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Inefable por Malvary

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El sonido de una alarma resonó en la pequeña habitación con persianas bajadas y paredes pintadas de azul con varias fotografías de bandas musicales allí y allá. Un leve desorden se esparcía, una cuantas prendas ahí en el suelo y libros colocados de cualquier modo en el escritorio.

Una mano grande salió entre debajo de las sábanas para apagar el molesto despertador. El gran bulto que permanecía enterrado en la cama se quedó quieto durante un minuto cuando el irritante sonido se desvaneció. Con mucha fuerza de voluntad, se obligó a sí mismo a empujarse fuera de las mantas. Con pereza se levantó, estirando sus largas extremidades, saludando de aquella manera al nuevo día.

ChanYeol realizó su rutina de todas las mañanas con el piloto automático puesto: desayunar, lavarse los dientes, ducharse y ponerse el uniforme del instituto. Media hora más tarde, ya se encontraba en la puerta de su casa despidiendo a sus padres.

ChanYeol era un adolescente del montón. Sus notas eran promedio, nada de lo que quejarse. Tenía un pequeño grupo de amigos, gustos y hábitos comunes. Lo que tal vez podría hacer a ChanYeol destacar, era su gran altura. Eso y su torpeza natural.

Sus amigos a menudo solían bromear que tanta altura hacía que perdiera el equilibrio, ChanYeol pensaba que simplemente había sido maldecido con dos pies izquierdos.

Al llegar al instituto, unos cinco minutos antes de que sonara el timbre, se reunió donde siempre con su grupo de amigos. No eran muchos, los suficientes, y lo más importante, confiables.

JongDae, MinSeok, JongIn y SeHun ya estaban allí. No era de extrañar, él era el último en llegar siempre. Una de las pequeñas cosas que caracterizaban al alto era su impuntualidad. Con suerte y hacía caso al despertador para levantarse a la hora.

Los chicos lo saludaron con un movimiento de cabeza y se encaminaron juntos al interior del edificio. Caminaron por un largo pasillo, circundado por taquillas a ambos lados. JongDae se quedó con ChanYeol cuando llegaron a su taquilla, pues iban en la misma clase. Los dos altos más pequeños siguieron su camino con MinSeok detrás tras un breve hasta luego.

Abrió su taquilla y cogió los libros que necesitaría para las siguientes dos horas de clase. Después siguió a su amigo para que él hiciera lo mismo. Mientras esperaba, se recostó sobre las taquillas mirando a JongDae tratar de encontrar el libro de Biología entre tanta mierda que tenía metida allí dentro.

De pronto, como si de un sexto sentido se tratase, giró la cabeza hacia el lado contrario, el principio del pasillo y entonces apareció.

Piel blanca como la nieve, manos finas y delicadas como porcelana, pequeños ojos almendrados de profundidad infinita. Labios rosas, finos y absolutamente apetecibles. El cabello negro azabache caía sobre su frente dándole aquella aura de inocencia y ternura. Cuerpo menudo, de esbelta figura. Era el único al que le quedaba bien el horrendo uniforme del colegio.

El Diamante del instituto había llegado y como si de una joya de verdad se tratase, ChanYeol juraba ver pequeños destellos de luz a su alrededor.

Byun BaekHyun, el chico que tenía cautivado a todo, todo, el instituto, tanto chicas como chicos caían rendidos a sus pies, ChanYeol entre ellos.

El alto se había enamorado a primera vista de BaekHyun desde el primer día en que posó su mirada sobre ese bello ser. Desde entonces, su amor platónico no había ido más que creciendo. Sin embargo, nunca llegó a hablar directamente con él. Tenía demasiada vergüenza como para acercarse. El chico parecía estar rodeado de un aura que gritaba pureza inalcanzable por todas partes y era esa misma la que impedía a ChanYeol acercarse, con miedo de que su simple presencia pudiera mancharlo o que se tropezaría delante de él y pensara que era un bicho raro.

Pero este año, ChanYeol se dijo que iba a dar un paso, que intentaría entablar amistad con el bajito, sobre todo porque aquel era su último año. Además tomó como algún tipo de señal el que les tocara juntos en la misma clase ese curso.

No obstante, ya llevaban tres meses de clase y seguía en el mismo estado de antes. ChanYeol en cierto modo, estaba feliz. Había conseguido aprender muchas más cosas sobre BaekHyun y su fascinación aumentaba más y más. Sus amigos, ya bastante hartos de sus suspiros enamorados, habían intentado varias veces que se juntaran para hablar. Sin  embargo, todos sus planes siempre fracasaban y un noventa por ciento de las veces era por culpa de mismo ChanYeol.

Como aquella vez en la que JongDae le había propuesto acercarse a BaekHyun al finalizar la clase de gimnasia y ofrecerle una botella de agua. A ChanYeol le había parecido una buena, sobre todo cuando vio al más bajo con el rostro perlado por el sudor (viéndose todavía hermoso) y apoyado sobre sus rodillas tratando de recuperar el aliento.

ChanYeol se había acercado con una confianza que en realidad no poseía y en el mismo momento en el que empezó a pronunciar el nombre del pelinegro, tan solo a unos pasos de  distancia, se había tropezado con sus cordones desatados, cayendo de bruces al suelo. Lo peor fue que la botella de alguna manera había salido disparada hacia arriba, en vez de hacia el frente, y cayó sobre la cabeza de un muy avergonzado ChanYeol.

El pobre fue socorrido inmediatamente por JongDae que se lo llevó corriendo como si su amigo le produjera vergüenza ajena, mientras ChanYeol seguía un poco atontado por el golpe y una nariz que amenazaba con empezar a sangrar.

Un golpe en el brazo seguido de un cierra la boca que se te cae la baba, fue lo que le hizo salir de su embobamiento mientras veía la figura de BaekHyun recorrer el pasillo hasta su clase. Volvió la atención a su amigo, que le estaba dando aquella mirada otra vez, la que siempre ponía cuando se perdía en el mundo de Byun BaekHyun. ChanYeol no lo podía evitar.

—En serio, Yeol, tienes que hacer algo —dijo empezando con su perorata de siempre—. No sé cómo a estas alturas ni él mismo se ha acercado pidiendo que dejes de taladrarlo con la mirada.

ChanYeol le frunció el ceño. Sabía que muchas veces se quedaba mirando demás, pero tampoco era para exagerar.

—No, ChanYeol, tus ojos parecen polillas que se ven atraídas por la luz cada vez que él pasa —dijo como si le hubiera leído la mente—. Y no parece que te lo quieres comer porque eres muy inocente para eso, que sino...

El alto le puso la mano sobre la cara y lo empujó levemente, empezando a caminar hasta su clase, sin esperar al molesto de su compañero. Se sentó en su sitio, contra la pared en la zona céntrica del aula. Desde allí y gracias a su altura, tenía una perfecta visión de BaekHyun, sentado unas cuantas mesas más adelante.

