Louis DeNonno había cometido muchos errores a lo largo de su vida y estaba seguro que ese sería uno de ellos. Empero, no se sentía arrepentido, al contrario: la emoción le destilaba de cada poro de la piel y por primera vez en muchos años, se sentía feliz, como en los viejos tiempos en que sólo estaban Danny, él y la gran ciudad esperándolos.
El sonido de una respiración al lado suyo lo sacó de sus pensamientos por lo que dirigió la vista a su más reciente acompañante. El agente Hyde estaba a su lado, durmiendo profundamente luego de varias copas de bourbon y una sesión de toqueteos (y otras cosas mucho más censurables) que terminó en cuanto ambos quedaron exhaustos sobre las húmedas sabanas de la cama. Louis no pudo evitar ahogar una risita al recordar lo apasionado que había resultado ser el agente Hyde al momento de estar juntos, de dejarle la huella de sus dientes en zonas que serían difíciles de cubrir. Para Louis no representaba problema alguno acostarse con sus clientes después de su turno, en especial si se trataba de mujeres maduras que ansiaban un poco de cariño. Tan sólo no se esperó que esa noche fuera diferente: No hubo una mujer solitaria, sino un hombre que negó con la cabeza en cuanto Louis le dijo que lo llevaría a su respectiva habitación porque estaba demasiado borracho como para ir por su propio pie.
—Mejor llévame a la tuya —dijo Kyle, mirándolo fijo. El moreno parpadeó con sorpresa, eso hasta que el ex agente se incorporó de su asiento y se acercó a él (¡Gracias a Dios que no había otros clientes!).
—Llévame a tu habitación, Louie —repitió, y el aliento caliente combinado con el aroma a alcohol y colonia le provocó un escalofrío. Estar con un hombre… No era nada que no hubiese hecho antes cuando trabajaba en las calles y necesitaba dinero con urgencia. Pero, ¿Estar con ese hombre?
Y a pesar de todo, había accedido. Cerró el bar antes de tiempo, rogando que ni su jefe ni Rosa se dieran cuenta, y había dirigido al otro a su cuarto, donde los brazos fuertes de Hyde se abrazaron a su cuerpo y su lengua se abrió paso en su boca. Sin embargo, aquel acto no había sido igual al resto: Era como si Kyle no sólo necesitase sexo, sino cercanía, la cercanía y calidez de alguien conocido.
Louis continuó mirando al hombre, ¿quién diría que ponía ese rostro tan calmado cuando estaba dormido? Pese a todo, pudo notar que fruncía el ceño por segundos, como si tuviese pesadillas.
—Bradley… —lo escuchó susurrar. DeNonno hizo una mueca antes de pasar la diestra por los despeinados cabellos de Kyle, con toda la delicadeza de la que era capaz. Lo comprendía, tenía que resolver ese asunto… Y él también tenía que resolver los suyos. Tal vez podría hacerlo con su ayuda, con la ayuda de Kyle. Tal vez podría, finalmente, dejar a Danny descansar en paz.