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Una Batinavidad por Nero Sparda

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Notas del fanfic:

Ya había subido esta historia en mi cuenta de Wattpad, para que no haya malentendidos por plagio u otra cosa, Anaxkolasi soy yo

https://www.wattpad.com/358624070-una-batinavidad-bruce-x-jason

Notas del capitulo:


Ya había subido esta historia en mi cuenta de Wattpad, para que no haya malentendidos por plagio u otra cosa Anaxkolasi soy yo

https://www.wattpad.com/358624070-una-batinavidad-bruce-x-jason

“Yo habría hecho todo por ti, cuanto me pidieras. Dedicarte mi vida e incluso mi muerte, pero tú no parecías pensar igual, no te importó realmente…me dejaste morir y pronto encontraste otro reemplazo. Para mí, quien puede matar a quien fuese con tal de mantenerte vivo…”

 

No es una oscuridad absoluta, se cuelan vestigios de luz por las gruesas cortinas y Jason sabe que no se encuentra en una casa de seguridad, no está totalmente a salvo pero tampoco en peligro inminente, al menos no físico, sus tormentosos recuerdos son algo aparte, algo más oscuro que cualquier habitación y mucho más dolorosos que cualquier arma.

Allí no comenzó todo, sin embargo formó parte importante en su formación, un buen soldado necesita descanso y él se encuentra donde Jason Todd pasó la primera noche tras ser salvado, o condenado, cuestión de perspectiva.

Red Hood está nuevamente en casa, sobre la mullida cama donde se mantuvo insomne contemplando las sombras, sin creerse su suerte, el hijo prodigo volvió al nido del murciélago y lo que más desea hacer es apartar las sábanas para salir corriendo. Rápido. Lejos. Cualquier cosa menos enfrentarlo, a él no.

 

“Si te hubieses dado cuenta lo profundo que te amaba…pero no importaría, ¿verdad? Tu novia es la ciudad, no un huérfano más. Siempre hay más huérfanos, sólo hay un Batman”

 

—Deberías seguir durmiendo, Alfred dijo que tus heridas no son graves, sólo necesitas mucho reposo—

Allí está la tan conocida voz que aún logra erizarle la piel y acelerarle el pulso, se odia por los reflejos que su propio cuerpo ha mantenido incluso tras la muerte, incluso a través de todos esos años, Bruce sigue causándole estragos, sigue siendo un retorcido amor repugnante.

—Vete al infierno, me largo…

No pretende ser tan brusco ni tan frío, es consciente de que Batman le ha salvado, le ha traído a casa tras el enfrentamiento con varios mercenarios y algunos cuantos traficantes, curó sus heridas e incluso le ha vigilado cuando debería estar durmiendo. Ha habido explosiones, si sigue vivo es por obra y gracia de aquel vigilante. Otra vez.

La nieve cae por la ventana, apenas puede verla antes de caer, o al menos intentarlo. Bruce está allí, abrazándolo, sosteniéndolo y acomodándolo entre las tibias sábanas revueltas que huelen a hogar, no a hospital ni desinfectante, el hogar perdido. Ojalá hubiese estado para sostenerlo antes, cuando esa palanca le golpeó una y otra vez, cuando el dolor se acrecentó hasta hacerle perder la esperanza, pues quién hubo amado tanto, aquel a quien veía como su héroe decidió no aparecer…Batman le dejó caer en su momento más oscuro y nada lo cambiaría, ni ser salvado a unos días de navidad, ni todas las disculpas del mundo, porque estaba roto. Estaba categóricamente jodido.

Lo apartó bruscamente, su piel causaba estragos, un mareo fastidioso seguramente incitado por los sedantes, un bochornoso calor que iba subiendo hasta colorearle las mejillas como si fuese la más estúpida colegiala enamorada.

—Debiste dejarme morir…

Le gruñe y casi puede ver en esa oscuridad casi absoluta cómo Bruce Wayne frunce el ceño, apartando la mirada con un vago dolor. Alucina, porque ese hombre no siente, no tiene un corazón al cual herir, sólo su dura coraza.

—Sabes que no podría hacerlo Jason.

No, él no mata criminales, él no puede castigarlos. Tiene demasiado miedo de su propia naturaleza y prefiere esperar, sacrificar vidas inocentes por basura que no vale la pena.

—Eso sería demasiado piadoso para ti, ¿no? Un maravilloso acto de piedad…dale las gracias a Alfred.

Intenta otra vez, incluso arrastrándose llegará a esa maldita puerta y la atravesará, huirá en la nieve, soportará ese punzante dolor de costillas pero no se quedará a sentir su corazón estrujarse, no puede.

No puede ni mirarle a los ojos, no sabiendo si es la vergüenza o el desprecio que ha permanecido siempre vivo, durante todos esos años, una ardiente llama incapacitada a extinguirse.

