Salimos a fumar, como cualquiera de los chicos de nuestra edad encendimos nuestros cigarros. Estábamos arriba del puente negro que está frente a nuestra escuela. Ese era nuestro sitio preferido.
Había llovido; la imagen nocturna de las luces de la ciudad, los coches transitando sobre la avenida que estaba a nuestros pies, el aroma fresco y la sensación del choque del frio viento en nosotros.
--¿Sabes Sasuke? Me encanta este clima para fumar, justo esta escena; estar aquí contigo es muy especial para mí. – dice con una sonrisa de lado a lado, ingenuamente, sin tener la más remota idea de lo que me hace sentir.
Yo me recargo en las rendijas e inhalo un poco más.
--¡Hey Sasuke!, ¡te estoy hablando! – se acercó a mí haciendo esos singulares pucheros que aprendí a amar. Pero seguí contemplando el paisaje, era tan hermosa la ciudad de noche; dentro del puente nos acobijaba la obscuridad, pero mis ojos se llenaban de luz entre los edificios y el alumbrado del exterior. Estaba a punto de acabarse mi cigarro, probablemente ese fuera el cuarto ¿o quinto? No lo sé, ya teníamos rato ahí. El tiempo vuela cuando estoy con él ¿por qué? ¿Qué es este sentimiento tan insoportable en mi corazón?
Una densa nube en mi cara irrumpe mis pensamientos, Naruto me escupió el humo de sus labios y rio a carcajadas. En otras circunstancias yo le hubiera golpeado, pero sus labios, la imagen de la fumarola y el juego del claro obscuro, su rostro cerca del mío ¡lo deseo tanto!
Siguiendo de forma absurda su tonto juego inhale hondo y me acerqué más a él; lo solté todo en su rostro. El humo delineando su perfil; por instinto él cerró los ojos. No me pude contener más y acerqué mis labios a los suyos; primero un roce y después tome valor para entrar en él. Solté la colilla y acaricié su espalda con una mano mientras que con la otra paseaba entre sus cabellos. No sabía que era lo que estaba haciendo, sólo me dejé llevar. No se resistió, pero la inseguridad entró de lleno en mí. Me alejé, apenado, mirando al suelo. ¿Tú qué sientes por mí? Esas palabras jamás saldrían de mi boca. Pise la colilla que tiré y me alejé con las manos en las bolsas de mi pantalón. Lo siento, pensé.
Me fui sin voltear a verlo. Tenía miedo [¿acaso esto es una declaración de amor?]
Llegué a casa y encontré a mi hermano cocinando la cena. Mis padres no vendrían a la casa hasta mañana en la tarde, por eso me tome la libertad de fumar tanto esta noche de viernes.
–Hueles a cigarro – me dijo con el ceño fruncido mientras se recogía un mechón rebelde que caía sobre su frente.
–¿Te molesta? – Conteste arrogante.
–No, me preocupa – decía mientras estrellaba un huevo contra el aceite del sartén, parecía el undécimo; no entiendo por qué nunca se cansa de hacer eso. – ¡maldita sea! – refunfuñó al ver otro fracaso frente a él.
–Hermano– dije un poco temeroso ¿sería prudente decirle? Pero que le diré [“hermano, estoy enamorado de un hombre”] ¿cómo lo tomará? Papá es muy estricto en ese tema; nada puede ni debe manchar el orgullo de los Uchiha. Sólo quiero y confío en dos personas, pero estoy enamorado de una de ellas y no quiero perder el cariño de la otra por eso; si lo intento y todo falla, me quedaré sin los dos. Solo.
–¿Qué pasa, Sasuke? – Dijo mientras apagaba la lumbre y se desataba su mandil –te ves preocupado ¿estás bien? – me acariciaba el [cabello ¡maldita sea, ya no soy un niño!] Me quité su mano de encima con un manotazo.
–No es nada, yo soy fuerte. No necesito de tu ayuda– le dije y tratando de ocultar mis verdaderos sentimientos. Pero lo que recibí a cambio fue esa mirada llena de ternura que me da desde que tengo memoria. Me rodeó con sus cálidos brazos, como queriéndome cubrir del sufrimiento.
–No tienes que fingir– sus palabras me atravesaron. No pude más y rompí a llorar desesperadamente; como si fuera la única manera de sacar todo el dolor de mi alma. [Hermano, lo amo tanto] gritaba dentro de mí; mientras él seguía sosteniéndome, cuidándome de que no cayera al vacío.
No me di cuenta de en qué momento caí dormido, ni cómo fue que paso mi fin de semana. No recuerdo las palabras que me dijo Itachi después; ni mucho menos las que escupió mi padre ni las que mi madre lloró cuando harto de ocultarlo grite en medio de la comida que era homosexual y que estaba enamorado de Naruto. No tengo idea de dónde saqué tanto valor.
El lunes no tuve ganas de ir a la escuela pero no quería quedarme en casa; cómo buscando refugio, fui al puente donde solía pasar tiempo con Naruto. Al caer la tarde seguía acariciando las rendijas de metal, hasta que una voz familiar me hace voltear hacia abajo.
–¡SASUKE! – Gritaba Naruto mientras corría al puente, sonriendo ampliamente.
–¡Sasuke, yo también…! – respiró hondamente y, sin importar estar rodeado de gente, gritó lo más fuerte que pudo:
–¡¡YO TAMBIÉN TE AMO, SASUKE!!
Su rostro sonriente, totalmente ruborizado; el frío que hace después de llover, las luces nocturnas y el aroma fresco. Nunca antes me había sentido tan feliz.