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The Naked Truth in the Other Thruth por LumeWolf

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Notas del fanfic:

IMPORTANTE: Viewfinder no me pertenece, su autoría de de la maravillosa Yamane Ayano; yo solo me los tomé prestados para sacar una idea en la cabeza jeje.

 

Éste A/U está ubicado dentro del Vol.7, después que Takaba viera a Sudou Shuu llorar en el hombro de Asami –Cap.1-, pero antes del llegar a ser golpeado en el Club Drácena –Cap.4-.

 

 

Notas del capitulo:

Espero hacer solo unos pocos Extra, en provecho de un vacío -aún no llenado- entorno a Asami Ryuuichi...

Ésto -como muchos otros xDu- nace de ocio y la búsqueda desesperada del tiempo para hacerlo posible ;3

The Naked Truth the Viewfinder: The Naked Truth in the Other Thruth

Extra Thruth (Parte I)

 

 

-“¿Quién es ese sujeto que está con Asami?”- fue la cuestión que surgió en la mente del joven Takaba Akihito; cuando se encontraba siguiendo los pasos del Consejero Kouyama, terminando en simples reuniones políticas y, por último, encerrarse en su residencia; sin más qué hacer, ya que la noche aún era joven, terminó llegando cerca del Club Sion…

 

Cerca de Asami…

 

Takaba se escondió tras la esquina de un edificio, instintivamente, tan luego se dio cuenta de en dónde estaba y que, precisamente, salía el hombre de mediana edad, de alta estatura y corpulencia envidiable que se ajustaba a su presencia peligrosa y porte elegante, con un traje de corte italiano de tres piezas a medida y sofisticado que exaltaban su masculinidad poderosa, el cabello castaño oscuro peinado elegantemente, de manera que resaltaba sus esculpidas facciones, sus ojos de miel espesa, rasgados y frívolos, que destacaban en su rostro varonil y atractivo…

 

El corazón de Takaba se saltó un latido, mientras lo observaba, como si hubiese sido la primera vez de que lo vio a través de la lente de su cámara y Asami viera en su dirección…

 

Pero Asami no vio hacia la lente, en ésta ocasión…

 

De forma inconsciente, había sacado su cámara fotográfica y usado el zoom para mirarle; después de todo, era un fotógrafo… Y, también, había intentado conocer las actividades de Asami antes…

 

-“¡Eso no! ¡Ahora no!”- Takaba sacudió la cabeza, reprendiéndose mentalmente, volviendo a prestar atención; puesto que Asami sonrió arrogantemente a la persona que abandonaba el Club detrás de él; esbelto, de rasgos afilados, notablemente más bajo que Asami, quizá de la estatura de Takaba mismo… El cabello de un color cobrizo, que destellaba bajo las luces neón, lucía grácilmente desordenado en una coleta aparentemente mal sujetada, los mechones ondulados enmarcaban descuidadamente cierta delicadeza en su rostro y realzaba su mirada grisácea… Sería acaso un joven adulto, pero parecía aún menor que eso, y, sin embargo, su traje de tres piezas era costoso; en su porte desenfadado, mientras cortó distancia con Asami, charlando con familiaridad en tanto avanzaban a la limusina que aparcó frente a la puerta del Club, mostraba clase y una elegante desenvoltura… Pero había algo peligroso… Letal….

 

Ese aire amenazante como en toda la gente con quien Asami se llegaba a rodear…

 

El conocimiento llegó a Takaba, en el instante en que aquel sujeto y Asami intercambiaron miradas con algunas palabras, un desplante de medida arrogancia entre ambos pero de camaradería en algún aspecto; el de cabellos cobrizos subiendo a la limusina primero, seguido de Asami, el chofer cerrando la puerta para ambos antes de abordar su puesto tras el volante y ponerse en marcha…

 

A Kirishima (el secretario particular de Asami), apenas lo vio intercambiar palabras con Asami, antes de ser despedido a irse por su cuenta…

 

Akihito bajó lentamente la cámara desde su rostro, mientras se giró en redondo y se apoyó contra la pared del edificio en el que se había apostado… Estaba aturdido. Pocos podían ponerse a la altura de Asami. Le bastaba con recordar a Liu Feilong y a Mikhal Arbatov… Y esos eran extranjeros… Incluso, éste sujeto, sería en parte extranjero, pero también muchos de sus rasgos eran orientales… ¿Quién sería…?

 

Para ser como un igual para Asami…

 

 

 

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La limusina se puso en marcha, un cómodo silencio se había hecho abordo, mientras el propietario del vehículo sirvió unas copas de champaña para compartir con su invitado; después de todo, y en honor a la verdad, en el Club apenas y habían tomado un vaso de wiski y un bourbon, respectivamente.

 

-Gracias…- los ojos grises se entrecerraron, cuando agradeció la copa que recibió del pelicastaño; en un gesto natural, envió algunas de sus hebras cobrizas  tras la oreja, ya que le obstaculizaban la visión al imponente hombre que estaba a su lado y apenas e hizo un gesto ante la gratitud expresada; llevando la propia copa de champaña a los sensuales labios. El de los ojos grises también dio un sorbo a su copa, sonriendo, para sus adentros, los lejanos recuerdos; desviando la atención a las luces de afuera, mientras la unidad avanzaba perezosamente por las calles de la ciudad.

 

-Debo decir, que me sorprendió que vinieses en persona a hacer éste negocio de recién… Habría esperado a tu secretario o que me llamases; hubiese reservado con tiempo en un mejor hotel para que platicásemos en un ambiente más privado…- Asami comentó con elocuencia, su voz de barítono (un deleite para los oídos) era distintiva en él; mientras miró por el cristal de la puerta el reflejo del otro; los ojos grises encontrándose con los de él, entre los espasmos de luz de los faroles externos, por medio del cristal.

 

-Mi intención era sorprenderte, después de todo, hacía ya un tiempo desde que estuve en Japón.- aquel se volvió al pelicastaño, la sonrisa un tanto socarrona, mientras volvió a llevarse la copa a los finos y delicados labios; una muda  y discreta duda en aquel otro, ante la mención de no haber estado en el país –Me llevó más tiempo consolidar mi nueva ruta en América, pero por fin pude regresar… Y qué mejor oportunidad que un nuevo negocio, para ponerme al corriente con los conocidos…- mientras respondió la cuestión no formulada, la copa que sostenía la mano de delgados dedos, fue posada con gracia (aunque seguía siendo sostenida) sobre una de las pantorrillas enfundadas en pantalones sastre; la desenfadada pero socarrona expresión del de cabellos cobrizos se suavizó ligeramente, mostrando algo más parecido a una expresión nostálgica para los que comparten recuerdos –Es bueno saludarte apropiadamente, Ryuuichi.- sonrió con desenfado.

 

Asami le miraba de vuelta, ahora directamente, su rostro parecía austero, mientras la copa en una de sus grandes manos la mantenía simplemente sostenida en un punto muerto que no era para reposarla ni para acercarla para terminar con la bebida; una exhalación como risa salió de sus labios, mientras cerró los ojos, destacándose sus espesas y largas pestañas, al inclinarse a descansar la copa en el mini-bar de la limusina. Un gesto que notablemente relajó su expresión.

