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MI TENTACIÓN por Thera Zinaide

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Notas del fanfic:

 

Este relato se basa en los personajes creados por MASASHI KISHIMOTO, yo sólo los tomo prestados para poder verlos en una situación alternativa a la historia original. Además, les comento que esta es una adptación del libro de SHAYLA BLACK - "Delicious".

 

"La imaginación no tiene límites, crearemos mundos tal y como se nos antojen, vivenciando cada una de las emociones y situaciones de las que se escriben, para escaparnos aunque sea por unos minutos de la realidad" (Thera Zinaide)

¡Ni el cielo es el límite!

 

ADVERTENCIA: Repito, REPITO!! hay Mpreg, si no te gusta ¡no leas! De lo contrario ¡Disfruta! ;)

Notas del capitulo:

Hola a todos y todas!

Es un honor poder compartir una nueva historia con ustedes, muchas gracias por todos los comentarios del relato anterior.

Volvemos con un fics de Sasuke y Naruto, creo que me han inspirado más que JR. Le daré un tiempo a mi musa para volver, no la forzaré.

Recuerden que en mis escritos, los llamados "donceles" son un tercer sexo, es decir, tienen el aparato reproductor femenino y el miembro masculino.

Nuevamente hay MPREG, léelo sólo si lo disfrutas ¡Están advertidos/as!

 

Esperaré sus comentarios!

Thera Zinaide.

Capítulo 1: El doncel del pecado mortal.


 


«Voy a hundirme en ti tan profundamente que no podrás olvidarme jamás».


Naruto se estremeció al recordar aquella brusca promesa, rememorando cómo se había perdido entre músculos tensos y placer.


Sasuke Uchiha.


Incluso el nombre le provocaba una dolorosa punzada de deseo. Él había convertido su promesa en realidad, ya que no le había olvidado ni siquiera un momento.


La noche que Sasuke había pasado en su cama había sido asombrosa y mágica. Y, teniendo en cuenta que hacía ya mucho tiempo que había dejado de creer en los cuentos de hadas, aquello ya significaba algo. Sentirse envuelto en su dura fuerza fue como estar en el paraíso. Aquella noche, bajo la intensa mirada del pelinegro, no sólo se había sentido un doncel deseable, sino único. Aquella intimidad… Oh, Dios. Había sido mucho más que enloquecer de placer, él le había mostrado un aspecto del deseo totalmente nuevo. Sus profundos ojos oscuros ardían mientras lo penetraba. Los rodeó un velo que dejó a un lado la realidad, quedando sólo anhelos susurrados y jadeantes respiraciones mientras alcanzaban un orgasmo tras otro.


Sasuke había llevado el cuerpo del doncel a extremos a los que jamás hubiera creído que le pudiera llevar un hombre. Y lo hizo una y otra vez. Durante seis horas. Sin descanso, sin quedar nunca satisfecho. Ávido, codicioso, extraordinario.


Naruto había mantenido suficientes relaciones sexuales en su vida como para saber que habían compartido algo más que sexo.


Y a la mañana siguiente… nada. Sasuke no le dejó ni una nota ni una explicación. Unos días después le envió un ramo de flores disculpándose por cualquier incomodidad o dolor que le hubiera podido causar. Naruto se enfadó mucho cuando recibió las flores, aquel gesto tan impersonal le dolió un poco… aunque no le había sorprendido demasiado.


Pero no estaba dispuesto a darse por vencido. Dadas las pocas posibilidades que tenía de ver de nuevo a Sasuke, Naruto rompió sus reglas y le llamó. Dos veces. Él no le había devuelto las llamadas personalmente. Fue su ayudante quien se puso en contacto con el doncel para decirle que su jefe “mantendría los términos del acuerdo”. Nada más.


Naruto no significaba nada para él. Sí, antes de la noche que pasaron juntos ya sabía que no lo respetaba. Se habían conocido unos años antes en una despedida de soltero; el doncel había sido el bailarín del evento y el pelinegro un amigo del novio. De alguna manera, Naruto había esperado que si lo volvía a ver en otras circunstancias, Sasuke cambiaría la idea que se había hecho sobre el rubio.


Qué estupidez.


Pero a pesar de todo, él era todo lo que buscaba en un hombre: atractivo, triunfador, capaz de sentir un profundo afecto, sensible y sexy… Y no pensaba renunciar a él sin luchar.


—Buenas noches, jefe —Gaara lanzó un largo silbido de admiración cuando el doncel entró por la puerta trasera del club y se detuvo al lado del escenario. Lo miró de arriba abajo—. Estás estupendo.


