¿Cómo termino de esta manera?
Una y otra vez se preguntaba un moreno, quien estaba parado observando a la nada. ¿Cómo todo había terminado de aquella manera? ¿Cómo había terminado estando casado con una mujer que no amaba? Él conocía la respuesta, la conocía desde hace ya muchos años atrás. La sabía porque esa fue la decisión que ambos tomaron en aquel entonces.
Una decisión que ambos tomaron, aunque eso significara destruir lo poco que tenían. No podían estar juntos, eso era un amor prohibido. Porque ambos eran hombres, porque ambos eran de clases sociales diferentes, era prohibido, aunque ambos solo desearan con todo su corazón al otro.
El moreno aun recordaba perfectamente aquellas últimas vacaciones que paso con la persona que más amo. Aun recordaba la primera vez como torpemente ambos confesaron su amor. Lo podía recordar como si fuese el día anterior que paso, estaba vivo en su memoria, cada que cerraba los ojos recordaba aquel momento. En su memoria estaban profundamente grabado aquellas últimas vacaciones. ¿Dónde empezaba y dónde terminaba? Era una pregunta que jamás quiso responder el moreno.
¿Cómo fue su último verano? El más maravilloso que podía pedir.
-Yuuri…Ne, Yuuri… ¿Estás seguro?
El rubio llevaba ya desde hace horas haciendo la misma pregunta.
-¿Acaso dudas de mi decisión?
Como respuesta lo único que tuvo fue una pregunta. El rubio apretó la mano que los unía con duda, desviando la mirada del moreno. Estaba dudando, estaba dudando de lo que estaban haciendo, el moreno lo notó, así que detuvo su andar se giró para quedar de frente al otro y la mano libre la llevo hasta aquel rostro que no le miraba.
-Wolfram no lo dudes… ¿Acaso no quieres estar conmigo?
La respuesta era evidente. Con una sonrisa en su rostro el moreno se inclinó para unir sus labios con los del rubio.
Eran jóvenes, eran mocosos que, según la sociedad, no sabían que estaban realizando. Una fuga, eso era lo que estaban realizando, si el mundo no podía aceptar su amor, entonces le darían la espalda al mundo por un momento. Solo se necesitaban mutuamente, no necesitaban de nadie más. Mocosos enamorados a punto de abandonar todo.
No conocían la crueldad del mundo, solo querían vivir para aquella persona de la que estaban enamorados, solo querían la felicidad junto a su ser querido. Pero era prohibido, pues ambos eran hombres y de clases sociales diferentes. Yuuri, hijo heredero del trono, Wolfram, tercer hijo de una familia noble. No tenían la misma posición, no podían estar juntos, porque el destino de Yuuri ya estaba escrito.
Desde la corta edad de diez años le habían asignado una prometida. Su destino era casarse al cumplir la mayoría de edad y al mismo tiempo subir al trono como rey de Shin Makoku. Ya estaba escrito su destino, no lo podía cambiar, no se podía resistir, Yuuri perdió la libertad de escoger cuando su hermano fue exiliado del reino y repudiado. Su hermano mayor Shori, había cometido el mismo pecado que estaba cometiendo Yuuri, se habían enamorado de un hombre con el que nunca iban a estar.
Shori había sido descubierto y nadie lo perdono. Lo juzgaron y el exilio fue lo único que tuvo, pero jamás se arrepintió, Yuuri lo sabía aunque jamás lo volvió a ver. Shori jamás se arrepintió de su decisión, pues ahora se encontraba con la persona que más amaba. Pero Yuuri no lo podía hacer, porque era el heredero que quedaba, si él no heredaba nadie quedaría para reinar, eso era algo que jamás se podría perdonar. Aunque era inevitable que se dejara llevar por aquel amor, después de todo el moreno era impulsivo. Jamás dejaría ir aquella mano que se aferraba a él con fuerza.
Ambos sabían sobre su amor. Desde pequeños siempre lo supieron, tanto Yuuri como Wolfram sabían sobre los sentimientos del otro, sabían que su amor era correspondido, pero ese amor era prohibido. Aunque estuvieran cerca, aunque se amaron de corazón no podían expresarlo, pues estaba prohibido. Se intentaron contener durante mucho tiempo, pero les fue imposible ¿Y quién no hubiese sucumbido? Si la persona que más amaban la tenían a su costado. Besos escondidos, citas secretas. Ya no estaban siendo capaz de ocultar aquel amor.
Serían descubiertos, serían separados, pero ninguno quería dejar ir aquella mano. Ambos sabían la responsabilidad que llevaba en los hombros el moreno, por eso duraron tantos años sin decir nada, debían permanecer callados. No había nadie más que el moreno para heredar, no había nadie mejor que el moreno para heredar, ambos lo sabían por eso no podían escapar. Como hijo del rey, como hijo de un noble, ambos conocían el peso de lo que se estaban jugando. Por eso tomaron aquella decisión, se escaparían por un momento, se irían a un lugar donde nadie los conociera, y así…
Tendrían sus últimas vacaciones.
-Ha llegado el final.
El moreno le escucho con claridad. Era un hermoso atardecer, pero ninguno lo pudo apreciar.
-Si pudiera detendría el tiempo en este momento.
Quiso apaciguar la tensión del momento. Lo único que logro fue obtener un sollozo de respuesta.
-Yuuri… yo…
Con un corto momento ambos dijeron mil cosas con solo la mirada, ambos comprendían lo que de verdad querían.
-Entonces es el final…Supongo que es hora de acabar con este amor.
