Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Shinsuke contra el mundo por Kaiku_kun

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Esto es un crackpairing total, no hay absolutamente nada escrito o dibujado de ellos que tenga que ver con amor, así que ale, a por ello jeje y se supone que este fic es gracioso y una parodia de lo que normalmente escribo, así que espero que os divierta un poquitín por lo menos :)

Shinsuke contra el mundo

 

San Valentín. El día de los enamorados… o bueno, uno de muchos que hay en todo el mundo, que los hay a patadas. Hay gente que sigue la norma y regala, tiene citas, momentos románticos por todas partes… Más pastelosos o menos.

Hay otro sector que prefiere amar todo el tiempo por igual y escoge sus propias fechas para regalar, sea correspondido o no. Entre estos, están también los solterones que reniegan de estas fiestas, pero ellos son un caso aparte.

Y luego está un chico pequeñito, muy mono y siempre deseoso de actividad, un jugador de fútbol. Nishizono Shinsuke, quien siempre está tan activo, el día de San Valentín todo lo que sabe hacer es encerrarse en su casa.

O ese era su plan. Faltaban un día para San Valentín. Las calles y los centros comerciales ya estaban llenos de propaganda sobre el amor, todo muy “compra, compra, que para eso tienes dinero”, y el jovencito caminaba con tranquilidad hacia el instituto ignorando toda esa parafernalia. Estaba esperando que en cualquier momento apareciera su amigo Tenma.

—¡Hola! Espero que no hayas tenido que esperarme mucho.

—No, tranquilo —le sonrió el menor. De estar pensativo a alegre en un segundo, muy habitual en Shinsuke, pero aún más con su mejor amigo cerca. El ánimo nunca decaería—. ¿Vamos? Llegaremos tarde a clase.

—Sí, sí, en marcha —bromeó, mientras caminaba muy teatralmente como un soldado.

—Vaya, parece que estás realmente contento. A ver si adivino: Tsurugi.

—¡Has acertado! Hace casi un año que salimos y estoy feliz, porque ya sé qué voy a regalarle por San Valentín. ¿Me acompañarás después de clase para comprarlo?

—Desde luego, ahora que no nos ponen deberes…

Ambos siguieron caminando en silencio. Tenma nunca había sido un maestro de la discreción, que digamos, y esa vez no fue distinto: Shinsuke notaba cada mirada que clavaba sobre su pequeñito cuerpo, como esperando a que dijera algo.

—¿Qu-qué pasa? —se atrevió a preguntar, mirando al frente, avergonzado e incómodo.

—¿Y tú?

—¿Yo qué?

—Oh vamos, ¿no piensas comprarle nada? ¿Decirle nada?

Shinsuke iba a espetarle que no tenía nada que decirle a nadie, pero no era verdad. Sus planes para ese San Valentín no podían ser más imprevisibles, pues hacía un tiempo que no podía evitar ponerse a tartamudear como un bobo cada vez que uno de sus compañeros de clase le hablaba. Nunca le había pasado, nunca había tenido que plantearse un San Valentín. Otros años, simplemente lo ignoraba y aprovechaba el día para encerrarse en casa con sus propias distracciones (con un poquito de inseguridad porque él estaba solo).

—No… no sé, no quiero… No me va a decir nada de especial y…

—¿Qué dices? Estoy seguro que se muere por tus huesos.

—¡Sa-sabes que no es cierto! —Tenma era especialista en hacer que se muriera de la vergüenza en medio de la calle—. No voy a hacer nada por San Valentín. Sabes que me gusta estar en casa.

—¡Pues haz que vaya a tu casa, tonto!

El simple hecho de pensar que ese chico, el tan deseado chico, diera un simple paso para entrar a su habitación le parecía tan lejano que no lo concebía, no era capaz de imaginarlo. Shinsuke se quedó medio en shock por empezar a pensarlo, pero no cedió.

—¡No quiero un San Valentín! —acabó gritándole, por el colapso mental y emocional.

—Vale, vale, no pasa nada —quiso tranquilizarle Tenma, que sabía exactamente que acabaría así la discusión—, ya te dejo de alterar. Aunque no sé si vas a poder descansar.

—¿Cómo dices? —Shinsuke se encontró algo perdido, hasta que oteó el horizonte, ya ocupado por el instituto, y se puso pálido—. ¡N-no! ¡Ahora no puedo hacer esto!