—Hola, Gaara —saludó a su amigo—. Tu trabajo es vigilar a los clientes, no a mí.


—Aún no hemos abierto el local y no hay nadie a quien deba golpear. Además, estoy harto de ocuparme de pendejos borrachos y casados infieles ¿De qué color es tu ropa interior hoy?


El guardia del club había sido guardaespaldas de alguna agencia, aunque nunca había mencionado cuál. No hablaba mucho de sí mismo. Naruto no sabía por qué había comenzado a trabajar allí. Pero en los pocos meses que llevaban trabajando juntos, se había convertido en alguien indispensable. Había días en los que el negocio, sencillamente, le necesitaba.


Era una lástima que Gaara no fuera lo que necesitaba su corazón.


Naruto le lanzó una mirada de reproche desde debajo de las pestañas.


—Nunca lo sabrás.


—Oh, vamos… Haz feliz a un amigo.


Naruto bajó la vista a la entrepierna del hombre.


—Parece que ya eres suficientemente feliz.


Gaara le guiñó un ojo y le brindó una amplia y provocativa sonrisa.


—Sólo por ti.


Era un tipo apuesto, tan guapo y fuerte que podría ser portada de una revista. Además era irónico, gracioso y responsable. Pero después de pasarse el día trabajando en «La última tentación», el club más codiciado y del que Naruto era propietario, además de intentar poner en marcha al mismo tiempo un nuevo restaurante, cuando caía rendido en la cama no era en Gaara en quien pensaba. Aquel honor recaía en Sasuke.


Y ahora, tres meses después, él Uchiha iba a volver.


«Siénteme. Siiiiiií. Eres tan estrecho, es tan bueno. Así, cariño. Córrete otra vez para mí».


La voz de Sasuke resonaba en su mente, pecado puro envuelto en terciopelo. Incluso los recuerdos hacían que creciera el deseo en su interior. Pensar en lo ocurrido aquella noche siempre tenía el poder de deslumbrarlo y aturdirlo. No había dejado de desearlo ni un momento.


—¿Hola? Tierra llamado a Naruto.


Se había olvidado de Gaara.


—Lo siento. El restaurante absorbe todos mis pensamientos estos días.


—¿Lavar los platos y confeccionar menús hace que te sonrojes? ¿Hacen que tengas esa mirada que dice «quiero follar»?


—¿Por qué no vas a encargarte de un par de borrachos?


—Ya te dije que todavía no tengo nada que hacer. Además, prefiero estar contigo — Gaara cruzó los brazos sobre el ancho pecho.


Lo cierto es que era impresionante. Y sí, rayos. Sabía que Gaara lo deseaba; no es que se hubiera molestado en ocultarlo precisamente. Naruto se sentía muy mal por eso.


—¿Cómo se llama? —suspiró Gaara.


—¿Quién?


—El hombre que te ha hecho poner esa mirada de deseo. No sé si quiero descuartizarlo o estrecharle la mano.


—No hay nadie en mi vida. —Lo que en realidad era cierto. Dejando aparte aquella noche salvaje con Sasuke, llevaba años sin mantener relaciones sexuales.


 —Mentiroso.


Llegados a ese punto de la conversación, Gaara solía bromear diciéndole que con él sería más feliz que con cualquier otro. Esa noche no lo dijo.


—Eres demasiado especial para estar solo, Naruto. Todos aquí te adoran. Eres justo con todo el mundo y trabajas muy duro. Eres más dulce de lo que tú mismo piensas. Ni siquiera me has pedido que mate al estúpido Concejal Sai cuando viene a crear problemas. — miró a Naruto fijamente —Has trabajado mucho últimamente. Necesitas un descanso.


Si no tenía cuidado, la preocupación de Gaara le haría llorar. Sería muy fácil dejarse llevar por la autocompasión, pero también una absoluta pérdida de tiempo.


Naruto puso los brazos a los costados con una postura fuerte.


—No puedo.


—Quizá deberías aplazar algunas semanas la inauguración del restaurante.


—¿Por qué?


Gaara ya no pudo contenerse. Se acercó al doncel y le acarició cariñosamente el brazo con una de sus fuertes manos.


—Hace sólo dos meses que murió tu madre.


Naruto se tensó.


—Hacía catorce años que no la veía.


 —Eso no importa. Todavía lamentas su pérdida.


Y lo hacía con reacciones muy diversas. Enojo, pena, tristeza, furia y, sobre todo, una profunda necesidad de echarle en cara que no hubiera hecho nada para ayudarlo o comprenderlo. Hubiera deseado exigirle el apoyo que siempre había necesitado.


