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Lethe por Balderouge

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Notas del fanfic:

Este es una adaptación del fanfic del mismo nombre creado por el usuario DoceoPercepto cuya obra original puede ser disfrutada en su lengua original en Fanfiction.net. El autor ha otorgado autorización para esta traducción.

Esta historia maneja mucho los conceptos básicos del universo de Kirby, y se basa en la pareja formada por Kirby y Marx (Villano principal de Kirby Super Star y Ultra).

Los nombres no han sido alterados en honor a la obra original.

Notas del capitulo:

Esta historia maneja los personajes humanizados de Kirby

 

“Hay algo en el radar”

No, por favor aléjate… Estrujo sus ojos con más fuerza. Con sus rodillas unidas a su pecho y su espalda contra el frío muro de metal, era imposible dormir. Esto no lo detenía de intentar.

“Kirby, dije, hay algo en el radar.” Peligro en cada sílaba.

“¿Es un asteroide?” Kirby se forzó a hablar.

“Planeta,” Marx respondió emocionado, nuevamente sus ánimos eran tan maleables como el agua y podría, en un arrebato, transformarse desde mares calmados a catastróficas tormentas y en sentido opuesto. Cómo si no hubiese habido suficiente prueba en el pasado.

Lentamente, “¿Está tomado por Dark Matter?”

Con un tono escalado, Marx respondió, “¡No Kay, es civilizado!”

La cabeza de Kirby se alzó abruptamente, de manera repentina ya estaba medio despierto.  Nunca había un planeta civilizado y no hostil. Por meses, ninguno. Aunque necesitaban uno: Todo se les estaba agotando. Se apresuró al lado de Marx, quién se recargaba fijamente sobre los controles, palmas llanas sobre los diales, y sus ojos púrpuras escaneaban de manera entusiasta el radar del Halberd. Había cierto goce natural en su comportamiento, el cual Kirby no había atestiguado por un tiempo, y él estaba inmediatamente anhelando compartirlo.

“¿Cuál es el planeta?” Respiró. “¿Cómo se han mantenido por tanto tiempo?”

“Muchos planetas se han mantenido todo este tiempo; de lo contrario, no habría resistencia” Marx chasqueó, “Solo no los hemos encontrado. Deben tener mejores defensas. Incluso puede ser una base para la ASG”. Marx reflexivamente navegaba en el tablero de control con sus delgados dedos, buscando la información necesitada.

“¿Una base de ASG? Crei que estaban evitando alianzas en la guerra. ¿Y si somos atacados?”

“Psh, entonces los aniquilamos. ¿Has visto la nave en la que estamos? Aunque…” Marx frunció el entrecejo y se redujo.

Mudo, el previamente inspirador humor se volvió ácido de manera aguda. Un bucle de tensión se asentó en el estómago de Kirby, y aún no se atrevía a contestar. Solo el golpeteo de los botones y el incesante zumbido de cinco máquinas penetraban en la habitación.

“…Nashira”, Marx afirmó finalmente. “Ese es el nombre del planeta… Hm, la ciudad principal… gobernada por un conde” Algo estaba desconectado; Marx lucía incómodo.

“¿A qué distancia?” Kirby susurró.

“Está… Yo no…” Perplejo, volvió a juguetear con los controles de nuevo. Sus ojos, estrechados en confusión, golpeo entre el radar y el parabrisas. “Hay algo mal”.

Cuidadosamente Kirby alzó sus dedos de los pies y observo sobre los hombros de Marx. Él no entendía tanto sobre la nave como Marx lo hacía, pero después de pasar tanto tiempo en la plataforma con él, había obtenido un conocimiento básico sobre los controles. Él, al menos, comprendió lo que los dos radares suponían estar haciendo, y la apariencia de varios artículos de ellos. Uno era el radar más débil, el cual daba impresiones de dónde se encontraban las cosas, pero también percibía objetos a distancias mucho más grandes y de una masa mucho mayor – como planetas. El otro era para distancias más cortas pero ofrecía coordenadas precisas, y era usado con mayor frecuencia cuando detectaban otras naves cercanas o navegaban sobre la superficie de un planeta.