Y echó a correr por el lado opuesto. Siendo tan pequeño y con lo que corría, desapareció rápido como un hurón por una esquina, buscando una entrada alternativa al instituto.

En cambio, Tenma siguió andando, riéndose por el rebote de su pequeño amigo. Siempre le había resultado adorable la forma en la que Shinsuke escogía no enfrentarse a lo que no podía ganar. En ese caso, no podía ganar al amor. Y ese amor se estaba acercando a Tenma.

—¿Qué le pasa? —preguntó Tetsukado Shin, gran amigo tanto de Shinsuke como de Tenma—. Parece que haya visto un fantasma.

—Conociéndole, es muy posible —le rio la gracia, pensando que era extrañamente acertado—. Ya nos lo encontraremos por clase, no te preocupes.

Ambos entraron por la puerta principal. Tetsukado fue saludando a algunos compañeros que tenía en su deporte favorito, el boxeo. Él se había pasado al fútbol por diversificar un poco y conocer gente y realmente había sido muy útil. Tenma y sus amigos le iban como anillo al dedo. No eran tan cuadriculados, competitivos y cerrados como los boxeadores.

—Pensaba que ya no os hablabais —comentó Tenma, observando la escena

—Bueno, viene y va, ya sabes.

Tenma “no sabía”, aunque se lo olía. Esos boxeadores eran algo rencorosos y cuando estaban de mal humor lo sacaban a relucir contra el pobre Tetsukado, lo había visto. Y menos mal, sino no sabría de qué estaba hablando, pues el exboxeador era muy callado, siempre concentrado y algo tozudo… Siempre le costaba sacarle las cosas. Bueno, en realidad, cada vez les costaba menos, pensó Tenma, porque la poca competitividad y el juego en equipo del fútbol habían hecho proezas con su nuevo amigo. Y él creía firmemente que era gracias a Shinsuke.

—¿Dónde está Shinsuke? —preguntó Tsurugi, al acercarse a los dos amigos.

—Ha huido, no sabemos por qué.

Miró de reojo a Tetsukado para indicarle a su pareja que era cosa de su presencia. Tsurugi estaba al corriente de todo lo que pasaba con Shinsuke. ¡A la fuerza! Tenma no tenía narices de callarse un secreto, en especial si tenía que ver con su mejor amigo, y el pobre Tsurugi le tocaba ser “objeto de descarga” de todos los cotilleos posibles. La mayoría le resultaban cansinos y acababa ignorando a su novio, pero el caso de Shinsuke era distinto, también era su amigo y le preocupara que hiciera como él en el pasado y no afrontara sus sentimientos.

Tetsukado no vio ese guiño y permaneció callado. Seguía buscando a Shinsuke, pero en silencio. Estaba seguro que reaparecería ya sentado en clase y mirando al frente. Era lo que últimamente empezaba a hacer.

Y efectivamente, nada más entrar los tres, encontraron al pequeño, sudado y sin el jersey reglamentario, sentado y mirando al frente. Ya habían aprendido que si estaba así de rígido, era mejor no molestarle demasiado. Tsurugi le saludó con la mano y una sonrisa, Shinsuke le saludó de vuelta, luego a Tenma y a Tetsukado como si nada pasara y no dijo una palabra cuando éste último se fue a sentar al fondo, su sitio habitual.

—No puedes pasarte el resto de tu vida en silencio. Pobre Tetsu —Sus amigos le llamaban así. Shinsuke bajó un poco la cabeza—. Ya sé que te da miedo que te diga que no, o que empieces a tartamudear, pero tienes que coger valor. No te me deprimas, venga.

Tenma acarició el pelo a Shinsuke y éste se hundió un poco en su silla, pero esta vez sonriendo. Acabó riendo un poco una gracia que le hizo con uno de sus mechones, lo que llamó la atención de Tsurugi y también de Tetsukado, desde atrás.

*  *  *

El día transcurrió con más tranquilidad a partir de ese momento, en especial porque las clases eran partidas y Tetsukado no estaba con sus amigos, y lo que era mejor, presionando a Shinsuke. Tenma no dejaba de repetirle que no había nada de malo en que le gustara y que algún día tendría que coger valor. En la enésima repetición, se le ocurrió algo que hizo reír a Tsurugi y casi le causa un infarto a Shinsuke.

—¡Le comprarás una caja de bombones a Tetsukado!

—¡¿Qué?! ¡No voy a hacer eso!