Junto a su tumba había visto la razón de la falta de entendimiento: Kabuto. A pesar de los años transcurridos, de estar a más de cincuenta metros y de las gafas de sol con las que ocultaba sus ojos, seguía siendo evidente que era tan imbécil como cuando era un adolescente. Al menos Kabuto no lo había visto. Si lo hubiera hecho, sabe Dios lo que hubiera ocurrido.


Naruto dejó de pensar en ello.


—Gaara, gracias por preocuparte por mí, pero he dedicado demasiado tiempo y energía a esta inauguración como para retrasarla. He invertido casi todo mi dinero en ese restaurante. Además, ¿qué ganaría recordando a mi mamá?


Él le acarició los hombros en un gesto de consuelo.


—Ayer saliste de aquí a las tres de la madrugada y Hinata me dijo que a las ocho ya estabas de vuelta. Cariño, tienes que dormir. Todo el mundo necesita tiempo para superar una pérdida de ese tipo.


Naruto prefería no hacerlo. Se puso de puntillas y le dio un tierno beso en la mejilla.


—Algún día serás un gran marido.


—¿Es una propuesta?


Naruto suspiro pesadamente.


—¿Tengo cara de querer tener una casa con jardín, niños y un perro? Vamos, a trabajar.


—Sí, señor. —Se despidió con un gesto y se dio la vuelta, aunque al momento se giró de nuevo—. ¡Ah, se me olvidaba! Ha venido a verte un amigo tuyo. Dijo que era cocinero, un chef.


—¿Sasuke Uchiha?


—Sí. Me dijo que tienen una reunión. No parecía demasiado feliz. ¿Es el tipo que te ayudará esta semana con el restaurante?


La pregunta de Gaara quedó flotando en el aire sin respuesta. En lugar de responder, Naruto miró detrás de Gaara, hacia la puerta principal del club.


Sasuke estaba allí. Un metro ochenta y cinco de altura. Una figura elegante y fornida. Al verlo sintió como un puñetazo en el estómago. Naruto tragó saliva y se permitió el placer de comérselo con los ojos. El pelo negro le llegaba a la altura de los hombros y los pantalones se ceñían a sus músculos en los lugares adecuados. Y, aquellos ojos, oscuros y ardientes… Una urgente necesidad le atravesó. El corazón comenzó a latirle a toda velocidad, fuera de control. Se le humedecieron las palmas de las manos. Sintió que se mareaba de excitación.


Gaara lo sostuvo. El guardaespaldas le deslizó sus fuertes brazos alrededor de la cintura para ayudarlo a recuperar el equilibrio y luego miró a Sasuke por encima del hombro.


—Tienes que estar bromeando ¿no será él, verdad?


 «Oh, sí. Claro que es él».


—Cállate, Gaara —Se acercó a la puerta con decisión.


Por fin. Sasuke Uchiha estaba allí. Naruto ocultó una astuta sonrisa. Ya no iba a poder seguir ignorándolo, se aseguraría de eso.


 


* * *


 


¿Se había puesto duro alguna vez con sólo mirar a un doncel que estaba en la otra punta de la habitación antes de conocer a Naruto Uzumaki? Mejor no pensar en la respuesta.


No tenía que preguntarse qué había debajo de esos pantalones apretados, lo sabía. Unos muslos de ensueño como para volver loco a cualquier hombre. Un boxer que revelaría mucho más de lo que cubría. Y debajo… La sensación y el sabor de su piel resbaladiza rugieron en su memoria y le hicieron hervir la sangre como si le hubieran inyectado algún combustible en las venas.


Tenía que trabajar con el doncel durante una semana. Santo Dios. ¿Cómo iba a evitar no recordar una y otra vez aquel encuentro que quería olvidar pero no podía?


«Eres un profesional. Tu obligación es cocinar, no tocarlo». Además, no es que no tuviera más cosas en las que pensar. Las negociaciones que llevaba a cabo para realizar un programa para la televisión por cable estaban a punto de cerrarse y tenía que hacer la corrección de su último libro de cocina. No tendría demasiado tiempo libre durante esa semana y el poco que le quedara, lo ocuparía como fuera.


Era evidente que Naruto también sabía bien cómo ocupar su tiempo.


Aquel hombre enorme que tenía al lado y al que había besado en la mejilla hace un momento, el que llevaba ceñida a un torso ancho y poderoso una camiseta de «La última tentación», ¿sería un camarero?, ¿un guardaespaldas? Fuera lo que fuera, el gorila le había lanzado a Naruto una mirada tan posesiva que Sasuke no pudo dejar de notarla; luego el hombre lo miró en su dirección con una furia casi palpable.


