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39. Un Frío día de Invierno (25) por dayanstyle

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Hyesung envolvió la manta más fuerte alrededor de su hijo mientras se apresuraba a atravesar el bosque. Sentía que sus piernas iban a ceder y tenía tanta hambre que sentía que se desmayaría, pero tenía que continuar.

La vida de Yoo Geun dependía de que él siguiera moviéndose.

 

Hacía un frío congelante y había huido dejando la ropa atrás. En la pañalera de Yoo Geun sólo quedaban dos biberones y quizás tres pañales. Había sacrificado su chaqueta para mantener caliente a su hijo mientras atravesaban el bosque.

Hyesung estaba tan helado que ya ni siquiera sentía los dedos de sus pies. Sacrificaría parte de su cuerpo para evitar que ese cruel bastardo tomara a su hijo. Yoo Geun era tan dulce como los días largos y no se merecía lo que Hyun Joong quería hacerle.

Eso no era bueno, incluso si pudiera ayudar a mucha gente.

Hyun Joong no decía el porqué quería tener en sus manos a Yoo Geun. Solo le había ordenado a Hyesung que se lo llevara a su choza.

«Eso no iba a suceder».

 

 

No iba a permitir que el líder pusiera sus sucias manos en su hijo. Hyesung tropezó, logrando estabilizarse en el último segundo y continuó. Ya no podía sentir sus pies, y sentía sus brazos como si fueran a ceder por el peso. Daría todo por hundirse en un baño caliente y llevar una bebida caliente a su frío interior.

 

Las congeladas hojas crujían bajo sus pies mientras caminaba, no tenía ni idea a dónde se dirigía. Solo sabía que tenía que mantener a salvo a su hijo. Yoo Geun tenía cinco meses y ya estaba en riesgo de perder su vida en el nombre de la ciencia.

Su madre había muerto al dar a luz, dejando a Hyesung para que criara a Yoo Geun solo. No tenían más familia, solo a la tribu de los elf del bosque. Y eso ahora se había convertido en una pesadilla. Al pensar en Hyun Joong, el líder, hizo que la rabia hirviera en su interior. ¿Cómo un hombre que se suponía debería de mantener a la tribu a salvo demandaba la vida de un bebé de cinco meses?

Hyesung quería regresar y cortarle la garganta a Hyun Joong. El viejo fey había forzado a que Hyesung tomara a su hijo y huyera en ese fuerte frío, huyendo por su vida, por la vida de su hijo. Sabía que él podría morir porque no había manera que permitiera que nadie tocara a su hijo.

«¡Sobre mi cadáver!»

 

Hyesung disminuyó el ritmo, sintiéndose exhausto y débil. Su cuerpo entero dolía y aun no tenía idea de hacia dónde se dirigía. Había recorrido una gran distancia, pero sabía que aun seguía dentro del bosque propiedad de los lobos Timber. No estaba seguro de qué tan amigables eran o si podrían ayudarlo así que se mantuvo en movimiento.

Yoo Geun dejó salir un pequeño llanto, haciendo que el corazón de Hyesung doliera por su hijo. Sabía que Yoo Geun tenía frío y hambre, pero si se detenía ahora, corrían el riesgo de ser atrapados.

Ese era un riesgo que Hyesung no podía tomar.

 

Atravesó el bosque, encontrándose en el borde de un gran estacionamiento. Hyesung vio  alrededor, preguntándose  a  dónde debería de ir desde aquí. Había muchos vehículos, vehículos que podría utilizar para huir más rápido, pero Hyesung tenía un pequeño problema. No sabía conducir.

Sintió las lágrimas arder en sus ojos cuando Yoo Geun comenzó a llorar. Hyesung no sabía qué hacer. Su hijo necesitaba un lugar seguro, un lugar caliente, y Hyesung no tenía ninguno por el momento.

La desesperación lo inundó viendo la multitud de los vehículos que lo rodeaban. Quería descansar cinco minutos. Eso era todo lo que quería, y darle a Yoo Geun un lugar caliente, Hyesung abrió la puerta trasera de una camioneta y subió.

