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Ese ángel y el caído por Princess Nemesis

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Notas del capitulo:

Bueno como saben los Personajes de Vampire Knight no son mios sino de Matsuri Hino.

 

 

Ese ángel y el Caído

 

La guerra entre ángeles y demonios se vio terminada sin ningún ganador, esta que había durado miles de años llevándose consigo las vidas de muchos puros ángeles y de centenares de demonios se vio concluida cuando ambos bandos decidieron crear un tratado en el que determinaron que ambos tendrían la posibilidad de tentar o salvar a los seres humanos.

 

La pérdida fue grande y en el cielo sus celestiales y puros habitantes sufrieron al ver a muchos de sus compañeros morir, convertirse en secuaces de los impuros demonios y en el peor de los casos algunos decidieron dejar de luchar por diferentes motivos convirtiéndose en ángeles caídos y por considerarlos traidores se les vio negada la entrada al cielo.

 

Pero quien más sintió el vacío fue el Creador ya que perdió a varios de sus amados ángeles y porque aquel quien fue el favorito de su corazón, su perfecta creación, a quien dotó de los más maravillosos talentos, aquel quien fue conocido como el ángel más bello y mano derecha de Dios, a mitad de la guerra se convirtió en un caído al verse enamorado de un humano quien lo convenció de dejar de luchar y quedarse viviendo entre los humanos. En ese momento para aliviar el dolor de la traición, que su amado Zero cometió por amor, Dios creó a otro ángel de belleza inigualable, con una voz que podía endulzar a los más fríos corazones y le dotó con inteligencia y astucia, este ángel fue creado para liderar el ejército del Creador y para aplacar el dolor que sentía su corazón.

 

El Creador en su infinita sabiduría sabía que no podía culpar a Zero por haber cometido traición y menos si la razón era por amor, ya que sabía que en el corazón no se manda y él había creado a Zero con libre albedrío y con el corazón más noble que haya existido jamás, lo que si se lamentaba era que eso no cambiaba nada. ÉL había cometido un pecado, ya que esos fueron los sagrados mandamientos que él mismo impuso los cuales decían que ninguno que haya cometido pecado y de su pureza haya sido despojado podrá entrar en su reino y tales mandamientos eran tan sagrados como el mismo.

 

Desde su reino pudo ver que el amado de Zero fue asesinado y el dolor que sintió lo llevó a manchar sus puras manos con sangre, la agonía lo fue consumiendo y dejo de sonreír, por los pecados cometidos sus grandes y hermosas alas blancas que antes eran señal de su gran poder y valentía se tornaron negras, sus bellas joyas amatistas en las cuales te podrás sumergir y contemplar la pureza y amor infinito que había en su portador perdieron su brillo y se volvieron frías cual témpanos de hielos, de su preciada creación ya no quedaba casi nada, quería salvarlo y su nueva creación lo ayudaría a diseñar un modo para lograrlo.

 

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El viento golpeaba su rostro y mecía sus cabellos, podía sentir la adrenalina correr dentro de él, al estar volando a gran velocidad eso era normal, pero de igual manera, amaba esa sensación de libertad, amaba volar hasta ya no poder más y por ultimo amaba no tener que fingir nada al estar volando, pero ese no era el momento para estar pensando en eso, tenía que encontrar a Zero.

 

Localizó su esencia y comenzó a volar hasta el lugar donde estaba, esperaba que cuando llegara, no lo recibiera de mala forma. Pero a quien quería engañar, Zero en cuanto le viera le pediría que se largara de manera enojada igual como la última vez que fue a visitarle.

 

Aterrizó y al momento escondió sus bellas alas doradas, sería un problema si algún humano las viera, camino hasta donde Zero estaba, pero detuvo sus pasos al verlo besándose con un joven de cabellos rubios; pasados unos segundos el joven se despidió de Zero y pudo ver que sus ojos eran de bello azul cielo, al parecer todavía él no se había percatado de su presencia.

 

El viento movía esos cabellos plateados dándole un toque místico, aun siendo un ángel caído él no había perdido nada de su inmensa belleza.

 

—Dime, te quedaras contemplándome todo el día —dijo volteándose y encarando al ángel de alas cual oro.

 

—No es necesario, pero dime tu Zero, cuantas veces más te vas a enamorar y sufrir por amor para que entiendas que con amar a simples humanos te destruyes lentamente.

 

—Ese no es tu problema, pero que hace en el mundo humano el otro lado de mi reflejo.

 

—Acaso te es molesto que yo sea tu contrario.