Aplastando los celos que se apoderaron del pelinegro, Sasuke se dijo a sí mismo que si Naruto quería jugar con su empleado, era asunto suyo. Así, se guardó el violento deseo de descuartizar al hombre.


Entonces, Naruto dio un paso en dirección a Sasuke, y luego otro.


—Naruto, señor —gritó una mujer con voz aguda—. ¡Su turno!


 


Naruto se detuvo. Cerró los ojos. Suspiró. ¿Estaba preparándose mentalmente para algo?


Entonces, como si aquella vacilación no hubiera ocurrido, el doncel le dirigió al pelinegro una fría mirada azul, le indicó una silla delante del escenario y se dirigió a la parte de atrás. Sasuke no pudo evitar seguir con los ojos el balanceo de sus caderas como atraído por un canto de sirenas. Mierda.


De haber estado solos, nada hubiera impedido que Sasuke lo tocara. Nada.


Pero a menos que quisiera volver a dejarse llevar por su lado salvaje e incontrolable, tenía que recordar la temeraria promesa que se había hecho: no tocarlo y renunciar al trabajo de chef para el nuevo restaurante.


A regañadientes, Sasuke se dirigió con paso tranquilo al escenario y se sentó en la silla que Naruto le había indicado. En cuanto el doncel terminara de hacer lo que fuera que tuviera que hacer y hablara con él, le diría que no podía cumplir su parte del trato. Estaba dispuesto a pagarle por las molestias.


Porque si se quedaba, su pene lo metería en problemas. Sasuke acabaría por desnudarle y colarse debajo de sus pantalones en menos de lo que canta un gallo. Y eso sería malo. Debía recordar que estaba buscando a la mujer o doncel perfecto, alguien cercano y familiar a quién le gustaran los niños tanto como a él y le ayudara a mantener a raya a su bestia interior. Naruto Uzumaki, el dios de los y las strippers, no era definitivamente ese doncel.


De repente, la música comenzó a retumbar en los altavoces, con un gran estruendo y una cadencia provocativa y ardiente. Cada nota que sonaba hablaba de sexo. Sexo caliente, sudoroso y sin restricciones.


El tipo de sexo que le gustaba, el que había tenido con Naruto. El que le gustaría volver a tener.


Se colocó la camisa sobre el regazo para ocultar la erección y observó cómo Naruto se contoneaba encima del escenario. Se había humedecido el alocado pelo rubio de manera provocativa y se había puesto una chaqueta corta de lentejuelas rojas. La manera en que se movía era una invitación y una promesa.


Naruto se colocó justo delante de él en el escenario y comenzó a contonear las caderas, trazando un sensual círculo. Lo vio ponerse la palma de la mano sobre la piel desnuda del abdomen dorado y comenzar a bajarla. Y la siguió bajando… muy lentamente. Sasuke contuvo el aliento hasta que, finalmente, el doncel se tocó.


«Oh, Dios…».


Se deslizó los dedos entre las piernas y echó la cabeza hacia atrás como si estuviera disfrutando de un éxtasis absoluto.


Sasuke tragó saliva y comenzó a sudar. Con una sacudida, Naruto enderezó la cabeza y volvió a mirarle a los ojos; los del doncel eran como dos rayos láser azules que le estremecieron de los pies a la cabeza.


Maldición, desfilaron ante él nueve semanas de citas con secretarios, decoradores y maestros de primaria. Ninguna de esas mujeres o donceles le había provocado una erección. Durante ese tiempo, se había despertado más de una vez en mitad de la noche sudando, con la polla en la mano y el nombre de Naruto en los labios. Y ahora, tras cinco minutos en su presencia, estaba ya a punto de estallar.


Tenía que pensar en otras palabras que empezaban con la letra efe, como por ejemplo futuro y familia. Por desgracia, con Naruto cerca, el deseo de tener sexo con él otra vez iba a echar a perder todas sus buenas intenciones.


 En ese momento, el doncel se acarició el pecho y coqueteó con su cintura. Luego se quitó la corta chaqueta y la dejó caer al suelo descuidadamente, exponiéndose ante un Sasuke. Pasó por encima de la chaqueta y se movió hasta la barra vertical que había en el centro del escenario. Cuando la agarró con las dos manos y se onduló hacia ella, apretándola entre los muslos, el pelinegro pensó que se iba a asfixiar.


