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Entre el origen y el final por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Holi, Krat al habla... (Krat Fics en facebook)

Pasaba por aquí con una idea loca que no me dejaba en paz~~~

Notas del capitulo:

Holi~

Bueno, sé que debía actualizar "Un ángel de paso" pero esto se escribió solo, cuando estaba aburrida en clase XD

Vi por casualidad un minicomic sobre ésta temática y dije... pues hay que hacer un short para disfrute de todos 

Disfrútenlo~

 

 

A paso lento se desataba la discordia, a paso lento se pasa de suavidad a rudeza, a paso lento construyes tu perdición

 

 

-lindo pensamiento, ¿no crees? – un hombre de cabellos negros con un par de mechones blancos hablaba desde las sombras sin siquiera mirar a su acompañante. Denotaba liderazgo, porte, elegancia… fetidez en el alma – responde

-vete a la mierda – bufaba quien en esa silla reposaba, mirando al techo, suspirando y pensando en que fue muy  estúpido irse a beber solo en un bar desconocido después de terminar con el trabajo que su jefe le mandó a cumplir

-Yuri Plisetsky deberías comportarte mejor, después de todo… estás atado a una silla en un lugar desconocido, sin contacto alguno… completamente solo y desprotegido

-¿sabes lo que en verdad me preocupa, quien mierda seas? – sonrió con burla mientras medio se acomodaba en esa pequeña silla, cuyo cuerpo ya maduro no aceptaba como apropiada para su tamaño – la ira de mi jefe… eso si es de temer

-hablas el líder de la mafia rusa – sonrió acercándose al rubio que estaba a pocos pasos de él. Le agarró del cabello largo y lo jaló hasta ver aquella carita magullada. Un moretón visible en el pómulo, la nariz sangrante ligeramente y el labio partido por las agresiones – escupe el nombre y la ubicación si no quieres que te tratemos como un invitado especial otra vez

-oh, ¿eso quieres saber? – el prisionero sonrió y cuando lo soltaron, meneó su cabeza tratando de quitarse el cabello de la frente – pues abre bien las orejas, idiota – miró al hombre y sonrió con malicia. Movió sus labios y soltó su saliva en forma de bolita, la misma que golpeó directamente en el rostro del hombre – ahí está tu respuesta… cabrón – un escupitajo bien dado, el mismo que contenía parte de su propia sangre

-¡tú te lo has buscado! – gruñó apartándose con una mueca de asco, limpiándose con un pañuelo blanco aquella saliva impregnada en su inmaculada piel y a paso furioso salió del lugar tras dar una única y simple orden – tortúrenlo hasta que decida hablar

-PIERDES TU TIEMPO MALPARIDO, FIEL A MI FAMILIA… ¡TE METERÁN UNA BALA EN MEDIO DE LA PUTA FRENTE! – vociferaba Yuri mientras luchaba con sus agarres, pues debía escapar como sea o tendría demasiados problemas. Pero como ya dijo, a lo que le tenía más pánico era a su jefe no a esos cabrones, y el regaño su líder le daría por haberse dejado capturar sería eterno.

 

 

Dos personas ingresaron al lugar en donde el rubio se encontraba, portaban guantes negros, sujetaban dos varas metálicas, uno llevaba algo parecido a una fusta y se arrimaban las mangas de sus ropajes. Sonreían de medio lado porque disfrutarían de callarle la sucia boca a ese mocoso, pero Yuri no era débil, aguantaría cada cosa con una sonrisa altanera porque así era él. Por su lado el jefe, al que considerarían enemigo, altanero o amotinado, caminaba por el pasillo de ese desconocido lugar, iba con prisa pues ya se hartó de esperar información de parte de ese mocoso o de su infiltrado, tomaría al toro por los cuernos en vez de estar siendo sutil. Poco después ya se hallaba en esa habitación con buenos muebles para reposar con calma mientras llamaba a negociar por la vida de su prisionero, eso iba a ser divertido. La llamada seria rápida, solo era cuestión de decirle sus demandas, una aceptación, la negociación del rehén y listo… eso pensaba

 

 

-estoy ocupado, que sea rápido y preciso – el que contestó solo emitía una voz calma, dura, seria

-no deberías hablarle así a quien tiene a uno de los tuyos – el canoso sonrió pero cuando estaba a punto de decir algo más, esa voz le cortó

-pásame con Yurio de una maldita vez

-no eres nadie pa…

-hazlo o colgaré, mataré a tu infiltrado y las demandas serán rechazadas de inmediato –

-es uno de los tuyos – refutó, pues a él poco le importaba el infiltrado. Desde el principio supo que ese idiota moriría en manos enemigas aunque esperaba que al menos le diera información básica antes de que lo atraparan – piensa mejor en el bienestar de tu subordinado