Se veía un poco solitario, con sus libros ya colocados sobre la mesa. KyungSoo, su amigo, no debía de haber llegado todavía.

La verdad era que BaekHyun junto con sus dos amigos KyungSoo y LuHan, formaban el trío Real de la escuela. Un nombre un poco estúpido pero que era muy adecuado. Verlos pasar era como estar contemplando el más precioso de los amaneceres. Aquellos chicos podrían pedir cualquier cosa y la tendrían inmediatamente.

No obstante, ChanYeol nunca los vio exigir nada o actuar de manera arrogante y prepotente. Es más, los tres chicos parecían encajar perfectamente con el aire de inocencia y pureza que tenían: calmados, dulces y tímidos.

—Cabrón, me dejaste solo —y de nuevo fue interrumpido por JongDae, que se dejó caer de mala gana en la silla a su lado. ChanYeol simplemente le sacó la lengua en modo de respuesta.

Un minuto antes de que la profesora de Biología entrara en el aula, el otro pelinegro amigo de BaekHyun entró un poco apurado. Saludó a BaekHyun con una ligera sonrisa y este le devolvió otra.

ChanYeol casi se derrite al verla. Adorable.

~***~

Iban a dar las seis de la tarde. ChanYeol llevaba un minuto desplomado en una de las mesas de la biblioteca de su instituto. Tenía que acabar un trabajo de Lengua y la profesora pidió expresamente que el material utilizado debería ser sacado de libros o de cualquier otra fuente que no fuese Internet.

ChanYeol no entendía por qué algunos profesores eran tan tocapelotas. ¿Por qué buscar en un libro, lo cual te lleva horas y horas, cuando solo con un clic te pueden aparecer los mismos resultados? No, ChanYeol no entendía, pero estaba seguro que era la venganza del pergamino ese que tenía como profesora de Lengua por no saber ni como encender un ordenador.

Soltó un suspiró y se incorporó. Miró todos los papeles esparcidos por la mesa y procedió a ordenarlos adecuadamente. Al menos, ya había acabado. Cuando tuvo todo recogido, se echó la mochila al hombro y caminó hacia la salida, con los libros que había utilizado.

Antes de cruzar la puerta dejó sobre el mostrador los distintos tomos. Se despidió del bibliotecario con una sacudida de cabeza. Atravesó medio edificio escolar para llegar hasta la entrada del instituto. Soltó una maldición cuando abrió la puerta y una cortina de agua le dio la bienvenida. Por suerte, la entrada exterior tenía un pequeño techo, lo que evitó que se empapara.

ChanYeol, quien no había traído un paraguas, pensó en sus opciones y la más razonable parecía ser  esperar que se calmara un poco la lluvia. Aunque por la fuerza que esta caía contra el suelo, parecía que iba a tardar bastante.

Se quedó mirando como las gotas impactaban contra el suelo. Lo peor era que el invierno estaba llegando y ya hacía un frío de cojones. Frotó sus manos y se las llevó a la boca para calentarlas. También se había olvidado los guantes.

Estaba en proceso de sacar su móvil del bolsillo para entretenerse mientras esperaba, cuando un ligero toque en el hombro hizo que volviera la vista atrás.

Sus ojos se abrieron sorprendidos cuando dieron de lleno con la magnífica figura de Byun BaekHyun. Este le miraba tímidamente, un ligero rubor cubriendo sus mejillas.

—¿Hacia dónde vas? —su voz se coló entre los oídos de ChanYeol como si fueran melodiosas notas musicales.

La mente del alto estaba en blanco, pero logró contestar antes de que pareciese tonto.

—Tengo que ir hasta la parada de bus —respondió.

El pelinegro asintió con la cabeza y la agachó. Su flequillo negro cayó hacia delante, cubriendo su rostro. ChanYeol se quedó mirando, como siempre hacía, pero esta vez disfrutando de la escasa distancia que lo separaba. Bueno, con respecto a la habitual.

Percibió un suave movimiento por el rabillo del ojo y pudo ver como una de las manos de BaekHyun se alzaba sujetando un paraguas plegable. El alto lo miró a los ojos, ahora que había levantado de nuevo la cabeza. BaekHyun no dijo nada, solo se mantuvo así, sujetando el paraguas como si se lo estuviera ofreciendo.

ChanYeol movió unas cuantas veces los ojos del paraguas a BaekHyun y de él al paraguas. Le costó un poco entender lo que el bajito le estaba proponiendo.

—No, no te molestes. No me importa esperar —dijo agitando las manos por delante de su cuerpo.

—No me molesta, yo también voy para allí.

ChanYeol lo miró de nuevo. Tenía que aprovechar esa oportunidad, es decir, BaekHyun... Byun BaekHyun, le estaba proponiendo compartir paraguas. Si aquello no molestaba al pelinegro, ChanYeol no iba a ser quién se opusiera ante la idea.

—Si ese es el caso —le mostró una pequeña sonrisa de disculpa.

BaekHyun agitó ligeramente la cabeza y luego pasó los dedos sobre su flequillo para colocarlo. ChanYeol siguió el movimiento cual tonto enamorado que era. El bajito abrió el paraguas, que era de color blanco con pequeños dibujos de caritas de perritos en él. A ChanYeol le pareció adorable.

Levantó el brazo izquierdo permitiendo que el alto se colocara debajo del paraguas y empezaron a caminar. ChanYeol estaba bastante nervioso, un silencio se había instalado entre ellos y a pesar de que no era incómodo, al gigante le gustaría hablar con el pelinegro.

Llevaban ya medio camino hasta la parada (el alto nunca agradeció tanto que esta estuviera un tanto alejada del instituto), y uno de sus hombros estaba prácticamente empapado. No dijo nada porque no quería molestar a BaekHyun, ya que este inconscientemente tiraba del paraguas hacia su lado.

ChanYeol no sabía cómo ni por qué, pero de repente se vio a sí mismo llevar su mano derecha hacia el mango del paraguas, quitándoselo a BaekHyun con suavidad, rozando sus manos en el proceso. El bajito se tensó ante aquello y levantó la cabeza mirándole con el ceño fruncido.

«Aigoo, ¿por qué tiene que ser tan malditamente adorable?».

—Creo que así será más cómodo —respondió a la pregunta muda de BaekHyun.

Este lo miró unos segundo más antes de asentir. ChanYeol colocó el paraguas entre ellos asegurándose de que BaekHyun no se mojara y él menos que antes. Después de unos cuantos pasos, el alto creía que le iba a dar un ataque cuando sintió que un pequeño brazo se enrollaba alrededor del suyo y el menudo cuerpo del pelinegro se pegaba al de él.

Echó un ligero vistazo hacia abajo para percibir que las mejillas de BaekHyun estaban tan rojas como seguramente lo estaban las suyas. Su corazón empezó a latir con fuerza contra su pecho, tan fuerte que tenía miedo de que el otro fuera capaz de escucharlo.

