Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Golden Shower por Kuro Kaori

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola a tod@s

Sé que dije que solo iba a escribir una historia de Death Note más y que era un long-fic (Lo estoy escribiendo, lo juro) 
Solo que no pude evitarlo XD 
No he leído historias con esta parafilia (Ni con muchas otras, algunas de las cuales preferiría no leer) así que aca les dejo esto que les va a resultar un tanto extraño.
Ya veremos que opinan.
Muchas gracias por leer.

Notas del capitulo:

No sé si tengo algo para decir...
Síganme en mi página.
Pronto voy a publicar otro fanfic de Death Note 
(La cual no me pertenece, ojalá fuese mía, pero nop u.u)
llamado "Míngwáng" 
Nombre raro XD 

 https://www.facebook.com/Kuro-Kaori-216335685494575/

 

Mello se frotó las manos nervioso y tomó asiento en la enorme cama de aquella habitación de hotel.

Sus ojos azules vagaron por el lugar buscando algo con lo que entretenerse y paliar su ansiedad, sin embargo, cayó en la cuenta de que la luz rojiza de la estancia poco le ayudaba a adivinar los colores y los detalles que allí había.

De seguro, la piel de Near se vería maravillosa en aquel sitio.

“Near…”

No debió haberle hecho esa propuesta. Debió haber mantenido a sus dedos atados de ser necesario, antes de mandar ese mensaje. Pero, es que llevaba demasiados años imaginándolo, excitándose a solas ante la posibilidad de someter al albino a uno de sus más oscuros deseos, a uno de esos que no se los comentaría a nadie ni siquiera a Matt. Después de todo, no le haría daño a nadie, había parafilias peores, mucho más graves. Sin embargo, estaba más que latente la posibilidad de que Nate le tachara de asqueroso y no quisiera hablarle más.

¡Mierda! ¡Debió haber guardado ese secreto para sí mismo! Guardar esos anhelos en un rincón oscuro bajo siete candados. ¿Por qué había tenido que pedírselo? No era algo de vida o muerte, no era algo cuya imposibilidad de cumplirlo le fuese a cambiar la vida, pero, quizás fuese eso mismo lo que causaba que las ansias por hacerlo realidad crecieran cada vez más y más.

Suspiró sintiéndose frustrado y sintió una terrible angustia adueñarse de él. Near no iría, no querría saber nada de él y de esa extraña parte de su personalidad.

— ¡Arrrrrgh!- gritó y se dejó caer de espaldas contra el colchón.

¿Qué estaba pensando cuando le mando ese mensaje? ¡Ay, Mihael, Mihael!… ¡Eres un idiota! ¿Qué se cruzó por esa loca cabeza que tienes? ¿Qué Near aceptaría? ¡Estúpido! Pero, después de todo era una parafilia común ¿Cierto? Muchas personas la llevaban a cabo en la intimidad. ¿Por qué no habría de aceptar?

— ¡Porqué es un asco, Mello! ¡Un maldito asco!- se mordió los labios angustiado y volvió a incorporarse hasta quedar sentado en la cama.

Miró la hora en su celular y se dio cuenta de que apenas pasaban 5 minutos de la cita acordada en ese sitio. Había llegado antes, incapaz de controlar sus nervios y en ese momento, estos le atacaban con más fuerza causando que su estómago doliese.

No iba a ir. Near no asistiría.

Poniéndose de pie, se paseó por toda la habitación hasta que llegó a la cuenta de que la espera era vana. Tomando su abrigo se dirigió a la puerta y al abrirla, se encontró con él.

—Lamento la demora. El taxi tuvo que tomar un desvío por el tráfico- dijo y sin mirarle a los ojos se llevó el dedo a los cabellos para enredarlos en ellos.

—Está bien… pasa- dijo Mello y se movió para darle lugar a entrar. Lo siguió con la vista al interior de la habitación, sin poder creer del todo que estuviese allí. Había asistido, había decidido acudir a esa cita… eso significaba que ¿Aceptaba hacerlo?

Su corazón latió con violencia al caer en la cuenta de ello.

**

Mello apuró la copa de champan que se había servido, la quinta en la noche, y observó a Near quitarse lentamente la ropa. Había encontrado al fin, el interruptor que permitía apagar las luces rojizas y lo prefería así. Deseaba ver su piel blanca de alabastro mancillada en dorado cuando lo hiciera.

Se paró frente a él cuando hubo dejado la ropa a un costado y él mismo se deshizo de la suya sin mayor ceremonia. Los ojos grises revolotearon por su cuerpo y Mello sonrió con autosuficiencia. Sabía que le gustaba lo que veía, siempre lo había hecho.

—Espero las instrucciones de Mihael- dijo conteniendo el aliento. Estaba nervioso. Ambos lo estaban.

El rubio no dijo palabra y acabo con la poca distancia que había entre ellos de una zancada, para luego alzar su barbilla con sus dedos y depositar en sus labios un casto beso.

— ¿Estás seguro?- preguntó y miró sus hermosos orbes, sin sentirse del todo capaz de permitirle huir en ese momento.

La respiración del albino pareció agitarse en ese mismísimo instante y sus mejillas se arrebolaron a pesar de que la expresión impasible de su rostro no se mudó ni por un segundo.

—Lo estoy- respondió simplemente y Mello se alejó de él para buscar una toalla, la cual tendió en el piso.

Su corazón latió nuevamente desbocado y la excitación comenzó a cosquillearle la entrepierna. ¡Iba a hacerlo! ¡Dios!... no podía creerlo.

—Arrodíllate- pidió y tragó en seco cuando él hizo lo que ordenó sin rechistar.

