Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi amado enemigo. por Girlyfairly

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Este es mi segundo OTP, no tan fuerte ni tan obsesa como mi lindo y suculento LxLight, pero admito que también tienen lo suyo. 

 

Me he fijado que el problema no es tanto cuando las parejas son LxLight o LightxL, BBxMatt, BBxLight, GevannixNear (que como ya sabrán, L de uke no me agrada, simplemente no puedo) pero nada divide tanto como a las que apoyan a MxM y MxN ... yo más bien soy de la que apoya a ambas parejas, pero prefiero el MxN... pero si hay quienes que son fans de una pareja que no soportan a la otra xD. Yo más bien digo que TodosxTodos alv  

Notas del capitulo:

Este oneshot va dedicado a mi hermosa niña Mikaxyuu, porque sé cuánto ama a la linda pelusa, pero realmente espero que a todos les guste.

 

 

Ando nula de inspiración para los otros fics, pero esto era algo que ya tenía empezado desde hace un mes :o les juro que esto no iba a resultar siendo tan cursi al final, pero esta semana he leido un fic sobre esta parejita que me ha hecho volar entre rosas por lo lindo que resultó :3 así que si, probablemente resulte algo cursi, aunque no sé, mi percepción de cursi a veces es un poco distorsionada xD

 

 

 

Esto debía ser un nuevo récord, no eran ni las 7h y ya estaba con los nervios de punta. Se quedó quieto en su cómoda butaca de cuero mientras jugaba nervioso con el lapicero que estaba sobre su escritorio, no se atrevía a darle un sorbo a esa taza de té que estaba frente a él, hace mucho que le había perdido la fe a esas supuestas hiervas relajantes.

Ojalá y hace cuarenta años hubiese acompañado a Roger a pasear por el parque en lugar de quedarse en la soledad de su apartamento, donde su cerebro no dejó de trabajar hasta que aquella magnifica idea tomó forma... magnífica... tuvo que sobarse las sienes mientras sonreía de lado ante lo gracioso que eso había sonado. Aunque no hay que mal entenderlo, fundar un orfanato para niños prodigios donde buscarían explotar sus habilidades a base de educación especial, nada mal, ¿verdad?. Además, ¿qué tan difícil podía ser tratar con niños y adolescentes?... ¿Qué tan difícil podía ser...

*CRAC*

El fuerte impacto de algo golpeando su puerta le hizo dar un respingo, golpeando con su rodilla el escritorio por bajo y derramando un poco de su té.

 

-¡¡NEAR!!-
Se escuchó el grito furioso afuera de su despacho


¡Ok, suficiente!. Watari se removió sus lentes para hacerse un leve masaje en el puente de su nariz, se puso de pie rápidamente antes que la casa Wammy fuese a ser destruida por esos dos. Cojeó un poco debido al golpe que se había dado en el escritorio, un cojeo que le enfadó más al percatarse que la mañana apenas empezaba y aquellos dos ya le estaban sacando canas verdes. Abrió la puerta con cierta rudeza, pero detuvo sus acciones en seco mientras presionaba con más fuerza la perilla... el amplio salón que conectaba con las habitaciones estaba hecho un desastre, parecía que hubiesen tenido una pelea de almohadas y las plumas yacían regadas en la alfombra, el miedo era evidente en los rostros de algunos chicos que asomaban la cabeza desde el umbral de sus alcobas pero que no se atrevían a salir por miedo a salir lastimados.

 

-¡Dame mi chocolate, pequeño engendro!.-


El grito de Mello lo hizo regresar a la realidad, a su exhausta realidad. Vio a los dos chicos correteando a lo largo del salón; Near sonreía como un chiquillo mientras mantenía la barra de chocolate lo más alejado de su cuerpo al correr, pero el rostro de Mello era de furia mientras lo seguía, la única razón por la que parecía no alcanzarlo era porque pese a que Mello corría más rápido, Near era más pequeño por lo que lograba escabullirse con facilidad.


-¡Ahora es mío!.-
Exclamó triunfante el albino una vez el rubio se detuvo debido al cansancio. Odiaba el chocolate pero todo valía por exasperar al otro, rompió la envoltura y pasó su lengua a lo largo de la barra, sin apartar su vista de Mello, cuyos ojos se abrieron de par en par.