Kirby pronto localizó el planeta del que Marx debía estar hablando, apareció como una enorme masa amarilla contra el fondo verde, posicionado a la derecha superior del radar general.

Entonces, aun cuando miraba, parpadeaba. Sorprendido, Kirby avistaba en el monitor. El punto reapareció, esta vez, en el fondo del lado izquierdo de la pantalla. En semejanza con Marx, Kirby miraba el limpiaparabrisas. Eterno espacio negro, como era usual… Aunque había un lugar más luminoso, directamente en su camino.

Kirby se tambaleo reflexivamente, con los ojos alzándose – y viendo nada en el espacio. Si ellos estaban a punto de colisionar con el planeta, entonces era completamente invisible. Y en ausencia de atmósfera y gravedad, el movimiento del Halberd no cambió.

“Bueno”, Marx dijo llanamente. El punto en el radar se trasladó hacia el extremo izquierdo de nuevo. “Aparentemente… Tenemos un planeta migrador.”

“¿Qué significa eso?”

Una rígida voz femenina, proyectándose en el intercomunicador, interrumpió a Marx antes de que pudiera proveer una respuesta sarcástica.

“Han entrado en territorio neutral. Naves de guerra alienígenas serán derribadas sin vacilación a menos de que provean una certificación. Tienen un minuto.”

Las miradas de Kirby y Marx se encontraron con competitivas expresiones de shock.

“¿Un minuto?” Kirby mencionó con voz ronca.

“¡No es una base de la ASG!” Marx declaró, oxímoronicamente feliz considerando la situación.

“¡Pero van a matarnos!”

La mano de Marx se insolentó y atrajo el pequeño intercomunicador cerca de sus labios. Sus ojos se estrecharon, su completa concentración se dirigió repentinamente a la tarea reciente. Dijo en la máquina, “Sugiero que reconsidere su decisión”.

La aparente malicia y superioridad, incluso dirigida hacia alguien más, envió un calosfrío por la columna de Kirby. No se atrevió a preguntar qué era lo que Marx estaba haciendo, aunque estaba seguro que resistirse a las políticas del “Territorio neutral” era un acto suicida.

Una pausa. La sonrisa asegurada de Marx permaneció.

La voz femenina sonaba menos mecánica cuando el intercomunicador crujió de vuelta a la vida. “Identifíquense”

“Soy solo un mensajero – hay información importante para el conde.”

Instantáneamente, la voz contraatacó, “Los mensajeros no vienen con amenazas, o naves de guerra. Veintiséis segundos para retroceder”.

Marx rió bruscamente. “Se me indicó que usara cualquier medio posible para llegar a este planeta. Noticia, no tuve opción más que tomar la nave de guerra de un aliado. Esta es información muy importante.”

“¿A quién consideras tú aliado?” El tono aún no cambiaba, y si Kirby no hubiera estado tan aterrado, debía respetar a la operadora por su incapacidad para convencerse.

Sin prisa por respuesta – además del suave llanto de Kirby a su lado – Marx reposo contra el tablero de control casualmente. “El minuto se acabó. Nos dejan pasar o nos derriban – si escogen la última, ¡Entonces no culpen mi cuerpo sin vida por la destrucción de su planeta!”

“Detén el avance y podemos hablar,” la operadora cedió, no obstante con un furioso tono de fondo.

“No creo que estén en posición para negociar.”

“Marx,” Kirby siseó bajo su aliento. “¡Solo para! Estoy seguro de que nos dejaran ir cuando –nnfffrhhg.” Kirby miró fieramente cuando Marx plantó su mano libro a través de su boca.

“Hay cinco naves K-31 con cañones apuntándoles. Reconsideren su posición,” la operadora contestó llanamente.

“Ohh,” los ojos de Marx se extendieron. “¿No hice clara mi posición? Estoy al mando”.

Una grieta rasgó el aire, más alto que un relámpago, y perfectamente audible a través de la coraza del Halberd. La nave entera se tambaleaba violentamente hacia la derecha. Marx rápidamente dejó ir a Kirby y tomó el panel de control; Kirby; mientras tanto, se estrellaba en el piso y tenía que levantarse de nuevo.

