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New York Nights por -oOYUKI-NII-Oo

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Título: " New York Nights"

∞ Autor: YUKI-NII.

∞ Género: Hurt/Confort

Rating T

∞ N/A SpiderMan ni Deadpool me pertenecen, esto no es más que un hobby, todo es creación de Stan Lee y MARVEL.

Esto va dedicado especialmente a Erin, porque Little E, esto era justo lo que necesitábamos Tom y yo para escribir con más fluidez

∞ Resumen: La combinación de los celos, un Motel y un traje de Maid. Crossdress y palabras antisonantes*.

∞ Advertencia: Esto es una What if… de “Daddy issues” ante el video de Ryan Reynolds besando al presentador Connor Star y la ebriedad evidente de Tom ante su ultimo video de Instagram.

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Backstage 7.5

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Tom jadea cuando su cuello se estira y es consciente de que el abanico del techo continua girando, apenas puede sentir el aire llegando hasta él, porque el sudor es una capa sobre la piel que se le diluye en ciento de gotas, le humedece la ropa y el cabello, abre la boca poco a poco, su lengua enredada en la prenda que Ryan ha introducido para ahogarle los gritos. El fuerte olor a pre seminal y polla se instala bajo sus fosas nasales, ante la conciencia de que es el bóxer de Ryan lo que le mantiene a si, chillando como un pequeño animal mientras hay un par de dedos estirándole desde la parte de bajo. Está ahí, contra la pared, con sus manos apoyadas precariamente y sus rodillas temblando como un venado recién nacido. Es tan vergonzoso se dice, sintiendo la cantidad de fluidos comenzar a secarse entre sus muslo, y con los labios de Ryan firmemente apoyados a la altura de su vientre.

Siente tanto calor, tanto, sus ojos se quedan fijos sobre el movimiento de las aspas sobre su cabeza, sus oídos llenándose de los gruñidos de Ryan, y su estómago contrayéndose en espasmos cada vez que el dedo índice y anular se curvan para tocarle ahí, en esa exploración anatómica clandestina de alguien que ha prometido darle donas glaseadas y malteada de fresa como un señuelo. Tom se reprende, cuando sus rodillas ceden y queda sentado prácticamente encima de Ryan, que tiene su espalda recargada contra la pared y ha permanecido en cuclillas durante todo el proceso de romperle la ropa interior y morderle despiadadamente las piernas, tirando de su piel, hundiéndole los incisivos sin ninguna clase de culpa y empujando siempre el mundo, todo, dentro de él. Saliva dentro de su boca y lubricante barato comprado en la farmacia camino al Motel.

Tom enreda sus manos sobre los hombros de Ryan, y le hunde la barbilla a la altura del pecho porque él esta tan furioso que no quiere escucharle decir ni una sola palabra. Tom sonríe cuando la boca de él va directo hasta su mejilla para lamerle perezoso y depositar un suave beso que no sabe a redención sino a furia y a celos y Tom siente que pueden llegar a un acuerdo silenciosos entre lo que él ha hecho con ese presentador de televisión y su nominación sobre el bromance con Harrison.

Es una pela interna que no lleva gritos ni malas miradas, todo son marca, de dedos, de cuerdas doblándole los tobillos, malos trajes de Halloween que han quedado rezagados en las tiendas y que apenas le han entrado, porque su cuerpo se ha ensanchado debido al entrenamiento de saltos y acrobacia del encargado de coreografía de peleas de Spiderman.

Tom se revuelve un poco porque la falda de ese vestido de Maid se ha caído para el desagrado de Ryan que lo resuelve como un rápido movimiento y lo rompe, trozos de tela terminan en el suelo y Tom puede sentir todo su trasero al aire de forma literal y metáforica, porque Ryan le separa las piernas tanto como puede con las propias y le suelta brusco, su espalda cayendo contra la alfombra, sus dedos enredados en la camisa arrugada de Ryan.

Y lo tiene ahí entre sus piernas, sostenido en sus rodillas y estirándose tan alto como es. Ryan y sus ojos estrechos que le devoran, la polla, la piel y las intenciones, Tom se revuelve como si esa mirada fuera lenguas de fuego que suben y bajan para dejarlo completamente desnudo, quemándose a sí mismo, una consumación rápida de un animal marcando su territorio, rugiendo sobre lo que es solo suyo.

Los dedos de Ryan toman un nuevo ángulo y Tom se ve escupiendo los bóxer de Ryan para poder gritar, y él le sonríe, inclinándose solo un poco y reajustando su posición para simular un embestida que solo le avivan las ganas a Tom de ser tomando de forma rápida y brusca tal y como le gusta.