Palabras que ninguno quería escuchar, pero aun así fueron dichas.
-Yuuri…
-Wolfram…
-Te amo…
La última palabra de amor que se dedicaron. Tenía que acabar aquella fantasía que estaban viviendo. No podían estar juntos, así que lo mejor era acabar con ese amor.
Aquellas fueron sus últimas vacaciones, donde cumplieron su mayor sueño. Fueron amantes durante todo ese tiempo. Pudieron tomarse de las manos sin preocuparse, pudieron besarse sin miedo, pudieron fundirse para convertirse en uno solo, pudieron ser amantes por un corto tiempo. Pero aquel hermoso sueño tenía que terminar, así lo decidieron desde el inicio. Por esas cortar vacaciones cumplirían el deseo de su corazón, se amarían con pasión, se dirían sin parar cuanto se amaban, pero eso solo sería en ese período. Al acabar las vacaciones, su amor también debía terminar.
Las vacaciones terminaron y regresaron a ser lo que siempre fueron…
El hijo heredero.
El tercer hijo de un noble.
Y… simplemente amigos de la infancia.
Sus vacaciones acabaron igual que su amor, ahora debían continuar con su papel en aquella historia. El primero en casarse fue Wolfram, sin darse cuenta en la desesperación sucumbió a la trampa de una mujer. Ahora estaba casado y con un hijo, el padrino de su boda fue su amigo. El segundo en casarse fue Yuuri, como estaba escrito, con su prometida, su padrino de bodas fue su amigo.
Eran adultos ya, estaban casados ya, tenían sus propias vidas como todos los demás lo deseaban. La prometida de Yuuri de verdad lo amaba, le entregaría todo al moreno, hasta su cuerpo sin ninguna duda, y, aunque Yuuri quiso hacer lo mismo, pudo entregar todo menos su corazón, pues ya tenía dueño. La esposa de Wolfram mil veces lo engaño, al rubio no le importaba pues ninguno de los dos sentía amor. Wolfram dedico toda su vida a su hijo, que era la única esperanza que le quedo.
Por alto el reino celebro cuando se anunció el nacimiento de un nuevo heredero. Todos estaban felices su rey estaba haciendo un buen trabajo, pero nadie nunca notó, que lentamente se estaba quedando vacío. Su prometida lo sabía, no le costó notarlo, igual que también noto, a quien le pertenecía el corazón de su esposo.
La esposa de Yuuri lo amo tanto que un día le enfrento. Le hizo darse cuenta de su error, sabía que eso solo lo alejaría de su lado, pero ella comprendió, que con el único que podía ser feliz no era nadie más que su mejor amigo. Llegaron a un acuerdo, ella lo ayudaría a mantener aquel espectáculo. Ella sería cómplice de su secreto. Para su mala suerte no estaban solos cuando tomaron aquella decisión.
El padre de la mujer no estuvo de acuerdo. Así que con su plan comenzó. Sin siquiera decirle a nadie al rey de Shin Makoku asesino y bajo el pretexto de un atentado lo oculto. Todos lloraron su muerte, sobre todo un destrozado rubio, ni siquiera su amado hijo de la tristeza lo salvo. No pudo soportarlo mucho tiempo y acabo con su dolor, cometiendo suicidio unos días después del entierro.
La esposa del moreno a su padre desterró y decidió quedarse con los dos niños que la esperanza de Shin Makoku años después se volvió. La primera vez que un rey tomaba a un hombre como consorte sucedió. El hijo de Yuuri no sucumbió, se había enamorado de un hombre pero no se resignó, lucho por aquel amor con gran valor y así de esa forma el pueblo comprendió, no importaba el género de quien fuera el consorte real, lo importante era el trabajo que su rey realizaba.
Las costumbres que se tienen se pueden cambiar, eso fue lo que la esposa de Yuuri se dio cuenta. Por esa razón, cuando su hijo se enfrentó a ella no dudo en darle una mano, pues le recordó a su esposo y la última mirada que le dedico. Una llena de determinación sin ninguna duda de buscar a su amor. Ella los apoyo y se convirtió en una excelente reina, realizo su papel hasta el momento en que su hijo tomara el trono. Un día cuando su hijo ha de ser mayor le pregunto:
-Madre, ¿Hay alguna cosa de la que te arrepientes?
Su hijo ya mayor le pregunto. Ella solo río de manera apena y le contesto:
-Lo único que me arrepiento es no haber tenido el valor de mandar más rápido a tu padre a buscar a su amor.
La sonrisa de su hijo fue lo que obtuvo. Él entendía perfectamente a que se refería, pues ella nunca dudo, en contarle lo maravilloso que ante sus ojos había sido su padre.
La esposa de Yuuri de todo corazón siempre rezo…
Que su amado esposo pudiera encontrar la felicidad en algún momento.
Muchos años, siglos y décadas pasaron luego de aquel momento. La historia de Shin Makoku cambio. Yuuri y Wolfram de nuevo se encontraron, seguían siendo de diferentes clases, hasta de diferentes mundos y no recordaban aquella historia que vivieron, pero el cuerpo siempre recuerda con facilidad…
Una cachetada de compromiso fue lo primero que llego. La excusa de que era por diferencia de cultura fue dicha, pero en el fondo el moreno siempre supo que lo realizo por gusto. Para abiertamente tener al rubio sin ningún miedo. Eran prometidos y no había problema, podían tomarse de la mano sin ningún temor.
Podían al fin ser amantes por más de unas cortas vacaciones.