-déjame ver… ya lo pensé. Ponlo al habla, ahora – no se inmutó por las amenazas, no sería la primera vez que las escuchara

-como decían los rumores, no se te escapa nada, te gusta la rapidez y eficiencia, silencio y eficacia

-hazlo ahora o te juro que volaré la reserva que posees en las costas, mañana a primera hora

-eso no te funciona líder de…

-bien, colgaré

-Espere jefe. Es Yurio por dios, dele una oportunidad – una voz diferente se quejaba al fondo y luego de pequeños gruñidos y lo que parecían favores, de nuevo se escuchó la voz que interesaba

-dame tus exigencias y después déjame hablar con Yurio

 

 

Una habitación resguardaba al líder de la mafia rusa, el mismo que en esos momentos apretaba los puños mientras escuchaba las exigencias del ajeno. Pero a pesar de eso, su rostro era sereno, ni una sola expresión que demostrara alguna preocupación aunque si tenía un pequeño, casi imperceptible, tic debido a cierto detalle que sucedía. Fue obligado a aceptar hablar con el tipo en la línea, un enemigo despreciable. El hombre que designó como su mano derecha lo obligó y por eso estaba allí sentado en el regazo del mismo, quien con dulce voz, muy chillona en ocasiones, lo mantenía abrazado por la cintura. Los cabellos platinados danzaban levemente por el movimiento del dueño, que con una sonrisita divertida sostenía a su jefe para que no se escapara de aquella llamada. Podría parecer la escena más rara en ese campo “laboral” pero para ellos no lo era. Un amante podía hacerle eso a su jefe-amante sin  correr el riesgo de ser baleado hasta la muerte

El, definitivamente más alto, peliplata posaba su quijada en el hombro de su jefe, que a pesar de estar ambos sentados aun no podía estar a la misma altura. Sus narices aún estaban separadas un par de centímetros denotando su diferencia de estatura. Besaba el cuello del azabache que seguía escuchando al desconocido que quería, o intentaba, chantajearlo o hacer un trueque. Deslizaba su nariz por ese cuello causando el ligero estremecimiento adorable pero recibía un golpe en la frente cuando se pasaba de la raya, sin enfadarse tomaba esa mano agresora y la besaba con devoción. Era su juego para quitarle el estrés a su querido jefe sexy, como solía llamarlo cuando estaban a solas como en esa ocasión, pero por el momento era prudente no hablar y seguir mimando a tan lindo ser… aunque para todo enemigo era el ser más despiadado y peligroso existente

 

 

-ahora déjame hablar con él… no pienso darte una respuesta hasta hablar con Yurio – cuando escuchó que lo hacían esperar hasta contactar con el mencionado, se giró para ver a su… mano derecha en ese negocio banal

-yo no hice nada malo – sonreía el peliplata mostrando la mayor de la dulzura en sus ojos azulados

-Viktor, más te vale no hacer eso mientras estoy negociando – regañó el jefe, pero aun así usó sus manos para atraer el rostro ajeno y besarlo con suavidad

-un gesto dulce para ser un mafioso hecho y derecho… Yuuri, mi lindo Yuuri – sonrió con infantil emoción besando de nuevo esos labios que no habían perdido dulzura a pesar de haber pasado esos años en esa clase de trabajo

-¿de quién crees que es la culpa de que yo esté aquí? – bufó mientras lo apartaba y tomaba de nuevo el teléfono, esperando alguna respuesta que no tardó en llegar. Sintió como su vientre era acariciado y con su codo golpeó al peliplata para que lo dejara en paz

-tienes lindos ojos… marrones pero brillantes. Aun no pierdes la pureza Yuuri – susurraba Viktor en el oído ajeno, justo antes de recibir un golpe más y ser apartado

 

 

En el lugar anterior, el mencionado enemigo ponía el teléfono cerca del rubio que ahora se quejaba por los golpes recientes. Jadeaba cuando tiraron de su cabello hasta observar el rostro que mostraba una mueca entre dolor e incomodidad, fastidio en todo sentido. El desconocido canoso reía al verlo y después de un par de palabras puso el altavoz, aunque el rubio parecía más enfadado que antes. El silencio se dio de repente para sorpresa de todos, pues nadie hablaba y cuando el desconocido estaba a punto de decir algo, del otro lado la voz brotó

 

 

-patético –

-también me alegra escucharlo, jefe – bufó escupiendo la sangre acumulada en su boca – ¿qué quiere? me interrumpe en mi paraíso tropical

-basta de sarcasmos Yurio

-¿qué desea de mí? – sonrió pues adoraba molestar al que por desgracia llevaba un nombre que sonaba igual que el suyo, peor aún, era su propio jefe