-¡TÚ...!-
Señaló amenazante con su dedo índice al albino que parecía estarla pasando de lo lindo a unos metros frente a él. Solo verlo sonreír de lado le hizo temblar la quijada, sus zafiros ojos casi se salían de sus cuencas y el corazón le martillaba con fuerza.

Ya no pensaba con claridad, nadie se metía con sus adiciones y si alguien lo hacía... pagaría de la misma manera. Divisó la colección de figuritas que Near tenía sobre la chimenea, esas que había dejado ahí porque en su habitación ya no cabían. A pesar que las piernas aún le dolían por la mini correteada previa, sacó fuerzas para moverlas una vez más, lo suficientemente rápido antes que la pelusa adivinase sus planes.

Y así fue, Near solo lo vio correr hacia el lado contrario de donde él estaba, dejándolo extrañado por un momento, hasta que pudo verlo dirigirse claramente a la chimenea, sus ojos se abrieron de par en par y dejó caer el chocolate para intentar alcanzarle, pero fue inútil, Mello ya le llevaba una gran ventaja y pronto tomó la primer figurita.


-¡No se te ocurra!.-
Se quedó estático, temiendo mover hasta el más ínfimo músculo para no molestar más al rubio que lo veía con una sonrisa sádica en su rostro. Ni siquiera sabía que planeaba, solo sabía que esa figurita de porcelana había sido difícil de conseguir y no estaba dispuesto a....


*SCRASH*

 

-¡ups!, cuánto lo siento.-
Sonrío de lado, llevándose ambas manos a los bolsillos de su pantalón de cuero, viendo cómo el chico frente a él parecía haber entrado en alguna clase de shock luego de ver la figura romperse contra el suelo.


-Mello, eso estuvo mal.-
Intervino Watari finalmente, se adentró con cautela por el salón, viendo cómo algunos chicos habían preferido encerrarse por temor. Watari ni siquiera sabía el porqué se había molestado en hablar, estaba consciente que esos dos ni siquiera le habían escuchado, estaba a punto de tomar el hombro del albino cuando éste se le escabulló rápidamente.


-¡Eres un idiota!.-
Sabía que Mello era más alto que él, sabía que cualquiera era más fuerte que él, pero fue algo que no le importó al momento que acortó la distancia y estampó su pequeño puño en la quijada del rubio, quien al haber estado con la guardia baja, no pudo defenderse.

 

-¡SUFICIENTE!.-
Las venas de su cuello se ensancharon con semejante grito, tuvo que tomar a Mello por el cuello de su chaqueta y a Near del pijamas para mantenerlos lejos al ver claramente que el rubio tenía claras intenciones de lanzarse contra el menor.

 

-¡Él empezó!.-
Se defendió rápidamente Mello, intentando regresar el golpe al albino, quien ni lento ni perezoso se ocultó tras Watari. Sentía bien el haberle hecho crujir la quijada de Mello, pero estaba consciente que éste era más fuerte que él, ni que fuese tonto como para no esconderse.
-¡Sal de tu escondite, pequeña sabandija!.-


-¡Watari, va a matarme!.-
Chilló indefenso al ver la furia reflejada en esos ojos zafiros y su miedo incrementó al ver a Mello soltándose del agarre de Watari.


Ambos corrían alrededor del mayor, jugando al gato y el ratón. Watari exhaló por enésima vez de lo que iba de la mañana. Quizá ya tenía sus años encima pero las fuerzas no las perdía, no por nada había sido él quien enseñó defensa personal a los niños de la casa Wammy de antes. Con la habilidad que siempre lo había caracterizado, tomó de forma precisa a Mello, deteniéndolo en el acto. El rubio se revolvió, pero solo ganó que Watari hiciese más fuerte el agarre en su brazo. Pero claro, no solo Mello era el culpable, así que repitió sus acciones con Near, tomándolo del brazo con fuerza para encaminarse con ambos chicos hacia una habitación que estaba al final del salón.


