muy pronto, antes podía estar las tres horas por las que una persona decente paga un motel y ocuparlas todas, ahora a lo más uso una y luego sólo dormimos o hablamos de la vida, ¿no es triste? Crecer no tiene nada de divertido, sigue siendo pequeño, ¿ok? A todo esto, ¿sabes lo que es un motel? Tienes pinta de virgen con tus lentes y camiseta ñoña.

 

—Pruébame —decía respecto a lo primero, y con lo que seguía de la charla el extraño conseguía una nueva mueca por parte suya, pues sí, lo avergonzaban los temas sexuales un poco, pero era porque no estaba acostumbrado a hablar de esas cosas, no porque fuera un virgen.

—Pues tú tienes pinta de divorciado, o profesor de escuela —decía con un poco de desprecio, luego con lo otro miraba un poco hacia otro lado, pero regresaba la mirada después—... No necesito ir a un motel para hacer esas cosas, y tampoco soy un virgen... Tú hablas como si tuvieras demasiada experiencia, ¿a la gente de verdad les atraen los viejos así? —sonreía de lado, aunque interiormente admitía que si no fuera eso una pelea, él se sentiría un poco, sólo un poco, atraído.

 —Y para tu información no soy para nada pequeño... Que tú no hayas crecido en los lugares indicados no es mi culpa —eso sí tenía un doble sentido—... ¿En serio tres horas en tu mejor momento? Estás fuera de liga... Compadezco a tu esposa, viejo...

 

—Jaja pequeño, me parece que te falla la vista —la mano que tenían tomada era la derecha así que podía mostrarle la izquierda—. No veo por ningún lado un anillo, ¿si sabes que la gente casada usa anillos, no? Tampoco estoy divorciado, soy soltero y espero seguir disfrutando la vida, a algo si le atinaste, soy profesor, de los mejores y más odiosos que hay —con los años había aprendido a apreciar su empleo y a divertirse más de lo que debería en él, por eso podía decirlo con una sonrisa orgullosa.

 

—¿Cómo puedes llevar ese tipo de vida tan deshonroso? ¿cómo duermes por las noches? —se refería a lo de ser profesor, había tenido malas experiencias con los profesores en su vida, eso lo decía con las cejas juntas.

 

—Ah, y que penoso, pequeño. El cuento de "duro más de tres horas jajaja" se lo podrá creer alguien sin experiencia, que sólo se alimente de porno, pero la vida real no funciona así, especialmente cuando el sexo es bueno, lo importante no es el tiempo, lo importante es la cantidad de orgasmos, es complicado para un hombre conseguir varios en poco tiempo pero algunos saben cómo hacer que disfrutes todo el tiempo...Habló de sexo homosexual, por si no lo detectas, niño, ¿conoces cómo funciona o te enseño?

 

—¿Homosexual? ¿como... Como gay o algo?... Pues no pareces gay —por lo menos no se parecía a los que él conocía—... ¿seguro que eres gay? —preguntaba como si el otro estuviera confundido.

 

—Ay niño, no me hagas reír tanto que se me afloja la placa jajaja... —esa reacción entraba directamente en el top diez de las reacciones raras de la gente a la hora de hablar de su sexualidad— No necesito verme como gay para serlo, y a ver, dejame recordar lo que hice anoche...Si, definitivamente soy gay, muy gay. ¿Y tú, zanahorita, le has dado una probada a este lado de la aventura o te mantienes seguro y aburrido en tu carril hetero? Porque con esas pintas no me parece que atraigas mucho a las chicas, ¿hace cuanto no tienes sexo?

 

Entrecerraba algo los ojos cuando escuchaba lo de su cabello, era un tema algo sensible pero lo dejaba estar, miraba de nuevo al extraño algo avergonzado pero con el pequeño enfado persistente.

 

—Pues todos los gays que conozco parecen gays —no mentía, donde él vivió hasta mudarse a la ciudad nunca vio a una persona homosexual que no estuviera en la televisión, pero en la ciudad parecía bastante normal—. Hace tres días —decía a lo de no tener sexo— ... Rompí con mi novia hace tres semanas, y ella no estaba feliz cuando... —paraba ahí porque ya empezaba a contarle su vida a un extraño, entonces con su mano libre tomaba el cuello de su camisa para descubrirse hasta el hombro. Sobre la clavícula en un camino hacia la espalda tenía un rasguño que parecía de animal salvaje, y en el hombro un moretón— a ella le gusta aventar cosas cuando recuerda que está enfadada.