 

 

Yuuri había salido de su oficina a paso calmo, se había trasladado a una habitación adjunta donde rastreaban la llamada como buenos subordinados. Se habían alistado desde el mismo momento en que la señal de Yuri desapareció, donde nadie lo vio y allí estaba el resultado… una ubicación exacta. Si el  chantajista era un mafioso, era de los más estúpidos por no tomar precauciones y darle su ubicación con tan poca cosa. Yuuri miraba a los hombres que allí estaban, les hizo una seña con la mano y todos dejaron de teclear para guardar completo silencio. Viktor se aparecía poco después, sobándose el costado pues al parecer recibió un castigo duro antes de moverse hacia esa habitación

 

 

-toma una decisión, Yurio – dictaminó sin dudarlo

-¿que quiere que le diga?

-dime… te salvo y mando al carajo toda la operación… o te mueres siendo fiel a la familia – todos miraron a su jefe sin inmutarse, casi todos, pues sabían el carácter que su líder en sombras tenía

-este hombre quiere saber quién es usted… jefecito – reía Yuri mirando a sus agresores, era la situación más cómica que vivía – eso es por culpa suya. Se muestra a muy pocos, nos mandas a nosotros por las cosas difíciles y usted…

-solo responde Yurio – el japonés dio una señal y todos ya mostraban la localización constante en los monitores

-moriré con honor – el rubio podía reírse al ver la incredulidad en sus captores

-bien entonces

-espera, ¡¿qué carajos dices?! – el canoso desconocido habló alterado, su plan se iba a la mierda solo con eso  – escúchame… es tu subordinado, si me das lo que exijo yo…

-espero que tu muerte sea  rápida, Yurio – Yuuri habló con calma mientras colgaba, dejando solo el pitido resonar en la línea en muestra de su ausencia

 

 

En aquel lugar en penumbras los enemigos vociferaban, reclamaban, mandaban al demonio a todo el mundo y terminaron golpearon al rubio que se reía bajito por aquella escena, jactándose de su fidelidad y la sangre fría de su familia. Una ganancia cuyo sacrificio era un solo hombre ruso que llegaba a su adultez con honores. Yurio era solo un chiquillo aun, estaba  aprendiendo de ese mundo cruel pero era tan malditamente talentoso que su jefe lo tomaba en cuenta para las más arriesgadas tareas. Se ganó su puesto, su fama, su fuerza, con sudor y sangre, por eso tenía en su rostro la satisfacción marcada. Su muerte era la última proeza que necesitaba para ser reconocido por la maldita mafia a la que servía desde hace algunos años. No hablaría por nada de ese mundo, porque la fidelidad era su guía, era su alma, era su última voluntad

En la oficina de la mafia rusa, en aquella habitación donde Yuuri, el jefe de jefes estaba parado, reinaba el silencio. Todos miraban la calma de su líder y la mueca de fingido susto que hacia el peliplata a su lado. Alguien pensaba reclamar, pero no se atrevían porque sería despertar la furia de su jefe y porque sabían que jamás se abandonaba a uno de los suyos. Yuuri repasó sus ojos por todos los  presentes, con calma los contó y al final una ligera sonrisa se plantó en su rostro causando el leve estremecimiento de unos, el sonrojo en otros, reacciones diferentes. Porque había que admitirlo, ver a su estoico jefe sonreír de esa forma tan natural era un privilegio, una hermosa y sutil sonrisa que acentuaba la imponente presencia de su jefe, un japonés de cabello negro peinado totalmente hacia atrás, ojos marrones, delgada figura. Y al final estaba Viktor, que emocionado solo miraba con sus ojos brillantes aquella pequeña acción por parte de Yuuri

 

 

-Otabek – Yuuri habló con calma y todos se crisparon antes de girar donde supuestamente debería estar su compañero

-es obvio que fue por Yurio – sonrió Viktor saliendo de la ensoñación al mismo tiempo que la sonrisa de Yuuri se fue

-señor, ¿cuál es la orden?

-se los he dicho antes – el japonés le dio el teléfono a alguno de sus subordinados y los miró

-una familia nunca abandona a los suyos – recitaron en coro dejando satisfecho a su líder

-manden refuerzos a Otabek, hagan lo imposible… lealtad se paga con vida, traición se paga con muerte – fueron las palabras de Yuuri de una forma tan convincente que se ganaba la confianza de todos

-¡enseguida! – hablaron los presentes y se pusieron en marcha

-por eso amo a mi Yuuri – decía Viktor y empezaba a seguir a su líder como un perrito fiel – porque siempre me impresiona, porque es buen líder

-silencio Viktor… tenemos cosas que hacer – caminaba ya por el pasillo a su siguiente destino

-¿no verificarás si Yurio vuelve?