 

-También es grato verte de vuelta, Rume.- Asami, clavando su profunda mirada en el nombrado, teniendo la confianza para con aquel de hablarse con sus nombres de pila. Aquel sonrió nuevamente, con un atisbo de arrogancia; que, más que por aquel o la situación, era porque ésta se hacía intrínseca o era totalmente natural para el claroscuro ambiente en los que se desenvolvían.

 

El teléfono de la limusina sonó, Asami atendiéndolo sin mayores ceremonias.

 

-‘Asami-sama, estamos llegando al hotel.’-

 

-Bien.- colgó el teléfono,  entrando en su campo de visión la mano de aquel sosteniéndole una cajetilla de cigarrillos –Gracias.- Asami tomó uno, llevándoselo a los labios, mientras sacaba de su saco su encendedor favorito; mirando de soslayo al otro sacar su cigarrillo, darle unos golpecitos en el dorso de su mano y también llevárselo elegantemente a sus labios; guardando la cajetilla en el bolsillo interior de su propio saco… La copa habiendo sido abandonada, ya vacía, en el mini-bar. El chasquido del encendedor de tapa, al abrirse y encender la mecha, llenó esos silenciosos segundos, en tanto encendió su cigarrillo –Aún tienes esa costumbre de darle los toques…- comentó, en tono  entretenido, mientras el otro acortó distancia y Asami le tendiera el fuego; pero no demasiado lejos de donde él…

 

-Es mi particular para fumar…- alegó aquel de vuelta, la intrépida y pálida mano cerrando la tapa del encendedor, su rostro acercándose más al de Asami; los cigarrillos, entre los labios de sus propietarios, casi rozándose el apagado con el encendido –Dame un beso de fuego, en honor a los viejos tiempos y al reencuentro…- el tono fue bajo, divertido; mientras el llamado Rume se apoyó en el hombro de Asami al inclinarse más.

 

En los labios de Ryuuichi se dibujó una arrogante sonrisa, al inclinar el rostro y dejar que el cigarrillo entre éstos encendiera el ajeno; pero en los labios del otro también había el bosquejo de socarronería…

 

-Siempre me es más grata la nicotina, encendiéndola de ésta forma.- bromeó el de los ojos grises, retrocediendo y calando de su recién encendido cigarro; dejando ir después una ligera bocanada de humo. Asami también exhaló el que había estado reteniendo.

 

-No cambias.- apuntó Asami, afilando su mirada, un mero jugueteo entre camaradas; tocando el orgullo en alguna forma, sólo para ver las reacciones de la contraparte…

 

-No tendría por qué hacerlo.- la gris mirada también se afiló –Te habría dicho exactamente lo mismo, de no haber escuchado por ahí que tienes a alguien bajo tu protección…- la socarrona expresión, más esas palabras, hicieron fruncir el entrecejo de Asami; pero más como una muda cuestión.    

 

La limusina se detuvo frente a un elegante hotel, y prontamente fue abierta la puerta del lado del de cabellos cobrizos.

 

-Asami-san, Ryoishirou-san, sean bienvenidos.- el portero que salió directamente a recibirlos.

 

El segundo nombrado asintió en silencio al saludo, su sonrisa se torció en dirección a Asami, mientras descendía del vehículo, con un ligero guiño que afirmaba que hablaría de lo que había escuchado en su estancia en América… El pelicastaño también se apeó del vehículo, al ser su puerta abierta pos su subordinado…

 

-Te llamaré en cuanto termine.-

 

-Entendido, Asami-sama.- asintió el chofer del nombrado.

 

Asami Ryuuichi y Ryoishirou Rume entraron en el hotel…

 

 

 

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-“¿Quién sería?”- con el cabello castaño claro, húmedo y desordenado, se encontraba Takaba preguntándose una vez más por esa persona que vio salir del Club Sion con Asami; la toalla se hallaba sobre sus delgados hombros, después de haber salido de la ducha y medio secado el cabello, traía unos pantalones cortos y una playera desmangada, sacó un jugo del refrigerador y se hallaba sentado, con las piernas abrazadas, en el sillón de la estancia, dándole vueltas a esa imagen en su cabeza.

 

No era la primera o última vez que había visto a Asami tener reuniones con gente que, instintivamente, sabía que pertenecían también al bajo mundo; pero éste en particular, le había dejado cierta impresión, que no podía descifrar todavía…

 

¿Sería porque parecía demasiado joven y, aun así, destilaba experiencia?

¿O tenía que ver con el toque exótico que había en su apariencia como su elegancia, que le era tan natural como lo era en Asami?

 

Akihito suspiró, apretando más el abrazo a sus rodillas, pero sosteniendo con una de sus manos la lata de jugo… No sería, tampoco, la primera vez que se cuestionaba el por qué Asami le había escogido; así como el que sabía que había mucha de diferencia entre ese astuto, peligroso hombre, y él…

 

Que sus mundos eran totalmente diferentes…

 

-“¿Debo preguntarle como una conversación casual o averiguarlo por mi cuenta? Si se lleva tan bien con Asami, como parecía, es probable que se dedique a algún negocio turbio con alguna buena fachada…”- los ojos almendrados de Takaba se desviaron en el pensamiento; quizá juzgando premeditadamente, pero no creía que su instinto le estuviese engañando con respecto a ese sujeto…

 

Después de rondar en la oscuridad de Asami, difícilmente sería engañado en ese aspecto…

 

-Me estoy volviendo loco… parece como si tuviera celos de alguien como él…- murmuró Takaba, apoyando la frente en sus rodillas; una punzada en su pecho hizo eco de sus palabras -¡No! ¡De ninguna manera! ¡¿Por qué habría de estarlo…?!- alzó la cabeza y la sacudió en negativa; deshizo su posición y colocó la lata en la mesilla de centro, para hundirse ahora él en el respaldo del mueble –“Celos… ¿Celos de qué? Estarlo es como si pensara que él puede ser… un amante de Asami…”- el pensamiento fluyó natural… y sólo después de repasarlo y llegar a la parte final, sintió un nudo en el corazón junto con algo parecido a ser golpeado en el estómago…

 

Era el mismo sentimiento que había experimentado… al ver a ese tipo llorando en el hombro de Asami…

 

 

 

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La suite ofrecía una vista memorable desde su ventanal, las luces de la ciudad contrastaban con la oscuridad de la noche; en la estancia de la suite, en la mesilla de centro, se encontraba un cenicero con algunas colillas de cigarrillos, una botella de vino tinto y un platón de bocadillos de quesos y panecillos, así como de otros aperitivos para acompañar la bebida.

 

Asami se encontraba sentado cómoda y elegantemente en uno de los sillones individuales, el saco abierto dejando entre ver la sobaquera y su escuadra, el nudo de la corbata  flojo y el primer botón de la camisa desabrochado; un nuevo cigarrillo estaba en sus labios, mientras  admiraba el color borgoña de la bebida en su copa; sin duda, nunca se permitía lucir de esa manera desaliñada con cualquiera que conocía en aquel oscuro ambiente del bajo mundo, pero la persona que se encontraba en el sillón frente a él no era cualquiera

 

Ryoishirou se había quitado el saco y doblado impecablemente sobre el respaldo del asiento que ocupaba, así como sobre este colocó la corbata que había estado usando, y desabrochó los dos primeros botones de su camisa, la sobaquera que se sujetaba a sus hombros sólo fue hecha a un lado, en el brazo del sillón, junto con el arma enfundada; lucia desenfadado mientras dio un trago a su bebida; sosteniendo entre sus esbeltos dedos, de la otra mano, su propio cigarrillo encendido…

 

-2 años desde  la última vez que nos sentábamos a tomar una copa en privado…- comentó Asami, tanteando el terreno con aquel; puesto que, una vez llegado a la suite, no se había abordado el tema que le causó curiosidad. ¿Hasta dónde se sabía lo que no era solo rumor, de su persona y…?