 

—¿Te golpea mientras tienen sexo o eso qué tiene que ver? Te gusta desnudarte ante extraños, eso es malo niño, no debes aceptar dulces de gente mayor. ¿No habías terminado con tu novia? ¿Por qué dejas que te siga golpeando? No me digas, es un fetiche tuyo, uuh, eres un pequeño travieso, eso del dolor no es lo mío pero apoyo lo que sea diversión.

 

—Eres un idiota, nunca dije que todo hubiera pasado al mismo tiempo, además no me gusta el dolor —se indignaba y se acomodaba la ropa—... Pensé que querrías una prueba o algo —de eso tenía algo más en su espalda.

—De todos modos, dijiste que eras gay o algo ¿no? —volvía a su tono curioso— cómo... ¿Cómo lo hacen los gays? —no era una pregunta muy cómoda, pero era práctico tener un gay a la mano para preguntar esas cosas.

 

—Ah, el niño quiere clases, ¿no dijiste que era indigno ser profesor? O algo así, ya no me acuerdo. Bien, puedo darte clases teóricas, la práctica tendrá que esperar para otro lugar más apropiado —lo molestaba sin parar, los gestos que hacia lo ameritaban— Es un trámite algo engorroso, lo admito, no es tan sencillo como el sexo con un chica, y la primera vez, primeras veces siendo honesto, duele más de lo que debería pero para eso uno es un hombre y soporta el dolor...jaja nah, es porque somos unos calientes y el dolor no atenúa eso. ¿Has tenido sexo anal con tu novia? Todos somos iguales ahí atrás, es lo mismo si lo haces con una mujer o con un hombre si es por ahí. Lo principal para los hetero es llevar condón, lo principal para mi es tener lubricante, aunque no es como si lo hiciera muy seguido, no creo que lo de anoche cuente como sexo en si así que llevo... ¿Tres semanas sin hacerlo? Oh, Dios, voy a morir.

 

La cara se le ponía roja al escuchar todo eso, era demasiada información de golpe, y no estaba acostumbrado a escuchar ese tipo de palabras, tragaba saliva entonces.

 

—Por supuesto que nunca lo he hecho por ahí —aunque a sus amigos les fascinaba ese tema— ¿duele mucho? Pero dices que se siente bien... ¿a ti... A ti te duele? —hablaba calmado pero su cara seguía del mismo color, sus cejas continuaban algo cerca la una de la otra— Si es una persona pequeña, ¿duele más?

 

—A mí ya no me duele casi nada, menos si me preparo bien, pero si fuera así en seco dolería sin importar cuanta experiencia tenga cualquier persona —el muchacho estaba rojo pero no parecía ser de las personas que la vergüenza les gana, era más fuerte su curiosidad —¿Por qué crees que la gente lo hace por ahí? Porque vale la pena, simplemente, no podría encontrar ese placer haciendo cualquier cosa con alguna mujer por más atractiva que sea. No entiendo a qué te refieres con "persona pequeña", ¿menor de edad, enano, alguien grande porque te he estado diciendo todo el tiempo pequeño pero evidentemente no lo eres? No sé a qué te refieres.

 

—No es ni un menor de edad ni un enano —bueno, tal vez un poco enano, sí—... Es sólo, pequeño —más que su ex, seguro—. La verdad nunca había imaginado hacer nada con un hombre, estoy bien con las mujeres, ellas me gustan mucho —no mentía, pero las cosas estaban un poco raras desde hacía un tiempo— ¿de verdad lo haces mucho? ¿Tienes un novio o algo?

 

—Te acabo de decir que no lo hago hace tres semanas, ¿quieres pelea o qué? Eres muy cruel —fingía estar dolido por la pregunta sobre su vida amorosa—. La estatura no influye, niño, aunque... Creo que entre más bajo más se disfruta porque llega realmente muy profundo... O eso he escuchado, ¿tienes algún enano en la mira? Te aseguro que si lo pruebas no te arrepentirás, una vez lo haces con un hombre no hay vuelta atrás, no digo que te hagas gay ni nada pero es diferente y lo sentirás cuando lo hagas con una mujer, sin pensarlo si quiera vas a decidir cual te gustó más y será irreversible.