Había un tipo de manta negra en la caja que evitaría que alguien que caminara por ahí lo vieran a él o a Yoo Geun.

Cuando cerró la puerta, Hyesung vio alrededor, rezando por que el que fuera el propietario del vehículo no lo enviara de regreso con su tribu. Sabía que alrededor de su villa, en la villa Kim, había muy diferentes grupos de shifters y demonios. Quizás podría mezclarse.

Solo rezaba porque no fuera la camioneta de un demonio. Hyesung ya tenía muchos problemas con los que tratar. Yoo Geun seguía llorando, Hyesung se acurrucó en una bola manteniendo a su hijo más cerca de su cuerpo, haciendo su mejor esfuerzo por mantener caliente al pequeño bebé mientras trataba de pensar en lo que haría después.

 

 

Eric salió del centro recreativo, sintiéndose dolorido en los sitios que no sabía que tenía. ¿Cuánto había pasado desde que había jugado basquetbol? Una  eternidad. Se enorgullecía de saber lo mucho que se habían divertido los niños, pero ellos tenían tanta energía que se sentía viejo como la tierra.

 

Subió a la camioneta, gimió cuando el dolor recorrió su cuerpo. Avanzó pensando en un baño caliente y una bolsa fría. Había estado corriendo de arriba abajo de la cancha por horas. Jongin había sido el referí, pero después de la competencia, los otros chicos lo desafiaron a un juego.

Solo porque era alto y constituido como un maldito quarterback no significaba que podía correr como los jovencitos.

¡Sus malditas rodillas dolían! Eric dirigió la camioneta a su casa, preguntándose por qué Jongin le había pedido que se uniera a ellos hoy. Estaba demasiado viejo para esa petición, que no podía rechazar, pero uno de sus hijos hubiera podido hacerlo bien.

¿Por qué él?

 

Y no tuvo oportunidad de hablar con el Alfa acerca de los hermanos de Ryeowook en todo el tiempo que estuvo ahí. El juego lo había mantenido ocupado y cuando terminó, Jongin ya se había ido.

Una vez que atendiera su dolorido cuerpo iría a la casa del Alfa para una larga conversación acerca de los hermanos de Ryeowook. Tenía que comunicarle al Alfa lo que había hecho el vampiro y asegurarle que no había sido intencional. Había sido criado para creer que los shifters y vampiros no podían emparejarse —incluso aunque el nervioso chico vivía bajo el mismo techo con Junho y Chansung.

Eric empujó el problema al fondo de su mente por el momento. No había nada que pudiera hacer acerca de eso ahora y estaba preocupado por el maldito dolor en su espalda. Un baño caliente curaría eso.

Sabía que cambiar a oso podría resolverlo, pero amaba los baños calientes en los días fríos del invierno. Había algo en ellos que le gustaba.

 

Mientras entraba al camino de su casa, Eric podría jurar que oyó a un cachorro llorar. Era bajo, apenas audible, y en segundos se fue.

Detuvo la camioneta frente a su casa y Eric escuchó cuidadosamente, pero no oyó que se repitiera el ruido. Se encogió de hombros. Quizás estaba más cansado de lo que pensaba. Salió de la camioneta, cerró la puerta y se tensó.

Ahí estaba de nuevo.

 

Solo que esta vez el llanto era fuerte, con un agudo sonido. Eric escuchó cuidadosamente mientras seguía el ruido a la caja de la camioneta. No estaba seguro qué había subido a la caja de su camioneta, pero lo que fuera se suponía que no debería de estar ahí.

Sus garras salieron y se enderezó en toda su altura, preparándose para la pelea mientras abría la puerta de atrás de la camioneta. Lo que vio lo dejó impactado. Se frotó los ojos para asegurarse de no estar imaginando cosas, Eric vio de nuevo.

Ellos seguían ahí.