Llegaron a la parada y se resguardaron bajo la marquesina. ChanYeol le devolvió su paraguas a BaekHyun. Había una distancia de dos pasos separándolos. El alto ante el silencio de nuevo, soltó la primera cosa que se le vino a la cabeza para romperlo.

—Por cierto soy ChanYeol —nada más decirlo quiso tirarse de los pelos. «¿En serio le sueltas eso después de cinco minutos caminando juntos?».

—Sí, lo sé —respondió quedo con una pequeña sonrisa iluminando su cara, haciendo que sus ojos se cerraran en dos hermosas medias lunas.

El alto sintió como si una ola de dulzura y luz lo golpeara. Era hermoso. Byun BaekHyun era simplemente hermoso.

—Vamos juntos a clases —continuó hablando como justificando el hecho de que supiera su nombre.

—Ah... Sí, sí. Es verdad.

En ese momento, algo hizo clic en la mente de ChanYeol. «¿¡Sabe mi nombre!? ¿¡Sabe que existo!?». Bien, el alto podía morir allí mismo.

BaekHyun sacó su móvil del bolsillo de su mochila y revisó la hora. Después se lo guardó en sus pantalones y retrocedió unos pasos para sentarse en el banco de la marquesina.

Tras unos minutos, ChanYeol vio acercarse un autobús. Entrecerró los ojos para fijarse en el número que llevaba. El 61, era el suyo. Detrás de él, BaekHyun se levantó y se acercó al borde cuando el bus estacionó delante de ellos.

—¿Coges este? —preguntó sorprendido el alto.

—Sí, ¿tú también?

ChanYeol asintió. Sintió un tirón en el estómago al darse cuenta de que podría pasar un poco más de tiempo con el bonito chico de pelo negro. Cuando el bus paró delante de ellos, dejó que BaekHyun se subiera primero. Lo que pasó fue que al hacerlo, durante un segundo, el redondo trasero de BaekHyun quedó bastante a la vista y él no pudo evitar que sus ojos se dirigieran hacia allí. ChanYeol se permitió admirarlo en ese corto tiempo con la cara completamente roja.

Subió al vehículo bastante acalorado y siguió al bajito, que se había sentado unos cuantos asientos más adelante al lado de la ventana, sin estar muy seguro de si sentarse a su lado o no, pero BaekHyun le hizo un movimiento con la mano dando a entender que no había problema.

Se acomodó un poco nervioso por la cercanía entre ellos, otra vez. Disimuladamente, frotó sus manos contra el pantalón para quitar el sudor que había aparecido en ellas unos minutos atrás.

r13;¿Siempre vienes en este bus? r13;preguntó. La voz le salió un poco rara y más grave de lo normal. Se la aclaró torpemente. BaekHyun dijo que sí en un suave murmullo r13;. ¿Y cómo no nos hemos encontrado antes? Es decir, yo también vuelvo siempre en este r13;ChanYeol tenía curiosidad, porque jamás en su vida había coincidido con el pelinegro en el bus y se suponía que viajaban en el mismo.

r13;Supongo que es porque siempre me quedo hasta tarde en el instituto. Tú sales antes r13;dijo lo último como si estuviera totalmente seguro de ello, pero ChanYeol lo dejó pasar. Lo primero le llamaba más la atención.

r13;¿Y por qué?

BaekHyun le dio un breve vistazo, girando su cabeza ligeramente, pero al encontrarse con la curiosa e intensa mirada de ChanYeol, la devolvió a su posición anterior, fijándola en las manos entrelazadas encima de su regazo y comenzando a rascarse ligeramente el dorso de la mano.

r13;Hago los deberes allí, en la biblioteca r13;y como si supiera que el alto iba a preguntar de nuevo, se apuró en añadir algo másr13;. No me gusta estar en casa.

Cada palabra que soltaba solo hacía que la curiosidad en ChanYeol aumentara más y más. Una bandada de preguntas volando y colisionando dentro de su mente. Sin embargo, notó la ligera tensión en sus hombros y supuso que aquel no era un tema del que le gustase hablar.

r13;Entonces, conocerás a la perfección el sitio, ¿no? r13;mostró su amplia y amigable sonrisa, para despejar del ambiente ese aura de tristeza e incomodidad que estaba empezando a sentir.

BaekHyun rió un poco, el sonido fue suficiente para que la sonrisa en la cara de ChanYeol se ensanchara aún más hasta el punto de parecer un poco espeluznante. Al pelinegro no pareció importarle.

r13;Bastante bien, sí.

r13;¿Los libros también?

r13;Los libros también r13;afirmó.

r13;Pues para la próxima ya sé a quién pedirle ayuda r13;se agachó un poco hasta quedar a la altura de su oído, poniendo una mano delante de su boca como si le fuera a contar un secretor13;. Entre tú y yo, el bibliotecario es bastante incompetente.

Aquella vez, fue la primera en la que ChanYeol escuchó una carcajada salir de los dulces labios de BaekHyun.

~***~

Al día siguiente apareció delante de sus amigos con una enorme sonrisa en el rostro, tan grande que JongIn –que estaba de espaldas a él- cuando se giró a saludarlo casi le da un infarto del susto. "Demasiado temprano en la mañana para ver tantos dientes brillar", había dicho con una mano en el pecho. ChanYeol lo ignoró porque estaba demasiado de buen humor.

El alto había empezado a moverse ligeramente como si estuviera ansioso por algo y mirando a sus amigos fijamente, esperando a que le preguntasen qué pasaba. Fue MinSeok al final quien le hizo la pregunta que ChanYeol esperaba, después de soltar un suspiro.

—Ay, hyung, ¡no te lo vas a creer! —dijo emocionado mientras se adelantaba, juntaba sus manos y le sonreía al cielo. Los demás lo miraron con caras indiferentes, acostumbrados a la personalidad de ChanYeol.

—¿Conseguiste no tropezarte al entrar en tu casa? —preguntó JongDae burlón. ChanYeol le dedicó una breve mirada asesina antes de volver a sonreír. Tampoco era su problema que la puerta de su casa tuviera un mini escalón y por mucho que él intentara esquivarlo siempre se acabara tropezando.

—Nooo. Algo mucho, muchísimo mejor.

—¿No se te cayó el desayuno en la ropa?

—Nop —contestó y sus amigos fruncieron el ceño sin saber que más podría ser. ChanYeol se paró delante de ellos, enseñándoles las palmas—. Ayer volví a casa con Byun BaekHyun —confesó y se llevó las manos a las mejillas, con una mirada embobada.

—¿En serio? —los tres chicos se miraron sin creerlo.

—Sí. Por una vez bendigo a la pergamino de Lengua por obligarme a tener que quedarme en la biblioteca del instituto.