—Eso es princesa —. Alienta Ryan, con su voz grave y la garganta ronca —. Grita como la zorra que eres.

Tom debería molestarse ante un apelativo que en definitiva le queda mejor a él. Al padre de James y esposo de Blake, pero se muerde la lengua porque sabe que Ryan solo está llevando ese juego entre ellos a un nuevo nivel, a algo mucho más profundo, que el grado de confianza a escaldado por tanto tiempo, que ambos pueden diferenciar el tono de voz del otro cuando están dentro de un rol especialmente complicado a cuando lo dicen con toda la intención de herir. Ryan no quiere pelear ni insultarlo, quiere alentarlo, quiere que se abra y que diga todo, que lo suelte a base de embestidas, lamidas y gemidos, eso es sexo de reconciliación, porque se han dañado sin pretenderlo y se están pidiendo perdón, en ese lenguaje secreto que han hecho solo para ellos dos. Así que Tom le sonríe, le sonríe porque se siente que puede dominar el mundo, su mundo. Y abre más las piernas, la corbata que esta enredada en los tobillos al fin cede ante su fuerza y él se muestra descarado, con dos dedos emitidos por el culo y su polla goteándole contra el vientre, justo sobre la marca de chupete que los labios de Ryan le han dejado.

Sus ojos miel dilatados y sus brazos estirados, recorriendo el pecho de Ryan bajo la camisa. Ese hombre es suyo, solo suyo. Ryan saca sus dedos con un pop que le obliga a cerrar uno de sus ojos ante el abandono, un vacío interior que desagrada y le mira con un puchero que Ryan ignora. Tom sabe que va a ser castigado incluso antes de que todo suceda, que Ryan se aparte y lo hale de un brazo para obligarle a quedar boca abajo, justo sobre sus piernas flexionadas, su rostro hundiéndose en la alfombra, y ambas manos de Ryan posicionándose sobre sus nalgas.

—Esto durara lo que tú quieras princesa, así que te sugiero que aun tengas la voz sufriente para contar cada una de las nalgadas que te voy a dar. Van a ser cuatro por no contestar mi mensaje sobre tu nominación a pareja Bromance. 6 por dejarte caer en una cama que no era la mía para festejar tu millón de seguidores en Instagram, y 10 por emborracharte y exhibirte ante un hombre en tu último video. ¿Entendido?

Tom gimotea cuando es un dedo de nuevo el que está acariciando los pliegues de su entrada, el lubricante sale ante sus propios movimientos, su cuerpo resistiéndose hasta el final. Ryan le gruñe y le reacomoda. Tom lleva sus manos hasta la cara avergonzando y expectante. Su polla presionando contra el muslo de Ryan le delata.

— ¿Listo? — Ryan pregunta inclinándose lo suficiente para que su brazo tenga el ángulo correcto, para tomar la velocidad y fuerza que quiere. Tom asiente muy despacio. Ryan sonríe ante esa obediencia a la que tanto luchan por llegar —. Comienza Baby boy.

La primera palmada cae en un sonido ensordecedor, Tom arquea su espalda y araña la alfombra, su nalga se colorea de un rosado encantador que podría competir con el de sus mejillas, es doloroso, caliente y excitante.

—Anda Tom, si no las cuentas entonces tendremos que empezar de cero de nuevo.

Ryan, sonríe, cuando su mano cae de nuevo sobre ese trasero que tiembla y se contrae. Tom se muerde el labio y respira profundo.

—D-dos

—Bien, dulzura, muy bien, sigue así.

Fueron impetuosas, movimientos rápidos que caen intercalándose entre ambas mejillas traseras, rebotando, coloreándose, transformándose en granate. Ryan podía sentir la humedad en su rodilla del miembro de Tom goteando, cambio un poco la posición, en la numero 13, flexionando la pierna izquierda para elevar la cadera de Tom, como un padre sentado en su silla especial de castigos reprendiendo a su hijo más rebelde. Ryan había tenido a veces ese pensamiento, sobre comprar objetos especiales, tablas de plástico color negro, plugs ensanchadores, látigos y fustas, para variar la intensidad de sus encuentros, pero se detenía sintiendo que Tom era demasiado joven para aquello, Ryan ahora se arrepentía porque creía que su pecho podía explosionar de celos y furia ante ese video de Tom ebrio, que no había sido más que una contestación a su beso con Coman Star. Ambos son actores y Tom debería de entender eso. Harrison es el mejor amigo de su novio y debería también hacer el esfuerzo por comprenderlo. Pero ninguno parece ser muy racional cuando alguien más toca al otro. Mejor así, se dice, cuando introduce su dedo violentamente en la entrada del menor, dando embestidas rápidas y revolviendo el lubricante entre las paredes interiores, porque si tiene que recordarle a Tom a quien le pertenece, lo hora las veces que sea necesaria.

