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Cadenas naturales por Yue Murakami

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Notas del fanfic:

Va dedicado a todas esas personas que creen en mí y me alientan a descubrir el talento que ellos pueden ver, pero yo no. 

Primera y única cuestión.

¿A qué o a quién aferrarse para no caer

en la locura? Una sola respuesta: el amor.

Alejandra Pizarnik

I

¿Qué te dice tu instinto? ¿Cómo habla tu corazón? ¿Qué crea tu mente? Te aferras a lo que está ahí, a ese detalle, su mirada, un minuto, apenas un instante... ¿Qué le pasó al hombre que conocías? ¿Quién es él? La mente crea el refugio perfecto para las almas atormentadas, el pánico de cruzar la línea. Realidad o fantasía. No importa mientras no haya dolor... O el dolor sea insoportable. Depende de tu adicción.

Este recipiente que yo soy no es más que algo lastimoso e insignificante… sólo útil porque llevo dentro algo que él desea como parte de su naturaleza alfa. No soy al que presume a sus amigos, estoy sin existir en su vida. Y todo se vuelve insoportable cuando sus expresiones cambian, escasos minutos, migajas de un amor que no existe más allá del instinto que le pide me cuide… No, eso no pasará.

—    Estoy hablando contigo — su voz me saca de mis pensamientos. Lo miro fijamente sin decir una palabra. Tengo miedo — ¿Conoces nuestras historias? Mi madre solía hablarme de ellas… Mi padre no busco un estorboso omega, pero llegó ella y le dio un hijo alfa; claro es la única manera en que un beta pueda tener uno. Estuve investigando… — mi respiración se acelera. Mi mano instintivamente se dirige a mi vientre de apenas dos meses — Como alfa con un beta sólo tendré betas, pero con un omega… Son tan raros…

Él sabe que nosotros estamos casi extintos. Agacho la cabeza en señal de rendición. No me dejará ir con su hijo, con un pase directo a toda la negligencia posible en este podrido mundo. Como duele, cuando sus labios se posan en mi mejilla, acaricia a mi bebé. Por favor… que alguien lo aleje de mi hijo. 

—    Los omega casi no existen porque sólo pueden tener bebés con alfa. Así que esto es una apuesta de un cincuenta, cincuenta. Espero que esto sea un alfa, Bum — se aleja y al fin puedo respirar.

Una lágrima se desliza por mi mejilla, escuchó la puerta cerrarse y la cerradura ser asegurada ¿Cuánto tiempo llevo aquí? ¿Cómo me pude “enamorar” de él? Lo recuerdo, ese día que mi instinto despertó para condenarme a las cadenas invisibles de las leyes naturales de un omega. Tuve que dedicarme a investigar para saber el daño que eso significaba. Tenía tanto miedo, los celos, los bebés después, el reclamo. La marca. Tocó mi cuello y siento como cicatriza la última hecha y los vestigios de la primera. A lo lejos hay murmullos, imaginarios. No hay nadie más en esta casa, fantasmas de las mujeres a las que les ha arrebatado la vida.  

—    No te preocupes, mi amor… todo estará bien — le habló con ternura aunque siga dentro de mí; en la penumbra donde nos hemos hundido juntos. No sé cómo liberarlo. Que no sea omega.

Quiero gritar que pare, me hace daño; no puedo permitir que destroce mi cuerpo, por momentos su voz se vuelve amable y suplica que me calme, es por mi “bien”. Quiere matarlo, lo sé, la historia se repite, una y otra vez… es un vórtice que me llena de angustia el pecho. Todo da vuelta alrededor, la habitación es tan blanca a pesar de estar a obscuras.

Se va. Como siempre.

La paz que me brinda el silencio total, la ausencia de mi cuerpo. Tiemblo de manera instintiva. Me faltan sus brazos para cobijarme, me falta su amor... sonrió abiertamente. Nada de eso existe y eso me destroza ¿Cómo pase de ese hombre, mi familia, a otro mucho peor? ¿Es peor? Recuerdo, con toda claridad mi condena hecha por la luna clara en el cielo, el hermoso eclipse que revelaría a la nueva generación de betas, omega y alfas… Todo fue confuso a partir de ese momento.

Apenas lo había conocido, pero su rostro estaba en mis sueños, su voz y la manera en que nuestras miradas se cruzaron apenas un lapso de tiempo tan pequeño que parecía una mentira. Tenía que ser una mentira. No entendía. Las respuestas fueron claras cuando rechace de manera tan firme a ese hombre, lo golpee y escupí en la cara; corrí bajo la lluvia con el cuerpo magullado. Ya no más. Grite su nombre para ser salvado “¡Sangwoo! ¡Sangwoo!” aún lo pronunció, más silencioso, discreto mientras me destroza por dentro.

Dormir no es opción. No puedo sentir nada. La vida se ha extinguido. Otro más que falla ¿Por qué tenía que golpear ahí la primera vez? ¿Por qué no tuvo cuidado? ¿Por qué me odia? Si le pertenezco. Soy apenas un ovillo incapaz de moverse. Otro fracaso y sus palabras me taladran la mente “No sirves ni como omega…” Aprieto mi mano firme sobre el lugar donde hay un corazón atravesado y doliente. Me sostiene con amabilidad. Acurrucado contra su pecho me siento seguro… Hasta la próxima vez que decida que no sirvo más que para parir un hijo.

Sus manos me limpian, no puedo ni verme al espejo, silencio. Sangwoo no dirá una palabra del desastre que es la cama, llena de sangre y el aroma a muerte. Es así con cada aborto. Parece que en ese momento es humano de nuevo, transformado del asesino, el monstruo a una persona que también siente la pérdida.

—    Quédate aquí — me dice. Asiento.

Cierro los ojos para regresar a esos tiempos donde lo más preocupante era salir de esa casa, aunque el exterior no era mejor. No tengo un lugar, mi naturaleza tampoco me lo dio. Mi vida no es más que un montón de desilusiones acumuladas, quiero llorar hasta secarme, convertirme en desierto y después morir. Sí, es lo mejor.

—    Bum… — se acerca despacio, como si leyera mi mente. Está frente a mí con un plato de fruta fresca — Vamos, come…

Me alimenta con amabilidad, no puedo controlar las lágrimas que me nublan la vista. Se detiene. No dirá nada, nunca hay palabras demás en sus labios.

—    Lamento mucho que… Lo lamento… Soy un fracaso…

—    Los omegas son tan raros, se quedaron estancados con las antiguas leyes. Ya sabes, en esas donde son propiedad. También leí que necesitan cuidados especiales desde jóvenes para que la concepción llegue a buen término. Al parecer nunca tuviste… nada.

—    No. Nunca — quiero agregar “sólo a ti”, pero lo conozco. Estos momentos de paz son tan efímeros. Vienen y van, así como caminan las manecillas del reloj. Lento, pero es seguro que el minuto siguiente llegará y se moverá el mecanismo.

Es hora de descansar. Me besa la frente mientras me recuesta y libera las hormonas suficientes para que mi cuerpo se estremezca y relaje. Es su alfa. En toda la extensión de la palabra. Siento que el sopor del sueño me invade. Se aleja y extiendo la mano, pero ya no puedo ver su expresión. No. No me dejes con las pesadillas de mi pasado, vuelve. Quédate conmigo. No tengo nada más. Ni siquiera a mi bebé.

Duermo. Ya no hay más… 

Notas finales:

Dejen sus hermosos comentarios. Se aceptan jitomatazos <3 


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