 

—¿Por qué no simplemente respondes mi pregunta? ¿Qué haces en el mundo humano? —preguntó cortante.

 

Suspiro, no le ganaba nada llevándole la contraria en ese momento.

 

—He venido a visitarte y luego pensaba realizar una misión —respondió el ángel.

 

—No te lo dije hace ya más de diez años que no necesito que vengas, puedes largarte a concluir con lo que te encargo el Creador, después de todo debe ser importante para que te haya mandado personalmente.

 

—Si es muy importante, pero ya llevo más de quinientos años intentado cumplirlo, pero no he podido lograrlo, ¿Crees que el Creador se equivocó al elegirme?

 

El oji amatistas le miro sin comprender, acaso había algo que el ángel que encontró la forma de terminar con el conflicto con los demonios no podía solucionar.

 

Las bellas alas doradas hicieron su aparición y alzaron vuelo, dejando al caído sólo y sin entender lo dicho por el ángel.

 

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Rayos de sol se colaban entre las hojas del árbol en donde estaba sentado haciendo que estos golpearan suavemente su rostro, la briza de la mañana susurraba suaves palabras a su oído haciendo que sus cabellos bailaran al compás del viento.

 

Cuantas veces más tendrá que ver como su contrario se enamoraba de humanos, llevándolo y sumergiéndolo en el pecado, en que momento Zero entendería que eso le dañaba lentamente, todo el poder que en el pasado portaba está disminuyendo rápidamente. Si él seguía así su vida poco a poco se extinguiría.

 

*

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Algo estaba mal podía sentir el llamar de su contrario, el miedo latente en él, la angustia. Intentaba localizarlo, pero algo se lo impedía, por alguna razón no podía encontrarlo y eso lo estaba desesperando, su respiración se estaba entrecortando y sus manos temblaban visiblemente, tan solo pensar que algo le pudo pasar a Zero le creaba un nudo en la garganta.

 

Sintió una energía desatarse violentamente y aprovecho para dirigirse al lugar de donde provenía.

 

No disfruto del vuelo como normalmente lo hacía, no admiro la belleza de la tierra, su vuelo era desesperado, rápido y violento, presentía que algo malo pasaría.

 

Descendió en la tierra y se apuró a correr con sus pies desnudos, no le importaba si se lastimaba, lo importante era encontrar a Zero.

 

Corrió con todas sus fuerzas pasando muchos árboles, hasta que pudo ver a lo lejos una cabaña ya vieja, sucia y demacrada que parecía que se iba a caer en pedazos, y pudo escuchar unos gritos desgarradores, gritos y más gritos que provenían de Zero, por lo que corrió a un más fuerte; abrió la puerta de la cabaña y lo que vio lo dejo helado,  Zero estaba encadenado y unos hombres detrás de él le estaban arrancando sus negras pero bellas alas, sintió rabia, dolor, angustia y sufrimiento al ver a su contario en ese estado, sin pensarlo mucho libero su poder dejando a todos esos hombres inconscientes y se acercó a Zero quien al verlo sonrió y se desmayó.

 

Tomo a Zero, para llevárselo y sanarlo, pero cuando se iba pudo ver al joven que estaba con Zero hace unos meses atrás, su rostro mostraba aflicción y por sus mejillas surcaba lágrimas.

 

Sabia el destino que le esperaría a ese humano, pero él no podía intervenir, solo podía tener pena por él, en ese instante lo más importante era curar a su contrario.

 

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Sus ojos amatistas lentamente se fueron abriendo y empezó a incorporarse, estaba seguro que le dolían esas heridas, pero lo que más le dolían seguro era la traición de ese humano que amo.

 

—Te encuentras bien Zero —pregunto suavemente.

 

—Gracias —dijo.

 

—De nada, pero te encuentras bien —pregunto nuevamente.

 

—¿Qué paso con él? —pregunto Zero desviando la mirada.

 

—Está muerto.

 

—Le mataste —dijo Zero, mirándolo con horror.

 

—No, él se suicidó y te pidió perdón por haberte entregado a esos hombres como pago por la deuda de su familia.  —dijo el ángel.

 

—Yo lo amaba sabes, pero ahora ese amor que sentía por él ya no existe, no lo odio, solo me duele —dijo tocándose el pecho.

 

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*

 

El viento soplaba suavemente meciendo sus castaños cabellos, los pájaros cantaban una dulce melodía, y los rayos traviesos de sol golpean el rostro de Kaname y Zero quienes se encontraban debajo de la sombra de un árbol frondoso.