Ambos se revolvían, mientras seguían caminando a rastras a esa puerta que cada vez se hacía más grande, una habitación tan bien conocida por ellos. Por mucho tiempo Watari creyó que la mejor manera era actuar maduramente, que violencia solo genera más violencia, que hablando se entiende la gente, ¡pero no con ellos!. Ya lo había intentado todo; desde que se dijesen las cosas que admiraban del otro, lo cual resultó siendo un asco porque uno llamó al otro rubia oxigenada y la rubia oxigenada gritó a los cuatro vientos que el otro tenía color de papel; y el ponerlos en clases separadas tampoco había logrado que estuviesen sin insultarse, el rubio le mostraba el dedo medio al albino a través de la ventana que separaba ambos salones y, el albino le sacaba la lengua como ataque. Por ello y, con la aprobación de Roger, habían construido esa habitación insonora, la cual no contaba con muchos muebles, apenas un sofá largo y un ventanal en la pared, todo bajo la idea que los chicos pudiesen meditar, aunque lo único que Watari deseaba era un poco de paz.

 


-Estarán aquí por la próxima hora, realmente deberían pensar en sus acciones.-
Sentenció molesto, algo inusual en el siempre apacible hombre, pero es que esos dos lograban erizarle la piel por sus peleas. Tomó la perilla de la puerta, jalándola con fuerza, provocando un fuerte azote que provocó un sobresalto en ambos chicos quienes quedaron en medio.


Los minutos pasaron sin que alguno se atreviese a mover un músculo, ambos con su vista puesta en la puerta que acababa de ser cerrada bajo llave, tal vez porque tenían la esperanza que Watari se diera cuenta de su error y llegase a sacarlos, o quizá... solo deseaban asegurarse que nadie regresaría por ellos, al menos no en la próxima hora.


El primero en reaccionar fue Mello, en cuyo rostro se formó una sonrisa ladina al estar detrás del albino, a quien se acercó despacio, pasando sus brazos por la estrecha cintura y apoyando su mentón en el hombro del otro.

 

-Hoy amaneciste caliente desde muy temprano...-
Susurró de manera sugerente, a sabiendas que todo ese show previo había sido con la intención de tener este tiempo a solas. Presionó más sus cuerpos para que su notable y creciente erección fuese sentida por el menor, quien también formó una sonrisa de picardía en sus labios.

 

-No es mi culpa... ayer le tocó la vigilancia a Alex y sabes que a ése no se le va nada, no pude dejar mi habitación.-
Giró, pasando sus albinos brazos alrededor del cuello de Mello, perdiéndose con esos ojos zafiro que denotaban lujuria, junto a esa sonrisa ladina que lograba erizarle hasta lo más ínfimo de su cuerpo.

 

-¿Que dirían Roger y Watari si se enterasen que el enano responsable de la casa Wammy, se escabulle por las noches a mi habitación?.-
Bajó sus manos, pasando por el pequeño y buen formado trasero, el cual estrujó sin miramientos para luego continuar descendiendo hasta las piernas del chico, las cuales tomó para poder cargarlo. Near, ni lento ni perezoso, le rodeó la cintura cuando se supo cargado por el otro, juntando su frente con la de Mello para perderse en esos expresivos y brillantes zafiros por un instante, sintiendo como el rubio caminaba rumbo al único sofá del lugar.

 

-Lo mismo que dirían al enterarse que tú te acuestas con ése al que proclamas tu peor enemigo.-
Sonrío con suficiencia, sintiendo como su espalda era dejada sobre el sofá, aún manteniendo el cuerpo del rubio entre sus piernas.


Una suave risilla escapó de sus labios ante el último hecho. Era verdad, joder que si, pero no podía evitarlo, Near realmente le ponía los nervios de punta por toda esa facha de niño responsable junto a su extraña frialdad que lograba exasperarlo, pero también y, sin recordar muy bien cómo es que habían caído en ese jueguito, esa albina piel junto a su olor y sabor delicado eran su segunda adición.

Ninguno de los dos necesitaba palabras de amor para rozar la piel del otro, quizá era eso lo que también les gustaba, porque estaban consciente que ninguno era bueno con las palabras. Mientras uno tenía un carácter impulsivo que lo hacía decir todo lo que pensaba casi siempre de manera tosca, el otro más bien era demasiado reservado, luciendo distante de todo lo que le rodeaba. Por ello no dudó ni un segundo en apresar con sus albinos brazos el cuello del rubio, juntándolo por completo y poder rozarle los labios, porque sabía que ninguno diría una cursilería para enternecer al otro, pero eso estaba bien, para él  también solo era una necesidad de sentir aquellos delgados dedos recorriéndole la piel.

