Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un ángel en mis sueños? por DanyNeko

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Aquì el especial de San Valentìn. Esta misma semana subo el segundo cap, ya que pretendo que sea un two-shot.

Pd: este fic contiene Akenyshipping, que es el paring mio con mi amado Akefia

Yo solo aviso n.nU

Bakura Pov’s

Eres adorable cuando actúas así —esa voz dulce y encantadora que ya reconocía de lo mucho que la había estado escuchando las últimas semanas me provocó sonrojarme ¿Qué pasaba conmigo? Usualmente iría a partirle la cara al imbécil que tuviera las agallas de llamarme de modo similar —es una de las cosas que me encanta de ti — ¡pero no! ¿Por qué mierda el corazón me late tanto?

Sus hermosos ojos cafés me miraban de frente, a escasos centímetros de los míos marrón-rojizos y no comprendo por qué me palpitaban tanto los labios por desear un beso.

Y a pesar de eso, me importaba una mierda, iba a besarlo -sí, porque era un chico- lo tenía preso entre mis brazos, su estrecha cintura y su tibio cuerpo se sentía delicioso pegado a mí; estaba a poco de asaltar esos labios que me provocaban cuando unas cadenas doradas nos empezaron a jalar en direcciones contrarias.

Él me llamaba sollozante y necesitado, mientras yo trataba de sujetarlo para que no lo alejaran de mí pero era inútil; pequeñas plumas blancas empezaban a caer y yo gritaba, supongo que su nombre, pero no podía oír mi propia voz y no sabía cómo se llamaba.

Entonces desperté agitado, con las sabanas en el piso, y mi cuñada viéndome con preocupación ¿por qué había entrado en mi habitación? … ¡Espera, esto no era mi habitación! ¿Qué hago yo en la sala? … … ¡Ah cierto! Me había quedado dormido en el sofá anoche, buscando un canal que no estuviese pasando esas estúpidas películas románticas que ponían por la temporada.

Porque sí, se acercaba San Valentín.

— ¿Estás bien, Bakura? —Dany, mi cuñada, me miraba sentada desde el otro extremo del sofá; su cara se notaba medio adormilada aun, era obvio que se había quedado a dormir aquí puesto que llevaba encima una camiseta roja del inútil de mi hermano mayor que le quedaba a medio muslo y su cabello negro usualmente lizo, estaba algo desordenado.

—Claro que sí ¿por qué preguntas? —le dije en voz baja, frotándome un ojo con el dorso de la mano derecha.

Ella me sonrió —iba a la cocina y te escuché moviéndote así que me asomé y estabas volteando de un lado a otro, murmurando algo como “suelta” o “no te vayas” —me explicó — ¿estabas teniendo una pesadilla? Por eso pensé que lo mejor sería despertarte —me contó calmadamente.

—Yo, en realidad… no lo recuerdo —mentí, desviando la mirada. No solo porque no me gustaba mentirle a esta chica, ni por el hecho de que resultaría vergonzoso relatar lo que estaba soñando -que también- sino porque sus ojos color chocolate me recordaban demasiado a los del chico en mis sueños —gracias por despertarme aun así.

—Está bien, Bakura —ella se inclinó a darme un beso maternal en la frente. Esta chica a veces actuaba como una madre conmigo, aun cuando solo me sacaba tres años —iba a ver qué preparar para el desayuno —me dijo tomando la sabana del piso y colocándomela encima con dulzura —puedes intentar dormir otro rato si quieres, a fin de cuentas, el perezoso de tu hermano sigue dormido —me dijo con una risilla que yo imité. Akefia era un verdadero perezoso cuando quería —ya que estamos ¿se te antoja algo en especial para comer? —me tentó, de nuevo con su dulce sonrisa.

Y yo no pude evitar aprovecharme — ¿panqueques con jalea de moras? —me recosté de nuevo en el sofá para mirarla desde abajo, ya que teníamos la misma estatura.

Ella soltó otra risilla —de acuerdo, trabajan panqueques —me revolvió el pelo a lo que yo reprimí un gruñido, no terminaba de gustarme esa caricia, Akefia llevaba años molestándome de esa manera —iré a revisar la nevera a ver que falta para ir a la tienda —me dijo mientras se levantaba.