El doncel continuó mirándolo fijamente mientras danzaba alrededor de la barra. La música siguió sonando con notas que evocaban sensualidad y provocación. Naruto continuó con el espectáculo. Se metió un dedo en la húmeda boca y se lo chupó. Sasuke notó que su miembro se hinchaba con otro aluvión de sangre al recordar su boca en torno a él, su lengua lamiéndole el glande con habilidad, provocándole por completo. Aunque habían pasado aproximadamente tres meses, todavía podía sentir el látigo de aquella lengua. Se estremeció.


Con una provocativa sonrisa, Naruto se sacó el dedo de la boca y dibujó el camino hacia su miembro con la húmeda punta del dedo. Luego se giró, apretándose su glorioso trasero, ofreciéndoselo como una invitación al pecado.


Santo Dios, no era de extrañar que hubiera levantado un imperio él solo. Aquel doncel era pura sensualidad y hacía muy bien su trabajo. Ningún hombre en sus cabales podría resistirse a algo tan intenso y provocador y no volverse loco.


Por el rabillo del ojo, Sasuke vio que el empleado de Naruto, el mismo al que el doncel había besado antes en la mejilla, se acercaba lentamente al escenario.


Con un rápido giro de cabeza, Sasuke observó que el gigante de la ajustada camiseta negra estaba tenso y jadeante y que lucía una enorme protuberancia que decía por sí sola lo excitado que estaba.


Sasuke deseó poder decir que aquello no le importaba. Pero hubiera mentido.


Entonces, cuando volvió a mirar al escenario, estuvo a punto de olvidarse hasta de su propio nombre.


Naruto estaba de espaldas; le miraba por encima de un hombro desnudo de una manera que lo dejó aturdido. Sasuke se agarró a los brazos de la silla, deseando levantarse, subir al escenario, tumbarlo en el suelo e introducirse en su interior en ese mismo instante.


Aquella indecente prenda de cuero negro que cubría sus nalgas y su miembro era el pecado mortal. Nada quedaba a la imaginación.


Naruto se pasó juguetonamente los dedos por su miembro, el muslo y luego los hizo desaparecer por debajo del cuero negro. Tenía los ojos entrecerrados y separó sus labios emitiendo un silencioso gemido de placer. Sasuke se tensó.


Tenía que salir de allí.


Entonces, Naruto deslizó las manos por las ondulantes caderas y agarro la prenda por los costados. Tiró de ella hacia abajo y ésta revoloteó hasta el suelo. Las dos nalgas morenas, le hicieron sentir una nueva oleada de lujuria y se le hizo difícil respirar.


Naruto tenía un trasero impresionante. Pero él ya lo sabía. Sasuke cerró los ojos para impedir que la tentación de la piel desnuda se burlara de él. En vez de eso le golpearon los recuerdos de cuando se introdujo en su culo. Le había permitido que lo tomara de todas las maneras posibles. Recordó la húmeda estrechez cerrándose sobre él. Las gotas de sudor que les cubrían mientras se sumergía en el doncel. Los gemidos.


Cristo, tenía que detener aquella oleada de lujuria; al menos el tiempo suficiente para decirle a Naruto que no iba a quedarse.


Rogando que cesara pronto aquella tortura, Sasuke abrió los ojos. Y se quedó sin respiración.


Naruto le brindó una pícara e invitadora sonrisa mientras hacía unos sensuales movimientos contra el tubo de metal. Unos pezones duros se frotaban contra el fierro. Recordaba demasiado bien cómo se habían derretido en su boca.


Sasuke se removió en la silla, casi como si fuera un niño inquieto. Estaba muy excitado, tenía el pene tan sensible que sólo sentir la textura de la tela contra el glande hacía que estuviera a punto de correrse.


Tenía que irse de allí. A la mierda cualquier conversación educada. Le enviaría un correo electrónico con una explicación, porque si se quedaba se olvidaría de todo y lo tomaría hasta perder el sentido.


Mientras se levantaba, Sasuke repasó mentalmente una lista de cocineros, todas mujeres, por supuesto, a las que pagaría de buena gana para que ayudaran a Naruto esa semana en el restaurante. Era una lista corta, sólo algunos nombres. Él le enviaría las recetas…


No se podía mover de su lugar. «Vete de una vez», se exigió a sí mismo.


Las piernas no le respondieron. Naruto siguió bailando mientras bajaba los escalones del escenario. Pasó junto a su excitado empleado, al que le dirigió una sonrisa mientras le acariciaba la cara. Sasuke se tensó cuando el musculitos intentó cogerlo entre sus brazos. Pero Naruto fue demasiado rápido y se escapó de sus manos, corriendo… hacia Sasuke.