El beso se volvió demandante en cuestión de segundos, deleitándose con el sabor a chocolate que emanaban los labios de Mello, que si bien él no venía siendo amante del cacao, era diferente cuando provenía de su boca, se volvía exquisito, se le hacía adictivo. Pronto los ágiles y delgados dedos de su amante comenzaron a aventurarse por debajo de su cuello, desabotonando uno a uno los botones del blanco pijama, deseando con urgencia rozar la suavidad de la nívea piel. Porque aunque ninguno lo aceptase, aquella necesidad iba más allá de solo recorrerse el cuerpo, estaba el deseo de poder fundirse con el otro, de impregnarse de su aroma, de aprenderse de memoria la forma de sus curvas.

Y es que no importaba cuantas veces lo dijese, más allá de querer recorrer con sus labios el pequeño y blanquecino torso, estaba la satisfacción y regocijo de poder ver una faceta que Near usualmente no mostraba, luciendo más humano al parecer derretirse bajo sus caricias, al entrecerrar los ojos tímidamente cuando su lengua encontraba cualquier punto sensible, que hacía arquear la albina espalda y emitir quedos jadeos, haciéndolo lucir más frágil, si cabe.


Por ello su perdición también era aferrarse a la definida espalda del rubio, arañando levemente sus omóplatos al sentir sus traviesos labios descendiendo hasta su entrepierna, haciéndolo cerrar los ojos una vez el caliente aliento de Mello chocaba con esa parte tan débil ante cualquier roce. Era ese júbilo de sentirse solo de él lo que hacía más significativo el encuentro, lo que hacía que su corazón se acelerase, no solo por la excitación que iba en ascenso, más bien porque al estar solos olvidaban su rivalidad, entregándose de lleno a lo que sus cuerpos demandasen.

 


-No quiero hacerte daño...-
Susurró, levantando su cabeza de entre las albinas piernas, pero desviando la mirada por el ardor que le habían causado esas palabras al salir, porque aunque admitía que aquellos encuentros se le estaban volviendo demasiado adictivos, aún le había costado pronunciar esa frase, sobretodo cuando en el pasado no había dudado ni dos veces el dejarle ir algún puñetazo al chico que solía exasperarlo con su actitud asocial, haciéndolo sonar bastante contradictorio el que dijese que no deseaba lastimarlo esta vez.
-Pero no tenemos mucho tiempo.-
Finalizó, poniéndose de pie para desabotonar su pegado pantalón de cuero.


Near asintió, relamiéndose levemente los labios al ver cómo la parte baja del rubio quedaba al desnudo junto a su torso, perdiéndose en lo definido de cada uno de sus músculos, sin llegar a ser exagerado, muy por el contrario con su propio cuerpo, el cual era muy escuálido, la verdad. Se sentó con lentitud, no queriendo perder detalle de la tostada piel del rubio, pero a sabiendas que debían concluir con su encuentro antes que Watari volviese decidió levantarse, con la única intención de arrodillarse sobre el sofá y darle la espalda a su amante para que pudiese proceder. Pero Mello lo tomó del brazo antes que Near se pusiese de rodillas y brazos sobre el sofá, una posición bastante conocida para ellos y que por mucho adoraba, le daba una vista perfecta de ese redondeado trasero que lo traía como tonto últimamente, pero hoy deseaba algo diferente, por ello le impidió tomar esa posición, jalándolo hasta dejarlo sentado de nuevo.

 


-No... acuéstate como estabas.-
Su voz apenas y había sido audible, pero lo suficiente para que el albino lo escuchase y enarcase una ceja inmediatamente, confundido del porque cambiar una posición que ellos habían acordado desde el principio, en donde Mello podría sentirse dominante al tenerlo de dicha forma, pero sin tener que encontrarse con su rostro que tanto le molestaba día a día.
-Hay que intentar cosas nuevas.-
Continuó al ver que Near no entendía a cabalidad sus intenciones.

