Aunque no lo exprese abiertamente, muy en el fondo me gustaría volver, quería volver a Francia, a esos días...
Kuroko Tetsuya estaba a medianos del duodécimo grado. Con sus 17 años reflexionaba sobre su corta vida.
Sus padres, aún queriéndolo y viceversa, muchas veces debían viajar por negocios, no los culpaba ni les recriminaba nunca, puesto que entendía sus problemas y motivos.
Tenía un pasado algo tormentoso pero agradable que ocultaba de todos incluso de sus progenitores pero era un tema entre delicado y brusco que en cierta manera quería mantenerlo en secreto ya que incluso en los buenos tiempos, era algo que le atormentaba el alma.
Cierto que había estado haciendo amigos desde que se vino a vivir a Japón. Y a todos los apreciaba realmente. Se preguntaba cómo podía haber acabado en esas circunstancias. En Japón, siendo uno de la Generación de los Milagros...
Sabía que nunca podría tener el poder de reconocimiento como los demás por culpa de su poca presencia en general. En la cancha le habían apodado con el nombre del Jugador Fantasma. Era bastante duro ser solo la sombra del equipo.
Porque así eran las sombras. Nunca se separaba del equipo, pero solo era una visión borrosa en las cámaras. Como un rumor o un sueño incompleto que no recuerdas con claridad. Eso era él, la sombra de un fuego abrasador, del equipo Seirin.
A pesar de tener amigos que me aprecian, muchas veces extraño ser de nuevo la luz de algún lugar...
Porque, claro, antes de proclamarse ser una sombra, él había sido una gran luz; poderosa y reconocida por la gente que lo rodeaba. Y aquello lo hacía sentirse vivo y amado. Sabía que podía volver en cualquier momento pero... Tuvo que huír e incluso cambiarse de apariencia para no ser encontrado... Por ellos...
Se sentó al borde de la cama. Se despojó de su ropa y se estiró cansadamente sobre las sábanas que lo arroparon inmediatamente, refugiándose. Mañana iba a ser su cumpleaños número 18 y sabía que sus padres no podrían venir a celebrarlo con él hasta la siguiente semana. No le molestaba pasarlo con sus amigos pero a veces realmente echaba de menos esa familia unida que tuvo...
Él, por naturaleza propia, se preocupaba por los demás, sabía ponerse en su lugar sabiendo todo de ellos dependiendo del grado de confianza.
¿Cómo era posible que tuviese tanta poca importancia en el mundo? ¿Era un castigo? ¿Una broma de mal gusto? ¿O simplemente una parte involuntaria de la mano de Dios? ¿Un error?
Me gustaría... Me gustaría ser de nuevo aquella luz. Me gustaría que no se olvidaran de mí. ¿Aún me recordarán? Este que soy ahora... ¿cómo he dejado que las cosas terminaran de esta manera? Ya no recuerdo cómo era sentir todo, expresarlo todo, ya no recuerdo cómo se sentía ser "yo"...
En su habitación hacía frío. Las ráfagas de viento se filtraban por la ventana abierta. Tetsuya tuvo que volverse a levantar para cerrarla y justo vio como una pequeña cola de una estrella fugaz atravesaba el cielo oscuro. Y pensó realmente que pasaría si fuese la sombra de una estrella. Sonrió ante la idea tan absurda puesto que las estrellas brillan demasiado como tener una sombra. Y recordó a Kagami Taiga y a Aomine Daiki. Ellos brillaban demasiado para que él fuese ya su sombra, ¿y sí volviera? Volver a dejarlo todo atrás y volver a Francia...
Vio como una estrella fugaz caía lentamente, como esperando que dijera sus más profundos deseos, como tentándolo. Esa estrella que caía brillantemente.
Kuroko cerró sus ojos y juntó sus manos, suspirando y tomándose su tiempo para responder a la tentadora oferta de esa fugaz idea.
Quiero volver por un momento a esos días junto al Clan. Me gustaría poder volverlos a ver a todos de nuevo. Ser como era y dejar de ser lo que soy aun si solo es un instante.
Kuroko sonrió. La estrella ya no estaba. Lo había intentado. Esas cosas eran realmente tonterías, pero sólo eran 5 segundos que gastaba de su vida.
— Muy bien, Kuroko Tetsuya, esta quizá es la estupidez más grande que has cometido. – Ironizó el peli-celeste con burla. Volvió a su cama y cerró los ojos con algo de fuerza, como si estuviera enojado por ello, como si estuviera dándole la culpa a alguien a pesar de que nadie era responsable de sus dudas.
Ja... ¿Qué podría cambiar en 5 segundos?...