Entre las sábanas la música suena mejor
Drabble
¿Cuál es la mejor melodía que hay en el mundo? ¿Cuál es el mejor sonido que se puede escuchar? Siendo músico eran dos preguntas que se había hecho con frecuencia en esos largos momentos en lo que solo quería estar consigo mismo y mirar el exterior, eran dudas que a todo aquel que amará la música tanto como él se habría hecho en algún momento de su vida, ¿Quién no querría saber cuál era ese sonido perfecto que todos anhelan alcanzar? ¿Existía algo como eso siquiera? Preguntas que siempre había pensado que no tenían una respuesta… O al menos hasta antes de ese momento, ahora había encontrado “ese” sonido.
La melodía perfecta. Una melodía que no se creaba sobre un escenario. Una melodía que solo florecía en la intimidad de una habitación, entre el mudo público que son las sábanas de tu cama… Entre las almohadas… La melodía de dos cuerpos danzando a la par. La melodía que solo dos cuerpos unidos podían crear, una melodía que solo podía formar un dueto que se ama, y que mientras más se ame más perfecta será. Ese conjunto de jadeos… De suaves gemidos y palabras dulces que salen del corazón… El sonido de las sábanas al resbalarse y frotarse en los cuerpos de aquellos que las utilizan… El sonido de una cama que rechina al ritmo de los danzantes. No hay melodía más perfecta.
No hay mejor melodía… Y menos cuando quien la produce es el ser que más amas. Por qué así era para él, el cuerpo delgado debajo del suyo, el cabello pelirrojo y revuelto… Y por sobre todo, esa manera de gemir que tenía Castiel… ¿Quién lo hubiera dicho? Siendo él tan calmado y distraído ¿Cómo había acabado con Castiel…? Para ser más precisos… ¿Cómo había quedado encima del pelirrojo? Probablemente nadie lo creería, ni él mismo lo creía del todo… Pero poco le importaba a esas alturas del partido, lo único que importaba era “ese” momento, su presente, lo que sentían… La melodía que eran capaces de crear.
El ligero rechinido de la cama ajena, el ruido que hacían sus caderas al chocar… El sonrojo constantes en las mejillas de su pareja, la forma en la que se aferraba a las sábanas debajo suyo o a su espalda, según fuera la ocasión, lo volvía loco, hacía el momento aún mejor… Saber que no era el único que lo disfrutaba hasta el límite, saber que su pareja lo disfrutaba tanto o más que él hacía de todo aquello alcanzar un nivel sublime… Los besos y las caricias, las palabras, la sensaciones, cada ocasión eran nuevas y poderosas, no importaba la cantidad de veces que ya hubieran estado juntos, siempre parecía la primera para él.
Amor y placer… Dos cosas que iban de la mano en situaciones como en la que estaba, el pelirrojo lo ayudaba tanto, lo hacía tan feliz, entrelazo su mano con la ajena que apretaba la sábana de aquella cama que era su escenario, un gemido escapó de sus labios mientras sus caderas se movían junto a las de su pareja, la presión que ejercía alrededor de su hombría lo llevaba al límite, lo llevaba más allá de su cordura… Lo hacía desear perdurar esos momentos…
Momentos en los que la música que sus cuerpos producían los llevaban un paso más allá, los unía en el alma, encuentros de amor, apretó la mano que de pronto le parecía delicada, a pesar de lo rasposa que podía llegar a parecer por las horas de practica con la guitarra, el ritmo de su cadera ya estaba en el punto del frenesí… Y a pesar de sentirse al borde de perder la cordura de sus labios no dejaba de salir ese nombre “Castiel”, el cual no dejaba de intercalarse con el suyo propio pero de voz del pelirrojo guitarrista.
Un gemido más alto que el resto y la repentina presión del interior de su acompañante le anunciaron el clímax ajeno que desencadenó el propio, terminando el pelirrojo en las sábanas y él en el interior de Castiel, el suspiro y el sonido de ambos dejándose caer en la cama anunciaban el próximo final de la sinfonía de aquella noche, el movimiento de las sábanas mientras ambos cuerpos se cubrían, el ligero suspiro de satisfacción de ambos al acurrucarse el uno contra el otro… Esas eran las notas finales…
-Te amo Cast…- la voz le salió ronca, pero le sonaba perfecta para el contexto en el que estaban, perfecta para cerrar esa noche para cerrar ese “concierto” privado
-Te amo Lys…- no… Definitivamente la mejor nota final siempre serían esas palabras salidas de los labios de su pelirrojo… Su pareja, su amante y su mejor amigo por sobre todas las cosas.
Ambos se miraron un segundo y compartieron un beso antes de que Morfeo venciera la voluntad del guitarrista quien fue el primero en caer profundamente dormido otorgándole unos preciosos minutos para apreciar cada una de las facciones del más bajo de los dos… Su nariz… La forma de sus labios, todo en él le parecía sencillamente ideal… Repaso sus facciones con la punta de los dedos… Ese pelirrojo que tanto amaba estaba hecho para él…
Se amaban, esa era la parte más importante, la piedra angular de todo lo que su relación era como tal, lo que como tal les permitía compartir de ese modo… Lo que sentían el uno por el otro era el porqué de todo, la razón de que la música suene mejor entre las sábanas… Por qué la música de dos amantes es una melodía que solo ellos escuchan y que solo ellos entienden, no hay nada más sublime que eso… No hay nada más perfecto y armonioso que eso, dos danzantes al mismo ritmo, en privado, en secreto, el secreto que solo les corresponde a ellos y a las cuatro paredes que les sirven de refugio.
Entre las sábanas la música suena mejor… De eso no tenía duda alguna…