-confió en mi gente, sé que lo harán bien… así que nosotros vamos al trabajo pesado

-Yuuri~ te hace falta un descanso – sonreía mientras tomaba la mano de su líder y en silencio se escapaba a una de las habitaciones del fondo

 

 

Cierto azabache ya estaba en la carretera, observando aquel puntito rojo insistente en la pantalla de su celular mientras tomaba una curva pronunciada en esa casi oscura calle. La noche ya caía y no tardó mucho en recibir la llamada de un compañero, informándole sobre los que lo ayudarían, plan de ataque, localizaciones exactas de autos y vías de escape. La idea era atacar con precisión, no dejar rastros y destruir evidencias, así de simple y así se iba a cumplir. Otabek solo pensaba en llegar con prontitud, incluso se escapó antes de ver a su jefe japonés en la habitación de operaciones, solo vio la localización y salió corriendo porque Yurio era su prioridad. Él y Yuri entraron a ese mundo juntos, se iban a ir juntos también, esa fue la promesa que hicieron. “No debí dejar irte solo” bufaba pero como siempre mantenía la calma, aunque su ceño fruncido denotaba la preocupación combinada con la adrenalina del momento, ese era Otabek Altin

No fue demasiado complejo o difícil, fue cuestión de llegar y esperar tan solo minutos a sus compañeros. No eran demasiados, los suficientes para pasar desapercibidos y ser eficientes en la infiltración a esa edificación de un par de pisos en medio de esa ciudad, en la zona industrial aislada, no podía ser más cliché. Por otro lado estaba Yurio, quien en cierto punto se había zafado del amarre que sus agresores aflojaron levemente para poder darle un mejor “trato” y ahora mismo ya tenía dos hombres en el suelo, dos más en contra. Su ceja sangraba y su vista se volvía levemente borrosa, pero como fuera… iba a vivir  y restregarle en la cara a su jefe que podía con todo y que se merecía un aumento o unas buenas vacaciones… ¡pero no! su cuerpo le impedía moverse bien, tal vez tenía una costilla rota o dos, máximo. Así que cuando se dobló de dolor por un buen golpe solo se quejó y cayó de rodillas. Insultarles a esos dos y a sus madres no fue la mejor idea que tuvo

 

 

-tu jefe te ha abandonado y aun sigues sin soltar la lengua – se reía uno de ellos limpiándose el sudor y acercándose con lentitud al rubio caído, para ganar expectativa – que idiota

-púdrete – Yuri jadeó adolorido

-íbamos a hacer un trato pero ahora ya no queremos

-un trato, ¿con un par de idiotas? – se mofaba pero estaba en problemas, su visión estaba borrosa

-necesitábamos una puta con lindos ojos

-entonces llama a tu madre – se reía el rubio pero solo bastó un par de segundos para sentir como lo agarraban, levantaban y lanzaban con fuerza contra la pared. Bien, tenía que pensar mejor en los insultos si quería ganar tiempo

-te voy a… – pero allí murió la palabra del atacante, porque algo llegó, algo que resonó con eco en esas paredes

-vete al infierno – sonreía divertido pues reconoció aquel sonido como el de un arma. El impacto tan preciso como solo una persona podía darlo y Yuri sonrió como idiota. Otro disparo más y el otro atacante cayó sin vida

-¿estás bien Yuri? – esa voz gruesa, profunda y calmada, su corazón latió con fuerza al escucharlo y se sintió estúpido poco después, porque estaba actuando como un adolescente de nuevo

-Si – Yuri respondió con sequedad dejando que Otabek lo ayudara – ¿y los demás? – decía abrazando al pelinegro con uno de sus brazos, posándolo en los hombros ajenos y usándolo como soporte

-encargándose del resto – Algo que los dos tenían en cuenta era la lealtad de su familia, sabían un poquito del accionar de su jefe y confiaban sin vacilar, por eso sabían que no iban a estar solos. Sabían que debían mantenerse con vida hasta que sus compañeros llegaran a sacarlos del problema

-cada día estas más pequeño – Yuri soltó una risita burlesca admirando la serenidad de quien lo ayudaba a caminar para salir de ese asqueroso sitio – Otabek… no pudo creer que antes eras más alto que yo – se reía pues ahora superaba en varios centímetros a su pareja y lo comprobaba en ese momento donde se recargaba en el más pequeño

-somos de países diferentes, ¿qué querías? – habló ya cuando veían la luz del pasaje

-no te enojes Otabek, solo bromeaba – hizo una mueca de dolor cuando ya salieron e ingresaban al auto – igual me sigues gustando

-tranquilo, te llevaré a la sección médica de inmediato – el azabache ayudó al otro a sentarse en la parte de atrás de su auto y antes de que Yuri se recostara, tomó el rostro ajeno – no vuelvas a ser imprudente