Continuaron caminando hacia el interior del edificio mientras ChanYeol le relataba su hermoso encuentro con el pelinegro que lo había dejado en las nubes. Sus amigos suspiraron porque ahora iba estar todo el día con ese tema y no habría nada que lo fuera a callar.

BaekHyun ya estaba en clase cuando ChanYeol y JongDae llegaron. El alto se atrevió a saludarlo cuando pasaron para ir a su sitio y el bajito se lo devolvió con una suave sonrisa lo que provocó que ChanYeol se le quedara mirando de más y se tropezara con una mesa. El pelinegro se ocultó la pequeña sonrisa con una mano mientras ChanYeol se sentaba en su mesa con las mejillas rojas, totalmente avergonzado.

El resto del día consistió en un ChanYeol más enamorado de lo normal, mirando a BaekHyun como si realmente fuera el ser más hermoso del universo y suspiros que no hacían más que molestar a sus amigos, sobre todo a JongDae, ya que compartía clase con él.

Al acabar las clases el alto decidió que, a pesar de que ya había acabado el trabajo de Lengua y no tenía ningún motivo exacto por el que ir a la biblioteca, debería ir a ver si estaba BaekHyun tal y como le había dicho este. El sitio era grande, una de las habitaciones más grandes de todo el instituto aunque fuera la menos usada.

ChanYeol caminó entre las estanterías buscando al bajito, hasta que lo vio sentado en una de las mesas más alejadas. Se pegó tanto como pudo a una estantería, mirando lo que él creía que era disimuladamente a BaekHyun. Este tenía un libro entre las manos y su flequillo caía sobre sus ojos al estar inclinado levemente sobre él. El alto se pegó un poco más, apoyando suavemente la mano sobre el lomo de un libro y entrecerrando los ojos para poder ver mejor.

Podría acercarse, pero no podía. Le daba vergüenza y a lo mejor molestaba al más bajo. Así que se dedicó a mirarle por unos minutos más, escondido. Sin embargo, hizo un poco más fuerza de la necesaria con la mano que se apoyaba en un libro, empujando este hacia atrás y provocando que el que había al otro lado cayera. Pudo ver como BaekHyun levantaba la cabeza ante el ruido y no tardó en localizarlo.

ChanYeol le mostró una sonrisa avergonzada a la vez que lo saludaba con la mano y se escondía detrás de la estantería, fuera de su vista. «Tan torpe como siempre», se reprendió. Se quedó así un momento, intentando tranquilizar su corazón que se había disparado cuando los ojos del pelinegro se clavaron en los suyos.

Estaba a punto de darse media vuelta e irse, cuando la inconfundible figura de BaekHyun apareció a su lado. Traía una leve sonrisa que por algún motivo hacía que sus labios pareciesen más bonitos que de costumbre. También pudo notar como se rascaba el dorso de la mano.

—Y-Yo... No te estaba espiando ni nada —se apresuró a decir—. Simplemente estaba... Em, eh —«piensa ChanYeol. Vamos»—. ¡Buscando un libro para acabar el trabajo de Lengua! —su sonrisa era muy forzada.

BaekHyun lo miró con diversión.

—¿Todavía no has acabado?

—No —mintió.

—Los libros para el trabajo de Lengua están por ese lado —le informó el pelinegro con voz suave y tan melodiosa como siempre. ChanYeol ya sabía eso y se maldijo por no haberse dado cuenta y quedar como un tonto.

—Ah —rió nervioso—. Vaya —se rascó la cabeza.

—Si quieres puedo ayudarte —ofreció. ChanYeol abrió los ojos y sintió su corazón volver a latir a mil por hora. No sabía qué estaba pasando pero le agradecería a quién sea, porque ya iban dos días consecutivos en los que hablaba con BaekHyun.

—Cla-Claro.

Acabó volviendo a hacer el trabajo entero con la ayuda de BaekHyun, pero no le importó ni lo más mínimo. Es más, fue una experiencia que siempre se guardaría en la memoria. Le gustó ver como las finas manos del pelinegros pasaban páginas y páginas y le señalaba algunos datos que él creía importantes. ChanYeol muchas veces asentía por asentir porque no estaba atendiendo a lo que BaekHyun le decía. Simplemente veía sus labios moverse y su voz colarse en sus oídos, dejando que lo llevara a otro mundo.

No pudo evitar enamorarse un poquito más.

Los días fueron pasando y ChanYeol empezó a quedarse más tarde en el instituto con BaekHyun en la biblioteca. Al principio fue un poco incómodo porque tenía que inventar excusas bastante extrañas ya que ambos iban en la misma clase y no podía decir que un profesor le había mandado ir allí o algo por el estilo, porque lo sabría. Además, también, en un comienzo, el intercambio de palabras era nulo, pues ambos estaban nerviosos y tímidos como para hacer otra cosa que no fuera fijar su atención en los libros y papeles delante de ellos. Pero al pasar los días, BaekHyun pareció acostumbrarse a ChanYeol y este a él. Ahora, la situación era completamente contraria al principio que incluso el amargado del bibliotecario les tenía que mandar callar de vez en cuando.

BaekHyun demostró sí conocer bastante bien la biblioteca y sus libros. ChanYeol más de una vez le pidió que le ayudara cuando él se rendía en la búsqueda de alguno, aunque aquello no era muy frecuente, por suerte no tenía que usar libros para todo.

Y así se creó la rutina de quedar todos los días después de clase para hacer los deberes aunque siempre acabaran hablando de otras cosas.

Sus amigos lo descubrieron a los pocos días de que ChanYeol empezara a verse con el pelinegro por las tardes, ya que les resultó muy sospechoso que el alto se quedara más tiempo del necesario en el instituto, además de que fue el mismo ChanYeol quien se lo dijo cuando SeHun le preguntó qué tenía que hacer y él exclamó con su voz grave y sonrisa brillante "¡Voy a ver a BaekHyun!".

Sin embargo, por mucho que cada vez ChanYeol conociera más al bajito y descubriera que era una persona tan fascinante como él creía, su tiempo juntos no pasaba de esas horas extras en las bibliotecas. Durante el resto del horario escolar no se acercaban, bueno, ChanYeol lo intentaba pero solo cuando veía a BaekHyun solo porque le daba un poco de palo interrumpirlo cuando estaba con sus amigos.

Otra cosa que cambió un poco es que ChanYeol empezó a fijarse más en el pelinegro, si aún no era poco lo que lo observaba. Se dio cuenta de que en realidad siempre estaba con sus amigos, los tres juntos y muy poca gente se acercaba a hablar con ellos. ChanYeol se empezó a preguntar si todo lo que decían de esos tres era cierto cuando no veía a nadie pararse y tener una conversación con los chicos.

Era como si todo el mundo prefiriera que conservaran su aura inmaculada y se limitaran a observarlos y decir lo hermosos que eran como si los vieran a través de un cristal.

Cuando ese pensamiento cruzó la mente de ChanYeol, este se encogió de hombros y sonrió de forma traviesa. «Más para mí», se dijo.