 

—Eso suena como una maldición o algo —se reía un poco con lo último, aunque lo que decía antes seguía siendo vergonzoso— ¿llegar profundo? Yo puedo hacer eso —decía casi como niño orgulloso—... Es alguien que conozco, pero tampoco sé si es gay y eso, nunca se lo he preguntado, y no es como si actúe como uno, él sólo, es delicado... Tampoco sé si podría, ya sabes, hacerlo "funcionar" con un hombre.

 

—Yo estoy seguro que puedo hacerte "funcionar"... Pero no hablamos de mí. Ah, esos hetero delicados son muy confusos, pero hay una prueba muy simple para saber si un chico delicado es gay, y más aún, para saber si le gustas, eres de buen ver a pesar de la ñoñez evidente, pero requiere algo de cercanía, ya sabes, comiendo juntos o bebiendo, busca la manera de tocar su boca, suena bobo pero es algo íntimo, uno se siente vulnerable, si no es gay se molestara por ese gesto invasivo, si es gay no reaccionará negativamente pero no creo que haga nada llamativo, si le gustas se sonrojara, estoy seguro. Sirve con los delicados, lo agresivos te golpearan por sí o por no, créeme.

 

—Nunca había pensado en eso —decía sobre lo de la prueba—... ¿Estás seguro de que eso funciona? A mí no me molesta que me toquen la cara —hablaba mientras se tocaba él mismo la cara —¿tú qué haces cuando te tocan la cara? ¿Muerdes o algo? ¿O les das tu número? —se reía un poco—. Tú pareces atractivo también pero, la verdad no creo que deberías estar tan seguro sobre esas cosas —con lo de hacerlo "funcionar".

 

—No es la cara, es lo labios, es una parte muy sensible aunque a veces la ignoramos y no la tomamos en serio como zona erógena —hacía la prueba, era simple, los besos eran buenos porque los labios son sensibles, era algo que todos sentían, levantaba su mano izquierda y tocaba con dos de sus dedos la boca del muchacho, con cuidado, casi sin dejarse sentir lo acariciaba, sabía que se sentiría más de lo que pensaba—. Es chistoso que gente sin experiencia como tú cree que sabe de lo que habla, no se trata de vanidad, se trata de conocimiento, un hombre sabe cómo tocar y estimular a otro porque piensan similar, y pasaron probablemente su adolescencia de la misma manera, conociendo las mismas cosas de su cuerpo, así como una mujer sabe complacer a otra de un modo en que un hombre es difícil que consiga.

 

 

Lo dejaba vigilando sólo con la mirada su mano, normalmente no dejaría a un extraño acercarse tanto, pero quería probar su punto. Sentía un pequeño escalofrío cuando la caricia se concretaba, entonces se alejaba por instinto y se avergonzada al tener que admitir la razón del otro en eso.

 

—Eso no significa nada, es sólo tocar la boca de alguien —insistía caprichoso—... Pero de todos modos lo intentaré, si te hace sentir mejor. Pareces demasiado seguro de poder complacer a cualquier hombre, pero a algunos sólo somos felices cuando podemos tocar en abundancia —decía y hacía un ademán de apretar con su mano libre.

 

—¿Te gustan las gordas? Bueno, eso es algo que no puedo complacer, pero te puedo presentar a mi vecina, está sobre los cien kilos, ¿qué tal te suena eso? Sexy, ¿no? —a pesar de sus palabras el muchacho parecía ser bastante sensible y se sonrojaba con facilidad, lo estaba tentando lentamente y él que era tan fácil de convencer por las caras jóvenes.

 

—¿Eres idiota o qué? —sabía que se estaba burlando de él pero tampoco era una persona de temperamento controlado así que no había mucho que hacer al respecto— Claro que no me gustan las gordas… A ti te gustará mucho el terreno plano, pero a mí me gusta tocar, aquí —ahora no hacía el ademán en el aire, sino en su propio pecho—, y por supuesto el trasero también es importante —eran palabras difíciles de decir, pero se las arreglaba para que salieran normalmente, también para decir la menor cantidad de ellas posibles— ¿A ti qué te gusta? ¿Qué puedes ver en el cuerpo de un hombre? ¿Sólo te importa el “tamaño” y eso?

