Mi querido ... ¿Amigo? ¿Amor prohibido? ¿Mi perdición? ¿Mi razón de vivir? ¿Mi compañero? ¿Mi único amor? ¿Mi razón para morir?...
La verdad es que no sé cómo llamarte. Tan solo ayer tenía bien en claro todo lo que significabas para mí, pero hoy... ya no es así. Porque hoy vi cómo le entregabas el resto de tu vida a ella. Y ahora, mi mente es un embrollo, ya no sé nada.
Sabes, es casi gracioso que las palabras tengan tanto poder sobre las personas. ¿Qué, por qué lo digo? Simple, en ese momento, cuando respondiste a aquella pregunta. Cuando dijiste con voz firme, fuerte y clara...
"Si, acepto"
Mi mundo se vino a abajo y al mismo tiempo fui más feliz que nunca. Estaba feliz, porque podía ver tu expresión de extrema felicidad, tu ligero sonrojo casi imperceptible. Tu sonrisa, una sonrisa tan sincera, esa sonrisa que yo había podido ver muy pocas veces...Pero también me sentí morir, sentí que con cada letra de esas dos pequeñas palabras mi corazón se rompía un poco más hasta ser solo polvo. Por eso no me sorprendió cuando los demás se burlaron de mi por llorar, todos pensaron que me emocione por el momento, pero no, yo estaba llorando por perder el amor de mi vida. Pero en mis labios había una gran sonrisa, porque tú eras y serás muy feliz con ella y.... si tú eres feliz... yo seré feliz.
Pero, eso es verdad a medias, porque yo ya no puedo ser feliz en esta ciudad. Ya no puedo ser feliz estando cerca tuyo. Ya no puedo ser feliz viendo como le sonríes, como la amas; pero sí puedo ser feliz, sí sé que eres feliz.
Por eso, a penas termino la ceremonia formal y ustedes salían dirigiéndose al gran salón donde sería la fiesta de casamiento, me escape de nuestros amigos con una excusa tonta.
Corrí, corrí lo más rápido que pude. Llorando y liberando todo el dolor que hay dentro de mí, pero no te preocupes esta será la última vez que llore por esto.
Cuando llegué a casa fui a cambiarme lo más rápido que puede y tomé mis maletas, las que ya estaban listas hace algunos días. Después de todo hace mucho se había acordado que hoy sería mi último día en Japón, tal vez para siempre, al menos no tengo pensado volver.
Pero no te sientas traicionado, nadie lo sabía. Bueno solo mi madre, a la que le dije que me ofrecieron un trabajo en otro país. Y karazuma-sensie, aunque el sí sabía la verdadera razón.
Yo; seré un asesino.
Iré con Lovro, para ser su aprendiz y en algún futuro cercano ser un asesino del gobierno o del mejor postor aun no lo sé.
Por lo que, yo cambiare. Ya no seré la persona que conocen, yo cambiare todo de mí. Y probablemente jamás me vuelvan a ver, y aunque me vuelvan a ver no me reconocerán.
Por eso esta será la última evidencia y últimas palabras de Shiota Nagisa.
Como tal, solo quiero decir una cosa.
Yo te amé Karma, te amé y te amo desde el primer momento en que te vi, sé que me odiaras por haber me ido así, sin siquiera despedirme, pero fue lo mejor. Ojalá no te molestes en buscarme. Adiós, mi adorado amor imposible. Pasar tanto tiempo a tu lado fue lo más hermoso que me paso en la vida.
Atte.: Shiota Nagisa
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Nagisa doblo aquella hoja de papel y la guardo en su maleta de mano. Miro por la ventana del avión, ahora se encontraba en el jet privado que lo llevaría a su encuentro con Lovro.
Tenía los ojos hinchados de tanto llorar, sin pensarlo mucho se acomodó mejor en el asiento para poder dormir, pero recordó algo.
- Hoy es 12 de marzo...- nagisa giro su cabeza para ver el atardecer - ¿Eso significa que acabo de graduarme, koro-sensei? -
Murmuro mientras cerraba sus ojos y se dejaba dominar por el sueño. Sabiendo que cuando despierte él habría muerto y empezaría una nueva vida desde 0.