—Venga cariño, ya no te escucho contar. ¿Sabes en que numero vamos o tenemos que empezar de nueva cuenta?

—Catorce — solloza Tom, comenzado a resentir las palmadas.

—Solo seis más princesa, seis más y podremos hablar calmadamente sobre tu embriagándote irresponsablemente. Aunque creo que no será una charla larga, ¿cierto cariño? —. Ryan da dos palmadas más, rápidas y con mayor fuerza que todas las anteriores, Tom grita esta vez, comenzando a revolverse, Ryan le ajusta sin mayor esfuerzo —. La lección está siendo aprendida, puedo confiar en eso Tom, ¿que estas entendiendo sobre las cosas que debes y no debes hacer? —. Ryan pregunta suavemente, sacando su dedo para dar tres palmadas más. Tom asiente en un chillido bajo —. Baby boy, cuenta —. Le recuerda Ryan cuando nota como es que se está mordiendo el labio.

—Diecinueve —. Tom murmura sin mucha potencia, con la garganta comenzándole arde y con sus nalgas entumecidas.

—La ultima cariño. La ultima y terminaremos —. Hay mucha promesa diluyéndose en la voz de Ryan, cuando la última palmada es solo sus dedos presionándose contra la lastimada piel. Ha sido la más suave de todas ellas, una caricia de mariposa que ha ardido como los mil demonios para Tom. Ryan le sonríe, aun si no puede verle, le gira despacio, teniendo cuidado en no tocar más sus nalgas, y acunándolo como un pequeño bebe, los ojos de Tom esa plagados de lágrimas, Ryan los besas y lame, chupa el contorno de sus mejillas y sopla para secarlas —. Lo has hecho muy bien Baby boy, excelente.

Ryan alaba mientras toma impulso para elevarse del suelo, con Tom aferrándose a su cuello, camina hasta la cama y lo deposita con cuidado boca arriba, está respirando agitadamente y tiene los ojos apretados, sus pezones rosados están elevados y su erección ha permanecido intacta durante todo ese tiempo. Ryan se inclina, le besa la punta de su polla, antes de abrir la boca y comenzar a comérsela. Tom lloriquea, sus manos cayendo automáticas sobre la cabeza entre sus piernas, acariciando el cabello castaño de Ryan.

Hay algo dominante sobre darle placer al alguien más con la boca, es tener a la persona disolviéndose entre tu lengua y las mejillas,  es por eso que Ryan lame, desde la base hasta la punta, sus dientes mordisquean el glande y se presionan contra el orifico de la punta, su rostro se hunde de nuevo, su nariz llegando a tocar el vello alrededor de miembro, la voz de Tom se eleva y se incrusta sobre su propia piel, melodía de antelación ante el final que esa aruñando desesperadamente. Una, dos, tres chupadas, fueron suficientes para que Tom viera blanco tras sus parpados y sintieran la contracción tan característica en sus testículos. Y ahí estaba de nuevo gimoteando como un pequeño gatito, sus manos fuertemente agarradas de las sabanas como si temiera ser elevado junto  sus sentidos y caer sin remedio entre los chorros de semen que se deslizaban por la garganta de Ryan, el solo pensamiento, de su esencia blanquecina siendo bebida por ese hombre de anchos hombros y cintura estrecha, le hace sentir sucio, una pequeña princesita ensuciando algo que era preciado por alguien más.

Ryan olería a él, sabría a él.

Tom se sentó tan rápido como esa conclusión tomo forma en su cabeza, jalando a Ryan que tenía sus labios brillante de saliva y fluidos. Se presionó contra él, su lengua caliente delineándole la boca y exigiendo el beso de bienvenida que no se habían dado ante la tensión, el enojo callado y él corriendo hacia el baño para ponerse el traje de maid que Ryan había comprado para él durante su petición en su último encuentro.

Tom quiso decirlo ene se momento, con su lengua restregándose contra los dientes de Ryan, que no volviera hacerlo, que no besara a ningún hombre de esa forma tan desesperada, bajo la lluvia, por muy actor y programa de televisión que todo fuera. Porque un beso así, con la ropa húmeda y las ganas bullendo solo le pertenecía a ellos dos.