Sasuke apretó los puños cuando el doncel siguió bailando cada vez más cerca…


Naruto se dejó caer de rodillas ante él y levantó la vista. Sus miradas se cruzaron. El doncel jadeaba con fuerza. A pesar de los pantalones que le cubrían, él sentía su aliento en la polla. Tenía los testículos a punto de estallar y ni siquiera lo había tocado.


Era imposible no alargar la mano, no enredar los dedos en sus cabellos y acercar más la boca de Naruto. Pero cuando lo hizo, sólo agarró el aire. El doncel ya se había alejado con aquel cuerpo dorado que le hacía olvidarse de que tenía cerebro.


La música siguió sonando hasta el final mientras nuevamente se dejaba caer en el escenario, con las piernas abiertas, las rodillas dobladas y arqueando la espalda… como si estuviera preparado para el pelinegro, para que lo penetrara.


Sasuke dio un paso hacia el doncel. Pero se obligó a detenerse y a respirar hondo.


Jamás había sido masoquista, y no pensaba empezar a serlo ahora. La música dejó de sonar.


A su lado, el musculoso gorila aplaudió y silbó ruidosamente, como un hombre poseído.


—Eso sí                que ha sido todo un espectáculo, jefe. ¡Maldita sea!


Naruto se levantó y sonrió. Tenía los brazos a los costados como si no le importara nada estar desnudo ante su empleado y el cocinero.


Se recordó a sí mismo que el doncel se ganaba la vida de esa manera. Que exhibía su cuerpo ante desconocidos con los que sabe Dios qué más hacía. ¿Por qué iba a importarle quién lo viera desnudo?


—¡Gracias! Es el número que he preparado para el aniversario.


—Pues si necesitas que alguien babee a tus pies, me ofrezco voluntario —dijo el guardaespaldas, guiñándole un ojo.


—Lo recordaré.


Naruto recogió la chaqueta del suelo y se la puso junto a su ropa interior de cuero, cubriéndose como pudo lo excitado que estaba. O por lo menos intentándolo.


—Señor Uchiha, me alegro de verte. —Le tendió la mano.


¿En serio esperaba que lo tocara? Sasuke se preparó para la corriente eléctrica que le atravesaba cada vez que rozaba a ese doncel. Pero nada le hubiera podido preparar para la descarga que le recorrió cuando le estrechó la mano.


—Señor Uzumaki, tenemos que hablar. ¿Podríamos hacerlo en algún lugar más tranquilo? ¿Un lugar más… — Sasuke recorrió con los ojos al guardaespaldas, que les miraba con curiosidad— privado?


—Gaara —dijo el doncel, chasqueando los dedos—. Ponte a trabajar. Ya son las cuatro, es hora de abrir la puerta. —Entonces volvió a mirar a Sasuke


—Sígueme.


¡Cómo  si  él  se  hubiera  podido resistir a seguirlo cuando le mostró aquel provocativo trasero mientras se alejaba! Imposible.


Lo siguió fuera de la sala por un pasillo pintado de negro. Las luces rojas del escenario quedaron a su espalda, dando un aire gótico a la parte de atrás en contraste con la zona pública. Llegaron hasta el fondo, donde había una habitación pintada de blanco. Un cuarto de paz.


Naruto sostuvo la puerta para que Sasuke entrara y cuando lo hizo, la cerró. El pelinegro se dio cuenta de que no se oía ningún sonido del club. Giró la cabeza, escuchando el silencio.


—Esta habitación está aislada acústicamente —le confirmó Naruto, apoyando la cadera en el borde del escritorio en una actitud relajada que, de alguna manera, invitaba a tener sexo—. Es muy difícil concentrarse en la contabilidad, a las dos de la madrugada, con la música en los oídos.


Un comentario muy racional, pero no tenía nada que ver con el objeto de aquella reunión.


—Mira, yo…


—Antes de centrarnos en otros asuntos, ¿puedes darme tu opinión sobre el número? Hace dos años que no bailo en una barra. Estoy algo oxidado.


¿Hacía dos años que no bailaba en la barra? Vaya… Sasuke no solía frecuentar los clubs de striptease, así que no podía comparar, pero pensó que sufriría un ataque cardíaco si alguna vez veía bailar a Naruto cuando él considerara que estaba en forma.


—¿Por qué me lo preguntas?


El doncel frunció el ceño.


—Eres el único que me ha visto, además de Gaara, y él no es demasiado objetivo. Necesito una opinión masculina. ¿Te ha gustado?


«Si sólo fuera eso».


—Ha estado bien.


—Bien… —Naruto suspiró—. Tiene que resultar espectacular. ¡Maldita sea! Esta noche es el quinto aniversario de «La última tentación» y prometí actuar. Ya no lo hago nunca. Intentaré esforzarme más después, cuando represente el número. Gracias por tu sinceridad.