—¡Oh, vamos, le va a encantar!

—¿No se supone que Tetsukado le tendría regalar algo a él? —preguntó Tsurugi, por el mero hecho de querer chinchar. Shinsuke le miró entre aterrado y cabreado, pero el mayor no se amilanó—. Oh, vamos, que no soy ciego, cuando menos te lo esperes…

—¡Pues decidido! ¡Al centro comercial después de clase! —Tenma ya lo había dicho antes, pero tenía que disimular, con su novio delante.

—¡No hemos decidido nada! —gritó indignado el más pequeño. Tenma no pudo evitar acariciarle la cabecita para mostrar lo adorable que era—. Me la vas a pagar.

Shinsuke no pudo evitar pasarse todo el camino al centro comercial (ya sin Tsurugi) dando vueltas y más vueltas al asunto. Enfadado no estaba, pero… coño, que nunca le había gustado nadie, no tenía ni idea de si estaría haciendo bien. A saber cómo actuaría. ¿Y si se lo había imaginado todo? ¿Y si Tenma y Tsurugi se equivocaban? Todo habría sido dar vueltas a la cabeza para nada y tendría un montón de bombones que no se iba a comer en casa.

Mientras daban vueltas por las estanterías lo decidió: no se lo daría. Ni era capaz, ni quería pasarse llorando un montón de tiempo, ni le apetecía que simplemente Tetsu desapareciera de su vida. Era mejor así.

Aunque…

El chico de las rastas era realmente guapo. Y misterioso. Siempre mirando por la ventana, serio, esperando encontrar algo en lo que fijar la vista. Nunca parecía estar contento con lo que veía a su alrededor. De hecho, si no hubiera sido por la pasión de Tenma, Tetsukado nunca se habría fijado en su grupito, ni tampoco habría tenido el impulso de conocer y dar la confianza que le faltaba a Shinsuke.

—Es asombroso… —dijo en voz baja, sin querer, recordando lo bien que lo habían pasado juntos y lo protector que había sido con él.

—¿Cómo dices?

—¿E-eh? ¡No, nada!

—Estabas pensando en Tetsu, a mí no me engañas.

—¡No es verdad!

Tenma se rio de nuevo, con cara amistosa, y le pasó a su amigo una caja de bombones llena de dibujitos típicos de San Valentín. A Shinsuke le pareció muy recargado, todo, pero no pudo elegir. Tenma ya tenía su regalo y ya le estaba arrastrando a la caja.

—¿Me los puede envolver los dos para regalo?

Shinsuke vio cómo los envolvían. El de Tenma fue primero, así que no vio qué había comprado él para Tsurugi. Y no parecía tener cara de querer contarlo.

Cuando salieron del centro comercial, tiraron unas cuantas calles en dirección a casa de Shinsuke y Tenma le detuvo en la esquina donde se despedían usualmente.

—Oye, sé qué vas a hacer —le dijo tenma, sonriendo, pero más serio que de costumbre—. Seguro que mañana no lo querrás traer porque no estás seguro. No es el Shinsuke que yo conozco, que lucha hasta el final por todo y siempre está tan optimista.

—Ya…

—Míralo de esta manera: le vas a agradecer a Tetsukado todo lo que hizo por ti durante nuestro viaje interestelar.

Shinsuke sonrió un poco, lo que fue suficiente para Tenma para revolverle el pelo y despedirse hasta el día siguiente. El menor no abandonó la sonrisa hasta que llegó a su habitación, cuando se miró el regalo. Seguía dudando, pero no se atrevió a quitarlo de la mochila.

No la volvió a abrir en lo que quedaba de día.

*  *  *

—¿No está? ¿Cómo que no está? —exigió Tenma.

—Déjalo, Tenma, da igual… —le susurró Shinsuke, intentando que no llamase la atención.

—¿Qué pasa? ¿Se ha ido?

—No lo sabemos, no ha dicho nada.

Literalmente de la noche a la mañana, todo había cambiado. El mundo estaba dispuesto a gastar a Shinsuke una mala pasada, porque después de pasar toda la noche dando vueltas y de tirarse toda la ida al instituto temblando como una hoja, con un dolor de estómago increíble por los nervios… Resultó que Tetsukado no se presentó a clase. Tenma pedía explicaciones, Tsurugi buscaba por las demás clases y Shinsuke solamente quería desaparecer.

