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Un amor de leyenda. por Yewooki

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Notas del capitulo:

Es una combinación entre la leyenda del hilo rojo, la canción Orgel de SHINee, espero les guste.

Desde que puede recordar ha estado en aquella pequeña cajita, siempre envuelto en la profunda oscuridad, y las pocas veces que la luz ha llegado hasta sus ojos ha sido para bailar lentamente al ritmo de aquella triste canción, viendo sus ropajes como un pequeño bailarín, con un pequeño cordón rojo pintado perfectamente sobre su meñique.

 

No recordaba cuando había sido la última vez que había visto la luz y había bailado al ritmo de esa triste melodía, pero era común sentir como si estuviese en el mar, con olas moviéndole de un lado al otro, pero un día, sin prestar mucha atención la luz chocó contra sus perfectos ojos azules, siendo suavemente elevado de su lugar, oyendo la música sin poder bailar.

 

- Eres realmente lindo- murmuró el pequeño pelirrojo que lo sostenía con cuidado- prometo cuidarte mucho, mucho- le dijo sonriente, antes de colocarlo de nuevo sobre su pista de baile, comenzando a moverse, perdiéndose en ese par de rubíes emocionados que le veían de cerca, mareándose un poco ante las vueltas que realizaba sin parar.

 

Los días de oscuridad se vieron rápidamente remplazados por largos momentos de amenas platicas y dulces cuentos al lado del pequeño pelirrojo, quien le ponía a bailar un par de veces al día, a veces su semblante era muy triste, pero después de verle bailar se alegraba un poco y eso siempre hacia su pequeño corazón latir desbocado.

 

Cuando lo veía correr hacia la puerta era cuando su rostro más lindo se veía, sus ojos bañados en ilusión que siempre era rota por la visita de un hombre de traje, entonces se odiaba por no ser capaz de abrazarle, de darle consuelo a su triste ser, de alejarlo de aquello que lo dañaba y hacerle siempre feliz.

 

Lentamente el tiempo empezó a correr más rápido de lo que podía contar, paulatinamente las facciones dulces fueron remplazadas por unas más fuertes, más masculinas y marcadas, su cabello creció haciéndolo ver gracioso, para después ser cortado, sus ojos perdieron mucho de su inocente brillo, pero siempre le dirigió la misma dulce mirada de el primer día, aún lo tomaba con cuidado entre sus grandes y tibias manos, recorriendo lentamente su cuerpo, haciéndolo estremecer y suspirar, ansiando poder regresar el gesto dulce.

 

Sus momentos más esperados eran cuando él, abría la cajita donde estaba y lo veía bailar, mientras le comentaba de su día a día, a veces no decía nada, solo lo observaba con fascinación, otras veces, lo sacaba de la caja, sin dejarlo bailar, dedicándose largos minutos a verlo y acariciarlo.

 

Un día su triste melodía fue remplazada por una más alegre, no le gustaba mucho en un principio, pero a su amor le encantaba, así que se esforzaba un poquito más en bailar hermosamente para él, porque ansiaba verle feliz, aquella brillante sonrisa podía eclipsar al sol cualquier día y no le extrañaría.

 

Pero una mañana extraña cambió todo, su amor lo abrió viéndole con odio, cosa que lo asustó antes de sentir como su cajita era lanzada con fuerza hasta chocar, su cuerpo cayó y se lastimó, su pierna dolía mucho, no podía regresar a su posición, espero a que el pelirrojo lo levantara y se disculpara con él, pero eso no pasó y su corazón se vio estrujándose dolorosamente en su pecho, lentamente fue olvidando su bello rostro y su hermosa sonrisa, ya no volvió a bailar.

 

La oscuridad se adueño nuevamente de su memoria, no sentía de nuevo esa olas mareantes, pero el dolor de su pecho no se iba, su pierna continuaba doliendo, y lentamente su hilo rojo comenzaba a desvanecerse, lágrimas gruesas comenzaron a caer de sus preciosos y tristes ojos, su dulce pelirrojo le había abandonado, lo había tirado como tantos otros antes de él.

 

Cerró sus ojos, sabiendo que su final llegaría pronto, pero antes de dejar que su corazón diera su último latido oyó una suave voz en su cabeza.

 

- ¿Deseas estar con él?- preguntó la voz estremeciéndolo por completo.

 

-Más que nada en este mundo, solo quiero abrazarle y decirle que lo amo- confesó sonrojándose.

 

-Entonces así será- murmuró la voz y cuando sus ojos volvieron a abrirse pudo ver la pequeña caja rota a un lado de su cuerpo, sus ojos se abrieron grandes viendo que ahora era una persona como su dulce pelirrojo, su pie estaba magullado con varios moretones marcando su nívea piel, levantó su mano derecha viendo que ya no existía su hilo rojo, entristeciéndolo un poco, pero nada pudo hacer cuando la puerta fue violentamente abierta por su pelirrojo, quien tenía un feo golpe sobre su mejilla.