ChanYeol descubrió que BaekHyun era un chico muy alegre, pero era demasiado tímido como para expresarse con comodidad delante de todo el mundo. Le había costado varios días abrirse un poco a ChanYeol y este estaba muy feliz por ir conociendo poco a poco cada vez más a BaekHyun, que dejó hacía tiempo de ser solo su amor platónico.

No obstante, no fue hasta ese lluvioso y frío viernes de finales de Noviembre que ChanYeol se dio cuenta de que BaekHyun arrastraba algo negro y pesado a sus espaldas y que escondía de todo el mundo.

Aquel día ninguno de sus amigos, KyungSoo y LuHan habían ido al colegio, a causa de un refriado que muchos solían coger por esas fechas ya que hacía mucho frío. ChanYeol notó de inmediato lo solo que parecía estar BaekHyun. Lo observó durante las dos primeras horas de clase, como el bajito se limitaba a tomar apuntes con rostro serio.

Al sonar el timbre que anunciaba el primer recreo del día, el alto vio como todo el mundo recogía y salía y nadie se acercaba al pelinegro, que ni siquiera hizo amago de guardar sus cosas. ChanYeol salió de clase acompañado de JongDae, aún mirando por encima del hombro a BaekHyun y preguntándose si debería quedarse con él.

Tras caminar unos cuantos pasos alejándose del aula, se detuvo, ocasionando que JongDae también se parara por inercia y se girara para preguntarle qué sucedía. ChanYeol no lo dejó ni abrir la boca.

—Me he dejado algo en clase. Vete yendo.

Su amigo lo miró con una ceja alzada, pero no tardó en encogerse de hombros y seguir con su camino. ChanYeol anduvo de vuelta a paso rápido, asomándose por la puerta al llegar y encontrándose con BaekHyun todavía sentado en su sitio.

ChanYeol no le podía ver la cara porque el chico se había recostado sobre la mesa y escondido su rostro entre sus brazos. Como la clase estaba en silencio, pudo percibir los pequeños ruidos que parecían provenir de BaekHyun, al igual que se fijó en los ligeros estremecimientos que agitaban el cuerpo del pelinegro.

El alto no tardó en sumar dos más dos y darse cuenta de que BaekHyun estaba llorando. Cerró la puerta con cuidado, procurando no asustar ni perturbar al bajito y se acercó hasta él, tomando una silla y sentándose a su lado.

BaekHyun levantó la cabeza con los ojos abiertos en alerta y con cierto temor que provocó que el corazón de ChanYeol se encogiera. El pelinegro al ver que tan solo era él dejó escapar un suspiró, pero igualmente agachó la cabeza y se limpió las lágrimas apresuradamente con las palmas de las manos.

Algo dentro de ChanYeol también se rompió al ver los ojos rojos del chico y los surcos húmedos que habían dejado las lágrimas en su tersa piel.

—¿Qué pasó, Baek? —preguntó con voz calma y tranquila. BaekHyun agito la cabeza, haciendo que se le moviera el pelo, y continuó con la mirada gacha, fija en algún punto del pupitre—. Puede que no sea la mejor opción, pero puedes contarme lo que sea, ¿sabes?

Se atrevió a posar una mano en la cabeza del más bajo y acariciar los suaves mechones de pelo. BaekHyun contuvo la respiración por un momento, pero al segundo siguiente suspiró con algo que parecía gusto. ChanYeol se vio más animado a continuar con la caricia.

—Es una tontería —dijo con la voz un poco rota.

—Si algo te hace llorar, no es una tontería —arrastró la silla para acercarse más a BaekHyun y continuar de forma más cómoda con sus caricias.

Estuvieron así un buen rato, hasta que finalmente BaekHyun soltó otro suspiró, que fue más largo que los anteriores, y comenzó a hablar.

—¿Te acuerdas que te dije que no me gustaba estar en casa? —ChanYeol asintió y murmuró un quedo "sí" para que el más bajo continuara—. Verás, desde hace unos años mi padre empezó a beber de forma frecuente. Al principio mi madre y yo no nos preocupábamos porque solo eran días puntuales. Cuando empezó a llegar todas las noches borrachos, las alarmas saltaron.

ChanYeol dejó caer su mano en el hombro de BaekHyun y lo atrajo suavemente hasta su cuerpo, de forma que la cabeza del pelinegro quedara apoyada contra su hombro.

—Intentamos hablar con él y descubrir cuál era el motivo de que bebiera tanto. Todavía no lo sabemos. Pero la cosa fue a peor, ya casi no va al trabajo porque se emborracha tanto por las tardes que es incapaz de levantarse a la mañana siguiente. Y desde hace tiempo que ya bebe en casa.

El escenario de lo que estaba describiendo BaekHyun empezó a ser muy nítido en su cabeza, y por un momento el horrible pensamiento de que el padre de BaekHyun pudiera estar abusando de él le provocó pánico.

—No es lo que estás pensando —dijo con una pequeña risa que sonó resignada—. Él no nos hace nada a mi madre o a mí. Sí que se tiene enfadado mucho y perdido un poco los papeles, pero nunca nos ha levantado la mano. Simplemente me duele mucho verlo de esa manera porque se niega a aceptar la ayuda que le ofrecemos... Se ha encerrado en sí mismo.

ChanYeol respiró con normalidad cuando BaekHyun le aclaró eso, pero igualmente se sintió triste porque el pelinegro sufría en silencio y se dio cuenta de que además de sus dos amigos, no tenía a nadie más a quién acudir. Y si ellos no estaban, como era el caso, BaekHyun estaba condenado a estar solo.

Él no lo permitiría, no dejaría que el bajito siguiera allí deprimido. Por eso tomó el rostro de BaekHyun entre sus manos, le limpió los restos de lágrimas con los pulgares y le sonrió de forma tierna. Luego se levantó de golpe, llevándose al bajito consigo y empezó a tirar de él, sujetándolo con la mano.

Aún quedaban quince minutos de recreo que iba a aprovechar para que BaekHyun sonriera. Lo llevó al espacio que solían ocupar él y sus amigos cuando llovían y no podían salir fuera. El lugar estaba debajo de unas escaleras que casi nunca se usaban por estar mal ubicadas, de forma que tenían la suficiente privacidad y no solían ser molestados.

Sus amigos lo miraron con ceños fruncidos y miradas sorprendidas cuando lo vieron llegar de la mano con un Byun BaekHyun que se encontraba un poco avergonzado.

—Hoy se nos unirá Baek, no os molesta, ¿verdad? —preguntó aunque no hacía falta porque BaekHyun se iba a quedar sí o sí.

Sus amigos negaron con la cabeza todavía un poco estupefactos y ChanYeol se sentó en el suelo, cerrando el círculo y tirando de BaekHyun hacia abajo que se sentó a su lado.