-basta de regaños Otabek

-Yuri – pero le cortaron las palabras con un suave y dulce beso, gestos que apreciaba infinitamente. Esas manos que tomaban sus mejillas para volver a besarlo estaban frías y sucias, era tonto sentir la dulzura en ellas, pero la había… un rastro leve pero existía

-vamos a casa, allá nos peleamos y reconciliamos – el rubio se reía divertido mientras se recostaba y respiraba aliviado

-claro –  susurró con un leve sonrojo, admirando también las mejillas rosadas del Yuri ruso, así eran esos dos

 

 

Todos terminaron en un mundo así de oscuro por razones diferentes, poco les interesaba recordar cómo era su vida anterior porque sabían que jamás volverían a tener algo como aquello. Sólo les restaba seguir adelante, hacerse cargo de cada error y designio que les deparaba su “trabajo”. En secreto se mantenían algunos, otros daban la cara por aquella organización, un plan en conjunto que mantenía la estabilidad de aquella mafia rusa que dominaba el mercado. Cualquier opositor terminaba en la oficina del líder, completamente solo porque el resto del grupo había sido exterminado. Ese fue el inicio de la leyenda que ahora era el llamado “Katsu” pues aquellos que lograban ver al líder de la más grande mafia rusa de frente y vivir como aliados, decían que era eso… una victoria por parte de esa enorme “dinastía”. Lo más raro era que el líder al parecer no era ruso como todos pensarían, pues por alguna razón… era japonés y de allí el apodo dado. Katsu, la victoria

Lo que nadie sabía era el tipo de persona que en verdad era el líder. Todos lo tachaban de ruin, cruel, sin piedad, objetivo, preciso, pero solo sus allegados sabían que no era nada de eso, al menos no en el fondo, porque debido a su cargo y demás debió comprimir su esencia y mostrarse como la sociedad esperaba. Pero nadie borraba lo que allí estaba, nadie podía desaparecer en totalidad aquella personalidad original y especial. Pero solo pocos podían sacarla a flote y uno de los privilegiados era aquel peliplata, quien tomando la mano de su jefe lo arrastraba por las calles invernales. Calles blancas y heladas de la ciudad de Dikson a pesar de que tenían mansiones en todos lados y eso era por simples razones. Estaban empezando mayo y abría competencias de esquí, además que ver la aurora boreal en medio de una ciudad como esa era simplemente el más grande disfrute de Yuuri. Pocas de las cosas que le era permitido hacer al japonés en ese país de nombre Rusia

La nieve caía con finura, pocos copos constantes que hacían que esa ciudad fuera considerada una de las más frías y a Yuri le gustaba, porque de cierta extraña forma le recordaba su ciudad natal en el invierno, con ello las memorias de su tranquila infancia y adolescencia en conjunto con la de su familia le llegaban frescas como lechuga. Aspiraba el aire helado que hacía su exhalación pesada, causando que su aliento formara una pequeña estela de humo. Acomodaba mejor su bufanda para continuar con la caminata, dos pasos un poco más atrás del que dirigía su camino. Viktor era de esas personas que no abandonaba su sonrisa  a pesar de todo lo malo que le pasara, al menos eso mostraba porque Yuuri pocas veces le había visto molesto con él y agradecía ese detalle, porque admirarlo brillar era como reconfortarse a sí mismo. Se necesitaban mutuamente

 

 

-vamos Yuuri, falta poco – no había mucha gente circulando por esas calles en la noche de media semana y el pelinegro con calma solo seguía la ruta que le trazaba el mayor de ellos

-no sé a dónde quieres ir, Viktor – apenas acababan de enterarse que Yurio estaba vivo, siendo atendido y el peliplata lo había sacado a la fuerza de su mansión, aun no entendía porque – pero estas siendo igual de imprudente que Yurio

-esta ciudad es nuestra, no hay peligro de nada – el peliplata de contextura envidiable, sonreía con infantil emoción denotando su curvado labio superior que cuando reía formaba un corazón – vamos Yuuri

-más te vale que el plan sea bueno – su seriedad no se perdía, así como su cabello peinado totalmente hacia atrás tampoco lo hacía. A pesar de todo eso, caminaba sin dudar, sabía que Viktor lo llevaría a un lugar interesante como otras veces

-te gusta patinar, ¿verdad? – sonreía tomando la mano del pelinegro y jalándolo a aquel lugar donde los árboles estaban congelados. Solo las ramas contenían una capa de nieve que asemejaba al follaje. La luces de la ciudad hacían la nieve brillar, era hermoso para los turistas como ellos

-Viktor – susurró, Yuuri iba a reclamarle porque no había dejado sus negocios de lado por aquello