“¡Idiota!” Kirby dijo la palabra antes de pensar sobre ello, y decidió que bajo las circunstancias, prefería recibir la ira de Marx antes que ser volado en pedazos en el espacio.

“Tiro de advertencia”, Marx se precipitó, su pulgar merodeaba sobre el botón para hablar con la operadora de nuevo.

“¿Tiro de advertencia? ¡Van a matarnos!” Tomó el intercomunicador.

Marx gruñó hacia él. “¡Oye! No puedo hacer nada por su terrible sentido del humor, tu solo –¡Eso es mío!” El intercomunicador casi se separó de los dedos de Marx cuando el bufón tomo su garganta y la giro para que Kirby estuviese sujetado contra el panel – estrechamente evitando el botón que lanzaba los misiles.

 “¡Detengan el avance!” vocifero la operadora. “¡No dudaremos en derribarlos!”

Temblando, Kirby dijo sofocado “Por favor, p-para… Nos mataran.”

Marx lo observó con malicia. Con una mano aun sometiendo a Kirby, contestó, “Repetiré una sola vez más. Tengo información crítica para el conde. No hay tiempo que esperar. Debe ser inmediatamente. Si me detienen, el planeta será destruido.”

Aunque habló a la operadora, sus ojos permanecían asombrosamente fijados en Kirby a lo largo de todo el mensaje.

Había un tenso silencio. Kirby aún no se atrevía a moverse, salvajemente imaginando que la última cosa que sentiría sería la mano de Marx a rededor de su garganta.

Entonces, al final; “Sigan el marcador en su radar. Es su camino más rápido hacia el conde. Los soldados estarán esperando.”

La conexión ceso, y había silencio en el Halberd.

“¿Te creyó?” Kirby graznó.

“Y tu dudaste en mí. ¿Qué más es nuevo?” Marx lo empujo lejos de lo controles para que pudiese estudiar el radar. Nashira había reaparecido, junto con numerosas mucho más pequeñas de numerosas naves a su alrededor. La computadora del Halberd también mostraba una pequeña sección del planeta, con un punto negro que marcado donde debían aterrizar.

Kirby exhaló lentamente. La amenaza de una muerte inminente había pasado, había dejado de temblar. “Ahora tienes que hablarle a este rey…”

“Conde. ¿Aún estás dudando sobre mis poderes de persuasión?”

No proporcionando una respuesta inmediata, Kirby consideró sí quería preguntar la diferencia entre un conde y un rey, o si debería preguntar lo que exactamente planeaba decir a este conde.

Marx no esperó una respuesta. "Hm, supongo que esto significa que tendrás que conseguir la comida tú mismo", comentó, andando a zancadas al asiento del capitán y sacando su lengua pensativamente cuando pellizcó la dirección del Halberd. Cuando se acercaron, el planeta amarillo-azul redondo también vino más cerca en la vista a través del parabrisas.

El último comentario de Marx, sin embargo, completamente distrajo a Kirby. "¿No voy contigo? ¿A hablar con el conde?" preguntó ansiosamente.

"Oh no", Marx  rió, "podrías arruinarlo".

"No lo arruinaría", protestó Kirby, bien consciente de cuán infantil sonó, pero indiferente de ese hecho. Para el momento, al menos. Marx no lo podía dejar caer en medio de un planeta completamente diferente. No tenía absolutamente experiencia con nada fuera de Dreamland, además del Halberd y el espacio vacío. Sólo hace menos de un año, su mundo entero había consistido totalmente en el pueblo y campos de Dreamland. Ya que Marx le había dicho la verdad sobre la inmensidad del universo, había obtenido cierto nivel de comodidad con el concepto de ello - pero no estaba cerca de estar cómodo con su realidad.

Por la ausencia de una respuesta de Marx, pareció que ha desatendido este hecho completamente. "Considérelo un honor. Eres Kirby, el Gran Héroe de la Comida. Proveedor de refrigerios. Sin tí, pasaríamos hambre seguramente".

