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New opportunity por grell li

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Eric Kripke. 

 

 

Notas del capitulo:

Esto es un AU así que las edades de los personajes, quedan así:
Dean 20
Sam 18
Cass y Jimmy 18
Gabriel 23

Tampoco está de más advertirles que hay un posible Ooc.

Prefacio

 

Para los Novak el nombrar a sus hijos era algo así como un juego de azar. Elegían un número cualquiera y posteriormente buscaban el nombre correspondiente al número en un viejo libro. De esta forma nombraron a cada uno de sus cinco hijos teniendo como resultado el nombre del Arcángel de la anunciación, uno mencionado en algún pasaje bíblico, el de la autora del diario más famoso, el del personaje principal de una caricatura sobre un niño genio y el del Ángel de los jueves. O en otras palabras Gabriel, Balthazar, Anna, Jimmy (En realidad se llamaba James pero rara vez alguien lo llamaba así) y Castiel.

 

Los hermanos eran tan distintos entre sí que en ocasiones costaba creer que eran hermanos, claro, teniendo como notable excepción a los más pequeños de la familia, los mellizos. Jimmy y Castiel eran prácticamente iguales, lo único que los diferenciaba eran sus ojos, los de Jimmy eran tan grises como el acero y los de Castiel de un azul profundo, fuera de eso eran tan iguales en apariencia física como lo eran distintas sus personalidades. Mientras Jimmy era extrovertido, espontáneo y un tanto hippy; Castiel era serio, reservado y algo tímido.

 

Por esa razón cuando llegó el momento de elegir una carrera universitaria a nadie le sorprendió que eligieran cosas tan distintas como lo eran la Economía y la Antropología. Lo que no esperaban es que carrera elegiría cada cual. ¡Y es que vamos! Uno espera que el hippy que anda por ahí predicando igualdad y ve discursos sociales hasta en la forma de ir al baño termine escogiendo la ciencia que trata de explicar el porqué de dicho comportamiento y que el joven que entiende perfectamente el declive y aumento en la bolsa de valores se incline por la economía.

 

Es por eso que cuando su padre los dejó ante la puerta del apartamento que compartirían con sus hermanos mayores durante su estancia en la universidad les preguntara por millonésima vez si estaban seguros de que eso era lo que querían. Jimmy puso los ojos en blanco y Castiel se limitó a asentir.

 

-De acuerdo entonces tú- dijo su padre señalando a Jimmy, quien en esos momentos lucia tan perdido y desarreglado como siempre- Economista. Y tú- dijo con gesto de concentración señalando al Castiel, quien lo miraba atento mientras jugaba distraídamente con uno de los botones de la gabardina que utilizaba en los días fríos- Antropólogo-

 

Ambos chicos asistieron una última vez y tras despedirse de su padre entraron al apartamento. No era un lugar muy grande, pero era perfecto. Se encontraba en el quinto piso de un viejo edificio, era luminoso y cada una de las tres habitaciones tenía un pequeño balcón. A Castiel le encantó.

 

Apenas hubo entrado en la habitación que compartiría con su mellizo se apresuró a abrir el balcón para poder apreciar la vista de su nuevo vecindario. Frente al edificio había un parque colmado de árboles, un poco más allá una cafetería, una biblioteca, un bar, un cine en el cual se proyectaban viejas películas y unas cuantas cuadras más allá la universidad. Todo se veía tan perfecto, tranquilo y silencioso, tan...

 

El sonido atronador de Highway to Hell lo sacó de sus pensamientos. El escándalo provenía del apartamento vecino, más específicamente de la habitación contigua a la suya. Las puertas abiertas del balcón tan cercano al propio permitían que el escándalo se escuchara como si estuviera en medio de la habitación de su ruidoso vecino. Suspiró resignado a que no podría leer tranquilo en su habitación y regresó a ordenar sus pertenencias.

 

-Creo que no vas a tener el silencio que esperabas Cass- dijo Jimmy en tono de burla.

 

-Si tiene consideración durante los exámenes será suficiente-

 

No. A decir verdad no era suficiente. Llevaba esperando la universidad desde que tenía huso de razón, ya que una parte de él creía que al momento se vería inmerso en un mundo de intelectuales y silencio, no más el escándalo, cortesía de sus tres hermanos varones, que era habitual en casa. Y ahora venía ese idiota a arruinar sus expectativas a los 5 minutos.

 

Mientras tanto en el apartamento vecino Dean Winchester tarareaba la canción que acababa de poner mientras se cuestionaba por qué las bocinas tenían tan poco volumen.

 

Él, su hermano menor y cuatro de sus mejores amigos, Kevin, Crowley, Ash y Chuck,  habían llegado al apartamento el día anterior, y para ese momento su mitad de la habitación ya parecía haber sido atacada por un tornado. Varias botellas de cerveza y latas de refresco se encontraban sobre la mesa de noche, la cama estaba desecha y sobre ella descansaba una pila de ropa que aún no había guardado en la cómoda. Observó su desorden un momento decidiendo si debía limpiarlo, pero por el momento era más atractivo el tirarse a la cama y disfrutar de la música.

 

-En serio Dean, no entiendo cómo aun no te quedas sordo- Murmuró Sam, su hermano menor, tras cerrar la laptop desde la cual se reproducía la canción.

 

-Idiota, deja eso como estaba- dijo molesto lanzándole una almohada.

 

Al ver que el menor no tenía la más mínima intención de volver a encender la laptop él mismo se levantó de la cama dispuesto a dejarla como estaba.

-Dean, molestas a los vecinos-

 

-¡Vamos Sam! No les importa-

 

-De hecho…-

 

Al escuchar una voz extraña que se entrometía en su conversación se asomó por la ventana buscando a quien hablaba. Se encuentra con un chico de rebelde cabello negro, piel blanca y ojos grises, recargado en la barandilla del balcón contiguo y con una expresión que pretendía parecer seria, aunque dejaba ver lo divertido que le parecía el asunto.

 

 -Mi hermano está teniendo un ataque de pánico a causa de tu escandaló- una media sonrisa apareció en el rostro del chico- estas destruyendo su sueño de que los edificios de estudiantes serían silenciosos-

 

-No estoy teniendo un ataque de pánico-

 

Un chico idéntico al primero aparece por la puerta y tras empujar al interior de la habitación al que aparentemente es su gemelo le dedica una seria mirada. Y entonces es cuando nota la diferencia entre los hermanos. Los ojos del segundo chico son tan azules como el mismo cielo, y eso, en conjunto con el rebelde cabello que en vano intentaba peinar de una manera más o menos decente y la sombra de una barba de un par de días, le parecen lo más atractivo que ha visto en un tiempo.

 

Para Castiel el descifrar a las personas era cosa sencilla, con solo una mirada podía hacerse una idea más o menos clara de con quien trataba. Y al observar al chico que hace unos momentos perturbara su tranquilidad se dio cuenta de tres cosas. La primera, tenía ante él a un bravucón, de esos que se creen dueños del mundo y que no cualquiera es digno de respirar el mismo aire que él respira. La segunda, era jodidamente guapo. Y la tercera, se lo estaba comiendo con los ojos.     

Notas finales:

Si les gustó, si lo odiaron, si debería dejar de escribir, si debería escribir más, o lo que sea que tengan que decir me gustaría me lo hicieran saber. 


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