Si se esforzara más, la mitad de la audiencia se correría en los primeros treinta segundos.


—¿Qué tal te han ido las cosas? — La sonrisa de Naruto iluminó toda su cara, toda la habitación. Maldición, incluso iluminó a Sasuke.


—Genial. He estado muy ocupado ¿Y a ti?


Naruto puso los ojos en blanco


—¡Ha sido una locura! No sabía que poner en marcha un restaurante fuera tan difícil. Por supuesto, sé lo que cuesta abrir un negocio, pero me queda mucho que aprender. De todas maneras, me alegro de que estés aquí. Hace mucho tiempo que espero ver cómo te pones manos a la obra. —Naruto le lanzó una pícara sonrisa—. Me refiero en la cocina, por supuesto.


La temperatura corporal de Sasuke aumentó de nuevo. Como no se fuera pronto de allí, el doncel vería cómo se ponía manos a la obra en la cocina y en cualquier otro lugar donde pudiera follarlo. Pero ¿cómo podía comunicarle sus intenciones sin que se enfadara? Definitivamente había hecho un trato con Naruto.


—He oído que tu primo se ha casado —comentó el doncel.


Sasuke intentó no cambiar la expresión.


—Sí. Mi primo Itachi y Deidara se casaron hace un par de meses.


Naruto hizo una pausa, movió la cabeza y le observó con aquellos fríos ojos azules.


—¿No te importó? Sé que tú también formabas parte de esa relación.


Sí, pero todo había terminado. Se había enredado en un salvaje remolino con Deidara y su primo, aun sabiendo que Deidara amaba a Itachi.


A pesar de todo, Sasuke había esperado casarse con Deidara, que Itachi lo dejase embarazado y que todos formasen una familia feliz. Sin embargo, ellos habían elegido ser una pareja tradicional y le habían dejado a un lado. Posiblemente había perdido la última oportunidad de ver crecer a un niño con algo de su sangre cuando siguió su camino en solitario.


Sasuke vaciló, calibrando los riesgos.


—Deidara sigue siendo especial para mí.


 No era mentira, aunque tampoco era toda la verdad. Deidara e Itachi sólo se necesitaban el uno al otro y Sasuke los había acompañado. Lo aceptó porque, aunque adoraba a Deidara, no lo amaba. Sin embargo, quería lo único que le podía dar, lo deseaba con tanta intensidad que algunas veces el anhelo que sentía le producía un profundo agujero en el pecho. Quería tener un hijo y no podía.


—¿Te encuentras bien? —le preguntó Naruto—. ¿Quieres una copa?


No. Lo que tenía que hacer era irse de allí antes de que su polla tomara el control y le hiciera olvidar el hecho de que necesitaba encontrar a una mujer o doncel aceptable que quisiera tener un hijo tanto como él. Naruto… él era sexy, decidido, le volvía loco; pero no encajaba en su ideal de familia. Si terminaba recurriendo a la adopción, los trabajadores sociales le darían una mirada y saldrían corriendo. Incluso aunque el rubio quisiera tener hijos.


Sasuke debería haber superado ya esa fase inmadura de vivir para follar; esa clase de obsesión que hace olvidar cualquier pensamiento lógico. Naruto no iba a proporcionarle lo que más quería en la vida, así que no le quedaba más remedio que controlar su pene.


Maldita sea, nunca antes había deseado ser impotente en vez de estéril. Le gustaba el sexo.


—No, gracias. Naruto, no puedo quedarme.


—¿Te vas? Bueno, no importa. Estoy seguro de que estarás cansado. Podemos ir al restaurante mañana por la mañana. Está a sólo unas manzanas de aquí. He encargado todas las provisiones que tu ayudante…


—Me refería a toda esta semana. No te puedo ayudar.


—¿Te ha surgido otro compromiso? —El tono controlado de su voz indicaba que Naruto estaba enfadado aunque su expresión no reflejara nada.


Sasuke podía mentirle, pero no quería hacerlo. Si lo hacía, lo estaría insultando y él no se lo merecía.


—Es por lo que ocurrió entre nosotros.


—Mantuvimos relaciones sexuales, ¿qué tiene que ver eso con cocinar para mí?


 Sasuke se puso nervioso. Mierda, aquello no estaba saliendo cómo él quería.


—Mira, siento lo que te hice…


—¿Lamentas haberme llevado al orgasmo tantas veces que perdí la cuenta? Sigo sin encontrarle la lógica a todo esto.


«¿Cómo diantres iba a encontrarla si no había lógica?». Sasuke se pasó la mano por el pelo.