"Podríamos ir a hablar con el conde, luego conseguimos la comida", sugirió Kirby.

"Excepto que lo arruinarías y entonces no conseguiríamos la comida".

"¿Arruinarlo cómo?"

Marx agitó una mano desdeñosamente. "¡Sólo mira la asunto del intercomunicador! Tenía esta excusa asombrosa para la mujer y casi me interrumpiste. Si no hubiera conseguido que te callaras, seríamos polvo flotando en el espacio en este momento.”

"¡Esto no habría pasado si me hubieras dicho que planeabas actuar como un mensajero!"

"Porqué 'tiene un minuto antes de que los derribemos y mueran' definitivamente me pone en el humor para explicar mi idea", replicó Marx sarcásticamente. "¿Mientras estoy en ello, te gustaría la historia de toda mi vida?"

Kirby vaciló. Es verdad que Marx tenía un punto allí. Pero. . . "Me podrías decir ahora para que no lo arruine con el conde".

"O podría no hacerlo". Por suerte, pareció que encontró el argumento más divertido, Kirby, concibiendo más confianza y apaciguando el peligro inminente de empujar a Marx demasiado lejos. Desgraciadamente, significó que Marx no le tomaba en serio en absoluto.

"¡Si me dijeras lo que hacías, no habría problema!" Kirby replicó.

"¡Si supieras lo que hacías, no habría problema!"

"¿Qué-? ¿Qué estoy haciendo?"

"¡Compras de comida!" Marx lanzó ambas manos felizmente y se rió tontamente.

“¡No, Marx, en serio!” No había modo en que fuese serio. Tenía que estar bromeando. Pero este era Marx, y Kirby no era un idiota. “¡No sé qué hacer!” gimió “¿Y si intentan echarme por ser de un planeta diferente? O… o… No sé” Buscaba palabras, seguro había un millón de maneras diferentes en que podía salir mal.

“¿O no aceptan nuestro dinero o no hablan nuestro lenguaje? Meh, Estoy seguro de que puedes arreglártelas”. Marx sonrió luminosamente y su atención regresaba al Halberd.

“Espera, ¿Dinero? Y… Marx, no hay… otros lenguajes, ¿Cierto? ¡Marx, escúchame!” El miedo a lo desconocido promovía la valentía de Kirby con Marx, tomó la manga del otro furioso.

"¡Por supuesto que los hay!" Marx volvió atrás, empujando a Kirby lejos. Con una mirada deslumbrante, breve y enojada, añadió, "Che; eres tan irritante. ¿Ignorante o no, puedes arreglártelas por ti mismo, verdad? Ahora calla. Estoy ocupado". Sin esperar una respuesta, regresó a los mandos. Dentro de unos segundos, comenzó a tararear una melodía alegre a sí mismo, pareciendo haber olvidado completamente su irritación.

Kirby mordía su labio del fondo ligeramente para retener algunas preguntas. La confirmación de que otras lenguas existían no era ningún consuelo. . . Y sólo podría imaginar andar a través de puertas (que, en su mente, se modelaron en base a las  puertas de Dreamland) y llegado un enfrentamiento con un ciudadano que le farfulló con palabras mezcladas y frases que no entendió. ¿Qué podría hacer si esto pasaba? ¿Encontrar a alguien que hablara su lengua?

¿De repente pensó que el conde podría hablar hasta otra lengua - seguramente Marx no conocía otra?. . . ¿O lo hacía?

Kirby gimió silenciosamente a sí mismo.

Sometido, miró como la superficie del planeta se volvía más cercana. Incluso sus preocupaciones constantes no podían prevenir la curiosidad que crecía en su pecho. Andando ligeramente para no interrumpir, se acercó al parabrisas, deteniéndose al lado de su compañero - aunque a una distancia segura. A su temor silencioso, las cosas comenzaron a tomar forma en la piel amarilla del planeta: los fangosos verdes y grises se filtraron en la existencia en piezas. El Halberd iba cada vez más abajo, bajado en las nubes y luego bajo ellos, se elevó como un depredador gigantesco sobre los paisajes que se ajetrearon tan pronto como tomaron forma. Arbustos, cepillos marrón oscuro y gris, desaliñados árboles, pequeños lagos de agua incolora, soltando vapor.