—¿Necesitas que te los presente? —BaekHyun negó con las mejillas algo sonrojadas y la cabeza un poco gacha.

ChanYeol les hizo un gesto con la cabeza a sus amigos, señalando al pelinegro. Estos no tardaron en pillar la indirecta y volvieron a su estado de jovialidad natural.

—Y bueno, ¿qué tal estás, BaekHyun? —le preguntó JongDae con una sonrisa amigable.

—Bien —ChanYeol rió por lo tímido que era el chico. Pasó un brazo por su hombro por pura inercia y empezó a hablar de cualquier cosa, procurando de que el chico a su lado participara en la conversación.

Cuando el timbre sonó ChanYeol estaba feliz de decir que aquello fue mejor de lo que esperaba y sus amigos fueron muy amables y buenos por tratar con tanta normalidad a BaekHyun y esforzarse para que se sintiera integrado.

—Baek —dijo MinSeok levantándose—. Estás más que invitado a unírtenos cuando quieras. KyungSoo y LuHan también, por su puesto.

BaekHyun esbozó una sonrisa que por algún motivo fue la más brillante que había visto ChanYeol y no pudo evitar quedarse mirando la perfección de las facciones del bajito. Tanto su hermosura como lo que ChanYeol sentía por él era algo que costaba explicar con palabras.

Lo único que podría decir ChanYeol para explicar aquello era que mirar a BaekHyun era como imaginarte que estuvieras viendo la cosa más preciosa del mundo, sentarte en un banco y mirar la profundidad del horizonte. Luego lo que él sentía se asemejaba a un revoltijo de estómago que le causaba cosquillas, un calor tierno cuando BaekHyun le sonreía.

Él no creía que hubiera muchas palabras para decir lo que sentía, pero al menos estaba seguro que había una que sí lo hacía y esa era amor. Y por mucho que esa sola palabra dice todo, a la vez no dice nada, porque la verdad es que hay mucho que no se puede decir.

ChanYeol estaba decidido a hacerle saber a BaekHyun saber cómo se sentía, pero todavía era muy pronto. No hacía más de un mes que habían empezado a hablar y confesársele ahora sería un poco precipitado y quizás espantara al bajito.

Todo ese día, BaekHyun se lo pasó con ChanYeol y sus amigos y el alto estaba orgulloso por la sonrisa que casi no dejó los labios del pelinegro durante todo el horario escolar y menos aún durante sus horas de "estudio".

Al lunes siguiente, KyungSoo y LuHan volvieron a clase tras un fin de semana de reposo y cuando sonó el timbre ChanYeol se aseguró de hacerles saber que estaban más que invitados a ir con ellos durante el recreo. BaekHyun miró a sus amigos tímidamente y al final fue LuHan quien tomó la iniciativa y le dijo que irían con ellos después de agradecerle.

Los otros dos chicos cayeron tan bien en su grupo como lo había hecho BaekHyun y ChanYeol se sorprendió al darse cuenta lo poco que conocía a esos chicos a pesar de llevar todo el instituto con ellos.

Los días fueron pasando y ya era normal que el trío Real se uniera al grupo de ChanYeol durante los recreos y aunque al principio a la gente le llamó la intención, no fue tema de cotilleo durante mucho tiempo. Al llegar diciembre empezaron a anunciar el baile de invierno que se celebraría.

A todos los alumnos les encantaba ese evento porque era una muy buena oportunidad para hacer confesiones y aparecer con ropas de gala delante de toda esa gente que te suele ver simplemente con el horroroso uniforme del instituto.

ChanYeol estaba más emocionado que nunca porque esta vez sí que se atrevería a pedirle a BaekHyun ser su pareja para el baile. Sabía que tenía que darse prisa porque conociendo la popularidad que tenía el chico junto con sus amigos, las propuestas no tardarían en caerle, además de que estaba seguro de que BaekHyun con lo buena persona que era aceptaría la primera que le llegara.

Sin embargo, pasó toda una semana desde que anunciaron la fecha del baile y ChanYeol no le había podido pedir que asistiera con él. Y la culpa había sido toda del maldito virus de la gripe que lo había tenido en cama todos esos días con una tos del copón y una fiebre que subía y bajaba a momentos.

Cuando regresó a clase de nuevo, se sorprendió cuando BaekHyun se levantó de su asiento y se dirigió hacia él, con su sonrisa característica en el rostro y rascándose el dorso de la mano, un gesto que hacía cuando estaba nervioso, descubrió ChanYeol.

—¿Qué tal te encuentras? —le preguntó al llegar a su lado.

—Bien, ¿por qué preguntas? —vio al bajito sonrojarse ligeramente.

—Faltaste toda la semana y me preocupé, pero JongDae solo me dijo que tenías gripe.

ChanYeol juraba que estaba a punto de saltar de su silla y ponerse a correr alrededor  de la clase mientras agitaba los brazos como loco porque BaekHyun había dicho que había estado preocupado por él. Se sonrojó un montón y le mostró esa sonrisa tan grande suya. Cuando la euforia se le pasó, cayó en la cuenta de que BaekHyun se había tenido que enterar de lo que le pasaba por medio de JongDae. Frunció el ceño.

—¿Qué pasa? —BaekHyun sonó confundido, pero también preocupado, para regocijo de ChanYeol.

—No tengo tu número —dijo sin más—. ¿Me lo das? —el pelinegro lo miró durante unos segundos sin entender a qué se refería y cuando consiguió procesar, sus ojos se iluminaron, antes de inclinarse suavemente sobre él para poder dictarle las cifras.

—Ahora podré llamarte cuando quiera —alardeó ChanYeol agitando el móvil en su mano.

—Estaría bien —murmuró BaekHyun, dejando al alto un poco descolocado porque no se esperaba esa respuesta.

Iba a contestar, pero el bajito emprendió su huida, con el flequillo tapándole los ojos. ChanYeol sonrió porque BaekHyun era demasiado adorable para su propio bien.

Las dos horas de clase pasaron y cuando pudieron salir al recreo, ChanYeol se acercó al pupitre donde BaekHyun aún estaba sentado, hablando con KyungSoo mientras guardaban las libretas y los libros en sus mochilas.

—Baek, ¿puedes venir un segundo? Necesito hablar contigo.

BaekHyun lo miró para después hacer lo mismo con KyungSoo quien le dio una breve sonrisa y movió una mano señalándole que fuera. BaekHyun se levantó y siguió al alto que lo llevó a una zona un poco apartada del bullicio que solía ser la zona de la cafetería y alrededores. Al llegar se quedaron uno enfrente del otro y en silencio. BaekHyun porque esperaba que ChanYeol le dijera de qué quería hablar y este pensando cómo preguntarle al bajito sobre el tema del baile.

—Queda muy poco para el baile —comentó así para el baile, esperando que BaekHyun pudiera entender por dónde iba la cosa.