 

-Demasiado tiempo… En América no podía darme el lujo de relajarme así…- Ryoishirou le miró entre sus cobrizas y largas pestañas; la espesura y fijeza de la mirada del otro, haciéndole sonreír de medio lado, mientras dejó la copa en la mesilla de centro y le daba una calada a su cigarrillo, antes de sacudir las cenizas y volverse a reclinar en su asiento –Veo que, más que el que te diga dónde estuve, estás pensando en lo que te dije en el vehículo; y sí, hasta allá me llegó el rumor…- Asami se puso atento, reconociendo que aquel acertaba en sus deducciones para con él y que nunca le prolongaba demasiado el reservarle la información que le interesara; en ese aspecto, y otros más, Asami también reconoció en Ryoishirou una persona interesante y confiable…

 

-“Un joven reportero llamado Takaba Akihito es el protegido de ese Asami”, dijeron… Y hablaron muchas cosas prejuiciosas sobre ese joven, que no te mencionaré, Ryuuichi, pero; como querrás saber; rastreé la fuente de donde se coló ese rumor…- Ryoishirou continuó, desviando su atención al gran ventanal, pensando veladamente a saber en qué cosas; bajo la fría atención del pelicastaño; que caló su cigarrillo al tener la simpatía de evitarle disgustos innecesarios –Y ese es: Mikhal Arbtov… También se mencionó algo de un lío en Hong Kong, pero que todo se resumía a éste chico en particular.- el de los ojos grises había vuelto a calar de su cigarrillo, y dejó ir la exhalación de humo, mientras embotó su cabeza en el respaldo; los cabellos cobrizos despejando su frente, la soltura de su cuerpo, digna y descuidadamente en su nueva posición, permitió que se mostraran los delatores gestos de que estaba cavilando aquella escuchada información y, notó Asami, un deje de cansancio… Aunque el tema principal de lo escuchado no lo podía pasar a un segundo plano.

 

Arbatov se había inmiscuido demasiado, cuando Feilong secuestró a Takaba, y Asami aun sentía cierto resentimiento para con él;  aunque no volvió a mover el asunto dado que aquel se había retirado sin ofrecer mayores disturbios que los que el subordinado del ruso le hubiese causado a su Akihito…

 

El pelicastaño dejó ir una bocanada de humo, apartando el cigarrillo de sus labios para sacudir un poco el sobrante en el cenicero…

 

-Tu sabes más de lo que me has dicho…- aseguró Asami; Ryoishirou, sin abandonar su posición, sólo ladeó el rostro para devolverle la mirada de soslayo.

 

-No quieres saber todo lo que escuché, sólo te interesa saber que tanto se ha divulgado… Entiendes que, para tener generales como el nombre, giro en el que tu muchacho trabaja (fotógrafo y reportero de publicaciones semanales), ya es algo que te convenía; puesto que también se sabe que, quien quiera que le ponga un dedo encima, será castigado severamente por ti…- Ryoishirou, dejando de esforzarse en ver a Asami desde su pose, alegó ligero, para cerrar los ojos y dar una nueva calada a su cigarrillo –Y lo que también te atañía era la fuente, y te la he proporcionado… Espero, solamente, que sigas teniéndome la confianza sobre información y esas cosas…- la respiración fue pausada, del de los cabellos cobrizos, como parsimonioso el humo que dejó salir de sus labios…

 

Asami dio una última calada de su cigarrillo, antes de apagar la colilla y abandonarla en el cenicero…

 

-Sé distinguir bien en quién puedo y no confiar… Tú aun sigues siendo de mi confianza, Rume, como sé que sigo siendo de confianza para ti.- Asami… El mencionado rio suavemente, incorporando su cabeza para ver directamente al otro; la sonrisa torcida y socarrona adornaba sus labios, pero había un deje particular de otro aspecto en ello…

 

-Siempre has sido alguien confiable…- Ryoishirou –Aunque tenemos casi la misma edad, muchos de los que sólo me ven y escuchan mi nombre, piensan que soy alguien demasiado joven para estar a la cabeza de ‘mi negocio’, pese a que han pasado los años; aunque por un lado es irritante, por otro me ha resultado beneficioso, para los que no conocen mi rostro pero sí mi nombre… Pero eso no le quita lo complicado, aún y cuando se reconoce mi talante para éste ambiente. Je… En cambio, tú siempre has tenido el porte y la presencia…- volvió a reírse, casi silenciosamente,  incorporándose en su asiento para poder apagar lo poco que le quedaba a su cigarrillo en el cenicero; viendo directamente a los ojos de miel espesa de Asami, que sólo le miraba de esa manera fija tan propia de aquel… Pero el de los ojos grises se sentía nostálgico esa noche, puesto que años y caminos habían puesto distancia entre ambos; también tuvo que ver mucho la decisión que, en su momento, ambos habían tomado… Sin embargo, no había resentimiento, sino una entremezcla de amistad poco vista en el ambiente en que se desenvolvían… En el status al que habían llegado, donde se esperaría más una rivalidad que una entrañable amistad

 

-Pero es tu apariencia que pasa por inocente, veces, lo que te hace tan o más peligroso que yo…- Asami afirmó, reconociéndole directamente el punto; pues había conocido el aspecto que Ryoishirou tenía para sus negocios y, del cual, le habían dado la fama despiadada que contrastaba con esa juvenil y confiada apariencia…

 

Aquel se le quedó mirando, apenas el bosquejo de una tenue e indefinible sonrisa en sus labios, antes de desviar su atención al ventanal nuevamente; el espectáculo nocturno que era la ciudad por debajo del manto negro del firmamento…

 

-Cuando nos conocimos, todavía estaban empezando a figurar nuestros nombres en el bajo mundo… Pero nuestra simpatía fue mutua y fructífera en ese entonces… Sentí que era una decisión acertada si hacía negocios contigo, aunque no fueses de los más conocidos en ese tiempo… Y ha sido de las mejores decisiones tomadas, debo añadir.- Ryoishirou rememoró para los dos, el encuentro casual que habían tenido en una elegante reunión que había hecho uno de los viejos líderes entre los bajos mundos.

 

Ambos más jóvenes en ese entonces, pero el de los ojos grises recordaba al pelicastaño teniendo ya ese porte que lo hacía ver más maduro, sus rasgos atractivos estaban siendo apenas el bosquejo de virilidad letal de lo que eran ahora… En cambio él, que siempre ha sido un “traga años”, se veía en extremo demasiado joven, como si aún siguiese estudiando (si es que no le consideraban, en aquel momento, aun un preuniversitario)… Aun así, ya tenía cierta influencia en el bajo mundo, había sido el mano derecha de un importante traficante de occidente y había logrado independizarse, y fue también por el cual regresó a Japón en uno de sus trabajos; ya que Ryoishirou Rume sólo vivió algunos años de su vida en la tierra de su padre, antes de irse a medio oriente; donde su madre se volvió a casar con un traficante de piezas raras en el mercado negro… Como su padrastro no pudo tener hijos propios, hasta cierto punto, era una agradable persona y fue así como se involucró en ese ambiente.