Kirby había visto este proceso sólo una vez antes, al revés: 5 meses tras haber dejado Dreamland, cuando había mirado la hierba verde exuberante y las chozas de madera desapareciendo a través de sus ojos enturbiados y borrosos. Las experiencias se sintieron drásticamente diferentes.  No parecía que el Halberd se movía - mejor dicho, era Dreamland que había desaparecido, abandonándole desconcertado y separado de la realidad y el tiempo.

Ahora, sintió el efecto contrario. Nashira era sólido, inmovible: era él quién se acercó, quien procuró aterrizar en la tierra estable. La vista de la arena horneada por el sol  le proveyó otra vez de un sentido del tiempo, le mostró que era de día, y que Nashira no era atemporal, como el espacio. Casi había olvidado el ciclo de día y noche. En Halberd, allí sólo dormía y despertaba.

Era como si las manecillas del reloj habían comenzado a moverse otra vez.

El Halberd desaceleró. En la distancia, una ciudad amurallada surgió del horizonte amarillo y brumoso. Las paredes eran gris oscuro, hechas de  piedra. Fuera de la ciudad se aparcaban varias naves, aunque ninguna tan grande como el Halberd. Todos ellas eran de ocupación, diseñadas para llevar carga, antes que para la lucha. Una cercana herida en el camino por los barcos y directo a la puerta.

La ansiedad de Kirby recobró la fuerza. Este no iba sólo más allá de las fronteras de Dreamland. Esto era un planeta completamente diferente, y lo debía afrontar virtualmente solo. Silenciosamente, permitió que sus puntas del dedo descansaran en el dorso de la mano de Marx; un gesto que por suerte se ignoró.

Cuando el Halberd alcanzó una velocidad casi lenta en el aire, sólo una milla y tanto de la ciudad en crecimiento. Kirby podía ver a los soldados de los cuales la operadora había hablado, guardando las distancias del camino y al lado de un punto vacío entre dos barcos.

Marx sacó su lengua en la concentración. "Todo bien - aterrizaje. Sobre eso. . ." Sus ojos hurgaron sobre los mandos, sus manos de vez en cuando vacilaban sobre un botón o un dial sólo para retirarse. Su confusión por fin incitó a Kirby a hablar;

"¿Sabes cómo aterrizar, verdad?"

"Solo sale en reversa".

No era la respuesta más tranquilizadora. Kirby dijo con otras palabras, "¿Lo has hecho antes?"

“¡Claro!"

Tras otro momento de pensar, Kirby  corrigió, "¿Has aterrizado una nave antes?"

Marx alzo una mirada fulminante. "He hecho eso también. Unas cuantas veces. ¡Me estrellé la vez pasada!" Pareció demasiado encantado sobre este hecho.

"Oh". Genial. Kirby echó un vistazo alrededor apresuradamente para algo para sujetar, lo que Marx logró notar.

"¡Oye!" clamó hoscamente. "No soy tan malo. Mira, nos conseguí sobre un buen lugar. . . Esto está probablemente bien. El verdadero problema", siguió, jugueteando con las palancas, "Es que Meta Knight diseñó esta nave mal. Oh, es genial para explosiones y destrucción, sí - ¿Pero aterrizaje? Pfft. ¿Quiero decir, cómo se supone que vea a dónde voy? Podría aterrizar en la ciudad y no lo notaría".

"¿Podríamos estarlo?" Kirby dijo preocupadamente.

"Mm, tal vez no. Será mejor que esos soldados salgan del camino. Esta conversación con el conde no irá bien si la primera cosa que digo es 'ah oye, aplasté -'"

Un golpe chirriante de metal cortó las palabras de Marx. El bufón se agachó y detuvo el Halberd.

Kirby tomó un aliento. "¿Quefueeso?"

Marx se rió. "¡Oops!. Um. Yo solo… Me sobrepasé sólo un poquito. . . "

"¡¿Golpeamos otra nave?!"