 

—Pechos no puedo ofrecer pero por trasero no me quedo, o eso me dicen —llevaban su charla mientras de vez en cuando intentaba zafar su mano pero el otro no lo soltaba—. Dices que te gusta tocar en abundancia pero haces sonar como si fuera malo que me gusten las cosas grandes, qué cínico eres, niño. Pero no sólo me gusta eso, también me gustan otras cosas, las manos grandes, los brazos fuertes, las espaldas anchas, que me pasen de tamaño me encanta porque me pueden levantar del suelo con facilidad. Lo mío nunca fueron las mujeres, son lindas realmente, las encuentro preciosas pero no encienden ya nada en mi. También me gusta la voz y olor de un hombre atractivo, esos no necesitan ni tocarme para tenerme encendido.

 

—¿Qué eres, una mujer? —se burlaba un poco pensando en que muchas de las cosas que él decía se las había escuchado a su hermana más de una vez— jaja… Diciendo esas cosas, si te gustaran las mujeres definitivamente estaríamos tratando con una lesbiana encerrada en el cuerpo de un hombre —respecto a lo de la mano, ya se le había olvidado, seguía apretando por inercia, era un chico algo especial.

—Además, es como si me hubieras estado describiendo todo el tiempo, incluso me bañé hoy antes de ir al trabajo —decía levantando el brazo para olerse, seguía oliendo bien, eso pensaba, tenía una buena opinión de sí mismo.

 

—Niño, a ti te leo un cuento y te pongo a dormir, no me dejarías satisfecho ni en broma, me he cenado varios niños como tú ya, pero sólo cuando estoy de humor de dar lecciones, ahora mismo ando buscando que me dejen rendido, no dar clases de sobre "el sexo no es igual que en las porno".

 

—No, claro que no —ponía cara de incredulidad—… tú no me conoces, no soy sólo una cara bonita, ¿sabes? —trabajaba en el centro de virginidad más poderoso en kilómetros a la redonda, y sí, se parecía mucho a la gente que lo rodeaba, pero en esas cosas, definitivamente no era como ellos, eso pensaba él, o por lo menos eso le dictaba la experiencia—. No deberías juzgar a la gente tan pronto sólo por cómo se ve tú… tú… ¿cómo te llamas? —llevaban casi una hora platicando, pero nunca le había preguntado su nombre.

 

—Por confianza por lo menos no te quedas atrás, eso es bueno niño. Me presento, y es bueno que ya estemos dándonos la mano —movía la mano fingiendo un amistoso apretón mientras el otro seguía sosteniéndolo, ya no tenía sentido eso pero no lo dejaba ir de todos modos—. Mi nombre es Leonard Nathan Penn, profesor de matemáticas del instituto privado más caro y con los niños más estúpidos de la ciudad, ¿y tú? ¿Cómo te llamas, qué haces de tu vida, pequeño?

 

El menor entrecerraba los ojos, que fuera profesor de niños ricos explicaba mucho, miraba las manos unidas, lo había olvidado por completo, entonces finalmente lo soltaba, recordaba el escupitajo, ponía cara de asco y restregaba su mano en la ropa del otro para limpiarse.

 

—Pues yo me llamo Zak y... Y es aquí donde me bajo —decía mirando por la ventana, y se levantaba apurado, el autobús estaba por pasarla—... Hasta otro desafortunado día, señor, no olvide poner su placa a remojar antes de ir a la cama —le decía mientras se alejaba de él, luego peleaba un poco con el conductor que le gritaba por bajarse cuando el auto iba a arrancar de nuevo.

Se bajaba en frente de un par de edificios donde rentaba un departamento no muy grande, pero sí muy cómodo y perfecto para sus necesidades. Andando por la acera volteaba un instante para ver al mayor marcharse, vaya gente loca la que uno se encontraba en la calle.

 

Zak bajaba apresurado lo que a Leonard le parecía una lástima, pero a penas daba un vistazo al asiento vacío sonreía de nuevo.

 

—No puedo decir que no tenga suerte —recogía el celular del muchacho y trataba de encenderlo, no reaccionaba así que asumía estaba sin batería, al llegar a casa lo cargaría y registraría todo, esperaba que el muchacho no tuviera algo muy complicado de bloqueo.

Notas finales:

Muchas gracias por leer, siempre esperamos atentas sus comentarios si quieren dejarlos. Nos leemos hasta la próxima.


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