—Si sales así, a mi hermano le dará un infarto —bromeé, mirando como acomodaba el cuello de la prenda roja para que le dejara parte de los hombros al descubierto y no el pecho.

—Lo que Kefi no sepa no le hará daño —me respondió de la misma forma, dándome un guiño antes que el espaldar del sofá me tapara su visión. No pude no reír “Kefi” jajaja, la de veces que podría burlarme de él con ese apodo.

Miré la hora en reloj de pared que marcaba las siete de la mañana, demasiado temprano para despertarme un viernes sin clases. Coloqué mi brazo sobre mis ojos y me acurruqué bajo la manta con gusto, ladeando la cabeza para enterrar un poco la nariz en la almohada. Con el frio que hacía me apetecía tanto quedarme acostado y cubierto.

Ba-Ku-Ra~” recordé sin quererlo la dulce vocecilla de mis sueños

— ¿Quién eres? —murmuré, cuidando que mi cuñada no me oyera, mientas bajaba mi brazo de vuelta a mi torso, donde se encontraba el peculiar colgante que mi padre me había regalado hace poco, era una especie de sortija dorada con el ojo de Horus en el delgado triangulo de en medio, cinco dijes de la mitad inferior, Egipcia según tenía entendido. A mi hermano Akefia le había mandado una idéntica pero de color plateado… y ahora que lo pienso, estos sueños con ese chico empezaron casi al mismo tiempo de que me llegara la sortija… ¿Tendría alguna relación?... ¡Nah, tonterías!

-o-

—Eres un San Valengrich —me molestó Akefia, lanzándome unas palomitas que tuve que sacudirme del pelo.

—Cállate, idiota —gruñí mientas volví a cambiar de canal —no molestes.

—Es que ¡joder! ¿Podrías solo dejar una maldita película y ya? —volvió a quejarse, tomando un trago de la gaseosa que Dany sostenía cerca de su rostro, ya que el muy perezoso estaba recostado sobre las piernas de su novia que jugaba distraídamente con la sortija plateada a la espera de que yo eligiese algo que ver. Realmente amaba que mi cuñada no se pusiera muy melosa con él cuando yo estaba presente o podría terminar vomitando.

— ¿Te recuerdo que antes tú eras idéntico y detestabas ver tanta cursilería cuando se acercaba esta estúpida fecha mercantilista? —le contesté y él me miró con una sentencia de muerte en los ojos antes de mirar con precaución a su novia.

Ella arqueó una ceja — ¿por qué me miras así? Soy consciente de lo amargado que eras, cariño —rodó los ojos y yo solté silenciosamente un suspiro de alivio mientras mi hermano hacía un mohín y se quejaba con ella.

— ¿Era? Que yo sepa lo sigue siendo —molesté y la pelinegra rio conmigo.

—Calla, imbécil —me arrojó más palomitas, al paso que iba esta noche tendría que lavarme el pelo para sacarme bien las migajas y la sal.

—Para con eso, joder —le gruñí, arrojándoselas de regreso.

—Akefia, compórtate —suspiró mi cuñada y yo sonreí victorioso —solo espera, verás que a Bakura también le llegará su momento en que esté por estas fechas sonriendo por alguien.

—Tonterías, esas cosas no van conmigo —bufé con seguridad, llevándome las manos tras la nuca cuando di -por fin- con una peli no-cursi. “Gigantes de acero” ponía en la tele, genial parece que iba de robots luchando.   

—Oh, no hables tan pronto —me contestó ella con su voz tintada de picardía —No creas que puedes escapar, cuñado… el amor sabe dónde encontrarte —me dedicó un guiño y una mirada que no supe interpretar.

Desvié la mirada cuando Akefia volvió a acaparar su atención, exigiendo mimos en su pelo. Traté de concentrarme en la película para dejar de pensar en las palabras de la pelinegra que, por alguna razón, me hacían pensar en mis sueños.

¿Quién es ese misterioso chico oji-café?