 

Zero acerco su rostro a la cara de Kaname y atrapo sus labios en un demandante beso y con sus manos empezó a recorrer el cuerpo del castaño, quien gustoso no se opuso a las caricias proporcionadas. Con su lengua comenzó a recorrer el cuello del castaño, dejando a su paso marcas de propiedad, con agilidad y destreza despojo a Kaname de la parte superior de sus prendas celestiales, bajo sus labios hasta donde se encontraba un rosado pezón al cual empezó a devorar con gula, haciendo que el ángel soltara suspiros, subió su cara para ver el rostro de Kaname y al ver en esos ojos borgoñas una pizca de deseo, detuvo lo que estaba haciendo.

 

No quería hundir a Kaname en el pecado, él lo sabía desde la primera vez que vio a ese ángel de castaños cabellos y ojos borgoñas que demostraban pureza y astucia, con la voz suave y dulce, sabía que ese ángel seria su perdición, desde entonces decidió mantener al castaño lejos de él, pero este siempre se las ingeniaba para pasar un tiempo juntos, el castaño siempre, cada vez que él se enamoraba de un humano le decía las mismas palabras, pero  nunca le escuchaba, cuantas veces lo traicionaron, cuantas mataron a sus parejas y cuantas veces estas murieron por culpa de la edad, pero no aprendía la lección, se volvía a enamorar y caía más en las garras del pecado, intentaba alejar a ese castaño del cual se enamoró para no corromperlo y mancharlo pero ahora no pudo resistir la tentación de besar esos labios carnosos.

 

El castaño acerco sus labios para besarle y Zero desvió su rostro para evitar que sus labios se encontraran.

 

—Bésame Zero, después de todo será la última vez —dijo el con esa suave voz.

 

—Sabes que si te vuelvo a besar no poder detenerme —dijo sin mirarle a la cara.

Sabía que, si besaba esos labios una vez más, estos se volverían su adicción y jamás soltaría a Kaname de entre sus brazos.

 

Kaname empujo al peli plateado, quien cayo acostado en el pasto mientras que el oji borgoña encima de él, acerco sus labios fundiéndolos en un beso.

 

Como era posible que con solo un beso pudiera volver al cielo sin alas, era como detener el tiempo, ya no le importaba nada, ni su pasado, ni cuanto había amado, ni el dolor, ni el sufrimiento o las decepciones sufridas. Todo lo malo desaparecía tan solo con besarle, nada en toda su larga existencia se podía comparar con ese preciso momento.

 

Luego Kaname poso sus labios cerca del oído de Zero y le susurro.

 

—Ahora tu anhelo de volver al cielo se cumplirá.

 

Borgoña y amatistas se encontraron. Kaname sonrió dulcemente, sus hermosas alas doradas salieron de su espalda y estas junto con su dueño se convirtieron en un cristal que se rompió en miles de fragmentos.

 

Súbitamente una luz rodeo el cuerpo de Zero, haciendo que cerrara los ojos y cuando los abrió se encontró en el cielo, vio las calles de cristal tal y como las recordaba, las casas hechas con oro y piedras preciosas. Observó a miles de ángeles que venían a darle la bienvenida.

 Al ver a todos sus camaradas él solo sonrió cálidamente.

 

De la espalda de Zero salieron unas bellas alas de un blanco puro y en su parte inferior era de un bello dorado como el oro.

 

Pero algo había cambiado, en el momento que llego al cielo, sus recuerdos fueron modificados, el no recordaría ningún sufrimiento, dolor o angustia. Todo quedaría en el olvido, así como el amor que sintió por un castaño.

 

*

*

*

 

El plan del Creador para que Zero volviera el cielo era simple, un ángel puro, noble y sin mancha alguna, se tenía que sacrificar por su propia voluntad, ese ángel tenía que entregar su pureza a Zero para que sus alas se restauraran y así su pureza y santidad volvieran.

 

Pero lo que el creador nunca espero fue que Kaname no lo hizo por una orden suya sino porque desde que conoció a Zero se enamoró de él.

 

Y ahora Zero viviría eternamente en el cielo, sin saber que alguna vez amo a un ángel llamado Kaname quien tomo su lugar ya que su vida en aquel entonces se estaba extinguiendo.

 

El ángel más bello del cielo y mano derecha de Dios no tenía por qué recordar, que fue un caído y menos que amo a otro ángel más que a cualquier otra persona, no tenía por qué recordar algo que seguramente le causaría dolor.

Notas finales:

Espero que me digan sus opiniones.


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