—Maldita sea, me volví loco. Me enterré en ti. No fui ni tierno ni considerado contigo. Y te pido disculpas. Y estoy seguro de que no te pedí permiso antes de… —Santo Dios, ni siquiera podía hablar con él sobre sexo sin ponerse duro otra vez—. Bueno, no sería buena idea que me quedara.


—¿Y te parece que me importa?


Sasuke tragó saliva.


—Ni siquiera sé si me pediste que me detuviera y no lo hice. ¿No lo entiendes? No recuerdo haberte oído. Si me quedo aquí esta semana, no puedo garantizarte que no vuelva a perder la cabeza. No quiero hacerte daño.


—No soy de cristal —le aseguró el doncel con un susurro que hizo que le atravesara un escalofrío por la espalda.


—Hay otra persona.


Pero tres citas no hacían una relación y, observando el cuerpo de Naruto, Sasuke no hubiera podido recordar la cara de Sakura ni aunque dependiera su vida de ello. Tenía pensado casarse con Sakura. O con alguien como ella. Sencillamente, Naruto no era el tipo de doncel que imaginaba como pareja cuando lograra ser padre.


 —¿Deidara? ¿Todavía mantienes una relación con tu primo y su esposo?


No, y no pensaba volver a hacerlo nunca.


—¿Importa?


El doncel negó con la cabeza.


—Me da igual quién sea, sólo espero que comprenda que tienes un trabajo que hacer aquí. Si yo puedo olvidarme de lo que pasó y centrarme en el restaurante, tú también puedes.


Sasuke lo recorrió de los pies a la cabeza con una mirada voraz.


 —Ni siquiera me has tocado y ya no estoy centrado.


El pelinegro atravesó la estancia, le cogió la mano y lo apretó contra su dolorida polla. Al instante todo fue mejor… y peor. Santo Dios, quería que el rubio moviera la mano, que se desnudara, que se introdujera su miembro en la boca, en su cuerpo.


Antes de perder el control, apartó la mano de Naruto.


—Eres un doncel muy sexy y no soy capaz de contenerme cuando estoy contigo. No puedo quedarme.


Naruto respiró hondo. Rayos, justo lo que menos necesitaba. Pero no pudo marcharse cuando el doncel se apartó del borde del escritorio y se acercó al pelinegro con actitud felina.


—Primero, para que tu preocupación tuviera algún sentido, tendría que estar dispuesto a mantener otra vez relaciones sexuales contigo. Te aseguro que hoy no lo estoy. Y profesionalmente hablando, creo que tampoco mañana. En segundo lugar, fuiste tú quien recurrió a mí hace tres meses, ¿recuerdas? Y me prometiste que, a cambio de acostarme contigo y con tu primo, cocinarías en mi restaurante durante una semana. Me importa un comino que Itachi se largara antes de que ocurriera nada, yo cumplí mi parte hasta el final.


—Hiciste mucho más que cumplir con tu parte hasta el final, ahora no puedo estar cerca de ti y no pensar en el sexo.


Fue una completa estupidez: Para intentar demostrar a su primo Itachi que el que ahora era su esposo era el doncel perfecto para ellos, Sasuke había organizado un trío con Naruto. Aquello no había producido los resultados deseados por el menor de los Uchiha, ya que Itachi se escapó antes de que comenzara la fiesta. Y aunque eso sí que lo esperaba, lo que no había previsto era mantener con el propietario del club de striptease, repetidas veces además, las relaciones sexuales más excitantes de las que jamás imaginó.


—Lo siento —murmuró—. Conseguiré que me sustituya alguien calificado.


—Ya he anunciado que serás tú el que estará aquí. He invertido un año de trabajo y todos mis ahorros en ese lugar. Si este restaurante no funciona, me veré obligado a volver a bailar desnudo para ganarme la vida. Me diste tu palabra y yo confié en ti. ¿De verdad me vas a dejar así?


Naruto miró a Sasuke fijamente. En ese mismo segundo, el pelinegro supo que toda su cordura abandonó su cuerpo.

Notas finales:

Me encantó haber puesto a estos dos personajes en trabajos en donde no los había leído antes ¿encargado de un club de strippers y un chef? Realmente lo estoy disfrutando jajaja

Esto recién está comenzando. Hay muchas pistas en este primer cap que revelarán secretos de un pasado que sería mejor olvidar.

 

¿Qué les pareció? Me encantaría poder leerlos en los comentarios.

Les comento que la historia ya está por la mitad y llevo unos 10 capítulos, será larga.

Abrazos por montones!!

 

Thera Zinaide.

 


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