 

Para ese evento, ya conocía la mayoría de los nombres más sonados y los que estaban postulándose para sumarse a la lista o desbancar a otro; ese joven sujeto de cabellera castaña oscura y mirada fría, era tan nuevo como lo era él en el mundo de opulencia desbordante, sonrisas fáciles y pensamientos oscuros…

 

-Admito, que cuando te vi por primera vez, pensé en que quién habrá dejado entrar a un niño en una reunión de adultos…- Asami comentó, con algo de arrogancia, pero una media sonrisa en sus labios; rememorando al que le pareció un pequeño muchacho “jugando a ser un matón” –No esperaba que se tratase, precisamente, del Ryoishirou que estaba abriendo una nueva ruta con el medio oriente, respaldada por un viejo líder de allá…- una risa baja, por parte de ambos, un momento en que aquel sirvió más vino en las vacías copas.

 

Se había abierto brecha de manera directa y agresiva, para dejar en claro su posición en ese momento y que debía ser tomado en serio cuando subiera de categoría… Tal y como siguió haciéndolo después, aunque sus métodos han sido los que se han sofisticado. Conocía muchas caras y nombres en ese lugar, pero había algunos nombres a los cuales no había puesto rostro; así que, cuando aquel chiquillo de ojos grises se le acercó con una copa y le empezó a formular cuestiones de negocios, pensó que podía estar representando a alguien en particular… Grande fue su sorpresa que ‘el japonés-extranjero’ (como le habían referido en un principio, de manera despectiva los mayores) de fuertes contactos en occidente y medio oriente, era el mismo que se había presentado ante sí.

 

-También pienso que fue inteligente haber tratado contigo… Si hago retrospección, detenidamente, creo que después de eso las cosas empezaron a mejorar para mí.- caviló Asami, alcanzando la copa ofrecida.

 

-Y para mí también comenzó a ir para mejor.- coincidió Ryoishirou, haciendo un gesto con su copa –¿Un brindis por las sabias decisiones?- propuso, ligeramente mostrando un lado de socarronería, pero había mucho más la parte de agrado y nostálgica alegría. Asami resopló, a modo de risa, su mirada siempre fija y penetrante, disfrutando el momento con esta persona engañosamente joven y desenfadada; pero que era un adulto y podía tener inteligentes conversaciones de negocios cuando se lo proponía.

 

El cristal tintineó al chocarse suavemente, llenando ligeramente el vacío que se hizo mientras sorbieron de las copas propias…

 

-Dame un momento…- Ryoishirou se dispensó con el otro, como si hubiese recordado algo en ese instante, dejando la copa medio vacía sobre la mesilla, mientras se incorporó del asiento; una de sus manos viajó inconscientemente a su espalda, pero intentó disimular el movimiento cuando se percató de ello; desviando el rostro en un gesto natural al apartarse los mechones del cobrizo cabello que cayeron sobre su rostro…

 

Pero Asami atisbó el dejo de dolor y de cansancio que habían surcado la faz que actuó desenfadada y agradable en todo momento…

 

Ryoishirou se alejó hacia la habitación...

 

-¿Qué tipo de lesión es?- cuestionó, Asami, de manera casual pero de forma clara y alta, para no dar pie a que aquel pasara de su pregunta; como pretendió pasar de su propio dolor. Además, era más que claro (para él) que había sido herido, ante el gesto, pero era difícil saber qué tanto o hace cuánto; dado que el de los ojos grises no había mostrado ninguna incomodidad hasta esos instantes…

 

El cuestionado se quedó de pie, con la mano en el pomo de la puerta de la habitación interior; dando la espalda a Asami, volviéndose a medias a encararle… Su expresión seria, aunque tranquila, denotaba que no le esquivaría la pregunta; su mano holgada, parsimoniosamente, la llevó a sus espaldas, tocando con las puntas de sus dedos la parte media baja de ésta; la media sonrisa se dibujó en aquellos finos labios…

 

Sólo como distracción…

 

-Unas balas me pasaron rozando, pero fue la caída de una viga la que me dio parte de su impacto.- Ryoishirou –La pregunta está impresa en tu cara, y sí, fue en América. No es tan grave como se oye, ni la situación fue tan aparatosa como se puede imaginar… Sólo fue una lucha de territorio entre viejas bandas, en las bodegas portuarias, donde estuvimos en el medio; pero saqué ventaja de esa situación.- su mano dejó de señalarle el lugar de sus heridas; pero la afilada y entrecerrada mirada de Asami le indicaba que no le subestimaba las lesiones como había tratado de encubrir.

 

El pelicastaño se incorporó de su asiento, abandonando su copa y rodeando la mesilla de centro, dirigiéndose hacia aquel; que, tal y como en viejos tiempos, le esperó paciente y obedientemente en la puerta de la habitación aún cerrada… La mano de Asami se posó sobre esa esbelta espalda, casi abarcándola por completo, justo donde aquel le había indicado sus heridas; sin ejercer presión sañosa, pero teniendo contacto confiado y algo íntimo, percibiendo que, bajo la camisa de tejido grueso, se hallaban vendajes envolviendo el torso de aquel…

 

-¿Ryuusei sabe de esto?- Asami inquirió, percibiendo, al hacer ligera presión sobre el área, el reflejo de lejanía ante lo que le causara algún dolor al de cabellos cobrizos; pero la expresión de aquel, lejos de dolerse, pareció congelada en algo indefinido ante la mención de ese inesperado…

 

-Precisamente, he venido eludiéndole si se ha enterado de ese asunto…- la expresión de Ryoishirou se relajó, ocultando sus grises ojos tras los párpados; pero existía un dejo de tensión en su mandíbula… Sin duda, sentía dolor pero era admirable la manera en que lo resistía tan firmemente. Asami también reconoció, para sí, que el perfil de este engañoso adulto de apariencia joven, tenía la misma delicadeza y el atractivo de años atrás… Cuando la situación de ambos fue otra cosa

 

El pelicastaño frunció el entrecejo, ante las desenfadadas palabras; y, como si leyeran su pensamiento, las grises pupilas se abrieron, ladeándose el definido rostro, para encararle…

 

-Nadie más sabía a dónde me dirigía, salvo mi propio grupo; ni siquiera a ti podía decírtelo, puesto que mi intención era agenciarme una buena ruta antes que otro se me adelantara, también porque quería volver a sostener negocios contigo como en los viejos tiempos y  con ésta nueva ruta nos beneficiaríamos ambos… Ryuusei se presentó meses después de mi arribo a América; yo sabía que estaba en alguna parte de Corea del Norte cuando me marché, pero nunca me aclaró cómo se enteró a dónde me dirigí…- Ryoishirou respondió la muda pregunta que previó en la mente de Asami, cuando le habló de aquel que no era de quien había iniciado la charla… Y que era alguien conocido de ambos, pero después de mucho tiempo…

 

-… Déjame verla…- Asami guardó silencio unos segundos, guardando también prudencia sobre aquel tema, sosteniendo la mirada del otro de manera penetrante y fija; tal y como el de cabellos cobrizos sostuvo la suya elocuente y seriamente. Terminando por indicar, más que pedir, con respecto a las heridas; puesto que, ante lo escuchado, le entró la duda del tiempo, gravedad y curación de estas… Hubo renuencia en la pálida mirada, la arrogante expresión de quien sabe dar órdenes más que obedecerlas; pero la desventaja de ello es que, Asami mismo, había probado la obediencia de aquel ya antes –Rume.- le advirtió; los grises ojos afilándose en desafío ante la parcial amenaza…

 

Asami torció una sonrisa entre motivado y contrariado… Pues ese tipo de expresiones eran algo que le atraía a deshacerlas muchas veces, pero también el volver a verla en la misma persona; que se resistía a quebrarse por completo, pese a presionarle a romperlo…

 

Akihito solía mostrar esa expresión, aún y cuando le había demostrado que su libertad estaba entre sus manos…

 

Sujetó con firmeza la espalda del otro, en los grises ojos surcando un relámpago de dolor, pero sosteniéndose en su sitio; el brazo de aquel se movió en defensa, el pelicastaño sujetando el antebrazo que, antes de ello, perdió intención de arremetida… Los ojos del nombrado no cambiaron su arrogante expresión, sin embargo….