El Halberd se cernió y se movió un poco. "Una cosa que Meta Knight hizo bien fue hacer el casco tan fuerte",  Marx asintió, "probablemente no tenemos ni una abolladura".

De modo que sí, golpeamos otra nave.

El Halberd comenzó a bajar otra vez. Por segunda vez, había un golpe apagado y la nave impactada en un alto, sacando un cacareo fuerte de Marx. "¡Ahah - no puedo conducir! ¡Esto parece naves choconas!"

"¡Marx!" Kirby gimió, ahora agarrando su cara. "¡Esto es propiedad de otras personas! ¡Sólo porque no tenemos abolladuras significa que ellos no las tendrán!"

"Actúas como si lo hiciera a propósito", contestó Marx, pareciendo herido.

"¡¿Lo haces?!"

"Por supuesto que no. Es su culpa para aparcar así de cerca uno del otro. Ahora tendrán más cuidado en el futuro, y me tienen a mí para agradecer".

"¿Podemos por favor aterrizar ahora?" Kirby dijo con una pequeña voz. 'Ojala que sin dañar cualquier otra nave', añadió en privado a sí mismo.

"¿Qué, no te gusta cuando hago esto?" Marx sacudió el timón, y el Halberd dio tumbos a los lados. El metal resonó a través de la cubierta. Kirby tuvo que sujetarse de la espalda de la silla de Marx para evitar caerse.

Kirby palideció. "¡No, no lo hago! ¡En serio, detente!"

"¡Ay!!" El timón giró hacia la otra dirección.

"¡Marx!"

"¿OH POR DIOS POR QUÉ SIGUE ESTO PASANDO?" Con una mano, Marx tiró su pelo en agonía; con la otra, dirigió el Halberd para chocar contra la nave mercante otra vez.

"Van a arrestar-“

"¡No puedo controlarlo!"

¡CHOQUE!

Kirby se zambulló en el timón. Sus manos se cerraron de golpe junto a las de Marx y cuando el bufón trató de sacudir el timón, resistió al movimiento. "Van a creer que eres un lunático", dijo severamente, mirando hacia atrás, sobre su hombro para mirar a Marx.

Bufó como respuesta. "Entonces puedo abogar locura si nos acusan por destruir propiedad".

"Eso puede que no esté tan lejos de la verdad".

"Por tanto me creerán", dijo Marx, pareciendo contento consigo mismo. "Ahora. . . Dame mi timón de vuelta".

"No golpees más naves".

Sonriendo con satisfacción, Marx se reclinó en la silla. "Técnicamente, sólo golpeé dos. Muchas veces".

"Sabes lo que quiero decir".

Algo de la chispa maliciosa en sus ojos morados de repente se suprimió. No suprimido completamente, pero mejor dicho oscurecido a través de una ventana translúcida. "Oh, siento", se burló, una sonrisa se enroscó a través de su cara, "¿Era serio? ¿Estabas... Dándome órdenes?"

Aun si Kirby no estuviera en sintonía con los signos que evidencian el sadismo de Marx, fácilmente habría sabido que esto no era algo que debería argumentar. . . no con ese tono.

Dejó ir el timón como si le estuviese quemando.” Lo siento. "

Marx pareció ligeramente decepcionado, pero no curioseo más.

Las pocas yardas restantes que el Halberd tuvo que bajar fueron suaves. Marx entonces apagó la nave, lo que calló el zumbido arrullador de las 5 máquinas.

Durante unos segundos era terriblemente silencioso, entonces el bufón sonrió suavemente, estando de pie de su silla. "Entonces. Estos soldados no saben nada sobre tí, y preferiría mantenerlo así. Es sólo más trabajo tener que explicarte también. Iré con ellos, espera aquí hasta que nos vayamos. Probablemente no buscarán la nave, por tanto no tienes que preocuparte por ser encontrado. Si es así. . . bien, haz una mentira buena o algo".

Anduvo a zancadas hacia la salida, conversación claramente finalizada.

"Espera", Kirby se apresuró detrás de él, "¿No me puedes ayudar en absoluto?"