-¡vamos! –

 

 

Viktor no lo dejó protestar y casi lo arrastró a aquella pista formada en medio de la plaza. La gente patinaba sin apuro alguno y el peliplata sacó de entre su ropa dos gorritas de lana de color negro. Una se la puso a Yuuri para ocultar sus facciones asiáticas entre esa y la bufanda, él se colocaba la otra para ocultar sus hebras platinadas, era un disfraz simple pero efectivo. No había muchas personas porque generalmente ese sitio solo lo visitaban parejas, ellos también eran una pero por ahora la idea era solo ser un par de “turistas” disfrutando de algo sencillo. Viktor obligó a Yuuri a ponerse los patines, lo ayudó a atarlos con cuidado, sonriendo porque cumplió su objetivo. La mirada marrón brillaba con las luces, pero más que eso, el brillo salía con naturalidad porque Yuri amaba deslizarse sobre el hielo tanto como él y no lo habían hecho en mucho tiempo. Lo jaló a la pista con una sonrisa y a su vez admiró la sonrisa encantada del pelinegro, quien dejando esa faceta seria y de porte, actuaba como lo que verdad era… una persona angelicalmente tímida y con gustos sencillos. La esencia de Yuri se mostraba en esas condiciones, solo faltaba un detalle y Viktor lo completó

 

 

-¿qué haces Viktor?

-te ves mejor con lentes gruesos y sencillos – sonreía colocándole los mencionados con sumo cuidado, acariciándole de paso las mejillas sonrojadas por el frio o la vergüenza tal vez – ése es mi Yuuri

-ese Yuuri debió morir

-pero sigue allí – sonrió divertido acomodándole la bufanda en medio de la pista y empezando a deslizarse con Yuuri siguiéndolo – y no importa cómo te veas, para mi eres Yuuri… sea el ángel o el demonio. Amo a ambos – susurró en el oído ajeno para luego entrelazar sus brazos y empezar a dar vueltas coordinadas en la pista

-olvidas que tú creaste al demonio – y a pesar de eso Yuuri sonrió, porque detalles como ese le hacían sentir malditamente amado

-me disculparé infinitamente por eso – susurraba mientras daban un par de vueltas sobre uno de sus patines para luego dibujar un circulo entero en el hielo  y volver a encontrarse en el centro. Era como si lo hubiesen ensayado – no creí que tu terminarías siendo el favorito del antiguo jefe

-no importa – sonrió como solo Viktor podía ver y siguió con el juego – siempre y cuando te quedes a mi lado

 

 

Un romance en el infortunio, así solía llamarlo Yurio y poco les importaba porque era maravilloso. Eran de los pocos minutos que podían estar juntos de esa forma, olvidando que eran parte de la mafia rusa, olvidando que sus manos estaban manchadas, olvidando de lo oscuro de su vida y disfrutando de la simpleza de dar volteretas en el hielo. Siendo admirados y ovacionados por los afortunados que los veían. Las otras personas en la pista les daban espacio para completar su coreografía que se expandía con el tiempo, dando giros, saltos, levantamientos entre ellos. Se reían cuando tenían que unir sus manos para proseguir con la danza, que conocían tan bien porque la practicaban desde hace tantos años, que era natural. Sonreír con los saltos finales para terminar con una pose, sus manos extendidas hacia el público, una expresión llena de ingenua emoción y escuchaban los grititos de la gente. Una reverencia bastaba ya para terminar con el espectáculo y sonreír para proceder a retirarse pues estaban agitados

Pero no era el único plan de la noche y Viktor tiraba de la mano de Yuri para llevarlo al siguiente destino, una cena a la luz de las velas en un restaurante que les reservó la mesa adecuada. Viktor era detallista en ese sentido, pues estaban en un ambiente de lo más lindo aunque las velas no estuvieran encendidas de verdad y la luz fuera artificial pero al tono perfecto. La comida sencilla, caliente para combatir ese frio, la plática amena y hasta un poco divertida. Yuuri sonreía con naturalidad y para Viktor ese era su pago, tenerlo así de feliz por cosas como esa… ese era su Yuuri original, el inocente. El mayor servía el champan con bajo alcohol para brindar ese día, el pelinegro se perdía mirando los detalles de aquel lugar, bello en todo sentido

 

 

-gracias por esto – susurraba mientras tomaba su copa para chocarla con la de su pareja ocasionando un ligero sonido agudo y la risita de Viktor

-necesitabas un descanso y me complace complacerte

-estás de juego – dijo Yuuri cuando dio su primer sorbo en aquella copa alta y vio algo en el interior, al fondo, era algo que reconocería de inmediato