—Tenma, no pasa nada…

—Pero tiene que estar por alguna parte, no puede faltar a clase así…

No sirvió de nada, Tetsukado no apareció en todo el día. Shinsuke no sabía si sentirse aliviado o dolido. Además, iba viendo como el resto de chicos y chicas se iban haciendo regalos y no dejaba de pensar que le resultaba demasiado diabético para su gusto.

Debería haberse quedado en casa como todos los años, pues en su instituto las clases se interrumpían al mediodía para celebrarlo y las pocas que hacían por la mañana solían ser actividades simples (y aburridas) relacionadas con el amor. Es decir, nada que contase para nota.

—¿Quieres que vayamos a buscar a Tetsu a su casa? —le preguntó Tenma, después de clases, con su energía habitual. Normalmente estaría igual de animado que él, pero no esta vez—. Vamos, ¡tienes quedarle el regalo!

—Ya le veré mañana —respondió, desanimado.

Tenma quiso cogerle por la fuerza, por el brazo, haciendo una de sus bromas habituales. Shinsuke normalmente se dejaba llevar un poco porque le resultaba divertido. Tenma nunca lo hacía con mala fe. Pero ese día todo era distinto: Shinsuke se soltó bruscamente y huyó, corriendo hasta que hubo girado en dos esquinas, para asegurarse de que no le seguía.

—Solamente quiero que se acabe este estúpido día —soltó malhumorado, empezando a caminar de nuevo.

Pero parecía que el día tenía que ser exactamente lo opuesto a lo que deseaba, pues la primera calle que escogió para volver a casa estaba totalmente taponada por un accidente. La segunda, por obras. El parque de cerca de su casa, lleno de gente porque hacían un recital de San Valentín.

—Esto es penoso —soltó, buscando el quinto camino, una callejuela angosta—. ¿Qué será lo siguiente, un maldito agujero negro? —Pues no debería haber dicho eso, porque cuando se metió por la callejuela, una miniexplosión abrió un portal extremadamente parecido a los que usaba Fey para moverse por el espacio-tiempo—. ¡¡OH, VENGA YA!!

Fue lo último que fue capaz de hacer o decir, pues el portal le absorbió en una repentina corriente de aire y sintió que se daba un buen chapuzón. En apenas dos segundos, se encontraba nadando en el agua. Se tragó un poco y vio que no era salada. No le dio más tiempo a maldecir, porque un segundo portal se abrió a sus pies mientras se hundía, así que él y agua lo cruzaron. Y como si hubiera bajado por un tobogán acuático, apareció gritando y rodando con el agua por un campo.

—Esto solo me pasa a mí —se quejó, tosiendo agua e intentando secarse un poco.

Se levantó chorreando aún y se fijó que no había caído en un lugar cualquiera. Sí, era un campo, mucha hierba, pero era ¡UNA MALDITA ISLA FLOTANTE! Shinsuke quiso dar un rodeo por los bordes, sin acercarse demasiado para no caerse. Quería ver si estaba solo o si vagaba sin rumbo.

—¿Shinsuke?

—¡Tenma! ¿Qué narices está pasando?

—¡Ni idea! Un portal me ha absorbido al lado de casa.

Resultó que Tenma estaba en otra isla. Iba cubierto de nieve y su pequeña islita eran un montón de rocas mal puestas en un montón de arena.

Las islas se sacudieron entonces, como si se prepararan para acelerar. Shinsuke pidió ayuda visualmente a Tenma, pero entonces vio que un portal nuevo estaba a punto de absorber su isla.

—¡Intenta mantenerte a salvo! —le gritó su amigo antes de desaparecer.

Shinsuke volvió al centro, por si acaso, pero no tardó en alzar la cabeza y ver que una isla “se caía” y estaba a punto de chocar con la suya por uno de los bordes. Y en esa isla iba ni más ni menos que Tetsukado Shin.

—¿Shinsuke? —Ya era la segunda vez que le llamaban con ese tono de sorpresa.

—¡Tetsu!

—¡Cuando choque la isla, salta hacia mí!

—¡Pero me voy a caer!

—¡Qué va! ¡Fuera de las islas no hay gravedad, lo he probado! —le aseguró, sonriendo con confianza.

La isla iba a colisionar, pero iba cada vez más despacio. Al final, las dos gravedades provocaron que el movimiento cesara y Shinsuke solamente empezó a flotar, como si nadara en el aire, hacia Tetsukado. No pensó en nada más que en ponerse a salvo, así que hasta que no se encontró entre los brazos del mayor no se dio cuenta de dónde estaba exactamente.