—Sí —esperó por algo más, pero tendría que haber sabido que el pelinegro no decía más de lo necesario a no ser que le preguntases.

Decidió ir al grano.

—¿Ya tienes pareja? —intentó dejar las manos quietas pero estaba nervioso y expectante por la respuesta del otro.

—No —empezó BaekHyun comenzando a rascarse la mano otra vez—. Todavía no me lo ha pedido nadie.

—¿¡Cómo!? —el grito lleno de estupefacción sorprendió al bajito que pegó un pequeño saltito. ChanYeol tenía los ojos tan abiertos que parecía que iban a salírsele en cualquier momento. Pero es que no se podía creer que nadie le hubiera pedido a BaekHyun ser su pareja para el baile—. ¿De verdad? —el pelinegro asintió—. No me lo puedo creer. ¿Cómo? Es que... Bff —empezó a dar vueltas y llevarse las manos a la cara intentando buscar una explicación lógica—. No lo entiendo.

—¿Qué no entiendes? —le preguntó con la cabeza un poco ladeada.

—Como es que nadie te haya pedido ir al baile. ¡A ti! No tiene sentido.

—Nunca me han invitado al baile, ChanYeol.

El alto volvió a abrir los ojos como platos y por un momento pensó que BaekHyun se estaba quedando con él porque no era posible que nadie, nadie, se hubiera atrevido a pedirle ser su pareja para el baile al Diamante del instituto. Estaban todos locos, ¿o qué? Si lo hubiera sabido... pero él siempre pensó que BaekHyun tenía pareja y que no merecía perder el tiempo haciendo el ridículo para intentar pedírselo.

—No lo entiendo —volvió a repetir. Aquello debió de molestar un poco al bajo porque perdió su sonrisa y frunció ligeramente en ceño.

—¿Tú crees que soy guapo? —ChanYeol se sonrojó por lo directo de la pregunta, pero no dudó en contestar.

—¡Claro que sí! Eres el chico más guapo de este instituto, al único que le queda bien esta cosa asquerosa —dijo pellizcando americana de su uniforme—. Por algo eres el Diamante.

BaekHyun se sonrojó profusamente antes de responder.

—Ese es el problema.

—¿Qué?

—Desde que KyungSoo, LuHan y yo entramos al instituto se nos empezó a llamar de esa manera y de alguna forma que todavía no logro comprender, se formó el prejuicio de que éramos personas inalcanzables porque en teoría somos muy guapos, inocentes y esas cosas —dijo haciendo comillas con los dedos—. El problema es que eso nos impidió que la gente nos conociera por cómo somos de verdad. Durante primero intentamos luchar contra ello, pero la gente cree lo que quiere creer.

—Eso aún no explica por qué nadie te pidió para ir al baile.

—Nos tratan como si fuéramos joyas que solo pueden ser vistas desde lejos, demasiado valiosas como para tocarlas. Fueron ellos los que crearon esa imagen, no nosotros. Nos aíslan. Nadie me ha pedido ir al baile porque piensan que soy demasiado inalcanzable cuando en realidad soy igual que ellos... que tú.

ChanYeol se quedó en silencio, pensando en lo que le acababa de decir BaekHyun. Ahora que se lo ponían así, podía entender por qué siempre veía a BaekHyun solo cuando no estaba con sus amigos y como nadie era capaz de decir realmente cómo era el chico.

—Ellos se lo pierden —susurró.

—¿Ah?

—Que ellos se lo pierden —repitió más alto y mirándolo a los ojos—. Si ellos prefieren perder su tiempo creyendo esas cosas, es su problema. Yo estoy feliz de haber descubierto que es mentira.

—Yo sé que lo pensaste durante mucho tiempo, aunque siempre fuiste diferente a los demás —confesó, agachando la cabeza al decir lo último.

—¿Por qué dices eso? —el corazón de ChanYeol empezó a latir rápido y fuerte al escuchar sus palabras y deseó conocer el motivo. Sentía una necesidad apremiante de conocer la razón, pero el otro seguía en silencio, mirando al suelo—. Baek —se acercó y le levantó la cabeza, agarrándolo por las mejillas—. ¿Por qué dices eso?

BaekHyun intentó desviar la mirada hacia otro lado que no fueran los profundos y penetrantes ojos de ChanYeol, pero este no se lo permitió. Afianzó sus manos en las suaves mejillas y a pesar de que se estaba muriendo por dentro, se obligó a resistir.

—Sé que piensas que probablemente nunca me haya fijado en ti hasta ese día en el que compartimos paraguas —el agarre de ChanYeol perdió fuerza, pero los ojos de BaekHyun ganaron determinación—. Sé que seguro crees que nunca me di cuenta de todos tus intentos por hablar conmigo, también sé que no sabes que siempre fui consciente de tus ojos sobre mí, de la forma en la que me mirabas.

Las manos de ChanYeol acabaron por deslizarse del rostro de BaekHyun, cayendo a ambos lados de su cuerpo. Su corazón bombeaba a toda prisa, sentía su retumbar contra sus oídos. No podía hablar, se había quedado sin palabras. Por una parte estaba contento porque BaekHyun siempre fue consciente de sus esfuerzos, pero por otra estaba demasiado avergonzado como para mirarle a la cara.

Deseó que el pelinegro dijera cualquier cosa para romper esa extraña atmósfera que se había creado, que no era incómoda pero lo sofocaba porque había algo ahí demasiado fuerte. No obstante, lo único que hacía el más bajo era mirarle con ojos claros y fijos. Estuvieron así por unos buenos minutos hasta que se atrevió a hablar de nuevo.

—Entonces... Si te pido que seas mi pareja —dijo despacio—, ¿aceptarías?

Y nunca olvidaría la sonrisa mientras le respondió que sí.

~***~

Nunca estuvo tan nervioso en su vida. Después de aquel vergonzoso día, le había quedado más que claro que BaekHyun conocía sus sentimientos, o al menos parte de ellos, porque seguro que el bajito no se imaginaban que fueran tan profundos como los que tenía ahora.

Quedaba una hora para el baile. Una hora para que tuviera que estar en su instituto. Una hora para ver a BaekHyun, su pareja por esa noche. Estaba tan emocionado que tenía que reprimir sus ganas de tirarse sobre la cama y azotar los cojines para calmar su interior.

No podía creer que después de cinco años pudiera decir con orgullo que Byun BaekHyun era su pareja para el baile de invierno. Le gustaría poder decir que era también su pareja en todos los sentidos, pero no conocía cómo se sentía el pelinegro al respecto. Aquel día no dijo nada más.

Cuando llegó al instituto, se reunió con sus amigos en la entrada, como siempre hacían. Luego caminaron hasta llegar a la puerta del gimnasio que esa noche sería el lugar donde se celebrara tan esperado evento. ChanYeol pudo ver que ese año se habían esforzado mucho decorándolo: papeles plateados y de tonos fríos en forma de copo de nieve caían del techo, al igual que las guirnaldas en tonos azules y la nieve falsa con los ramilletes de muérdago.