Cuando sus miradas se encontraron, sintió su corazón detenerse un segundo antes de latir aceleradamente, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y su rostro enrojecía.

 

- ¿Quién eres y qué haces aquí?- preguntó el pelirrojo con molestia, que pronto despareció al ver las lágrimas caer recorriendo sus pequeñas mejillas.

 

- N-No se mi nombre- murmuró sonriendo torpemente- pero sé que te amo.

 

-Oh vamos- se burló el pelirrojo, pero viendo la seriedad en el rostro ajeno, supo que hablaba en serio, con lentitud se acercó a él, sentándose de indio frente a su cuerpo pequeño, vestido con un simple traje azul cielo.

 

Las pequeñas manos del peli celeste se movieron hasta tocar el rostro ajeno, recorriendo con parsimonia su piel, hasta que llegó al golpe fresco.

 

-Eres más guapo de lo que recordaba- confesó sonriendo levemente- eras solo un niño cuando me enamoré de ti.

 

- ¿Eh?, no pareces mayor que yo- dijo tomando sus manos, sintiendo entonces un impulso eléctrico recorrer su cuerpo paralizándolo un segundo, sus ojos se abrieron grandes y soltó sus manos tomando la pequeña caja, viendo que dentro ya no estaba su lindo Tetsuya, así había nombrado al pequeño bailarín.

 

 - ¿Pasa algo?- preguntó preocupado viéndolo revisar su vieja cajita musical.

 

- ¿Dónde está Tetsuya?- preguntó, viendo al extraño peli celeste verlo con intriga sin saber a quién o qué se refería- ¿Dónde está mi bailarín?

 

-Oh, soy yo- aclaró como si hablase del clima- la voz me permitió estar contigo y cuidarte- aseguró sonriéndole tiernamente, antes de intentar acercarse, siendo rápidamente alejado, rompiéndole el corazón.

 

-No puede ser cierto- dijo parándose, mientras se tomaba de los cabellos jalándolos un poco comenzando a caminar como león enjaulado, parando cuando oyó un suave sollozo, viendo como el peli celeste cubría su rostro con sus manos, viendo como aún así las lágrimas recorrían sus manos, muriendo al caer contra su ropa.

 

Con cuidado retiró sus manos secando sus lágrimas, besando levemente sus mejillas húmedas, sintiendo como su pecho latía más tranquilo, cosa que lo asustó un poco.

 

-No llores, mi intención no era hacerte sentir mal- aseguró cuando lo vio calmarse, acariciando sus mejillas con sus pulgares.

 

- ¿Entonces no me alejaras?- cuestionó preocupado, su corazón no resistiría estar lejos suyo, era como si su hilo rojo al fin hubiese encontrado a su otra mitad.

 

Negó rápidamente, antes de abrazar con cuidado ese pequeño y delicado cuerpo, sintiendo que dentro de todo el caos que estaba viviendo, literalmente el mundo estaba a punto de desaparecer, una lluvia de meteoritos estaba por caer sobre ellos, cuando lo separó lentamente fue que lo vio, aquel mítico hilo rojo, adornando su dedo meñique siguió el hilo hasta ver la otra mitad enredada perfectamente en el pequeño meñique ajeno, haciéndolo sonreír quebradamente, al fin conocía a su alma gemela y su mundo se acababa, vaya suerte se cargaba.

 

- Bailemos- le dijo tomándolo de las manos, sabiendo que algo iba muy mal, abrió la cajita con cuidado dejando que la melodía llenara la habitación, para después ponerse de pie, obligando a su pelirrojo a hacer lo mismo, comenzando a bailar lentamente, ignorando su adolorido tobillo.

 

- Prometo cuidarte- le dijo viendo el cielo colocarse rojo, señal inequívoca que el apocalipsis comenzaba- aún si regreso, prometo buscarte y darte todo lo que no pude en esta vida.

 

-Pero ya me lo has dado- le confesó besándolo suavemente, paralizándolo un segundo- para mi es más que suficiente sentir tus manos tomando las mías, y tu calor entibiando mi cuerpo, te amo Taiga-kun.

 

Sonrió enternecido ante sus palabras, besándolo más profundamente, dejando que el mundo a su alrededor ardiera, sus almas estaban destinadas, conectadas por el hilo rojo del destino, y ni la muerte los separaría, ahora dos estrellas brillaban en conjunto amándose como no pudieron hacerlo en vida, bailando al ritmo de la cajita musical que solo en sus memorias vivía.

 

Notas finales:

Gracias por leer~


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