 

Un hombre acostado en la caja de su camioneta, acurrucado alrededor del bebé que lloraba. El extraño no se movió hacia Eric. Casi parecía estar congelado.

Sin pensarlo, Eric subió y deslizó al hombre a sus brazos, asegurándose de que el bebé estuviera seguro en los brazos del hombre antes de subir los escalones del porche y abrir la puerta con el hombro.

—Alguien venga aquí, ¡ahora! —Subió los escalones dos a la vez y se dirigió a su recámara. El hombre en sus brazos estaba congelado a causa del frío. Acostó al hombre y lo cubrió con pesadas mantas y entonces suavemente retiró de sus brazos al bebé que gritaba.

 

—¡Mierda!  —Eric  rápidamente  tomó  la  manta  del respaldo de la silla y cubrió al cachorro, tratando que la manta fuera un capullo que mantuviera caliente al pequeño bebé. Los labios del cachorro estaban azules como los del extraño.

—¿Qué sucede? —LEO preguntó apresurándose a entrar en la recámara. Se detuvo patinando, con los ojos más abiertos al ver la escena frente a él—. ¿Quiénes infiernos son ellos?

Eric frotaba sus manos sobre el capullo, haciendo su mejor esfuerzo por calentar todo el cuerpo del cachorro tan rápidamente como podía. Sabía que si la sangre regresaba demasiado rápido al corazón del bebé, el cachorro estaría en riesgo de tener un ataque al corazón. —No sé, pero necesito que alguien caliente leche para el cachorro. Está congelado.

LEO asintió y salió del cuarto de Eric. Eric paseó por la recámara tratando desesperadamente de calmar el llanto del bebé. El cachorro era su primera prioridad. Era demasiado joven para cuidar de si mismo. Eric se aseguraría de calentarlo y alimentarlo.

—Eso es todo lo que tenemos —dijo LEO entrando en la habitación—. Es leche de vaca, pero está caliente.

Eric vio un guante de hule lleno con la leche de vaca.

Su hijo había sido muy inventivo. Le concedía eso. —Gracias.

 

Eric llevó el guante a su boca y mordió uno de los dedos con su canino. Colocó el índice del guante en la boca del cachorro, viendo cómo inmediatamente empezó a mamar. Bebía con gula, tomando aire por la nariz mientras drenaba el guante en un momento.

—Ve por más.

 

LEO asintió y salió de la recámara. El cachorro se calmó, chupando su dedo mientras se apoyaba en los fuertes brazos de Eric.

—¿Quién eres, bebé? —preguntó al cachorro mientras lo arrullaba.

El pequeño era hermoso. Al menos Eric esperaba que fuera un niño. Sería extraño decirle a una niñita, hermoso. Se sentó en la silla de su recámara y desenvolvió al bebé para revisar el pañal.

—Está bien, así que eres un niño. —Sabía acerca de niños. Había criado 7 niños. Si el cachorro hubiera sido niña, Eric no hubiera tenido ni idea de qué hacer. Suponía que todos los bebés necesitaban las mismas cosas, comida, pañales, y calor, pero sabía que el manejar a una pequeña niña tenía que ser diferente.

Una vez que envolvió de nuevo al cachorro en la manta, Eric vio al hombre dormido en su cama. No se le pasó notar que quien fuera el hombre, era su pareja.

Eso significaba que el bebé que sostenía ahora era su hijo. Eric sintió una oleada de protección llegar a la superficie mientras acunaba al bebé en sus brazos. No estaba seguro sobre la historia del hombre, pero cualquiera que fuera el problema, ahora era problema de los Moon. Y tenía que haber un problema para que un hombre saliera con ese fuerte frío con un pequeño bebé.

Eric retiró los rizos negros de la cara del bebé, viendo que el color de la piel regresaba a lo normal con una sombra rosada, y los labios regresaban al rosa-rojo. Entonces notó las pequeñas orejitas de elf.