—¿Ves? Hasta ha sido divertido.

—Bueno, eh… ¡sí! Si tú lo dices…

Tetsukado le soltó con delicadeza cuando vio que de repente Shinsuke estaba tan tímido. Lo último que quería era agobiarle.

—¿Cómo salimos de aquí? —preguntó el menor, para distraerse.

—No lo sé, yo llevo todo el día aquí.

—¿Por eso no has venido a clase? —Tetsukado asintió—. Bueno, por lo menos no era culpa mía…

—¿Cómo?

—¡Mierda, he dicho eso en voz alta! Bu-bueno, es que… Pensé que por todo lo de ayer te habrías enfadado y… no sé, me sentía mal.

—Tranquilo, no me importó —acabó sonriendo.

Shinsuke se alegró de que hablara poco y directo, le ayudaba a procesar, y las sonrisas del mayor le calmaban un poco. Entonces se acordó de que aún llevaba encima su regalo y se puso blanco como la nieve.

—¿Estás bien? —le preguntó Tetsu, cuando Shinsuke se dejó caer en la hierba. Éste no dijo nada, solamente abrazó su mochila para ver si estaba muy mojada y notó que parecía que no se había salvado nada. Abrió la mochila, todo el agua se esparció por la hierba y, de ella, además de libros, cayó una caja algo arrugada con el papel de regalo medio estropeado—. ¿Qué es eso?

—¡To-toma! —exclamó inconscientemente, dándole el regalo, sin mirarle.

—¡Oh, vaya, gracias! —Lo cogió, cuidándose de que no se desmenuzara entre sus dedos, y lo abrió. Shinsuke seguía sin mirar, así que no vio la cara que había puesto su amor. Éste balbuceó un par de veces antes de conseguir pronunciar algo—. Eh, bu-bueno… No es lo que esperaba pero… ¿gracias?

El menor levantó la mirada hacia el regalo y quedó aterrado por lo que vio.

—No puede ser.

—¿Qué pasa?

—¡Este no es mi regalo! —Se lo quitó de las manos con violencia, cargándose la mitad de la caja, y vio caer un montón de galletas algo húmedas con formas más que pervertidas—. ¡Es el de Tenma, los hemos mezclado! ¡¡AAAH!! ¡¿ES QUE NADA PUEDE SALIR BIEN HOY?! Lo siento, Tetsu…

—Qué susto… No me esperaba esto de ti… Supongo que de Tenma sí.

—Esto tenían que ser unos bombones para ti, pero los compramos Tenma y yo juntos y el papel de regalo era el mismo y… —Y no pudo seguir hablando. Tetsukado bajó hasta su nivel, le quitó el fiasco de regalo y le cogió para sentarlo en su falda y abrazarle—. ¿Te-Tetsu?

—Me encanta, muchas gracias.

Shinsuke estaba que se moría, pero de alegría. Pensaba que iba a reventar, y todo lo que deseaba en esos momentos era que Tetsukado siguiera el curso natural de la escena y le besara… y eso era lo que estaba a punto de pasar.

*  *  *

RIIIIIIIIIIIING

—¿Qué? ¿Qué demonios…?

El despertador. Shinsuke se incorporó rápidamente, estresado, mirando a su alrededor. Su habitación, su cama, su mochila seca, y él completamente empapado en sudor.

—Todo… un sueño…

El pobre se hundió un poco. Por fin había tenido el valor y todo por nada. Aunque se alegraba de que tal confusión de regalos no hubiera sido real, y menos el viajecito interdimensional... ¡La confusión! Prácticamente arrancó la cremallera de la mochila y rompió un trozo del papel de regalo para asegurarse que eran los bombones y no esa… perversión, tan típica de Tenma.

—Menos mal… Son los míos.

A medida que recuperaba el aire, se dio cuenta que ya no le faltaba valor para hacer lo que quería hacer. Puso los bombones de nuevo en la mochila, la cerró y se tumbó unos minutos más en la cama, antes de levantarse definitivamente.

Ya lo he hecho una vez cuando todo había salido mal. Puedo hacerlo una segunda”.

Notas finales:

Espero que os haya gustado :) podéis encontrarme en facebook, mirando mi perfil, y también publico en Mundo Yaoi, Mundo Yuri y Wattpad :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).