 

-No tengo intenciones de provocarme nuevos padecimientos… Así que  está bien…. Échales un vistazo…- Ryoishirou terminó por ceder, abriendo la puerta de la habitación por fin; dando el paso dentro, seguido de Asami.

 

En silencio, el de cabellos cobrizos se terminó de desabotonar la camisa, mientras llegaba hasta la cama, sentándose en uno de sus lados; aun dándole la espalda al otro, que lo siguió relativamente de cerca. El elegante y grueso tejido se deslizó de los esbeltos hombros, donde la pálida piel que se iba descubriendo tenía bosquejos y fantasmas de marcas de cicatrices… El vendaje se asomó por debajo de los omóplatos, y se reveló por completo cuando terminó de recorrer su descenso la prenda…. Había ya algunas manchas de sangre en éstas, desde la parte que había tocado y hacia el costado izquierdo de aquel…

 

Asami reconoció el dolor que debía padecer, y la entereza del otro que había soportado realmente mucho rato disimulando cualquier malestar; sumado al hecho de escoger cuidadosamente sus prendas, incluso, para poder actuar desenfadado ante él, pues la camisa había, con su grueso tejido, impedido que atisbara las vendas y, también, la sangre; mientras no sangrase en demasía.

Los dedos del pelicastaño tocaron la pálida piel del nacimiento de la columna, donde cobrizos cabellos se rozaban –al otro haber hecho a un lado su media coleta- descendiendo por ésta hasta empezar a pasearse sobre los vendajes y detenerse justo donde las manchas de sangre se notaban más húmedas; pero, en el acto efectuado, había percibido el ligero estremecimiento de quien se estaba quedando quieto, obedientemente, para su escrutinio…

 

-Son demasiado frescas tus heridas, o te has sobre esforzado con ellas; han sangrado al punto de traspasar el vendaje.- Asami le señaló; aquel haciendo un gesto aparentemente despreocupado, pero cierta tensión se notó en sus hombros…

 

-¿De verdad? Oh, eso me habría delatado si hubiese podido aguantar un poco más…- Ryoishirou bromeó ligero, desenmascarando su actuación hasta antes de esos momentos, pero enmascarando la respuesta a los señalamientos que el pelicastaño había hecho. Las manos de Asami comenzaron a rodear la esbelta figura, buscando el broche del vendaje; el de cabellos cobrizos removiéndose apenas por el contacto que se mezclaba con la incomodidad del momento, y recuerdos de situaciones de antaño; aquel notando cierta holgura en los vendajes, pero sin pasar por alto la más mínima reacción del otro…

 

-¿Quién te vendó, antes de ir al club?- Asami inquirió, dejándole de momento ocultar lo que de todas maneras sabrá una vez que se deshiciera de los vendajes; encontró el broche en ese instante…

 

-Sabes bien que no cualquiera puede tocarme, incluso para eso… Y también te has dado cuenta que lo he hecho yo mismo, ya que tengo que prescindir de mi secretario por algún tiempo…- Ryoishirou; en ningún momento se había vuelto para encararle, ni el otro le había instado a ello… Un suspiro largo y resignado agitó la esbelta espalda y hombros, mientras las expertas manos del otro comenzaron a deshacer su vendaje; el pelicastaño, viendo momentáneamente la nuca de aquel, se empezó a figurar el panorama que aquel había ocultado…

 

Sorprendiéndose, en silencio, cuando las ensangrentadas gasas cayeron -sin soporte- de las heridas que habían estado bajo el vendaje…

 

Ryoishirou contuvo notablemente la respiración, cerrando sus ojos, pese a que no veía al pelicastaño a la cara… pero imaginaba su expresión; sabiendo perfectamente lo que estaba viendo; sumado que, con ello, mantenía alejado el pensamiento del dolor que realmente sentía de las heridas ahora expuestas…

 

-Estos no son rozones de balas ni un simple golpe de viga…- el tono de Asami fue severo, espetándole lo que, con su mirada, comenzó a detallar en la espalda que, bajo el vendaje que había tenido a su alrededor, perdía la tersa palidez…

 

En el costado izquierdo, dos balas habían atravesado la piel, pero –por el ángulo- habían salido limpiamente y sin dañar ningún órgano vital; Asami mismo sabía el dolor que, aún si había sido un recorrido limpio de la bala, representaba… Pero entendía que, esos impactos, eran mucho menor que las profusas laceraciones que surcaban parte de esa espalda, casi desde la misma altura que habían tenido los vendajes, hasta cruzar la baja espalda; pues se perdía en la pretina del pantalón de aquel; moratones y verdugones cubriendo ese espacio de lastimada carne y piel.

 

-Tsk…- rechistó molesto, Asami, al tener el pleno conocimiento que las heridas eran demasiado resientes y que, por cuestiones inexplicables o milagrosas, aquel apenas había librado la vida cuando fue alcanzado –Túmbate, pediré que traigan medicamentos y nuevos vendajes.- su voz sonó fría, ordenando firmemente mientras sacó el móvil de su pantalón e indicaba aquel. Hasta ese momento, aquel volvió el rostro para verle, en su gris mirada una mezcla indescifrable; rebeldía, arrogancia, lamentación y la indecisión de obediencia o negación… Pero aún un destello de confianza en que nadie le vería más que aquel…

 

Asami lo miró fieramente, Ryoishirou desafiando en respuesta…

 

-Sube con un botiquín completo, déjalo fuera de la habitación.- Asami le indicó al hombre que chofer; ya que había enviado a Kirishima a tener un ojo sobre Akihito antes; cuando este contestó antes del segundo timbre de llamada; cortó la comunicación, sin siquiera esperar la afirmativa respuesta –Túmbate.- volvió a ordenarle al otro, Ryoishirou respirando pausadamente, pero manteniéndose su posición de espalda a él aunque el rostro ladeado en su dirección; la mirada gris se afiló, un destello de resignación, y finalmente vino la sumisión. La obediencia.

 

El disgusto de Asami, que había subido en niveles que ni él mismo había pensado, bajó unos peldaños; al tener la cooperación del otro. Exhaló, tratando de relajarse, mientras se apartó del lecho; para dejar que aquel se acomodara extendido, boca abajo… Se acercó al lecho nuevamente, devolviendo la mirada del que la tenía puesta en él; se inclinó apenas y su amplia mano fue a posarse apenas sobre los cobrizos cabellos… Enredando las puntas de esas hebras en sus dedos.