Deseo conocerlo… aunque a la vez tengo un poco de temor de que esto suceda.

¡Ughhhh! Maldición ¿por qué todo se ponía tan complicado?

-o-

—Me sorprendes Yami —molesté a mi amigo mientras salíamos del Starbucks*, yo con un Frappuccino de vainilla y unas galletas de avena en manos, él con un chocolate caliente y galletas con chispas — ¿hoy no te has traído a tu enano? —reí socarronamente.

Yami solo rodó los ojos —Yugi se ha quedado en su casa, está entusiasmado porque un primo suyo viene a mudarse de regreso a Domino —me contó.

Me sorprendió un poco, Yugi y Dany eran primos y ella no había dicho nada al respecto —Ya veo… ¿y qué sabes de Marik?

—Según sé, se fue con Malik a un onsen en Kawauchi desde temprano.

Gruñí —Maldito, ellos allá en las aguas termales, seguramente follando como conejos y nosotros acá con este frio que pela —refunfuñé, acurrucándome en la bufanda color vino que me cubría hasta el mentón.

Noté que Yami se sonrojó un poco pero igualmente me apoyaba.

— ¿Y tú por qué quisiste salir si no te agrada nada este frio?

Desvié la mirada —mi cuñada está en casa —expliqué —si bien no es que se ponga a sentarse sobre Akefia en mi presencia ya empezaba a notar como él estaba… ya sabes… buscando más cercanía —me estremecí con una mueca. Yami solo se rio de mi —no te burles idiota —le solté un puño en el brazo derecho y él solo rio más sobándose el golpe, eso sí.

Pasamos por un par de sitios más antes de despedirnos, entre ellos una tienda de juegos, quería cartas nuevas para ver si podía conseguir algo interesante para mi deck. Salí de allí con tres sobres nuevos en el bolsillo y Yami riendo a mis costillas, pues la chica que trabajaba tras el mostrador anotó su número en la parte posterior de mi recibo, papel que terminaría en la papelera más cercana, de cabeza.

Era media tarde cuando regresé a casa, entré en silencio, agudizando el oído… solo por si acaso. Para mi buena suerte Dany estaba dormida en el sofá junto a Akefia, que estaba jugando con uno de los mandos de la consola del salón, dedicándole mimos de vez en cuando al pelo negro de la chica.

Al verme llegar me dedicó un movimiento de cabeza por lo que me quité la bufanda y el abrigo que llevaba para ir a sentarme en uno de los sillones libres, tomando el mando dos y empezando a jugar también. Más al rato iría a comer, esperaba que mi cuñada hubiese cocinado carnes de res.

-o-

— ¿Lleva mucho tiempo durmiendo? —pregunté luego de un hora.

—No mucho, dos horas o así —murmuró mi hermano en respuesta —es toda una gatita perezosa —se rio.

Rodé los ojos — ¿te recuerdo que se levantó casi tres horas antes que tú? —le molesté.

Akefia gruñó —ni que tú fueses madrugador, nubecita.

Iba a decir algo de vuelta cuando la canción del sexto ending de Inuyasha nos interrumpió, el teléfono de Dany estaba sonando. Vi que Akefia tenía la intención de estirarse para cogerlo cuando la pelinegra se levantó de su cómoda posición para contestar, no sin antes soltar un bostezo.

— ¿Hola?... Sí, soy yo… descuida, solo estaba tomando una siesta —ella sonrió, levantándose… ¿por qué la gente tenía esa manía de estar caminando mientras hablaba por teléfono? —no te preocupes, en serio… y ¿dónde estás?... Me alegro que hayas llegado bien, lindo —tanto Akefia como yo le miramos fijo ante el adjetivo que había soltado ella —no estoy en mi casa, sino donde te dije antes… ¿quieres quedarte conmigo? No hay problema, si quieres pido un taxi, paso por ti y vamos a que dejes tus cosas… Nah, no te preocupes querido, llego en media hora ¿de acuerdo?... Bien, un beso, ciao.

Miré con precaución a Akefia, quien apretaba el mando en manos de forma tal que sus nudillos empezaban a palidecer.