Alzó su rostro, el cual quedó a la altura de su pene y le miró desafiante. A pesar de todo, de la posición en la que se encontraba y de lo que estaban a punto de hacer, Near no perdía su porte orgulloso y aunque no quisiese admitirlo, le gustaba eso de él.

Y no pudo evitarlo. Tuvo que agacharse y besarlo con fervor. Sus lenguas se acariciaron de manera desenfrenada y sus manos viajaron a la nuca del otro buscando profundizar el contacto. Fue entonces, cuando Mello lo supo. Ambos estaban igual de nerviosos y excitados.

Acarició con las yemas de los dedos en plano y suave pecho, arañó uno de los pezones y escuchó un gemido liberarse, mientras su mano seguía viajando abajo, hasta dar con los ensortijados vellos y con el duro falo. Lo tomó con algo de fuerza y comenzó a bombearlo, sintiendo las caderas de Near moverse al ritmo que le imponía. Separó los labios de los suyos para besar su frente, en donde los cabellos se habían pegado a causa del sudor. Luego de eso, se puso de pie y lo miró hipnotizado.

Sus mejillas arreboladas, sus labios hinchados, sus ojos cerrados en clara muestra de entrega más abajo, en su pecho sus pezones erectos y más abajo, aun, su miembro exhibiendo orgulloso la punta roja y brillante de la cual ya habían comenzado a manar un par de gotas de pre-semen.

Su pene latió deseoso por poseerle en ese mismo instante. Sin embargo, la mejor parte no había llegado aún. Acercándose lentamente a Near y tomando su falo con una sola mano, sintió el cosquilleo conocido que causaba la orina que pugnaba por salir.

De repente, haciendo contacto con la blanca piel, el líquido dorado cayó sobre su rostro causando un estimulante chasquido. Near hizo la cabeza hacia atrás, permitiendo que su pecho se empapase mejor. Los ojos de Mello vagaron ansiosos por la delicada anatomía, por los pezones duros rodeados del agua ámbar que los empapaba. Quiso lamerlos en ese instante, sin embargo, otras intenciones se agolparon en su mente como por arte de magia y pronto acercándose un poco más a él, dirigió el torrente que manaba de su pene hacia los blancos cabellos que se apelmazaron al instante.

Las manos de Near acariciaron la piel mojada desparramando el líquido lo más que podían por su cuello y su pecho. Mello lo escuchó gemir gustoso y sonrió de manera ladina. Ambos disfrutaban lo que estaba sucediendo.

Las ultimas gotas de orina salieron entonces y el albino sacó la lengua para recibirlas junto al pene que acababa de expulsarlas.

Mello gimió con fuerza y cerró los ojos dejando que su cabeza cayese hacia atrás. Penetró esa cálida boca, una, dos tres… infinidad de veces, antes de retirarse de dentro y venirse en su rostro con un grito de sumo placer. Sus piernas se aflojaron en ese instante y cayó de rodillas ante él quien lo miraba expectante. Sintiendo un nuevo deseo aflorar dentro de él, abrazó a Near con fuerza y olió en sus cabellos su propio aroma. Era suyo, de nadie más, siempre sería así. Buscó su boca con ansias renovadas y bebió de ella su tibia saliva como si se tratase de un elixir que le devolvía la vida. Separándose unos instantes lo miró a los ojos y se relamió los labios excitado, antes de buscar el pene del albino y masajearlo.

Near jadeó de manera sonora y haciendo la cabeza hacia atrás se entregó por entero a las ansias de Mello que parecían querer consumirlo todo.

-.-

Mello giró el rostro y observó a Near quien permanecía recostado a su lado. Dándose vuelta en su dirección, pasó su mano por su cintura y lo atrajo más hacia sí. El albino se dejó hacer, suspirando agotado y sus brazos imitaron el gesto.

Besó sus blancos cabellos sintiendo ahora el olor a shampoo que desprendían y se sintió satisfecho y feliz. Lo habían hecho y había sido fantástico. La sola idea de haber compartido su más oscuro anhelo, el hecho de haberlo llevado a cabo con la persona que más amaba y deseaba de todas, provocaba que su corazón se hinchara de alegría.

Near era suyo y él le pertenecía también, de una manera mucho más profunda de lo que lo habían hecho hasta entonces. En esos instantes, tenía la certeza de que nadie podría separarlos. No lo permitiría jamás.

Apoyó su barbilla sobre la blanca cabeza y sonrió contento.

—Muchas gracias- le dijo de repente y sin poder evitarlo —Por hacer esto por mí-

—Debo admitir que no me ha resultado desagradable-

Mello soltó una pequeña risilla. Ese enano era más pervertido de lo que había pensado.

—Sin embargo, debo confesarle a Mello que mis acciones han sido motivadas por el deseo de obtener reciprocidad de su parte.

El rubio frunció el ceño disgustado  y sin liberarle de su abrazo agachó la cabeza con la intención de mirarle a los ojos.

— ¿Qué…?

—Mello no debe preocuparse… Mi fetiche es aún mucho más inofensivo que el de él.

— ¿A qué te refieres?

—Vengo deseando hace un tiempo considerable que Mihael cumpla una de mis fantasías.

— ¿Puedo saber cuál es?- preguntó desconfiado.

—Me gustaría que Mello me sedujera enfundado en vestimentas del sexo contrario.

— ¿Estás diciendo que quieres que me vista de mujer?- preguntó sorprendido.

—Sí, Mello. Eso es lo que he dicho- respondió él de manera aburrida y se acurrucó contra su pecho.

El rubio apoyó nuevamente su barbilla sobre su cabeza y sonrió divertido.

Al fin y al cabo, el enano era todo un libidinoso… y eso a él le encantaba.

 

 

 

 

 

Notas finales:

*Huye antes de que la golpeen*

Muchas gracias por leer.
Hasta la próxima 
Saludos n.n/


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).