 

Había pasado tanto tiempo, pero las memorias venían intrépidas a su mente, recordándole otra época, en la que el hombre tendido bajo él; se hallaba en una situación similar, en circunstancias totalmente distintas… Y los ojos gris, entrecerrados, parecía que tenía aquellas mismas visiones; al encontrarse sus miradas.

 

Tocaron en la entrada principal. Asami retrocedió y salió de la habitación interior…

 

Ryoishirou siguió con la mirada, con la cara ladeada sobre las mantas y de soslayo, hasta que la imponente figura de Asami Ryuuichi cerró la puerta de la habitación… El de cabellos cobrizos se estremeció, hundiendo el rostro entre las mantas, cercado por los puños de sus manos…

No era humillación, con aquel nunca lo había sentido… Resentía el dolor de las heridas, el impacto de las sensaciones que –redescubría hasta en ése último contacto- aquel podía hacerle experimentar… El pensamiento de otro que también le había hecho vibrar; su intento por seguir haciendo las cosas a su manera, y las maneras de aquel otro por imponerle su voluntad…

Sabía que las cosas, a esas alturas, estaban volviéndose más complicadas de las que nunca quiso que fueran…

 

Estaba tan cansado… En esos momentos más que bastante dolorido; pero cansado de toda su nueva situación…

 

Escuchó la puerta volver a abrirse; en el instante, el de cabellos cobrizos, abandonó la tensión que estaba en su cuerpo, para ofrecer ese aire desenfadado y relajado… Queriéndose olvidar del propio dolor de las heridas escociéndose ante el aire que le recorría… Volvió a alzar un poco el rostro, ladeándolo para terminar de ver al pelicastaño más próximo, con la caja de botiquín en sus manos…

 

Asami dejó la caja en la mesilla de noche y se sentó en la orilla de la cama, junto a aquel; la cama se hundió ligeramente bajo su peso; la mirada gris, indefinible, fija en él… Para ese momento, el pelicastaño se había despojado de su saco y la sobaquera, arremangándose los brazos de su fina camisa. Los dedos de aquel volvieron a recorrer la magullada espalda, pero sin un poco del tacto de un principio; aquel respingó, aunque intentó disimularlo, por el dolor. Claramente era una llamada de atención a su ‘descuido’, pero no podía haber del todo un “regaño” en sí; ya que ambos conocían las consecuencias de sus oscuros oficios.

 

Sin mayores palabras, durante esos momentos, Asami abrió la caja del botiquín y extrajo los antisépticos y gasas; procediendo a curar los orificios de balas con poco de haber comenzando el proceso de cicatrización, como las laceraciones producidas por los filos del pesado metal… Seguramente la viga, que el otro le había comentado, había chocado con otro de esos pesados metales o alguna superficie más dura, ocasionando que se tornaran filosas algunos de sus lados o las puntas...

 

-Están demasiado resientes, así que no me hagas adivinar… ¿En verdad fue en América que recibiste éste daño?- en esos momentos, Asami dudó que se hubiese arriesgado, aquel, a trasladarse con tanto dolor como implicaban las heridas y sus movimientos; pese a que aquel era un gran actor para encubrirlas por un prolongado periodo de tiempo durante el día…

 

Ryoishirou pareció no querer contestar; más, reflexionando, sabía que carecía de sentido, si con aquel se estaba más que dejando cuidar

 

-Fue hace poco más de una semana… Pero no quise que Ryuusei se apareciera en algún momento (si me quedaba) atraído por el rumor; así que ordené preparar todo para mi regreso a Japón en cuestión de horas después de la primera  atención…. No lo niego, el vuelo trasatlántico fue una tortura, aún y para todo lo que puedo aguantar; y es ese mismo tiempo en el que he estado aquí, y traté de darme el suficiente descanso antes de poder reunirme contigo, para este negocio concertado…- concedió la respuesta –Yamakira se quedó para los detalles de la nueva ruta con los aliados Americanos; pero ya no tardará en volver… y enviaré a alguien para ser el enlace permanente, e iré de vez en vez a mantener las cosas funcionando como deben de ser…- Ryoishirou, siendo siempre una persona engañosamente joven y descuidada; pero calculador y meticuloso para sus negocios…

 

-Era demasiado pronto para apresurarte con estas lesiones… Podían haber sido más graves.- Asami… No lo admitiría, pero era un hecho que le preocupó escuchar la desfachatez de ese descuido, por parte de Ryoishirou… Pero le sorprendía, aun así, que el impacto no le hubiese llegado a dañar tan severamente al otro, con lo que se mostraba en su espalda; no perdió la vida, pero podría haber quedado lisiado si le hubiese quebrado la columna, por la trayectoria del impacto… Aquel guardó silencio largos momentos, hasta que tomó un respiro, para quebrantarlo suavemente.

 

-El golpe fue indirecto… y la marca de un dragón me salvó de ser aplastado en su totalidad…- fue como un vago y bajo comentario de Ryoishirou; las manos que curaban sus heridas, aunque le causaban escozor (pero agradecía la atención que le brindaban) se detuvieron apenas unos segundos –Tus pensamientos son tan fuertes, que sé que te estás preguntando cómo es que sobreviví a esto o no quedó una secuela permanente que no sean las cicatrices en sí…- los ojos grises, fijos en las mantas bajo sus manos, exhaló un suspiro, disimulando la queja de la aplicación del antiséptico sobre otra de sus heridas; el silencio de Asami le indicaba su atención –Las cosas parecían haberse estado librando desde otro punto, cuando llegaron a las bodegas; mis hombres y yo estábamos ahí tratando con el cargamento que había llegado ya como cierre con uno de los jefes de la mafia con los que ya había estado trabajando meses anteriores, cuando esos vándalos irrumpieron; tratando de matarse entre ellos…- comenzó a relatar, bloqueando su mente del dolor, reprimiendo los gestos colaterales de esa sensación tanto como podía y acostumbraba a hacerlo… Su imagen así lo había exigido, tanto o igual como la había forjado durante su trayectoria en el bajo mundo –Obviamente, no podíamos dejar las cosas así, puesto que podría tratarse de una distracción para hacerse con la carga… Ya habíamos dado cuentas de ambos bandos, pero fue casi al final que, en el fuego cruzado, me alcanzaron las balas, la primera me distrajo y fue oportuna para que la segunda pasara prácticamente por su mismo ángulo; mi secretario (que también estaba herido del brazo) intentó hacerme salir por un lateral, para llegar al auto… Fue entonces que, en un arranque por parte de los que quedaban en pie, lanzaron uno de los vehículos a embestir contra quien fuera, impactándose en el soporte principal de la estructura; la explosión terminó de sacudir y debilitar una parte de ésta… Entonces la viga cayó; Yamakira quedó por debajo de mí, cuando la viga casi nos aplastó…- el de cabellos cobrizos tuvo el descaro de reírse; pero sintió dolor por el gesto y, también, por las mano que aplicó ungüento de forma amonestadora por esa reacción –Ouch…  Vale, entendí…- Ryoishirou accedió a la llamada de atención, aunque impregnó de humor su baja afirmación; pero entendiendo que el otro aún estaba interesado en saber a lo que se había referido al principio del relato. Suspiró apenas, sintiendo aquellas poderosas manos tratándolo con delicadeza, nuevamente –Mi secretario casi se enloquece, queriendo él haber recibido todo ese golpe en lugar de mí; pero, al mirar dónde había frenado el resto de su gran impacto ese pedazo de acero; vi que en la pared que perforó, habían unos grafitis… Entre éstos, y justo donde la viga se había incrustado, era la boca del dibujo de un dragón…- había un tinte irónico en su voz; una suspensión de los gestos de curación…