"Ve a la ciudad", Marx hizo rodar sus ojos. "Puedes arreglártelas desde aquí. No estás sin esperanza. Creo". Como si estuviese contemplando esta declaración, estudió a Kirby con cuidado antes de encogerse de hombros y marcar el código para abrir la escotilla para irse.

"Espera, pero -"

Le empujó atrás. "Ah ah - no puedes dejar que te vean". Cavó por monedas en su bolsillo y las dejó caer en el suelo. "Allí. Hay dinero. Recuerda - espera hasta que esté fuera de vista". Señaló a Kirby significativamente. "Eres mi arma súper secreta".

Kirby hizo una pausa. "¿Soy un arma?"

"Eres lo que sea que yo quiera que seas. Pero, no podía pensar en una mejor palabra. Deja de hacer preguntas estúpidas". Con este afectuoso comentario final, Marx apartó a Kirby otra vez y abrió la escotilla antes de irse. Cuando la puerta se cerró, Kirby oyó que él decía algo sobre estar acostumbrado a naves de mensajería, no acorazados y lamentar cuán horribles eran de aterrizar. Kirby no sabía sí las naves de mensajería en verdad existían. Suspirando, recolectó las monedas del suelo.

Entonces, del parabrisas, miró como Marx y los soldados se marcharon. Era una vista extraña: seis o siete soldados vestidos de armaduras grises y con espadas de plata a sus lados. Incluso sus cascos cubrieron cualquier variación en el color del pelo que podrían tener. Marx, mientras tanto, era un arco iris de color comparado con ellos. El negro de su pelo era generalmente escondido por su sombrero de bufón azul y rojo, por tanto sólo las puntas moradas y trozos negros salían en ángulos raros. Además, su atuendo multicolor se destacó como una bandera.

Era con un sentido profundo de inquietud que le miró alejarse. No dudó que Marx pudiese arreglárselas él mismo de cualquier situación en la que pudiera meterse él mismo - pero realmente dudó de su propia capacidad de hacer esto solo. Generalmente porque moralmente odiaba recurrir a los trucos y engaños de Marx – no es que tuviese cualquier habilidad en ese departamento de todos modos. Como Marx amaba decirle, era un terrible mentiroso. Esto era algo que Kirby interpretaba como un elogio o un insulto según la situación (no es que lo admitiría a sí mismo después si se encontraba deseando ser un mejor mentiroso). Trató de estar orgulloso de su inhabilidad de mentir u omitir la verdad, pero esto era una situación donde podría ser provechoso. No sabía que preguntas podrían hacerle por ser foráneo, ¿Y si la verdad no resultaba ser favorable?

El silencio le molestó - sólo para proporcionar sonido anduvo alrededor del Halberd y escuchó sus propios pasos mientras esperó: de la sala de control, el vestíbulo, la cocina, el dormitorio, almacenes. . .

Cuando completó varias caminatas, miró detenidamente el parabrisas otra vez.

Marx y los soldados habían desaparecido dentro de las puertas de la ciudad, probablemente hace varios minutos. Si algún tiempo fuera ideal, sería ahora. Apretando las monedas en su bolsillo ansiosamente, Kirby abrió la puerta y salió.

Sin Marx a su lado, la sensación de ser extraordinariamente pequeño y solitario le venció y le ató firmemente al mismo lugar dónde se había bajado de la rampa. Durante cinco meses no había visto, ni había hablado a otra alma. Incluso sus sueños, infrecuentes y obscuros como eran, habían comenzado a limitarse dentro de las paredes metálicas del Halberd.

La siguiente reacción de Kirby, entonces, era mirar simplemente. Observó al cielo azul claro; una vista olvidada, luego bajó su mirada fija y estudió la ciudad. Estaba encerrada en grandes paredes de piedra, bloqueando su vista. La puerta de madera, sin embargo, no era lejana, bordeada de dos enormes torres de piedra y vigiladas por dos guardias en armadura  y relucientes espadas de plata. Un amplio camino de suciedad, estropeado por dos surcos de los cruces de carros, se tejía a través de las dunas antes de encontrarse con la puerta.