Abrió más los ojos y se puso de pie, dirigiéndose hacia su pareja al otro lado del cuarto. Eric retiró el cabello para verlo, también tenía orejas puntiagudas.

Su pareja era un elf.

«Maldición».

—Ten —dijo LEO entrando a la recámara—. ¿Descubriste quiénes son?

Eric veía fijamente al hombre inconsciente, notando sus hermosos rasgos. Notó que el cabello no era totalmente negro. Había mechones castaños. Sus rasgos eran suaves, simétricos. Sus pestañas negras descansaban sobre los pómulos, la nariz era aguileña y tenía un ligero hoyuelo en el mentón.

Era hermoso.

 

—No estoy seguro de quienes sean —Eric le contestó a LEO con la verdad. Bueno, de cualquier manera principalmente lo era. Él omitió la parte de que el hombre era su pareja. No estaba seguro de por qué, pero incluso con su hijo, Eric sentía una profunda necesidad de proteger a su pareja. Al menos hasta que descubriera en que problema estaba—. Estaba en la caja de la camioneta, inconsciente.

LEO le dio el guante y se acercó. —Él es un fey.

 

Eric suprimió un gruñido que vibraba en su pecho. No quería que nadie se acercara a su pareja. No ahora. No hasta que despertara y hablaran. —Ve a mantener a tus hermanos ocupados mientras me encargo de esto.

LEO se veía intrigado, pero asintió hacia Eric, dejándolo con su pareja y su nuevo hijo. Se sentó de nuevo en la silla y le dio el índice del guante al cachorro para que chupara mientras él lo arrullaba, viendo a su pareja dormir.

Eric se preguntaba si su pareja estaba lo suficientemente caliente o necesitaba otra manta, y ¿por qué el destino le había   dado una pareja masculina?  Sabía que era bisexual, pero Eric realmente nunca se había imaginado con una pareja   masculina. Nunca se había imaginado teniendo una pareja. Punto.

 

Aunque sus siete hijos ahora eran adultos, y podían cuidar de si mismos, él creía que podría emparejarse con una mujer. No es que lo objetara. El chico era simplemente impactante. Pero Eric había estado con un hombre solo una vez.

No estaba seguro de cómo manejar la situación. Eso había sido formado por el destino, y el destino era una caprichosa perra. Vio los ojos azules del cachorro y sabía que incluso aunque no era lo que había esperado, se pondría a la altura de las circunstancias.

Había pasado mucho tiempo desde que había criado a un cachorro, pero Eric realmente sacaría adelante eso. —¿Por qué huía tu papi? —Eric le preguntó al bebé mientras el cachorro chupaba el dedo del guante. Una sonrisa se formó en los labios del bebé mientras veía a Eric, haciendo que se viera como un pequeño ángel.

Esa sonrisa con un solo hoyuelo robó el corazón de Eric. Se preguntó brevemente si el padre del cachorro haría lo mismo. ¿Tendría una cálida sonrisa como la del bebé? Eric tragó duro con el pensamiento. Nunca sería capaz de resistirse.

—Quien sea, nadie se va a acercar a ti o a tu padre.

r13;Eric podría matar a cualquiera lo suficientemente imbécil para acercarse a esos dos. Podría matar a cualquiera que fuera lo suficientemente imbécil para acercarse a cualquiera de sus cachorros, incluso aunque los otros siete fueran ahora adultos y algunos con pareja.

—No sé quién eres, pero ahora eres un Moon. Tienes siete hermanos mayores que podrían matar para protegerte  al igual que sus parejas. Y tienes también un muy feroz papá oso.

 

El bebé sonrió de nuevo, su pequeño puño alrededor del meñique de Eric. Veía asombrado la diferencia de tamaño. Su dedo se veía como el tronco de un árbol comparado al del cachorro.

El corazón de Eric se derritió en el momento.

 

Sabía de hecho que protegería a ambos con su propio vida.

 

—Tienes cinco segundos para darme a mi hijo antes de que saque tus entrañas al suelo.

 

continuara...


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