Tom gimotea dentro de él, empuja sus gemidos al alma de Ryan por un conducto por donde nacen sus insanas palabras y su voz cariñosa al tiempo que prueba su propio sabor y restriega su entrada contra la polla dura de Ryan, se reacomoda, sus rodillas hundiéndose contra la cama y su decisión dándole la fuerza y el valor que nunca antes ha tenido, lleva un brazos hacia atrás, para agarrar el grueso miembro y lo posiciona. Sus bocas se separan y Tom comienza a bajar, a ensartarse así mismo, nuevas lagrimas ruedan no de dolor si no del más puro éxtasis, de alcanzar por fin aquello que tanto a anhelado, tener a Ryan  en su interior. Ser uno solo.

Las manos de Ryan se posicionan sobre su cadera y le ayudan, empujándole hacia abajo, a terminar de penetrarse.

Tom le busca los ojos, y presiona su frente contra la de él, cuando por fin está ahí, así, unidos más allá de lo que se puede ver en el exterior y el roce suave de sus labios en un casto beso, al fin sabe a redención.

Tom comienza con los movimientos, despacito, rota su cadera y se mueve circularmente, porque tener el pene de Ryan siempre es una aventura nueva, que le oprime la barriga y le hace jadear para respirar profundo, se siente tan pequeño y con tan poca capacidad a veces que no se da cuenta cuanto es que su esfuerzo de una inocencia que ha terminado de perder con ese hombre le calienta el pecho a Ryan, el placer no es solo fricción, porque Tom lo que busca es hacerle disfrutar, que su marca quede profundamente guardada en las memorias de Ryan, y que cuando piense él pueda recordar el calor de estar dentro no de un cuerpo si no de Tom mismo.

Ryan que se enternece con una facilidad pasmosa ante cada movimiento de Tom, pierde por completo el control, cuando el ritmo se vuelve constante y su naturaleza de dominador sale a la luz, se eleva junto con Tom en la cama, para dejarle caer de espaldas contra el colchón.

Las embestidas entonces toman un ángulo nuevo y de mayor velocidad. Tom está gritando, gritando como si con eso pudiera librar toda la tensión, todo el placer y la sensación, de la polla de Ryan, del roce de sus pechos y de su propio miembro alzándose en una nueva erección, la mano de Ryan le presiona la mejilla y él se esfuerza por girar su rostro y darle un tímido beso en la palma.

—Mírame Tom —. Pide metiéndose más profundo, hasta el fondo, sus testículos chocando contra el culo de Tom, Tom que apenas puede enfocarle, ojos vidriosos y mejillas rojas, pero que atiende la petición con insólita obediencia y cariño. Ryan se inclina y le bes la frente, sus embestidas retomando el control de la situación —. Bien, dulzura, eso es, no dejes de verme, no quiero que dejes de verme y sentir como es que entro en ti una y otra vez, porque eres mío, mío ¿Me has oído Tom?

—S-si — Dice con la voz estrangulada y la recompensa de más embestidas fuerte que hacen chirriar la cama y que obliga que Ryan ponga una mano tras su cabeza para que no pegue contra la cabecera ante el violento moviente de ambos.

Tom siente a las contracciones en su vientre, lleva una mano hasta su miembro y comienza a jalar. Ryan jadea ante esa imagen de Tom todo abierto y chorreante, de su pene entrando y saliendo en él, de sus pequeños dedos masturbándose, lloriqueando por alcanzar el clímax. Todo es tempestivo, la fuerza, la rapidez, los labios de Ryan, abriéndole la boca, sus lenguas saliendo para enredarse y Tom apretando un poquito cada vez más. Ryan retira su mano y se encarga de él, tocándole a la velocidad de sus embestidas.

Ryan gruñe. Tom grita, y todo es semen, lubricante y saliva saliendo por cada orificio de él. Chorros intermitentes e hirvientes derramándose en su interior. Tom tiene un extraño pensamiento, que duele tanto como un deseo imposible y que le hace sentir como una colegiala virginal, cuando la idea de poder quedar embarazado de Ryan se le clava profunda y se desvanece cuando los ojos claros le enfocan en el punto más alto del orgasmo. No lo necesita, no necesita desear algo como ello, porque fue su cuerpo de chico lo que trajo a Ryan y ha sido ese mismo cuerpo el que Reynolds a amado y adorado, no necesita nada más que eso, no necesita nada más que su amor para poder funcionar de esa forma que se siente tan correcta e inamovible. Y Tom piensa en que eso debe de sentirse el estar vivo.

 

 

 

 


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