El espacio abierto intimidaba después de tanto tiempo en una nave. La ciudad sería mejor, Kirby pensaba para sí mismo; estar dentro de las paredes de piedra, donde el cielo no sería tan visible y el horizonte no era nada más que piedra blanca.

Con esto en mente, se apresuró en el camino y siguió un grupo de comerciantes viajeros hacia la puerta. Los comerciantes cargados con pesados sacos sobre sus espaldas, que golpeteaban con sus artículos. Pareció que cada uno vendía algo diferente, de potes de hierro fundido, a la ropa de lana pesada, a varias especias. Hablaron alegremente entre sí y Kirby se encontró cayéndose silenciosamente al paso detrás de ellos, contento de seguir su ejemplo, pero poco dispuesto a tomar parte en su bulliciosa conversación. No pareció que lo notaron. Sin embargo, notó cómo dramáticamente destacó.

Los comerciantes todos tenían piel castaña clara y amistosos ojos oscuros. Usaban simples - posiblemente cuero - atuendos con capas múltiples, a pesar del calor. Mientras tanto, Kirby tenía ojos azules brillantes, piel pálida privada del sol y pelo rubio. Sin mencionar su camiseta rojo vivo y jeans.

Como tal, se escabullía casi en sus sombras cuando alcanzaron la puerta. 'Sobresalir' era la peor cosa que alguien podía hacer en Dreamland. . . No tenía razón para creer que cualquier otro lugar sería diferente.

Pareció que los comerciantes reconocieron a los dos guardias, y el grupo comenzó una conversación jovial. Después de mucho intercambio de bromas alegres, los guardias finalmente abrieron las puertas e hicieron gestos a los comerciantes mientras acariciaban sus espaldas

Kirby vislumbró posiblemente una de las vistas más espantosas mientras los comerciantes se adentraban - la enorme ciudad con una muchedumbre de gente tan gruesa no podía imaginar cómo los comerciantes habían logrado meterse en ese espacio reducido. No era que la ciudad era pequeña - pero habían tantas personas. Oyó el estruendo de cientos de voces que hablan a la vez, mezclando chirridos, chillidos,  el ladrido de los animales, y la agitación de carros, y quizás otros cien sonidos que no se podían distinguir con la cacofonía total del ruido.

Entonces las puertas de madera gruesas se cerraron delante de sus atontados ojos. El sonido cesó. Las guardias le contemplaron de una manera rara.

"¿Qué buscas en esta ciudad?" uno preguntó, no descortésmente.

De todos modos, Kirby se encogió un poco. Seguramente pensaban ahora cuán extraño se veía – Qué inusual - ya que tenían la misma piel parecida a una castaña que los comerciantes, y Kirby era completa y claramente diferente a ellos. ¿Había un castigo por ser de un planeta diferente? "Lo siento", mencionó, aunque no sabía por qué estaba pidiendo disculpas.

"¿Estás perdido?"

"Yo s-sólo. . . Necesito comida. Quiero decir, provisiones y cosas".

"¿Esa nave es tuya?" el segundo guardia preguntó repentinamente. Kirby echó un vistazo atrás a donde hacía gestos.

"Es el Halberd", Kirby asintió con la cabeza con inquietud. ¿Había algo mal con aquello?

El segundo guardia rió entre dientes. "Te veía venir. Desearía tener algo como eso". Silbó y sonrió abiertamente. "Niño suertudo, si no fueras un piloto tan horrible. Espero tengas dinero para pagar por eso". Aplaudió en el hombro de Kirby, el cual se estremeció

"C-claro", Kirby respondió.

"Bien, veo que tienes prisa. Ahí tienes".

Ambos guardias dieron vuelta y empujaron las puertas de madera. Una vez más ese mundo atestado, extranjero se abrió ante él. Y esta vez, Kirby entró en él. Las puertas de madera se cerraron detrás de él con decidida finalidad.

Notas finales:

Espero que esta historia sea digna del interés de los usuarios/as de esta página. Ruego la disfruten y ofrezco mis más profundos agradecimientos al autor original por darme su bendición para este proyecto.


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