—Nena —la llamó con voz contenida y yo ya estaba pensando en si escapar a mi habitación — ¿Qué fue todo eso? ¿Con quién hablabas?

Ella regresó al sofá —Estoy feliz —exclamó ella, ignorante de la molestia de mi hermano y se inclinó por el espaldar del sofá para darle un beso en la mejilla —mi primo por fin ha vuelto —explicó con su sonrisa. Me tomó un momento recordar lo que me había dicho Yami.

Akefia parpadeó — ¿Yugi se había ido? —paseó su mirada entre mí y Dany.

Ella rio —no, no. Es otro primo nuestro, es como de la edad de Yugi y se lo habían llevado de Domino hace unos cuatro años —nos contó —hace unos días nos dijo a mí y a Yugi que volvería.

— ¿y se va a quedar en tu casa?

—Sí, mientras hacen espacio en la casa-tienda del abuelo Motou —explicó —bueno Kefi, me tengo que ir, está en casa de Yugi y voy a pasar por él así que voy por mis cosas —señaló hacia la habitación de Akefia.

— ¿Quieres que te lleve?

Ella volvió a besarle la mejilla —te lo agradecería, amor.

Genial, tendría la casa sola un rato ¡Música a todo volumen y mi nuevo Resident Evil 7, oh yeah!      

End Bakura pov’s

Akefia salió a llevar a Dany en su moto a la casa-tienda de juegos de la familia Motou.

—Gracias por traerme, amor —ella le dio un beso en los labios luego de quitarse el casco.

—Cuando quieras preciosa ¿te acompaño?

—Sí quieres, me gustaría presentarte a mi primo —le dijo con una sonrisa —es el que te dije una vez que me recordaba mucho a Bakura —le explicó, mientras se acercaban a la tienda. El moreno asintió —Estoy en casa —se anunció.

—Bienvenida Dany —nada más pasar la puerta que dividía la tienda con la casa, dos voces dulces la recibieron cariñosamente. Yugi estaba en el sofá junto a un sonriente albino con el pelo hasta la cintura y ojos castaños muy parecidos a los de la pelinegra.

— ¡Ryou-bebé que bueno verte! —la pelinegra no esperó dos veces para abrazar a su primo, bajo la divertida mirada de su novio.

—No me digas bebé, ya no soy un niño —se quejó el albino sonriendo, rodeándola con sus brazos.

—Lo sé, lo siento ¡es que nos has hecho mucha falta! —exclamó, dándole un beso en la frente — ¿cierto, Yugi? —el tricolor asintió a las palabras de su prima mayor.

—También estoy feliz de volver —dijo risueño, soltando la cintura de la pelinegra cuando esta terminó de darle mimos.

—Hola Akefia —saludó el pequeño tricolor con su usual sonrisa.

—Hola chibi —el peliplata se acercó a revolver el pelo de estrella, atrayendo la mirada del albino.

—Ryou —le llamó su prima —quiero presentarte a mi novio —tomó la mano del moreno para entrelazar sus dedos —él es Akefia Thief y llevamos dos años juntos —presentó.

—Oh, mucho gusto —saludó el albino, inclinando la cabeza —soy Ryou Motou, tengo 15 años.

—Un placer conocerte, Ryou —Akefia estrechó su mano libre con la del albino —tienes razón nena, se parecen un poco —le susurró luego a su novia.

Ella le regresó una sonrisa — ¿verdad? Ya quiero presentarlos —dijo como si fuera una niña pequeña emocionada, a lo que el moreno la miraba divertido. Yugi y Ryou simplemente la miraron extrañados —entonces ¿te quedas conmigo? —regresó sonriente al albino.

—Sí, por lo menos hasta que podamos acondicionar la ‘habitación de huéspedes’ —respondió antes Yugi con un bufido —el abuelo tiene un montón de cosas allí.

La pelinegra rio —osea que pasaremos un buen rato juntos —dijo segura — ¿por qué no le pides ayuda a Yami, Yugi? Estoy segura de que tu encantador príncipe vendrá corriendo a ayudarte si se lo pides —le guiñó un ojo al tricolor que se ruborizó pronto bajo la mirada de sus dos primos.

