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Cualquiera puede cocinar por chibibeast

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Notas del fanfic:

Tercer One Shot del DIK. ¡Yei!   KAITA para alegrarles el día.   Quise hacer un Kaita pornoso, tengo la idea y el resumen, pero no tuve inspiración para lemon. Así que les dejo este intento de humor.

 

Notas del capitulo:

Advertencias:  

- Cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia (?)

- Aparición de un pejelagarto sarcástico y un koala condescendiente. 

- Estos dos siendo bobos, no puede faltar.   ¡A LEER!

 

Yutaka atraviesa la cerca frente a la casa, aliviado de estar en su hogar luego de un largo día atendiendo asuntos referentes a the GazettE. La puerta está sin llave como siempre, gira la manija y entra, sólo para detenerse cuando un espantoso olor asalta su nariz. Justo cuando estaba por alzar la voz y preguntarle a su esposo el por qué, a sus oídos llegan un raudal de coloridas maldiciones que emanan desde la alguna parte con una voz que reconoce como la de Akira.


Mira alrededor por alguna potencial fuente de fuego, pero todo parece estar bien… hasta que ve hacia la puerta de la cocina, esto sólo podría significar una cosa: Akira Suzuki está cocinando.


El batero ama al de cabellos descoloridos más que a la vida misma, pero su alfa lomo plateado, no sabe cocinar. De alguna manera, no puede seguir la receta al pie de la letra y siempre obtiene resultados desastrosos.


Tanabe suspira dándose valor, antes de adentrarse a la cocina. Él detesta decepcionar a Akira, si hace alguna clase de referencia sarcástica o señala algún fallo de la comida, lo hará entristecer; por consiguiente, él también se sentirá mal. Entonces, pone su cara de esposo amoroso e interesado, agradeciendo a cualquier poder superior existente por ser excelente a la hora de mentir.

Ubica sus cosas encima del sofá de la sala de estar y va hacia el origen del escándalo. A como esperaba, la cocina es una cacofonía de olores y sonidos: humo alzándose de varias ollas, un pequeño fuego iniciado en una cazuela y las maldiciones siguen brotando de la boca de su amado.

− ¿Puedo ayudarte en algo, cariño?− pregunta gentilmente, a sabiendas cuán a la defensiva puede estar Akira cuando no le va bien haciendo algo.

El de cabellos claros voltea, dejando notar varias manchas sobre sus ropas, acompañadas de marcas de quemaduras en los bordes del delantal. Una de esas marcas se extiende hasta el cuello de la camisa, Yutaka desea que la llama no haya quemado la suave piel debajo.

− No, tengo todo controlado. Ese fuego es normal, supongo. − insiste, ignorando la mirada escéptica de Yutaka, quien no le ha creído ni por un segundo.− Espero que tengas hambre.− dice con un destello feliz en los ojos, a lo que menea una olla.

− ¡Estoy hambriento!− miente fácilmente.

− Bueno, la cena estará lista en cinco minutos.

− ¿Seguro que no necesitas ayuda?− pregunta Yutaka, esperanzado en poder salvar al menos uno de los platillos. 

− Te estoy diciendo que no, deja de insistir.− responde Akira, para el horror del batero− Pero la compañía es bienvenida.

Decide dejar de preocuparse de los incomestibles alimentos y sólo entretenerse estando con su esposo.

− Por supuesto, me quedaré.− aparta una silla del mesón y se sentó.

Akira sonríe, continua cocinando, mientras conversan acerca de cómo estuvo la reunión de hoy y qué fue del día libre.

Tanabe contesta cuando es apropiado, pero su mente está más enfocada en observar a Suzuki revolotear de un lado a otro. Le encanta el modo en que se mueve, no podría dejar de verlo… nunca. Su voz grave, despreocupada y bromista, le hipnotiza; podría escucharlo durante horas, sin realmente escuchar ni una sola palabra de lo que Akira dice. Justo como está haciendo ahora. Yutaka ladea la cabeza, en muestra de confusión, ante la mirada expectante del rubio, obviamente, esperando una respuesta.

− Eh, ¿sí?− afirma dudoso.

− No era una pregunta de sí o no, tonto.− le informa con desapruebo.− Ni siquiera escuchaste lo que te dije, ¿cierto?

− Eh, no. Estaba demasiado distraído con tu cuerpo y tu voz para realmente comprender lo que estabas diciendo.

− ¿Ah, sí?− el mayor se aproxima lo suficiente al batero para susúrrale al oído− Largo de aquí.− luego, darle un ligero pico− Vete, te aviso cuando esté listo.

Resignado, obedece al malhumorado hombre, dirigiéndose al comedor.