 

Lo vio tomar la misma posición, acostándose boca arriba sobre los cojines aún con sus ojos inexpresivos mientras Mello volvía a situarse entre las delgadas piernas, tomándolas con ambas manos para jalar un poco más el pequeño cuerpo hacia sí, dandole una vista exquisita y perfecta postura para tener a su disposición la pequeña entrada, la cual como antes había dicho, no deseaba lastimar, iba más allá de querer demostrar su dominio que tenía sobre el albino, era algo más que solo saciar su cuerpo. Lo hizo con cuidado, tomando su tiempo, sin perder detalle de lo que alguna vez dijo no deseaba ver mientras estuviesen en dicho acto. Perdiéndose en como los insondables orbes parecían suavizarse con un entrecierro sutil de sus ojos, junto a un tímido jadeo escapando de sus labios mientras él se seguía abriendo espacio en su entrada, de manera lenta, delineando con su dedo el suave torso sin detener sus acciones, hasta que pudo sentirse por completo en su interior, el cual parecía quemar de una exquisita manera su miembro.


El vaivén fue lento, encorvándose por completo para poder ver más de cerca como aquel rostro se desencajaba en cada movimiento, el como aquellas albinas mejillas que le recordaban a la pureza de la nieve por lo blanquecina que siempre se encontraban se volvían de un leve carmín, junto a los pequeños espasmos que el menudo cuerpo parecía no poder retener, perdiendo la mirada en cualquier punto de la habitación mientras sus uñas se aferraban desesperadas a los omóplatos  de Mello en cada certera estocada que le hacían arquear la espalda.


Y aunque estaba extasiado en como sus caricias ponían a temblar al siempre-inexpresivo-Near y, sentía su pecho inflado debido al orgullo que le crecía de escucharlo jadear su nombre quedamente, aún cuando la escena era propia de guardar en su memoria como el momento en el que era superior a Near, la necesidad de atraparle los trémulos labios con los suyos se hizo presente, martillándole el pecho por cada segundo que pasaba sin probarlos. Con una mano le tomó la tersa y redonda mejilla, acariciando con su pulgar la suavidad y ardiente piel, esa que incitaría a cualquiera como había pasado con él, pero que en estos momentos no deseaba otra cosa más que grabar en sus manos las delicadas formas de ese menudo cuerpo, con sus manos que le resultaban demasiado toscas al posarlas sobre un ser que tan frágil lucia cuando decidía dejar de lado esa sombría máscara que siempre portaba.


Dejó de pensarlo tanto, aunque desde un principio habían acordado que los besos no serían más que un llano roce, también habían dicho que una vez fuesen solo ellos dos, se dejarían llevar por lo que su pasión les dictase. Y lo que la suya gritaba en estos momentos eran fundirse de una buena vez a los pequeños labios. No iba a negarlo, tuvo miedo, sería la excusa perfecta para que Near se burlase por semanas completas ante su tan vulnerable estado, pero se emocionó y, hasta se sorprendió, al sentir como Near lo recibía gustoso, besándolo con delicadeza tan propia de todo su menudo aspecto mientras sus pequeñas manos se enredaban en sus largos y dorados cabellos. Sus labios se movían de manera cuidadosa, apresando con cuidado los del albino, concentrándose en el delicado sabor que despedía su pequeña cavidad, queriendo impregnarse de esa sensación que ya declaraba como su droga predilecta. Ignorando que quizá, para Near la realidad no era menos compleja, deleitándose con cada penetración que le desataba una ola de placer indescriptible, pero sin dejar de lado la tibieza que los labios de Mello le trasmitían al unirse con los suyos, encontrando bastante exquisito ese sabor a cacao solamente si provenía de él, cuyas manos le enmarcaban el rostro de una manera tan delicada que apenas y percibía su roce, pero sabía que estaba ahí, cada sobresalto de su cuerpo a causa de sus caricias se lo recordaban, el como sus calientes alientos se confundían con el del otro y, el como sus pieles se adherían perfectas a la de su amante, haciéndoles creer aunque fuese por ese ínfimo y efímero encuentro, que quizá habían nacido para complementarse mutuamente.


Joder, ellos no podían estar enamorándose, ¿verdad?. No lo sabía, de lo único que estaba consciente es que ese tierno beso había sido el detonante de su pasión, sintiendo como su orgasmo salía potente contra la estrecha entrada, llenándola de esa viscosa y caliente sustancia que chocó completamente con ese punto tan sensible de su interior, haciéndolo temblar al sentir como su orgasmo también salía disparado, chocando de manera tierna contra el abdomen del rubio, quien muy a lo contrario de lo que Near hubiese esperado, no hizo ninguna mueca de asco ni se mostró desesperado por limpiarse, en cambio solo se dejó caer sobre el menudo cuerpo, manteniendo el cuidado de no aplastarlo, acomodando su cabeza sobre su pecho, embriagándose con el acelerado pero apaciguador martillar de su corazón.

