— Por favor Itachi, no te cases — las súplicas de Sasuke nublaron por completo mi mente, nunca creí ver a mi frío y serio hermano rogándole a alguien, mucho menos a mi, pero lo que me trastornada no era que me suplicara, si no, lo que me suplicaba: que me quedará junto a él.
En la oscuridad de mi habitación, solo estábamos Sasuke y yo. A la mañana siguiente sería mi matrimonio, el cual me ayudaría a dejar de amar a mi hermoso hermano y que ese sentimiento aberrante desapariciera de mi interior.
Lo mire con dificultad, no lo veía con claridad, ya que la habitación tenia como única fuente de luz la hermosa luna que se alzaba en el cielo. Sasuke mantenía esa pose arrogante tan suya, pero sus ojos demostraban lo que realmente sentía, y en ellos, solo había lágrimas que provocaban un profundo dolor en mi pecho.
— Lo lamento, no puedo, tu y yo somos hermanos, y eso jamás cambiará — mi corazón dejo de latir por un segundo, al notar como una lágrima solitaria corría fugazmente por el bello rostro de la persona que amaba.
Y después de decir aquello abandono mi habitación, y con ello, la única esperanza de que fuera feliz algún día.
Un año antes.
Me levante con pereza de la cama, aún no eran las 4 de la mañana y yo seguía sin poder dormir. Y el causante demás insomnios se encontraba a tan solo unas habitaciones de la mía.
Resignado, me dirigí a la puerta de mi baño, por suerte, al igual que el resto de los cuartos de la mansión Uchiha, era para uso personal, por lo que no me preocupaba que alguien me fuera a descubrir haciendo "eso" después del sueño que había tenido esa noche.
Me lave mi cara con agua fría y me mire al espejo. No era alguien feo, de hecho podría considerarme muy atractivo, mis ojos negros y penetrantes, mi nariz fina y cejas marcadas, poco pobladas, pero con cantidad suficiente, mi barbilla varonil y mis rasgos masculinos. Pero lo que más llamaba la atención de mi rostro eran mis pronunciadas ojeras, que en las últimas semanas no dejaban de incrementar.
Entre a la bañera y encendí el agua fría, lleve mi mano a mi miembro que palpitaba lleno de deseo por un pequeño pero perfecto cuerpo, el de mi hermano.
Bajaba y subía mi mano derecha, mientras que con la izquierda hacia un puño y lo llevaba a mi boca para no gemir tan alto. Cerré mis ojos imaginado que no era yo quien me daba placer, imaginaba a mi hermano, completamente desnudo y ofreciendose a mi, con sus mejillas sonrojadas y frunciendo el ceño.
— Sasu...ke, ahh a..hh, mmhm...Sa..suk..e, ahh, mhm, mgh — a pesar de mis esfuerzos, no pude detener mis gemidos.
Seguía en mi labor, intentando no hacer ruido, era demasiado intenso, no podía creer como solo imaginarme a mi hermano me causaba más placer que cualquiera de mis folladas antiguas, ninguna mujer y ningún hombre me provocaban una décima parte de lo que sentía ver a Sasuke sonriendo levemente, o frunciendo el ceño cuando las cosas no salían como querían.
Finalmente me corrí en mi mano, llegando a uno de los mejores orgasmos que tenía desde hacía unos meses.
Me miré al espejo nuevamente y no pude sentir más que repulsión por mi mismo. Era un cerdo, era asqueroso que me tocará así después detener un sueño con mi hermano y más aún eyacular pensando en él.
¡Por Dios! ¡Era mi jódido hermano! No podía pensar así de él, no podía provocarme lo que estaba sintiendo... ¡Era un maldito enfermo! Eso era exactamente lo que era.
Volví a acostarme en mi habitación intentando despejar mi mente. Era repulsivo, y lo peor de todo: no me arrepentia de hacerlo, es más, si pudiera iría ahora mismo a violarlo y someterlo a mi, aunque no quisiera, era tanto mi deseo que no podía contenerme.
Pero la imagen de Sasuke destrozado y llorando por mi culpa, me impedían hacerlo. Solo quería que lo que sentía se acabará pronto, no podía contenerme más, desde que Sasuke tenia 12 años y se comenzaba a desarrollar había tenido esa clase de sueños, y ahora cuando ya tenía 16 años, me era casi imposible estar cerca de él.
¡Joder! Que además de ser mi hermano nos llevábamos por 7 años... ¡Siete putos años! Por si no fuera poco desear a un niño menor de edad, deseaba a mi hermano. Era grutal y aberrante la clase de pensamientos que albergaba mi mente.
Llore toda la noche, deseando que los sentimientos desaparecieran, mi vida solo era una fachada, si no tuviera ese deseo mi vida sería otra, sería perfecta. Pero no podía, amaba a Sasuke, lo amaba. Tanto, que me bastaba verlo para que mi vida no fuera tan miserable.
Lo amaba, pero ese amor, era mi destrucción.
El amar a Sasuke me había llevado a la ruina, y si no quería ir a la cárcel y ser odiado por todo aquel que me conociera tendría que tomar una decisión pronto....
Tenía que olvidarme de Sasuke.