— ¿Podemos quedarnos un rato aquí, prima? —le pidió Ryou a la pelinegra.

—Sí, por supuesto Ryou —la mano de la pelinegra revolvió con suavidad los mechones blancos —es más, tenía algo en mente para hacer los tres.

—Bueno, creo que cuatro son multitud aquí —dijo Akefia, caminando de regreso a la tienda.

— ¡Hey! —se quejó su novia —no te estaba corriendo, Akefia —hizo puchero.

—Nena, era broma —la calmó, con una sonrisa socarrona, muy típica de él —igual me voy, tengo que comprar la cena y algunas cosas —se excusó.

—Eres tan tonto —se quejó, caminando tras él hasta salir de la tienda.

—Pero así me adoras —se regodeó el moreno. Dany rodó los ojos —cuídate y ¿te llamo en la noche?

Ella le dio una sonrisa coqueta —por supuesto, estaré esperando tu llamada —se inclinó hacia él para darle un beso en los labios a lo que el moreno respondió sujetándola por la cintura —conduce con cuidado, mi rey —le dijo al separarse.

—Lo haré, preciosa —le tomó el mentón con la mano derecha, cosa que junto a sus palabras lograron que las mejillas de la pelinegra se calentaran —nos vemos —se subió a su moto y se colocó el casco para arrancar, no sin antes dirigirle un guiño a su chica.

—Vaya, sí que te gusta ese muchacho —la voz de Ryou sobresaltó a la pelinegra.

— ¿Bromeas? La trae loquita —le siguió Yugi más atrás, chocando palmas con su primo.

—Oh sí, que graciosos —Dany se preguntó cómo es que ella era la victima de las bromas de sus primos menores.

—Entonces ¿qué era lo que querías hacer? —trató de distraerla Ryou.

—Oh sí ¿qué les parece si preparamos bombones de chocolate rellenos? —sacó de su bolso un pequeño librillo, un recetario de postres —ya que se acerca San Valentín y eso.

— ¡Sí! —aceptaron sus primos de inmediato, Yugi porque aún no tenía listos los chocolates que le regalaría a Yami y Ryou, bueno, todo lo que significara dulces era bien recibido por el albino.

—Genial, entonces vamos de compras, tenemos que buscar los ingredientes —encabezó la pelinegra.

-o-  

A los tres se les fue toda la tarde preparando sus dulces, charlando, haciendo bromas, incluso cantando y bailando pues tenían música puesta. Para cuando se dieron cuenta tuvieron que ponerse a hacer la cena y comieron junto a Solomon antes de que Dany llamara a un taxi para que ella y Ryou pudieran ir a su departamento.

El albino empezó a desempacar sus cosas en la habitación vacía del lugar mientras su prima tomaba un baño y finalmente se fue al cuarto de la chica, viendo a esta en un albornoz lila, secando su pelo. Ryou se sentó en la cama.

— ¿Terminaste de desempacar? —Ryou asintió — ¿Tus trámites para la escuela están listos? —consultó la mayor.

—Sí, todo está en orden, el abuelo se encargó de eso —Ryou jugó con un peluche gato negro en la cama de la fémina —Yugi dice que estaré en su salón —añadió con una sonrisa.

—Me alegra oír eso, aunque estoy segura que igual no tardarás mucho en hacer amigos —Dany se volteó a verlo, mientras empezaba a peinar su cabello.

Ryou solo formó una triste sonrisa —No lo sé… en mi otra escuela no, bueno, no trataba con muchos de mis compañeros —expresó decaído.

—Pues eran unos tontos que no sabían apreciarte —le dijo la mayor —es decir ¿Quién podría no quererte con esa dulce sonrisa —le dijo con cariño, levantándose para darle un beso en la frente —ya verás que aquí todo será mejor… estás en casa después de todo.