Y los minutos pasaron mientras sus respiraciones se normalizaban, recordando la realidad de repente. No pudo evitar sonreír de manera maliciosa al sentir los dedos de Near enredándose entre sus cabellos, enrollándolo como hacía con el suyo propio. Y con Near pasaba exactamente lo mismo al sentir como Mello dibujaba círculos con su dedo sobre su torso desnudo, provocándole una sonrisa ladina de Igual manera. Plantó un último, suave y apenas rozando sus labios en la albina piel de su pecho, antes de arrastrarse por su cuerpo con la intención de ponerse de pie, era hora de volver a la realidad.


Comenzó a subirse su pantalón de cuero, viendo al albino ponerse de pie mientras recogía del suelo el holgado pantalón de su pijama blanca. Se mordió los labios deleitándose por última vez con la perfecta forma de su blanquecina espalda, antes que ésta se viese cubierta por la camisa de un color blanco tan pulcro que podía confundirse con su misma piel. Y como si eso no fuese lo suficientemente tentador, Near se agachó levemente para comenzar a subir su pantalón, dandole una vista perfecta y exquisita de su trasero, formándole una sonrisa pícara antes de ponerse de pie y, sin pensarlo tanto, dejó ir su palma abierta sobre la descubierta e indefensa piel, no había sido con delicadeza ni a manera de juego, lo había hecho de manera certera, provocando un estridente sonido al tiempo que su mano chocó con la redondez de su parte baja, haciendo que el albino se sobresaltase rápidamente y un quejido escapase de sus labios antes de subirse por completo sus prendas.

 


-¿¡A que carajos ha venido eso!?.-
Se quejó, dando rápidamente la vuelta para enfrentarlo, sin dejar de sobar su trasero sobre la ropa por el escozor que aún sentía en él. Rabió más al verlo con esa sonrisa de suficiencia, con ese brillo de malicia en sus ojos.

 


-No me importa si estabas actuando, te pasaste con ese golpe en mi quijada.-
Justificó, terminando de subir la cremallera de su camisa. Si, todo muy lindo, pero la mandíbula aún le dolía, quién diría que ese enano pudiese tener la mano tan pesada.

 

 

-¿¡Y quien te ha dicho que estaba actuando!?.-
Espetó, cruzándose de brazos sin importarle de subir su tono de voz, total, la dichosa habitación era insonora.

 

 

-¿O sea que me golpeaste a propósito?.-
Le tomó con cierta rudeza del brazo para acercarlo más a su cuerpo, dedicándole la más fiera mirada que podía, pero Near no retrocedió ni un paso y tampoco le desvió los ojos, de hecho, los agudizó más al mismo tiempo que su mandíbula se tensaba.

 

 

-¡Quebraste mi figurita de porcelana!.-
Levantó una de sus manos, con claras intenciones de tomarle del cuello de la camisa, pero al no estar con la guardia baja, para Mello fue fácil detener sus acciones, solo tomándole de la muñeca para mantenerlo quieto. No importaba que tan rudo pudiese verse un pequeño albino con cejo fruncido, al final no era más fuerte que él.

 


-¡Contaminaste mi chocolate con tu saliva!.-

 


Ambos forcejeaban en el medio de la habitación, uno intentando con todas sus fuerzas infringirle dolor sin ver su baja estatura como un impedimento, mientras que el otro solo se limitaba a tomarlo de las manos para mantenerlo quieto, sin invertir gran esfuerzo. Cada uno buscaba eso que les molestaba del otro, sin importarles realmente de elevar la voz, de nuevo sentían sus cuerpos caliente de solo recordar que la persona frente a sí solía exasperarlos en demasía. Tan enfocados en su tonto enfrentamientos que ninguno notó realmente cuando la puerta fue abierta nuevamente, ni mucho menos notaron el rostro de frustración de Watari al encontrarlos de nuevo peleando.

 


-Chicos, ha terminado su tiempo. Por favor vayan al salón común.-
Intentó elevar la voz para que fuese escuchado por aquellos dos, pero sin atreverse a moverse del umbral de la puerta.

 

 

-¡Tu obsesión por los juguetes es demasiado infantil, crece de una vez!.-

 

 

-...Mello, no deberías burlarte de Near...-
Intentó intervenir el mayor, pero sus palabras parecían inaudibles para aquel par que solo seguía forcejeando entre ellos.