Aunque vacila, al final hace lo que le piden, su deseo de hacerle feliz gana sobre su preocupación acerca de la habilidad de Suzuki en la cocina. Olvida la ansiedad por un breve segundo mientras entra al comedor, perdido en las atenciones que lo envuelven. Obviamente, Akira se ha esforzado mucho y la habitación está bastante ordenada, incluso hay vasos de vidrio nuevos.

− ¿Cuál es la ocasión por la que me consientes tanto? ¿He olvidado algo importante?− inquiere cuidadosamente, cuando el bajista entra al mismo sitio.

− Tú olvidas todo, por mínimo que sea, inclusive cuando hay cosas que quisiera que no olvidaras.− dice con tono sarcástico. Yutaka luce avergonzado y pide disculpas.− No, no es una fecha importante. Yo sólo quería consentirte para demostrarte lo mucho que significas para mí.

El cínico corazón de Yutaka se derritió un poco ante tal declaración afectiva, sonríe y va a plantar un dulce beso en los labios de su esposo.

− Gracias.− sus labios apenas separados de los contrarios.− Pero sabes que no es necesario tanto ajetreo, soy totalmente tuyo.

− Lo sé.− admite, antes de sonreír travieso y sus labios viajen a la barbilla de Yutaka.− Entonces, ¿toda esto es una treta para seducirte?− ofrece− ¿Una condición para tenerte dentro de nuestras sábanas?

El azabache ríe, por dos razones: la cosquilleante sensación del aliento de Akira contra su piel y las palabras recién dichas.

− Disfrutamos dentro de las sábanas muy seguido, sol.− le recuerda, causando que una mueca pícara se dibuje en el rostro del bajista y emita un ligera risilla, pero Yutaka lo silencia.− Diferente a tus razones, esto es muy tierno, Aki, gracias por hacerlo.− regala un beso suave, envolviendo la cintura del bajista, mientras este le acaricia ambas mejillas.

Akira toma la oportunidad y profundiza contacto, el azabache se siente tentado a responder igual, pero resiste y pesaroso aleja aquel cuerpo tibio.

− Creo que haberte escuchado decir respecto a una cena, ¿no?− desvía el tema, a lo que el rubio suspira. 

− Ajá.− suelta a su cónyuge− antes de que nuestra conversación cambiara a otro tema, vine a decirte que la comida está lista.  

 − Entonces, deberíamos comer antes de que se enfríe.

No obstante, una vez acomodado sobre la silla, Akira se sienta sobre el regazo de Yutaka y lo besa con entusiasmo, es correspondido de igual forma y antes de que se den cuenta la camiseta de uno yace en el piso. El bajista nota lo que pasará si no se detienen, empuja levemente al otro; aunque fue él quien inició el manoseo.

− Yuta, si seguimos con esto, la cena estará completamente arruinada.− dice, viendo como el aludido regresa a besarle el hombro desnudo.

Un poco perdido en la lujuria y la exploración del cuerpo de Suzuki, responde sin pensar.

− Está bien, dulzura.− murmura contra la cálida piel− Probablemente, estuviese horrible.− Akira se paraliza y lo empuja sin cuidado, tal reacción hace que el menor repita mentalmente dos veces lo que dijo. Conecta con la mirada furiosa, que oculta cuan herido está.− Mierda…− murmura− Perdóname, elotito.− pone aquella mueca de ojos grandotes y labios presionados, que le dan un aspecto inocente y lindo, cualquiera lo perdonaría al instante de verlo… excepto Akira Suzuki… tal vez, Takashima también. No caería en su juego, no después de que todos sus esfuerzos por realizar un deliciosa cena para su esposo hayan sido destruidos con esas feas palabras y hayan salido de boca de a quien estaba dedicada.

− ¡Ni siquiera lo has probado!− le reclama el bajista.

− Lo sé.− admite, cambiando a una mueca arrepentida− Fue estúpido de mi parte, herí tus sentimientos y no debí, no ahora que estás tan mimoso.

Akira se quita del regazo de Yutaka, levanta la prenda y se viste, se aproxima a una de las ollas acomodadas encima de la mesa.   

− ¿Al menos la probarás?− cuestiona, lastimero, sosteniendo una cuchara de madera.

Tanabe se levanta rápidamente de la silla, si esto lo saca de aprietos, lo hará.

− Puedes apostarlo, mazorca de maíz.− situándose al lado del rubio.

− En serio, qué apodos más idiotas inventas.− se queja, rodando los ojos y soplando un mechón rebelde, escapa fuera de las trabas, que evitan el resto de cabellos le cubran el rostro.

− Falta de presupuesto para sobrenombres ingeniosos, sólo pude comprar los más baratos.− ríe solo por tan mal chiste.