Ryou suspiró —sí… por fin estoy en casa —Ryou se acostó bocarriba con los ojos cerrados — ¿sabes? —la pelinegra emitió un sonido de curiosidad mientras buscaba entre sus cajones un pijama —desde que supe podría volver… no sé, mis sueños se han estado tornando raros —se atrevió a decir.

— ¿En serio? ¿Tienes pesadillas? —preguntó intrigada.

—No exactamente —se apuró a decir —solo recuerdo pequeñas fracciones, usualmente ni siquiera recuerdo qué soñé, pero todos son iguales —Ryou miró el techo —estoy con una persona, no sé quién es, ni siquiera puedo verle bien: su imagen es borrosa —relató. Dany asintió para el menor continuara —pero siempre estamos haciendo algo divertido: a veces de picnic en un lindo parque, o a la orilla de la playa o viendo las estrellas en una colina —sus mejillas se calentaron un poco —hablamos muy poco, pero recuerdo su voz… aun así, siempre termina con cadenas jalándonos a ambos lejos uno del otro.

— ¿Me estás queriendo decir que es un chico con quien sueñas? —preguntó con emoción contenida.

— ¡¿Eso fue lo único a lo que le préstate atención?! —chilló Ryou.

—No, también que van a citas muy lindas —añadió con una sonrisa, guiñándole un ojo.

— ¡Dany! —se quejó —hablo en serio.

—Lo sé, lo sé —la chica salió del baño ya con su pijama —entonces dices que no sabes cómo es ¿ni su nombre? —Ryou negó —mucha gente piensa que los sueños pueden ser a veces premoniciones ¿quizás es alguien que aún no conoces? —tanteó la chica.

— ¿Qué ese tipo de cosas no son solo para videntes y gente con dones? —expresó confundido — ¿por qué yo tendría ese tipo de sueños? —el albino atormentado por tantas preguntas sin respuestas que lo azoraban desde hace un par de semanas agachó la cabeza, empezando a juguetear con su brazalete.

—Bueno si de algo estoy segura es que el alma humana es umbral de grandes misterios —le dijo, sentándose a su lado en la cama — ¿qué tienes ahí?

— ¿Esto? Es un brazalete que me obsequiaron —Dany tomó el brazalete doble de color dorado con un diseño que ella conocía.

—He visto esto antes —pasó su dedo pulgar por el brazalete.

—Seguramente, es el ojo de Horus —le dijo Ryou, ahogando un bostezo.

“El ojos de Horus, el dios Egipcio”… “Dios Egipcio” “¡Eso es! ¡Las sortijas de Akefia y Bakura!” — ¡Claro! —sobresaltando a Ryou, la chica corrió por su bolso, que había quedado abandonado en su escritorio, de allí sacó un collar: una cadena plateada que sostenía un dije de luna menguante con una piedra suspendida entre las puntas de la misma que tenía dibujado el ojo de Horus, aunque con un delineado diferente, más sutil y apenas perceptible.

Ryou lo miró con curiosidad —es bellísimo ¿de dónde lo sacaste?

—Akefia me lo regaló, él tiene una especie de sortija con el mismo diseño… él y su hermano —murmuró lo último, recordando esa misma mañana que vio a su cuñado agitado en sueños… ¿todo eso tendría alguna conexión? Miles de ideas empezaban a revolotear en su cabeza como un enjambre de mariposas.

Ryou solo miraba con curiosidad a su prima, sin comprender que la había puesto tan pensativa de repente; otro bostezó se le escapó, pero antes de que pudiese decir algo, el sonido del teléfono de la chica los interrumpió.

—Discúlpame Ryou —se excusó, atendiendo la llamada para irse al sofá de la sala. Ryou simplemente se acomodó en la cama de dos plazas de la chica —hola amor…

Para cuando la chica regresó a su habitación, casi media hora después, su primo estaba totalmente dormido en su cama. Ella lo miró con ternura y lo cubrió bien con las mantas antes de acostarse a su lado.

Tenía mucho en que pensar.  

Continuará...

Notas finales:

          
*sí, el Starbucks, no pregunten, solo quería usarlo, ni idea de si hay o no en Japón. 

 

Feliz San Valentiiiiin ^^/ 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).