Inicio y fin.
Había muerto, y esta vez era definitivo. Ya no habría alguna técnica prohibida que lo traería de nuevo al mundo de los vivos ni seria controlado. Aun así estaba satisfecho, por supuesto lo último que había visto era la guerra, pero había muerto sabiendo que su hermano menor estaría bien, confiaba en que Naruto salvaría a Sasuke de esa oscuridad que lo envolvía.
Así que Uchiha Itachi acepto la muerte y sin miedo espero lo que vendría después.
No sabía que era lo que esperaba de morir, Itachi no era un creyente del cielo o el infierno, pero si lo fuera, sabía que definitivamente él iría al infierno. Se había preparado a sí mismo para un eterno castigo. Así que él no iba a negar que se había sorprendido por lo la absoluta oscuridad en la que se encontraba flotando ahora que estaba muerto.
Bueno él no diría que estaba flotando pero tampoco podía sentir si estaba de pie, sentado o recostado. No podía sentir nada de hecho, por lo que “flotando” era una buena palabra para describir su situación.
Negro era todo lo que podía presencia, no podía ver ni su cuerpo mismo, no sabía si aún tenía su cuerpo o solo era su conciencia la que experimentaba esta oscuridad. Sea como sea él estaba muerto, e incluso si estaba un poco decepcionado (no iba a negar que una parte de él quería saber si el infierno o el cielo eran reales pero ahora ya no podía) iba a aceptar su destino.
Si nadar eternamente en un mar de negrura era lo que le esperaba pues lo aceptaba.
Justo cuando ya había aceptado lo que sería su destino, Itachi de repente sintió como él se movía. No, más que moverse era como si algo lo estaba llevando hacia algún lugar, y él no podía hacer nada para impedirlo.
¿Quizás ahora sería llevado al infierno?
Pero antes de poder contestar esa pregunta, de repente todo ese mundo de oscuridad comenzó a sacudirse. Sus ojos vieron a lo lejos, no había nada más que negrura pero él sabía, solo sabía que algo se acercaba, o más bien él era llevado a lo que sea que había más adelante.
De repente oía voces.
Y antes de darse cuenta él había sido sacado de la oscuridad de una forma tan abrupta y sorpresiva que lo dejo sin habla. En un segundo todo era negro y al siguiente una brillante luz lastimaba sus ojos como nunca antes.
Podía oír voces a su alrededor.
Sus sentidos estaban siendo tan abrumados que era doloroso, las voces no se detenían, la brillante luz no se apagaba el aire ya no se sentía como el que había en aquel mar de oscuridad.
Se sentía expuesto.
Se sentía débil.
Frágil.
Se dio cuenta con sorpresa e incredulidad que sentía miedo. Ni siquiera recordaba la última vez que habría sentido miedo, pero ahí estaba él, lleno de pavor sin saber que había pasado con él o que estaba pasando.
Así que Itachi hizo lo último que pensó que haría en una situación desconocida.
Él lloro.
Su llanto perforo en toda la habitación para mostrar a todo el mundo que podría escuchar el buen par de pulmones que tenía.
Y si bien Itachi sabía que algo andaba mal (¡Él estaba llorando maldición! ¿Cómo era eso posible?) Su llanto no se detuvo.
De repente en medio de todo ese llanto las voces comenzaron a tener sentido.
—Felicidades señora Kiryuu, su bebé nació como un niño sano.