-ahora soy yo el que te cede ese detalle – Viktor sonreía divertido admirando el anillo de oro que reposaba en el fondo – ya que nos vimos obligados a dejar los que nos dimos hace años… ahora lo compenso con estos

-Viktor – regañó mostrando su rostro sereno, mirando aun el contenido de su copa llena. Era verdad que cuando ingresaron a ese mundo, su jefe les obligó a tirar aquellos anillos de plata que él compró cuando tenían como veinte años y eran novios – estás rememorando cosas que deberían borrarse – decía luego de beber el líquido y sacar aquel objeto. Miraba como Viktor lo imitaba, sacando el suyo

-cásate conmigo, Yuuri

-estás loco

-estoy enamorado de ti

-si acepto… lo segundo que pedirás será tener hijos conmigo – el japonés hablaba mientras jugaba con el objeto de oro entre sus dedos

-me adivinaste el pensamiento

-no lo haré – soltó un suspiro y miró a Viktor con un toque de tristeza, pues exactamente estaba recordando la promesa juvenil que hicieron – es mucho riesgo Viktor

-¿riesgo de que? Nos amamos, ¿no?

-no dejaré a un niño en este mundo Viktor, ya lo hemos discutido – quiso dejar el anillo en la mesa pero la mirada llena de dulzura del peliplata lo detuvo, odiaba que su corazón saltara con esa simple acción – Viktor

-Yuuri – lo miraba con serenidad, le quitó el anillo procediendo a colocárselo en el dedo indicado, lo hacía con cuidado y cariño – podemos hacerlo. Podemos formar la familia que soñamos – le cedió el otro anillo y esperó a que la acción se repitiera – podemos estar juntos y vivir felices, amarnos, vivir como hasta ahora

-¿dejando que esta mugre nos cubra? – Yuuri tomó el anillo y dudó mucho, miraba el suyo y tembló ligeramente. Era su sueño más grande pero también podría convertirse en su pesadilla – pensar en si puedo morir algún día, que podrías morir sin aviso, que podríamos tener hijos y dejarlos sin protección en algún momento

-eso no pasará porque yo cuidaré de ti, tú de mí, nuestra familia de nosotros

-no lo sé, Viktor

-yo te amo Yuuri – se quedaron viéndose unos segundos en eterno silencio. La mirada de Yuuri se cristalizaba levemente y Viktor sonreía para reconfortarlo

-y yo a ti – al fin soltó aquello con emoción acumulada sonriendo con dulzura y tomó la mano de Viktor – yo también te amo – susurró mientras deslizaba la argolla en el dedo correcto – y más te vale que… esto funcione – trató de controlar su voz pero fue imposible no quebrarse a la mitad

-funcionará – aseguró Viktor con una sonrisa, agarrando la mano de Yuuri, besando el dorso con devoción, con amor, con eterna culpa por haberlo llevado a ese mundo. Se juró nunca lo iba a abandonar, que enfrentarían ese mundo cruel uno junto al otro, aceptaba todo aquello sobre sus hombros… ¿qué  más daba si estaba juntos? solo les quedaba seguir intentando formar una familia estable

 

 

Una cena bien compartida, para seguir con lo planeado. Lo siguiente era volver a la mansión y encerrarse en su habitación, porque sea como sea, esa línea ya la habían pasado desde hace tiempo. Ese era su pequeño plan después de disfrutar de una agradable salida en incógnito. Pero obviamente Yuuri no se iba a quedar con la duda, necesitaba ver en qué condiciones regresaron sus subordinados, porque era necesario, porque se preocupaba por la que consideraba su familia. Incluso si fuera un revoltoso chiquillo que no merecía consideración alguna. Pero Yurio era tan importante como los demás, imprudente y boca suelta pero era fiel y amable cuando quería. Prueba de eso era Otabek en conjunto con esa relación que Yuuri vio madurar y convertirse en la sólida estructura que era ahora

Caminaron por la mansión a paso calmo, Viktor como siempre iba detrás de Yuuri con prisa para terminar todo rápidamente, pues el ansioso era el peliplata que había estado en abstinencia por una bromita que a Yuuri no le dio gracia. Pero de todos modos lo importante era Yurio, así que ignorando la sugerencia de uno de los enfermeros Yuuri dio vuelta a la perilla e ingresó. No le extrañaba lo que vio, hasta podía decirse que estaba acostumbrado, ya eran incontables las veces que  encontró a ese par en esa forma. Digamos que Yurio era un ser de sangre caliente y boca sucia

 

 

-no deberías montarlo en esas condiciones – Yuuri ni se inmutó cuando tomó asiento en la silla que encontró. Otabek estaba sobre las caderas de Yurio como otras tantas veces, al menos estaban vestidos en esta ocasión. Un leve carmín adornó ese rostro neutral que Otabek solía mostrar, verlo así era el premio gordo  