 

-¿Lo dices por lo de tu marca de nacimiento?- Asami inquirió, con curiosidad, los niveles de su enojo se habían bajado más, a solo ser molestia por el desenfadado descuido y obstinación de aquel; hizo el material de curación a un lado, rodeando la  angosta cintura de aquel… Ryoishirou se removió apenas, comprendiendo lo que el otro haría y tratando de darle acceso sin hacerse más daño del que ya tenía… El pelicastaño se deshizo del cinturón, botón y cierre de aquel pantalón y los bajó un poco, la cinturilla de los interiores, que cubrían un modelable y tentador trasero, no alcanzaba las heridas, pero apenas y dejaba ver una pequeña porción de una marca rojiza…

 

Asami conocía la forma de esa marca, y cómo ese caprichoso diseño de la naturaleza atraía la atención sobre la pálida piel…

 

-Sabes que puedes mirar… tocar mucho más…- fue un tinte seductor y bromista, al mismo tiempo, el que Ryoishirou usó, cuando aquel colocó sus manos a los costados de su  cintura, sobre la cama; y sintió la imponente figura suspendida por encima de él… La profundidad de esa mirada concentrada en donde el tema había centrado la atención…

 

-Aunque no tuviera tu consentimiento, no me detendría.- Asami reverberó, devolviendo la broma, pero una de sus manos fue a bajar un poco el oscuro interior… revelando el caprichoso y nato diseño, que asemejaba a un serpenteante dragón descendiendo, torciendo un medio giro, con sus fauces abiertas y sus garras extendidas… Esta marca de nacimiento del de cabellos cobrizos, estaba casi por la unión de su columna y su pelvis, ligeramente hacia la izquierda la cola del dragón… La garra más baja señalando el camino de una sinuosa depresión… y, las aparentes fauces, torcidas hacia arriba, mirando a la derecha de su posición…

 

El pelicastaño siguió el trazo con sus dedos, como había hecho hace ya mucho tiempo…

 

-… Nunca lo mencioné antes, pero mi padre, cuando nací, dijo que fue durante las festividades del dragón, la persona que atendió a mi madre durante el parto tenía (en su nombre) el kanji del dragón; y, finalmente, al darme a luz… Tenía tatuada ésta imagen de dragón…- Ryoishirou alcanzó, con una de sus manos, el lugar donde Asami estaba tocando… rozando su mano con la de aquel… Sus miradas se encontraron, sin previsión; el de los ojos grises se sonrió con relajación –De lo poco que recuerdo de esos años, aun puedo traer a mi mente esas palabras que me dijo antes de morir: “Tú estás protegido por el dragón, pero tu nombre no podía ser el de él… No importa lo que pase o los peligros que te asechen; éste será tu amuleto y te protegerá…”…- apartó su mano de la de Asami, así como éste de su piel baja también; volviendo el pelicastaño a agarrar el material de curaciones, para terminar con las heridas que no alcanzaba por el pantalón del otro.

 

-Te sugestionaste con ello….- aventuró Asami, como si desestimara el relato; pero lo estaba pensando un poco mientras aún le trataba a aquel las heridas.

 

-Je… La verdad es que no lo podía dar por hecho, pues resultaba extraño; pero cuando murió y nos fuimos mi madre y yo de Japón; el hombre con el que se casó no podía tener hijos, por lo que fue bueno conmigo… Fue mi benefactor y el que me introdujo al mercado negro y el bajo mundo…- Ryoishirou… Hasta ahí, no parecía haber ninguna conexión –Su organización era los Af’aá… que es como serpiente o reptil; pero también, para ellos… una especie de dragón…- el de los ojos grises se rio ligeramente; Asami enarcó una ceja, como muda admiración ante el inesperado… -Aun así, intenté no pensar  en ello; pero poco a poco, esas palabras de mi padre resultaron ciertas… Fuese porque el nombre era directo o indirecto, alguna imagen o parecido… Cuando la fortuna toca a mi puerta o más me ha acechado la muerte, siempre hay un dragón que me libra en el último instante de la fatalidad o me augura la prosperidad…- se quejó apenas, cuando Asami terminaba ya con las aplicaciones del ungüento en sus doloridas heridas y magulladuras…

 

-Es algo inesperado y, también, peculiarmente interesante…- Asami, admitiendo las casualidades de los hechos para aquel…

 

-Tú eres uno de esos dragones… Ryuuichi…- le declaró, muy por lo bajo, en el breve silencio, Ryoishirou…  Se incorporó un poco en la cama, al sentir las manos del otro retirarse de su cuerpo; al haberse relajado a éstas (aunque habían escocido sus heridas por las aplicaciones) resintió ese esfuerzo; apenas mal disimulando…

 

-Rume…- Asami, su mano se fue, instintivamente, a sostenerle del costado sano… El mencionado sonrió apenas; su gesto y actitud desenfadada, pese a que no debía estarse sintiendo del todo bien, siendo familiar e íntima, como en momentos de antaño

 

-Ryu… Aunque el kanji en tu nombre cambia, tiene la pronunciación inicial de dragón…  Y ambos prosperamos después de nuestro primer negocio, y nos salvamos la vida en más de una ocasión antes… tú siendo el primero en librarme el pellejo en el momento más oportuno, después que nuestros negocios comenzaron a ir a mejor…- Ryoishirou, sintiendo sobre su sana piel la cálida emanación de la ancha mano de Asami; tratar de disimular un suspiro, en esa posición y con ese tacto, sería imposible, así que no pensó en disimularlo, pero sí en no ser demasiado… Después de todo, aun había dolor en su postura por sus lesiones, y tenía presente el otro tema… Los ojos grises se cerraron un momento, mientras la sonrisa se dibujó socarrona en sus labios, en tanto ladeó distraídamente el rostro, antes de encarar nuevamente a Ryuuichi

 

El rostro de Asami cerca del suyo, su mirada de color espeso y penetrante fija en él…

 

-Voy a vendarte…- la voz de Asami, aunque sin ningún titubeo, había bajado unas milésimas su tono; el aliento impregnado de tabaco, chocó con los delgados labios, que también tenía la misma esencia que los de él…

 

La respiración se hizo pesada… ¿Para quién…?