Estuvieron hablando un poco mientras esperaban a sus parejas, bueno, solo JongIn, SeHun y él, porque JongDae como siempre iba con MinSeok. Ellos decían que preferían que el otro fuera su pareja para no pasar por el rollo de tener que pedírselo a otro y que lo pudieran rechazar. ChanYeol no estaba tan seguro de que fuera la única razón, pero él los dejaba estar.

JongIn y SeHun al final iban con KyungSoo y LuHan, respectivamente. Habían hecho una apuesta con JongDae y MinSeok de que él no se atrevería a pedirle a BaekHyun que fuera su pareja para el baile. ChanYeol se sintió muy dolido cuando se enteró, aún más cuando SeHun y JongIn apostaron en su contra. Al perder, tuvieron que pedirle a los amigos de BaekHyun que fueran sus parejas, pero ChanYeol también sabe que no estaban para nada disgustados con ello.

Un golpecito en el hombro le llamó la atención, dándose la vuelta. ChanYeol sintió que su alma salía de su cuerpo, iba al cielo, le daba las gracias al Señor y volvía. BaekHyun estaba ahí delante de él, tan hermoso como siempre, más hermoso que nunca, cosa que solo Byun BaekHyun podía lograr.

Llevaba un traje negro como el suyo, pero al él estaba obviamente mil veces más guapo que ChanYeol. El pelo negro lo llevaba peinado hacia un lado, creándole una onda y dejando parte de la frente al descubierto. También se había pintado una finísima raya de delineador negro y ChanYeol juró que casi le da un infarto. Sintió unas ganas inmensas de alardear que su pareja esa noche era la más guapa del lugar. Pero lo que en realidad sintió fue la mano de JongDae cerrándole la boca, causando que todo el mundo se echara a reír, incluso BaekHyun, aunque lo intentó disimular escondiéndose detrás de su mano.

ChanYeol les lanzó una mala mirada a sus amigos y cogió la mano de BaekHyun para llevarlo a un lugar lo suficientemente apartado de sus amigos.

—Estás increíble —dijo, todavía admirando de arriba a abajo a BaekHyun.

—Tú también —respondió con una leve sonrisa.

Después de aquello tuvieron que entrar en el gimnasio, donde el director dio comienzo al evento dando un breve discurso sobre las fiestas, las tradiciones y muchas cosas más que ChanYeol no prestó atención por quedarse mirando el perfil del pelinegro.

Cuando la fiesta de verdad empezó, la música sonando y la gente poniéndose a bailar. Los amigos de BaekHyun, los suyos y ellos comenzaron a picar de los canapés y demás que había y no tardaron mucho en acabar en la pista de baile. ChanYeol se lo pasó como nunca.

Cuando el ritmo de las canciones empezaron a disminuir, la gente se fue alejando poco a poco, a por lugares con más intimidad para hablar con tranquilidad o para hacer confesiones.

ChanYeol estaba esperando por ese momento.

Volvió a tomar a BaekHyun de la mano y lo llevó a fuera. La noche fría les recibió azotando suavemente sus rostros. Hacía frío, pero ChanYeol quería confesarse de forma bonita y para eso deberían estar solos y bajo el cielo estrellado que por suerte estaba despejado.

—Tengo que decirte una cosa —soltó cuando llegaron al sitio ideal, sin dejar ir la mano del otro—. Supongo que esto no te sorprenderá mucho debido a lo que me dijiste ese día, pero igualmente... Me gustas —hubo un breve silencio que puso nervioso a ChanYeol—. En realidad es algo más que un simple me gustas, me he dado cuenta durante este tiempo que te fui conociendo mejor. No puedo explicar con exactitud lo que siento, pero creo que es algo parecido al amor, pero ya sabes, es difícil de explicar.

Detuvo su palabrería cuando escuchó la dulce risa de BaekHyun.

—Supongo que es mi tuno, ¿no?

—¿Eh?

—Yo también quiero decirte algo —dijo dando un tímido paso hacia delante, más cerca de ChanYeol—. Como te dije aquella vez, siempre me he fijado en ti. Al principio fue porque me resultaba graciosa tu torpeza, pero luego me di cuenta de la forma en la que me mirabas. No era como los otros que solo parecían admirar, en tus ojos había algo más. No recuerdo exactamente el momento en el que me empezó a gustar que me mirabas y esperaba el momento del día en el que intentaras acercarte a mi —sus mejillas se sonrojaron un montón pero no apartó sus ojos de los suyos—. Nunca me atreví a ser yo el que me acercara hasta aquel día de lluvia. Me alegra un montón haberlo hecho. Así que, sí. Tú también me gustas.

ChanYeol estaba sin palabras. Sus entrañas se habían convertido en un torbellino de sensaciones tan variadas que no sabía definir qué estaba sintiendo. Lo único que sabía era que tenía unas inexplicables ganas de besar a BaekHyun.

—Yo... ¿puedo besarte? —preguntó con la cara roja, consiguiendo el mismo efecto en el pelinegro, que asintió tímidamente.

ChanYeol acortó la distancia que los separaba dando un paso y envolviendo uno de sus brazos alrededor de la cintura de BaekHyun. La otra mano la posó en una de sus mejillas, notando el contraste de temperatura. Se acercó lentamente a su rostro, sin dejar de mirar ni un segundo los del otro, hasta que los cerró para unir sus labios.

Al principio fue un simple toque, una presión de labios que se sintió como si miles de fuegos artificiales estallaran a su alrededor. Después de unos segundos se atrevió a moverlos un poco, recibiendo la respuesta dubitativa de BaekHyun. Fue un poco torpe, porque ninguno de los dos tenía mucha experiencia, pero sin duda fue maravilloso.

Cuando se apartaron BaekHyun agachó la cabeza como tenía costumbre de hacer cuando estaba avergonzado y ChanYeol lo atrajo hacía sí, provocando que su rostro se enterrara en el hueco de su cuello, dándole un abrazo muy fuerte.

Al día siguiente ChanYeol llegó al instituto con una sonrisa mucho más amplia de lo habitual y no tardó en decirles a sus amigos que salía con Byun BaekHyun, al igual que todo el instituto no tardó en saberlo poco tiempo después. Pero a él no le importaba y estaba más que feliz de poder tomar la mano del pelinegro por los pasillos y atraerlo a un beso si le apetecía.

ChanYeol aún seguiría diciendo que no podría explicar lo que sentía por BaekHyun con exactitud, porque le era una tarea difícil de llevar a cabo porque eran muchas cosa, demasiadas y no se podían explicar con meras palabras. El amor que sentía por BaekHyun era simplemente inefable.

Notas finales:

Últimamente tengo un no sé qué con el ChanBaek y lo fluff que no puedo resistirme.


Espero que os haya gustado ^^


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