—Jason, por favor…

Le detiene, atrapa aquella mano amable y cubierta con cicatrices que muchas veces antes le revolvió el cabello y ahora busca inmovilizarlo contra la cama, brindarle descanso a su maltrecha persona. No puede apartarlo, sólo quiere sentir ese calor que emana, la sensación, quiere la cercanía que le brinda en esa posición así como el aroma llenando sus pulmones.

El tiempo se detiene, suplica porque se mantengan así eternamente, estáticos, ambos atrapados en un espacio donde no tiene lugar el dolor ni los rencores, donde nunca murió olvidado a manos del Joker, desea quedarse envuelto en aquel cuerpo musculoso, aferrando esa única mano que pudo brindarle ayuda, sintiendo su dolor exterior para ignorar el de los recuerdos crecientes.

— ¿Sabes? Hubiese dado cualquier cosa entonces…por esto, por un momento así…

No necesitaba padre ni algo parecido, no encuentra la manera de explicarle y decide entonces mostrarle, desnudar sus estúpidos sentimientos. No fue voluntad lo que le sacó de esa tumba y le hizo mantenerse en pie durante tantos años, ni siquiera la venganza resultaba motivación suficiente. Era amor.

Y el amor que no se expone, que no se muestra y se corresponde, se vuelve letal veneno, un veneno dulce pero finalmente mata desde dentro. Lo corrompe. No hay ningún monstruo cruel, ninguno más eficiente que el amor.

Le besa, Jason Todd besa demandante a Bruce Wayne, no hay identidades secretas cuando ambas bocas se enzarzan en una pelea de dominio, cuando su cuerpo queda aplastado por el del mayor y un suspiro de réplica es la única queja que emiten sus costillas magulladas, las que pueden esperar, las que pueden soportar aquella y mil palizas con tal de abrazarse al playboy dueño de sus sueños húmedos.

 

“El Joker nos separó, pero tú ya habías puesto todo un mundo de por medio. Una máscara sobre otra máscara, y nunca alcancé al verdadero hombre bajo el murciélago…sólo pude ansiar y morir…”

 

Bruce tiene las manos bajo la camisa de Jason cuando ambas bocas se separan buscando oxígeno, sus pulmones duelen y ellos sólo pueden contemplarse desconcertados.

La culpa llega.

El murciélago se aparta, como una habitación que poco a poco va quedando en tinieblas, se cierra nuevamente ante su protegido, negándole cualquier vestigio de sentimientos o emociones.

Jason no necesita palabras para comprenderlo, lo ha sabido desde siempre, sin embargo no duele menos comprobar que nunca alcanzará a ser suficiente, que nunca llenará las expectativas de Batman ni podrá seducir al millonario playboy más codiciado de la ciudad. Porque sólo es un niño, sólo es un huérfano jugando a tener suerte.

—Quédate, Alfred preparó una cena navideña y los chicos están aquí, sería agradable compartir una velada juntos.

 

“Si supieses cuanto duele contemplarte comprenderías porqué necesito odiarte”

 

— ¿Una Batnavidad? ¿Tendremos murciélagos colgando desde árboles? ¿Muérdago? Creí que odiabas esas cosas…

Bruce se levanta, parece ahora mucho más culpable, Jason sospecha, lo observa perdido en sus propios pensamientos e intentando discretamente dejar una barrera palpable entre los dos. Quiere apartarlo, aclararle que ese beso compartido no es más que el fantasma del olvido.

—Tenemos invitados y muchas novedades, tal vez Dick deba ponerte al día, si no está envolviendo regalos.

Eso ya suena por sí mismo sospechoso, los chicos del murciélago no celebran esas cosas como los otros jóvenes, patean las calles, atrapan criminales, si tienen mala suerte volverán a casa con algunas cuantas balas dentro del cuerpo o huesos rotos.

— ¿Te importa si doy un paseo?

Debe pedir permiso, no es su hogar, no es una casa de seguridad, sólo la fortaleza a la cual ha sido confinado. Siente un cosquilleo en los labios y cierra los ojos deseando aferrarse, intentando saborear cada pequeño recuerdo de ese momento que no volverá a repetirse nunca jamás.

—Adelante, hazlo. Bienvenido a casa hijo…

No es más que el anhelo agónico, una luz que se va extinguiendo. Sabe que no volverán a ser padre e hijo nunca más, independientemente del beso. Nunca lo vio así ni podrá verlo en el futuro.

Jason tiene el corazón roto, no sólo las costillas machacadas, y mientras la soledad lo invade en su vieja habitación no puede evitar burlarse de sí mismo. Tan patético.

—Será la última vez…

Se promete, ese beso fue el inicio de la despedida. 

Notas finales:

Espero que les haya gustado, iría con dedicatoria especial pero esta pareja no es muy conocida y siento que tampoco será tan bienvenida. 



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