 

-Bien…- Ryoishirou fue el primero en desviar el rostro, musitando en conformidad; reprimiendo viejos impulsos… La mano de Asami recorrió, desde el costado del que tenía tacto, la extensión de la suave piel que se estremeció ante la intrépida osadía… El pelicastaño acarició la piel tras la nuca de aquel y algunas hebras del cabello cobrizo echado sobre uno de los pálidos hombros, antes de apartar la mano y coger las vendas en el botiquín… Fue involuntario, pero el desvío de aquel le llevó a re-explorar la piel que conoció tan bien antes… Aquel se rio muy bajo, pero para el fornido hombre a su lado, seguramente había notado que fingió la risa…

 

Ryoishirou se acomodó casi como en un principio, sobre la cama, para facilitar el procedimiento del vendaje; aun dándole la espalda a Asami, evitando el contacto visual debido que había emociones de las que no quería que su corazón se fuese a exaltar… Aunque la química sexual aún existía, y que no era ajeno en la reacción, no implicaba que debiera hacer movimiento alguno –independientemente de su situación-, aunque quisiera hacerlo de todas formas…

 

Las expertas manos de Asami colocaron inicialmente las gasas sobre cada herida, fijándolas con tela adhesiva, antes de proceder a ir envolviendo la figura de aquel con los vendajes; ajustándolos debidamente en aquella esbelta, pero procurando no hacerle padecer más de lo que el otro sabía callar de dolor; más no pasaba desapercibida sus reacciones, por mucho que las midiera… El vago estremecimiento al pasar sus manos por su vientre o su estómago; la tensión momentánea en los hombros y la contención de la respiración, por fracciones de segundo, ante el dolor o la atracción que subía y estabilizaba aleatoriamente entre los dos…

 

El pelicastaño terminó de colocar el vendaje, pero sus manos siguieron explorando las reacciones y los recuerdos de la otra piel…

 

La distancia se acortó, por parte de la alta figura, rozando tentativamente el pecho parcialmente descubierto… Capturando en los oídos y el contacto, el suspiro abandonado…

 

-Jhn… Tus manos siguen siendo gentiles…- Ryoishirou apenas se rio, muy bajo, como lo fue su voz en tinte juguetón; Asami lo miró, esperando unos segundos, en ver si aquel intentaba volverse, entendiendo el comentario… –Me da sana envidia, que tu amante sea capaz de disfrutarlas sin las limitaciones que tuvimos antes…- las manos de aquel, aun y con la mención, no se detuvieron o variaron su gentileza; Asami, para sí, pensó en ello, y que también sentía renuencia de dejar de tocar o sostenerle… Apartar una idea que, ninguno de los dos, había querido dejarse formular en ningún instante…

 

-La situación era difícil, y lo seguiría siendo siempre para los dos…- coincidió Asami, en que hubieron limitaciones para lo que tuvieron en su momento; reteniendo por segundos la imagen de Takaba en su mente, el desequilibrio de la balanza entre la postura del que se hallaba dócilmente entre el abandono y renuencia en sus manos, y Akihito… Rozó apenas, con sus dedos, el sensible pezón; sintiendo el bajo respingo de la tentación al que expuso al otro…

 

 -Si vas a jugar en serio, continua… Ryuuichi…. Porque yo jugaría hasta el final, tratándose de ti…- Ryoishirou susurró bajo, un tinte pasional pese al dejo de broma arrogante y segura con el que quiso desestimar un poco las palabras que pronunció; eran una invitación y una advertencia, si aquel le tomaba enserio… Una vía de dos vueltas para lo que pudiese o no suceder…

 

Y el de cabellos cobrizos, ya sabía, que no iba a ser…

 

Asami guardó silencio, pero se mantuvo mirando la pálida piel de los hombros y nuca, contrastados con el cobre de esos cabellos; el movimiento en que aquel ladeó el rostro para alejar la mirada que podía haber ido en su dirección, le hizo inclinarse y dejar apenas la impresión de su labios sobre la curva del suave cuello, y sostener unos segundos más el cuerpo de aquel por el pecho… Dejando ir un bajo suspiro ante el aroma de esa piel que, inconscientemente, fue mucho tiempo añorada en un tiempo anterior… En esos instantes en que no lo podría tener igual…

 

No continuaría, porque el otro había renunciado a la idea de su avance –en aquel gesto-; pero hubiese existido la posibilidad de seguir adelante, si aquel realmente también abandonase, por meros instantes, una fidelidad que -como él mismo- tenía…

 

-Es fácil dejarse llevar, porque no terminó mal nuestro momento… Pero lo entiendo, y sé que también no quieres quebrantar la simpatía que mantenemos…- Asami –Túmbate de nuevo, es mejor que descanses…- dejó de tocarlo de esa sensual y sexual forma, pero no así abandonó todo contacto; pues le presionó, apenas, para que se recostase como momentos antes… Ryoishirou volvió su rostro al pelicastaño entonces, una media sonrisa, abandonada de socarronería pero con el entendimiento sobre las palabras de aquel; obedeciendo a la orden y a aquellas manos de atesorados recuerdos.

 

-Vale…- dejó ir apenas una exhalación como de baja risa, el de los ojos grises; apenas teniendo una fugaz mueca de dolor por tener que moverse a cambiar de posición otra vez… Acomodó su rostro sobre sus manos, mirando a quien permaneció sentado junto a él; Ryoishirou lucía relajado, aunque en su mente rondaran cosas que no iría a expresar con cabalidad –Gracias por la curación…- le agradeció, con sinceridad, sintiendo en ello los dedos de Asami sobre las vendas; en los lugares de las heridas que, en el futuro, dejarían marcas… El pelicastaño torció una sonrisa arrogante, pero no resultaba molesta por no ser desagradable la intención.

 

-No podía quedarme de brazos cruzados.- aseguró –Además, ya lo has dicho, no cualquiera puede tocarte…- la sonrisa torcida se ensanchó un poco más –Ya que todos tus puntos buenos los expones en una cama, incluyendo tu fragilidad…- Asami, no había morbo oscuro en sus palabras; sólo recuerdos de conocerlos de primera mano y de lo que había vuelto a tener el privilegio de presenciar y atisbar.

 

-¿Qué dices…?- Ryoishirou se rio bajo, sin ofenderse o alarmarse de lo expuesto por aquel, ya que era verdad; apenas una tenue pigmentación en la mejilla a la vista del otro…

 

Su aspecto luciendo tan holgado, sensual e inocente; así, con los recuerdos vedados y el momento tranquilo disfrutado…

 

Los gestos de Ryoishirou, aunque eran desenfadados, repentinamente seductores, pero -al mismo tiempo- reservados, respetuosos; ya fuera porque aquel se diera cuenta, como el si no, le percibía ese anhelo de un recuerdo que se quedó grabado en la piel… Sumado a su apariencia de belleza lozana y juvenil, su cuerpo delgado y definido, la entereza de su carácter y su letalidad… Tenía, en situaciones como esa, un bosquejo de inocencia olvidada; pero que nunca le iba a abandonar…

 

Takaba tenía mucho de esos puntos, a excepción de lo letal… ¿Sería, acaso, porque le despertó aquellos sentimientos Akihito, de lo que alguna vez sintió –y mantuvo al margen- hacia Rume?

 

-¿Por qué no quieres que Ryuusei sepa de esto?- Asami inquirió casualmente, tratando de adivinar la situación del otro; ante la revelación que en su mente tuvo de sí –Después de todo lo que has dicho, él debe ser otro de tus cercanos dragones…- señaló, en un breve análisis de retrospección. Aquel le miró tranquilamente, conservando el humor tenido de ese rato…

 

-Porque, ese Ryu, podría representar mi perdición…- Ryoishirou -O eso creo…- apenas se rio…

 

La forma holgada de su cuerpo, con la expresión de gusto en su faz… Contrastaba con el reflejo perdido que hubo en sus pálidas pupilas, antes de ocultarlos, al cerrar los ojos…

Notas finales:

Espero les haya gustado y trataré de tener la Parte II muy pronto... xDu

 

Muchos cariñosos recuerdos de L.-más elusivo que el Planeta X (?)-Wolf.

Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!! x3


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