El cocinero aprovecha la boca abierta del otro e introduce una cuchara llena de lo que sea tiene el recipiente y este sorbe el contenido. La salsa no sabe tan mal, concede, pero sigue sin saber bien. Dudosamente, lo traga y baja algo renuente, pero baja. Después de eso, Yutaka tose un poco y busca un vaso para llenar de agua y beber el líquido.− Fue mejor que cualquier cosa que has hecho en el pasado.

− Todavía no te gusta.− es acusado.

El batero retrocede bajo la mirada delatora, intentando ordenarse mentir. Sin embargo, falla y confiesa la verdad.

− Sigue sin gustarme porque no sabe muy bien.

− Bueno, gracias por tu honestidad.− un suspiro desanimado y decepcionado escapa del fondo de su ser, mientras coloca la cuchara dentro de la olla de salsa.

− Hey, no importa lo que yo haya dicho, de una manera u otra, quiero comer lo que has preparado con tanta dedicación y quiero recompensar tu disposición a sacrificar el día el entero, pasándolo encerrado en aquellas cuatro paredes. Así que, terminaré esto.− promete, acariciando la mejilla derecha del mayor y vuelve a sentarse frente a la mesa. 

La sonrisa flaquea, debido a la apariencia o, mejor dicho, debido a la esencia del platillo hecho, cuando este es posicionado delante de él. Percibe una combinación de especias misteriosas y una abrumadora cantidad de vinagre, esto no ayuda al apetito del pobre hombre, sin embargo el orgullo en la faz de Akira le da determinación para tragar tanto como le es físicamente posible. Masticando trozos pequeños, seguido de un trago de vino.

Ignorando, de modo inconsciente, el suplicio del azabache, el rubio apura su propia porción de lo que alguna vez debió lucir agradable, escupe inmediatamente dicha porquería, limpia su lengua con una servilleta y bebe el líquido rojizo.

− ¡Oh, por dios! ¡Esto es lo más asqueroso que he probado en toda mi jodida vida!− exclama aborrecido− ¡Yuta, no comas esto, te puedes morir! ¡No quiero ser viudo antes de los cuarenta años!− desvaría alarmado.

− ¿De qué hablas, Aki? No seas cruel, no está rico, pero es pasable.

− Borra esa maldita sonrisa de tu cara, Tanabe. ¡Esta mierda sabe horrible! ¡Si le pregunto al diablo si le interesa una nueva manera de tortura, te aseguro que acepta gustoso este plato!

− Tienes razón. Hasta el diablo se acobardaría al verlo.

Silencio mantenido durante cortos segundos, roto debido a las estridentes risas de ambos.

− ¿Pedimos una pizza?− ofrece el rubio.

− Eso suena genial. 
 

 

 

 
****

 

 

 


 
Acostados sobre el sofá, echado uno encima del otro, ven una película de acción, suspenso, aventura, angustia, repleta de muertes y sangre… Buscando a Dory.

− Pobre foca cejona, no es justo que lo engañaran.

− El fin justifica los medios, Aki, lo hicieron para ayudar.

− Eso es maldad, Yuta, ¡maldad!~

Hacen comentarios de este tipo, entre otros más serios conforma avanza la película. De repente, la atención cambia hacia el de mechas claras.

− Agradezco tu voluntad al comer esa asquerosidad y haber soportado esa locura.

− De nada. Aunque no haya sido tan exitoso como esperabas que fuese, esta ha sido una velada estupenda e inolvidable.

− Eres un maravilloso esposo, tú, gran idiota.− así es como Akira Suzuki le demuestra afecto. Le estrecha en un fuerte abrazo.

− No tienes que decirlo.− ríe bobamente y devuelve el abrazo apretándolos más.

− Quiero decirlo.

− No hay necesidad, ambos lo sabemos y eso basta.
 

Notas finales: Ah, el canon de “Reita no puede ni hervir agua”, jamás será olvidado, incluso si al paso de los años este bobo haya aprendido una que otra receta.
 
Los apodos cariñosos me dan asquito, así que usé apodos ridículos, haciendo referencia al color amarillo que Reita ha usado durante casi toda su vida y que recién el año pasado cambió por un tono más oscuro, pero no deja de ser rubio, pues, aunque parezca castaño… no lo es.
 
*alfa lomo plateado = las Kailovers(?) sabemos que el único alfa en GazettE es Kai, pero dejemos soñar a Reita, que nada pierde.
 
Falta el último de mis OS, espero publicarlo antes de que acabe febrero.
 
Apoyen a las demás autoras, vayan al link de la serie que aparece en el resumen y lean la lista de fanfics, sé que les van a encantar.
 
Eh, ya no se me ocurre qué decir, so… Gracias por leer.
 
Bye bye bi~

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