-Vaya, sí que son enérgicos, hasta en esa situación – se burlaba Viktor cerrando la puerta. Yurio era el más gracioso pues parecía un tomate, aunque no sabían si era por furia o por vergüenza

-Otabek, no le sigas el juego de seducción a Yurio, en ese estado lamentable no podrá ni levantarse y sabes a lo que me refiero – terminó diciendo Yuuri mirándolos con calma, aun usaba esos lentes pero su porte era el de un jefe y no el inocente que mostraba en el hielo

-lo siento – susurró el azabache procediendo a bajarse y Yurio solo gruñó

-yo sé lo que puedo y no puedo hacer – se quejaba el rubio y Viktor trataba sin éxito de esconder su risa divertida – ahora dime qué es lo que quieres jefe – hablaba en tono sarcástico

-no vuelvas a ser imprudente, no quiero perder a un buen amigo

-me ibas a dejar morir – bufó mirando al japonés – ¿y me dices eso ahora?

-tú tomaste esa decisión – Yuuri lo retó – a pesar de que sabías que si me hubieses dicho sálvame, lo hubiese hecho sin pensarlo

-deberías ser un poquito más honesto Yurio. Haces que Otabek se preocupe – decía Viktor mirando al tranquilo muchacho que se paró junto a la cama de la enfermería

-yo sabía que katsu no me iba a dejar morir, pero rogar y en frente del enemigo… eso jamás – se quejó Yurio  en seguida, mirando al techo para no enfrentar el regaño en esa mirada marrón de su jefe por ley y hasta que se muera

-no te dejaría morir, pero ellos tal vez te hubiesen asesinado antes de que los refuerzos llegaran hasta ti – el japonés frunció su ceño y se levantó para acercarse al rubio – no vuelvas a hacer eso, idiota – un solo golpe, una bofetada en esa mejilla aun herida y una mirada sin emoción por parte de Yurio

-no vuelvas a hacer eso – secundo Viktor mientras le abría la puerta a su dulce amante y sonreía – agradece que el regaño no se extendió… y descansa

-Otabek – Yuuri se paró en la puerta y habló con autoridad sin mirarlos – cuídalo, que no haga esfuerzos, eres como tres años mayor. Sé más maduro y consciente

-lo haré

-algo me dice que no lo hará~ – se burlaba Viktor  cerrando la puerta para dejar a solas a esa parejita – aunque tampoco nosotros guardaremos reposo – decía con picardía, esa voz gruesa, levemente ronca y con agilidad agarraba a Yuuri cortándole el camino, abrazándolo por la espalda – ¿o me equivoco?

-no lo sé, Viktor – canturreó el nombre del otro y sonrió girando su rostro para darle un beso en la mejilla – la última vez no aguantaste mi energía – le agarró la mejilla con rudeza y rozó a propósito sus nalgas con la intimidad del más alto

-eso fue bajo… acababa de regresar de una misión Yuuri – se quejó con un puchero agarrando las caderas del japonés y besándole el cuello para terminar con una leve mordida

-y yo no dormía dos días – sonrió con burla separándose del ruso con habilidad, para seguir con su camino – veremos si puedes cumplir con el ofrecimiento por este anillo – dijo elevando su mano y esquivando el abrazo del otro

-ya lo verás mi lindo Yuuri… o mejor dicho… mi amado katsu

 

 

 

 

 

Notas finales:

¿Qué? ¿Querían lemon?

Por la campaña, "ama al ficker por la trama y no por la zukulencia"...  me abstuve XD

(Yasu: la verdad es que le daba flojera hacer lemon... además de verguenza porque esto lo escribía en clase)

Bueno señores, como les dije esto nació de leer ese mini comic donde Yuuri era jefe mafioso ruso, pero también salió de una dinámica en la página Gays On Ice en facebook, (si desean, pasen por allí... la madrugada de cosas sin sentido fue brutal XD) en dónde proponian un Yurio x Otabek, porque hay que admitir que Yurio iba a crecer en algún momento y se volvería en extremo guapo... 7u7 que lindo es imaginarlo todo grandote y buenote XD

Vi muchas cosas en esa publicación, así que en algún futuro  tomaré las bases y las haré fic (Yasu: si es que se le ilumina el foco y se pone a trabajar.... krat: ¿y tú por qué estás aqui? tú perteneces a los fics de KHR... Yasu: dime tú, soy tu oc) 

Bueno, finalmente digo... me pondré a trabajar en la actualización XD

Nos veremos luego~~

Besitos~

Si me dejan reviews sería lindo. Acepto de todo, críticas, sugerencias, dudas, lo que deseen 

Besos....dobles~~~

Bye bye 


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