 

 

-¿¡Ah si!?. ¡Tu obsesión con el chocolate es simplemente asquerosa!.-

 

Watari suspiró pesadamente, Near era el más racional y calculador de todos los chicos, aún más que los mayores, así que era bastante desalentador verlo sucumbiendo ante las provocaciones de Mello. Retiró sus lentes y con una mano dio un leve masaje en el puente de su nariz.

 


-¡Al menos no voy por ahí con esa mirada perdida que te hace lucir como un completo enfermo!.-
Gritó, tomando al menor por el cuello de su pijama, queriendo intimidarlo con sus profundos zafiros, pero que no lograba su cometido pues Near también lo tomó por el cuello de su camisa, como si realmente tuviese la fuerza suficiente para hacer retroceder a Mello.

 

 

-Creo que aún tienen asperezas que limar, los dejare solos por un momento más.-
Interrumpió Watari con la voz más suave que pudo emitir, deseando realmente no llamar la atención de esos dos. Que sabía que era un cobarde pero solo quería su mañana de paz, además sabía que esos dos no podían matarse aunque lo desearan, por ello la habitación carecía de objetos punzantes, dejando solamente un sillón donde la gente sensata se sentaría a meditar sus acciones, quizá tampoco había tomado en cuenta que la sensatez parecía abandonar el cuerpo de esos adolescentes cada que veían el rostro del otro.

 

 

-¡Tu cabello rubio te hacen lucir como una barbie!.-

 

¡Suficiente!. Watari cerró la puerta súbitamente al sentir que la vena en su frente comenzaba a pulsarle. Si Roger no se enteraba que los había dejado encerrados por más tiempo del permitido, no habría problema, además, solo lo hacía por su bien mental y, también por el bien físico de los otros niños. Dirigió sus pasos nuevamente a su oficina, necesitaba otro taza de té de esas hiervas extrañas.

 


-¡Retráctate!.-
Lo zarandeó, ya era suficiente con que Matt se burlase de su cabello llamándole oxigenado como para que esa pelusa también lo hiciera.

 


-¡No quiero!.-
Se cruzó de brazos, no sin antes sacarle la lengua de una manera demasiado infantil. Y entonces Mello aflojó su agarre, ese simple gesto lo había hecho sonreír ladinamente, muy aniñado si lo comparábamos con el siempre frío aspecto del albino.

 


-Eres insoportable, ¿lo sabías?.-
Lo jaló una vez más por las telas, solo para dejarlo más cerca de su cuerpo y pegar su frente con la de Near, perdiéndose en esos insondables y dilatados orbes, cuyas pupilas parecieron temblar ante la cercanía.

 


-Tú logras sacar ese lado de mí.-
Sonrío de medio lado, sin perder detalle del brillante zafiro que parecía querer atravesarlo.


Ambos emitieron la risilla más suave que pudo escapar de sus labios, con sus manos enmarcó aquel albino rostro para no permitir que se alejase de él, sobretodo cuando el corazón se le mantenía acelerado pero ya no de furia, sino por ese otro sentimiento que Near le provocaba de un momento para acá. Sabía que la pasión había dejado hace mucho ese lugar y que, solo le era permitido dejarse llevar cuando sus cuerpos se encontraban desnudos, pero al carajo cualquier estúpida regla, deseaba en demasía volver a probar esos labios y él no era de los que se quedaba con las ganas.

 


-Aún sigues siendo mi rival.-
Advirtió, antes de acortar la distancia y tomar como suyos aquellos labios, permitiéndose el deleitarse con ese tierno sabor que aún no sabía descifrar, pero que impregnarse de dicha esencia era su mayor necesidad en estos momentos.

 


-Y yo no desearía que fuese de otra forma.-
Le rodeó el cuello con ambos brazos, permitiendo que aquella lengua juguetona se adentrase en su cavidad, pero lo hacía de una forma bastante delicada, sin nada de malicia, de una manera que solo se la permitía a Mello.

Notas finales:

Hola :) 

Espero que les haya gustado aunque sea un poquito :3. Si alguien de los que lea esto, me lee en los otros fics, por favor tenganme paciencia :) y de antemano, lamento mucho haber retrasado de nuevo sus actualizaciones, saben que los quiero.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).